Caminando con Jesus Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
EPISTOLARIO SAN JUAN DE LA CRUZ |
1. A Catalina de Jesús, Carmelita Descalza 3. A la M. Ana de san Alberto, OCD, Priora de Caravaca 4. A la M. Ana de san Alberto, Priora de Caravaca 5. A la M. de san Alberto, Priora de Caravaca 7. A las Carmelitas Descalzas de Beas 8. A las Carmelitas Descalzas de Beas 9. A la M. Leonor Bautista, OCD, en Beas 10. Al P. Ambrosio Mariano, OCD, Prior de Madrid 11. A doña Juana de Pedraza, en Granada 12. A una doncella de Narros
del Castillo (Avila) 13. A un religioso carmelita descalzo 14. A la M. María de Jesús, OCD, Priora de Córdoba 15. A la M. Leonor de san Gabriel, OCD, en Córdoba 16. A la M. María de Jesús, OCD, Priora de Córdoba 17. A la M. Magdalena del Espíritu Santo, OCD, en
Córdoba 18. Al P. Nicolás de Jesús María (Doria), Vicario
General 19. A doña Juana de Pedraza, en Granada 20. A una Carmelita Descalza escrupulosa 21. A la M. María de Jesús, OCD, Priora de Córdoba 22. A la M. Leonor de san Gabriel, OCD, en Córdoba 23. A una dirigida espiritual 24. Al P. Luis de san Angelo,
OCD, en Andalucía 25. A la M. Ana de Jesús, OCD, en Segovia 26. A la M. María de la Encarnación, OCD, en Segovia 27. A la M. María de la Encarnación, OCD, en Segovia 28. A doña Ana del Mercado y Peñalosa, en Granada 29. A una dirigida espiritual 30. A la M. Ana de san Alberto, OCD en Caravaca 31. A doña Ana del Mercado y Peñalosa, en Granada 32. Al P. Juan de santa Ana, OCD, en Málaga 33. A una religiosa Carmelita Descalza, en Segovia CARTAS 1. A Catalina de Jesús, Carmelita Descalza Jesús sea en su alma, mi hija
Catalina. Aunque no sé dónde está, la
quiero escribir estos renglones, confiando se los enviará nuestra Madre, si
no anda con ella; y, si es así que no anda, consuélese conmigo, que más
desterrado estoy yo y solo por acá; que después que me tragó aquella ballena
y me vomitó en este extraño puerto, nunca más merecí verla ni a los santos de
por allá. Dios lo hizo bien; pues, en fin, es lima el desamparo, y para gran
luz el padecer tinieblas. ¡Oh, qué de cosas quisiera decir!
Mas escribo muy a oscuras, no pensando la ha de recibir; y por eso, ceso sin
acabar. Encomiéndeme a Dios. Yo no la quiero decir de por acá porque no tengo
gana. De Baeza y julio 6 de 1581. Su siervo en Cristo, Fray Juan de
la Cruz. Sobrescrito. Es para la Hermana
Catalina de Jesús, carmelita descalza, donde estuviere. Granada, fines de marzo 1582 Jesús sea en su alma, mi hija en
Cristo. Mucha caridad recibí con su carta
y quisiera yo harto cumplir lo que en ella me dice y darla mucho contento y a
sus hermanas; mas como Dios manda de otra manera que pensamos, habrémonos de conformar con su voluntad. Ya me han hecho prior en esta
casa de Granada, y es tierra harto acomodada para servir a Dios. Su Majestad
lo hace todo por mejor. ¡Ojalá vuestra merced con
sus hermanas moraran en ella!, porque las pudiera yo en algo dar contento. Yo
espero en Dios se le ha de dar harto grande. Mire que no deje sus
confesiones, y a sus hermanas diga lo mismo. Y me encomienden todas a Dios,
que yo nunca me tengo de olvidar. No deje de acudir al padre fray
Juan, aunque más cansado ande. Y quédese con Dios y déla Su Majestad su santo
espíritu. Amén. De los Santos Mártires de
Granada, y de marzo 1582. Siervo de vuestra merced en
Cristo Fray Juan de la Cruz. 3. A la M. Ana de san Alberto, OCD, Priora de Caravaca Granada, 1582 ... Pues ella no me dice, yo le
digo que no sea boba ni ande con temores que
acobardan el alma. Déle a Dios lo que le ha dado y le da cada día; que parece
quiere ella medir a Dios a la medida de su capacidad; pues no ha de ser así.
Aparéjese, que la quiere Dios hacer una gran merced. 4. A la M. Ana de san Alberto, Priora de Caravaca ... ¿Hasta cuándo piensa, hija,
que ha de andar en brazos ajenos? Ya deseo verla con una gran desnudez de
espíritu y tan sin arrimo de criaturas que todo el infierno no baste a
turbarla. ¿Qué lágrimas tan impertinentes son esas que derrama estos días?
¿Cuánto tiempo bueno piensa que ha perdido con esos escrúpulos? Si desea
comunicar conmigo sus trabajos, váyase a aquel espejo sin mancilla (Sab. 7, 26) del Eterno Padre (que es su Hijo), que allí
miro yo su alma cada día, y sin duda saldrá consolada y no tendrá necesidad
de mendigar a puertas de gente pobre. 5. A la M. de san Alberto, Priora de Caravaca Sevilla, junio 1586 Jesús sea en su alma. Al tiempo que me partía de
Granada a la fundación de Córdoba, la dejé escrito de priesa;
y después acá, estando en Córdoba, recibí las cartas suyas y de esos señores
que iban a Madrid, que debieron pensar me cogerían en la Junta. Pues sepa que
nunca se ha hecho, por esperar a que se acaben estas visitas y fundaciones;
que se da el Señor estos días tanta priesa, que no
nos damos vado. Acabóse de hacer la de Córdoba de frailes con el mayor
aplauso y solemnidad de toda la ciudad que se ha hecho allí con religión
ninguna; porque toda la clerecía de Córdoba y cofradías se juntaron, y se
trajo el Santísimo Sacramento con gran solemnidad de la Iglesia Mayor; todas
las calles muy bien colgadas y la gente como el día del Corpus Christi. Esto fue el domingo después de la Ascensión, y
vino el señor Obispo y predicó, alabándonos mucho. Está la casa en el mejor
puesto de la ciudad, que es en la colación de la Iglesia Mayor. Ya estoy en Sevilla en la
traslación de nuestras monjas, que han comprado unas casas principalísimas,
que, aunque costaron casi catorce mil ducados, valen más de 20 mil. Ya están
en ellas, y el día de san Bernabé pone el cardenal el Santísimo Sacramento
con mucha solemnidad. Y entiendo dejar aquí otro convento de frailes antes
que me vaya, y habrá dos en Sevilla de frailes. Y de aquí a san Juan me parto
a Ecija, donde con el favor de Dios fundaremos
otro, y luego a Málaga, y de allí a la Junta. ¡Ojalá tuviera yo comisión para esa fundación como la
tengo para éstas, que no esperara yo muchas andulencias,
mas espero en Dios que se hará y en la Junta haré cuanto pudiere. Así lo diga
a esos señores, a los cuales escribo. Pesádome
ha de que no se hizo luego la escritura con los Padres de la Compañía, porque
no los tengo yo mirado con ojos que son gente que guarda la palabra; y así,
entiendo que no sólo se desviarán en parte, mas, si se difiere, se volverán
de obrar en todo, si les parece les está bien. Por eso, mire que la digo que,
sin decirles nada a ellos, ni a nadie, trate con el señor Gonzalo Muñoz de comprar
la otra casa que está de esotra parte y hagan sus escrituras, que ellos, como
ven que tienen cogida la cuerda, ensánchanse. Y va
muy poco que después se sepa que las compramos sólo por eso de redimir
nuestra vejación, y así ellos vendrán a buenas sin tanto quebradero de
cabezas, y aun les haremos venir a lo más que quisiéremos. Dé cuenta a pocos
y hágalo, que no se puede vencer a veces una cautela sin otra. El librico
de las Canciones de la Esposa querría que me enviase, que ya a buena razón lo
tendrá sacado Madre de Dios. Mucho se dilata esta Junta, y
pésame por amor de la entrada de doña Catalina, porque deseo dar... De Sevilla y junio año de 1586. Carísima
hija en Cristo. Su siervo Fray Juan de la Cruz. Mire que me dé un gran recaudo al
señor Gonzalo Muñoz, que, por no cansar a Su Merced, no le escribo, y porque
Vuestra Reverencia le dirá lo que ahí digo. Sobrescrito. Para la Madre Ana de san Alberto, Priora de las descalzas carmelitas de Caravaca. En viaje de Granada a Madrid,
agosto 1586 ... Hija, en el vacío y sequedad de todas las cosas ha Dios de probar los que son soldados fuertes para vencer su batalla; que saben beber el agua en el aire sin pegar el pecho a la tierra, como los soldados de Gedeón (Jc. 7, 57, 1623), que vencieron con barro seco y candelas encendidas dentro, que significa la sequedad del sentido, y dentro, el espíritu bueno y encendido. 7. A las Carmelitas Descalzas de Beas Málaga, 18 noviembre 1586 Jesús sea en sus almas, hijas
mías. ¿Piensan que, aunque me ven tan
mudo, que las pierdo de vista y dejo andar echando de ver cómo con gran
facilidad pueden ser santas, y con mucho deleite y amparo seguro andar en
deleite del amado Esposo? Pues yo iré allá y verán cómo no me olvidaba, y
veremos las riquezas ganadas en el amor puro y sendas de la vida eterna y los
pasos hermosos que dan en Cristo, cuyos deleites y corona son sus esposas:
cosa digna de no andar por el suelo rodando, sino de ser tomada en las manos
de los serafines, y con reverencia y aprecio la pongan el la cabeza de su
Señor. Cuando el corazón anda en
bajezas, por el suelo rueda la corona, y cada bajeza la da con el pie; mas
cuando el hombre se allega al corazón alto que dice David (Sal. 63, 7),
entonces es Dios ensalzado con la corona de aquel corazón alto de su Esposa,
con que le coronan el día de la alegría de su corazón (Ct.
3, 11), en que tiene sus deleites cuando está con los hijos de los hombres (Pv. 8, 31). Estas aguas de deleites interiores no nacen
en la tierra; hacia el cielo se ha de abrir la boca del deseo, vacía de
cualquier otra llenura, y para que así la boca del apetito, no abreviada ni
apretada con ningún bocado de otro gusto, la tenga bien vacía y abierta hacia
aquel que dice: Abre y dilata tu boca, y yo te la henchiré (Sal. 80, 11). De manera que el que busca gusto
en alguna cosa, ya no se guarda vacío para que Dios le llene de su inefable
deleite; y así como va Dios, así se sale, porque lleva las manos embarazadas
y no puede tomar lo que Dios le daba. ¡Dios nos libre de tan malos embarazos,
que tan dulces y sabrosas libertades estorban! Sirvan a Dios, mis amadas hijas
en Cristo, siguiendo sus pisadas de mortificación en toda paciencia, en todo
silencio y en todas ganas de padecer, hechas verdugos de los contentos,
mortificándose si por ventura algo ha quedado por morir que estorbe la
resurrección interior del Espíritu, el cual more en sus almas. Amén. De Málaga y noviembre de 1586. Su siervo, Fray Juan de la Cruz. 8. A las Carmelitas Descalzas de Beas Granada, 22 Noviembre 1587 Jesús María sean en sus almas,
hijas mías en Cristo. Mucho me consolé con su carta;
págueselo Nuestro Señor. El no haber escrito no ha sido falta de voluntad,
porque de veras deseo su gran bien, sino parecerme que harto esta ya dicho y
escrito para obrar lo que importa; y que lo que falta, si algo falta, no es
el escribir o el hablar, que esto antes ordinariamente sobra, sino el callar
y obrar. Porque, demás de esto, el hablar distrae, y el callar y obrar recoge
y da fuerza al espíritu. Y así, luego que la persona sabe lo que le han dicho
para su aprovechamiento, ya no ha menester oír ni hablar más, sino obrarlo de
veras con silencio y cuidado, en humildad y caridad y desprecio de sí; y no
andar luego a buscar nuevas cosas, que no sirve sino de satisfacer el apetito
en lo de fuera, y aún sin poderle satisfacer, y dejar el espíritu flaco y
vacío sin virtud interior. Y de aquí es que ni lo primero ni lo postrero
aprovecha, como el que come sobre lo indigesto, que, porque el calor natural
se reparte en lo uno y en lo otro, no tiene fuerza para todo convertirlo en
sustancia, y engéndrase enfermedad. Mucho es menester, hijas mías,
saber hurtar el cuerpo del espíritu al demonio y a nuestra sensualidad,
porque si no, sin entendernos, nos hallaremos muy desaprovechados y muy
ajenos de las virtudes de Cristo, y después amaneceremos con nuestro trabajo
y obra hecho del revés, y pensando que llevábamos la lámpara encendida,
parecerá muerta; porque los soplos que a nuestro parecer dábamos para
encenderla, quizá eran más para apagarla. Digo, pues, que para que esto no
sea, y para guardar al espíritu, como he dicho, no hay mejor remedio que
padecer y hacer y callar, y cerrar los sentidos con uso e inclinación de
soledad y olvido de toda criatura y de todos los acaecimientos, aunque se
hunda el mundo. Nunca por bueno ni malo dejar de quietar su corazón con
entrañas de amor, para padecer en todas las cosas que se ofrecieren. Porque
la perfección es de tan alto momento, y el deleite del espíritu de tan rico
precio, que aun todo esto quiera Dios que baste. Porque es imposible ir
aprovechando sino haciendo y padeciendo virtuosamente, todo envuelto en
silencio. Esto entendido, hijas: que el
alma que presto advierte en hablar y tratar, muy poco advertida está en Dios.
Porque, cuando lo está, luego con fuerza la tiran de dentro a callar y huir
de cualquiera conversación; porque más quiere Dios que el alma se goce con él
que con otra alguna criatura, por más aventajada que sea y por más al caso
que le haga. En las oraciones de Vuestras
Caridades me encomiendo; y tengan por cierto que, con ser mi caridad tan
poca, está tan recogida hacia allá, que no me olvido de a quien tanto debo en
el Señor. El cual sea con todos nosotros. Amén. De Granada a 22 de noviembre de
1587. Fray Juan de la Cruz. La mayor necesidad que tenemos es
de callar a este gran Dios con el apetito y con la lengua, cuyo lenguaje, que
él oye, sólo es el callado amor. Sobrescrito. A Ana de Jesús y las
demás Hermanas Carmelitas Descalzas del convento de Beas. 9. A la M. Leonor Bautista, OCD, en Beas Granada, 8 febrero 1588 Jesús sea en Vuestra Reverencia. No piense, hija en Cristo, que me
he dejado de doler de sus trabajos y de las que son participantes; pero
acordándome que así como Dios la llamó para que hiciese vida apostólica, que
es vida de desprecio, la lleva por el camino de ella, me consuelo. En fin, el
religioso de tal manera quiere Dios que sea religioso, que haya acabado con
todo y que todo se haya acabado para él; porque él mismo es el que quiere ser
su riqueza, consuelo y gloria deleitable. Harta merced la ha Dios hecho a
Vuestra Reverencia, porque ahora, bien olvidada de todas las cosas, podrá a
sus solas gozar bien de Dios, no se le dando nada que hagan de ella lo que
quisieren por amor de Dios, pues que no es suya, sino de Dios. Hágame saber si es cierta su
partida a Madrid y si viene la Madre Priora, y encomiéndeme mucho a mis hijas
Magdalena y Ana y a todas, que no me dan lugar para escribirlas. De Granada, a 8 de febrero de 88. Fray Juan de la Cruz. 10. Al P. Ambrosio Mariano, OCD, Prior de Madrid Segovia, 9 de noviembre 1588 Jesús sea en Vuestra Reverencia. La necesidad que hay de
religiosos, como Vuestra Reverencia sabe, según la multitud de fundaciones
que hay, es muy grande; por eso es menester que Vuestra Reverencia tenga
paciencia en que vaya de ahí el padre fray Miguel a esperar en Pastrana al P.
Provincial, porque tiene luego de acabar de fundar aquel convento de Molina. También les pareció a los Padres
convenir dar luego a Vuestra Reverencia Suprior; y así, le dieron al padre
fray Angel, por entender se conformará bien con su
Prior, que es lo que más conviene en un convento, y déles Vuestra Reverencia
a cada uno sus patentes. Y convendrá que no pierda Vuestra Reverencia cuidado
en que ningún sacerdote, ni no sacerdote, se le entremeta en tratar con los
novicios; pues, como sabe Vuestra Reverencia, no hay cosa más perniciosa que
pasar por muchas manos y que otros anden traqueando a los novicios; y, pues
tiene tantos, es razón ayudar y aliviar al padre fray Angel,
y aun darle autoridad, como ahora se le ha dado, de Suprior, para que en casa
le tengan más respeto. El Padre fray Miguel parece no
era ahí mucho menester ahora, y que podrá más servir a la Religión en otra
parte. Acerca del Padre Gracián no se ofrece cosa de nuevo, sino que el Padre
fray Antonio, está ya aquí. De Segovia y noviembre 9 de 88. Fray Juan de la Cruz. 11. A doña Juana de Pedraza, en Granada Segovia, 28 enero 1589 Jesús sea en su alma. Pocos días ha la escribí por vía
del padre fray Juan en respuesta de esta suya postrera, que, según se había
esperado, fue bien estimada. Allí la respondí cómo, a mi ver, todas sus
cartas tengo recibidas, y sus lástimas y males y soledades sentidas, las cuales
me dan a mí siempre tantas voces callando, que la pluma no me declara tanto.
Todo es aldabadas y golpes en el alma para más amar, que causan más oración y
suspiros espirituales a Dios, para que él cumpla lo que el alma pide para él.
Ya le dije que no había para qué inquietarse por aquellas cosillas, sino que
haga lo que le tienen mandado, y, cuando se lo impidieren, obediencia y
avisarme, que Dios proveerá lo mejor. Los que quieren bien a Dios, él se
tiene cuidado de sus cosas, sin que ellos se soliciten por ellas. En lo del alma, lo mejor que
tiene para estar segura es no tener asidero a nada, ni apetito de nada; y
tenerle muy verdadero y entero a quien la guía conviene, porque si no ya
sería no querer guía. Y cuando basta una, y es la que conviene, todas las
demás o no hacen al caso o estorban. No se asga el alma, que, como no falte
oración, Dios tendrá cuidado de su hacienda, pues no es de otro dueño, ni lo
ha de ser. Esto por mí lo veo, que, cuanto las cosas más son mías, más tengo
al alma y corazón en ellas y mi cuidado, porque la cosa amada se hace una con
el amante; y así hace Dios con quien le ama. De donde no se puede olvidar
aquello sin olvidarse de la propia alma; y aun de la propia se olvida por la
amada, porque más vive en la amada que en sí. ¡Oh gran Dios de amor, y Señor, y
qué de riquezas vuestras ponéis en el que no ama ni gusta sino de Vos, pues a
Vos mismo le dais y hacéis una cosa por amor, y en eso le dais a gustar y
amar lo que más el alma quiere en Vos y le aprovecha! Mas,
porque conviene que no nos falte cruz como a nuestro Amado, hasta la muerte
de amor, él ordena nuestras pasiones en el amor de lo que más queremos, para
que mayores sacrificios hagamos y más valgamos. Mas
todo es breve, que todo es hasta alzar el cuchillo y luego se queda Isaac
vivo, con promesa del hijo multiplicado (Gn. 22,
118). Paciencia es menester, hija mía,
en esta pobreza, que salir bien de nuestra tierra aprovecha, y para entrar en
la vida a gozarlo bien todo, la cual es (privación) de vida. Ahora no sé cuándo será mi ida.
Bueno estoy, aunque el alma muy atrás. Encomendadme a Dios, y las cartas dé a
fray Juan o a las monjas más a menudo, cuando se pueda; y, si no fuesen tan corticas, sería mejor. De enero y Segovia, 28 de 1589. Fray Juan de la Cruz. 12. A una doncella de Narros del Castillo
(Avila) Segovia, febrero 1589 ? Jesús sea en su alma. El
mensajero me ha tomado en tiempo que no podía responder cuando él pasaba de
camino, y aún ahora está esperando. Déle Dios, hija mía, siempre su santa gracia,
para que toda en todo se emplee en su santo amor, como tiene la obligación,
pues sólo para (esto la crió y redimió). Los tres puntos que me pregunta
había mucho que decir en ellos, más que la presente brevedad y carta pide;
pero diréle otros tres, con que podrá algo
aprovechar en ellos. Acerca de los pecados, que Dios
tanto aborrece, que le obligaron a muerte, le conviene, para bien llorarlos y
no caer en ellos, tener el menos trato que pudiere con gentes, huyendo de
ellas, y nunca hablar más de lo necesario en cada cosa; porque de tratar con
las gentes más de lo que puramente es necesario y la razón pide, nunca a ninguno,
por santo que fuese, le fue bien; y con esto, guardar la ley de Dios con
grande puntualidad y amor. Acerca de la pasión del Señor,
procure el rigor de su cuerpo con discreción, el aborrecimiento de sí misma y
mortificación y no querer hacer su voluntad y gusto en nada, pues ella fue la
causa de su muerte y pasión; y lo que hiciere, todo sea por consejo de su
madre. Lo tercero, que es la gloria,
para bien pensar en ella y amarla, tenga toda la riqueza del mundo y los
deleites de ella por lodo y vanidad y cansancio, como de verdad lo es, y no
estime en nada cosa alguna, por grande y preciosa que sea, sino estar bien
con Dios, pues que todo lo mejor de acá, comparado con aquellos bienes
eternos para que somos criados, es feo y amargo y, aunque breve su amargura y
fealdad, durará para siempre en el alma del que los estimare. De su negocio yo no me olvido;
mas ahora no se puede más, que harta voluntad tengo. Encomiéndelo mucho a
Dios, y tome por abogada a nuestra Señora y San José en ello. A su madre me encomiende mucho, y
que haya ésta por suya, y entrambas me encomienden
a Dios, y a sus amigas pidan lo hagan por caridad. Dios la dé su espíritu. De Segovia y febrero 1589. Fray Juan de la Cruz. 13. A un religioso carmelita descalzo Segovia, 14 abril 1589 ? La paz de Jesucristo sea, hijo,
siempre en su alma. La carta de Vuestra Reverencia
recibí, en que me dice los grandes deseos que le da Nuestro Señor de ocupar
su voluntad en solo él, amándole sobre todas las cosas, y pídeme que en orden
a conseguir aquesto le dé algunos avisos. Huélgome
de que Dios le haya dado tan santos deseos, y mucho más me holgaré que los
ponga en ejecución. Para lo cual le conviene advertir cómo todos los gustos,
gozos y aficiones se causan siempre en el alma mediante la voluntad y querer
de las cosas que se le ofrecen como buenas y convenientes y deleitables, por
ser ellas a su parecer gustosas y preciosas; y según las aficiones y gozos de
las cosas, está el alma alterada e inquieta. Pues para aniquilar y mortificar
estas aficiones de gustos acerca de todo lo que no es Dios, debe Vuestra
Reverencia notar que todo aquello de que se puede la voluntad gozar
distintamente es lo que es suave y deleitable, por ser ello a su parecer
gustoso; y ninguna cosa deleitable y suave en que ella pueda gozar y
deleitarse es Dios, porque, como Dios no puede caer debajo de las
aprehensiones de las demás potencias, tampoco puede caer debajo de los
apetitos y gustos de la voluntad; porque en esta vida, así como el alma no
puede gustar a Dios esencialmente, así toda la suavidad y deleite que
gustare, por subido que sea, no puede ser Dios; porque también todo lo que la
voluntad puede gustar y apetecer distintamente es cuanto lo conoce por tal o
tal objeto. Pues, como la voluntad nunca haya
gustado a Dios como es, ni conocídolo debajo de
alguna aprehensión de apetito, y, por el consiguiente, no sabe cuál sea Dios,
no lo puede saber su gusto cuál sea, ni puede su ser y apetito y gusto llegar
a saber apetecer a Dios, pues es sobre toda su capacidad; y así, está claro
que ninguna cosa distinta de cuantas puede gozar la voluntad es Dios. Y por
eso, para unirse con él se ha de vaciar y despegar de cualquier afecto
desordenado de apetito y gusto de todo lo que distintamente puede gozarse,
así de arriba como de abajo, temporal o espiritual, para que, purgada y
limpia de cualesquiera gustos, gozos y apetitos desordenados, todo ella con
sus afectos se empleen en amar a Dios. Porque, si en alguna manera la
voluntad puede comprehender a Dios y unirse con él,
no es por algún medio aprehensivo del apetito, sino por el amor; y, como el
deleite y suavidad y cualquier gusto que puede caer en la voluntad no sea
amor, síguese que ninguno de los sentimientos
sabrosos puede ser medio proporcionado para que la voluntad se una con Dios,
sino la operación de la voluntad, porque es muy distinta la operación de la
voluntad de su sentimiento: por la operación se une con Dios y se termina en
él, que es amor, y no por el sentimiento y aprehensión de su apetito, que se
asienta en el alma como fin y remate. Sólo pueden servir los sentimientos de
motivos para amar, si la voluntad quiere pasar adelante, y no más; y así, los
sentimientos sabrosos de suyo no encaminan al alma a Dios, antes la hacen
asentar en sí mismos; pero la operación de la voluntad, que es amar a Dios,
sólo en él pone el alma su aficción, gozo, gusto, y
contento y amor, dejadas atrás todas las cosas y amándole sobre todas ellas. De donde, si alguno se mueve a
amar a Dios no por la suavidad que siente, ya deja atrás esta suavidad, y
pone el amor en Dios, a quien no siente; porque, si le pusiese en la suavidad
y gusto que siente, reparando y deteniéndose en él, eso ya sería ponerle en
criatura o cosa de ella, y hacer del motivo fin y término, y, por
consiguiente, la obra de la voluntad sería viciosa; que, pues Dios es incomprehensible e inaccesible, la voluntad no ha de
poner su operación de amor, para ponerla en Dios, en lo que ella puede tocar
y aprehender en el apetito, sino en lo que no puede comprehender
ni llegar con él. Y de esta manera queda la voluntad amando a lo cierto y de
veras al gusto de la fe, también en vacío y a oscuras de sus sentimientos
sobre todos los que ella puede sentir con el entendimiento de su
inteligencia, creyendo y amando sobre todo lo que puede entender. Y así muy insipiente sería el
que, faltándole la suavidad y deleite espiritual, pensase que por eso le
falta Dios, y, cuando le tuviese, se gozase y deleitase, pensando que por eso
tenía a Dios. Y más insipiente sería si anduviese a buscar esta suavidad en
Dios y se gozase y detuviese en ella; porque de esa manera ya no andaría a
buscar a Dios con la voluntad fundada en vacío de fe y caridad, sino el gusto
y suavidad espiritual, que es criatura, siguiendo su gusto y apetito; y así,
ya no amaría a Dios puramente sobre todas las cosas, lo cual es poner toda la
fuerza de la voluntad en él, porque, asiéndose y arrimándose en aquella
criatura con el apetito, no sube la voluntad sobre ella a Dios, que es
inaccesible; porque es cosa imposible que la voluntad pueda llegar a la suavidad
y deleite de la divina unión, ni abrazar ni sentir los dulces y amorosos
abrazos de Dios, si no es que sea en desnudez y vacío de apetito en todo
gusto particular, así de arriba como de abajo; porque esto quiso decir David
cuando dijo: Dilata os tuum, et implebo
illud (Sal. 80, 11). Conviene, pues, saber, que el
apetito es la boca de la voluntad, la cual se dilata cuando con algún bocado
de algún gusto no se embaraza ni se ocupa; porque cuando el apetito se pone
en alguna cosa, en eso mismo se estrecha, pues fuera de Dios todo es
estrecho. Y así, para acertar el alma a ir a Dios y juntarse con él, ha de
tener la boca de la voluntad abierta solamente al mismo Dios, vacía y
desapropiada de todo bocado de apetito para que Dios la hincha y llene de su
amor y dulzura, y estarse con esa hambre y sed de solo Dios, sin quererse
satisfacer de otra cosa, pues a Dios aquí no le puede gustar como es; y lo
que se puede gustar (si hay apetito, digo), también lo impide. Esto enseñó
Isaías (55,1) cuando dijo: Todos los que tenéis sed, venid a las aguas, etc.;
donde convida a los que de solo Dios tienen sed a la hartura de las aguas
divinas de la unión de Dios, y no tienen plata de apetito. Mucho, pues, le conviene e
importa a Vuestra Reverencia, si quiere gozar de grande paz en su alma y
llegar a la perfección, entregar toda su voluntad a Dios, para que así se una
con él, y no ocupársela con las cosas viles y bajas de la tierra. Su Majestad le haga tan
espiritual y santo como yo deseo. De Segovia y 14 de abril. Fray Juan de la Cruz. 14. A la M. María de Jesús, OCD, Priora de Córdoba Jesús sea en Vuestra Reverencia y
la haga tan santa y pobre de espíritu como tiene el deseo, y me lo alcance a
mí de Su Majestad. Ve ahí la licencia para las
cuatro novicias; mire que sean buenas para Dios. Ahora quiero responder a todas
sus dudas brevemente, que tengo poco tiempo, habiéndolas tratado primero con
estos Padres, porque el nuestro no está aquí, que anda por allá. Dios le
traiga. 1. Que no hay ya disciplina de
varillas aunque se reza de feria, porque aquesto
expiró con el rezo carmelitano, que sólo era en ciertos tiempos y tenía pocas
ferias. 2. Lo segundo, que no dé en
general licencia a todas ni a ninguna para que en recompensa de eso ni de
otra cosa, se discipline tres días en la semana. Sus particularidades, como
suele, allá se las verá. Guárdese lo común. 3. Que no se levanten comúnmente
más de mañana que manda la constitución, esto es, la comunidad. 4. Que las licencias expiran
expirando el prelado, y así ahora por ésta se la envío de nuevo para que
pueda entrar en el convento en caso de necesidad confesor, médico, barbero y
oficiales. 5. Lo quinto, que pues ahora
tiene hartos lugares vacíos, que cuando fuese necesario lo que dice se puede
tratar la duda de la hermana Aldonza.
Encomiéndemela, y a mí a Dios. Y quédese con él, que no me puedo alargar más. De Segovia y junio 7 de 1589. Fray Juan de la Cruz. 15. A la M. Leonor de san Gabriel, OCD, en Córdoba Jesús sea en su alma, mi hija en
Cristo. Agradézcola
su letra, y a Dios el haberse querido aprovechar de ella en esa fundación,
pues lo ha Su Majestad hecho para aprovecharla más; porque, cuanto más quiere
dar, tanto más hace desear, hasta dejarnos vacíos para llenarnos de bienes.
Bien pagados irán los que ahora deja en Sevilla del amor de las Hermanas,
que, por cuanto los bienes inmensos de Dios no caben ni caen sino en corazón
vacío y solitario, por eso la quiere el Señor, porque la quiere bien, bien sola, con gana de hacerle él toda compañía. Y será
menester que Vuestra Reverencia advierta en poner ánimo en contestarse sólo
con ella, para que en ella halle todo contento; porque, aunque el alma esté
en el cielo, si no acomoda la voluntad a quererlo, no estará contenta; y así
nos acaece con Dios, aunque siempre está Dios con nosotros, si tenemos el
corazón aficionado a otra cosa, y no solo. Bien creo sentirán las de Sevilla
allí soledad sin Vuestra Reverencia; mas por ventura había ya Vuestra
Reverencia aprovechado allí lo que esa fundación ha de ser principal; y así
Vuestra Reverencia procure ayudar mucho a la Madre Priora, con gran
conformidad y amor en todas las cosas, aunque bien veo no tengo que
encargarle esto, pues, como tan antigua y experimentada, sabe ya lo que se
suele pasar en esas fundaciones; y por eso escogimos a Vuestra Reverencia,
porque para monjas, hartas había por acá, que no caben. A la Hermana María de la
Visitación dé Vuestra Reverencia un gran mi recaudo y a la Hermana Juana de
San Gabriel que le agradezco el suyo. Dé Dios a Vuestra Reverencia su
espíritu. De Segovia y julio 8 de 89. Fray Juan de la Cruz. Sobrescrito. A la Madre Leonor de
San Gabriel, carmelita descalza en Córdoba. 16. A la M. María de Jesús, OCD, Priora de Córdoba Segovia, 18 julio 1589 Jesús sea en su alma. Obligadas están a responder al
Señor conforme al aplauso con que ahí las han recibido, que cierto me ha
consolado de ver la relación. Y que hayan entrado en casas tan pobres y con
tantos calores ha sido ordenación de Dios, porque hagan alguna edificación y
den a entender lo que profesan, que es Cristo desnudamente, para que las que
se movieren sepan con qué espíritu han de venir. Ahí le envío todas licencias;
miren mucho lo que reciben al principio, porque conforme a eso será lo demás.
Y miren que conserven el espíritu de pobreza y desprecio de todo, si no, sepan que caerán en mil necesidades espirituales
y temporales queriéndose contentar con solo Dios. Y sepan que no tendrán ni
sentirán más necesidades que a las que quisieren sujetar el corazón; porque
el pobre espíritu en las menguas está más constante y alegre porque ha puesto
su todo en nonada en nada, y así halla en todo
anchura de corazón. Dichosa nada y dichoso escondrijo de corazón, que tiene
tanto valor que lo sujeta todo, no queriendo sujetar nada para sí y perdiendo
cuidados por poder arder más en amor. A todas las Hermanas de mi parte
salude en el Señor, y dígales que, pues Nuestro Señor las ha tomado por
primeras piedras, que miren cuáles deben ser, pues como en más fuertes han de
fundarse las otras; que se aprovechen de este primero espíritu que da Dios en
estos principios para tomar muy de nuevo el camino de perfección en toda
humildad y desasimiento de dentro y de fuera, no con ánimo aniñado, mas con
voluntad robusta; sigan la mortificación y penitencia, queriendo que les
cueste algo este Cristo, y no siendo como los que buscan su acomodamiento y
consuelo, o en Dios o fuera de él; sino el padecer en Dios, y fuera de él por
él en silencio y esperanza y amorosa memoria. Diga a Gabriela esto y a las
suyas de Málaga, que a las demás escribo, y déle Dios su espíritu. Amén. De Segovia y julio 18 de 1589. Fray Juan de la Cruz El Padre fray Antonio y los
Padres se le encomiendan. Al Padre Prior de Guadalcázar
dé Vuestra Reverencia mis saludes. Sobrescrito. Para la madre María
de Jesús, Priora del convento de Santa Ana de Córdoba, de Descalzas
Carmelitas. 17. A la M. Magdalena del Espíritu Santo, OCD, en Córdoba Segovia, 28 julio 1589 Jesús sea en su alma, mi hija en
Cristo. Holgado me he de ver sus buenas
determinaciones que muestra por su carta. Alabo a Dios que provee en todas
las cosas, porque bien las habrá menester en estos principios de fundaciones
para calores, estrechuras, pobrezas y trabajar en todo, de manera que no se
advierta si duele o no duele. Mire que en estos principios quiere Dios almas
no haraganas ni delicadas, ni menos amigas de sí; y para esto ayuda Su
Majestad más en estos principios; de manera que, con un poco de diligencia,
pueden ir adelante en toda virtud. Y ha sido grande dicha y signo de Dios
dejar otras y traerla a ella. Y, aunque más le costara lo que deja, no es
nada, que eso presto se había de dejar, así como así. Y para tener a Dios en
todo, conviene no tener en todo nada; porque el corazón, que es de uno, ¿cómo
puede ser todo de otro? A la hermana Juana, que digo lo
mismo, y que me encomiende a Dios, el cual sea en su alma. Amén. De Segovia y julio 28 de 1589. Fray Juan de la Cruz 18. Al P. Nicolás de Jesús María (Doria), Vicario General de los
Carmelitas Descalzos Segovia, 21 septiembre 1589 Jesús María sean
con Vuestra Reverencia. Harto nos habemos holgado que
llegase Vuestra Reverencia bueno y que allá esté todo tan bien y el Sr.
Nuncio. Espero en Dios ha de mirar por su familia; acá están los pobres
buenos y bien avenidos; procuraré despachar presto como Vuestra Reverencia
deja mandado, aunque hasta ahora no han llegado los avenidos. Acerca del recibir en Génova sin
saber Gramática, dicen los Padres que poco importa no la saber, como ellos
entiendan el latín con la suficiencia que manda el Concilio, de manera que
sepan bien construir; y que si con sólo eso se ordenan allá, que parece los
podrán recibir. Pero que, si los Ordinarios de allá no se contentan con eso,
que no parece tienen la bastante suficiencia que manda el Concilio; y que
sería trabajo haber de traer por acá a ordenar o enseñar. Y, a la verdad, no
querrían que pasasen por acá muchos italianos. Las cartas irán al padre fray Nicolás,
como Vuestra Reverencia dice, al cual nos guarde nuestro Señor como ve que es
menester. De Segovia y septiembre 21 de 89. Fray Juan de la Cruz 19. A doña Juana de Pedraza, en Granada Segovia, 12 octubre 1589 Jesús sea en su alma y gracias a
él que me la ha dado para que, como ella dice, no me olvide de los pobres y
no como a la sombra, como ella dice, que harto me hace rabiar pensar si, como
lo dice, lo cree; harto malo sería a cabo de tantas muestras, aun cuando
menos lo merecía. No me faltaba ahora más sino olvidarla; mira cómo puede ser
lo que está en el alma, como ella está. Como ella anda en esas tinieblas y
vacíos de pobreza espiritual, piensa que todos le faltan, y todo; mas no es
maravilla, pues en eso también (le parece le falta Dios. Mas no le hace falta
nada, ni tiene ninguna necesidad de tratar nada, ni) tiene qué, ni lo sabe ni
lo hallará, que todo es sospecha sin causa. Quien no quiere otra cosa sino a
Dios, no anda en tinieblas, aunque más oscuro y pobre se vea; y quien no anda
en presunciones ni gustos propios, ni de Dios ni de las criaturas, ni hace su
voluntad propia en eso ni esotro, no tiene en qué tropezar ni qué tratar.
Buena va, déjese y huélguese. ¿Quién es ella para tener cuidado de sí? ¡Buena
se pararía! Nunca mejor estuvo que ahora,
porque nunca estuvo tan humilde ni tan sujeta, ni teniéndose en tan poco, y a
todas cosas las cosas del mundo; ni se conocía por tan mala, ni a Dios por
tan bueno, ni servía a Dios tan pura y desinteresadamente como ahora, ni se
va tras las imperfecciones de su voluntad y enterez,
como quizá solía. ¿Qué quiere? ¿Qué vida o modo de proceder se pinta ella en
esta vida? ¿Qué piensa que es servir a Dios, sino no hacer males, guardando
sus mandamientos, y andar en sus cosas como pudiéremos? Como esto haya, ¿qué
necesidad hay de otras aprehensiones ni otras luces ni jugos de acá o de
allá, en que ordinariamente nunca faltan tropiezos y peligros al alma, que
con sus entenderes y apetitos se engaña y se
embelesa y sus (mismas potencias la hacen errar. Y) así es gran merced de
Dios cuando las oscurece, y empobrece al alma de manera que no pueda errar
con ellas; y como no se yerre, ¿qué hay que acertar sino ir por el camino
llano de la ley de Dios y de la Iglesia, y sólo vivir en fe oscura y
verdadera, (y esperanza cierta y caridad entera, y esperar) allá nuestros
bienes, viviendo acá como peregrinos, pobres, desterrados, huérfanos, secos,
sin camino y sin nada, esperándolo allá todo? Alégrese y fíese de Dios, que
muestras le tiene dadas que puede muy bien, y aún lo debe hacer; y si no, no
será mucho que se enoje viéndola andar tan boba,
llevándola él por donde más la conviene, y habiéndola puesto en puesto tan
seguro. No quiera nada sino ese modo, y allane el alma, que buena está, y
comulgue como suele. El confesar, cuando hubiere cosa clara. Y no tiene que
tratar. Cuando tuviere algo, a mí me lo escribirá, y escríbame presto, y más
veces, que por vía de doña Ana podrá, cuando no pudiere por las monjas. Algo malo he estado; ya estoy
bueno; mas fray Juan Evangelista está malo. Encomiéndele a Dios y a mí, hija
mía en el Señor. De Segovia y octubre 12 de 1589. Fray Juan de la Cruz Sobrescrito. A doña Juana de
Pedraza, en casa del arcediano de Granada, frontero del Colegio de los
Abades. 20. A una Carmelita Descalza escrupulosa Por Pentecostés de 1590 Jesús María. Estos días traiga empleado el
interior en deseo de la venida del Espíritu Santo, y en la Pascua y después
de ella continua presencia suya; y tanto sea el cuidado y estima de esto, que
no le haga el caso otra cosa ni mire en ella, ahora sea de pena, ahora de
otras memorias de molestia; y todos estos días, aunque haya faltas en casa,
pasar por ellas por amor del Espíritu Santo y por lo que se debe a la paz y
quietud del alma en que él se agrada morar. Si pudiere acabar con sus
escrúpulos, no confesarse estos días entiendo sería mejor para su quietud;
mas cuando lo hiciere será de esta manera: acerca de las advertencias y
pensamientos, ahora sean de juicios, ahora de objetos, o representaciones
desordenadas y otros cualesquier movimientos que acaecen, sin quererlo, ni
admitirlo el alma, y sin querer parar con advertencia de ellos, no los
confiese, ni haga caso ni cuidado de ellos, que mejor es olvidarlos, aunque
más pena den al alma; cuando mucho, podrá decir en general la omisión o
remisión que por ventura haya tenido acerca de la pureza y perfección que
debe tener en las potencias interiores: memoria, entendimiento y voluntad.
Acerca de las palabras, la demasía y poco recato que hubiese tenido en hablar
con verdad y rectitud, y necesidad y pureza de intención. Acerca del obrar,
la falta que puede haber del recto y solitario fin, sin respeto alguno, que
es solo Dios. Y confesando de esta manera,
puede quedar satisfecha, sin confesar nada de esotro en particular, aunque
más guerra la haga. Comulgará esta Pascua, demás de los días que suele. Cuando se le ofreciere algún
sinsabor y disgusto, acuérdese de Cristo crucificado, y calle. Viva en fe y esperanza, aunque
sea a oscuras, que en esas tinieblas ampara Dios al alma. Arroje el cuidado suyo en Dios,
que él le tiene; ni la olvidará. No piense que la deja sola, que sería
hacerle agravio. Lea, ore, alégrese en Dios, su
bien y salud, El cual se lo dé y conserve todo hasta el día de la eternidad. Amén. Amén. Fray Juan de la Cruz 21. A la M. María de Jesús, OCD, Priora de Córdoba Madrid, 20 junio 1590 Jesús sea en su alma, mi hija en
Cristo. La causa de no haber escrito en
todo ese tiempo que dice, más es haber estado tan a trasmano, como es
Segovia, que poca voluntad, porque ésta siempre se es una misma, y espero en
Dios lo será. De sus males me he compadecido. De lo temporal de esa casa no querría
que tuviese tanto cuidado, porque se irá Dios olvidando de ella y vendrán a
tener mucha necesidad temporal y espiritualmente, porque nuestra solicitud es
la que nos necesita. Arroje, hija, en Dios su cuidado, y él la criará (Sal.
54, 23); que el que da y quiere dar lo más, no puede faltar en lo menos. Cate
que no la falte el deseo de que le falte y ser pobre, porque en esa misma
hora le faltará el espíritu e irá aflojando en las virtudes. Y, si antes
deseaba pobreza, ahora que es prelada la ha de desear y amar mucho más;
porque la casa más la ha de gobernar y proveer con virtudes y deseos vivos
del cielo que con cuidados y trazas de lo temporal y de tierra; pues nos dice
el Señor que ni de comida ni vestido del día de mañana nos acordemos (Mt. 6,
3134). Lo que ha de hacer es procurar
traer su alma y las de sus monjas en toda perfección y religión unidas con
Dios, olvidadas de toda criatura y respecto de ella, hechas todas en Dios y
alegres con solo él, que yo le aseguro todo lo demás; que pensar que ahora ya
las casas la darán algo, estando en un tan buen lugar como ése y recibiendo
tan buenas monjas, téngolo por dificultoso; aunque,
si viere algún portillo por dónde, no dejaré de hacer lo que pudiere. A la Madre Supriora deseo mucho
consuelo. Espero en el Señor se le dará, animándose ella a llevar su
peregrinación y destierro en amor por él. Ahí la escribo. A las hijas
Magdalena, San Gabriel y María de San Pablo, María de la Visitación, San
Francisco y todas, muchas mis saludes en nuestro Bien. El cual sea siempre en
su espíritu, mi hija. Amén. De Madrid y junio 20 de 1590. Fray Juan de la Cruz Presto me volveré a Segovia, a lo
que creo. 22. A la M. Leonor de san Gabriel, OCD, en Córdoba Madrid, junio/julio 1590 Jesús sea en su alma, mi hija en
Cristo. Con su carta me compadecí de su
pena y pésame la tenga por el daño que le pueda hacer al espíritu y aun a la
salud; pues sepa que no me parece a mí tiene tanta causa para tenerla como
ésa, porque a nuestro Padre yo no le veo con ningún género de desgracia con
ella, ni aun memoria de tal cosa; y aunque la haya tenido, ya con su
arrepentimiento se le habrá mitigado, y si todavía tuviese algo, yo tendré
cuidado de hablar bien; ninguna pena tenga ni haga caso, que no hay de qué. Y
así, yo entiendo cierto que es tentación traérselo el demonio a la memoria,
para que lo que ha de ocupar en Dios ocupe en eso. Tenga ánimo, mi hija, y dése mucho a la oración, olvidando eso y esotro, que, al
fin, no tenemos otro bien ni arraigo ni consuelo sino éste, que después que
lo habemos dejado todo por Dios, es justo que no anhelemos arrimo ni consuelo
en cosa sino de él, y aún es gran misericordia... nos le tener, porque nos qu... con él y no se le dé nada qu...
del alma, todo se lo bu... suelo; y pensando ella qu... su Majestad estará sa...
como no estemos en desg... por más que sea no es.. lo haré. De Madrid y ju. Sobrescrito. A la madre Leonor de
San Gabriel, Supriora en las carmelitas descalzas de Córdoba. 23. A una dirigida espiritual Ha visto, hija, qué bueno es no
tener dineros que nos hurten y alboroten, y que los tesoros del alma también
estén escondidos y en paz, que aún no lo sepamos ni alcancemos de vista por
nosotros mismos, porque no hay peor ladrón que el de dentro de casa. Dios nos libre de nosotros. Dénos
lo que él se agradare y nunca nos lo muestre hasta que él quiera. Y, en fin,
el que atesora por amor, para otro atesora, y es bueno que él se lo guarde y
goce, pues todo es para él; y nosotros, ni verlo de los ojos, ni gozarlo,
porque no desfloremos a Dios el gusto que tiene en la humildad y desnudez de
nuestro corazón y desprecio de las cosas del siglo por él. Harto descubierto tesoro es y de
gran gozo ver que el alma ande a darle gusto al descubierto, no haciendo caso
de los bobos del mundo, que no saben guardar nada
para después. Las misas se dirán, y yo iré de
buena gana, si no me avisaren. Dios la guarde. Fray Juan de la Cruz. 24. Al P. Luis de san Angelo, OCD, en
Andalucía Segovia, 15891590
? ... Si en algún tiempo alguno le
persuadiere, sea prelado u otro cualquiera, alguna doctrina de anchura,
aunque la confirme con milagros, no la crea ni abrace; sino más penitencia y
más desasimiento de todas las cosas; y no busque a Cristo sin Cruz. Fray Juan de la Cruz 25. A la M. Ana de Jesús, OCD, en Segovia Madrid 6 Julio 1591 Jesús sea en su alma. El haberme escrito la agradezco
mucho, y me obliga a mucho más de lo que yo me estaba. De no haber sucedido
las cosas como ella deseaba, antes debe consolarse y dar muchas gracias a
Dios, pues, habiendo Su Majestad ordenádolo así, es
lo que a todos más nos conviene; sólo resta aplicar a ello la voluntad, para
que, así como es verdad, nos lo parezca; porque las cosas que no dan gusto,
por buenas y convenientes que sean, parecen malas y adversas, y ésta vese bien que no lo es, ni para mí ni para ninguno: pues
que para mí es muy próspera, por cuanto con la libertad y descargo de almas
puedo, si quiero, mediante el divino favor, gozar de la paz, de la soledad y
del fruto deleitable del olvido de sí, y de todas las cosas; y a los demás
también les está bien tenerme aparte, pues así estarán libres de las faltas
que habían de hacer a cuenta de mi miseria. Lo que la ruego, hija, es que
ruegue al Señor que de todas maneras me lleve esta merced adelante, porque
todavía temo si me han de hacer ir ahí a Segovia y no dejarme tan libre del
todo, aunque yo haré lo que pudiere por librarme también de esto. Mas, si no
pudiere ser, tampoco se habrá librado la Madre Ana de Jesús de mis manos,
como ella piensa, y así no se morirá con esa lástima de que se le acabó la
ocasión, a su parecer, de ser muy santa. Pero, ahora sea yendo, ahora
quedando, doquiera y como quiera que sea, no la olvidaré ni quitaré de la
cuenta que dice, porque de veras deseo su bien para siempre. Ahora entre tanto que Dios nos le
da en el cielo, entreténgase ejercitando las virtudes de mortificación y
paciencia, deseando hacerse en el padecer algo semejante a este gran Dios
nuestro, humillado y crucificado; pues que esta vida, si no es para imitarle,
no es buena. Su Majestad la conserve y aumente
en su amor, amén, como santa amada suya. De Madrid y julio 6 de 1591. Fray Juan de la Cruz Sobrescrito. A la madre Ana de Jesús, Carmelita descalza en Segovia. 26. A la M. María de la Encarnación, OCD, en Segovia Madrid, 6 julio 1591 ... De lo que a mí toca, hija, no
le dé pena, que ninguna a mí me da. De lo que la tengo muy grande es de que se eche culpa a quien no la tiene; porque estas
cosas no las hacen los hombres, sino Dios, que sabe lo que nos conviene y las
ordena para nuestro bien. No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y
adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor... 27. A la M. María de la Encarnación, OCD, en Segovia Segovia, mediados de 1591 Jesús sea en su alma, hija mía en
Cristo. Yo le agradezco que me envía a llamar determinada y claramente, porque así no
tendrán lugar para hacérmelo dilatar mis perplejidades; y así hacerlo he
cierto mañana, aunque no estuviera tan bueno. Y por eso, no más de que me
pesa de las enfermas y me da contento el buen ánimo de Vuestra Reverencia, a
la cual Nuestro Señor haga morar en sí, porque no le hagan impresión las
boberías que siempre nacen. Fray Juan de la Cruz. Sobrescrito. A la Madre Priora. 28. A doña Ana del Mercado y Peñalosa, en Granada La Peñuela (Jaén), 19 agosto 1591 Jesús sea en su alma. Aunque tengo escrito por vía de
Baeza del suceso de mi camino, me he holgado que pasen estos dos criados del
señor don Francisco por escribir estos renglones, que serán más ciertos. Allí decía cómo me había querido
quedar en este desierto de La Peñuela, seis leguas más acá de Baeza, donde
habrá nueve días que llegué. Y me hallo muy bien, gloria al Señor, y estoy
bueno; que la anchura del desierto ayuda mucho al alma y al cuerpo, aunque el
alma muy pobre anda. Debe querer el Señor que el alma también tenga su
desierto espiritual. Sea muy enhorabuena como él más fuere servido; que ya
sabe Su Majestad lo que somos de nuestro. No sé lo que me durará, porque el
P. Fray Antonio de Jesús, desde Baeza, me amenaza diciendo que me dejarán por
acá poco. Sea lo que fuere, que, en tanto, bien me hallo sin saber nada, y el
ejercicio del desierto es admirable. Esta mañana habemos ya venido de
coger nuestros garbanzos, y así, las mañanas. Otro día los trillaremos. Es
lindo manosear estas criaturas mudas, mejor que no ser manoseadas de las
vivas. Dios me lo lleve adelante. Ruégeselo, mi
hija. Mas, con darme tanto contento, no dejaré de ir cuando ella quisiere. Tenga cuidado del alma, y no ande
confesando escrúpulos, ni primeros movimientos, ni advertencias de cosas
cuando el alma no quiere detenerse en ellas; y mire por la salud corporal, y
no falte a la oración cuando se pudiere tener. Ya dije en la otra (aunque
primero llegará esta), que por la vía de Baeza me puede escribir, porque hay
correo, encaminando las cartas a los Padres Descalzos de allí; que ya tengo
allí avisado me las envíen. Al señor don Luis y a mi hija
Doña Inés mis recados. Déla Dios su espíritu, amén, como yo deseo. De La Peñuela y agosto 19 de
1591. Fray Juan de la Cruz. 29. A una dirigida espiritual La Peñuela, 22 agosto 1591 Dios nos dé recta intención en
todas las cosas y no admitir pecado a sabiendas, que, siendo así, aunque la
batería sea grande y de muchas maneras, segura irá, y todo se volverá en
corona. Dé mis saludes a su hermana, y a
Isabel de Soria un gran recaudo en el Señor, y que me he maravillado cómo no
está en Jaén, habiendo allá monasterio. El Señor sea en su alma, hija en
Cristo. De la Peñuela y agosto 22 de 91. Fray Juan de la Cruz. 30. A la M. Ana de san Alberto, OCD en Caravaca La Peñuela, agostoseptiembre
1591 ... Ya sabe, hija, los trabajos
que ahora se padecen. Dios lo permite para prueba de sus escogidos. En
silencio y esperanza será nuestra fortaleza (Is. 30, 15). Dios la guarde y haga santa. Encomiéndeme a Dios. 31. A doña Ana del Mercado y Peñalosa, en Granada La Peñuela, 21 septiembre 1591 Jesús sea en su alma, mi hija en
Cristo. Yo recibí aquí en la Peñuela el
pliego de cartas que me trajo el criado. Tengo en mucho el cuidado. Mañana me
voy a Ubeda a curar de unas calenturillas, que,
(como ha más de ocho días que me dan cada día y no se me quitan) paréceme
habré menester ayuda de medicina; pero con intento de volverme luego aquí,
que, cierto, en esta santa soledad me hallo muy bien. Y así de lo que me dice
que me guarde de andar con el Padre Fray Antonio, esté segura que de eso y de
todo lo demás que pidiere cuidado me guardaré lo que pudiere. Heme holgado mucho que el señor
don Luis sea ya sacerdote del señor. Ello sea por muchos años, y su Majestad
le cumpla los deseos de su alma. ¡Oh, qué buen estado era ése para dejar ya
cuidados y enriquecer apriesa el alma con él! Déle
el parabién de mi parte, que no me atrevo a pedirle que algún día, cuando
esté en el sacrificio, se acuerde de mí; que yo, como el deudor, lo haré
siempre; porque, aunque yo sea desacordado, por ser él tan conjunto a su
hermana, a quien yo siempre tengo en mi memoria, no me podré dejar de acordar
de él. A mi hija Doña Inés dé mis muchas
saludes en el Señor y entrambas le ruegen que sea servido de disponerme para llevarme
consigo. Ahora no me acuerdo más que
escribir, y por amor de la calentura también lo dejo, que bien me quisiera
alargar. De la Peñuela y septiembre de
1591. Fray Juan de la Cruz No me escribe nada del pleito, si
anda o está. 32. Al P. Juan de santa Ana, OCD, en Málaga Ubeda,
finales de 1591 ... Hijo, no le dé pena eso,
porque el hábito no me lo pueden quitar sino por incorregible o inobediente,
y yo estoy muy aparejado para enmendarme de todo lo que hubiere herrado y
para obedecer en cualquiera penitencia que me dieren. 33. A una religiosa Carmelita Descalza, en Segovia Ubeda,
finales de 1591 ... Ame mucho a los que la
contradicen y no la aman, porque en eso se engendra amor en el pecho donde no
le hay; como hace Dios con nosotros, que nos ama para que le amemos mediante
el amor que nos tiene. |
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