San Francisco de Paula
Ermitaño
Nacido en Paula (Calabria) el año 1416, fundó una
congregación de vida eremítica que después se transformó en la Orden de los
Mínimos, y que fue aprobada por la Santa Sede el año 1506. Murió en Tours
(Francia) el año 1507.
Convertíos con sinceridad
De las cartas de san Francisco de Paula
Que nuestro Señor Jesucristo, que remunera con suma
esplendidez, os dé la recompensa de vuestras fatigas.
Huid del mal, rechazad los peligros. Nosotros, y todos
nuestros hermanos, aunque indignos, pedimos constantemente a Dios Padre, a su
Hijo Jesucristo y a la Virgen María que estén siempre a vuestro lado para
salvación de vuestras almas y vuestros cuerpos.
Hermanos, os exhorto vehementemente a que os preocupéis con
prudencia y diligencia de la salvación de vuestras almas. La muerte es segura
y la vida es breve y se desvanece como el humo.
Centrad vuestro pensamiento en la pasión de nuestro Señor
Jesucristo, que, por el amor que nos tenía, bajó del cielo para redimirnos; que
por nosotros sufrió toda clase de tormentos de alma y cuerpo, y tampoco evitó
suplicio alguno. Con ello nos dejó un ejemplo soberano de paciencia y amor.
Debemos, pues, tener paciencia en las adversidades.
Deponed toda clase de odio y de enemistades; tened buen
cuidado de que no salgan de vuestra boca palabras duras y, si alguna vez salen,
no seáis perezosos en pronunciar aquellas palabras que sean el remedio
saludable para las heridas que ocasionaron vuestros labios: por tanto perdonaos
mutuamente y olvidad para siempre la injuria que se os ha hecho.
El recuerdo del mal recibido es una injuria, complemento de
la cólera, conservación del pecado, odio a la justicia, flecha oxidada, veneno
del alma, destrucción del bien obrar, ¡gusano de la mente, motivo de
distracciones en la oración, anulación de las peticiones que hacemos a Dios,
enajenación de la caridad, espina clavada en el alma, iniquidad que nunca
duerme, pecado que nunca se acaba y muerte cotidiana.
Amad la paz, que es el mayor tesoro que se puede desear. Ya
sabéis que nuestros pecados provocan la ira de Dios; arrepentíos para que os
perdone por su misericordia. Lo que ocultamos a los hombres es manifiesto a Dios; convertíos, pues, con
sinceridad. Vivid de tal manera que obtengáis la bendición del Señor, y la paz
de Dios, nuestro Padre, esté siempre con vosotros.
Oración
Señor, Dios nuestro, grandeza de los humildes, que has
elevado a san Francisco de Paula a la gloria de tus santos, concédenos, por su
intercesión y a imitación suya, alcanzar de tu misericordia el premio prometido
a los humildes. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Vicente Ferrer
Presbítero
Nació en Valencia el año 1350. Miembro de la Orden de
Predicadores, enseñó teología. Como predicador recorrió muchas comarcas con
gran fruto, tanto en la defensa de la verdadera fe como en la reforma de las
costumbres. Murió en Vannes (Francia), el año 1419.
Del modo de predicar
Del tratado de san Vicente Ferrer, presbítero, sobre la vida
espiritual
En la predicación y exhortación debes usar un lenguaje
sencillo y un estilo familiar, bajando a los detalles concretos. Utiliza
ejemplos, todos los que puedas, para que cualquier pecador se vea retratado en
la exposición que haces de su pecado; pero de tal manera que no des la
impresión de soberbia o indignación, sino que lo haces llevado de la caridad y
espíritu paternal, como un padre que se compadece de sus hijos cuando los ve en
pecado o gravemente enfermos o que han caído en un hoyo, esforzándose por
sacarlos del peligro y acariciándoles como una madre. Hazlo alegrándote del
bien que obtendrán los pecadores y del cielo que les espera si se convierten.
Este modo de hablar suele ser de gran utilidad para el
auditorio. Hablar en abstracto de las virtudes y los vicios no produce impacto
en los oyentes.
En el confesionario debes mostrar igualmente sentimientos de
caridad, lo mismo si tienes que animar a los pusilánimes que si tienes que
amenazar a los contumaces; el pecador ha de sentir siempre que tus palabras
proceden exclusivamente de tu caridad. Las palabras caritativas han de preceder
siempre a las recomendaciones punzantes.
Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre
primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa
caridad, suma de todas las virtudes y la mejor garantía de éxito en tus
actividades.
Oración
Dios todopoderoso, tú que elegiste a san Vicente Ferrer
ministro de la predicación evangélica, concédenos la gracia de ver glorioso en
el cielo a nuestro Señor Jesucristo, cuya venida a este mundo, como juez,
anunció san Vicente en su predicación. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Juan Bautista de La Salle
Presbítero
Nació en Reims (Francia) el año 1651. Ordenado sacerdote,
dedicó por entero a la educación de la infancia y a la fundación de escuelas
para los pobres. Constituyó una Congregación, por cuya existencia hubo de
soportar innumerables dificultades. Murió en Ruán el año 1719.
El amor de Cristo nos apremia
De las Meditaciones de san Juan Bautista de la Salle,
presbítero
Caed en la cuenta de lo que dice el apóstol Pablo, esto es,
que Dios puso en su Iglesia apóstoles, profetas y doctores, y observaréis que
es él quien os puso en vuestro oficio. Pablo es también quien os vuelve a dar
testimonio, cuando dice que hay diversos ministerios y diversas operaciones y
que es el mismo Espíritu quien se manifiesta en todas ellas para la utilidad
común, es decir, para el bien de la Iglesia.
No dudéis entonces de que la gracia que se os ha concedido
de enseñar a los niños, de anunciarles el Evangelio y de educar su espíritu
religioso es un gran don de Dios, que es quien os ha llamado a este oficio.
Por tanto, los niños, que han sido entregados a vuestro
cuidado, han de ver que sois ministros de Dios porque ejercéis vuestro oficio
con una caridad sincera y una fraternal diligencia. El pensar que sois no sólo
ministro Dios, sino también de Cristo y de la Iglesia, os debe ayudar a cumplir
con vuestra obligación.
Esto es lo que dice san Pablo cuando exhorta a que todos los
que anuncian el Evangelio sean considerados como ministros de Cristo y que
escriban la carta que Cristo dicta, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios
vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón de los
niños. Por esto, el amor de Dios debe apremiaros, puesto que Jesucristo murió
por todos para que ya no vivamos para nosotros mismos, sino para él, que por
nosotros murió y resucitó. Que vuestros discípulos, estimulados por vuestra
diligencia y solicitud, sientan que es Dios mismo quien les exhorta por vuestro
medio, ya que actuáis como embajadores de Cristo.
Es necesario que manifestéis a la Iglesia el amor que por
ella sentís y le deis pruebas de vuestra diligencia pues trabajáis en unión con
la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo. Que vuestra actuación haga ver que
amáis a los que Dios os encomendó con el mismo amor con que Cristo amó a su
Iglesia.
Esforzaos porque los niños lleguen efectivamente a formar
parte de este templo, de tal modo que sean dignos de presentarse un día ante el
tribunal de Jesucristo gloriosamente, sin mancha ni arruga ni nada por el
estilo, y puedan así manifestar a los siglos venideros las abundantes riquezas
de la gracia que Dios os otorgó para educar y enseñar, y a ellos para aprender,
todo con vistas a la herencia del reino de Dios y de Jesucristo, nuestro Señor.
Oración
Señor, tú que has elegido a san Juan Bautista de la Salle
para educar a los jóvenes en la vida cristiana, suscita maestros en tu Iglesia
que se entreguen con generosidad a la formación humana y cristiana de la
juventud. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Estanislao
Obispo y mártir
Nacido en Szczepanowski (Polonia) hacia el año 1030 hizo sus
estudios en París. Ordenado presbítero, sucedió a Lamberto, obispo de Cracovia,
el año 1071. Fue un buen pastor al frente de su Iglesia, ayudó a los pobres y
visitó a sus clérigos todos los años. El año 1079, fue asesinado por el rey
Boleslao, a quien había increpado por su mala conducta.
La lucha por la fe
De las cartas de san Cipriano, obispo y mártir
Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran mientras
luchamos por la fe. Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar
bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.
Revistámonos de fuerza, hermanos amadísimos, y preparémonos
para la lucha con un espíritu indoblegable; con una fe sincera, con una total
entrega. Que el ejército de Dios marche a la guerra que se nos declara.
El Apóstol nos indica cómo debemos revestirnos y
prepararnos, cuando dice: Abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza
poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio
de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se
apagarán las flechas incendiarias del Malo. Tomad por casco la salvación y por
espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios.
Que estas armas espirituales y celestes nos revistan y nos
protejan para que en el día de la prueba podamos resistir las asechanzas del
demonio y podamos vencerlo.
Pongámonos por coraza la justicia para que el pecho esté protegido
y defendido contra los dardos del Enemigo; calzados y armados los pies con el
celo por el Evangelio para que, cuando la serpiente sea pisoteada y hollada por
nosotros, no pueda mordernos y derribarnos.
Tengamos fuertemente embrazado el escudo de la fe para que,
protegidos por él, podamos repeler los dardos del Enemigo.
Tomemos también el casco espiritual para que, protegidos nuestros
oídos, no escuchemos los edictos idolátricos, y, protegidos nuestros ojos, no
veamos los ídolos detestables. Que el casco proteja también nuestra frente
para que se conserve incólume la señal de Dios, y nuestra boca para que la
lengua victoriosa confiese a su Señor, Cristo.
Armemos la diestra con la espada espiritual para que rehace
con decisión los sacrificios sacrílegos y, acordándose de la eucaristía, en la
que recibe el cuerpo del Señor, se una a él para poder después recibir de manos
su Señor el premio de la corona eterna.
Que estas verdades, hermanos amadísimos, queden esculpidas
en vuestros corazones. Si meditamos de verdad en estas cosas, cuando llegue el
día de la persecución, el soldado de Cristo, instruido por sus preceptos y
advertencias, no sólo no temerá el combate, sino que se encontrará preparado
para el triunfo.
Oración
Señor, tú has otorgado a san Estanislao, tu obispo, la
gracia de sucumbir en aras de tu gloria bajo la espada de los perseguidores;
concédenos, por su intercesión, perseverar con firmeza en la fe, hasta la
muerte. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Martín I
Papa y mártir
Nacido en Todi (Umbría), y miembro de la clerecía romana,
fue elegido para la cátedra de san Pedro el año 649. Ese mismo año celebró un
concilio en el que fue condenado el error monotelita. Detenido por el emperador
Constante el año 653 y deportado a Constantinopla, sufrió lo indecible; por
último fue trasladado al Quersoneso, donde murió el ano 656.
El Señor está cerca, ¿por qué me voy a preocupar?
De las cartas de san Martín primero, papa
Es un deseo nuestro constante el consolaros por carta,
aliviando de algún modo la preocupación que sentís por nuestra situación,
vosotros y todos los santos y hermanos que se interesan por nosotros en el
Señor. Ved que ahora os recibimos desde nuestro cautiverio. Os digo la verdad
en el nombre de Cristo, nuestro Dios.
Apartados de cualquier turbación mundana y depuestos por
nuestros pecados, hemos llegado casi a vernos privados de nuestra propia vida.
Ya que todos los habitantes de estas regiones son paganos y siguen las
costumbres paganas, y no se da entre ellos esa caridad que es connatural al
hombre, que se da incluso entre los propios bárbaros, y que se manifiesta por
una magnánima compasión.
Me ha sorprendido y me sigue sorprendiendo todavía
sensibilidad y falta de compasión de todos aquellos que en cierto modo me
pertenecíais, y también la de mis amigos y conocidos, quienes, cuando me he
visto arrastrado por esta desgracia, ni siquiera se acuerdan de mí, ni tampoco
se preocupan de si todavía me encuentro sobre la tierra o de si estoy fuera de
ella.
¿Creéis que tenemos miedo de presentarnos ante el tribunal
de Cristo y que allí nos acusen y pidan cuentas hombres formados de nuestro
mismo barro? ¿Por qué tienen los hombres tanto miedo de cumplir los
mandamientos de Dios y temen precisamente donde no hay nada que temer? ¿O es
que estoy endemoniado? ¿Tan perjudicial he sido para la Iglesia y contrario a
ellos?
El Dios que quiere que todos se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad, confirme sus corazones, por intercesión de san
Pedro, en la fe ortodoxa, y la robustezca contra cualquier hereje o adversario
de la Iglesia y los guarde incólumes, sobre todo al pastor que ahora aparece
como presidiéndolos, para que no se aparten, ni se desvíen, ni abandonen lo más
mínimo de todo lo que profesaron por escrito ante Dios y ante sus ángeles, y
puedan así recibir, juntamente conmigo, la corona de justicia de la fe
ortodoxa, de manos del Señor y Salvador nuestro, Jesucristo.
De mi cuerpo ya se ocupará el Señor como él quiera, ya sea
en continuas tribulaciones, ya sea en leve reposo.
El Señor está cerca, ¿por qué me voy a preocupar? Espero que
por su misericordia no retrasará mucho el fin de mi carrera.
Saludad en el nombre del Señor a toda la familia y a todos
los que se han sentido solidarios conmigo durante mi cautiverio. Que el Dios
excelso os proteja, por su poder, de toda tentación y os dé la salvación en su
reino.
Oración
Dios todopoderoso, tú has querido que san Martín primero,
papa y mártir, no fuera vencido ni por las amenazas, ni por los sufrimientos;
concédenos, a nosotros, soportar con fortaleza de espíritu las adversidades de
este mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.
El mismo día 13 de abril
San Hermenegildo
Mártir
San Hermenegildo es el gran defensor de la fe católica de
España contra los durísimos ataques de la herejía arriana. Al margen de sus
campañas militares, su verdadera gloria consiste en haber padecido el martirio
por negarse a recibir la comunión arriana y en ser, de hecho, el primer pilar
de la unidad religiosa de la nación, que llegaría poco después con la
conversión de Recaredo. Muere el año 586.
La caridad, garantía de la unidad de la Iglesia
De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran
tempestad nos amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque
permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta
roca; aunque se levanten las olas, nada podrá contra la barca Jesús. Decidme,
¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mi la vida es Cristo, y una ganancia el
morir. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La
confiscación de los bienes? Sin nada vinimos al mundo y sin nada nos iremos
de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus
bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. No tengo deseos de vivir, si
no es para vuestro bien espiritual. Por eso, os hablo de lo que sucede ahora
exhortando vuestra caridad a la confianza.
Nadie nos podrá separar. Lo que Dios ha unido, no puede
separarlo el hombre. Del hombre y de la mujer se : Abandonará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De
modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido que no
lo separe el hombre.
Si no puedes romper el vínculo conyugal, ¿cuánto menos
podrás llegar a dividir la Iglesia? ¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde
dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ello? Y,
allí donde un pueblo numeroso esté reunido por los lazos de la caridad, ¿no
estará presente el Señor?
Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a
asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que
una tela de araña.
Oración
Oh Dios, que suscitaste en tu Iglesia a san Hermenegildo,
mártir, como intrépido defensor de la fe, concédenos a cuantos veneramos hoy la
memoria de su martirio la unidad en la confesión de tu nombre y la
perseverancia en tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Anselmo
Obispo y doctor de la Iglesia
Nació el año 1033 en Aosta (Piamonte). Ingresó en el monasterio
benedictino de Le Bec, en Normandía, y enseñó teología a sus hermanos de
Orden, mientras adelantaba admirablemente por el camino de la perfección.
Trasladado a Inglaterra, fue elegido obispo de Canmrbery y combatió
valientemente por la libertad de la Iglesia, sufriendo dos veces el destierro.
Escribió importantes obras de teología. Murió el año 1109.
Que te conozca y te ame, para que encuentre en ti mi alegría
Del libro Proslogion de san Anselmo, obispo
¿Has encontrado, alma mía, lo que buscabas? Buscabas a
Dios, y has encontrado que él está por encima de todas las cosas, que nada
mejor que él se puede imaginar, y que él es la vida, la luz, la sabiduría, la
bondad, la bienaventuranza eterna y la eternidad dichosa; él está por todas
partes y siempre.
Señor Dios mío, creador y restaurador de mi ser, di a alma
deseosa que eres otro del que ella ha visto para vea limpiamente lo que desea.
Intenta ver más, pero no ve nada más de lo que ha visto, sino tinieblas. En
verdad no ve tinieblas, puesto que en ti no existen, pero ve que no puede ver
más por sus propias tinieblas.
De verdad, Señor, que esta luz en la que habitas es
inaccesible, pues no existe nadie que pueda penetrar esta luz para
contemplarte. Yo no la veo, pues es excesiva para mí, y, sin embargo, todo lo
que veo lo veo por ella, del mismo modo que el ojo débil, lo que ve, lo ve por
la luz del sol, aunque no pueda mirarlo directamente.
¡Mi entendimiento no puede alcanzar esa luz!; es demasiado
resplandeciente para comprenderla, y tampoco los ojos de mi alma soportan el
mirarla por mucho tiempo. Su fulgor la deslumbra, su sublimidad la supera, su
inmensidad la anonada, su amplitud la ofusca.
¡Oh luz suprema e inaccesible! ¡Oh verdad íntegra y feliz,
qué lejos estás de mí que estoy tan cerca de ti! ¡Qué lejos estás de mi
presencia, mientras yo siempre estoy en la tuya!
En todas partes estás presente e íntegra, y yo no te veo. Me
muevo y existo en ti, y, sin embargo, no puedo alcanzarte. Estás dentro y
alrededor de mí y no te siento.
Te ruego, Señor, que te conozca y te ame para que encuentre
en ti mi alegría. Y si en esta vida no puedo alcanzar la plenitud, que al menos
crezca de día en día hasta que llegue a aquella plenitud. Que en esta vida se
haga más profundo mi conocimiento de ti, para que allí sea completo; que tu
amor crezca en mí para que allí sea perfecto, y que mi alegría, grande en
esperanza, sea completa en la posesión.
Señor, por medio de tu Hijo nos ordenas e incluso nos
aconsejas que pidamos, y prometes que recibiremos, para que nuestro gozo sea
perfecto. Yo te pido, Señor, como nos aconsejas por medio de nuestro admirable
consejero, que reciba lo que prometes por tu fidelidad, para que mi gozo sea
perfecto. Yo te pido, Dios veraz, que reciba, para que mi gozo sea perfecto.
Entre tanto, que esto sea lo que medite mi mente, proclame
mi lengua, ame mi corazón y hable mi boca. Que sea el hambre de mi alma, y la
sed de mi cuerpo; que todo mi ser lo desee, hasta que entre en el gozo del
Señor, que es Dios trino y uno, bendito en todos los siglos. Amén.
Oración
Señor Dios, que has concedido a tu obispo san Anselmo el don
de investigar y enseñar las profundidades de tu sabiduría, haz que nuestra fe
ayude de tal modo a nuestro entendimiento, que lleguen a ser dulces a nuestro
corazón las cosas que nos mandas creer. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Jorge
Mártir
Ya en el siglo IV fue objeto de veneración en Dióspolis
(Palestina), donde había una iglesia construida en su honor. Su culto se
difundió desde muy antiguo por oriente y occidente.
Protegido inexpugnablemente con el estandarte de la cruz
De los sermones de san Pedro Damiani, obispo
La festividad de hoy, queridos hermanos, duplica la alegría
de la gloria pascual, y es como una piedra preciosa que da un nuevo esplendor
al oro en que se incrusta.
Jorge fue trasladado de una milicia a otra, pues dejó su
cargo en el ejército, cambiándolo por la profesión de la milicia cristiana y,
con la valentía propia de un soldado, repartió primero sus bienes entre los
pobres, despreciando el de los bienes del mundo, y así, libre y dispuesto, se
puso la coraza de la fe y, cuando el combate se hallaba en todo su fragor,
entró en él como un valeroso soldado de Cristo.
Esta actitud nos enseña claramente que no se puede pelear
por la fe con firmeza y decisión si no se han dejado primero los bienes
terrenos.
San Jorge, encendido en fuego del Espíritu Santo y
protegiéndose inexpugnablemente con el estandarte de la cruz, peleó de tal modo
con aquel rey inicuo, que, al vencer a este delegado de Satanás, venció al
príncipe de la iniquidad y dio ánimos a los soldados de Cristo para combatir
con valentía.
Junto al mártir estaba el Árbitro invisible y supremo que,
según sus designios, permitía a los impíos que le atormentaran. Si es verdad
que entregaba su cuerpo en manos de los verdugos, guardaba su alma bajo su
constante protección, escondiéndola en el baluarte inexpugnable de la fe.
Hermanos carísimos: no debemos limitarnos a admirar a este
combatiente de la milicia celeste, sino que debemos imitarle.
Que nuestro espíritu se eleve hacia el premio de la gloria
celestial, de modo que, centrado nuestro corazón en su contemplación, no nos
dejemos doblegar, tanto si el mundo seductor se burla de nosotros como si con
sus amenazas quiere atemorizarnos.
Purifiquémonos, pues, de cualquier impureza de cuerpo o
espíritu, siguiendo el mandato de Pablo, para entrar al fin en ese templo de la
bienaventuranza al que se dirige ahora nuestra intención.
El que dentro de este templo que es la Iglesia quiere
ofrecerse a Dios en sacrificio necesita, una vez que haya sido purificado por
el bautismo, revestirse luego de las diversas virtudes, como está escrito: Que
tus sacerdotes se vistan de justicia; en efecto, quien renace en Cristo
como hombre nuevo por el bautismo no debe volver a ponerse la mortaja del
hombre viejo, sino la vestidura del hombre nuevo, viviendo con una conducta
renovada.
Así es como, limpios de las manchas del antiguo pecado y
resplandecientes por el brillo de la nueva conducta, celebramos dignamente el
misterio pascual e imitamos realmente el ejemplo de los santos mártires.
Oración
Señor, alabamos tu poder y te rogamos que san Jorge, fiel
imitador de la pasión de tu Hijo, sea para nosotros protector generoso en
nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Fidel de Sigmaringa
Presbítero y mártir
Nació en Sigmaringa (Alemania) el año 1578. Entró en la
Orden de los Capuchinos y llevó una vida de gran aspereza entregado a la
oración. Por su gran actividad como predicador, la Congregación para la
Propagación de la fe le encargó fortalecer la recta doctrina en Suiza.
Perseguido de muerte por los herejes, sufrió el martirio el año 1622 en Seewis
(Suiza).
Hombre fiel por su nombre y por su vida
Elogio de san Fidel, presbítero y mártir
El papa Benedicto catorce celebró la figura de san Fidel
defensor de la fe católica, con estas palabras:
«Desplegando la plenitud de su caridad al socorro material
de sus prójimos, acogía paternalmente a todos los pobres y los sustentaba
haciendo colectas en favor suyo por todas partes.
Remediaba la indigencia de los huérfanos y las viudas con
las limosnas de los ricos; socorría a los presos con toda clase de ayudas
materiales y espirituales, visitaba a los enfermos y los reconciliaba con Dios,
preparándoles para el último combate.
Su actividad más meritoria fue la que desplegó con ocasión
de la peste que se declaró en el ejército austríaco, exponiéndose
constantemente a las enfermedades y a la muerte».
Junto con esta caridad, Fidel –hombre fiel por su nombre y
por su vida– sobresalió en la defensa de la fe católica que predicó
incansablemente. Pocos días antes de morir y confirmar esa fe con su propia
sangre, en su último sermón dejó lo que podríamos llamar su testamento:
«¡Oh fe católica, qué estable y firme eres, qué bien
arraigada, qué bien cimentada estás sobre roca inconmovible! El cielo y
la tierra pasarán, pero tú nunca podrás pasar. El orbe entero te contradijo
desde un principio, pero con tu poder triunfaste de todos.
Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra
fe, que sometió al
imperio de Cristo a los reyes más poderosos y puso a las naciones a su
servicio.
¿Qué otra cosa, sino la fe, y principalmente la fe en la
resurrección, hizo a los apóstoles y mártires soportar sus dificultades y
sufrimientos?
¿Qué fue lo que hizo a los anacoretas despreciar los
placeres y los honores y vivir en el celibato y la soledad, sino la fe viva?
¿Qué es lo que hoy lleva a los verdaderos cristianos a
despreciar los placeres, resistir a la seducción y soportar sus rudos
sufrimientos?
La fe viva, activa en la práctica del amor, es la que
hace dejar los bienes presentes por la esperanza de los futuros y trocar los
primeros por los segundos».
Oración
Señor Dios, que te has dignado conceder la palma del
martirio a San Fidel de Sigmaringa cuando, abrasado en tu amor, se entregaba a
la propagación de la fe, concédenos, te rogamos, que arraigados como él en el
amor, lleguemos a conocer el poder de la resurrección de Jesucristo. Por
nuestro Señor.
San Marcos
Evangelista
Primo de Bernabé, acompañó a san Pablo en su primer viaje;
también le acompañó en Roma. Fue discípulo de san Pedro e intérprete del mismo
en su evangelio. Se le atribuye la fundación de la Iglesia de Alejandría.
La predicación de la verdad
Del tratado de san Ireneo, obispo, contra las herejías
La Iglesia, diseminada por el mundo entero hasta los
confines de la tierra, recibió de los apóstoles y de sus discípulos la fe en un
solo Dios Padre todopoderoso, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo
que contienen; y en un solo Jesucristo, Hijo de Dios, que se encarnó
por nuestra salvación; y en el Espíritu Santo, que por los profetas anunció
los planes de Dios, el advenimiento de Cristo, su nacimiento de la Virgen, su
pasión, su resurrección de entre los muertos, su ascensión corporal a los
cielos, su venida de los cielos, en la gloria del Padre, para recapitular
todas las cosas y resucitar a todo el linaje humano, a fin de que
ante Cristo Jesús, nuestro Señor, Dios y Salvador y Rey, por voluntad del Padre
invisible, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y
toda lengua proclame a quien hará justo juicio en todas las cosas.
La Iglesia, pues, diseminada, como hemos dicho, por el mundo
entero, guarda diligentemente la predicación y la fe recibida, habitando como
en una única casa; y su fe es igual en todas partes, como si tuviera una sola
alma y un solo corazón, y cuanto predica, enseña y transmite, lo hace al
unísono, como si tuviera una sola boca. Pues, aunque en el mundo haya muchas
lenguas distintas, el contenido de la tradición es uno e idéntico para todos.
Las Iglesias de Germania creen y transmiten lo mismo que las
otras de los iberos o de los celtas, de Oriente, Egipto o Libia o del centro
del mundo. Al igual que el sol, criatura de Dios, es uno y el mismo en todo el
mundo, así también la predicación de la verdad resplandece por doquier e
ilumina a todos aquellos que quieren llegar al conocimiento de la verdad.
En las Iglesias no dirán cosas distintas los que son buenos
oradores, entre los dirigentes de la comunidad (pues nadie está por encima del
Maestro), ni la escasa oratoria de otros debilitará la fuerza de la tradición,
pues siendo la fe una y la misma, ni la amplía el que habla mucho ni la
disminuye el que habla poco.
Oración
Señor, Dios nuestro, que enalteciste a tu evangelista san
Marcos con el ministerio de la predicación evangélica, concédenos aprovechar de
tal modo sus enseñanzas que sigamos siempre fielmente las huellas de Cristo.
Que vive y reina contigo.
San Isidoro
Obispo y doctor de la Iglesia
Isidoro de Sevilla nace hacia el año 560. Educado por su
hermano san Leandro, arzobispo hispalense, le sucede en la sede sevillana, donde
desarrolla su extraordinaria labor pastoral y literaria. Compone libros llenos
de erudición, organiza bibliotecas, preside concilios, ordena la liturgia
hispanovisigoda. Después de 40 años de episcopado, muere el 4 de abril del
636. El año 1063 fue trasladado su cuerpo a León, donde hoy recibe culto en la
iglesia de su nombre.
El obispo debe tener su puerta abierta a todo el que llegue
Del tratado de san Isidoro, obispo, sobre los oficios
eclesiásticos
Es preciso que el obispo sobresalga en el conocimiento de
las sagradas Escrituras, porque, si solamente puede presentar una vida santa,
para sí exclusivamente aprovecha; pero, si es eminente en ciencia y pedagogía,
podrá enseñar a los demás y refutar a los contestatarios, quienes, si no se les
va a la mano y se les desenmascara, fácilmente seducen a los incautos.
El lenguaje del obispo debe ser limpio, sencillo, abierto,
lleno de gravedad y corrección, dulce y suave. Su principal deber es estudiar
la santa Biblia, repasar los cánones, seguir el ejemplo de los santos,
moderarse en el sueño, comer poco y orar mucho, mantener la paz con los
hermanos, a nadie tener en menos, no condenar a ninguno si no estuviere
convicto, no excomulgar sino a los incorregibles.
Sobresalga tanto en la humildad como en la autoridad; que,
ni por apocamiento queden por corregir los desmanes, ni por exceso de autoridad
atemorice a los súbditos. Esfuércese en abundar en la caridad, sin la cual
toda virtud es nada. Ocúpese con particular diligencia del cuidado de los
pobres, alimente a los hambrientos, vista al desnudo, acoja al peregrino,
redima al cautivo, sea amparo de viudas y huérfanos.
Debe dar tales pruebas de hospitalidad que a todo el mundo
abra sus puertas con caridad y benignidad. Si todo fiel cristiano debe procurar
que Cristo le diga: Fui forastero y me hospedasteis, cuánto más el
obispo, cuya residencia es la casa de todos. Un seglar cumple con el deber de
hospitalidad abriendo su casa a algún que otro peregrino. El obispo, si no
tiene su puerta abierta a todo el que llegue, es un hombre sin corazón.
O bien:
Superaba a todo el mundo en sabiduría y, más aún, en obras
de caridad
Del prólogo de san Braulio de Zaragoza, a las obras de san
Isidoro
Isidoro, hermano y sucesor de Leandro en la sede hispalense,
fue el egregio varón, refugio del saber de las generaciones antiguas y pedagogo
de las nuevas. El número y profundidad de sus escritos dan fe del caudal de sus
conocimientos, que edifican a toda la Iglesia.
No parece sino que Dios lo suscitó en estos calamitosos
tiempos nuestros como canal de la antigua sabiduría, para que España no se
hundiera en la barbarie. Exactamente definen su obra los divulgados elogios.
Peregrinos en nuestro propio suelo, sus libros nos condujeron
a la patria: Ellos nos señalan el origen y el destino. Redactó los fastos
nacionales. Su pluma describe las diócesis, las regiones, las comarcas.
Investigó los nombres, géneros, causas y fines de todo
divino y lo humano. Cual fuera el torrente de su elocuencia y su dominio de la
sagrada Escritura lo demuestran las actas de los concilios por él presididos.
Superaba a todo el mundo en sabiduría y, más aún, en obras de caridad.
Oración
Señor, Dios todopoderoso, tú elegiste a san Isidoro, obispo
y doctor de la Iglesia, para que fuese testimonio y fuente del humano saber;
concédenos, por su intercesión, una búsqueda atenta y una aceptación generosa
de tu eterna verdad. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Pedro Chanel
Presbítero y mártir
Nació en Cuet (Francia) el año 1803. Entró a formar parte de
la clerecía y ejerció durante algunos años el ministerio pastoral. Ingresó en
la Compañía de María (padres Maristas) y se marchó a Oceanía como misionero. En
medio de dificultades de toda clase, consiguió convertir a algunos paganos, lo
que le granjeó el odio de unos sicarios que le dieron muerte en la isla Futuna,
el año 1841.
La sangre de los mártires es semilla de cristianos
Elogio de san Pedro Chanel, presbítero y mártir
Pedro, nada más abrazar la vida religiosa en la Compañía de
María, pidió ser enviado a las misiones de Oceanía y desembarcó en la isla
Futuna, en el océano Pacífico, en la que aún no había sido anunciado el nombre
de Cristo. El hermano lego que le asistía contaba su vida misionera con estas
palabras:
«Después de sus trabajos misionales, bajo un sol abrasador y
pasando hambre, volvía a casa sudoroso y rendido de cansancio, pero con gran
alegría y entereza de ánimo, como si viniera de un lugar de recreo, y esto no
una vez, sino casi todos los días.
No solía negar nada a los indígenas, ni siquiera a los que
le perseguían, excusándolos siempre y acogiéndolos, por rudos e incómodos que
fueran. Era de una dulzura de trato sin par y con todos».
No es extraño que los indígenas le llamaran «hombre de gran
corazón». El decía muchas veces al hermano:
En esta misión tan dificil es preciso que seamos santos».
Lentamente fue predicando el Evangelio de Cristo, pero con
escaso fruto, prosiguiendo con admirable constancia su labor misionera y
humanitaria, confiado siempre en la frase de Cristo: Uno siembra y otro
siega, y pidiendo siempre la ayuda de la Virgen, de la que fue
extraordinario devoto.
Su predicación de la verdad cristiana implicaba la abolición
del culto a los espíritus, fomentado por los notables de la isla en beneficio
propio. Por ello le asesinaron cruelmente, con la esperanza de acabar con las
semillas de la religión cristiana.
La víspera de su martirio había dicho el mártir:
«No importa que yo muera; la religión de Cristo está ya tan
arraigada en esta isla que no se extinguirá con mi muerte».
La sangre del mártir fue fructífera. Pocos años después de
su muerte se convirtieron los habitantes de aquella isla y de otras de
Oceanía, donde florecen ahora pujantes Iglesias cristianas, que veneran a Pedro
Chanel como su protomártir.
Oración
Señor, tú que has concedido la palma del martirio a san
Pedro Chanel cuando trabajaba por extender tu Iglesia, concédenos a nosotros
que, en medio de las alegrías pascuales, celebremos de tal modo el misterio de
Cristo muerto y resucitado, que seamos verdaderamente testigos de una vida
nueva. Por nuestro Señor Jesucristo.
Santa Catalina de Siena
Virgen y doctora de la Iglesia
Nació en Siena el año 1347; ya desde niña aspiraba a lo
mejor y consiguió entrar en la Tercera Orden dominicana. Movida por su gran
amor a Dios y al prójimo, promovió la paz y la concordia entre las ciudades y
defendió valientemente los derechos y la libertad del romano pontífice,
favoreciendo también la renovación de la vida religiosa. Es autora de
importantes obras de espiritualidad. Murió el año 1380.
Gusté y vi
Del Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen, sobre la
divina Providencia
¡Oh Deidad eterna, oh eterna Trinidad, que por la unión de la
naturaleza divina diste tanto valor a la sangre de tu Hijo unigénito! Tú,
Trinidad eterna, eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más
encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco. Tú sacias al alma de una
manera en cierto modo insaciable, pues en tu insondable profundidad sacias al
alma de tal forma que siempre queda hambrienta y sedienta de ti, Trinidad
eterna, con el deseo ansioso de verte a ti, la luz, en tu misma luz.
Con la luz de la inteligencia gusté y vi en tu luz tu
abismo, eterna Trinidad, y la hermosura de tu criatura, pues, revistiéndome yo
misma de ti, vi que sería imagen tuya, ya que tú, Padre eterno, me haces
partícipe de tu poder y de tu sabiduría, sabiduría que es propia de tu Hijo
unigénito. Y el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, me ha dado
la voluntad que me hace capaz para el amor.
Tú, Trinidad eterna, eres el Hacedor y yo la hechura, por lo
que, iluminada por ti, conocí, en la recreación que de mí hiciste por medio de
la sangre de tu Hijo unigénito, que estás amoroso de la belleza de tu hechura.
¡Oh abismo, oh Trinidad eterna, oh Deidad, oh mar profundo!:
¿podías darme algo más preciado que tú mismo? Tú eres el fuego que siempre
arde sin consumir; tú eres el que consumes con tu calor los amores egoístas del
alma. Tú eres también el fuego que disipa toda frialdad; tú iluminas las mentes
con tu luz, en la que me has hecho conocer tu verdad.
En el espejo de esta luz te conozco a ti, bien sumo, bien
sobre todo bien, bien dichoso, bien incomprensible, bien inestimable, belleza
sobre toda belleza, sabiduría sobre toda sabiduría; pues tú mismo eres la
sabiduría, tú, el pan de los ángeles, que por ardiente amor te has entregado a
los hombres.
Tú, el vestido que cubre mi desnudez; tú nos alimentas a
nosotros, que estábamos hambrientos, con tu dulzura, tú que eres la dulzura sin
amargor, ¡oh Trinidad eterna!
Oración
Señor Dios, que hiciste a santa Catalina de Siena arder de
amor divino en la contemplación de la pasión de tu Hijo y en su entrega al
servicio de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, vivir asociados al
misterio de Cristo para que podamos llenarnos de alegría con la manifestación
de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Pío V
Papa
Nació cerca de Alejandría (Italia) el año 1504. Ingresó en
la Orden de Predicadores y fue profesor de teología. Consagrado obispo y
elevado al cardenalato, fue finalmente elegido papa el año 1566. Continuó con
gran decisión la reforma comenzada por el Concilio de Trento, promovió la
propagación de la fe y la liturgia. Murió el 1 de mayo de 1572.
La Iglesia está fundada sobre la piedra que confesó Pedro
De los tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio
de san Juan
Dios, además de otros consuelos, que no cesa de conceder al
género humano, cuando llegó la plenitud de los tiempos, es decir, en el momento
que él tenía determinado, envió a su Hijo unigénito, por quien creó todas las
cosas, para que permaneciendo Dios se hiciera hombre y fuese
el mediador
entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús.
Y ello para que cuantos creyeran en él, limpios por
el bautismo de todo pecado, fuesen liberados de la condenación eterna y
viviesen de la fe, esperanza y caridad, peregrinando en este mundo y
caminando, en medio de penosas tentaciones y peligros, ayudados por los
consuelos espirituales y corporales de Dios, hacia su encuentro, siguiendo el
camino que es el mismo Cristo.
Y a los que caminan en Cristo, aunque no se encuentran sin
pecados, que nacen de la fragilidad de esta vida, les concedió el remedio
saludable de la limosna como apoyo de aquella oración en la que él mismo nos
enseñó a decir: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a
nuestros deudores.
Esto es lo que hace la Iglesia, dichosa por su esperanza,
mientras dura esta vida llena de dificultades. El apóstol Pedro, por la
primacía de su apostolado, representaba de forma figurada la totalidad de la
Iglesia.
Pues Pedro, por lo que se refiere a sus propiedades personales,
era un hombre por naturaleza, un cristiano por la gracia, un apóstol, y el
primero de ellos, por una gracia mayor; pero, cuando se le dice: Te daré las
llaves del reino de los cielos, lo que ates en la tierra quedará atado en el
cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo, representaba
a toda la Iglesia, que en este mundo es batida por diversas tentaciones, como
si fuesen lluvias, ríos, tempestades, pero que no cae, porque está fundamentada
sobre la piedra, término de donde le viene el nombre a Pedro.
Y el Señor dice: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, porque
Pedro había dicho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. «Sobre esta
piedra que tú has confesado edificaré mi Iglesia». Porque la piedra era
Cristo, él es el cimiento sobre el cual el mismo Pedro ha sido edificado,
pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
La Iglesia, que está fundamentada en Cristo, ha recibido en
la persona de Pedro las llaves del reino de los a cielos, es decir, el poder de
atar y desatar los pecados. La Iglesia, amando y siguiendo a Cristo, se libra
de los males. Pero a Cristo le siguen más de cerca aquellos que luchan por la
verdad hasta la muerte.
Oración
Señor, tú que has suscitado providencialmente en la Iglesia
al papa san Pío quinto, para proteger la fe y dignificar el culto, concédenos,
por su intercesión, participar con fe viva y con amor fecundo en tus santos
misterios. Por nuestro Señor Jesucristo.