Reflexión desde las Lecturas del Domingo de La
Sagrada Familia, Navidad Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant SAGRADA
FAMILIA 1. IGLESIA
DOMÉSTICA (Col 3,12-21) El Concilio Vaticano II presenta a la familia cristiana como «Iglesia
doméstica» (LG 11; GS 48; AA 11). La comunidad familiar formada por los
padres y los hijos es una comunidad eclesial. Es una comunidad de bautizados
que viven con gozo su condición de hijos de Dios y su condición de miembros
de la Iglesia, unidos en la misma fe y en el mismo Espíritu (Ef 4,4-6). La
segunda lectura de hoy nos presenta algunos rasgos que definen esta iglesia
doméstica: “Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos
inspirados”. La
familia es el lugar natural donde se ora, donde se alaba a Dios. Con la misma
naturalidad con que se enseña al niño a leer o se le da de comer, se le debe
enseñar a orar orando con él. La familia es una comunidad orante. Es
necesario recuperar la alegría de la oración en familia, dejando de lado
timideces y falsos pudores. “Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los
otros”. Cada uno debe
ayudar al otro con el testimonio, pero también con la palabra. Cada uno ha
recibido el don de la palabra para ponerlo al servicio de los demás; una
palabra que ilumina, que alienta, que estimula, que consuela, que corrige,
que abre los ojos, que da vida... “El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo mismo”. La convivencia de cada día requiere
mucha paciencia, mucha capacidad de perdón, mucha capacidad de ceder...
Cristo nos ofrece no sólo el modelo, sino la fuerza para perdonar una y otra
vez. Apoyados en el perdón que de Él hemos recibido, también nosotros somos
capaces de perdonar siempre. 2. PRIMERA
LECTURA Eclo 3, 3-7. 14-17 Siguiendo el mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre” este pasaje
bíblico exhorta a los hijos a no olvidarse de sus padres. Más aún, destaca el
servicio que los hijos deben hacia sus padres, no dejándolos en el abandono. Lectura del libro del
Eclesiástico. El que honra a su padre expía
sus pecados y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro. El
que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será
escuchado. El que respeta a su padre tendrá larga vida y el que obedece al
Señor da tranquilidad a su madre. El que teme al Señor honra a su padre y
sirve como a sus dueños a quienes le dieron la vida.
La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de reparación
por tus pecados. Cuando estés en la aflicción, el Señor se acordará de ti, y
se disolverán tus pecados como la escarcha con el calor. El que abandona a su
padre es como un blasfemo y el que irrita a su madre es maldecido por el
Señor. Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que
agradan a Dios. Palabra de Dios. 2.1 EL QUE HONRA A SU PADRE Después de haber recomendado el temor y la confianza en Dios, el autor
del libro del Eclesiástico expone los deberes para con los padres, que la Ley
coloca inmediatamente después de aquellos que miran directamente a Dios... El
autor, consciente de que es mejor educador el amor que la reprensión, da,
como el autor de Proverbios, un tono paternal a sus exhortaciones y anuncia
ya la recompensa que obtendrá el hijo obediente. Dios ha querido que el ser
humano honre a sus padres, por medio de los cuales Él le ha comunicado la
vida, y son, por tanto, sus representantes; de modo que al honrarlos a ellos
honra a Dios mismo. El autor del Eclesiástico, como el de los Proverbios,
reclama el mismo honor y reverencia para la madre que para el padre. La
distinción que se hace a veces en este párrafo, haciendo en unas cosas
referencia a la madre, en otras al padre, pertenece al género literario; lo
que se dice de la obediencia a uno vale igualmente respecto del otro. A continuación enumera algunos frutos de la obediencia. En primer
lugar, la expiación de los pecados: “El que honra a su padre expía sus pecados”,
dado que para la remisión de
los pecados se requiere el arrepentimiento, ésta había que entenderla de que
quien cumple los mandamientos se hace grato a Dios y lo dispone al perdón de
los mismos, o que con tal conducta repara o satisface por los mismos. En
segundo lugar, consigue un tesoro de méritos ante Dios; “y el que respeta a su madre es
como quien acumula un tesoro”, que premiará el cumplimiento de un
precepto tan inculcado por Dios y que impone un deber sagrado. Quien obedece
a sus padres recogerá los frutos en la obediencia que, por lo mismo, a él le
prestarán sus hijos, verdad confirmada cada día por la experiencia, la cual
enseña que como los hijos se portan con sus padres, así suelen portarse luego
los suyos con ellos; “El
que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será
escuchado”, es decir, en sus oraciones tendrá una buena carta de
recomendación ante el Señor, a quien agrada sobremanera la obediencia a los
padres, y recibirá de El la vida feliz prometida por Dios a este mandamiento,
y que resulta de esa paz y armonía que reina en la familia en que todos
cumplen con sus deberes, los hijos con el de amar y obedecer a sus padres.
Ello proporciona consuelo y gozo a los padres, en particular de la madre; “el
que obedece al Señor da tranquilidad a su madre”, que, además de sufrir más en la generación y
procreación de los hijos, es más sensible a los sentimientos de alegría o
tristeza. Señala de paso (v.8b) que el temor de Dios conduce a la obediencia a
los padres, pues es uno de los preceptos del Decálogo, a cuyo cumplimiento
lleva aquél, e indica que quienes cumplen con ese precepto honran a sus
padres como a señores, pues representan a Dios, que les ha comunicado por su
medio la vida y les ha dado autoridad sobre ellos. Acto seguido exhorta a los
hijos a honrar a sus padres de palabra, hablando siempre de ellos con amor y
cariño, con respeto y alabanza, y de obra, con una obediencia pronta y
sincera, con el trabajo y ayuda que ellos precisen. Con ello obtendrán la
bendición de los padres, fuente de bienestar y bienes terrestres 2.2 LA AYUDA PRESTADA A UN PADRE NO CAERÁ EN EL OLVIDO Siguen unos consejos prácticos, que señalan algunos deberes que el
cuarto precepto impone a los hijos respecto de los padres. El primero, no
gloriarse de la deshonra de los padres (v. 12-13). La familia forma un conjunto
unido por los más estrechos lazos, en el que la gloria o deshonra de unos
repercute en el honor o infamia de los otros miembros de la misma. No ensalza
a los hijos la deshonra de los padres; con razón escribe Sófocles: “Para mí,
tu prosperidad, padre mío, es el bien más precioso. ¿Qué honor más grande
para los hijos que la gloria de un padre bienaventurado, y para un padre que
la gloria de sus hijos?” Aun en el caso de deshonra de los padres, el hijo ha
de conservar su compasión y respeto, su amor y cariño, a quienes, a pesar de
todo, debe la vida. Una segunda recomendación a los hijos es no ser ocasión de pesar para
sus padres. “La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de
reparación por tus pecados”, es algo que todo hijo educado debe
evitar, y será, por lo demás, una manera de agradecerles de algún modo lo que
nunca se puede pagar suficientemente, como es la vida, que de ellos se ha
recibido, y los sacrificios que por ellos se han impuesto. En dos ocasiones
ha de mostrar el hijo su amor y respeto hacia sus padres: en los días de su
ancianidad y cuando fallan sus facultades mentales. Como necesitan los hijos en su infancia de
los padres, pueden éstos necesitar de aquéllos en su ancianidad; con el
cariño y solicitud con que los padres cuidan de sus hijos pequeños, deben los
hijos cuidar de sus padres ancianos. Puede ocurrir que entonces pierda
parcial o totalmente el uso de la razón, precisamente cuando el hijo se encuentra
en la plenitud de sus facultades; pudiera tratarse de la chochez en que con
frecuencia incurren los ancianos, haciéndose pesados e impertinentes a los
demás. El consejo del sabio en este caso sería que los hijos no deben
entonces impacientarse con ellos; muchas veces esas cosas son provocadas
precisamente por las fatigas que hubieron de imponerse por ellos. Tal conducta no quedará sin recompensa por parte de Dios; “Cuando
estés en la aflicción, el Señor se acordará de ti, y se disolverán tus
pecados como la escarcha con el calor”. Quien la computa por el
castigo merecido por los pecados, como afirmó antes, y obtendrá la
prosperidad prometida a los buenos hijos. Concluye comparando el que abandona
a sus padres con el blasfemo, y augurando a quienes así obran la maldición de
Dios; “El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que irrita a su
madre es maldecido por el Señor. Hijo mío, realiza tus obras con modestia y
serás amado por los que agradan a Dios”. “Aquellos que no tienen cuidado de sus padres — escribe Filón de
Alejandría, también llamado Filón el Judío, es uno de los filósofos más
renombrados del judaísmo helénico —, sepan que son condenados por un doble
tribunal; son condenados por impiedad en el tribunal divino, porque no tratan
como deben a aquellos que son, después de Dios, autores de su existencia; son
condenados por inhumanidad en el tribunal humano; pues ¿a quién harán el bien
los que no sienten respeto a tan próximos y beneméritos parientes, a quien
ningún beneficio se puede hacer que no sea inferior a los recibidos?” 3. SALMO Sal 127, 1-5 R. ¡Felices los que temen al
Señor y siguen sus caminos! ¡Feliz el que teme al Señor y
sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá
bien. R. Tu esposa será como una vid
fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de
tu mesa. R. ¡Así será bendecido el hombre
que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde
Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R. 3.1 FELICIDAD DEL JUSTO. Este breve poema tiene un fondo
sapiencial, como el anterior, (parece continuación y conclusión del salmo
anterior) si bien resalta en él un carácter marcadamente placentero. Se
declara bienaventurado al que sigue las normas de la justicia divina,
disfrutando de su trabajo y viéndose rodeado de numerosa sucesión y aún
lejana descendencia. En el salmo
anterior, Salmo 126, se citaba que los esfuerzos humanos sin Dios son
estériles, y reza que no se fatiguen para ganar el pan, porque Dios se los da
a sus amigos mientras duermen, y numerosos hijos como herencia o salario; “cuando él colma a su amado mientras
duerme la herencia del Señor son los hijos, recompensa el fruto de las
entrañas” (Salmos (SBJ) 126, 2,3). En este salmo es todo lo contrario,
pues ahora felicita al hombre que tiene en cuenta a Dios. También se proclama
y se contempla la satisfacción del que, por haber actuado bien y fielmente,
honra al Señor y sigue sus caminos; “Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos”, por
tanto ha conseguido hermosas bendiciones divinas tales como trabajo
fructífero y sustento asegurado, prosperidad; “Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien”,
y tendrá además una esposa fecunda e hijos numerosos como brotes de un olivo:
“Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos,
como retoños de olivo alrededor de tu mesa”. En otra palabras, la felicidad total. 3.2 LA PROSPERIDAD DEL QUE TEME
A DIOS. El “temor de Dios es el
principio de la sabiduría; “El temor
de Dios es el principio de la ciencia; los necios desprecian la sabiduría y
la instrucción”. (Proverbios (SBJ) 1,7), porque amoldando la conducta a
las exigencias de la ley divina se consigue la bendición del Señor
Todopoderoso. El salmista insiste en esta idea, tan recalcada en los escritos
sapienciales. El ideal de la doctrina de la mayor parte de los libros
sapienciales del A.T., proclama que debe disfrutarse de los bienes que Dios
otorga de modo moderado, teniendo en cuenta que cualquier exceso es duramente
castigado por la justicia divina. La senda de la ley del Señor
lleva a la felicidad: “Ahora pues,
hijos, escuchadme, dichosos los que guardan mis caminos”. (Proverbios (SBJ)
8,32), pues el justo tiene asegurada larga vida bajo la protección del
Señor Todopoderoso; el trabajo de sus manos no será usufructuado por sus
enemigos, sino que, al contrario, el premio a su laboriosidad será el
disfrute honesto del mismo; y así, su vida se desarrollará plácida y
tranquila, rodeado de numerosa descendencia. Sus hijos serán como brotes de
olivo que se enrollarán al tronco familiar, formando una escolta de honor en
torno a la mesa del hogar: “tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa”. El olivo es símbolo de vitalidad y de vigor. Pero esta felicidad familiar
debe tener una proyección social y aun nacional; por eso, el salmista piensa
en la prosperidad de la ciudad santa, donde mora el Señor. Todo israelita
debe pensar siempre en la suerte de su nación, que está vinculada a su Dios
por una alianza: la prosperidad familiar debe ser un reflejo de la
prosperidad general de la colectividad nacional y de la propia capital de la
teocracia: Alabad al Señor, porque es
bueno el Señor, salmodiad a su nombre, que es amable. Pues el Señor se ha elegido a Jacob, a Israel, como su
propiedad. (Salmos (SBJ) 134, 3).
Por eso, la descendencia del israelita está vinculada a la suerte de la
nación: la paz sobre Israel. Este pensamiento final colectivo sirve para que
el salmo pueda ser cantado por los peregrinos que se acercan jubilosos a la
ciudad santa. Somos responsables ante Dios de
todo lo que hagamos y digamos y de todo lo que dejemos de hacer y de decir.
No se trata de tener miedo a Dios, pero sí de “trabajar con temor y temblor
por nuestra salvación” (Fil 2,12). El Temor de Dios, es amor a Dios, por eso
hoy cantamos muy alegres: ¡Felices
los que temen al Señor y siguen sus caminos! 4. SEGUNDA
LECTURA Col 3, 12-21 En el contexto de los sentimientos que deben reinar entre los
cristianos, la carta a los colosenses da algunas recomendaciones a los
integrantes de la familia donde cada uno debe cumplir un rol, como esposo,
esposa, padre, madre e hijos, movido por el amor mutuo que lo haga a su vez
agradable a los ojos de Dios. Lectura de la carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Colosas Hermanos: Como elegidos de
Dios, sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión.
Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense
los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga
motivo de queja contra otro. El Señor los ha perdonado: hagan ustedes lo
mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a
la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la
acción de gracias. Que la Palabra de Cristo habite en ustedes con toda su
riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los
otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos
inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en Nombre
del Señor Jesús, dando gracias por Él a Dios Padre. Mujeres, respeten a su
marido, como corresponde a los discípulos del Señor. Maridos, amen a su
mujer, y no le amarguen la vida. Hijos, obedezcan siempre a sus padres,
porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que
ellos no se desanimen. Palabra de Dios. 4.1 REVÍSTANSE DEL AMOR La lectura de hoy es un trozo de la parte moral de la carta, en que el
Apóstol hace aplicación de la doctrina expuesta a la vida cotidiana. En la
presente texto recuerda a los colosenses su nuevo estado de resucitados con
Cristo, que les exige vivir para el cielo, despojándose cada día más del
hombre viejo y revistiéndose del nuevo. San Pablo parte del principio (v.1-4)
de que el cristiano, muerto y resucitado místicamente con Cristo en el
bautismo (cf. 2:12; Ef 2:6), ha roto sus vínculos con el mundo y con sus
doctrinas religiosas, habiendo entrado en una vida nueva, la vida de la
gracia, vida que posee ya realmente, pero que no se manifestará de modo pleno
hasta después de la parusía, cuando todos los miembros del cuerpo de Cristo
seamos asociados públicamente a su triunfo glorioso. Este nuevo estado pide
que nuestros pensamientos no estén puestos en las “cosas de la tierra,” sino
en “las del cielo,” como corredores que piensan únicamente en la meta, a la
que dirigen todos sus pensamientos. Es este pensamiento del cielo el que debe
constituir la regla de nuestra conducta, subordinando todo al progreso de esa
nueva vida, cuya plena manifestación esperamos (cf. Rom 8:14-25). De esta idea central surgen
en la mente del Apóstol una serie de consejos “Como elegidos de Dios, sus santos y amados”, para lo cual les solicita; “revístanse de sentimientos de profunda
compasión”, que va especificando a continuación, lo mismo por lo que
se refiere a huida de vicios (v.5-n) que se practiquen virtudes como; “la
benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia”. En cuanto a las virtudes de que ha de estar
revestido el hombre nuevo, “Sopórtense los unos a los otros, y
perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro”.
San Pablo insiste de modo especial en la caridad; “Sobre todo, revístanse del
amor”, a la que llama; “vínculo de la perfección”, de modo que; “la paz de Cristo reine en sus
corazones”. 4.2 TODO LO QUE PUEDAN DECIR O REALIZAR, HÁGANLO SIEMPRE EN NOMBRE
DEL SEÑOR JESÚS San Pablo, le ruega a los colosenses que; “Que la Palabra de Cristo
habite en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría,
corrigiéndose los unos a los otros”, y le dice que; “Canten a Dios con gratitud y
de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados” (salmos y
cánticos espirituales), es posible que Pablo este penando sin duda en las asambleas
litúrgicas de la comunidad, de donde debemos sacar fuerza y entusiasmo para
sobreponernos luego a las dificultades de la vida cotidiana. Luego San Pablo
les hace una segunda petición, que todo cuanto hagan, lo hagan “en el nombre
del Señor,” es decir, como personas en dependencia de Jesucristo, con el cual
forman un solo cuerpo y de cuya vida viven; “Todo lo que puedan decir o
realizar, háganlo siempre en Nombre del Señor Jesús, dando gracias por Él a
Dios Padre”. 4.3 SOBRE LOS DEBERES FAMILIARES Sobre los deberes familiares: marido y mujer, padres e hijos, San
Pablo, en términos casi idénticos a como lo hace en Ef 5:22-6:9, aunque más
brevemente, aborda el tema de los deberes particulares y recíprocos entre
marido y mujer; “Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del
Señor. Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida”, son
preceptos sencillos de la moral común, recomendando a las mujeres que
obedezcan a sus maridos, y a los maridos que amen a sus mujeres y no sean
duros con ellas. El Apóstol da por supuesto que en la familia hay una
autoridad, y que esa autoridad es el marido. La receta “como corresponde a los
discípulos del Señor”, da sentido cristiano a estos preceptos,
elevándolos al plano de lo sobrenatural, que es como el cristiano debe
realizar siempre sus acciones. También aborda el aspecto de padres e hijos; “Hijos,
obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no
exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen”. Pablo pide a
los hijos obediencia, y a los padres, que no traspasen los límites del rigor
paterno con severidades excesivas, que harían daño a una recta educación.
Aunque dice a los hijos que obedezcan “en todo” (v.20), se supone que ha de
ser “en el Señor” y, consiguientemente, que no se trata de cosas contra los
derechos de Dios. De esta forma Pablo
nos entrega un bello cuadro de cómo concebía él la vida de una familia
cristiana: sociedad basada en el amor, el respeto y la obediencia, y todo
ello con base “en el Señor. 5. EVANGELIO
Mt 2,13-15.19-23 Jesús y su familia experimentan la inseguridad y las incomodidades de
tantas familias de la tierra. Perseguidos, deben huir de su propia patria.
Conocen el exilio y la dureza de la vida del inmigrante, las dificultades
propias del que “viene de otro lado”. Finalmente, no pueden volver a su lugar
de origen y eligen otra provincia para vivir. Y es en este ir y venir que,
misteriosamente, se realiza el plan de Dios Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo. Después de la partida de los magos,
el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma
al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise,
porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, tomó de
noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la
muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por
medio del Profeta: “Desde Egipto llamé a mi hijo”. Cuando murió Herodes, el
Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le
dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel,
porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”. José se
levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al
saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo
de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se
estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido
anunciado por los profetas: “Será llamado Nazareno”. Palabra del Señor. 5.1 LA SAGRADA FAMILIA Según este relato que hace san Mateo, los magos ya se habían
regresado, cuando en el descanso de José, padre de Jesús, en sueños recibe el
mensaje del Ángel del Señor, y le ordena que tome al Niño y a su esposa María
y huyan a Egipto. Según como Mateo relata los sucesos, se desprende que estos
nos muestran que las apariciones son en sueños. De la Sagrada Familia, es decir, Jesús, María y su Esposo, José es el
de menos dignidad, pero a su vez el de mayor autoridad, el representa la
cabeza de la familia, por eso el Ángel se le aparece a él, y él es que da la
orden de partir al exilio y seguramente, San José se puso al frente de todo,
especialmente al frente de su familia, por tanto al frente de la marcha. Es importante destacar, que san Mateo, nos presenta a la Sagrada
Familia de Nazaret como modelo único e irrepetible. En efecto, la estructura
del núcleo familiar, es única por lo significativo de las personas que componen esta unidad
familiar. 5.2 “LEVÁNTATE, TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE, HUYE A EGIPTO” El relato de la huida a Egipto y del regreso a Nazaret, aparte los
aspectos teológicos y apologéticos, traza un cuadro realista de las muchas
experiencias vividas por la Sagrada Familia. El relato, en efecto, nos hace
conmemorar los acontecimientos que siguieron al nacimiento de Jesús, tales
como la partida de los Magos, la crueldad de Herodes, el sueño de José y el
éxodo como prófugo a Egipto Admiramos la humildad y la obediencia, característica de san José,
quien sabe perfectamente quien es el Niño, él tiene mucha conciencia de quien
es María, él sabe, porque el Ángel se lo ha revelado, tiene a su cargo el
cuidado de Jesús y su Madre, responsabilidad que asume con gran amor. San José,
es modelo de obediencia, “Levántate, toma al niño y a su madre”,
le dice el Ángel, y él, no hace ningún cuestionamiento, no titubea y obedece
de inmediato. 5.3 EL VIAJE, DEBIÓ SER PENOSO, DURO, RIESGOSO Y PRECARIO Así es, como José con prontitud, sin esperar que amanezca, prepara la
huida a Egipto, sale entonces esa misma noche con su familia. No debe haber
salido provisto de muchos recursos para enfrentar el largo viaje. Se supone como posible ruta,
por ser el más fácil, por caminos costeros, hasta llegar a un lugar
llamado Waddi el-Arish, que era el límite de Egipto. Pasaba por Ascalón y
Gaza y seguía por Raphía hasta Casium y Pelusa, este viaje tardaba algo más
de 15 días. El haber viajado por otra ruta que pasaba por el desierto, a los
estudiosos les parece improbable, considerando un tiempo de viaje con una
duración mayor a 20 días, con un niño de poca edad, donde se necesitan los
alimentos básicos y agua, y además los del alimento del animal que los
transporta. No se dice si el viaje fue con uno o dos animales, y si estos
eran asnos o camellos, aunque nosotros ya tenemos siempre en mente que era un
asno. El viaje, debió ser penoso, duro, riesgoso y precario, sin embargo él
tiene fe en la orden de Dios, hace los preparativos de inmediato y pone su
confianza en Dios. Bello ejemplo nos da san José, que guía su vida por la
Palabra de Dios, él se acoge a la voluntad del Padre Bueno. 5.4 “DESDE EGIPTO LLAMÉ A MI HIJO” Lo que sabemos, es que Egipto era el país clásico de refugio político
por ser provincia romana. Había allí muchos judíos, colonias florecientes y
barrios habitados por ellos y prestaban socorro a sus conciudadanos. Se
enumeran en algunos antecedentes, una larga lista de ciudades egipcias en las
que moraban colonias judías. No hay antecedentes que precisen donde se establecieron, sin embargo
se señalan diversos lugares, como El Cairo, Koshám
y hasta Hermópolis, en el, alto Egipto. En algunos
de esos lugares, permanecieron hasta el nuevo aviso del ángel: “Levántate,
toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel” Hay además en todo el episodio hay un trasfondo de Éxodo. En efecto,
san Mateo, va más allá de los hechos narrados y pretende mostrar a Jesús como
un nuevo Moisés, que experimenta la misma suerte del gran legislador: es perseguido
y debe huir (d. Ex 4,19); después regresa a Israel cumpliendo la Escritura:
“Desde Egipto llamé a mi hijo” (Os 11:1) 5.5 EL RETORNO A NAZARET Se sabe que Herodes murió poco antes de la Pascua del 750 de la
fundación de Roma. Murió 37 años desde el tiempo de su coronación en Roma. El
decir Mateo que habían muerto “los que atentaban contra la vida del niño” es
una influencia y un parecido del libro del Éxodo. Allí se dice a Moisés, que
estaba escondido en Madián: “Ve, retorna a Egipto, pues ya han muerto los que
buscaban tu vida” (Ex 4:19), que era, como el texto dice, el faraón (Ex
2:15-23). No conocemos que sucedió en el período de permanencia de la Sagrada
Familia en Egipto, pero podemos suponer que allí hicieron amistades, y que
vivieron en paz y tranquilidad y protegidos por Dios. Nuevamente, mientras
descasaba José, se le apareció en sueños el Ángel, quien le anuncia que ya
puede regresar. Esta vez, conociendo José las rutas para regresar a casa, se
debe haber preparado más para hacer confortable el viaje de su familia.
Sabemos de su bondad y su preocupación por el cuidado de Jesús, y su esposa
María. 5.6 “SERÁ LLAMADO NAZARENO”. Entonces Herodes nombró heredero del trono a su hijo Arquéalo. Por lo
que sabemos éste mostró una crueldad semejante a la de su padre. José,
cauteloso y precavido, y conociendo la maldad en cual gobierna Arquéalo, teme
ir a las cercanías del hijo de Herodes, y va a establecer su vivienda a
Nazaret. Caía así bajo la jurisdicción de Antipas, que, aunque sensual y
astuto, se mostró benévolo en su gobierno. Así la ida a Nazaret, pueblo
pequeño, sirvió, según Mateo, “para que se cumpliera lo dicho por los
profetas: que Jesús; “Será llamado Nazareno”.” No es mucho lo que se menciona a san José, pero basta conocer pequeños
detalles, para saber que el cuidaba de Jesús y María con mucha
responsabilidad. Como buena familia, deben haberse esforzado y trabajado sin
descanso para que nada le faltara al Hijo de Dios, gran responsabilidad para
este humilde carpintero y para esta joven Madre. 5.7 NAZARET NOS RECUERDA LO QUE ES LA FAMILIA La casa de Nazaret es la escuela donde se ha empezado a conocer la
vida de Jesús, esto es, la escuela del evangelio. Aquí se aprende a observar,
a escuchar, a meditar a penetrar el significado tan profundo y tan misterioso
de esta manifestación del Hijo de Dios, tan simple, humilde y bello. Bueno es
que aprendamos a imitar como comprender el modo de vivir en familia. “Nazaret nos recuerda lo que es la familia, qué cosa es la comunión de
amor, su belleza austera y simple, su carácter sagrado e inviolable. Nos haga
percibir como dulce e insustituible la educación en familia, nos enseñe su
función natural en el orden social. Aprendamos también las lecciones sobre
trabajo. ¡Oh Casa de Nazaret, casa del Hijo del Carpintero! Aquí, sobre todo,
deseamos comprender y celebrar la ley, severa cierto, pero redentora de la
fatiga humana; aquí deseamos comprender y ennoblecer la dignidad del trabajo
de modo que sea entendida por todos” (Pablo VI, Discurso de Nazaret, 5 de
enero de 1964). El Señor nos Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant Domingo de La Sagrada
Familia, Tiempo de Navidad Ciclo A Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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