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P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d. |
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Dos aspectos hacen que
san José sea importante en la historia de la salvación: su descendencia
davídica (que él transmite a Jesús) y su condición de justo. Respecto al primer punto, recordemos que José
pertenece a la estirpe de David (cf. Mt 1,20). En
cuanto que Jesús es legalmente el «hijo de José» (Lc
4,22), puede reclamar para sí el título mesiánico de «hijo de David» (cf. Mt 22,41-46), dando cumplimiento en su persona a las
promesas hechas a su antepasado: «Mantendré el linaje salido de ti y
consolidaré tu reino» (2Sam 7,12ss). Benedicto XVI afirma que, «a través de
él, el Niño resultaba legalmente insertado en la descendencia davídica y así
daba cumplimiento a las Escrituras, en las que el Mesías había sido
profetizado como “hijo de David”» (Ángelus, 18-12-2005). José es el anillo
que une a Jesús con la historia de Israel, desde Abrahán en adelante, según
la genealogía de Mateo (1,1-16), y con las esperanzas de toda la humanidad,
desde Adán, según la genealogía de Lucas (3,23-38). Respecto al segundo punto, cuando la Escritura
llama «justo» a José quiere decir, ante todo, que es un hombre de fe, que ha
acogido en su vida la Palabra de Dios y su proyecto sobre él. Como Abrahán,
ha renunciado a sus seguridades y se ha puesto en camino sin saber adónde
iba, fiándose de Dios. De esta manera, vive las verdaderas actitudes
cristianas: la fe inquebrantable en la bondad de Dios, la acogida solícita de
su Palabra y la obediencia incondicional a su voluntad. Por eso, dice el
Papa, «en él se anuncia el hombre nuevo que mira con fe y fortaleza al
futuro, no sigue su propio proyecto sino que se confía a la infinita
misericordia de Aquel que cumple las profecías y abre el tiempo de la
salvación» (Ángelus, 19-12-2010). Por último, en un tiempo en el que predominan los
ruidos y solo llama la atención lo extraordinario, es importante recordar que
san José es un hombre de silencio y de trabajo sencillo y humilde. Vivió su
existencia consagrado a su trabajo y al servicio de su familia, en la fe y en
la esperanza. Los carmelitas descalzos rezamos cada día: «En el fiel
desempeño del oficio de carpintero, san José brilla como admirable ejemplo de
trabajo. –Oh, Dios, que has encomendado la ley del
trabajo a todos los hombres, concédenos que siguiendo el ejemplo de san José
y bajo su protección, realicemos las obras que nos encomiendas y consigamos
los premios que nos prometes, por Jesucristo, nuestro Señor». Por cierto, el día de san José se celebra en
España el día del seminario. No dejes de ver este video. http://www.youtube.com/watch?v=k1pY_IugQfY&feature=youtu.be Para terminar, os propongo como lectura un himno
precioso del breviario: Porque fue varón justo lo amó el Señor y dio el ciento por uno su
labor. El alba mensajera del sol de alegre brillo conoce ese martillo que suena en la madera. La mano carpintera madruga a su quehacer y hay gracia antes que sol
en el taller. Cabeza de tu casa, del que el Señor se fía, por la carpintería la gloria entera pasa. Tu mano se acompasa con Dios en la labor y alargas tú la mano del
Señor. Humilde magisterio bajo el que Dios aprende: ¡que diga, si lo entiende, quien sepa de misterio!. Si Dios en cautiverio se queda en aprendiz, ¡aprende aquí la casa de
David! Sencillo, sin historia, de espalda a los laureles, escalas los niveles más altos de la gloria. ¡Qué asombro, hacer memoria y hallarte en tu ascensión, tu hogar, tu oficio y Dios
como razón! Y pues que el mundo entero te mira y se pregunta, di tú como se junta ser santo y carpintero, la gloria y el madero, la gracia y el afán, tener propicio a Dios y escaso
el pan. Porque fue varón justo lo amó el Señor y dio el ciento por uno su
labor.
Apartado 96 12530-Burriana (Castellón) |
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Caminando con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds |