SAN JUAN DE LA CRUZ Y COMO NOS AMA
EL PADRE Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant (Para meditar y orar) Vamos a meditar en oración esta
fineza de Dios de amarnos intensamente y ser sus hijos. “Pues todos somos
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” (Gal 3,26) San Pablo dice además; “La
prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el
Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!” (Gal 4,6) No hay como dirigirse a Dios, como
con el gozo de saber que somos sus hijos e iguales en el amor. El amor
iguala. En este momento que hemos dejado para hacer oración, recordemos que
Dios no nos mira como oramos, pero si mirara la fe con la cual lo hacemos. Como
dice el santo padre san Juan de la Cruz; “el cual sólo mira la fe y pureza de
corazón del que ora.” (3S 36,1) Él siempre nos mira. Y mirar Dios es amar. (CB 19,6) En esta meditación, tratemos de no
caer en la tentación de procurar más el sabor del espíritu que la pureza y
discreción de él, que es lo que Dios mira y acepta en todo el camino
espiritual. (N 6,1). El Padre no espera otra cosa de sus hijos, que nos
dirijamos a Él con simplicidad, inocencia y naturalidad. Dejémonos guiar por su
Espíritu. En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son
hijos de Dios. (Rom 8,14) La manera como nos ha amado el Padre
es comunicándonos el mismo amor que le da al hijo. A El por naturaleza, a
nosotros por unidad y transformación de amor; En palabras de San Juan de la
Cruz dice; “comunicándoles el mismo amor que al Hijo, aunque no naturalmente
como al Hijo, sino, como habemos dicho, por unidad y transformación de amor.”
(CB 39, 5) Y sigue san Juan de la Cruz; “Y cómo
esto sea, no hay más saber ni poder para decirlo, sino dar a entender cómo el
Hijo de Dios nos alcanzó este alto estado y nos mereció este subido puesto de
poder ser hijos de Dios” (CB 39,5) y a continuación nos recuerda como dice
san Juan (Evangelista); “Pero a todos los que la recibieron les dio poder de
hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;” (Jn 1, 12) Nos ayuda San Juan de la Cruz a
entender que este proceso de ser transformados en hijos en el Hijo se realiza
por la acción del Espíritu Santo que purifica al creyente de todo lo que no
es Dios y le da la posibilidad de amar a Dios con el mismo amor de Dios y lleva
a plenitud la imagen de Dios que somos desde el momento de nuestro
nacimiento. Nos comenta el santo en Subida del
Monte Carmelo; “que los hijos de Dios, que son estos transformados y unidos
en Dios, son movidos del Espíritu de Dios, esto es, a divinas obras en sus
potencias. Y no es maravilla que las operaciones sean divinas, pues que la
unión del alma es divina.” (3S2, 16) y se basa en la opinión de San Pablo
cuando le escribe a los Romanos; “En efecto, todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de
esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de
hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une
a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.” (Rom
8,14-16) Y este es un gran regalo de Dios,
darnos este obsequio, como cosa suya, voluntariamente, es más que un buen motivo
para amarle. Dios, es todo generosidad con sus hijos, y no nos pide que
pensemos en El, nos ha dicho que le amemos. Dice san Juan de la Cruz en Llama
de Amor; “Y así, la voluntad para ir a Dios más ha de ser desarrimándose de
toda cosa deleitosa y sabrosa, que arrimándose; que así cumple bien el
precepto de amor, que es amarle sobre todas las cosas, (Ll (A) 3,43). Y en
Cantico Espiritual comenta; “porque Dios, amándonos primero, nos muestra a
amar pura y enteramente como él nos ama. (CA 37,3) Y el santo dice que así lo pidió al
Padre, tal como se expresa en el Evangelio de san Juan; “Padre, los que tú me
has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan
mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del
mundo.” (Jn 17,24), luego sigue el santo; “para que vean la claridad que me
diste; es a saber: que hagan por participación en nosotros la misma obra que
yo por naturaleza, que es aspirar el Espíritu Santo. (CB 39,5) Es decir
quiere el Esposo que, así como el aspira al Espíritu Santo por naturaleza,
los aspiremos nosotros por participación de la misma naturaleza. Y sigue
luego recordando lo que dice el Evangelio de Juan; “No ruego sólo por éstos,
sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para
que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean
uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado
la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en
ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú
me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.” (Jn 17,
20-24). Con esto tenemos claridad que la manera como nos ha amado el Padre es
comunicándonos el mismo amor que le da al hijo. A El por naturaleza, a
nosotros por unidad y transformación de amor. Lo asombroso es que Dios siempre se
fía de nosotros, además él cree en nosotros. Nos parece increíble, pero
además, Dios espera más de nosotros que nosotros de él y nos ama mucho más de
los que nosotros le amamos. No obstante, nosotros estamos capacitados para
amar. Estos regalos se hacen al alma, como
dice el santo; “con muy particular amor de Dios que tiene con la tal alma,
porque el alma también se le tiene a él” (2 S 26, 10) Y luego recuerda los
que dice el Evangelista; “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es
el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me
manifestaré a él.” (Jn 14,21) y sigue comentando; “En lo cual se incluyen las
noticias y toques (toques divinos, con lo que le hace recordar él) que vamos
diciendo que manifiesta Dios al alma (que se llega a él y) de veras le ama.”
(2 S 26, 10). Y así Dios se ha hecho uno de tantos
y semejante a los hombres, haciéndonos comprender que todos somos hijos de
Dios. El santo padre Juan de la Cruz nos dice; “Esta es la adopción de los
hijos de Dios; que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por san
Juan (17, 10) al Eterno Padre, diciendo: Todas mis cosas son tuyas y tus
cosas son mías. El por esencia, por ser Hijo natural; nosotros por
participación, por ser hijos adoptivos.” (CB 36,5) Y reflexiona más adelante;
“Porque esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo (Gal. 4, 6), cuando
dijo; Por cuanto sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el
espíritu de su Hijo, clamando al Padre.” El deseo de Dios, es engrandecer el
alma. Dios tiene más amor y se recrea más en el alma del que lo ama. Y dice
el santo en Llama de Amor (LlB 2,34); “Porque el alma, como ya verdadera hija
de Dios, en todo es movida por el espíritu de Dios, como enseña san Pablo; En
efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.”
Oración Bendito sea tu Nombre Santo, Señor
Dios, que has creado la vida, que me has formado en el vientre de mi madre y
que me conocías antes de que yo viniera a la existencia. Bendito sea el gran
regalo de la vida que disfrutamos gracias a ti Señor. Yo te agradezco por tu
bondad infinita, por la cual has permitido que yo viniera a la existencia. Te
agradezco por hacerme un ser único, lleno de regalos propios de un hijo de
Dios. Gracias Padre, porque en tu gran
amor, nos has enviado a tu Hijo Jesús, para que todo el que crea en Él no
perezca sino que tenga Vida Eterna. Gracias Señor porque nos has dado el
mundo, este maravilloso escenario de la vida que tú nos presentas
diariamente. Te agradecemos Señor por las vidas de todos nuestros hermanos y
hermanas, tanto vivos como difuntos. Gracias Señor por el regalo de la vida. Gracias
Señor por todos los elementos que nos acompañan y nos permiten nuestra
existencia. Gracias Señor por el aire que
respiramos, y todos los elementos de la naturaleza que son muestra de tu amor
por nosotros. Gracias Señor por este maravilloso universo que siempre está más
allá de nuestro entendimiento. Gracias Señor porque nos has dotado de
talentos, por nuestra inteligencia, por nuestra fe y por darnos tu Presencia
en los Sacramentos de la Iglesia. Gracias Señor porque nos llamas tus hijos, y
por hacernos tuyos. Gracias Señor. “Un
amor enciende otro amor.” (CB 13,11) Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Fuentes
y referencias Obras Completas Editorial Monte
Carmelo Textos Bíblicos: Biblia de Jerusalén Siglas CB= Cantico Espiritual (B) CA= Cantico Espiritual (A) LLB= Llama de Amor (B) LlA= Llama de Amor (A) S= Subida Monte Carmelo N= Noche Oscura |