SANTA TERESA DE JESÚS CULTIVADORA DE LAS VIRTUDES Y
CAZADORA DE ALMAS PARA CRISTO Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant |
1. CULTIVADORA DE LAS VIRTUDES Y
CAZADORA DE ALMAS PARA CRISTO Este artículo, corresponde a la vida de Santa
Teresa de Jesús, narrada por la misma santa en su Libro de la Vida, que leí
por primera vez en el año 1970, gracia a un regalo que me hizo un fraile
carmelita en Chile y desde que la conocí a través de esa lectura, me sentí
cautivado por ella. En el Diccionario Etimológico
(de nombres propio de Gutierre Tibón, FCE), se lee: Teresa, Latín, Therasia,
Terapia, Teresia, y que viene del griego cosechadora o segadora, y también de
cazar, entonces, que Teresa sea conocida también como la cosechadora, cultivadora
de las virtudes y cazadora de almas, es algo muy particular de ella reflejada
en su nombre. En efecto, ella es una buena
cazadora, pues nos atrapa, nos cautiva y nos invita a ser grandes y fuertes
amigos de Dios. Por el año 1977, viviendo yo en
Madrid, fuimos con mis padres a Avila, a visitar la casa natal de santa
Teresa, y quedamos atrapados en sus murallas, (Avila es una ciudad famosa por
sus murallas), luego me he repetido muchos viajes para empaparme de la vida
de la santa. Es sin lugar a dudas, una de
las grandes mujeres santas, su vida y su literatura, Exclamaciones del Alma,
Camino de Perfección, Cartas, Libro de la Vida, Los Conceptos del Amor de
Dios, Escritos Menores, Las Fundaciones, Las Relaciones, entre otros, su
poemas, su dicho, su forma de orar, la hace estar entre las mujeres más
grandes y admirables de la historia, y ser una de las tres doctoras de la
Iglesia como otra gran Santa, Teresita
del Niño Jesús y Santa Catalina de Siena. En el año 1987, viviendo en una
zona muy lejana de Chile, región de Aysén, me pidió el Párroco, que hiciera
una exposición de Santa Teresa de Jesús a los fieles de su parroquia,
entonces prepare este artículo, tomado del Libro de la Vida, capítulo a
capítulo. Esta fue mi primera experiencia para hablar de la santa en público,
con grandes limitaciones sobre el conocimiento de ella, no obstante el
esfuerzo pareció recompensado, porque de esa charla, se formó un pequeño
grupo de estudio sobre la santa y en esa zona no existía ni siquiera un libro
de ella. Aquí dejo a continuación, lo que expuse ese día de octubre de 1987. 2. SUS PADRES Sus padres fueron Alonso
Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila y Ahumada, de ellos Santa Teresa escribió: “Era mi padre hombre de mucha
caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados;
tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos, porque los había
gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como
a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad.
Era de gran verdad. Jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran
manera.” “Mi madre también tenía muchas
virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima honestidad. Con
ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía
caso de ella, porque con morir de treinta y tres años, ya su traje era como
de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron
grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivió. Murió muy
cristianamente.” Cuando su madre murió Santa Teresa escribió: “Acuérdome que
cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años, poco menos. Como yo
comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime
a una imagen de nuestra Señora y supliquéla fuese
mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que
me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en
cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a sí” 3. SUS
HERMANOS Éramos tres hermanas y nueve hermanos.
Todos parecieron a sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no
fui yo, aunque era la más querida de mi padre. Y antes que comenzase a
ofender a Dios, parece tenía alguna razón; porque yo he lástima cuando me
acuerdo las buenas inclinaciones que el Señor me había dado y cuán mal me
supe aprovechar de ellas. Su Padre enviudo con tres
hijos, Juan, Pedro y María, luego se caso y tuvo nueve hijos, Rodrigo,
Teresa, Lorenzo, Pedro, Jerónimo, Antonio, Agustín y Juana. 4. SU
CIUDAD Teresa nació en la ciudad
castellana de Ávila, distante a 5. LOS
DESEOS MARTIRIO Y VIVIR COMO ERMITAÑOS SIENDO NIÑA Santa Teresa nos cuenta que con
uno de sus hermanos, Rodrigo tres años mayor que ella, leían la vida de los
santos, llamándole mucho la atención, lo que decía: “Como veía los martirios
que por Dios las santas pasaban, parecíame
compraban muy barato el ir a gozar de Dios y deseaba yo mucho morir así, no
por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar tan en breve de los
grandes bienes que leía haber en el cielo” y así fue como concertó con su
hermano ir a tierra de los moros, “,pidiendo por amor de Dios, para que allá
nos descabezasen”. Pero no le fue posible ir a esa tierras, entonces luego
ella escribe: “De que vi que era imposible ir a donde me matasen por Dios,
ordenábamos ser ermitaños; y en una huerta que había en casa procurábamos,
como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas pedrecillas que luego se nos
caían, y así no hallábamos remedio en nada para nuestro deseo; que ahora me
pone devoción ver cómo me daba Dios tan presto lo que yo perdí por mi culpa” 6. LAS
DEVOCIONES SIENDO NIÑA Hacía limosna como podía, y
podía poco. Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en
especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y así nos hacía serlo.
Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monasterios, como que
éramos monjas, y yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas
que he dicho. 7. COSA
JUVENILES Santa Teresa, nos relata un
pasaje juvenil, y nos deja a los padres una buena enseñanza, el cuidado con
las amistades, algo que ella se dio cuenta a tiempo y sus cualidades la
hicieron pasar muy bien por esta etapa. “Comencé a traer galas y a
desear contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y
olores y todas las vanidades que en esto podía tener, que eran hartas, por
ser muy curiosa. No tenía mala intención, porque no quisiera yo que nadie
ofendiera a Dios por mí” “Si yo hubiera de aconsejar,
dijera a los padres que en esta edad tuviesen gran cuenta con las personas
que tratan sus hijos, porque aquí está mucho mal, que se va nuestro natural
antes a lo peor que a lo mejor.” “Por aquí entiendo el gran
provecho que hace la buena compañía, y tengo por cierto que, si tratara en
aquella edad con personas virtuosas, que estuviera entera en la virtud.” Los santos, no dejan de ser
personas humanas, pero hay algo especial en ellos que los hace diferentes,
estar iluminados por la buena luz. En todo caso, a don Alonso,
padre de Teresa, no le parecía bien la influencia de una amistad de la
juventud, auque como dice ella misma, “pues nunca era inclinada a mucho mal,
porque cosas deshonestas naturalmente las aborrecía”, sin embargo su padre la
envío a vivir a un monasterio, así lo relata Teresa “Porque no me parece
había tres meses que andaba en estas vanidades, cuando me llevaron a un
monasterio que había en este lugar, adonde se criaban personas semejantes,
aunque no tan ruines en costumbres como yo. Teresa tenía ya 15 años. 8. UN
CAMBIO EN TERESA Estando en el internado, Teresa
conoció a una monja que le fue buena compañía, ella escribió de esta amistad
“Pues comenzando a gustar de la buena y santa conversación de esta monja, holgábame de oírla cuán bien hablaba de Dios, porque era
muy discreta y santa. Esto, a mi parecer, en ningún tiempo dejé de holgarme
de oírlo. Comenzóme a contar cómo ella había venido
a ser monja por sólo leer lo que dice el evangelio: Muchos son los llamados y
pocos los escogidos. Decíame el premio que daba el
Señor a los que todo lo dejan por El. Un año y medio estuvo en ese
monasterio, donde ella poco a poco fue experimentando un cambio en su vida,
así escribía “Comencé a rezar muchas oraciones vocales y a procurar con todas
me encomendasen a Dios, que me diese el estado en que le había de servir.” 9. REGRESO
A CASA Teresa enfermo gravemente y su
padre la regreso a su casa, donde se repuso totalmente, en el período de convalecencia
fue a visitar a una hermana quien la quería mucho, en el camino pasaron por
la casa de un tío, viudo y hermano de su padre llamado Pedro, que luego fue
monje, allí donde su tío paso un corto tiempo, el influyó de alguna forma con
sus libros religiosos y su conversación espiritual, y especialmente como lo
declara ella, la causo una gran impresión las cartas de san Jerónimo. 10. EL DESEO
DE SER MONJA Dice Teresa “en esta batalla
estuve tres meses, forzándome a mí misma con esta razón: que los trabajos y
pena de ser monja no podía ser mayor que la del purgatorio”, esto es
significa que al forma de pensar era que las penas del purgatorio ere menores
que las que merecía fuera del convento. Animada por las Epístolas de
San Jerónimo, ella le comento a su padre la intención de ser monja, pero se
opuso y le respondió, una vez que acabará su vida, esto es cuando muriese, en
ese momento ella podía tomar esa decisión. El 2 de noviembre de 1535,
siendo de madrugada, ayudada por uno de sus hermanos, Teresa tomo la decisión
de ir a visitar a una amiga religiosa a un convento de las carmelitas, ella
estaba resuelta en su determinación, y así lo dijo “puesto que ya en esta
postrera determinación ya yo estaba de suerte, que a cualquiera que pensara
servir más a Dios o mi padre quisiera, fuera; que más miraba ya el remedio de
mi alma, que del descanso ningún caso hacía de él.” Con todo ella manifestaba
su gran dolor y angustia por la separación de su familia, especialmente su
padre. Dijo Teresa que una vez tomado
el hábito, luego le dio el Señor a entender cómo se favorece a los que se
hacen fuerza para servirle y que a la hora después fue tan grande su
felicidad, que por siempre estuvo feliz de haberlo llevado. Su padre, luego de ingresar al
convento le retiro la negativa. 11. LA TOMA
DEL HÁBITO Y LA PROFESIÓN RELIGIOSA El 2 de noviembre de 1536,
después de un año de postulación, le impusieron el hábito de religiosa, y el
3 de noviembre de 1537, hizo su profesión religiosa, esto es los tres votos de
pobreza, castidad y obediencia. 12. TERESA
CAE GRAVEMENTE ENFERMA El cambio de vida, entre su
hogar y el monasterio, le provoco un problema de salud, que al no ser al
principio bien tratado, le comenzó a provocar una enfermedad que se fue
agravando, Teresa lo relata así: “La mudanza de la vida y de los manjares me
hizo daño a la salud, que, aunque el contento era mucho, no bastó. Comenzáronme a crecer los desmayos y dióme
un mal de corazón tan grandísimo, que ponía espanto a quien le veía, y otros
muchos males juntos, y así pasé el primer año con harta mala salud” Así fue como su padre la retiro
del convento, a fin de buscar mejores médicos y al no encontrarlos, ella se
quedo por nueve mese en casa de una hermana casada. Teresa estuvo enferma por casi tres años. 13. LECTURA
ESPIRITUAL En el camino a la casa de su
hermana, paso nuevamente donde su tío Pedro, quien le regalo un libro
titulado Tercer Abecedario, que trataba de enseñar oración de recogimiento
espiritual, (escrito por Francisco Osuna), con el aprendió la oración mental
y la contemplación, y lo tuvo por libro maestro, y guiada por aquella buena
lectura, experimento un cambio espiritual. “Procuraba lo más que podía traer
a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente, y ésta era mi manera
de oración”, escribiría Teresa. 14. EL
PELIGRO DE LOS CONFESORES MAL PREPARADOS Teresa nos comenta sobre el
peligro de los confesores que no están bien preparados, y aconseja que para
ser director espiritual, deben ser personas bien instruidas, es así como ella
escribió: “Estaba
una persona de la iglesia, que residía en aquel lugar adonde me fui a curar,
de harto buena calidad y entendimiento. Tenía letras, aunque no muchas. Yo comencéme a confesar con él, que siempre fui amiga de
letras, aunque gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados, porque
no los tenía de tan buenas letras como quisiera”. Esto lo advierte para que
las personas que buscan dirección le den debida importancia a la calidad del
elegido para esta tarea. 15. TERESA
AYUDA A UN SACERDOTE A CORREGIR SUS FALTAS Nos narra Teresa que mientras
ella se sanaba de su enfermedad, conoció a un sacerdote el cual fue su
confesor, ella le tomo gran estimación, y le hizo su comentarios en su fervor
de joven religiosa, de su gran alegría de hablar de Dios, es así como este
sacerdote, viendo la gran calidad moral que le mostraba Teresa, le llego a
contar que por durante siete años, llevaba una amistad pecaminosa y así con
esa falta, el celebraba misa, a pesar
de que no creía en hechicería, el se sentía así, por esa costumbre de las
mujeres de mala fama de utilizar este argumento para atraer a los hombres.
Cuando supo de esto Teresa, comenzó con mucho cariño a hablarle de Dios y a
motivarlo a abandonar esta situación, lo que logro con éxito, porque
finalmente el sacerdote lo hizo. Luego hasta su muerte, un año y medio
después el con mucho arrepentimiento y con buenas obras, salvo su alma. 16. TERESA
ES DADA POR MUERTA Y LA CONFESIÓN. A fin de completar su
tratamiento, Teresa se traslado donde un curandera, donde paso dos meses de
gran sufrimiento y no se sanó, entonces su padre la regresó a Avila. Un comentario de San Gregorio
sobre el libro de Job, que ella repetía a menudo en el pensamiento de daba
mucha fuerza, “Si aceptamos los bienes de la mano del Señor, ¿por qué no
aceptar también de El los males? En la fiesta de la Asunción
pidió Teresa confesarse, su padre no le permitió hacerlo, y eso que era un
buen católico, pero lo hizo por temor a que fuera como algo último en su
vida, y en ese entonces le vino una parálisis y luego un estado de
inconciencia, la creyeron en estado moribundo y le pusieron hasta cera en los
ojos para que le quedaran abiertos, la amortajaron y comenzaron a preparar el
velorio, pero su padre se resistió a aceptarlo, aún más cuando un hermano de
ella la cuidaba haciendo turno, se durmió y una de la velas del velorio
provoco un amago de incendio con tal humareda que Casio se asfixió, con todo
después de cuatro días de delirio, despertó, pidiendo un confesor, a lo que
su padre feliz accedió. Teresa, después de este suceso nunca dejo falta,
aunque se venial, sin confesar. 17. SAN
JOSÉ, ABOGADO DE TERESA Después de volver a su
conciencia, Teresa estuvo 8 meses tullida, privada de todo movimiento, con
paciencia admirables soporto grandes dolores hasta su 25 años, aceptado todo
lo que le había venido, tuvo que aprender a caminar de nuevo, igual que de
pequeña, “gateando”, pero en su soledad, recibió mucho amor de Dios, una gran fuerza, se confesaba y comulgaba
con frecuencia, leía libros espirituales, y viendo que lo médicos no la
sanaban, se encomendó a San José, así
lo relata ella: “Tome por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él. Vi claro que así de esta
necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este padre y señor
mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora
haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las
grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo,
de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros
santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este
glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor
darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra -que como tenía el
nombre de padre, siendo ayo, (padre adoptivo) le podía mandar-, así en el
cielo hace cuanto le pide.” Teresa nos quiere decir que así como Jesús le fue
obediente en la tierra durante años, que como padre adoptivo podía mandar,
así ahora Jesucristo en el Cielo, le concede cuanto pide. 18. UN POCO
DE RELAJACIÓN, NO HACE BIEN Luego de recuperada Teresa, se
relajo un poco, y dejo a un lado la oración mental y se dedico a la oración
de la comunidad, ella culpaba un poco esta situación a que el monasterio no
era de clausura y entraba y salía visitas continuamente, causando
distracción, incluso con visitas de personas pecaminosas, pero pronto comprendió que ese no era el
camino, es así como ella explica el mal que hace cuando en los convento no se
practica la estricta observancia religiosa.
Ella misma se dio cuenta mientras estaba en una conversación mundana
que no le parecía dañosas a la vida espiritual, tuvo
una visión con los ojos del alma, en la cual Jesús le hizo saber que esto a
El le disgustaba. 19. REGRESO
A LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA El padre de Teresa expiro en la
vigilia de la navidad de 1543, ella tenía 28 años, un sacerdote dominico,
confesor de su padre, le hizo un gran bien espiritual, al darle el consejo
que no abandonara la oración contemplativa, el comulgar con frecuencia, a
partir de ese minuto no la abandono jamás. Según su propia experiencia
ella nos enseña acerca de la oración mental, que aunque al principio es
imperfecta, nunca se debe dejar de hacer, ya que poco a poco se perfecciona,
y agrega Teresa “Y quien no la ha comenzado, por amor del Señor le ruego yo
no carezca de tanto bien. No hay aquí que temer, sino que desear; porque,
cuando no fuere adelante y se esforzare a ser perfecto, que merezca los
gustos y regalos que a estos da Dios, a poco ganar irá entendiendo el camino
para el cielo” Esa es la infinita bondad de
Dios, que le da mucha importancia al tiempo que a El le damos. Y que cuando
nos ve arrepentido de nuestras faltas, olvida las ofensas que le hemos hecho. 20. EL SEÑOR
DESPIERTA SU ALMA Y LE DA LUZ Dice Teresa, que andaba su alma
cansada, y auque ella lo quería, no cambiaba un modo de vida que no
degustaba, entonces le sucedió, que entrando a un oratorio (Capilla), vio una
imagen, que había traído allá a guardar, y que se había utilizado para una
cierta fiesta del convento, era Cristo, con todas sus heridas, y se
impresiono mucho, así lo relata: “Vi una imagen que habían traído allá a
guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de
Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle
tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que
sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece
se me partía, y arrojéme cabe El con grandísimo
derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no
ofenderle” Entonces se arrodilló y suplico que Jesús la fortaleciera de una
vez y nunca mas ofenderlo. 21. TODO ES
DADO POR DIOS Nos narra que con frecuencia le
sucedía que presentía muy cerca la presencia del Señor, y de que ninguna
manera podía dudar que estaba dentro de ella, pero esto no era una visión,
mas bien un sentimiento de mística teológica. Todo es dado de Dios no dice Tersa,
y no le parece bien que seamos tan bajo e ingrato con Dios, por todo lo que
hizo por nosotros, como la Pasión de Jesucristo, sus dolores, y su calvario,
y por todo los que nos ama, sus obras y su grandeza para sus hijos. El dedicarse a amar a Dios, en
un gran honor, no existe otro que se le parezca, especialmente cuando se ama
de verdad, y más por agradarle que por temor a los castigos, “El mejor tesoro
que podríamos adquirir es amar a Dios” 22. NUESTRA
DISPOSICIÓN FÍSICA AL ORAR Teresa nos recomienda la
disposición física que tenemos que tener para nuestros momentos de oración,
esto es no hacerla cuando estamos cansados, pero si darse un descanso para
orar, y nos recuerda que Jesús dijo: “Suave es su yugo, y es gran negocio no
traer el alma arrastrada, como dicen, sino llevarla con suavidad para su
mayor aprovechamiento.”, esto es su yugo es suave, por eso no hay que
atormentar al alma, y no llevarla como rastra hacia la perfección, sino
suavemente. 23. LOS
GRADOS DE LA ORACIÓN A pesar de algunas arideces en
la oración, Teresa, nos dice que al recordar todo lo que sufrió por nosotros
Jesucristo, puede llevarnos a un grado de compasión que le hace mucho bien a
nuestra alma, y al pensar en gloria que esperamos y el amor que el Señor nos
tuvo y su resurrección, no mueve a un gozo virtuoso, y muy provechoso. Estas
son las cosas, que causan devoción y nos invitan a la oración. a)
EL PRIMER GRADO DE ORACIÓN, Es hacer muchos actos o
propósitos, de dedicarse a servir a Dios, y hacer mucho por Dios, y a
despertar el amor, para ayudar a aumentar las virtudes conforme a un libro
que se llama “Arte de servir a Dios”, que es muy bueno y apropiado para los
que están en este grado, porque obra
el entendimiento, dice Teresa: “Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse
a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad y traerle siempre consigo y hablar
con El, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse
con El en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones
compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad.” Es bueno andar alegres y con
libertad en este grado de oración, y no andar pensando que por eso se les ira
el entusiasmo por la devoción, si hay que huir de las ocasiones donde se
puede ofender a Dios, no hay que descuidarse y se debe se humilde en
reconocer nuestra débil naturaleza, es necesario distraerse sanamente,
recrearse, así estaremos mejor para la oración. Dice Teresa “Tener gran
confianza, porque conviene mucho no apocar los deseos, sino creer de Dios que,
si nos esforzamos, poco a poco, aunque no sea luego, podremos llegar a lo que
muchos santos con su favor.” b)
PARA EL SEGUNDO GRADO DE ORACIÓN Teresa nos explica con este
ejemplo: “Pues ya queda dicho con el trabajo que se riega este vergel y cuán
a fuerza de brazos sacando el agua del pozo, digamos ahora el segundo modo de
sacar el agua que el Señor del huerto ordenó para que con artificio de con un
torno y arcaduces sacase el hortelano más agua y a menos trabajo, y pudiese
descansar sin estar continuo trabajando. Pues este modo, aplicado a la
oración que llaman de quietud, es lo que yo ahora quiero tratar” Esto es el primero es hacer las
cosas fatigadamente, “a fuerza de brazos”, que son las dificultades del
primer grado, el segundo con la ayuda de una maquina, (un torno), esto es
sacamos más, y nos cansa menos, aunque dure mucho rato el orar. Entonces en ese minuto, parece
que el alma empezara a gozar ya de lo que será la alegría de la gloria
eterna, y a perder el interés o la codicia por los bienes terrenales. c)
EN EL TERCER GRADO DE ORACIÓN Dice Teresa “Vengamos ahora a
hablar de la tercera agua con que se riega esta huerta, que es agua corriente
de río o de fuente, que se riega muy a menos trabajo, aunque alguno da el
encaminar el agua. Quiere el Señor aquí ayudar al hortelano de manera que
casi El es el hortelano y el que lo hace todo.” En este grado, el alma solo
quiere ocuparse de Dios, es como un sueño,
da mucho gusto, es un suave deleite sin comparación, como el que da el
agua en una garganta que estuvo seca, de un alma en gracia que aun no puede
ir más adelante, pero tampoco puede volver atrás, o como un cirio o candela
que le falta poco para finalizar, esto es morir de las cosas del mundo y
estar gozando de Dios, Teresa dice con sus palabras: “Yo no sé otros términos
cómo lo decir ni cómo lo declarar, ni entonces sabe el alma qué hacer; porque
ni sabe si hable ni si calle, ni si ría, ni si llore. Es un glorioso
desatino, una celestial locura, adonde se desprende la verdadera sabiduría, y
es deleitosísima manera de gozar el alma.” d)
EL CUARTO GRADO DE ORACIÓN. Escribe Teresa: “El Señor me
enseñe palabras cómo se pueda decir algo de la cuarta agua. Bien es menester
su favor, aun más que para la pasada; porque en ella aún siente el alma no
está muerta del todo, que así lo podemos decir, pues lo está al mundo; mas,
como dije, tiene sentido para entender que está en él y sentir su soledad, y aprovéchase de lo exterior para dar a entender lo que
siente, siquiera por señas. “ Teresa hace toda una
declaración de la gran dignidad que adquiere el alma en este estado, es para
que muchos pedan animarse, para entusiasmar a muchos a la oración, porque es un estado de
divinidad que el Señor aprecia, por tanto nos exhorta a esforzarnos a llegar
a esta grado, ya que se puede alcanzar en nuestra vida, no por merecerlo si
no por la bondad de Dios. Teresa nos escribe en libro de
su vida “En toda la oración y modos de ella que queda dicho, alguna cosa
trabaja el hortelano; aunque en estas postreras va el trabajo acompañado de
tanta gloria y consuelo del alma, que jamás querría salir de él, y así no se
siente por trabajo, sino por gloria. Acá no hay sentir, sino gozar sin
entender lo que se goza. Entiéndese que se goza un
bien, adonde juntos se encierran todos los bienes, mas no se comprende este
bien. Ocúpanse todos los sentidos en este gozo, de
manera que no queda ninguno desocupado para poder en otra cosa, exterior ni
interiormente.” 24. EL MODO
DE LLEVAR LA ORACIÓN Y EL CONSEJERO ESPIRITUAL En una momento sucedió que
alguna mujeres se sentía muy iluminadas por Dios en su grado de oración, pero
descubrió que estaba engañadas por el demonio, entonces temió de ella misma,
al creer que por gran deleite y suavidad que sentía, algo de lo cual no podía
excusarse, puesto que veía en ella una gran seguridad de que era Dios que la
hacia sentir así cuando estaba en oración. Para disipar los temores
decidió consultar a una persona espiritual para consultarle sobre su modo de
oración, a fin de la iluminara si estaba errada o no, consulto con un hombre
ejemplar que la derivó a un clérigo, el que no le dio importancia al modo de
orar de Teresa y además no la quiso confesar, aún mas, ambos luego de
analizar el modo de oración de Teresa, le insinuaron que lo que le sucedía
era cosa del demonio, pero al verla tan angustiada por esto, le consiguieron
un guía espiritual Jesuita. Con todo,
este jesuita luego le aclaró, que lo que estaba sintiendo venía de Dios y no
del Diablo. Consolada y animada comenzó una vida nueva, contenta e iniciada
en un nuevo modo de Ejercicios Espirituales, como lo hacían los Jesuitas. 25. LA
TRANSVERBERACIÓN. Se denomina así a la
experiencia mística de ser traspasado en el corazón causando una gran
herida. Narración de Teresa: Quiso el Señor
que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe (junto a) mí
hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por
maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino
como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le
viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan
encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se
abrasan. (encendidos de amor). Deben ser los que
llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el
cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no
lo sabría decir. Veíale (observo) en las manos un
dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego.
Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las
entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda
abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar
aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo
dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que
Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el
cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y
Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.
Los días que duraba esto andaba como embobada. No quisiera ver ni hablar,
sino abrazarme con mi pena, que para mí era mayor gloria que cuantas hay en
todo lo criado. 26. EL
ENCUENTRO CON SAN PEDRO ALCÁNTARA En Avila, se oían murmuraciones
en contra Teresa, incluso su confesor la trataba con dureza, le suspendió
temporalmente de comulgar, le pidió suspender la meditación y la
contemplación, por ese entonces estaba en un casa fuera del convento, donde a solas le
sucedían éxtasis, esto es un estado en el que el alma alcanza una unión
mística con Dios por medio de la contemplación y del amor, es un estado de la
persona cautivada por visiones o sensaciones extremadamente bellas,
agradables o placenteras. Entonces se le ordenó regresar
al convento, y esto la asustaba, por que allí no estaría sola ante estos
éxtasis, por lo cual había pensado emigrar a otro convento, pero sucedió que
llego por aquel lugar el ya famoso fraile Pedro de Alcántara, un religioso
que por cuarenta años dormía una hora y media, que incluso cuando dormía lo
hacia sentado, vestía con telas ordinarias, y caminaba descalzo, ayunaba día
por medio, o más, nunca levantaba la vista, ni siquiera conocía la cara de
otros frailes de su convento. Cuando se encontró con Teresa él tenía como
sesenta años. El encuentro con él le dio gran tranquilidad, ya que le aseguró
que siguiera tranquila, en la vida de oración, tal como lo estaba haciendo, y
le confirmó que lo que le sucedía venía de Dios. 27. VISIÓN
DE DEMONIO Relato de Teresa en el Libro la
Vida: Estaba una vez en un oratorio, (capilla) y aparecióme
hacia el lado izquierdo, de abominable figura; en especial miré la boca,
porque me habló, que la tenía espantable. Parecía le salía una gran llama del
cuerpo, que estaba toda clara, sin sombra. Díjome
espantablemente que bien me había librado de sus manos, mas que él me
tornaría a ellas. Yo tuve gran temor y santigüéme
como pude, y desapareció y tornó luego. Por dos veces me acaeció esto. Yo no
sabía qué me hacer. Tenía allí agua bendita y echélo
hacia aquella parte, y nunca más tornó. 28. LA
REFORMA DE LA COMUNIDAD Habiendo cierto día comulgado,
sintió que el Señor le pidió que se esforzara por fundar un nuevo convento, algo que ya había planeado, asegurándole
que recibiría su ayuda y que el proyecto saldría adelante, y que debería
llamarse san José, y que además que guardarían sus puertas El y la Virgen, y
que Cristo andaría siempre entre ellas. Ella le rogó a su confesor su
ayuda quien en no se opuso, pero tampoco se arriesgó, a aprobar la idea,
siguiendo el orden, le consulto a Padre Provincial a través de una buena
señora amiga, contándole que sería un monasterio de clausura. Pero como esto se supo en el
convento de la Encarnación, entre los celos, y burlas, oposiciones del clero
y parte de la comunidad se rechazo la idea. Entonces a través de una de sus
hermanas y en secreto hizo comprar la propiedad, para hacer la construcción
del nuevo convento. En una ocasión se encontró sin dinero para el pago de los
jornaleros, (oficiales), entonces Teresa relata lo siguiente: “Me apareció
San José, mi verdadero padre y señor, y me dio a entender que no me
faltarían, que los concertase. Y así lo hice sin ninguna blanca, y el Señor,
por maneras que se espantaban los que lo oían, me proveyó. Así fue como tiempo después, y
con ausencia de Teresa, porque se le encomendó acompañar a una dama viuda en
Toledo, se término la construcción en el momento que llega la autorización
desde Roma para fundar el convento. Con todo, aún faltaba convencer al Señor
Obispo, asunto del que se encargó el fray Pedro Alcántara, quien lo llego a
convencer. Así en agosto de 1562 ingresaron al nuevo convento, colocando como
guardianes las imágenes de la Virgen en la puerta principal y la de san José
en la Capilla. Sin embargo, a Teresa se le
ordeno regresar al convento de la Encarnación, y después de largo juicios que
llegaron a resolverse con participación de todos los personajes de
importancia de la ciudad, entre clérigos y autoridades civiles. Estos duraron
casi una año, antes de resolver finalmente favorable. Tenía ya 47 años cunado
ingreso por fin al monasterio de San José.
A partir de esa instancia Teresa se comenzó a llamar Teresa de Jesús. 29. NUEVOS
CONVENTOS En 1567, el superior general de
los carmelitas, Juan Bautista Rubio (Rossi), visitó
el convento de Avila y quedó encantado de la superiora y de su sabio
gobierno; concedió a Santa Teresa plenos poderes para fundar otros conventos
del mismo tipo (a pesar de que el de San José había sido fundado sin que él
lo supiese) y aun la autorizó a fundar dos conventos de frailes reformados
("carmelitas contemplativos"), en Castilla. Santa Teresa pasó cinco años
con sus trece religiosas en el convento de san José, precediendo a sus hijas
no sólo en la oración, sino también en los trabajos humildes, como la
limpieza de la casa y el hilado. Acerca de esa época escribió: "Creo que
fueron los años más tranquilos y apacibles de mi vida, pues disfruté entonces
de la paz que tanto había deseado mi alma . . . Su
Divina Majestad nos enviaba lo necesario para vivir sin que tuviésemos
necesidad de pedirlo, y en las raras ocasiones en que nos veíamos en
necesidad, el gozo de nuestras almas era todavía mayor". La santa no se contenta con
generalidades, sino que desciende a ejemplos menudos, como el de la religiosa
que plantó horizontalmente un pepino por obediencia y la cañería que llevó al
convento el agua de un pozo que, según los plomeros, era demasiado bajo. En agosto de 1567, Santa Teresa
se trasladó a Medina del Campo, donde fundó el segundo convento, a pesar de
las múltiples dificultades que surgieron. A petición de la condesa de la
Cerda se fundo un convento en Malagón. Después siguieron los de Valladolid y
Toledo. Esta última fue una empresa especialmente difícil porque la santa
sólo tenía cinco ducados al comenzar; pero, según escribía, "Teresa y
cinco ducados no son nada; pero Dios, Teresa y cinco ducados bastan y
sobran". Una joven de Toledo, que gozaba
de gran fama de virtud, pidió ser admitida en el convento y dijo a la
fundadora que traería consigo su Biblia. Teresa exclamó: "¿Vuestra
Biblia? ¡Dios nos guarde! No entréis en nuestro convento, porque nosotras
somos unas pobres mujeres que sólo sabemos hilar y hacer lo que se nos
dice". No es que la santa
rechazare la Biblia, sino que supo descubrir que esta se habría convertido en
un pretexto para faltar en humildad. 30. LA
REFORMA DE LOS RELIGIOSOS CARMELITAS La santa había encontrado en
Medina del Campo a dos frailes carmelitas que estaban dispuestos a abrazar la
reforma: uno era Antonio de Jesús de Heredia, superior del convento de dicha
ciudad y el otro, Juan de Yepes, más conocido con el nombre de San Juan de la
Cruz. Aprovechando la primera
oportunidad que se le ofreció, Santa Teresa fundó un convento de frailes en
el pueblecito de Duruelo en 1568; a este siguió, en 1569, el convento de
Pastrana. En ambos reinaba la mayor pobreza y austeridad. Santa Teresa dejó
el resto de las fundaciones de conventos de frailes a cargo de San Juan de la
Cruz. 31. NUEVAS FUNDACIONES, DIFICULTADES Y GRACIAS
EXTRAORDINARIAS La santa fundó también en
Pastrana un convento de carmelitas descalzas. Cuando murió Don Ruy Gómez de
Silva, quien había ayudado a Teresa en la fundación de los conventos de
Pastrana, su mujer quiso hacerse carmelita, pero exigiendo numerosas
dispensas de la regla y conservando el tren de vida de una princesa. Teresa,
viendo que era imposible reducirla a la humanidad propia de su profesión,
ordenó a sus religiosas que se trasladasen a Segovia y dejasen a la princesa
su casa de Pastrana. En 1570, la santa, con otra
religiosa, tomó posesión en Salamanca de una casa que hasta entonces había
estado ocupada por ciertos estudiantes "que se preocupaban muy poco de
la limpieza". Era un edificio grande, complicado y ruinoso, de suerte
que al caer la noche la compañera de la santa empezó a ponerse muy nerviosa.
Cuando se hallaban ya acostadas en sendos montones de paja ("lo primero
que llevaba yo a un nuevo monasterio era un poco de paja para que nos
sirviese de lecho"), Teresa preguntó a su compañera en qué pensaba. La
religiosa respondió: "Estaba yo pensando en qué haría su reverencia si
muriese yo en este momento y su reverencia quedase sola con un cadáver".
La santa confiesa que la idea la sobresaltó, porque, aunque no tenía miedo de
los cadáveres, la vista de ellos le producía siempre "un dolor en el
corazón". Sin embargo, respondió simplemente: "Cuando eso suceda,
ya tendré tiempo de pensar lo que haré, por el momento lo mejor es
dormir". En julio de ese año, mientras
se hallaba haciendo oración, tuvo una visión del martirio de los beatos
jesuitas Ignacio de Azevedo y sus compañeros, entre
los que se contaba su pariente Francisco Pérez Godoy. La visión fue tan clara,
que Teresa tenía la impresión de haber presenciado directamente la escena, e
inmediatamente la describió detalladamente al P. Alvarez, quien un mes más
tarde, cuando las nuevas del martirio llegaron a España, pudo comprobar la
exactitud de la visión de la santa. 32. NOMBRADA SUPERIORA DE LA ENCARNACIÓN Por entonces, San Pío V nombró
a varios visitadores apostólicos para que hiciesen una investigación sobre la
relajación de las diversas órdenes religiosas, con miras a la reforma. El
visitador de los carmelitas de Castilla fue un dominico muy conocido, el P.
Pedro Fernández. El efecto que le produjo el convento de La Encarnación de
Avila fue muy malo, e inmediatamente mandó llamar a Santa Teresa para
nombrarla superiora del mismo. La tarea era particularmente desagradable para
la santa, tanto porque tenía que separarse de sus hijas, como por la
dificultad de dirigir una comunidad que, desde el principio, había visto con
recelo sus actividades de reformadora. Al principio, las religiosas se
negaron a obedecer a la nueva superiora, cuya sola presencia producía ataques
de histeria en algunas. La santa comenzó por explicarles que su misión no
consistía en instruirlas y guiarlas con el látigo en la mano, sino en
servirlas y aprender de ellas: "Madres y hermanas mías, el Señor me ha
enviado aquí por la voz de la obediencia a desempeñar un oficio en el que yo
jamás había pensado y para el que me siento muy mal preparada
. . . Mi única intención es serviros . . . No temáis mi gobierno.
Aunque he vivido largo tiempo entre las carmelitas descalzas y he sido su
superiora, sé también, por la misericordia del Señor, cómo gobernar las
carmelitas calzadas". De esta manera se ganó la simpatía y el afecto de
la comunidad y le fue menos difícil restablecer la disciplina entre las
carmelitas calzadas, de acuerdo con sus constituciones. Poco a poco prohibió
completamente las visitas demasiado frecuentes (lo cual molestó mucho a
ciertos caballeros de Avila), puso en orden las finanzas del convento e
introdujo el verdadero espíritu del claustro. En resumen, fue aquella una
realización característicamente teresiana. 33. SEVILLA En Veas, a donde había ido a
fundar un convento, la santa conoció al P. Jerónimo Gracián, quien la
convenció fácilmente para que extendiese su campo de acción hasta Sevilla. El
P. Gracián era un fraile de la reforma carmelita que acababa precisamente de
predicar la cuaresma en Sevilla. Fuera de la fundación del
convento de San José de Avila, ninguna otra fue más difícil que la de
Sevilla; entre otras dificultades, una novicia que había sido despedida,
denunció a las carmelitas descalzas ante la Inquisición como
"iluminadas" y otras cosas peores. 34. LA PERSECUCIÓN LLEVA A LA SEPARACIÓN ENTRE
CALZADOS Y DESCALZOS Los carmelitas de Italia veían
con malos ojos el progreso de la reforma en España, lo mismo que los
carmelitas no reformados de España, pues comprendían que un día u otro se
verían obligados a reformarse. El P. Rubio, superior general de la orden,
quien hasta entonces había favorecido a santa Teresa, se pasó al lado de sus
enemigos y reunió en Plasencia un capítulo general que aprobó una serie de
decretos contra la reforma. El nuevo nuncio apostólico, Felipe de Sega,
destituyó al P. Gracián de su cargo de visitador de los carmelitas descalzos
y encarceló a San Juan de la Cruz en un monasterio; por otra parte, ordenó a
Santa Teresa que se retirase al convento que ella eligiera y que se
abstuviese de fundar otros nuevos. La santa, al mismo tiempo que
encomendaba el asunto a Dios, decidió valerse de los amigos que tenía en el
mundo y consiguió que el propio Felipe II interviniese en su favor. En
efecto, el monarca convocó al nuncio y le reprendió severamente por haberse
opuesto a la reforma del Carmelo. En 1580 obtuvo de Roma una
orden que eximía a los carmelitas descalzos de la jurisdicción del provincial
de los calzados. "Esa separación fue uno de los mayores gozos y
consolaciones de mi vida, pues en aquellos veinticinco años nuestra orden
había sufrido más persecuciones y pruebas de las que yo podría escribir en un
libro. Ahora estábamos por fin en paz, calzados y descalzos, y nada iba a
distraernos del servicio de Dios". 35. AGUILA Y PALOMA Indudablemente Santa Teresa era
una mujer excepcionalmente dotada. Su bondad natural, su ternura de corazón y
su imaginación chispeante de gracia, equilibradas por una extraordinaria
madurez de juicio y una profunda intuición, le ganaban generalmente el cariño
y el respeto de todos. Razón tenía el poeta Crashaw
al referirse a Santa Teresa bajo los símbolos aparentemente opuestos de
"el águila" y "la paloma". Cuando le parecía necesario,
la santa sabía hacer frente a las más altas autoridades civiles o
eclesiásticas, y los ataques del mundo no le hacían doblar la cabeza. Las
palabras que dirigió al P. Salazar: "Guardaos de oponeros al Espíritu
Santo", no fueron el reto de una histérica sino la verdad. Y no fue un
abuso de autoridad lo que la movió a tratar con dureza implacable a una
superiora que se había incapacitado a fuerza de hacer penitencia. Pero el
águila no mata a la paloma, como puede verse por la carta que escribió a un
sobrino suyo que llevaba una vida alegre y disipada: "Bendito sea Dios
porque os ha guiado en la elección de una mujer tan buena y ha hecho que os
caséis pronto, pues habíais empezado a disiparos desde tan joven, que
temíamos mucho por vos. Esto os mostrará el amor que os profeso". La
santa tomó a su cargo a la hija ilegítima y a la hermana del joven, la cual
tenía entonces siete años: "Las religiosas deberíamos tener siempre con
nosotras a una niña de esa edad". 35. INGENIO Y FRANQUEZA El ingenio y la franqueza de
Teresa jamás sobrepasaban la medida, ni siquiera cuando los empleaba como un
arma. En cierta ocasión en que un caballero indiscreto alabó la belleza de
sus pies descalzos, Teresa se echó a reír y le dijo que los mirase bien
porque jamás volvería a verlos. Los famosos dichos "Bien sabéis lo que
es una comunidad de mujeres" e "Hijas mías, estas son tonterías de
mujeres", demuestran el realismo con que la santa consideraba a sus
súbditas. Criticando un escrito de su
buen amigo Francisco de Salcedo, Teresa le escribía: "El señor Salcedo
repite constantemente: 'Como dice el Espíritu Santo', y termina declarando
que su obra es una serie de necedades. Me parece que voy a denunciarle a la
Inquisición". 36. SELECCIÓN DE NOVICIAS La intuición de Santa Teresa se
manifestaba sobre todo en la elección de las novicias. Lo primero que exigía,
aun antes que la piedad, era que fuesen inteligentes, es decir, equilibradas
y maduras, porque sabía que es más fácil adquirir la piedad que la madurez de
juicio. "Una persona inteligente es sencilla y sumisa, porque ve sus
faltas y comprende que tiene necesidad de un guía. Una persona tonta y
estrecha es incapaz de ver sus faltas, aunque se las pongan delante de los
ojos; y como está satisfecha de sí misma, jamás se mejora". "Aunque
el Señor diese a esta joven los dones de la devoción y la contemplación,
jamás llegará a ser inteligente, de suerte que será siempre una carga para la
comunidad". ¡Que Dios nos guarde de las monjas tontas!" 37. ÚLTIMOS AÑOS En 1580, cuando se llevó a cabo
la separación de las dos ramas del Carmelo, Santa Teresa tenía ya sesenta y
cinco años y su salud estaba muy debilitada. En los dos últimos años de su
vida fundó otros dos conventos, lo cual hacía un total de diecisiete. Las
fundaciones de la santa no eran simplemente un refugio de las almas
contemplativas, sino también una especie de reparación de los destrozos
llevados a cabo en los monasterios por el protestantismo, principalmente en
Inglaterra y Alemania. Dios tenía reservada para los
últimos años de vida de su sierva, la prueba cruel de que interviniera en el
proceso legal del testamento de su hermano Lorenzo, cuya hija era superiora
en el convento de Valladolid. Como uno de los abogados tratase con rudeza a
la santa, ésta replicó: "Quiera Dios trataros con la cortesía con que
vos me tratáis a mí". Sin embargo, Teresa se quedó sin palabra cuando su
sobrina, que hasta entonces había sido una excelente religiosa, la puso a la
puerta del convento de Valladolid, que ella misma había fundado. Poco
después, la santa escribía a la madre de María de San José: "Os suplico,
a vos y a vuestras religiosas, que no pidáis a Dios que me alargue la vida.
Al contrario, pedidle que me lleve pronto al eterno descanso, pues ya no
puedo seros de ninguna utilidad". En la fundación del convento de
Burgos, que fue la última, las dificultades no escasearon. En julio de 1582,
cuando el convento estaba ya en marcha, Santa Teresa tenía la intención de
retornar a Avila, pero se vio obligada a modificar sus planes para ir a Alba
de Tormes a visitar a la duquesa María Henríquez. La Beata Ana de San
Bartolomé refiere que el viaje no estuvo bien proyectado y que Santa Teresa
se hallaba ya tan débil, que se desmayó en el camino. Una noche sólo pudieron
comer unos cuantos higos. Al llegar a Alba de Tormes, la santa tuvo que
acostarse inmediatamente. Tres días más tarde, dijo a la Beata Ana: "Por
fin, hija mía, ha llegado la hora de mi muerte". El P. Antonio de
Heredia le dio los últimos sacramentos y le preguntó donde quería que la
sepultasen. Teresa replicó sencillamente: "¿Tengo que decidirlo yo? ¿Me
van a negar aquí un agujero para mi cuerpo?" Cuando el P. de Heredia le
llevó el viático, la santa consiguió erguirse en el lecho, y exclamó:
"¡Oh, Señor, por fin ha llegado la hora de vernos cara a cara!"
Santa Teresa de Jesús, visiblemente transportada por lo que el Señor le
mostraba, murió en brazos de la Beata Ana a las 9 de la noche del 4 de
octubre de 1582. Precisamente al día siguiente,
entró en vigor la reforma gregoriana del calendario, que suprimió diez días,
de suerte que la fiesta de la santa fue fijada, más tarde, el 15 de octubre. Santa Teresa fue sepultada en
Alba de Tormes, donde reposan todavía sus reliquias. Su canonización tuvo lugar en
1622. El 27 de septiembre de 1970
Pablo VI le reconoció el título de Doctora de la Iglesia. En la actualidad, las
carmelitas descalzas son aprox. 14.000 en 835 conventos en el mundo. Los
carmelitas descalzos son 3.800 en 490 conventos. Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
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