Caminando con
Jesús Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant |
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NECESIDAD DE CONOCER
A CRISTO
El mundo de hoy, esta cada vez más necesitado
de conocer y estudiar no solo quien es, si no que es Jesús, a que vino
y por que vino al mundo. El conocer y estudiar sobre Jesús, no es un
privilegio de los teólogos, es una necesidad de todos, porque Dios lo
envió para que nadie se quede si la posibilidad de salvarse y llegar a
la vida eterna. Jesucristo es Cada uno de los sucesos relevantes del
nacimiento, la vida, las obras,
la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, debe
empapar nuestro corazón. Todo aquello que se refiere a su persona, con
especial dedicación a su obra de salvación, no puede ni debe
estar oculto, y menos debe ser muy difícil de comprender o de
explicar. A continuación se presenta un estudio Cristológico, que no permitirá conocer
mejor a Cristo, y con ello motivar aún mas nuestro absoluto
seguimiento de sus pasos. Para el cristiano, tener fe, es ser incondicional a
Jesucristo. EVANGELIO
Jn 5, 1-3a.5-18 Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 5, 1-3a. 5-18 Se celebraba una fiesta
de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a
la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en
hebreo "Betsata", que tiene cinco
pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de
enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos. Había allí un
hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al
verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba
así, Jesús le preguntó: "¿Quieres
sanarte?". Él respondió: "Señor, no tengo a
nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse;
mientras yo voy, otro desciende antes". Jesús le dijo:
"Levántate, toma tu camilla y camina". En seguida el hombre
se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un
sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser
sanado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu
camilla". Él les respondió: "El que me sanó me
dijo: 'Toma tu camilla y camina'". Ellos le preguntaron:
"¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y
camina'?". Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había
desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después,
Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido
sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas
todavía". El hombre fue a decir a los judíos que era
Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque
hacía esas cosas en sábado. Él les respondió:
"Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo". Pero para
los judíos ésta era una razón más para matarlo,
porque no sólo violaba el sábado, sino que, además, se
hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre. Palabra del
Señor. Comentario
de este Evangelio Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Se celebraba una fiesta
de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Jesús “subió” a Jerusalén dado que
está a unos 750- San Juan, describe un
baño público o piscina llamada en hebreo “Betzata”,
que estaba situada “junto a la (puerta) Probática,” y cuya
piscina “tenía cinco pórticos,” es decir, lugar
cubierto, cuya techumbre está sostenida por columnas, dejando el resto
descubierto. En estos pórticos yacía habitualmente una
“multitud” de enfermos, dice el Evangelio; “Bajo estos
pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y
paralíticos” Esta multitud de enfermos no iba allí como a
un lugar de cita o entretenimiento: los llevaba una esperanza de
curación. “Esperaban el movimiento del agua.” Pensemos que eran aguas termales, que
se agitaban porque el chorro produjese ebullición y movimiento del
agua, y al ingreso a ella, tuviese propiedades curativas. Nos imaginamos la escena
de aquella piscina pública llena de enfermos. Era una verdadera
“multitud” de ellos la que estaba allí expectante ante el
movimiento de aquellas aguas. Había entre ellos un hombre que llevaba
enfermo treinta y ocho años. No dice el texto que estuviese
allí los treinta y ocho años, aunque será lo más
probable suponer que llevase allí, en las horas permitidas, ya mucho
tiempo. La esperanza de su curación había de llevarle casi
instintivamente allí, como a tantos otros. No dice el evangelista
la enfermedad que padeciese. Sólo dice que estaba allí en una
camilla. Parece, pues, que se trataba de una forma más o menos
acentuada de parálisis, pues no podía valerse totalmente, sino
con gran dificultad, acaso arrastrándose. Jesús le ve, le mira
en su camilla, y Al verlo tendido, y supo que hacía mucho tiempo que
estaba así enfermo. Esto pudo saberlo Jesús por una
información directa del enfermo. No obstante, la impresión del
texto parece ser que se trata del conocimiento natural de Jesús de los
hombres, y es lo que parece
sugerir cuando Jesús le encuentra, después de curado, en el
templo y le dice que no vuelva a pecar para que no le suceda cosa peor. Entonces
Jesús, descubre entre la
multitud a un enfermo se para ante él, lo ve desamparado y necesitado
de auxilio. Esto es algo natural en Jesús, se fija en los
desamparados, en los más necesitados, en los imposibilitados y
amorosamente los socorre. Conoce por su ciencia sobrenatural el origen de su
enfermedad, la duración de la misma, porque la mirada de Jesús,
penetra en lo más íntimo del corazón y lo descubre todo.
Así, fija en él los ojos de su misericordia y le pregunta si
quiere ser curado. Es una frase que iba cargada de sentido. Todo enfermo
desea curar; su simple presencia en aquella piscina prodigiosa era una prueba
de su deseo. Pero era esta pregunta un modo de despertar su fe y levantarle
la esperanza. Mas el paralítico no piensa en una posibilidad de
curación milagrosa por obra de su interlocutor. Entendió, por
la pregunta que le hizo, si ponía los medios necesarios para obtener
su curación en aquella piscina. Era su obsesión. Es lo que le
responde el paralítico. A este enfermo,
así impedido para ensayar aquellos medios de hidroterapia, le
había llegado el turno de los prodigios de Dios. Estaba estancado en
su enfermedad para que en él se manifieste la gloria de Dios (Jn 9:3;
11:4). Por eso le dijo Jesús: "Levántate, toma tu camilla
y camina". En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y
empezó a caminar.” Esta curación va
a traer un conflicto con los fariseos, porque, cuando Jesús hizo este
milagro, “era día de sábado.” La enseñanza
del Génesis sobre el séptimo día (Gen 2:2.3) fue la base
de la prescripción del descanso de toda obra en el día del
sábado. Pero luego los rabinos añadieron a esta legislación
una serie tal de interpretaciones, prescripciones y prevenciones tan
casuísticas, que resultaban ridículas e inhumanas, yendo
así contra el mismo espíritu de la legislación. Así, entre otras
muchas cosas, se prohibía frotar las manos (Mt 12:2), saltar, encender
la lámpara; se había limitado el número de pasos que se
podían andar (“camino de sábado”).; hasta se
debía dudar en visitar a los enfermos, y, llegándose al caso,
hasta prohibir las curas que supusieran algún movimiento de miembros; si se desencajaba un pie, no se lo
podía articular por nadie; ni estaba permitido por su propio
movimiento meterlos en agua; sólo se permitía lavarlos por
fuera, con lavado ordinario Y
entre los trabajos claves prohibidos en sábado estaba expresamente
citado el transportar un objeto de un lugar a otro. Por eso, cuando los
“judíos,” que en San Juan son frecuentemente los enemigos
de Jesús, y que aquí deben de ser los dirigentes, estrechos y
mal intencionados ven aquel
enfermo curado, y posiblemente rodeado de gentes que presenciaron el milagro,
o que él mismo lo proclamaba con gestos y gritos de alegría, le
decían insistentemente y conminaban que no le era lícito llevar
la “camilla” en que había estado echado tanto tiempo. Pero la respuesta del
paralítico curado fue contundente: "El que me sanó me
dijo: “Toma tu camilla y camina" No era una salida para librarse
de responsabilidades con los fariseos, disculpándose con la orden
recibida; era el buen sentido el que le hacía concluir, con
lógica, la licitud de aquella acción. Jesús no
sólo lo cura, sino que además le manda llevarse su camilla,
esto era para que el milagro fuese patente y para salir por los fueros de la
caridad, contra la seca e inhumana casuística de los rabinos.
También una camilla para un pobre era un factor de sus bienes. Para la
sutileza rabínica era lícito transportar en sábado un
enfermo acostado en una camilla, pero no la camilla sola. Ellos le preguntaron:
"¿Quién es ese hombre que te dijo: “Toma tu camilla
y camina”? Pero el enfermo lo ignoraba, no conocía su
fisonomía, porque estaba
habitualmente encerrado en los pórticos de la piscina
Probática y porque
Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba
allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y
le dijo: "Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te
ocurrirán peores cosas todavía". El milagro causó
fuerte conmoción. El paralítico curado debió de ir a los
suyos, aunque algún celoso fariseo le hubiese impedido ir con su
camilla a cuestas. Después pasó un tiempo indeterminado, que no
debió de ser mucho. Y de una manera al parecer casual, pero que era
providencial, Jesús encontró en el templo al paralítico
curado, que había ido a la casa de Dios para agradecer el beneficio.
El curado no conocía a Jesús; es éste quien le encuentra
y se da a conocer. El hombre fue a decir a
los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos
atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Él les respondió: "Mi Padre trabaja siempre, y yo
también trabajo". Jesús, garantiza la autoridad que tiene para
obrar así y expone
cómo el Hijo tiene toda su actuación en íntima
unión con el Padre. Pero para los judíos ésta era una
razón más para matarlo, porque no sólo violaba el
sábado, sino que, además, se hacía igual a Dios,
llamándolo su propio Padre. Jesús, nos ha
demostrado que el quiere curarnos, pero no lo hace hasta que nosotros lo
deseemos y se lo pidamos. ¿Cómo?, con la oración, porque
el que reza y le cuenta sus necesidades, con confianza y honestidad,
recibirá su ayuda. Es en es minuto cuando nos damos cuenta como el Señor
se preocupa por nosotros. Muchos nos podrán abandonar y no nos
prestaran auxilio, pero Jesús
estará ahí con nosotros, a nuestro lado, con toda su
bondad. “Id, pués y enseñad” Mt 28, 18-20 “Y,
acercándose Jesús, les dijo: Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra; id, pues, enseñad a
todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto
yo os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la
consumación del siglo” Bibliografía
y fuentes Caminando
con Jesús, Conocer a Cristo Documento
de Cristología de Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Caminando con
Jesús |
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