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Las
fiestas judías de Sucot P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d. |
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Esta tarde, los judíos comienzan las fiestas de Sucot
(que en español se traduce por fiesta de las cabañas, las tiendas, las chozas
o los tabernáculos), que se prolongarán durante los próximos 7 días. En
tiempos de Jesús, cada tarde de esta fiesta, se sacaba agua de la piscina de Siloé, y se llevaba en cántaros al templo, donde se
derramaba sobre el altar. En su
origen, era una súplica antes de la estación de las lluvias para pedir la
lluvia abundante sobre los campos. En este contexto, «El último día, el más
solemne de las fiestas [de Sucot], Jesús,
poniéndose de pie, exclamó: “El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree
en mí”. Como dice Ésta es una de las tres grandes fiestas bíblicas que, mientras existía
el templo de Jerusalén, los judíos celebraban peregrinando a Jerusalén. Las
tres tienen orígenes agrarios y las tres fueron transformadas en recuerdos
históricos relacionados con el Éxodo. La primera es Pesaj ( La segunda es Shabuot (Pentecostés, fiesta de las semanas). En su
origen era la fiesta de la siega de los cereales, al inicio del verano. Con
el tiempo, se convirtió en la celebración anual de La tercera es Sucot (las tiendas), al
principio del otoño. En su origen era la fiesta de la vendimia y de la
recolección de los últimos frutos de la tierra, antes del invierno. Con el
tiempo se convirtió en la memoria de los 40 años que el pueblo de Israel
anduvo en el desierto, habitando en tiendas, hasta su entrada en Las tres eran fiestas agrarias, ligadas al ciclo de la naturaleza y al
alternarse de las estaciones. Las tres se convirtieron en celebraciones
históricas de acontecimientos relacionados con los orígenes de Israel, tal
como se narran en el libro del Éxodo. Así se unieron los ciclos de la
naturaleza (provocados por el movimiento inmutable de los astros) y la
historia de la salvación (en la que Dios interviene en algunos
acontecimientos bien localizables en el tiempo y en el espacio, para salvar a
los hombres). Cada una de ellas se convirtió en una ocasión para profundizar
en el significado de las obras de Dios (tanto en la creación como en la
historia) y para renovar Las fiestas se interpretaban como un «memorial»: recuerdo de
acontecimientos pasados, que se actualizan misteriosamente y alimentan la
esperanza en nuevas intervenciones de Dios. Así, el recuerdo de las obras de
Dios se convierte en esperanza de la salvación definitiva, que Él otorgará en
el momento oportuno. Creación, historia y esperanza se unen entre sí. San Pablo dice que «la creación entera está aguardando, expectante, la
gloriosa manifestación de los hijos de Dios» (Rom
8,19). Es decir, que la salvación de los hombres afecta al mundo entero, al
eterno proyecto de Dios sobre la creación. De hecho, Cuando descubrimos que los ciclos de la naturaleza y los recuerdos de
la historia de Israel encuentran su pleno cumplimiento en Jesucristo,
comprendemos que Él da sentido al universo y a toda la historia de la
salvación. A Él la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén. |
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Caminando con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds |