EL
CUIDADO Y DE
LOS ENFERMOS Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant “Estuve enfermo y fueron a visitarme” (San Mateo 25,36)” |
XVI EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 5, 21-43 Curación
de una mujer y resurrección de la hija de Jairo 21 Cuando Jesús regresó en la
barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se
quedó junto al mar. 22 Entonces llegó uno de los
jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, 23
rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle
las manos, para que se cure y viva". 24 Jesús fue con él y lo
seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados. 25 Se encontraba allí una
mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. 26 Había sufrido mucho en
manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al
contrario, cada vez estaba peor. 27 Como había oído hablar de
Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, 28 porque
pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada". 29 Inmediatamente cesó la
hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. 30 Jesús se dio cuenta en
seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a
la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?". 31 Sus discípulos le dijeron:
"¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha
tocado?". 32 Pero él seguía mirando a
su alrededor, para ver quién había sido. 33 Entonces la mujer, muy
asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a
arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. 34 Jesús le dijo: "Hija,
tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad". 35 Todavía estaba hablando,
cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le
dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al
Maestro?". 36 Pero Jesús, sin tener en
cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que
creas". 37 Y sin permitir que nadie
lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, 38 fue
a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que
lloraba y gritaba. 39 Al entrar, les dijo:
"¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que
duerme". 40 Y se burlaban de él. Pero
Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña,
y a los que venían con él, entró donde ella estaba. 41 La tomó de la mano y le
dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno,
levántate!". 42 En seguida la niña, que ya
tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron
de asombro, 43 y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo
sucedido. Después dijo que dieran de comer a la niña. REFLEXIÓN BÍBLICA «Hija, tu fe te ha salvado.
Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad» Mc 5, 21-43 Autor: Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant Este relato de san Marcos, a
diferencia de los otros sinópticos, es muy detallado, la descripción de los
personajes y los sucesos, nos indican que el testigo, nos hace ver
minuciosamente todas las actitudes, que suceden paso a paso, la de Jesús, los
discípulos, las gentes, los que suplican, los que sufren, los que alborotan y
los que lloran, en otra palabras, es un relato muy vivo. Una mujer que padecía ya doce
años flujo de sangre. Debía de ser de cierta posición social, pues había
consultado muchos médicos y gastado toda su hacienda con ellos, pero no había
podido ser curada por ninguno, pero sin provecho alguno, es decir iba de mal
en peor, no sólo por la inutilidad de aquellos remedios, sino, en parte,
causados por los mismos. Cuando Jesús iba a casa del
Jefe de Habiendo oído esta mujer la
fama curativa de Jesús, apeló, desesperada ya de médicos, al mejor recurso,
Él. Sólo pensó en tocar su vestido, porque creía que con ello se curaría. La
mujer enferma, a como de lugar quiere llevar adelante su propósito, entonces
viene por atrás, y como queriendo robarle o sorprenderle un milagro. Esto es,
porque era debido al tipo de impureza legal que significaba su enfermedad, ya
que otros enfermos “tocaban” a Jesús para curarse. Las prescripciones
rabínicas, aislaban a la mujer que padecía de esta enfermedad a fin de que no
“contagiase” su impureza legal. Jesús, se vuelve preguntando
quién le ha tocado, porque una fuerza había salido de El. “Y se dio vuelta”,
es decir, miraba en torno suyo,” — es la clásica “mirada circular” del estilo
de san Marcos, como queriendo descubrir quién había sido. Si Jesús obra así,
no es por ignorancia, sino por elevar y confirmar la fe de aquella mujer,
haciéndole ver que no fue la curación por un contacto supersticioso, sino por
efecto de la fe. Ante esto, los “discípulos”, se extrañan de esta pregunta,
pues todos le “apretujaban” y nadie se había acercado a El con gestos o modos
especiales. Pero Jesús insistió en su afirmación. Ante esto, la mujer se
postró ante El y le confesó, lo mismo, ante todo el pueblo toda la verdad.
Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu
enfermedad» Hermoso relato, Al acercarse
a El con fe esta mujer y ser curada, lo que mas nos encanta, es darnos cuenta
la confianza plena en el poder de Jesús, no solo cree que Jesús la puede
curar, sino que va mas adelante, pues ella cree que con tan solo tocar su
vestido basta, pero aún hay mas, ella piensa que auque Jesús no se de cuenta,
con el simple contacto de su manto, le devolverá la salud perdida. Así debiera ser nuestra fe y
nuestra confianza en Jesús, nuestro hermano amigo que nunca nos falla. Así es, como cuando Jesús
regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su
alrededor, todos los estaban esperando. Entonces llegó uno de los jefes de la
sinagoga, es decir un miembro distinguido de la sinagoga, llamado Jairo,
nombre bastante usual. Llegándose a Jesús, se “postró” ante El, e
insistentemente le rogaba que viniese a su casa e “impusiese sus manos” sobre
su hija “única” de doce años, que estaba muriéndose, para que la curase. Si Jairo ruega a Jesús, que
para curar a su hija, “venga a su casa” y le “imponga sus manos,” el no tenía
un conocimiento claro del poder de Jesús, ya que no pensó en una curación a
distancia. Aún estaba rogándole que curase a su hija, cuando vinieron de su
casa a comunicarle «Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al
Maestro?». Era la fe imperfecta, que pensaba requerirse la presencia física
para la curación. Es lo que hizo exclamar a Marta, la hermana de Lázaro,
después de la muerte de éste, dirigiéndose a Cristo: “Si hubieras estado
aquí, no hubiera muerto mi hermano” (Jn 11:21). La prueba le resultaba
especialmente dura a Jairo, cuando acaba de presenciar la curación de la
mujer con hemorragia. Es un contraste acusado en dos actitudes de fe. Pero Jesús, al oír esto, sólo
le recomienda que tenga fe. Era ésta la que iba a crear el clima en que El
ejercía las curaciones, y que, por faltar tantas veces, no realizó milagros.
Y vino a su casa. Pero no permito que le siguiera nadie de la turba que le
rodeaba, más que tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan. Al llegar a la casa vio un
gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba, todo el “rito” de lloronas a
sueldo, ya evocadas por Jeremías (Jer 9:17-18). Por eso, a la presencia de esto,
les dice al entrar, « ¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta,
sino que duerme» El uso eufemístico del sueño por la muerte es usual al
pueblo judío. Así anunció Jesús la muerte de Lázaro (Jn 11:11.14). Pero aquí
el contraste entre muerte y sueño no permitía la interpretación eufemística.
Y, sabiendo aquellos mercenarios fúnebres la realidad de la muerte de la
niña, se rieron de Jesús. Pero ¡dormía! Porque El precisamente venía a
despertarla. Igual que hizo con Lázaro (Jn 11:11). Sólo permitió penetrar en la
habitación de la niña muerta a sus padres y a sus tres apóstoles. Y “a todos
los demás los echó fuera” Y, acercándose al lecho, tomó
a la niña de la mano, y le dijo unas palabras en arameo. «Talitá kum», que
significa: « ¡Niña, Yo te lo ordeno, levántate!», destacándose la autoridad
de Jesús. Y al instante la niña de doce años se levantó y echó a andar, luego
mandó que diesen de comer a la niña. Nos demuestra este relato la
verdad de la resurrección, pero no sólo la había resucitado, sino curado; la
necesidad de comida le haría ver la perfecta salud que ya gozaba. Este relato nos muestra el
poder de Jesús que se manifiesta incluso ante la muerte, que se somete a su
palabra imperativa, la resurrección de la hija de Jairo, nos muestra el poder
de Jesús sobre la vida humana. También vemos a Jairo que al
verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia. Así debemos ser
también nosotros en la oración, con fuerza y perseverancia. La fe es nuestra mayor
necesidad, muchas veces estamos preocupados de un sin números de necesidades,
tales como bienes, vacaciones, viajes, cultura, dinero etc. Pero lo que el
Señor no dice que lo que más necesitamos es fe. Es así, como es bueno pedirle
al Señor: “Señor, que la fe no me abandone, te pido que me la refuerces, que
me la concedas siempre, en abundancia, en suficiencia” EL SEÑOR LES BENDIGA PEDRO SERGIO |
La
oración, bella oportunidad para dialogar con Dios. Estén
siempre alegres, oren si cesar, (1 Tes 5,15) Unidos
en la Oración Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant |