Nací en 1966, en la Villa episcopal de Burgo
de Osma (Soria). Soy el quinto y último de los hermanos de mi familia. Dicen
que me parezco a mi madre, que es una mujer de fuerte personalidad, facilidad
de palabra y voluntad férrea (sigue regentando su restaurante a los 75 años
de edad). De mi padre no conservo casi ningún recuerdo, ya que falleció
siendo yo muy niño. Crecí metiéndome en todos los fregados de mi población:
lo mismo me apuntaba a hacer teatro en la escuela, que a aprender guitarra en
una rondalla, que a tocar un instrumento en la banda municipal, que a ser
monaguillo y catequista en la parroquia, colaborador en el Carmen, guía
turístico en la Catedral,
voluntario de Cruz Roja... era capaz de ilusionarme con todo.
Con 17 años me desplacé a Zaragoza
para estudiar Derecho. El paso del pueblo a la universidad me desorientó, y
me involucré en las distintas actividades que realizan los jóvenes a esa
edad. Por entonces conocí también algunas personas que se reunían
semanalmente para hacer oración. Siempre había sido creyente, aunque ahora se
me abría un mundo totalmente nuevo y fascinante. Me atraía Dios y me atraía
el mundo. En mi corazón se entabló una dura batalla, que duró poco tiempo.
Recuerdo perfectamente el lugar, la fecha y el momento en que sentí la
llamada del Señor a realizar una opción definitiva y cómo acepté, con
lágrimas en los ojos, dejar todo para seguirle a Él.
El 5 de enero de 1985, con 18 años
y tres meses, comencé el Postulantado en los Carmelitas Descalzos de
Valencia. Cumplí los 19 a
los pocos días de llegar a Úbeda, para iniciar el Noviciado y me consagré a
Dios con los votos de castidad, pobreza y obediencia el mismo día que cumplía
20 años. Estudié Filosofía en Valencia. Por entonces tuve la primera úlcera
sangrante, aunque los médicos no supieron determinar la causa. Con 22 años me
enviaron a Roma para estudiar Teología. Al año tuve una segunda úlcera y un
año después perdí la visión en un ojo. Me diagnosticaron uveitis causada por
alguna inflamación reumática. Un año más tarde casi había perdido la
movilidad de las articulaciones y me detectaron una espondiloartritis
anquilopoiética con diversas complicaciones. Poco después se me manifestó una
osteoporosis muy avanzada. Los médicos me aseguraban una progresión imparable
y me daban una experanza de vida de pocos años. A pesar de todo, saqué la Teología en el
Teresianum y un diploma de Arqueología Cristiana en el Pontificio Instituto
de Arqueología. Al mismo tiempo, era consiliario de un grupo de Scouts,
guiaba un grupo de oración, daba clases de Biblia y hasta formé un grupo de
reflexión con el personal del hospital donde me ingresaban periódicamente.
En 1991-92 regresé a España. Viví
una experiencia de pastoral en Zaragoza, hice la Profesión Solemne
y me ordené de Sacerdote. Por entonces me detectaron el síndrome de Crohn.
Casi no podía andar, pero tenía la ilusión de irme de misionero a África, por
lo que ese año estudié francés. Cuando ya tenía todo preparado (hasta había
hecho acopio de la medicación necesaria para varios meses), mis superiores
fueron más sensatos que yo y me lo prohibieron. Me enviaron unos meses a
Estados Unidos, para practicar inglés y ayudar en una casa nuestra de
Oklahoma City, hasta que empezaran las clases en Roma. Los dos siguientes
años me especialicé en Teología Dogmática en la Universidad Gregoriana,
mientras se me iban repitiendo las úlceras, uveitis, periodos de poca
movilidad y nuevas enfermedades. Dedico tanto espacio al apartado clínico
porque el sufrimiento fue domando mi carácter altivo y haciéndome sensible y
compasivo. Creo que he aprendido de la enfermedad, por lo menos tanto como de
los libros. Por otro lado, en los últimos años he mejorado notablemente y
llevo una vida casi normal, con muy pequeñas limitaciones.
Con 27 años regresé a España. En
mis distintos destinos he trabajado en la pastoral con niños, jóvenes,
enfermos, ancianos, formación de aspirantes a la vida religiosa y
sacerdotal... dedicando gran parte de mis energías a la docencia de Teologia
y Espiritualidad en varios centros. Me he desplazado una docena de veces a
Estados Unidos y en otras ocasiones a Francia, Italia, El Salvador, Costa
Rica, Guatemala... para dar cursos de espiritualidad, charlas y ejercicios
espirituales. En la actualidad estoy destinado en el convento de los
Carmelitas Descalzos de Caravaca de la Cruz (Murcia).
He vivido en lugares tan distintos
y he realizado tareas tan variadas, que he aprendido que es totalmente cierto
lo que dice la carta a Diogneto: «los cristianos en todos los lugares
encontramos nuestra patria y en todas las patrias nos sentimos extranjeros,
porque ansiamos una patria mejor y definitiva, que es la del cielo». Soy
consciente de que mi vida no me pertenece, por lo que vivo con intensidad
cada momento, sin hacer planes de futuro. A mis 38 años, sigo abierto a
marchar donde la gloria de Dios me llame y a ocuparme en aquellas actividades
que me encargue la obediencia.
Las colaboraciones que aquí os
ofrezco han nacido en los ambientes más variados. Hay esquemas de clases,
artículos y textos de conferencias. Los hay totalmente originales y en otros
podréis encontrar las huellas de numerosas lecturas y reflexiones de otros
autores. Os los ofrezco con sencillez, por si pueden serviros para la reflexión
personal o para el trabajo pastoral.
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