“EL SEÑOR ME CREÓ COMO PRIMICIA DE SUS CAMINOS, ANTES DE SUS OBRAS,
DESDE SIEMPRE”….. “YO ESTABA A SU LADO COMO UN HIJO
QUERIDO Y LO DELEITABA DÍA TRAS DÍA, RECREÁNDOME DELANTE DE ÉL”…. “¡SEÑOR,
NUESTRO DIOS, QUÉ ADMIRABLE ES TU NOMBRE EN TODA LA TIERRA!”…. “JUSTIFICADOS
POR LA FE, ESTAMOS EN PAZ CON DIOS, POR MEDIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO”….“CUANDO
VENGA EL ESPÍRITU DE LA VERDAD, ÉL LOS INTRODUCIRÁ EN TODA LA VERDAD” Reflexión desde las Lecturas del Domingo de la Santísima Trinidad,
Ciclo C Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
FAMILIARES DE DIOS El misterio de la Santísima Trinidad no consiste en números. Es el
misterio de un Dios viviente y personal, cuya infinita riqueza se nos escapa,
nos desborda por completo. Por eso, el único guía que nos introduce
eficazmente en ese misterio y nos lo ilumina es el Espíritu Santo, que “ha
sido derramado en nuestros corazones”. Él es quien nos conduce a la
verdad plena del conocimiento y trato familiar con Cristo y con el Padre. Él
es el que, viniendo en ayuda de nuestra debilidad, “intercede por nosotros con
gemidos inefables”, pues “nosotros no sabemos orar como conviene”. Dios no nos puede resultar extraño. Por el bautismo estamos
familiarizados y connaturalizados con el misterio de la Trinidad, pues hemos
sido bautizados precisamente “en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo”. Tenemos la capacidad de relacionarnos con las
Personas divinas. Más aún, tenemos el impulso y hasta la necesidad. Para eso
hemos sido creados. Vivimos en Cristo, hemos sido hechos hijos del Padre,
somos templo del Espíritu. No, no somos extraños ni forasteros, sino “conciudadanos
de los santos y miembros de la familia de Dios” (Ef. 2,19). Con este misterio de la Trinidad, entramos en comunión sobre todo por
la Eucaristía. En ella nos hacemos una sola cosa con Cristo. En ella Cristo
derrama sobre nosotros su Espíritu. En ella nos hacemos más hijos del Padre
al recibir al Hijo en la comunión y al acoger al Espíritu que nos hace clamar
“Abba,
Padre”. En la Eucaristía tocamos el misterio y participamos de él. Y
el misterio nos transforma. 2.
PRIMERA LECTURA Prov 8, 22-31 Comentario: Los judíos esperaban del futuro mesiánico que colmara su
ansia de eternidad. El sabio corrige esta esperanza: las realidades presentes
tienen ese peso de eternidad, ya que son habitadas por la Sabiduría de Dios.
Cuando venga el “Hijo del hombre”, nosotros sabremos lo que significa para la
Sabiduría de Dios habitar las realidades del hombre y aprenderemos por qué
caminos alcanza en ellos por la eternidad. Lectura del libro de
los Proverbios. Dice la Sabiduría de
Dios: El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras,
desde siempre. Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de
los orígenes de la tierra. Yo nací cuando no existían los abismos, cuando no
había fuentes de aguas caudalosas. Antes que fueran cimentadas las montañas,
antes que las colinas, yo nací, cuando Él no había hecho aún la tierra ni los
espacios ni los primeros elementos del mundo. Cuando Él afianzaba el cielo,
yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el océano, cuando
condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las fuentes del
océano, cuando fijaba su límite al mar para que sus aguas no desbordaran,
cuando afirmaba los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado como un hijo
querido y lo deleitaba día tras día, recreándome delante de Él en todo
tiempo, recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar con los
hijos de los hombres. Palabra de Dios 2.1 ORIGEN DE LA SABIDURÍA Y SU OBRA EN LA
CREACIÓN El sabio va a revelar el último secreto de la grandeza de la
sabiduría, explicándonos su origen y la parte que tuvo en la creación de las
cosas: fue engendrada por Dios en la eternidad, antes de la creación de las
cosas, y tomó parte en la creación de las mismas como arquitecto que dirigió
al Creador en su obra. Comienza afirmando que El Señor la engendró, como primicias de sus
actos, antes que todas las obras. “El Señor me creó como primicia de sus
caminos, antes de sus obras, desde siempre”, es decir desde la
eternidad, y más adelante; “Antes que fueran cimentadas las montañas,
antes que las colinas, yo nací, cuando Él no había hecho aún la tierra ni los
espacios ni los primeros elementos del mundo”, por la afirmación de
su generación por parte de Dios. De modo que el sentido completo es que El
Señor posee la sabiduría, porque le ha dado el ser por generación, “como
principio,” en el sentido de arquitecto de sus obras, ideas que
aparecen en los versículos finales de esta parte del texto; “Cuando
Él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el
océano, cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las
fuentes del océano, cuando fijaba su límite al mar para que sus aguas no
desbordaran, cuando afirmaba los cimientos de la tierra”. El sentido sería que la sabiduría constituye “como primicia”, la
obra primera y singular de la actividad divina. Son los escondidos designios
de Dios, que el hombre difícilmente puede penetrar, o las obras todopoderosas
de Dios. El sabio presentaría la generación de la sabiduría allá en la
eternidad algo así como un muy lejano y misteriosísimo preludio de la
creación de las cosas. El “desde siempre”, desde entonces,
mucho antes de la creación, “desde la eternidad”, como indica
el paralelismo con el verso siguiente. No ha habido tiempo alguno en el que la sabiduría haya adquirido su
excelencia y dignidad, sus atributos, los dones que ella comunica a quienes
la alcanzan. Lo tiene todo desde los orígenes, desde mucho antes de que
existiesen las criaturas; es eterna como el mismo Dios, porque ha sido
constituida desde la eternidad, “fui formada desde la eternidad, desde el
comienzo, antes de los orígenes de la tierra”, que habría que
interpretar en el sentido de que la sabiduría está en Dios, es la sabiduría
misma de Dios, que existe desde que Él es. El sabio afirma la preexistencia de la sabiduría a las primeras obras
de la creación; “cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes de aguas
caudalosas”, “Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las
colinas, yo nací, cuando Él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni
los primeros elementos del mundo”. Antes de que todas estas cosas
vinieran a la existencia por la acción de Dios creador, fue concebida la
sabiduría. Pero de la Sabiduría se dice que fue concebida. Ella es, pues, un ser
viviente, salido de Dios antes que el mundo y de otra manera; “Antes
que los abismos fui engendrada yo”,… “Él no había hecho aún la tierra ni los
espacios ni los primeros elementos del mundo”. Afirmado el origen
divino de la sabiduría y su preexistencia respecto de las criaturas, en un
desarrollo idéntico al anterior y de una manera positiva, va a declarar el
papel de la sabiduría en la creación. El autor concibe a Dios como un
artífice que va sacando de aquella masa confusa las diversas obras que
constituyen el universo. Antes de realizar su obra, el artista ha de idearla
y concebirla en su mente con su inteligencia y plasmarla luego en la realidad
con su sabiduría. También Dios ideó el universo y fue realizando sus obras
conforme al plan preconcebido. A cada una de ellas añade el autor del Génesis
que “vio que era buena”; y al
conjunto: “vio Dios ser muy bueno
cuanto había hecho”. Pues bien, la
Sabiduría estaba entonces en Dios y fue como el arquitecto que le presentaba
los planos a realizar y que la omnipotencia divina iba plasmando en la
realidad. Fue, pues, ella quien inspiró esa maravillosa armonía de la
creación, en cuyas obras fueron quedando impresas sus huellas, a través de
las cuales nos es posible a nosotros remontarnos hasta ella. Dios encontraba
sus delicias en la Sabiduría y se alegraba de sus iniciativas y
realizaciones. De la Sabiduría encarnada diría en los tiempos mesiánicos que
tenía puesta en ella todas sus complacencias A su vez, la Sabiduría se sentía feliz en el
oficio que Dios le había señalado y se alegraba al contemplar realizadas las
obras que ella había diseñado. Pero encontró sus delicias; “El
en todo tiempo, recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar
con los hijos de los hombres”, en el hombre, obra la más perfecta de la
creación, hecha a imagen y semejanza del mismo Dios, capaz de entender los
misterios de la sabiduría y de amarla y alabarla en nombre de la creación
entera. 3.
SALMO 8, HIMNO AL CREADOR. El salmista contempla las maravillas de la creación: el cielo
estrellado, el reflejo plateado de la luna, los animales al servicio del
hombre, y las bocas de los tiernos infantes, que, pendientes de los pechos de
sus madres, proclaman la grandeza y providencia del Creador. Es como un
comentario poético a la obra de la creación narrada en Génesis. El ser humano
es el representante de Dios en la obra de la creación. Todo ha sido creado al
servicio del hombre, y éste al servicio de Dios, por estar hecho a “imagen y
semejanza suya”. El salmista, lejos de reconocer como divinidades a los
astros y a la misteriosa transmisión de la vida, lo presenta todo como obra
del único Dios del universo, que gobierna todas las cosas con “número, peso y
medida.” El poeta, extasiado ante tanta grandeza cósmica, se admira de que el
Creador omnipotente se preocupe de un ser tan insignificante como el ser
humano. Sin embargo, éste es el rey de la creación por llevar el sello de lo
divino en su alma. Sal 8, 4-9 R. ¡Señor, nuestro
Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Al ver el cielo, obra
de tus manos, la luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para
que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? R. Lo hiciste poco
inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio
sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies. R. Todos los rebaños y
ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas. R. El himno se abre con una antífona, cantada sin duda por un coro
general en los oficios litúrgicos: los cielos y la tierra proclaman la
grandeza de su ser personal; “¡Señor, nuestro
Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra”. Esta antífona introductoria parece ser
adición redaccional litúrgica, pues aquí parece que habla la comunidad (“Señor
nuestro”), mientras que en las estrofas siguientes es un individuo el
que habla. Esta gloria y magnificencia de Dios reflejada en los cielos y la
tierra es tan manifiesta que hasta los mismos niños se dan cuenta de ellos,
como dice el versículo 3; “Por la boca
de los niños y de los que maman has dado argumento contra tus adversarios”, Jesús,
al entrar triunfante en Jerusalén, recuerda este texto para confundir a los
escribas y fariseos, que — obcecados por el orgullo y sus intereses
personales — no sabían reconocer al Mesías, mientras lo proclamaban tal los
niños de la calle; “es dice Jesús -.
¿No habéis leído nunca que De la boca de los niños y de los que aún maman te
preparaste alabanza?”, (Mt 21,15). 3.1 GRANDEZA DEL FIRMAMENTO Y PEQUEÑEZ DEL
HOMBRE El poeta se extasía ante la grandeza de los cielos en una noche
estrellada. La luna y las estrellas, lejos de ser divinidades, son unas
simples lámparas puestas por Dios al servicio del hombre “Al ver el cielo, obra de tus
manos, la luna y las estrellas que has creado”. Son un reflejo del
poder y sabiduría divina, puesto que las ha establecido con una finalidad
concreta, que no han de traspasar. La belleza de una noche estrellada es el
reflejo de la gloria y grandeza de Dios, que se asienta sobre los astros en
los “cielos de los cielos”, desde
donde contempla a los hombres. Y, sin
embargo, el Dios omnipotente, que dirige el curso de los astros como “Dios de los ejércitos” siderales, se
acuerda del hombre, que es todo debilidad e inconsistencia. En Job 7:17-18 se
recoge el mismo pensamiento, si bien se da una argumentación irónica: “¿qué
es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?”
Esto indica que esta consideración de la Providencia divina sobre el hombre
era uno de los temas de los círculos sapienciales, de los que se hace eco
aquí el salmista. 3.2 GRANDEZA DEL HOMBRE FRENTE AL UNIVERSO A pesar de su pequeñez, “Lo hiciste poco inferior a los ángeles”, Dios le ha asociado a su dominio sobre las
criaturas, haciéndole poco menor que Dios. En Gen 1:26, el hagiógrafo pone en
boca de Dios la siguiente afirmación: “Hagamos
al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del
mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de
la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella.” Dios, pues,
creó al hombre como vicario suyo y representante por encima de todos los
seres creados. En esto se funda su imagen y semejanza con el Creador, según
la interpretación de los Padres griegos, aunque este poderío y semejanza con
lo divino hay que buscarlo en su naturaleza racional, dotada de las
facultades de dominio por excelencia, la inteligencia y la voluntad. Esta es
la corona de honor y de gloria por la que se acerca a lo divino: “lo
coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos,
todo lo pusiste bajo sus pies”. Como lugarteniente del mismo Dios en
la creación, tiene el señorío sobre todo lo creado, pues todo ha sido puesto
debajo de sus pies. Esto indica la grandeza espiritual del hombre frente a
todo, a pesar de su insignificancia corporal. 3.3 EL REINO ANIMAL BAJO EL DOMINIO DEL
HOMBRE “Todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; las aves
del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas”. Es una explicitación de la declaración
anterior, pues se concreta en qué consiste el señorío o corona de gloria del
hombre: su dominio sobre el reino animal que está a su servicio. Es la
reiteración de la proclama solemne de Gen 1:28: “Creced y multiplicaos y henchid la tierra, sometedla, y dominad
sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y todo
cuanto vive y se mueve sobre la tierra.” Ante el despliegue grandioso de la Providencia divina sobre el hombre,
rey de la creación, el salmista repite la antífona o estribillo con que se
inició la composición: grande es el nombre de Dios en toda la tierra: R.
¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! 4.
SEGUNDA LECTURA Rom 5, 1-5 Comentario: El misterio de la Trinidad no es un objeto de curiosidad
intelectual. Cuando Pablo habla de él, lo hace para comprender mejor la
salvación del hombre. El Padre tiene la iniciativa de la salvación: invita a
todos los hombres a compartir su vida y su amistad. Esta iniciativa toma
cuerpo definitivo en la intervención histórica del Hijo, que siendo hombre
nos asocia a su propia filiación y nos introduce en la familia del Padre. Y
el Espíritu cumple su misión de derramar en los corazones el amor que procede
del Padre y el amor con que al suyo responde el Hijo. Lectura de la carta
del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma. Hermanos:
Justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Por Él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que
estamos afianzados, y por Él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de
Dios. Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque
sabemos que la tribulación produce la constancia; la constancia, la virtud
probada; la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza no quedará
defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado. Palabra de Dios. 4.1 JUSTIFICADOS POR LA FE, ESTAMOS EN PAZ
CON DIOS, POR MEDIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. Comienza un nuevo apartado en este tema de la “justificación” que
viene desarrollando San Pablo. Hasta ahora su preocupación era la de
demostrar el hecho de la “justificación,” don gratuito que
Dios ofrece a todos los hombres, judíos y gentiles, mediante la fe en
Jesucristo, que nos lo mereció con su muerte redentora. Es lo que el mismo
San Pablo indica; “Justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de
nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia
en la que estamos afianzados, y por Él nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios”, que muy bien podemos considerar como conclusión de
lo dicho en anteriores capítulos y como punto de arranque para los cuatro
siguientes: “justificados,” pues, por la fe, tenemos ya paz con Dios los
que antes éramos “hijos de ira”
(cf. Ef 2:7), y esto lo debemos a Jesucristo, que es quien nos ha hecho admitidos
por Dios (cf. 3:24-25) y nos ha conseguido el acceso a “la gracia” de la
justificación, en la esperanza “en la esperanza de la gloria de Dios”.
Con esta última expresión queda suficientemente indicada la nueva fase en que
entra su exposición. En efecto, la finalidad que el Apóstol se había propuesto al comenzar
su carta era la de exponer cómo el Evangelio “es poder de Dios para la salud de todo el que cree” (1:16). Esta
“salud” está ya iniciada con la “justificación,” que nos ha
devuelto la paz con Dios; “estamos en paz con Dios”, pero la “justificación” no es aún la “salud” completa y definitiva. San
Pablo, a lo largo de cuatro capítulos (5:1-8:39) tratará de establecer la
unión entre esas dos cosas: “justificación” y “salud”
final o, lo que es lo mismo, “gracia” santificante y “gloria”
eterna, dándonos un precioso resumen de la vida cristiana, con su fecunda
vitalidad, vida que, gracias al don del Espíritu; “porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”,
es participación de la vida
misma de Cristo, de cuyo amor nada ni nadie será capaz a separarnos (cf.
8:29-39). 4.2 LA ESPERANZA NO QUEDARÁ DEFRAUDADA En esta primera historia deja ya establecida en sus líneas generales y
demostrada la tesis fundamental: nuestra esperanza de llegar a la salud final,
“Y
la esperanza no quedará defraudada”, pues sí, cuando todavía éramos
pecadores y enemigos, Dios en su gran amor nos concedió la gracia de la “justificación,”
llegando hasta entregar a su Hijo a la muerte por nosotros, ¿cuánto más,
ahora que somos amigos, hemos de esperar recibir de Él la gracia de
la-”salud” final? Quién hizo lo más, cuando éramos enemigos, “¿no hará ahora lo menos, cuando somos
amigos? (v.5b-11). Expuesto así el pensamiento fundamental, tratemos de detallar un poco
más. Dice el Apóstol que, ante esa esperanza de la gloria futura, nos
gloriamos; “Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque
sabemos que la tribulación produce la constancia”. Y es que las
tribulaciones, como a soldado en campaña, nos dan ocasión de ejercitarnos en
la paciencia y fortificarnos en la virtud, acrecentando nuestros méritos y
nuestros deseos de llegar a la meta final y recibir el premio (cf. 8:18-23).
También dice que el fundamento de esa nuestra esperanza es; “el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”. ¿De
qué amor habla San Pablo? ¿Del amor con que Dios nos ama del amor (virtud
teologal) conque nosotros amamos a Dios? Claro que no se trata de un amor que quedase solamente en una actitud
de benevolencia desde fuera, sino de un amor con un lazo viviente dentro de
nosotros, que es el Espíritu Santo, presente en nosotros a título de don, que
desde el primer momento de “justificados” dirigirá toda
nuestra vida sobrenatural. Esta presencia activa del Espíritu Santo en
nosotros es claro testimonio del amor con que Dios nos ama y prueba evidente
de que “la esperanza no quedará defraudada”. 5.
EVANGELIO Jn 16, 12-15 Comentario: Juan está convencido de que la fe en Cristo no ha
adquirido sus verdaderos perfiles, sino después de su ascensión al cielo.
Pero en este momento, la fe nos permite alcanzar en el Maestro la misma
persona del Hijo y, al mismo tiempo, nos abre a la acción del Espíritu, del
que Juan gusta repetir que tiene como misión la de “llevarnos a la verdad
plena”. Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan. Durante la Última
Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Todavía tengo muchas cosas que decirles,
pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la
Verdad, Él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo,
sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me
glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo
que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo
anunciará a ustedes. Palabra del Señor. 5.1 CUANDO VENGA EL ESPÍRITU DE LA VERDAD El relato del Evangelio, proyecta una nueva luz sobre la misión del
Espíritu Santo y sobre todo el misterio trinitario. En el discurso de la
Cena, al prometer el Espíritu Santo, dice Jesús: “Cuando venga el Espíritu de la
Verdad, Él los introducirá en toda la verdad”. También Jesús es la
Verdad (Jn 14, 6) y ha enseñado a los suyos toda la verdad que ha aprendido
del Padre —“todo lo que he oído a mi Padre, se los he dado a conocer’ (Jn 15,
15) —; por eso el Espíritu Santo no enseñará cosas que no estén contenidas en
el mensaje de Cristo, sino que hará penetrar su significado profundo y dará
su exacta inteligencia preservando la verdad del error. Dios es uno solo, por
eso única es la verdad; el Padre la posee totalmente y totalmente la comunica
al Hijo: Todo lo que tiene el Padre es mío, declara Jesús y añade: el
Espíritu Santo “Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes” (Jn 16, 15).
5.2 VIVIR EN SOCIEDAD CON LA TRINIDAD QUE
MORA EN ÉL De este modo afirma Jesús la unidad de naturaleza y la distinción de
las tres Personas divinas. No sólo la verdad, sino todo es común entre ellas,
pues poseen una única naturaleza divina. Con todo, el Padre la posee como
principio, el Hijo en cuanto engendrado por el Padre y el Espíritu Santo en
cuanto que procede del Padre y del Hijo. No obstante, el Padre no es mayor
que el Hijo, ni el Hijo que el Espíritu Santo. En ellos hay una perfecta
comunión de vida, de verdad y de amor. El Hijo de Dios vino a la tierra
justamente para introducir al hombre en esta comunión altísima haciéndolo
capaz por la fe y el amor, de vivir en sociedad con la Trinidad que mora en
él. (Intimidad Divina, P. G. de Santa Magdalena ocd) 5.3 CUANDO VENGA EL PARÁCLITO La acción del Espíritu Santo sobre los apóstoles continúa
explicitándose ahora en una función reveladora. Cristo quería completar su enseñanza sobre sus apóstoles, pero no
puede ahora, porque no podrían comprender ni recibir útilmente estas
enseñanzas sublimes. A pesar de tener el mejor Maestro, su rudeza, su estado
de gentes sencillas e imbuidas en el ambiente judío, y, sobre todo, la
sublimidad de las enseñanzas, no les permitía recibirlas entonces.
Necesitaban una transformación radical, que estaba reservada, en el plan del
Padre, a Pentecostés, como momento inicial de la acción del Espíritu en
ellos. Por eso, cuando venga el Paráclito, los conducirá a la verdad toda
entera. El término usado aquí para llevarlos o hacerles comprender es guiar
en el camino: los llevará a la verdad toda entera. 5.4 EL PARÁCLITO LES RECORDARÁ TODO La razón de esto es que les hacía falta la acción del Espíritu para
comprender la plenitud de la enseñanza de Cristo; pues el Espíritu Santo no
hablará de sí mismo, sino que hablará lo que oyere, porque tomará de lo mío y
os lo dará a conocer. El Paráclito les
recordará todo lo que Yo os he dicho (Jn 14:26), es decir, tomará las enseñanzas de Cristo y se las hará
comprender en la plenitud conveniente, llevándoles así a la verdad completa
de su enseñanza. 5.5 TODO LO DEL PADRE ES MÍO Como una garantía trinitaria, final, dirá Cristo que toda su doctrina
es del Padre. “Todo cuanto tiene el Padre es mío”, parece restringirse aquí
al orden doctrinal; es toda la doctrina que el Padre le entregó para
comunicarla en su mensaje. Por eso es una posesión mutua. Y, siendo su
doctrina del Padre y llevándola a plenitud el Espíritu, la doctrina de Cristo
es, en realidad, esa verdad toda entera. El contexto del evangelio de san Juan sugiere que, mejor que a una
revelación absolutamente nueva de verdades hecha por el Espíritu, se refiere
a una mayor penetración de las verdades reveladas por Cristo a los apóstoles
(Jn 15:15; 17:8.14; cf. Mt 28:19.20). 5.6 EL ESPÍRITU SANTO LES REVELARÁ EL NUEVO
ORDEN DE COSAS En esta acción iluminadora del Espíritu se destaca concretamente que
les anunciará las cosas venideras. Encuadrado esto en las enseñanzas de
Cristo, probablemente se refiere este sentido profético a que el Espíritu
Santo les revelará el nuevo orden de cosas, que tiene su origen en la muerte
y resurrección de Cristo. Una última cuestión es saber si este llevar a la verdad toda entera se
refiere sólo a los apóstoles o es promesa hecha aquí, en este pasaje, a la
Iglesia. El paralelo con Jn 14:26 hace ver que esta frase forma parte de un
contexto más amplio, que conduce, allí como aquí, a la valoración de un
contenido más universal. 5.7 EL ESPÍRITU, CONDUCIRÁ A LOS DISCÍPULOS
DE CRISTO POR NUEVOS CAMINOS Es así, como el Espíritu, conducirá a los discípulos de Cristo por
nuevos caminos, por ignorados horizontes, por situaciones diversas, no
exentas de dificultades, a muchos santos los llevo por cárceles, a otros por
martirios, sin embargo en la historia del cristianismo el Espíritu Santo
siempre se ha hecho presente. Muchos corazones que siempre mostraron su docilidad al Espíritu Santo,
recibieron de EL inspiraciones donde les fue revelado los secretos del amor
del Padre. A ejemplo de ellos, dejémoslo que sea nuestro guía, es decir, no
le impidamos en nosotros sus impulsos, prestemos atención a su voz, seamos
receptivos con Él, nos hablara a través de la Palabra, en la oración, en la
contemplación y en muchas ocasiones para nosotros insospechadas. Invocar al Espíritu Santo es de las más perfectas y bellas entre todas
las que puede realizar. Él es Dios, es el Santificador. Él ha de alumbrarnos,
confortarnos, guiarnos, vigorizarnos, abrasarnos con el fuego del amor
divino, él nos convertirá en santos apóstoles. Que Cristo Jesús viva
en sus corazones Pedro Sergio Antonio
Donoso Brant Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Domingo
de Santísima Trinidad, Ciclo C Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd. Julio Alonso Ampuero, Meditaciones
Bíblicas sobre el Año Litúrgico |
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