San Juan de la Cruz y El Monte de Dios;
“Donde mora en este monte la gloria y honra de Dios” Comentarios desde Subida del Monte Carmelo, Libro
del Seguimiento de Cristo Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant “EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS
MANSIONES” Canta
el salmista; “Una cosa he pedido al Señor, una cosa estoy buscando: morar en
la Casa del Señor, todos los días de mi vida, para gustar la dulzura de Dios”
(Sal 27,4) Me parece que el salmista desea la misma dulzura de amor a que se
refiere San Juan de la Cruz cuando dice; “como tienen el paladar de la
voluntad sano y el espíritu limpio y bien dispuesto para Dios, y en lo que
está dicho se les da a gustar algo de la dulzura del amor.” (CB 1,22) Canta
el salmista; “Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi
morada será la casa del Señor a lo largo de los días.” (Sal 23,6) También
canta; “Señor, la belleza de tu Casa, el lugar de asiento de tu gloria.” (Sal
26,8) San Juan de la Cruz anota en la cima de su grafico del Monte, “Donde
mora en este monte la gloria y honra de Dios” Dice
el Señor; “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
“En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho;
porque voy a prepararos un lugar.” (Jn 14,1-2). Esta es una dosis de
optimismo de Cristo para sus discípulos, que no haya “turbación” para que no
les llegue la desorientación, que nada les espante y no erren él camino. Y si
“creéis en Dios, creed también en mí.” dice el Señor, que “crean” en El como
el Hijo de Dios. La enseñanza no es que el cielo sea para unos pocos; tiene
una inmensa capacidad; allí cabemos todos. Precisamente Él va al cielo como
Hijo a la casa de su Padre, va a “prepararnos un lugar.” Con
referencias a esta mansiones o moradas, acota San Juan de la Cruz en Cantico Espiritual que “allí están todos
los manjares, esto es, todas las grandezas que puede gustar el alma” (CB 14,3)
y en Llama de amor señala; “De donde podemos decir que cuantos grados
de amor de Dios el alma puede tener, tantos centros puede tener en Dios, uno
más adentro que otro; porque el amor más fuerte es más unitivo, y de esta
manera podemos entender las muchas mansiones que dijo el Hijo de Dios (Jn 14,
2) haber en la casa de su Padre.” (LB, 13) ¿QUIÉN HABITARÁ EN TU SANTO MONTE? Canta
el salmista; “clamo hacia el Señor, y él me responde desde su santo monte.
(Sal 3,5) y también canta; “¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en
tu santo monte?” (Sal 15,1) En
el argumento de Subida del Monte Carmelo, antes de exponer su canción de
“Noche Oscura”, San Juan de la Cruz dice que; “Toda la doctrina que entiendo
tratar en esta Subida del Monte Carmelo está incluida en las siguientes
canciones, y en ellas se contiene el modo de subir hasta la cumbre del monte,
que es el alto estado de la perfección, que aquí llamamos unión del alma con
Dios.” En que canta el alma la dichosa ventura que tuvo en pasar por la
oscura noche de la fe, en desnudez y purgación suya, a la unión del Amado.
Canta el salmista; “¿Quién subirá al monte del Señor?, ¿quién podrá estar en
su recinto santo? El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no
lleva su alma” (Sal 24,3) En
Cantico Espiritual dice san Juan de la Cruz; “esto es, a la noticia matutina
y esencial de Dios, que es conocimiento en el Verbo divino, el cual por su
alteza es aquí significado por el monte, como dice Isaías (Sucederá en días
futuros que el monte de la Casa del Señor será asentado en la cima de los
montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las
naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: Venid, subamos al monte del
Señor, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y
nosotros sigamos sus senderos” Is 2,3), provocando a que conozcan al Hijo de
Dios, diciendo: Venid y subamos al monte del Señor; otra vez (Is 2, 2);
Estará aparejado el monte de la casa del Señor” (CB 35,6) y poco más adelante
agrega; “ En decir, pues, el alma al Esposo Vámonos a ver en tu hermosura, al
monte, es decir: transfórmame y aseméjame en la hermosura de la Sabiduría
divina, que, como decíamos, es el Verbo Hijo de Dios. (CB 36,7) DE MANSIÓN EN MANSIÓN En
Subida a Monte Carmelo dice el santo que si el alma persevera fiel y
desprendida, el Señor irá dándole más y más, promocionando gradualmente hasta
la divina unión y transformación, así lo enuncia; “En las cuales mercedes, si
todavía el alma fuere fiel y retirada, no parará el Señor hasta subirla de
grado en grado hasta la divina unión y transformación.” (2S 11,9) Pero para
llegar a esta unión, deberá pasar de grado en grado (cada grado es una etapa)
de mansión en mansión que son siete, hasta que la meta en la bodega de vino
(Cant 2,4) de su perfecta caridad, que son los siete grados de amor. Y
sigue luego el santo; “Dichosa el alma que supiere pelear contra aquella
bestia del Apocalipsis (Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón
rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. 12,3),
que tiene siete cabezas, contrarias a estos siete grados de amor, con las
cuales contra cada uno hace guerra, (cada cabeza lucha contra un grado de
amor) y con cada una pelea con el alma en cada una de estas mansiones, en que
ella está ejercitando y ganando cada grado de amor de Dios! Que, sin duda,
que si ella fielmente peleare en cada una y venciere, merecerá pasar de grado
en grado y de mansión en mansión hasta la última, dejando cortadas a la
bestia sus siete cabezas, con que le hacía la guerra furiosa” (2S 11,10) El
Señor nos habla que en la casa de su Padre, hay muchas mansiones, otras
traducciones hablan de habitaciones y también de moradas. Me parece que el
santo llama a estas mansiones que habla en Subida del Monte Carmelo, dando a
entender que son moradas, entonces podemos hablar de las siete moradas del
alma. Estas siete mansiones o moradas son grados que hay que ir venciendo
para llegar a la última que es la meta, donde se produce la divina unión y
transformación. “MONTE DE DIOS”, San
Juan de la Cruz, nos ha presentado un monte que es el “Monte de Dios”, “Donde mora en este monte la gloria y honra
de Dios” Además
el Santo nos ha dejado una imagen gráfica de Subida del Monte Carmelo. El
contenido de esta imagen es muy exclusivo del Santo, donde refleja en una
sola vista todo el ideario que él tiene.
Con todo, es necesario preguntarse hacia donde apunta este lenguaje de
la imagen, qué sentido tienen las formas que en ella se dibujan y como su experiencia
religiosa ha sido plasmada en la imagen. ¿Pero qué nos dice esta imagen como
referencia a su experiencia? ¿Qué podemos leer? ¿Nos ayuda a comprender él
esta idea grafica del Monte de perfección, siendo un esquema o representación
imagen-texto la lectura de Subida al Monte Carmelo? En efecto, pienso que si,
esta expresión plástica del santo es una gran ayuda para comprender la
experiencia que tiene en su alma enamorada. Fr.
Efrén de la Madre de Dios OCD, escribe en un prólogo de un libro dedicado a
Subida del Monte Carmelo de otro autor, que lo que era para Teresa de Jesús
el simbolismo de un Castillo, para San Juan de la Cruz era un Monte, y para
él, entrañablemente carmelita era Monte Carmelo. Monte
Carmelo, no es una referencia geográfica, es una fortaleza ideológica que hay
que subir, hay que escalar, hay que llegar a la cima y para llegar hay que
vencer y pelear contra aquella bestia
del Apocalipsis (Ap 2,3) que menciona en el 2° libro de Subida. (2S, 11,10) El
esquema que dibujo San Juan de la Cruz, es un yacimiento de donde el santo
extrae los tesoros de su comentario de su obra Subida del Monte Carmelo, sin
embargo no es un comentario directo, no obstante a este dibujo insinúa explícitamente
en un lenguaje del subconsciente que
conoce muy bien la Divina Escritura. En efecto, el santo tiene una original
exegesis de la Divina Escritura, que sorprende a los más eruditos. Subida al
Monte Carmelo está lleno de citas bíblicas, y cada vez que hace una cita, se
descubre que detrás hay una sólida estructura teológica, como filosófica. El
santo es por tanto un buen maestro de teología. SUBIR AL MONTE PARA HABLAR A DIOS En
el capítulo 5 de Subida del Monte Carmelo, San Juan de la Cruz nos habla de
lo necesario que es para el hombre subir a hablar a Dios y como debe subir desprendido
de todo, no llevar consigo nada, nada. Aquí pone el ejemplo de Moisés tomando
el mandato que le hace Dios; “Prepárate para subir mañana temprano al monte
Sinaí; allí en la cumbre del monte te presentarás a mí. Que nadie suba
contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni oveja ni buey paste en el monte.
(Ex 34, 2-3). Antes de subir al monte y comunicarse con Dios, Moisés debe
desprenderse de todo, debe subir solo, no debe llevan nada, nada. Con “suma
desnudez y vacío de espíritu”, (2S 7,3) vacío de todo lo que no es necesario
para ser acogido por Dios. Otro
ejemplo que pone el santo es cuando Dios dijo a Jacob: “Levántate, sube a
Betel y te estableces allí, haciendo un altar al Dios que se te apareció
cuando huías de tu hermano Esaú. Jacob dijo a su casa y a todos los que le
acompañaban: Retirad los dioses extraños que hay entre vosotros. Purificaos,
y mudaos de vestido. Luego, levantémonos y subamos a Betel, y haré allí un
altar al Dios que me dio respuesta favorable el día de mi tribulación, y que
me asistió en mi viaje. Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños
que había en su poder, y los anillos de sus orejas, y Jacob los escondió
debajo de la encina que hay al pie de Siquem.” (Gn
35, 2) En definitiva, las condiciones para gozar de un dialogo de
unión nuevo para entenderse con Dios, esto es allí en la cima del monte, es
necesario despojarse de los dioses
ajenos, purificar los apetitos, cambiarse las vestiduras. Como dice el
epígrafe de este capítulo; “Cuán necesario sea al alma ir a Dios en esta noche
oscura de la mortificación del apetito en todas las cosas” El principal
obstáculo de la noche oscura es el apetito, que produce ese deseo
continuo, insatisfacción, turbación e
impaciencia, todo aquello que debilita, y que al final apaga el alma ya que
la alejan de la virtud y la que luego es arrastrada al pecado y a las
imperfecciones. Por tanto, para subir al monte se debe “ir siempre quitando
quereres” (1S 11,6), esto es, “la mortificación del apetito en todas las
cosas”, esfuerzo necesario para tener “la casa sosegada, es a saber, la parte
espiritual y racional, de la cual, cuando el alma llega a la unión de Dios,
tiene sosegadas sus potencias naturales, y los ímpetus y ansias en la parte
espiritual.” (2S1, 2) y permitir que Dios pueda actuar en ella. Así
lo escribe el santo: “Esto también es lo que se denotaba (indicaba,
significaba) cuando mandaba Dios a Moisés (Ex. 34, 3) que subiese al monte a
hablar con él. Le mandó que no solamente subiese él solo, dejando abajo a los
hijos de Israel, pero que ni aún las bestias paciesen de contra del monte.
Dando por esto a entender que el alma que hubiere de subir a este monte de
perfección a comunicar con Dios, no sólo ha de renunciar todas las cosas y
dejarlas abajo, mas también los apetitos, que son las bestias, no las ha de
dejar apacentar de contra de este monte, esto es, en otras cosas que no son
Dios puramente, en el cual todo apetito cesa, esto es, en estado de la
perfección. Y así es menester que el camino y subida para Dios sea un
ordinario cuidado de hacer cesar y mortificar los apetitos; y tanto más
presto llegará el alma, cuanto más priesa en esto se diere. (Es necesario que
el camino y subida hacia Dios sea un continuo cuidado de acallar mortificar
los apetitos) Mas hasta que cesen, no hay llegar, aunque más virtudes
ejercite, porque le falta el conseguirlas en perfección, la cual consiste en
tener el alma vacía y desnuda y purificada de todo apetito. De lo cual
también tenemos figura muy al vivo (elocuente) en el Génesis (35, 2), donde
se lee que, queriendo el patriarca Jacob subir al monte Betel a edificar allí
a Dios un altar, en que le ofreció sacrificio, primero mandó a toda su gente
tres cosas: la una, que arrojasen de sí todos los dioses extraños; la
segunda, que se purificasen; la tercera, que mudasen vestiduras. (1 S5, 6) Más
adelante el santo hace una síntesis, todo hombre que quiere subir a este
monte a hacer de sí mismo altar en él, en que ofrezca a Dios sacrificio de
amor puro y alabanza y reverencia pura, que, primero que suba a la cumbre del
monte, ha de haber perfectamente hecho las dichas tres cosas. Lo primero, que
arroje todos los dioses ajenos, que son todas las extrañas aficiones y
asimientos. Y lo segundo, que se purifique del dejo que han dejado en el alma
los dichos apetitos con la noche oscura del sentido que decimos, negándolos y
arrepintiéndose ordinariamente. Y lo tercero que ha de tener para llegar a
este alto monte es las vestiduras mudadas. (1 S5, 7) EL MAESTRO JUAN DE LA CRUZ San
Juan de la cruz quiere que no erremos en el camino del Evangelio y que no hagamos errar a otros. Para ello se sienta a
enseñar largamente y con paciencia como lo hizo Jesús en el Monte. Para
conseguir este objetivo el Santo se muestra como un mistagogo de las virtudes
teologales. Sabe que si logra entusiasmarnos para que nos fundemos solo en
fe, esperanza y caridad, y sigamos a Cristo en la desnudez que nos
proporcionan estas virtudes, ha puesto las bases para llegar en breve a la divina unión que es lo que más le
interesa como maestro. Para ello acude a todos los recursos pedagógicos a su
alcance. Aunque Fray Juan de la cruz se ocupa de este tema a lo largo de toda
su obra, es interesante profundizar y animarse para leer el resto de la obra
Subida al Monte Carmelo, que es el Libro del Seguimiento de Cristo. También
para nosotros San Juan de la cruz tiene una palabra estimulante y liberadora
que bien podemos descubrir leyendo sus escritos desde estas perspectivas del
seguimiento de Cristo pastor, maestro y profeta. (Prof. Rómulo Cuartas L OCD,
apuntes clases del CITeS) La
cúspide del monte, es la cima de las aspiraciones humanas en la búsqueda y
encuentro de Dios. (Fr. Efrén de la Madre de Dios OCD). En
resumen, como buen profeta, San Juan de la cruz nos asegura que “si el hombre
busca a Dios, mucho más le busca su Amado a él” (LB 3,28), y que si el hombre
se entrega de veras a Dios, Dios no se resiste y sale a su encuentro. Este
parece ser el talante que el Santo ha descubierto en el Dios cristiano al que
anuncia. Si nos guiamos exclusivamente por la fe, la esperanza y el amor,
Dios nos empapa con su presencia y nos regala con su dulzura. (Prof. Secundino
Castro. OCD, CITeS) Avila,
diciembre de 2016 Pedro Sergio A. Donoso Brant Fuentes y
referencias Obras Completas Editorial Monte
Carmelo Textos Bíblicos: Biblia de
Jerusalén Siglas CB= Cantico Espiritual (B) CA= Cantico Espiritual (A) LB= Llama de Amor (B) LA= Llama de Amor (A) S= Subida Monte Carmelo N= Noche Oscura |