CONOCIENDO A
SAN JUAN DE Publicado en |
San Juan de Emilio José Martínez González Siempre fue fray Juan de Como confesor, contribuyó no poco a la tarea de hacer de aquel monasterio enorme una casa tranquila y fue muy pronto apreciado, y sus consejos solicitados de parte de las hermanas. De allí saldría, preso, al
convento de Toledo y, al escapar, son sus hermanas carmelitas las primeras en
acogerle. Enviado a Andalucía, es en aquella tierra donde forja sus más
estrechas y fructíferas relaciones con las monjas carmelitas, particularmente
con Ana de Jesús quien, después de unos primeros recelos, descubriría en el
Santo a un auténtico hermano espiritual, un alma gemela con la que compartir
sus profundas experiencias de Dios. A ella dedicaría Juan de Esta profunda y estrecha relación con sus hermanas, no llegó a su fin con la muerte. Si para ellas fue hermano y maestro en vida, continuó siendo Padre, a través de sus escritos, de aquellas a las que tanto había amado y por las que tanto había luchado en la tierra. También el Carmelo francés —que encuentra sus raíces en la acción fundadora de Ana de Jesús, precisamente—, se benefició de este magisterio, de esta influencia positiva. Y entre las carmelitas francesas, una se sintió particularmente ligada a él y le supo maestro y luz para el camino: Santa Teresa del Niño Jesús. El maestro y la discípula Así titula el E José Vicente
Rodríguez, ocd, una ponencia en la que analizaba el
parentesco espiritual o la consanguinidad —como prefiere llamarla él— entre
Santa Teresa de Lisieux y San Juan de Como bien muestra el P José
Vicente en el artículo que recoge la ponencia citada («El maestro y la
discípula. Teresa de Lisieux y San Juan de Están, en primer lugar, los
testimonios de quienes con ella vivieron, por ejemplo su hermana Celina,
quien afirmaba que Teresa «amaba mucho a San Juan de Teresa estudió, en la medida de sus posibilidades, naturalmente, al Santo Padre del Carmelo. Pero también, y sobre todo,
debemos escuchar de labios de la propia Teresa la declaración de su
conocimiento de la doctrina sanjuanista: «i Cuántas luces he sacado de las
obras de nuestro padre San Juan de Efectivamente, desde los
comienzos de su vida religiosa —como confesará pocos meses antes de morir, el
27 de julio de 1897—, Teresa ha encontrado en San Juan de Sólo el amor da valor a las cosas Gran parte de la validez de la experiencia de Santa Teresita reside en que se trata de una experiencia contrastada con la vida de cada día. En ella, con todos sus lances, luces y sombras, Dios le sale al encuentro como una presencia amorosa y sanadora. En el Carmelo, Teresa confrontará sus deseos de santidad con las vías propuestas en su tiempo para alcanzarlo. Ella quiere recorrer únicamente el camino del amor, aun cuando acarree sufrimiento, pero en su tiempo no era extraño encontrar almas que, a causa de una imagen deformada de Dios, buscaban el dolor por el dolor, encontrando al sufrimiento un valor en sí mismo. El providencial encuentro con el p. Alejo Prou, un franciscano que predica los ejercicios a las carmelitas entre el 7 y el 15 de octubre de 1891 la lanzará, definitivamente, por los mares de la confianza y del amor: «Yo sufría por aquel entonces grandes pruebas interiores de todo tipo (hasta llegar a preguntarme a veces si existía un cielo). Estaba decidida a no decirle nada acerca de mi estado interior, por no saber explicarme. Pero apenas entré en el confesionario, sentí que se dilataba mi alma. Apenas pronuncié unas pocas palabras, me sentí maravillosamente comprendida, incluso adivinada... Mi alma era como un libro abierto, en el que el Padre leía mejor incluso que yo misma... Me lanzó a velas desplegadas por los mares de la confianza y del amor, que tan fuertemente me atraían, pero por los que no me atrevía a navegar... Me dijo que mis faltas no desagradaban a Dios, y que, como representante suyo, me decía de su parte que Dios estaba muy contento de mí... ¡Qué feliz me sentí al escuchar esas consoladoras palabras...! Nunca había oído decir que hubiese faltas que no desagradaban a Dios. Esas palabras me llenaron de alegría y me ayudaron a soportar con paciencia el destierro de la vida... En el fondo del corazón yo sentía que eso era así, pues Dios es más tierno que una madre. ¿No estás tú siempre dispuesta, Madre querida, a perdonarme las pequeñas indelicadezas de que te hago objeto sin querer...? ¡Cuántas veces lo he visto por experiencia...! Ningún reproche me afectaba tanto como una sola de tus caricias. Soy de tal condición, que el miedo me hace retroceder, mientras que el amor no sólo me hace correr sino volar...» (Ms A 80v). Santa Teresa del Niño Jesús se
siente abrazada, asumida, comprendida en ese amor inmenso que es Dios Padre,
que se ha revelado definitivamente tal en la persona de Jesucristo: por amor,
Dios se ha hecho hombre en El en Esta cercanía de Jesús es vivida
y contemplada por Teresa con tal intensidad, que siente el amor de Dios
revelado en Cristo como un amor sanador. Y es precisamente en este momento
cuando Teresa encuentra refuerzo y consuelo en su Maestro, Juan de Si nos situamos en el contexto
en el que Santa Teresita afirma haber recibido innumerables luces de San Juan
de Efectivamente, junto a las
palabras del p. Alejo Prou, las enseñanzas de San
Juan de El abandono, un concepto esencial en la doctrina espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús, no está referido a una ascesis descamada ni a un espíritu de sacrificio meramente humano, sino que, en clave absolutamente evangélica, depende y encuentra su fundamento en el amor, de modo que se parece más a la renuncia de la madre o el padre que se sacrifican por los suyos que a la negación de sí mismo mediante la cual el héroe trata de alcanzar su objetivo. El Santo de las nadas es así comprendido correctamente por Teresa como el Santo del Todo, el Santo del amor. No es la doctrina sanjuanista, y así la entiende Santa Teresita correctamente, predicación de un camino de soledad y desamparo, sino instrucción que enseña a orientar todas las potencias al único fin que realmente importa: el Amor que, brotando del corazón de Dios se manifiesta eminentemente en Cristo y nos dignifica, restaurando nuestra imagen dañada por el pecado, por la obra de la redención. Como le confesó a María de El testimonio del Maestro, así,
se ve reforzado y autenticado por el testimonio de la discípula. En palabras
sencillas y asequibles, Teresa traduce y hace vida su vida lo esencial de la
doctrina sanjuanista y, comprendiendo a Juan de Juan de Terminamos este breve artículo con una referencia que nos recuerda el p. Eulogio Pacho en sus «Estudios sanjuanistas». Corría el año 1925, el de la
canonización de Teresa del Niño Jesús, cuando el Papa Pío XI, que ya la había proclamado «estrella de mi
pontificado», hizo saber al Procurador General de Entonces, después de consultarlo
con el P General y Encantado con la idea, Pío XI
aceleró un proceso que se encontraba en marcha, pero detenido ante la
resistencia de algunos teólogos. Y así, gracias a la «intercesión» de la
discípula, el maestro vio reconocida ante Naturalmente que la doctrina sanjuanista reunía méritos sin duda más que suficientes, que hubieran sido reconocidos más tarde o más temprano. Pero resulta hermoso que fuera la «intervención» de quien confesó de él haber recibido tantas luces, la que diera el espaldarazo final a la declaración. Como su Madre Santa Teresa,
también Teresita había sabido ver en Juan de |
Caminando con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds |