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San Juan de la Cruz. Poema La Fonte P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d. |
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Desde principios de
diciembre de Qué
bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque
es de noche. 1.
Aquella eterna fuente está escondida, aunque
es de noche. 2.
Su origen no lo sé, pues no le tiene, aunque
es de noche. 3.
Sé que no puede ser cosa tan bella, aunque
es de noche. 4.
Bien sé que suelo en ella no se halla, aunque
es de noche. 5.
Su claridad nunca es oscurecida, aunque
es de noche. 6.
Sé ser tan caudalosos sus corrientes. aunque
es de noche. 7.
El corriente que nace de esta fuente aunque
es de noche. 8.
El corriente que de estas dos procede aunque
es de noche. 9.
Bien sé que tres en sola una agua viva residen,
y una de otra se deriva, aunque
es de noche. 10.
Aquesta eterna fuente está escondida aunque
es de noche. 11.
Aquí se está llamando a las criaturas, porque
es de noche. 12.
En esta noche oscura de la vida, aunque
es de noche. 13. Aquesta viva
fuente que deseo, aunque es de noche. Para entender el
poema, debemos recordar numerosos pasajes del evangelio, en los que el «agua»
tiene un significado simbólico. Jesús dice a Nicodemo que «hay que nacer del
agua y del Espíritu» (Jn 3,5). A la samaritana le
promete un «agua viva, que se convertirá en su interior en una corriente que
salta hasta la vida eterna» (Jn 4,14). En cierta
ocasión exclamó: «El que tenga sed, que venga a mí y beba el que cree en mí;
como dice la Escritura: de sus entrañas manarán ríos de agua viva» (Jn 7,37-38). Además, de su costado atravesado por la
lanza del soldado, «salió sangre y agua» (Jn
19,34). Todos estos textos están en el trasfondo de este poema que habla del
gozo que produce en el alma conocer dónde se encuentra la fuente del agua
viva y beber de ella, aunque sea en un ambiente de oscuridad, de noche.
Tampoco debemos olvidar que san Juan de la Cruz habla de una noche «amable
más que la alborada», porque en ella se produce la unión entra la esposa (el
alma) y su Amado (Cristo). Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de noche. Este es el
estribillo, en el que San Juan de la Cruz afirma que conoce con certeza dónde
brota la fuente del agua de la vida, de la paz y del amor, aunque no la puede
ver, porque es de noche. Es decir, que en medio de la oscuridad de la vida,
conoce por fe la fuente que puede saciar su sed más profunda, su deseo de
felicidad (la última estrofa habla de «esta eterna fuente que deseo»).
En el estribillo ya se hacen presentes las grandes imágenes del poema: la
«fuente» y la «noche». La fuente es Dios mismo, que se comunica al hombre
para darle vida. Este no la puede comprender racionalmente, pero la gusta en
la noche de la fe. Sabe de ella aunque no la pueda explicar. De hecho no es
necesario ver el agua para llevársela a la boca. Para no morir de sed, basta
con beber, aunque sea a oscuras. Lo que queda claro es que esa fuente no es
un ente estático ni encerrado en sí mismo, sino que «mana y corre», es
dinamismo generador de vida (lo desarrollará especialmente en las estrofas La primera estrofa
habla de aquella fuente misteriosa, que permanece siempre escondida para el
hombre, incomprensible, a oscuras porque el exceso de su luz excede nuestras
capacidades y nos deslumbra: «Para el alma, esta excesiva luz de la fe le es
oscura tiniebla, porque lo más priva (y vence) lo menos, así como la luz del sol
priva las otras luces (de manera que no parezcan luces cuando ella luce) y
vence nuestra potencia visiva (de manera que antes la ciega y priva de la
vista que se la da), por cuanto su luz es muy desproporcionada y excesiva a
la potencia visiva. Así, la luz de la fe, por su gran exceso, oprime y vence
la del entendimiento […]. Luego claro está que la fe es noche oscura para el
alma» (2S 3,1-4). 1.
Aquella eterna fuente está escondida, qué
bien sé yo do tiene su manida, aunque es de noche. Es decir, el eterno
misterio de Dios se encuentra por encima de nuestras capacidades, está
«escondido», pero por la fe (envueltos en la oscuridad) sabemos dónde brota,
donde «mana». Conviene recordar que el Cántico Espiritual comienza con
una reflexión sobre el Dios escondido: «El lugar adonde está escondido el
Hijo de Dios es, como dice San Juan, en el seno del Padre, que es la esencia
divina, la cual es ajena de todo ojo mortal y escondida de todo humano
entendimiento; que por eso Isaías, hablando con Dios, dijo: “Verdaderamente
tú eres Dios escondido”. De donde es de notar que por grandes comunicaciones
y presencias, y altas y subidas noticias de Dios que un alma en esta vida
tenga, no es aquello esencialmente Dios ni tiene que ver con él; porque
todavía a la verdad le está al alma escondido, y por eso siempre le conviene
al alma, sobre todas esas grandezas, tenerle por escondido y buscarle
escondido» (C 1,3). Así pues, la fuente escondida (como la noche) hace
referencia al misterio de Dios, que se encuentra siempre por encima de
nuestras capacidades. Y, sin embargo, san Juan sabe dónde encontrar a Dios,
dónde está su escondite: «El Verbo, Hijo de Dios, juntamente con el Padre y
con el Espíritu Santo, esencial y presencialmente está escondido en el íntimo
ser del alma» (C 1,6). Como decía san Agustín, Dios es más íntimo a mi
persona que yo mismo (cf. Confesiones III,6,11). De hecho, a pesar de
la oscuridad, el alma sabe dónde está la fuente porque no se encuentra fuera,
sino dentro de sí misma. Lo explica con detenimiento en el Cántico
Espiritual. Allí dedica las diez primeras estrofas a hablar de la esposa
enamorada que pregunta por su esposo, que lo busca en diversos lugares, pero
no lo encuentra. Finalmente, en la canción undécima se decide a buscarlo dentro
de sí y se produce el primer encuentro, el desposorio espiritual. Esta
búsqueda interior está simbolizada en la esposa que se mira en una fuente
como en un espejo. Allí no se ve reflejada a sí misma, sino a su Amado, cuya
imagen lleva grabada en su interior: «¡Oh cristalina fuente, / si en esos tus semblantes
plateados / formases de repente / los ojos deseados / que tengo en mis
entrañas dibujados» (C 11). A partir de aquí
explica que esta fuente maravillosa (que es Dios) no vive encerrada en sí
misma ni para sí misma, sino que se desborda, comunicando su vida y su ser a
las criaturas. Las siguientes estrofas cantan su obra: todo nace de ella
(estrofa 2), mantiene todo en la existencia (estrofa 3), nadie puede alejarse
de su influencia bienhechora (estrofa 4), es el origen de toda luz verdadera,
de lo bueno, de lo hermoso y de lo verdadero (estrofa 5), todo vive en ella y
por ella (estrofa 6). 2.
Su origen no lo sé, pues no le tiene, mas
sé que todo origen de ella tiene, aunque es de noche. Dios no tiene
«origen», no tiene principio, no ha sido creado, ya que es eterno. Por el
contrario, es el principio, el origen, el único Creador de todo lo que ha
existido, existe y existirá en el tiempo. En los Romances, compuestos
también en la cárcel, dice: «Él era el mismo principio, / por eso de él
carecía» (R 9-10). Más adelante presenta la creación del universo como un
regalo de amor del Padre a su Hijo. 3.
Sé que no puede ser cosa tan bella, y
que cielos y tierra beben de ella, aunque es de noche. Nada hay que pueda
igualar la hermosura de Dios («belleza» o «hermosura» es el atributo de Dios
que san Juan usa más a menudo). Toda belleza natural es mera participación a
la belleza eterna de Dios: «Comunicada de aquella infinita hermosura
sobrenatural de la figura de Dios, cuyo mirar viste de hermosura y alegría el
mundo y a todos los cielos» (C 6,1). Ya ha dicho antes que Él es el origen de
todo. Ahora añade que es el que mantiene todo en la existencia: todo «bebe»
de Él –cielos y tierra–. Si por un momento nos
dejara de su mano, dejaríamos de existir. 4.
Bien sé que suelo en ella no se halla, y
que ninguno puede vadealla, aunque es de noche. «No tiene suelo»
quiere decir que no se apoya en nada fuera de sí mismo, que no necesita de
nadie para existir, y que no tiene fondo, que no tiene límites. «Nadie puede
vadearlo» quiere decir que nadie puede ir a un lugar adonde Él no esté,
porque no tiene límites y su gloria llena el universo. Nada ni nadie puede
esconderse de Él. Como dice san Pablo: «En Él vivimos, nos movemos y
existimos» (Hch 17,28). El profeta Ezequiel,
hablando de las aguas vivas que brotan del costado del templo de Jerusalén y
que crecen haciendo que la vida surja a su alrededor, afirmó: «era un
torrente que no se podía vadear» (Ez 47,5). Esta es
la experiencia de san Juan de la Cruz en la cárcel. Dios es ese torrente de
agua que crece hasta llenar la tierra y que nadie puede pasar por encima o
ignorar. 5.
Su claridad nunca es oscurecida, y
sé que toda luz de ella es venida, aunque es de noche. Incluso en medio de
la oscuridad de la vida, san Juan sabe que la luz verdadera viene de Dios. De
Él proviene el conocimiento de la verdad, los movimientos para hacer el bien,
todo lo bueno, lo hermoso y lo verdadero («toda luz»). 6.
Sé ser tan caudalosos sus corrientes, que
infiernos, cielos riegan y las gentes, aunque es de noche. Nada ni nadie puede
vivir fuera de Él: ni los cielos, ni la tierra, ni el infierno. Es algo
misterioso, pero nada podría sobrevivir si Él no lo mantuviera en la
existencia, ni siquiera los que han elegido vivir de espaldas a su amor. Él
respeta nuestra libertad y no nos destruye cuando lo rechazamos. Puede
sorprendernos la afirmación de que la corriente caudalosa de la misericordia
de Dios riega incluso los infiernos. En principio se debe recordar que
estamos ante una cita de la Biblia, que sirve para afirmar que el hombre no
puede huir de Dios, que Él está presente en todo el universo: «Si escalo el
cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo [el Sheol
hebreo que la vulgata traduce por infernus], allí te encuentro» (Sal 139 [138],8);
«Aunque escaven hasta el abismo, de allí los cogerá
mi mano; aunque suban hasta el cielo, de allí los bajaré» (Am 9,2). También debemos recordar que el credo afirma que
Jesucristo «descendió a los infiernos», al lugar de la muerte y de la
desesperación, para anunciar el evangelio a los que habían muerto sin
posibilidad de conocerle. Quienes quieran
entrar en el blog para escuchar el poema La Fonte
o para leer el comentario a las estrofas 7 a 13, pueden hacerlo aquí: el
blog del padre eduardo Feliz día a todos.
Centro Interprovinciale
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