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PRESENTACION
DEL ICONO DE NUESTRO PADRE
SAN JUAN DE LA CRUZ |
Preparando el V Centenario del nacimiento
de Teresa, nuestra madre de la mano de Juan de la Cruz. “¡No he encontrado uno como él en toda
Castilla!”, decía Teresa al referirse a Fray Juan. Las palabras le quedaban
cortas para expresar el gran bien que hacía a cuantos trataban con él y cómo
lo mandó Dios para iniciar la descalces también en los frailes, era el sueño
de Teresa. San Juan de la Cruz conoció a la Santa
Madre desde dentro, conoció la fascinación de su personalidad ya en sus años
de estudiante, en sus años de duda (¿si la cartuja?). El encuentro con ella
bastó para comprometerse en la obra que estaba por iniciarse. Juan conoció
también, cada letra salida de la pluma de la Santa, se dejó formar como su
discípulo siendo ya, él mismo un maestro de espíritus. Su docilidad,
humildad, su inteligencia brillante y sobre todo su profunda vida de oración
le hicieron el primer carmelita en la fundación de Duruelo, 28 de noviembre
de 1568, primer domingo de adviento aquel año, ese mismo día Profesó según la
Regla Primitiva de Inocencio IV sin mitigación, tomando el nombre de Fray
Juan de la Cruz. Conocemos de su vida histórica, que supo
de fatigas, luchas, de hambre y de amores, de persecución y oprobios y que en
todo salió fortalecido gracias a la unión transformante de la amada en el
Amado... UNA
INVITACION El icono que contemplamos nos invita a
encontrarnos con una persona, a leer a San Juan de la Cruz desde su
existencia ya transfigurada, junto a Cristo Resucitado. Expresa la belleza
del encuentro con el Hijo Eterno del Padre que sale en su búsqueda,
reflejando así la convicción profunda de Juan, “si el alma busca a Dios, más
le busca El a ella ”. La luz, los colores, la diversidad de
elementos en torno a un centro unificante se hacen
lenguaje para expresar la profunda experiencia de un buscador de Dios. Camino
para cristianos y no cristianos, puente y guía que conduce a la cima de la
contemplación así como él lo vivió, como tensión amorosa, como llama de amor
viva que tiernamente hiere en el más profundo centro… Creemos que la riqueza de la iconografía
oriental nos permite entrar en la experiencia orante, en la tierra santa que
es todo corazón humano abierto a la trascendencia, como camino de unidad y de
comunión entre todos los que adoran al Dios Vivo, a lo largo de la historia,
a lo largo de los siglos haciéndonos contemporáneos de todos los que han
buscado y buscan el Rostro del Señor. EN
LAS HUELLAS DE LOS GRANDES ORANTES El icono nos ofrece una maravillosa
síntesis de los grandes orantes de la tradición bíblica. Juan aparece en
línea de continuidad con esta tradición, especialmente con el profeta Elías,
que hizo del Monte Carmelo el lugar de su encuentro con el Dios de Israel. La
posición de Juan en la GRUTA es la misma que la iconografía asigna al profeta
Elías, guía y padre de los carmelitas. En Oriente Elías es el viviente
justamente por su contacto con el Dios Vivo, así lo hace presente también la
tradición judía. MARIA,
ZARZA ARDIENTE En lo alto, María resplandece en medio de
la zarza ardiente, evocando a otro orante, Moisés, en el episodio de la zarza
que arde sin consumirse. La teología de los padres de la Iglesia ha visto en
María la zarza ardiente, que porta en su seno al fuego que no se consume; y
al nuevo paraíso, representado aquí en el árbol de la vida. La posición de
María en el conjunto, al final de la subida – escala escarpada – indica la
existencia de quien ya ha llegado a la meta como primicia de la humanidad
nueva. JUAN
DE LA CRUZ A la oscuridad de la gruta en el centro,
se opone la luz que envuelve la figura del ORANTE JUAN, con el rostro
iluminado por una belleza deslumbrante. Toda su expresión es de armonía, de
paz, indicando la posesión de la hésychia, el
estado de tranquilidad y reposo en el Amado a la que aspira todo
contemplativo. Sus vestiduras parecen hacerse eco de esta experiencia. El
rostro ligeramente inclinado hacia Cristo, en total actitud de escucha
receptiva a la Palabra, la sola Palabra que ha dicho el Padre es su Hijo… Sentado, sobre la roca firme de la
estabilidad definitiva en su Señor, como diciendo: Gocémonos, Amado, y
vámonos a ver en tu hermosura al monte y al collado… entremos más adentro en
la espesura. CRISTO
RESUCITADO En el círculo de fuego frente a María está
Cristo Resucitado. Hacia El se dirige toda la atención del orante. Cristo
está en medio del jardín del paraíso con la cruz gloriosa junto al árbol de
la vida, sintetizando así creación y redención. Toda la historia de salvación
contenida en el gesto de Cristo como pura acogida al encuentro de Juan, y en
él al encuentro de toda criatura. La iniciativa es siempre de Dios que sale
al paso allí donde cada uno está… El fuego representa la Llama de Amor Viva
que en la literatura sanjuanista es el Espíritu Santo, Espíritu del Esposo,
que transforma el alma en amor, fin de toda santidad. SIMBOLOGIA
POETICA La expresión poética de Juan se
entremezcla con el juego de colores como para indicar que la experiencia
orante es siempre velada, no totalmente clara mientras vamos in via. La Noche Oscura, callada sin la cual no hay progreso
en la vida espiritual, junto a la Subida del Monte Carmelo a través de la
escala escarpada, indican el trabajo conjunto entre cooperación humana y
acción de la gracia, en el seguimiento de Cristo. El ciervo
, expresión salmica del alma que busca a
Dios y también imagen del Dios que se esconde hacen exclamar el Cántico del
alma enamorada ¿Adónde te escondiste Amado, y me dejaste con gemido? Como el
ciervo huiste habiéndome herido; salí tras ti clamando y eras ido. Las flores de diversas especies son la
realidad creada que en la experiencia contemplativa son noticias del Amado,
en el camino hasta la posesión. La cristalina fuente, virtud teologal de la
fe en lenguaje sanjuanista, es el lazo de unión entre los distintos elementos
que recorren al mismo tiempo el icono y la vida del orante. De ahí brota el
canto ¡Oh, Cristalina fuente, si en esos tus
semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis
entrañas dibujados!” EL
PERGAMINO Contiene una frase sintética de todo su
mensaje: A la tarde de la vida te examinarán en el amor, una invitación del
santo a centrarnos en lo esencial, a entrar en el misterio del amor como
realidad fundante y definitiva de toda existencia. Esa es la verdadera
historia de Juan de la Cruz. EL
PADRE En lo alto del icono vemos la mano del
Padre, principio sin principio y fuente de todo don, en actitud de bendecir a
Juan y a todos los que a través de Juan llegarán al Padre. El conjunto está
bañado en color oro, expresión de la vida divinizada a la que estamos
llamados. Al terminar, contemplando la mano paternal
queremos invitarte, a pasar más allá de las imágenes, y entrar en el movimiento
circular que va del Padre al Hijo y al Espíritu Santo, que se refleja en
María y en la vida de los santos. Desde esta experiencia, tú también estás
llamado a ser icono, que refleje la circularidad del amor trinitario, fuente
y origen de todo lo creado. Las
Carmelitas Descalzas de Tierra Santa Regalo desde Tierra Santa, de mi hermana
carmelita descalza Verónica de Jesús en el día de San Juan de |
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds |