San José Obrero
Sobre la actividad humana en todo el mundo
De la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la
Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano II,33-34
Con su trabajo y su ingenio el hombre se ha esforzado
siempre por mejorar su vida; pero hoy, gracias a la ayuda de la ciencia y de la
técnica, ha desarrollado y sigue desarrollando su dominio sobre casi toda la
naturaleza y, gracias sobre todo a las múltiples relaciones de todo tipo
establecidas entre las naciones, la familia humana se va reconociendo y
constituyendo progresivamente como una única comunidad en todo el mundo. De
donde resulta que muchos bienes que el hombre esperaba alcanzar de las fuerzas
superiores, hoy se los procura con su propio trabajo.
Ante este inmenso esfuerzo, que abarca ya a todo el género
humano, el hombre no deja de plantearse numerosas preguntas: ¿Cuál es el
sentido y el valor de esa actividad? ¿Cómo deben ser utilizados todos estos
bienes? Los esfuerzos individuales y colectivos ¿qué fin intentan conseguir?
La Iglesia, que guarda el depósito de la palabra Dios, de la
que se deducen los principios en el orden moral y religioso, aunque no tenga
una respuesta preparada para cada pregunta, intenta unir la luz de la
revelación con el saber humano para iluminar el nuevo camino emprendido por la
humanidad.
Para los creyentes es cierto que la actividad humana
individual o colectiva o el ingente esfuerzo realizado por el hombre a lo largo
de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado en sí mismo,
responde a la voluntad de Dios.
Pues el hombre, creado a imagen de Dios, recibió el mandato
de que, sometiendo a su dominio la tierra y todo cuanto ella contiene,
gobernase el mundo con justicia y santidad, y de que, reconociendo a Dios como
creador de todas las cosas, dirija su persona y todas las cosas a Dios, para
que, sometidas todas las cosas al hombre, el nombre de Dios sea admirable en
todo el mundo.
Esta verdad tiene su vigencia también en los trabajos más
ordinarios. Porque los hombres y mujeres que, mientras procuran el sustento
para sí y sus familias, disponen su trabajo de tal forma que resulte
beneficioso para la sociedad, con toda razón pueden pensar que con su trabajo
desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen
con su trabajo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia.
Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradas
por el hombre se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende
rivalizar con el Creador, están por el contrario convencidos de que las
victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios y consecuencia de su
inefable designio.
Cuanto más aumenta el poder del hombre, tanto más grande es
su responsabilidad, tanto individual como colectiva.
De donde se sigue que el mensaje cristiano no aparta a los
hombres de la edificación del mundo, ni los lleva a despreocuparse del bien de
sus semejantes, sino que más bien les impone esta colaboración como un deber.
Oración
Dios todopoderoso, creador del universo, que has impuesto
la ley del trabajo a todos los hombres, concédenos que, siguiendo el ejemplo de
san José, y bajo su protección, realicemos las obras que nos encomiendas y
consigamos los premios que nos prometes. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Atanasio
Obispo y doctor de la Iglesia
Nació en Alejandría el año 295 y fue colaborador y sucesor
del obispo Alejandro a quien acompañó en el Concilio de Nicea. Peleó
valerosamente contra los arrianos, lo que le acarreó incontables sufrimientos,
entre ellos varias penas de destierro. Escribió excelentes obras apologéticas y
expositivas de la fe. Murió el año 373.
De la encarnación del Verbo
De los sermones de san Atanasio, obispo
El Verbo de Dios, incorpóreo, incorruptible e inmaterial,
vino a nuestro mundo, aunque tampoco antes se hallaba lejos, pues nunca parte
alguna del universo se hallaba vacía de él, sino que lo llenaba todo en todas
partes, ya que está junto a su Padre.
Pero él vino por su benignidad hacia nosotros, y en cuanto
se nos hizo visible. Tuvo piedad de nuestra raza y de nuestra debilidad y,
compadecido de nuestra corrupción, no soportó que la muerte nos dominase, para
que no pereciese lo que había sido creado, con lo que hubiera resultado inútil
la obra de su Padre al crear al hombre, y por esto tomó para si un cuerpo como
el nuestro, ya que no se contentó con habitar en un cuerpo ni tampoco en
hacerse simplemente visible. En efecto, si tan sólo hubiese pretendido hacerse
visible, hubiera podido ciertamente asumir un cuerpo más excelente; pero él
tomó nuestro mismo cuerpo.
En el seno de la Virgen, se construyó un templo, es decir,
su cuerpo, y lo hizo su propio instrumento, en el que había de darse a conocer
y habitar; de este modo habiendo tomado un cuerpo semejante al de cualquiera de
nosotros, ya que todos estaban sujetos a la corrupción de la muerte, lo entregó
a la muerte por todos, ofreciéndolo al Padre con un amor sin límites; con ello,
al morir en su persona todos los hombres, quedó sin vigor la ley de la
corrupción que afectaba a todos, ya que agotó toda la eficacia de la muerte en
el cuerpo del Señor, y así ya no le quedó fuerza alguna para ensañarse con los
demás hombres, semejantes a él; con ello, también hizo de nuevo incorruptibles
a los hombres, que habían caído en la corrupción, y los llamó de muerte a vida,
consumiendo totalmente en ellos la muerte, con el cuerpo que había asumido y con
el poder de su resurrección, del mismo modo que la paja es consumida por el
fuego.
Por esta razón, asumió un cuerpo mortal: para que este
cuerpo, unido al Verbo que está por encima de todo, satisficiera por todos la
deuda contraída con la muerte; para que, por el hecho de habitar el Verbo en
él, no sucumbiera a la corrupción; y, finalmente, para que, en adelante, por el
poder de la resurrección, se vieran ya todos libres de la corrupción.
De ahí que el cuerpo que él había tomado, al entregarlo a la
muerte como una hostia y víctima limpia de toda mancha, alejó al momento la
muerte de todos los hombres, a los que él se había asemejado, ya que se ofreció
en lugar de ellos.
De este modo, el Verbo de Dios, superior a todo lo que
existe, ofreciendo en sacrificio su cuerpo, templo e instrumento de su
divinidad, pagó con su muerte la deuda que habíamos contraído, y, así, el Hijo
de Dios, inmune a la corrupción, por la promesa de la resurrección, hizo partícipes
de esta misma inmunidad a todos los hombres, con los que se había hecho una
misma cosa por su cuerpo semejante al de ellos.
Es verdad, pues, que la corrupción de la muerte no tiene ya
poder alguno sobre los hombres, gracias al Verbo, que habita entre ellos por su
encarnación.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste de tu obispo san
Atanasio un preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, en tu
bondad, que, fortalecidos con su doctrina y protección, te conozcamos y te
amemos cada vez más plenamente. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Felipe y Santiago
Apóstoles
Felipe, nacido en Betsaida, primeramente fue discípulo Juan
Bautista y después siguió a Cristo. Santiago, pariente del Señor, hijo de
Alfeo, rigió la Iglesia de Jerusalén; escribió una carta canónica; llevó una
vida de gran mortificación y convirtió a la fe a muchos judíos. Recibió la
palma del martirio el año 62.
La predicación apostólica
Del tratado de Tertuliano, presbítero, sobre la prescripción
de los herejes
Cristo Jesús, nuestro Señor, durante su vida terrena, iba
enseñando por sí mismo quién era él, qué había sido desde siempre, cuál era el
designio del Padre que él realizaba en el mundo, cuál ha de ser la conducta del
hombre para que sea conforme a este mismo designio; y lo enseñaba unas veces
abiertamente ante el pueblo, otras aparte a sus discípulos, principalmente a
los doce que había elegido para que estuvieran junto a él, y a los que había
destinado como maestros de las naciones.
Y así, después de la defección de uno de ellos, cuando
estaba para volver al Padre, después de su resurrección, mandó a los otros once
que fueran por el mundo a adoctrinar a los hombres y bautizarlos en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Los apóstoles –palabra que significa «enviados»–, después de
haber elegido a Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar
así el número de doce (apoyados para esto en la autoridad de una profecía
contenida en un salmo de David), y después de haber obtenido la fuerza del
Espíritu Santo para hablar y realizar milagros, como lo había prometido el
Señor, dieron primero en Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron
allí Iglesias, después fueron por el mundo para proclamar a las naciones la
misma doctrina y la misma fe.
De modo semejante, continuaron fundando Iglesias en cada
población, de manera que las demás Iglesias fundadas posteriormente, para ser
verdaderas Iglesias, tomaron y siguen tomando de aquellas primeras Iglesias el
retoño de su fe y la semilla de su doctrina. Por esto también aquellas Iglesias
son consideradas apostólicas, en cuanto que son descendientes de las Iglesias
apostólicas.
Es norma general que toda cosa debe ser referida a su
origen. Y, por esto, toda la multitud de Iglesias son una con aquella primera
Iglesia fundada por los apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este
sentido son todas primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas
forman una sola. De esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinan entre
ellas, así como su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene
otra razón de ser que su unidad en una misma tradición apostólica.
El único medio seguro de saber qué es lo que predicaron los
apóstoles, es decir, qué es lo que Cristo les reveló, es el recurso a las
Iglesias fundadas por los mismos apóstoles, las que ellos adoctrinaron de viva
voz y, más tarde, por carta.
El Señor había dicho en cierta ocasión: Muchas cosas
quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas hora; pero añadió a continuación:
Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena; con
estas palabras demostraba que nada habían de ignorar, ya que les prometía que
el Espíritu de la verdad les daría el conocimiento de la verdad plena. Y
esta promesa la cumplió, ya que sabemos por los Hechos de los apóstoles que el
Espíritu Santo bajó efectivamente sobre ellos.
Oración
Señor, Dios nuestro, que nos alegras todos los años con la
fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión,
participar en la muerte y resurrección de tu Hijo, para que merezcamos llegar a
contemplar en el cielo el esplendor de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Juan de Ávila
Presbítero
Juan de Ávila nace en Almodóvar del Campo (Ciudad Real)
hacia 1499 y muere en Montilla (Córdoba) el 10 de mayo de 1569. Desarrolló su
actividad apostólica especialmente en el sur de España, por lo cual se le llama
el Apóstol de Andalucía. No sólo en vida, sino también después de su muerte,
con sus cartas, pláticas, sermones y escritos, llenos de unción evangélica, ha
influido poderosamente en la historia de la espiritualidad española y
universal. Fue canonizado por Pablo VI el 31 de mayo de 1970. Pío XII lo nombró
patrono del clero secular español el 2 de julio de 1946.
El sacerdote debe ser santo
De una plática de san Juan de Ávila, presbítero
No sé otra cosa más eficaz con que a vuestras mercedes
persuada lo que les conviene hacer que con traerles a la memoria la alteza del
beneficio que Dios nos ha hecho en llamarnos para la alteza del oficio
sacerdotal. Y si elegir sacerdotes entonces era gran beneficio, ¿qué será en el
nuevo Testamento, en el cual los sacerdotes de él somos como sol en comparación
de noche y como verdad en comparación de figura?
Mirémonos, padres, de pies a cabeza, ánima y cuerpo, y
vernos hemos hecho semejables a la sacratísima Virgen María, que con sus
palabras trajo a Dios a su vientre, y semejables al portal de Belén y pesebre
donde fue reclinado, y a la cruz donde murió, y al sepulcro donde fue
sepultado. Y todas estas son cosas santas, por haberlas Cristo tocado; y de
lejanas tierras van a las ver, y derraman de devoción muchas lágrimas, y mudan
sus vidas movidos por la gran santidad de aquellos lugares. ¿Por qué los
sacerdotes no son santos, pues es lugar donde Dios viene glorioso, inmortal,
inefable, como no vino en los otros lugares? Y el sacerdote le trae con las
palabras de la consagración, y no lo trajeron los otros lugares, sacando a la
Virgen. Relicarios somos de Dios, casa de Dios y, a modo de decir, criadores de
Dios; a los cuales nombres conviene gran santidad.
Esto, padres, es ser sacerdotes: que amansen a Dios cuando
estuviere, ¡ay!, enojado con su pueblo; que tengan experiencia que Dios oye sus
oraciones y les da lo que piden, y tengan tanta familiaridad con él; que tengan
virtudes más que de hombres y pongan admiración a los que los vieren: hombres
celestiales o ángeles terrenales; y aun, si pudiere ser, mejor que ellos, pues
tienen oficio más alto que ellos.
Oración
Oh Dios, que hiciste de san Juan de Ávila un maestro
ejemplar para tu pueblo por la santidad de su vida y por su celo apostólico,
haz que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad por el celo
ejemplar de tus ministros. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Nereo y san Aquiles
Mártires
Militares de profesión, abandonaron el ejército a raíz de su
conversión a la fe; por ello fueron condenados a muerte, probablemente en
tiempos de Diocleciano [284-305]. Su sepulcro se conserva en la vía Ardeatina,
donde se edificó en su honor una basílica.
La pasión de Cristo no se limita únicamente a Cristo
De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
Jesucristo, salvador del cuerpo, y los miembros de este
cuerpo forman como un solo hombre, del cual él es la cabeza, nosotros los
miembros; uno y otros estamos unidos en una sola carne, una sola voz, unos
mismos sufrimientos; y, cuando haya pasado el tiempo de iniquidad, estaremos
también unidos en un solo descanso. Así, pues, la pasión de Cristo no se limita
únicamente a Cristo; aunque también la pasión de Cristo se halla únicamente en
Cristo.
Porque, si piensas en Cristo como cabeza y cuerpo entonces
sus sufrimientos no se dieron en nadie más que en Cristo; pero, si por Cristo
entiendes sólo la cabeza, entonces sus sufrimientos no pertenecen a Cristo
solamente. Porque, si sólo le perteneciesen a él, más aún, sólo a la cabeza,
¿con qué razón dice uno de sus miembros, el apóstol Pablo:
Así completo en
mi carne los dolores de Cristo?
Conque si te cuentas entre los miembros de Cristo,
quienquiera que seas el que esto oigas, y también aunque no lo oigas ahora (de
algún modo lo oyes, si eres miembro de Cristo); cualquier cosa que tengas que
sufrir por parte de quienes no son miembros de Cristo, era algo que faltaba a
los sufrimientos de Cristo.
Y por eso se dice que faltaba; porque estás completando una
medida, no desbordándola; lo que sufres es sólo lo que te correspondía como
contribución de sufrimiento a la totalidad de la pasión de Cristo, que padeció
como cabeza nuestra y sufre en sus miembros, es decir, nosotros mismos.
Cada uno de nosotros aportamos a esta especie de común
república nuestra lo que debemos de acuerdo con nuestra capacidad, y en proporción
a las fuerzas que poseemos, contribuimos con una especie de canon de
sufrimientos. No habrá liquidación definitiva de todos los padecimientos hasta
que haya llegado el fin del tiempo.
No se os ocurra, por tanto, hermanos, pensar que todos
aquellos justos que padecieron persecución de parte de los inicuos, incluso
aquellos que vinieron enviados antes de la aparición del Señor, para anunciar
su llegada, no pertenecieron a los miembros de Cristo. Es imposible que no
pertenezca a los miembros de Cristo, quien pertenece a la ciudad que tiene a
Cristo por rey.
Efectivamente, toda aquella ciudad está hablando, desde la
sangre del justo Abel, hasta la sangre de Zacarías. Y a partir de entonces,
desde la sangre de Juan, a través de la de los apóstoles, de la de los
mártires, de la de los fieles de Cristo, una sola ciudad es la que habla.
Oración
Dios todopoderoso, concédenos sentir la piadosa protección
de los gloriosos mártires Nereo y Aquiles, que nos han dado en su martirio un
valeroso testimonio de fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
El mismo día 12 de mayo
San Pancracio
Mártir
Fue martirizado en Roma, probablemente durante la
persecución de Diocleciano [284-305]. Su sepulcro se conserva en la vía,
Aurelia y sobre él se levanta una iglesia, edificada por el papa Símaco.
Con él estaré en la tribulación
De los sermones de san Bernardo, abad
Con él estaré en la tribulación, dice Dios, ¿y yo buscaré otra cosa
que la tribulación? Para mí lo bueno es estar junto a Dios, y no sólo
esto, sino también hacer del Señor mi refugio, porque él mismo dice:
Lo
defenderé, lo glorificaré.
Con él estaré en la tribulación. Gozaba –dice– con los hijos de los
hombres. Se llama Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros».
Desciende del cielo para estar cerca de quienes sienten su corazón agitado por
la tribulación, para estar con nosotros en nuestra tribulación. Llegará también
el tiempo en el que seremos arrebatados, en la nube, al encuentro del Señor,
en el aire, y así estaremos siempre con el Señor, a condición de que
procuremos tener ahora con nosotros y que sea nuestro compañero de viaje aquel
que nos ha de dar entrada en nuestra patria definitiva, o, por decirlo mejor,
aquel que entonces será nuestra patria, si ahora es nuestro camino.
Para mí, Señor, es mejor sufrir las tribulaciones contigo
que reinar sin ti, que vivir regaladamente sin ti, y que gloriarme sin ti. Es
mejor para mí, Señor, unirme más lamente a ti en la tribulación, tenerte
conmigo en la hoguera que estar sin ti, incluso en el cielo: ¿Qué me importa
el cielo sin ti? y contigo ¿qué me importa la tierra? La plata en el horno, el
horno en el crisol, el corazón lo prueba el Señor. Allí, allí estás tú,
Señor, con ellos, estás en medio de los congregados en tu nombre como en otro
tiempo estabas con los tres jóvenes en el horno.
¿Por qué tememos, por qué dudamos, por qué rehuimos este
fuego abrasador? El fuego quema, pero el Señor está con nosotros en la
tribulación. Si Dios está con nosotros, ¿quien estará contra nosotros?
Igualmente, si él nos libera ¿quién podrá arrebatarnos de sus manos? ¿Quién
podrá arrancarnos de ellas? Finalmente, si él nos glorifica, ¿quién podrá
privarnos de la gloria? Si él nos glorifica, ¿quién nos humillará?
Lo
saciaré de largos días. Como si dijera abiertamente: «Sé qué es lo que
desea, de qué tiene sed, qué es lo que le gusta. No le gusta ni el oro ni la
plata, ni el placer, ni la curiosidad, ni tampoco honor alguno de este mundo.
Todo esto lo estima pérdida, todo esto lo desprecia y lo estima como basura. Se
tiene a sí mismo en nada y no tolera ocuparse de esas cosas que sabe que no
pueden llenarle. No ignora a imagen de quién está hecho, de qué grandeza es
capaz, ni soporta crecer en lo pequeño para menguar en lo grande.
Así, pues, lo saciaré de largos días, ya que no puede
satisfacerlo sino la luz verdadera, ni llenarlo sino la eterna, pues ni
aquellos largos días tienen fin, ni aquella claridad ocaso, ni aquella saciedad
cansancio.
Oración
Señor, que se alegre tu Iglesia, confiada en la protección
de san Pancracio, y que por los ruegos de tu
mártir se mantenga fiel a ti y se consolide en la paz verdadera. Por
nuestro Señor Jesucristo.
San Matías
Apóstol
Fue elegido por los apóstoles para ocupar el puesto de
Judas, como testigo de la resurrección del Señor. Así lo atestiguan los Hechos
de los apóstoles (Hch 1,15-26).
Muéstranos, Señor, a cuál has elegido
De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el
libro de los Hechos de los apóstoles
Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los
hermanos y dijo.
Pedro,
a quien se había encomendado el rebaño de Cristo, es el primero en hablar,
llevado de su fervor y de su primacía dentro del grupo: Hermanos, tenemos
que elegir de entre nosotros. Acepta el parecer de los reunidos, y al mismo
tiempo honra a los que son elegidos, e impide la envidia que se podía insinuar.
¿No tenía Pedro facultad para elegir a quienes quisiera? La
tenía, sin duda, pero se abstiene de usarla, para no dar la impresión de que
obra por favoritismo. Por otra parte, Pedro aún no había recibido el Espíritu
Santo. Propusieron –dice el texto sagrado– dos nombres: José, apellidado
Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. No es Pedro quien propone
los candidatos, sino todos los asistentes. Lo que sí hace Pedro es recordar la
profecía, dando a entender que la elección no es cosa suya. Su oficio es el de
intérprete, no el de quien impone un precepto.
Hace falta, por tanto, que uno de los que nos acompañaron.
Fijaos qué interés tiene en que los candidatos sean testigos oculares, aunque
aún no hubiera venido el Espíritu.
Uno de los que nos acompañaron –precisa– mientras convivió con
nosotros el Señor Jesús. Se refiere a los que han convivido con él, y no a
los que sólo han sido discípulos suyos. Es sabido, en efecto, que eran muchos
los que lo seguían desde el principio.
Y, así, vemos que dice el Evangelio: Era uno de los dos que oyeron a Juan y
siguieron a Jesús.
Y prosigue: Mientras convivió con nosotros el Señor
Jesús, desde que Juan bautizaba. Con razón señala este punto de partida, ya
que los hechos anteriores nadie los conocía por experiencia, sino que los
enseñó el Espíritu Santo.
Luego continúa diciendo: Hasta el día de su ascensión, y:
Como testigo de la resurrección de Jesús. No dice: «Testigo de las demás
cosas», sino: Testigo de la resurrección de Jesús. Pues merecía mayor
fe quien podía decir: «El que comía, bebía y fue crucificado, este mismo ha
resucitado». No era necesario ser testigo del período anterior ni del
siguiente, ni de los milagros, sino sólo de la resurrección. Pues aquellos
otros hechos habían sido públicos y manifiestos, en cambio, la resurrección se
había verificado en secreto y sólo estos testigos la conocían.
Todos rezan, diciendo: Señor, tú penetras el corazón de
todos, muéstranos. «Tú, no nosotros». Llaman con razón al que
penetra todos los corazones, pues él solo era quien había de hacer la elección.
Le exponen su petición: con toda confianza, dada la necesidad de la elección.
No dicen: «Elige», sino muéstranos a cuál has elegido, pues saben que
todo ha sido prefijado por Dios. Echaron suertes. No se creían
dignos de hacer por sí mismos la elección, y por eso prefieren atenerse a una
señal.
Oración
Oh Dios, que quisiste agregar a san Matías al colegio de los
apóstoles, concédenos, por sus ruegos, que podamos alegrarnos de tu
predilección al ser contados entre tus elegidos. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Isidro labrador
A finales del siglo XI nace san Isidro en Madrid, en cuya
parroquia de San Andrés fue bautizado. Contrajo matrimonio en Torrelaguna con
María de la Cabeza. Trabajó como jornalero agricultor. Murió muy anciano. La
tradición popular conservó la memoria de su espíritu de oración y de
generosidad con los necesitados. Es patrono del campo español. Fue canonizado
por Gregorio XV el año 1622. Su cuerpo se conserva incorrupto en la catedral de
Madrid.
Sembrad siempre buenas obras
De los sermones de san Agustín, obispo
Sed ricos en buenas obras,
dice el Señor. Éstas son las
riquezas que debéis ostentar, que debéis sembrar. Éstas son las obras a las que
se refiere el Apóstol, cuando dice que no debemos cansarnos de hacer el bien,
pues a su debido tiempo recogeremos. Sembrad, aunque no veáis todavía lo que
habéis de recoger. Tened fe y seguid sembrando. ¿Acaso el labrador, cuando
siembra, contempla ya la cosecha? El trigo de tantos sudores, guardado en el
granero, lo saca y lo siembra. Confía sus granos a la tierra. Y vosotros, ¿no
confiáis vuestras obras al que hizo el cielo y la tierra?
Fijaos en los que tienen hambre, en los que están desnudos,
en los necesitados de todo, en los peregrinos, en los que están presos. Todos
éstos serán los que os ayudarán a sembrar vuestras obras en el cielo... La
cabeza, Cristo, está en el cielo, pero tiene en la tierra sus miembros. Que el
miembro de Cristo dé al miembro de Cristo; que el que tiene dé al que necesita.
Miembro eres tú de Cristo y tienes que dar, miembro es él de Cristo y tiene que
recibir. Los dos vais por el mismo camino, ambos sois compañeros de ruta. El
pobre camina agobiado; tú, rico, vas cargado. Dale parte de tu carga. Dale, al
que necesita, parte de lo que a ti te pesa. Tú te alivias y a tu compañero le
ayudas.
Oración
Señor, Dios nuestro, que en la humildad y sencillez de san
Isidro, labrador, nos dejaste un ejemplo de vida escondida en ti, con Cristo,
concédenos que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea al mismo
tiempo plegaria de alabanza a tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Pascual Bailón
Religioso
San Pascual nace el año 1540 en Torrehermosa, perteneciente
al reino de Aragón, donde ejerce el humilde oficio de pastor. Ingresó en la
Orden de los Frailes Menores, y sobresalió por su devoción a la Virgen y por su
amor a la eucaristía. Murió en Villarreal de los Infantes, cerca de Valencia,
el 17 de mayo de 1592. Fue canonizado por Alejandro VIII en 1690. León XIII lo
nombró patrono de las Asociaciones y Congresos eucarísticos por el breve
apostólico Providentissimus, de 28 de noviembre de 1897.
La eucaristía, vínculo de paz y de unidad
Del breve apostólico Providentíssimus del papa León XIII
Para animar a los católicos a profesar valientemente su fe y
a practicar las virtudes cristianas, ningún medio es más eficaz que el que
consiste en alimentar y aumentar la piedad del pueblo hacia aquella admirable
prenda de amor, vínculo de paz y de unidad, que es el sacramento de la
eucaristía.
Ahora bien, entre aquellos cuya piedad para con este sublime
misterio de la fe se manifestó con más vívido fervor, Pascual Bailón ocupa el
primer lugar. Dotado por naturaleza de muy delicada afición a las cosas
celestiales, después de haber pasado santamente la juventud en la guarda de su
rebaño, abrazó una vida más severa en la Orden de Frailes Menores de la
estricta observancia, y mereció por sus meditaciones sobre el convite
eucarístico adquirir la ciencia relativa a él; hasta el punto de que aquel
hombre, desprovisto de nociones y aptitudes literarias, resultó capaz de
responder a preguntas sobre las más difíciles materias de fe, y hasta de
escribir libros piadosos. Pública y abiertamente profesó la verdad de la
eucaristía entre los herejes y, por ello, tuvo que pasar por graves pruebas.
Émulo del mártir Tarsicio, fue varias veces amenazado con la muerte.
Creemos, pues, que las asociaciones eucarísticas no pueden
ser confiadas a mejor patronazgo. Llenos de confianza, hacemos votos porque los
ejemplos de este santo den por fruto el aumento de aquellos que, en el pueblo cristiano,
dirigen cada día su celo, sus intenciones y su amor a Cristo Salvador,
principio el más alto y el más augusto de toda salvación.
Oración
Oh Dios, que otorgaste a san Pascual Bailón un amor
extraordinario a los misterios del Cuerpo y de la Sangre de tu Hijo, concédenos
la gracia de alcanzar las divinas riquezas que él alcanzó en este sagrado
banquete que preparas a tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Juan I
Papa y mártir
Nació en Toscana, y fue elegido papa el año 523. Enviado
como legado de Teodorico a Justino, emperador de Constantinopla, fue detenido a
su vuelta y encarcelado. Su gestión no había sido del agrado del monarca. Murió
en Ravena el 526.
Porque la vida de Jesucristo sea manifiesta en nosotros
De las cartas de san Juan de Ávila, presbítero
Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre
de las misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda
nuestra tribulación, de manera que podamos nosotros consolar a los que en toda
,angustia están; y esto por la consolación, con la cual Dios nos consuela.
Porque, así como las tribulaciones de Cristo abundan en nosotros, así por
Cristo es abundante nuestra consolación.
Palabras son éstas del apóstol san Pablo. Tres veces fue
azotado con varas, y cinco con azotes, y una vez apedreado hasta que fue dejado
por muerto, y perseguido de todo linaje de hombres, y atormentado con todo
género de trabajos y penas, y esto no pocas veces; mas como él en otra parte
dice: Nosotros siempre somos traídos a la muerte por amor de Jesucristo,
porque la vida de Jesucristo sea manifiesta en nosotros.
Y, con todas estas tribulaciones, no sólo no murmura ni se
queja de Dios, como los flacos suelen hacer; no se entristece, como los
amadores de su honra o regalo; no importuna a Dios que se las quite, como los
que no le conocen, y por eso no las quieren por compañeras; no las tiene por
pequeña merced, como los que las desean poco, mas, toda la ignorancia y
flaqueza dejada atrás, bendice en ellas y da gracias por ellas al Dador de
ellas, como por una señalada merced, teniéndose por dichoso de padecer algo por
la honra de aquel que sufrió tantas deshonras por sacarnos de la deshonra en
que estábamos sirviendo a la vileza de los pecados, y nos hermoseó y honró con
su espíritu y adopción de hijos de Dios, y nos dio arra y prenda de gozar en el
cielo de él y por él.
¡Oh hermanos míos, muy mucho amados! Dios quiere abrir
vuestros ojos para considerar cuántas mercedes nos hace en lo que el mundo
piensa que son disfavores, y cuán honrados somos en ser deshonrados por buscar
la honra de Dios, y cuán alta honra nos está guardada por el abatimiento
presente, y cuán blandos, amorosos y dulces brazos nos tiene Dios abiertos para
recibir a los heridos en la guerra por él, que, sin duda, exceden sin
comparación en placer a toda hiel que los trabajos aquí puedan dar. Y, si algún
seso hay en nosotros, mucho deseo tenemos de estos abrazos; porque, ¿quién no
desea al que todo es amable y deseable, sino quien no sabe qué cosa es desear?
Pues tened por cierto que si aquellas fiestas os agradan y
las deseáis ver y gozar, que no hay otro más seguro camino que el padecer. Esta
es la senda por donde fue Cristo y todos los suyos, que él llama estrecha
empero lleva a la vida; y nos dejó esta enseñanza, que si quisiéramos ir donde
está él, que fuésemos por el camino por donde fue él; porque no es razón que,
yendo el Hijo de Dios por camino de deshonras, vayan los hijos de los hombres
por camino de honras, pues que no es mejor el discípulo que el Maestro, ni
el esclavo que el Señor.
Ni plega a Dios que nuestra ánima en otra parte descanse, ni
otra vida en este mundo escoja, sino trabajar en la cruz del Señor. Aunque no
sé si digo bien en llamar trabajos a los de la cruz, porque a mí me parece que
son descansos en cama florida y llena de rosas.
Oración
Oh Dios, remunerador de las almas fieles, que has consagrado
este día con el martirio del papa san Juan primero, escucha las oraciones de tu
pueblo y concédenos imitar la constancia en la fe de aquel cuyos méritos
veneramos. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Bernardino de Siena
Presbítero
Nacido en Massa Marittima, territorio de Siena, el año 1380,
entró en la Orden de los Frailes Menores, se ordenó sacerdote y desplegó por
toda Italia una gran actividad como predicador, con notables frutos. Propagó la
devoción al santísimo nombre de Jesús. Tuvo un papel importante en la promoción
intelectual y espiritual de su Orden; escribió, además, algunos tratados de
teología. Murió el año 1444.
El nombre de Jesús, luz de los predicadores
De los sermones de san Bernardino de Siena, presbítero
El nombre de Jesús es la luz de los predicadores, pues es su
resplandor el que hace anunciar y oír su palabra. ¿Por qué crees que se
extendió tan rápidamente y con tanta fuerza la fe por el mundo entero, sino por
la predicación del nombre de Jesús? ¿No ha sido por esta luz y por el gusto de
este nombre como nos llamó Dios a su luz maravillosa? Iluminados
todos y viendo ya la luz en esta luz, puede decirnos el Apóstol:
En otro
tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la
luz.
Es preciso predicar este nombre para que resplandezca y no
quede oculto. Pero no debe ser predicado con el corazón impuro o la boca
manchada, sino que hay que guardarlo y exponerlo en un vaso elegido.
Por esto dice el Señor, refiriéndose al Apóstol: Ese
hombre es un vaso elegido por mi para dar a conocer mi nombre a pueblos, reyes,
y a los israelitas. Un vaso –dice– elegido por mi, como
aquellos vasos elegidos en que se expone a la venta una bebida de agradable
sabor, que el brillo y esplendor del recipiente invite a bebe de ella; para
dar a conocer –dice– mi nombre.
Pues igual que con el fuego se limpian los campos, se
consumen los hierbajos, las zarzas y las espinas inútiles, e igual también que
cuando sale el sol y, disipadas las tinieblas, huyen los ladrones, los
atracadores y los que andan errantes por la noche, así también cuando hablaba
Pablo a la gente era como el fragor de un trueno, o como un incendio
crepitante, o como el sol que de pronto brilla con más claridad, y consumía la
incredulidad, lucía la verdad y desaparecía el error como la cera que se
derrite en el fuego.
Pablo hablaba del nombre de Jesús en sus cartas, en sus
milagros y ejemplos. Alababa y bendecía el nombre de Jesús.
El Apóstol llevaba este nombre, como una luz, a pueblos,
reyes y a los israelitas, y con él iluminaba las naciones, proclamando por
doquier aquellas palabras: La noche está avanzada, el día se echa encima:
dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la
luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Mostraba a todos la
lámpara que arde y que ilumina sobre el candelero, anunciando en todo lugar
a
Jesús, y éste crucificado.
Por eso la Iglesia, esposa de Cristo, basándose en su
testimonio, salta de júbilo con el Profeta, diciendo: Dios mío, me
instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas, es decir,
siempre. El Profeta le honra igualmente
en este sentido: Cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día
su salvación, es decir, Jesús, el Salvador que él ha enviado.
Oración
Señor Dios, que infundiste en el corazón de san Bernardino
de Siena un amor admirable al nombre de Jesús, concédenos, por su intercesión y
sus méritos, vivir siempre impulsados por el espíritu de tu amor. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Santa Joaquina Vedruna
Religiosa
Joaquina Vedruna y de Mas nació en Barcelona el año 1783.
Como esposa y madre fue modelo de abnegación, prudencia y delicadeza. En el año
1826 fundó el Instituto de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, dedicado al
cuidado de los enfermos y a la educación de las jóvenes. Murió en Barcelona en
1854 y fue canonizada por Juan XXIII en 1959.
El amor lo puede todo
Elogio de santa Joaquina de Vedruna, religiosa
Joaquina de Vedruna puede presentarse como modelo para la
mujer en todos los estados de la vida. Como dijo el papa Juan veintitrés en la
homilía de canonización, «conquistada por el amor de Dios y del prójimo, vivió
heroicamente el Evangelio en todos los estados posibles a una mujer, hasta
fundar una familia religiosa que encuentra en la caridad su única razón de
ser». Fue madre de nueve hijos. Al quedarse viuda, crea el Instituto de las
Hermanas Carmelitas de la Caridad, convirtiéndose en madre y bienhechora de
innumerables necesitados. Fue obsesión de toda su vida hacer la voluntad de
Dios.
Como pequeña muestra del espíritu sobrenatural que animaba
su vida, he aquí unos retazos tomados de sus cartas:
«Amemos a Dios sin cesar. Solamente el Señor, creador de
cielo y tierra, ha de ser nuestro descanso y consuelo. Amor, y amor que nunca
dice basta. Cuanto más amemos a Dios, más le querremos amar... Pongamos nuestro
espíritu en Dios, quien todo lo puede, y emprenderemos lo que él quiera. Con
Jesús y teniendo a Jesús, todo sobra. El Espíritu de Jesucristo no quiere sino
practicar la caridad, la humildad y vivir en pobreza. Sí, avivemos la fe,
tengamos confianza, practiquemos la caridad y alcanzaremos la bendición de la
Santísima Trinidad. Pidamos a nuestra Madre, la Virgen Santísima, que, con su
protección, ella nos guíe».
En fin, la propia santa Joaquina de Vedruna redactó la
fórmula de su profesión religiosa, en la que quiso sintetizar los ideales de su
vida consagrada:
«Prometo entregarme en todo a la más fervorosa caridad con
los enfermos y a la cuidadosa instrucción de las jóvenes».
Oración
Señor, tú que has hecho surgir en la Iglesia a santa
Joaquina Vedruna para la educación cristiana de la juventud y el alivio de los
enfermos, haz que nosotros sepamos imitar sus ejemplos y dediquemos nuestra
vida a servir con amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Beda el Venerable
Presbítero y doctor de la Iglesia
Nació junto al monasterio de Wearmouth el año 673. Fue
educado por san Benito Biscop, ingresó en dicho monasterio y, ordenado
sacerdote, ejerció el ministerio de la enseñanza y la actividad literaria.
Escribió obras teológicas e históricas de gran erudición, que recogen muchas de
las tradiciones de los santos Padres, así como notables tratados exegéticos.
Murió el año 735.
Deseo ver a Cristo
De la carta de Cutberto sobre la muerte de san Beda el
Venerable
El martes, antes de la fiesta de la Ascensión, la enfermedad
de Beda se agravó; su respiración era fatigosa y los pies se le hinchaban. Sin
embargo, durante todo aquel día siguió sus lecciones y el dictado de sus
escritos con ánimo alegre. Dijo, entre otras cosas:
«Aprended de prisa porque no sé cuánto tiempo viviré aún, ni
si el Creador me llevará consigo en seguida».
Nosotros teníamos la impresión de que tenía noticia clara de
su muerte; prueba de ello es que se pasó toda la noche velando y en acción de
gracias.
Al amanecer del miércoles, nos mandó que escribiéramos lo
que teníamos comenzado; lo hicimos hasta la hora de Tercia. A la hora de Tercia
tuvimos la procesión con las reliquias de los santos, como es costumbre ese
día. Uno de los nuestros, que estaba con Beda, le dijo:
«Maestro, falta aún un capítulo del libro que últimamente
dictabas; ¿te resultaría muy difícil seguir contestando a nuestras preguntas?»
A lo que respondió:
«No hay dificultad. Toma la pluma y ponte a escribir en
seguida».
Así lo hizo él. Pero a la hora de Nona me dijo:
«Tengo en mi baúl unos cuantos objetos de cierto valor, a
saber, pimienta, pañuelos e incienso; ve corriendo y avisa a los presbíteros
del monasterio para repartir entre ellos estos regalos que Dios me ha hecho».
Ellos vinieron, y Beda les dirigió la palabra, rogando a
todos y cada uno que celebraran misas por él y recitaran oraciones por su alma,
lo que prometieron todos de buena gana.
Se les caían las lágrimas, sobre todo cuando Beda dijo que
ya no verían por más tiempo su rostro en este mundo. Pero se alegraron cuando
dijo:
«Hora es ya de que vuelva a mi Creador (si así le agrada), a
quien me creó cuando yo no era y me formo de la nada. He vivido mucho tiempo, y
el piadoso juez ha tenido especial providencia de mi vida; es inminente el
momento de mi partida, pues deseo partir para estar con Cristo; mi
alma desea ver en todo su esplendor a mi rey, Cristo».
Y dijo más cosas edificantes, continuando con su alegría de
siempre hasta el atardecer.
Wiberto, de quien ya hemos hablado, se atrevió aún a
decirle:
«Querido maestro, queda aún por escribir una frase».
Contestó Beda:
«Pues escribe en seguida».
Al poco tiempo dijo el muchacho:
«Ya está».
Y Beda contestó de nuevo:
«Bien dices, está cumplido. Ahora haz el favor de
colocarme la cabeza de manera que pueda sentarme mirando a la capilla en que
solía orar; pues también ahora quiero invocar a mi Padre».
Y así, tendido sobre el suelo de su celda, comenzó a
recitar:
«Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo».
Al nombrar al Espíritu Santo exhaló el último suspiro, y,
sin duda, emigró a las delicias del cielo, como merecía, su constancia en las
alabanzas divinas.
Oración
Señor Dios, que has iluminado a tu Iglesia con la sabiduría
de san Beda el Venerable, concede a tus siervos la gracia de ser constantemente
orientados por las enseñanzas de tu santo presbítero y ayudados por sus
méritos. Por nuestro Señor Jesucristo.
El mismo día 25 de mayo
San Gregorio VII
Papa
Hildebrando nació en Toscana hacia el año 1028. Se educó en
Roma y abrazó la vida monástica; fue varias veces legado de los papas en la
obra de reforma eclesiástica, que él mismo hubo de proseguir con gran denuedo
al subir a la cátedra de Pedro en 1073, con el nombre de Gregorio VII. Su
principal adversario fue el emperador Enrique IV. Murió desterrado en Salerno
el año 1085.
Una Iglesia libre, casta y católica
De las cartas de san Gregorio VII, papa
Os rogamos encarecidamente en el Señor Jesús, que nos
redimió con su muerte, que procuréis enteraros del por qué y el cómo de las
tribulaciones y sufrimientos que sufrimos de parte de los enemigos de la
religión cristiana.
Desde que, por disposición divina, la santa madre Iglesia me
elevó, a pesar de mi indignidad y –testigo me es Dios– contra mi voluntad, a la
Sede Apostólica, he procurado por todos los medios que la santa Iglesia, esposa
de Dios, señora y madre nuestra, vuelva a ser libre, casta y católica, como
corresponde a su condición. Era de esperar que el antiguo enemigo, a la vista
de estos planes armase contra nosotros a sus miembros para que fracasáramos.
Por eso se atrevió a hacernos, a nos y a la Sede Apostólica,
un daño como no había hecho desde los tiempos de Constantino el Grande. No
tiene nada de extraño, puesto que, cuanto más avanzan los tiempos, más se afana
por extinguir la religión cristiana.
Y ahora, hermanos míos carísimos, escuchad con atención lo
que os digo. Todos los que en el mundo entero llevan el nombre de cristianos y
conocen verdaderamente la fe cristiana saben y creen que san Pedro, príncipe de
los apóstoles, es el padre de todos los cristianos y el primer pastor después
de Cristo, y que la santa Iglesia romana es madre y maestra de todas las
Iglesias.
Si, pues, creéis esto y lo retenéis sin vacilar, os ruego y
ordeno, como hermano e indigno maestro vuestro, por amor de Dios todopoderoso,
que ayudéis y socorráis a los que, como hemos dicho, son padre y madre
vuestros, si queréis obtener el perdón de los pecados y conseguir bendición y
gracia en este siglo y en el venidero.
El Dios omnipotente, de quien procede todo bien, ilumine
siempre vuestra mente y la fecunde con su amor y el del prójimo, de modo que
los que hemos llamado padre y madre vuestros vengan a ser vuestros deudores y
lleguéis a su compañía sin temor. Amén.
Oración
Señor, concede a tu Iglesia el espíritu de fortaleza y la
sed de justicia con que has esclarecido al papa san Gregorio séptimo, y haz
que, por su intercesión, sepa tu Iglesia rechazar siempre el mal y ejercer con
entera libertad su misión salvadora en el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.
El mismo día 25 de mayo
Santa María Magdalena de Pazzi
Virgen
Nació en Florencia el año 1566; educada en la piedad y
admitida en la Orden carmelitana, llevó una vida oculta de oración y de
abnegación, pidiendo constantemente por la reforma de la Iglesia. Además,
dirigió por el camino de la perfección a muchas de sus hermanas de religión.
Dios la enriqueció con múltiples dones y murió el año 1607.
Ven, Espíritu Santo
Del libro de las revelaciones y del libro de la prueba, de
santa María Magdalena de Pazzi, virgen
Realmente eres admirable, Verbo de Dios, haciendo que el
Espíritu Santo te infunda en el alma de tal
modo que ésta se una con Dios, le guste y no halle su consuelo más que
en él.
El Espíritu Santo viene al alma, sellado con el sello de la
sangre del Verbo o Cordero inmolado; más aún, la misma sangre le incita a
venir, aunque el propio Espíritu se pone en movimiento y tiene ya ese deseo.
Este Espíritu, que se pone en movimiento y es consustancial
al Padre y al Verbo, sale de la esencia del Padre y del beneplácito del Verbo,
y viene al alma como una fuente en que ésta se sumerge. A la manera que dos
ríos confluyen y se entremezclan y el más pequeño pierde su propio nombre y
asume el del más grande, también actúa así este divino Espíritu al venir al
alma y hacerse una sola cosa con ella. Pero, para ello, es necesario que el alma,
que es la más pequeña, pierda su nombre, dejándolo al Espíritu; esto lo
conseguirá si se transforma en el Espíritu hasta hacerse una sola cosa con él.
Este Espíritu, además, dispensador de los tesoros del seno
del Padre y custodio de los designios del Padre y el Hijo, se infunde en el
ánimo con tal suavidad que su irrupción resulta imperceptible, y pocos estiman
su valor.
Con su peso y su ligereza se traslada a todos aquellos
lugares que encuentra dispuestos a recibirle. Se le escucha en su habla abundante
y en su gran silencio; penetra en todos los corazones por el ímpetu del amor,
inmóvil y movilísimo al mismo tiempo.
No te quedas, Espíritu Santo, en el Padre inmóvil y en el
Verbo y, sin embargo, permaneces siempre en el Padre y en el Verbo, en ti mismo
y en todos los espíritus bienaventurados, y en todas las criaturas. Eres
necesario a la criatura por razón de la sangre del Verbo unigénito, quien,
debido a la vehemencia de su amor, se hizo necesario a sus criaturas. Descansas
en las criaturas que se disponen a recibir con pureza la comunicación de tus
dones y tu propia semejanza. Descansas en aquellos que reciben los efectos de
la sangre del Verbo y se hacen digna morada tuya.
Ven, Espíritu Santo. Que venga la unión del Padre, el
beneplácito del Verbo. Tú, Espíritu de la verdad, eres el premio de los santos,
el refrigerio de las almas, la luz en las tinieblas, la riqueza de los pobres,
el tesoro de los amantes, la hartura de los hambrientos, el consuelo de los
peregrinos; eres, por fin, aquel en el que se contienen todos los tesoros.
Ven, tú, el que, descendiendo sobre María, hiciste que el
Verbo tomara carne; realiza en nosotros por la gracia lo mismo que realizaste
en ella por la gracia y la naturaleza.
Ven, tú, alimento de los pensamientos castos, fuente de toda
misericordia, cúmulo de toda pureza.
Ven, y llévate de nosotros todo aquello que nos impide el
ser llevados por ti.
Oración
Señor Dios, tú que amas la virginidad, has enriquecido con
dones celestiales a tu virgen santa María Magdalena de Pazzi, cuyo corazón se
abrasaba en tu amor; concede a cuantos celebramos hoy su fiesta imitar los
ejemplos de su caridad y su pureza. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Felipe Neri
Presbítero
Nació en Florencia el año 1515; marchó a Roma y se dedicó al
cuidado de los jóvenes; destacó en el camino de la perfección cristiana y fundó
una asociación para atender a los pobres. Ordenado sacerdote en 1551, fundó la
Congregación del Oratorio, en la que se cultivaba especialmente la lectura
espiritual, el canto y las obras de caridad. Brilló por sus obras de caridad
con el prójimo, por su sencillez y su alegría. Murió el año 1595.
Estad siempre alegres en el Señor
De los sermones de san Agustín, obispo
El Apóstol nos manda alegrarnos, pero en el Señor, no en el
mundo. Pues, como afirma la Escritura: El que quiere ser amigo del
mundo se hace enemigo de Dios. Pues del mismo modo que un hombre no puede
ser dos señores, tampoco puede alegrarse en el mundo y en el Señor.
Que el gozo en el Señor sea el triunfador, mientras se
extingue el gozo en el mundo. El gozo en el Señor siempre debe ir creciendo,
mientras que el gozo en el mundo ha de ir disminuyendo hasta que se acabe. No
afirmamos esto como si no debiéramos alegrarnos mientras estamos en este
mundo, sino en el sentido de que debemos alegrarnos en el Señor también cuando
estamos en este mundo.
Pero alguno puede decir: «Estoy en el mundo, por tanto, si
me alegro, me alegro allí donde estoy». ¿Pero es que por estar en el mundo no
estás en el Señor? Escucha al apóstol Pablo cuando habla a los atenienses,
según refieren los Hechos de los apóstoles, y afirma de Dios, Señor y creador
nuestro: En él vivimos, nos movemos y existimos. El que está en todas
partes, ¿en dónde no está? ¿Acaso no nos exhortaba precisamente a esto?
El
Señor está cerca; nada os preocupe.
Gran cosa es ésta: el mismo que asciende sobre todos los
cielos está cercano a quienes se encuentran en la tierra. ¿Quién es éste,
lejano y próximo, sino aquel que por su benignidad se ha hecho próximo a
nosotros?
Aquel hombre que cayó en manos de unos bandidos, que fue
abandonado medio muerto, que fue desatendido por el sacerdote y el levita y que
fue recogido, curado y atendido por un samaritano que iba de paso, representa a
todo el género humano. Así, pues, como el Justo e Inmortal estuviese lejos de
nosotros, los pecadores y mortales, bajó hasta nosotros para hacerse cercano
quien estaba lejos.
No nos trata como merecen nuestros pecados
pues somos hijos. ¿Cómo lo
probamos? El Hijo unigénito murió por nosotros para no ser el único hijo. No
quiso ser único quien, único, murió por todos. El Hijo único de Dios ha hecho
muchos hijos de Dios. Compró a sus hermanos con su sangre, quiso ser reprobado
para acoger a los réprobos, vendido para redimirnos, deshonrado para honrarnos,
muerto para vivificarnos.
Por tanto, hermanos, estad alegres en el Señor, no en
el mundo: es decir, alegraos en la verdad, no en la iniquiedad; alegraos con
la esperanza de la eternidad, no con las flores de la vanidad. Alegraos de tal
forma que sea cual sea la situación en la que os encontréis, tengáis presente
que el Señor está cerca; nada os
preocupe.
Oración
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la
gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel
mismo fuego con que abrasó el corazón de san Felipe Neri. Por nuestro Señor
Jesucristo.
San Agustín de Cantorbery
Obispo
Desde el monasterio romano de San Andrés, el año 597 fue
enviado a Inglaterra por san Gregorio Magno, para predicar el Evangelio.
Consagrado obispo de Cantorbery y con ayuda del rey Etelberto convirtió a
muchos a la fe y fundó muchas iglesias, sobre todo, en el reino de Kent. Murió
el 26 de mayo hacia el año 605.
Los ingleses han sido revestidos por la luz de la santa fe
De las cartas de san Gregorio Magno, papa
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor,
porque
el grano de trigo caído en tierra murió, para no reinar él solo en el cielo;
por su muerte vivimos, su debilidad nos conforta, su pasión nos libera de la
nuestra, su amor nos hace buscar en las Islas Británicas hermanos a quienes no
conocemos, y su don nos hace encontrar a quienes buscábamos sin conocerlos.
¿Quién será capaz de relatar la alegría nacida en el corazón
de todos los fieles al tener noticias de que los ingleses, por obra de la
gracia de Dios y con tu colaboración, expulsadas las tinieblas de sus errores,
han sido revestidos por la luz de la santa fe; de que con espíritu fidelísimo
pisotean los ídolos a los que antes estaban sometidos por un temor tirano; de
que con puro corazón se someten al Dios omnipotente; de que abandonando sus
malas acciones siguen las normas de la predicación; de que se someten a los
preceptos divinos y se eleva su inteligencia; de que se humillan en oración
hasta la tierra para que su mente no quede en la tierra? ¿Quién ha podido realizar
todo esto sino aquel que dijo: Mi Padre sigue actuando y yo también actúo?
Para demostrar que no es la sabiduría humana, sino su propio
poder el que convierte al mundo, eligió Dios como predicadores suyos a hombres
incultos, y lo mismo ha hecho en Inglaterra, realizando obras grandes por medio
de instrumentos débiles. Ante este don divino hay, hermano carísimo, mucho de
qué alegrarse y mucho de qué temer.
Sé bien que el Dios todopoderoso, por tu amor, ha realizado
grandes milagros entre esta gente que ha querido hacerse suya. Por ello, es
preciso que este don del cielo sea para ti al mismo tiempo causa de gozo en el
temor y de temor en el gozo. De gozo, ciertamente, pues ves cómo el alma de los
ingleses es atraída a la gracia interior por de los milagros exteriores; de
temor, también, para que tu debilidad no caiga en el orgullo al ver los
milagros que se producen, y no vaya a suceder que, mientras se te rinde un
honor externo, la vanagloria te pierda en tu interior.
Debemos recordar que, cuando los discípulos regresaban
gozosos de su misión y dijeron al Señor: Hasta los demonios se nos someten
en tu nombre, él les contestó: No estéis alegres porque se os someten
los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el
cielo.
Oración
Señor Dios, que por la predicación de tu obispo san Agustín
de Cantorbery llevaste a los pueblos de Inglaterra la luz del Evangelio,
concédenos que el fruto de su trabajo apostólico perdure en tu Iglesia con
perenne fecundidad. Por nuestro Señor Jesucristo.
San Fernando
Fernando III el Santo nació el año 1198 en el reino leonés,
probablemente cerca de Valparaíso (Zamora) y murió en Sevilla el 30 de mayo de
1252. Hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela, reina de Castilla, unió
definitivamente las coronas de ambos reinos. Iniciado el proceso de
canonización probado el culto inmemorial, fue elevado a la gloria de los
altares el 4 de febrero de 1671. Es patrono de varias instituciones españolas.
También los cautivos, desvalidos y gobernantes le invocan como su especial
protector.
El poder temporal puesto al servicio de Dios y de la Iglesia
Elogio de san Fernando
Fernando tercero, además de conquistador victorioso, fue
gobernante modelo. Fomentó la restauración religiosa de España, en estrecha
unión con el papa y con la jerarquía eclesiástica española. Con celo incansable
promovió la organización de las sedes de Baeza-Jaén, Córdoba, Sevilla, Badajoz
y Mérida. El aspecto más conocido y sobresaliente de su reinado es la
Reconquista, que quedó virtualmente terminada en su tiempo. Protector de las
ciencias y de las artes, la universidad de Salamanca le debe el comienzo de su
florecimiento, y las catedrales de Burgos y Toledo lo proclaman mecenas de los
artistas cristianos.
En medio de las glorias del mundo, fue piadoso, generoso con
los vencidos, humilde hasta penitenciarse en público, mortificado con cilicios,
dado a la oración.
A la vida y a la acción de san Fernando podrían aplicarse
perfectamente aquellas palabras de san Agustín en su carta a Donato, procónsul
de África:
«¡Ojalá no se encontrara la Iglesia agitada por tan grandes
aflicciones que tenga necesidad del auxilio de poder alguno temporal! Y puesto
que eres tú el que socorres a la madre Iglesia, favoreciendo a sus sincerísimos
hijos, ¿quién no verá que hemos recibido del cielo un no pequeño alivio en
estas aflicciones, cuando un tal varón como tú, amantísimo del nombre de
Cristo, ha ascendido a la dignidad real?»
Oración
Oh Dios, que elegiste al rey san Fernando como defensor de
tu Iglesia en la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo que te pide tenerlo
como protector en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
La Visitación de la Virgen María
María proclama la grandeza del Señor por las obras que ha
hecho en ella
De las homilías de san Beda el Venerable, presbítero
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador.
Con estas palabras, María reconoce en primer lugar los dones
singulares que le han sido concedidos, pero alude también a los beneficios
comunes con que Dios no deja nunca de favorecer al género humano.
Proclama la grandeza del Señor el alma de aquel que consagra
todos sus afectos interiores a la alabanza y al servicio de Dios y, con la
observancia de los preceptos divinos, demuestra que nunca echa en olvido las
proezas de la majestad de Dios.
Se alegra en Dios, su salvador, el espíritu de aquel cuyo
deleite consiste únicamente en el recuerdo de su creador, de quien espera la
salvación eterna.
Estas palabras, aunque son aplicables a todos los santos,
hallan su lugar más adecuado en los labios de la Madre de Dios, ya que ella,
por un privilegio único, ardía en amor espiritual hacia aquel que llevaba
corporalmente en su seno.
Ella con razón pudo alegrarse, más que cualquier otro santo,
en Jesús, su salvador, ya que sabía que aquel mismo al que reconocía como
eterno autor de la salvación había de nacer de su carne, engendrado en el
tiempo, y había de ser, en una misma y única persona, su verdadero hijo y
Señor.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre
es santo. No se
atribuye nada a sus méritos, que toda su grandeza la refiere a la libre donación
de aquel que es por esencia poderoso y grande, y que tiene por norma levantar a
sus fieles de su pequeñez y debilidad para hacerlos grandes y fuertes.
Muy acertadamente añade: Su nombre es santo, para que
los que entonces la oían y todos aquellos a los que habían de llegar sus
palabras comprendieran que la fe y el recurso a este nombre había de
procurarles, también a ellos, una participación en la santidad eterna y en la
verdadera salvación, conforme al oráculo profético que afirma: Cuantos
invoquen el nombre del Señor se salvarán, ya que este nombre se identifica
con aquel del que antes ha dicho: Se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador.
Por esto se introdujo en la Iglesia la hermosa y saludable
costumbre de cantar diariamente este cántico de María en la salmodia de la
alabanza vespertina, ya que así el recuerdo frecuente de la encarnación del
Señor enardece la devoción de los fieles y la meditación repetida de los
ejemplos de la Madre de Dios los corrobora en la solidez de la virtud. Y ello
precisamente en la hora de Vísperas, para que nuestra mente, fatigada y tensa
por el trabajo y las múltiples preocupaciones del día, al llegar el tiempo del
reposo, vuelva a encontrar el recogimiento y la paz del espíritu.
Oración
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María,
cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel,
concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María,
cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo.