MISA DIARA

Caminando con Jesus  

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant  

www.caminando-con-jesus.org


DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA

Me casaré contigo en matrimonio perpetuo

Lectura de la profecía de Oseas 2, 16b. 17. 21-22

Así dice el Señor:

«Yo me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón.

Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto.

Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor.»

Palabra de Dios.


Salmo responsorial 
Sal 102, 1-2. 3-4. 8 y 10. 12-13 (g.: 8a)

El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.

No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.


SEGUNDA LECTURA

Sois una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 35 lb-6

Hermanos:

¿Necesitamos presentaros o pediros cartas de recomendación? Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. Sois una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón.

Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo.

No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva: no de código escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida.

Palabra de Dios.