Reflexión desde las Lecturas del Domingo I de
Adviento Ciclo B Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. “¡ESTÉN PREVENIDOS!”. El primer domingo está tomado del final
del discurso escatológico. En consonancia con la orientación que tiene este
domingo en los demás ciclos, el texto centra nuestra atención en la segunda
venida de Cristo. La perícopa de Marcos subraya la incertidumbre del cuándo –
“porque
no saben cuándo llegará el momento”–, explicitada por la parábola del
hombre que se ausenta. La consecuencia es la insistencia en la vigilancia
–dos veces el imperativo “¡Estén prevenidos!”. Es decir,
vigilen velen, al principio y al final del texto –, pues el Señor puede venir
inesperadamente y encontrarnos dormidos. Finalmente, se subraya el carácter
universal de esta llamada a la vigilancia: “lo digo a todos”. Llama la atención en estos breves
versículos el número de veces que se repite la palabra “¡Estén prevenidos!”.
Esta vigilancia es base en que el Dueño de la casa va a venir y no sabemos
cuándo. Cristo viene a nosotros continuamente, de mil maneras, “en cada
hombre y en cada acontecimiento” (Prefacio III de Adviento). El evangelio del
domingo pasado nos subrayaba esta venida de Cristo en cada hombre necesitado;
Cristo mismo suplica que le demos de beber, le visitemos... Estar vigilante
significa tener la fe despierta para saber reconocer a este Cristo que
mendiga nuestra ayuda y tener la caridad solícita y disponible para salir a
su encuentro y atenderle en la persona de los pobres. Además, Cristo viene en cada
acontecimiento. Todo lo que nos sucede, agradable o desagradable, es una
venida de Cristo, pues “en todas las cosas interviene Dios para bien de los
que le aman” (Rom 8,28). Un rato agradable y un regalo recibido, pero también
una enfermedad y un desprecio, son venida de Cristo. En todo lo que nos
sucede Cristo nos visita. ¿Sabemos reconocerle con fe y recibirle con amor? Pero la insistencia de Cristo en la
vigilancia se refiere sobre todo a su última venida al final de los tiempos.
Según el texto evangélico, lo contrario de estar prevenidos, es “estar
dormido”. El que espera a Cristo y está pendiente de su venida, ese está
despierto, está en la realidad. En cambio, el que está de espaldas a esa
última venida o vive olvidado de ella, ese está dormido, fuera de la
realidad. Nadie más realista que el verdadero creyente. ¿Vivo esperando a
Jesucristo? 2. PRIMERA
LECTURA Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7 El pueblo israelita acude a Dios para que
baje a salvarlo, recordándole que es nuestro Padre y Redentor. Por primera
vez un profeta atribuye a Dios los títulos de ‘Padre” y ‘Redentor”. Este
lenguaje tiene su origen en la experiencia del clan: el padre es la fuente de
la vida del clan; el ‘redentor” es el miembro de la familia encargado de
vengar o rescatar un miembro del clan asesinado o hecho esclavo. Pero el
pueblo vive en el exilio una esclavitud de tal modo radical, que el clan no
ofrece ya ningún recurso de rescate. Entonces Dios mismo será el Padre y el
Redentor. Lectura del libro de Isaías. ¡Tú, Señor, eres nuestro padre, “nuestro
Redentor” es tu Nombre desde siempre! ¿Porqué,
Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que
dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu
herencia! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante
de ti! Cuando hiciste portentos inesperados, que nadie había escuchado jamás,
ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales
cosas por los que esperan en él. Tú vas al encuentro de los que practican la
justicia y se acuerdan de tus caminos. Tú estás irritado, y nosotros hemos
pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una
cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos
marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento. No
hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti,
porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas.
Pero tú, Señor, eres nuestro padre; nosotros somos la arcilla, y tú, nuestro
alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos! Palabra de Dios. 2.1 TÚ, SEÑOR, ERES
NUESTRO PADRE En los dos versículos anteriores, el
Profeta Isaías después de recordar su providencia en el pasado, el profeta
invita al Señor a repetir de nuevo sus prodigios con su pueblo. Le pide que
contemple desde el cielo, la morada santa y gloriosa (v.15a), la situación
actual de su pueblo abandonado. ¿Es que se ha acabado el celo y fortaleza que
antes había mostrado en favor de su pueblo? Y, sobre todo, ¿es que se han
acabado sus entrañas y misericordia? (v.15b). El Señor siempre fue un Dios misericordioso y
compasivo. ¿Es que ahora se ha cerrado a toda compasión con Israel? En realidad, el Señor es el único Padre de Israel: ¡Tú, Señor, eres nuestro padre, que
los puede socorrer, pues los grandes antepasados, Abraham e Israel (Jacob),
no tienen actualmente conocimiento de su situación. No pueden ayudarles en
nada. Son sólo un recuerdo, Por eso, el Señor solo puede ser el Redentor de
su pueblo: “nuestro Redentor” es tu Nombre desde siempre, y ése es el
nombre que mejor le conviene desde la eternidad. El profeta pregunta al Señor por qué,
siendo Padre de su pueblo y su Redentor, los deja andar errantes fuera de sus
caminos: “¿Porqué, Señor, nos desvías de tus caminos?” o leyes,
permitiendo que se endurezca su corazón, “y endureces nuestros corazones para que
dejen de temerte?” de modo que no obren
conforme al temor del Señor. La expresión endureces nuestro corazón hay que
entenderla en el sentido radical con que hablan los semitas, sin distinguir
entre voluntad permisiva y positiva, pues en sus modos de hablar prescinden
de las causas segundas. Consecuencia de ese abandono del Señor de
su pueblo ha sido la profanación por los impíos del Santo de Dios (v.18), el
templo. Quizá aluda a las profanaciones después de la destrucción de
Jerusalén por Nabucodonosor o a alguna incursión de samaritanos en tiempos de
la dominación persa, probable época de composición del fragmento. Esa situación de abandono en que está el
pueblo hace que el profeta sienta hasta ansias de que se rasguen los cielos: “Si
rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti!”, el único obstáculo físico que parece oponerse
a sus relaciones con el Señor. Para Dios es tan fácil rasgar los cielos como
para el fuego quemar la leña seca, y hacer temblar los montes como al fuego
hacer hervir el agua. Es de notar que en esta situación el
pueblo se dirige a Dios invocándolo como: “¡Tú, Señor, eres nuestro padre!”, término no muy utilizado en el Antiguo
Testamento pero que aparece en contextos importantes. El que Dios sea
"Padre" de Israel es el motivo que justifica la liberación de
Egipto (Ex 4,23: (deja salir a mi hijo»), a su vez Israel se dirige a Dios
insistiendo en el vínculo de parentesco para conmover el corazón de Dios. 3. SALMO
Sal 79, 2. 3. 15-16. 18-19 La liturgia del hoy 1º Domingo de
Adviento, nos vuelve a traer este salmo (80) 79, que nos trajo con otros
versículos el domingo 27 del Tiempo Ordinario del ciclo A. Haciéndose eco de
este clamor el salmo es una vehemente súplica a Dios, Pastor de Israel, para
que venga a salvarnos. Restáuranos, Señor del universo. Participamos de esta oración, aclamando: R. Restáuranos, Señor del universo. Escucha, Pastor de Israel, tú que tienes
el trono sobre los querubines, reafirma tu poder y ven a salvarnos. R. Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa
desde el cielo y mira; ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el
retoño que tú hiciste vigoroso. R. Que tu mano sostenga al que está a tu
derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti:
devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R. 3.1 ORACIÓN POR EL
PUEBLO PERSEGUIDO. El poema contiene cinco estrofas: a)
súplica para el restablecimiento de las tribus del norte (1-4); b) Israel,
vilipendiado por los enemigos de Dios (5-8); c) la viña del Señor,
trasplantada de Egipto a Canaán (9-12); d) la viña devastada (13-16); e)
súplica de protección sobre Israel (17-20). La liturgia de hoy sólo ha
considerado las estrofas desde los versículos 9 al 20 Las tribus del norte - Efraím, Benjamín y
Manases - fueron llevadas en cautividad por los asirios al ser conquistada
Samaría en el año 721. Esta desaparición de las tribus septentrionales dejó
gran impresión en los ánimos del reino de Judá, que por otra parte estaba
amenazado del mismo peligro, pues el ejército de Sargón amenazaba con
devastar también el reino de Ezequías. El salmista piensa en la triste suerte
de sus hermanos llevados en cautividad y en la desaparición de las tribus que
descendían también del glorioso patriarca Jacob. Dios habita en el cielo, pero desde allí
contempla y dirige las cosas de la tierra. Supuesta esta su providencia, el
salmista pide ansiosamente que se preocupe de Israel — su “viña” —, que ha
sido devastada y desolada. Como Dios de los ejércitos, con un simple acto de
benevolencia puede salvar la actual situación de postración del pueblo
elegido. Aunque Israel ha pecado, sin embargo, las maravillas obradas en el
éxodo y después en la conquista de Canaán dan ánimos al poeta para suplicar
la intervención del Señor Omnipotente y resolver la nueva crítica situación. El poeta apela a las dos condiciones del
Señor para que salga en favor de Israel: su calidad de Pastor solícito, “Escucha,
Pastor de Israel, tú que tienes el trono sobre los querubines”, que se preocupa de José — reino del norte —
como de su propio rebaño, y su categoría de Dios, que majestuosamente tiene
su trono entre los querubines. Como tal, debe mostrarse esplendoroso,
haciendo uso de su poder en beneficio de Efraím, Benjamín y Manases, las tres
tribus que están a punto de desaparecer por efecto de la invasión asiría: “reafirma
tu poder y ven a salvarnos”. Benjamín era hermano de madre de José,
cuyos hijos eran Efraím y Manases; quizá por ello aparezca asociado a estas
dos tribus, aunque Benjamín estuviera en la frontera con Judá y más vinculada
históricamente a ésta que a las del norte. De ella había salido el primer rey
Saúl. Sin embargo, parte de la tribu de Benjamín estuvo unida al reino
cismático del norte. Israel,
vilipendiado por las naciones vecinas (5, 8).¡Oh Señor, Dios de los ejércitos! ¿Hasta cuándo estarás enojado contra
la oración de tu pueblo?........... Dios de los ejércitos, restáuranos; haz
resplandecer tu rostro y seremos salvos. 3.2 “RESTÁURANOS,
SEÑOR DEL UNIVERSO”. El salmista pide ansioso al Señor que
salve estas tribus, y con ellas a todo Israel: “Restáuranos, Señor del
universo”. Debe manifestarse benevolente, como se suplica luego en el
versículo 8: “haz resplandecer tu rostro y seremos salvos”, otorgando su
protección decisiva en estos trágicos momentos nacionales. Apelando al poder absoluto del Dios de los
ejércitos — Señor de las constelaciones celestes, del cosmos, y valedor de
los intereses de Israel en las batallas —, el salmista pide angustiadamente que
cese su enojo contra su pueblo y acceda a su oración confiada. La situación
de la nación es tan triste, que en los versículos 6 y 7 reza: “Les das a comer pan de lágrimas, les
haces beber lágrimas en abundancia; nos has hecho objeto de contienda para nuestros
vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros”, por lo que siente
humillado y abandonado de su Dios. “¿Por
qué has derribado sus cercos para que puedan saquearla todos los que
pasan?”(v 13) Dios abandonó a su viña y la dejó indefensa, cayendo sus cercos y
quedando abierta a todos los caminantes y expuesta a los jabalíes y bestias
del campo: “Los jabalíes del bosque la
devastan y se la comen los animales del campo”. (v. 14) El salmista vuelve a
pulsar los aspectos de carácter psicológicos: ¿para qué haber empleado tanto
trabajo y solicitud en plantarla y cercarla, si al fin la deja abandonada?
Dios habita en los cielos, pero desde allí contempla la historia de los
hombres y de los pueblos. “Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa
desde el cielo y mira” Israel ha sido formado por el Señor y se ha
engrandecido gracias a su protección; por tanto, tiene derecho ahora a que
ponga sus ojos en la viña que tan amorosamente plantó su diestra. “ven
a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano” Como es ley en estos salmos, el poeta pide
justicia contra los devastadores de la viña de Israel, suplicando protección
sobre la nación: el varón de tu diestra. Parece que juega con el nombre de
Benjamín (“hijo de la derecha”), y quizá aluda a Saúl, primer rey de Israel.
“el
retoño que Tú hiciste vigoroso” Estar “a la diestra” significa
participar del poder de Dios: “Siéntate
a mi diestra en tanto que pongo a tus enemigos por banquillo de tus pies.”
(Salmo 109,1) La expresión hijo del hombre que para ti corroboraste puede
aplicarse a Israel como colectividad, al que en Ex 4:22-23 se le llama “mi
hijo, mi primogénito”. No parece que se aluda directamente al Mesías como
persona, sino a Israel con sus destinos históricos, que está lanzado hacia
los tiempos mesiánicos. El salmista termina haciendo promesas de
fidelidad. ”Nunca nos apartaremos de ti” y reconociendo que es el Señor
quien les da la vida; “devuélvenos la vida e invocaremos tu
Nombre”. Por tanto, sólo por
El podrá Israel recuperar su vida plena nacional. El estribillo final que
cierra cada estrofa, sintetiza las ansias de salvación del poeta, que se hace
eco de las angustias de su pueblo. “¡Restáuranos, Señor de los
ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! “. 4. SEGUNDA
LECTU RA Dios es fiel. Mientras esperamos la venida
definitiva de Cristo no nos falta ningún don de la gracia. Pablo saluda a la
comunidad, deseándoles ‘la gracia y la paz”, que proceden del Padre y de
Jesús el Señor. Luego agradece a Dios por las maravillas obrada en la
comunidad cristiana por medio de su Hijo, y alienta a todos a dejarse guiar
por el Padre quien los conducirá a la comunión total con el Hijo. Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto. 1Cor 1,3-9 Hermanos: Llegue a ustedes la gracia y la
paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. No dejo de
dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido en
Cristo Jesús. En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de
riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida en que el
testimonio de Cristo se arraigó en ustedes. Por eso, mientras esperan la
Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia.
El los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día
de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y él los llamó
a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Palabra de Dios. 4.1 “LOS LLAMÓ A
VIVIR EN COMUNIÓN CON SU HIJO JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR” Después del saludo epistolar, la acción de
gracias a Dios por los beneficios concedidos a los destinatarios. Es el modo
como San Pablo suele proceder en sus cartas para entrar en materia (cf. Rom
1:8). Aquí, en la presente carta, da gracias a Dios por la riqueza de dones
con que ha favorecido a los corintios, dones que deben a la benevolencia de
Dios, sobre cuya “fidelidad” hay que contar para conseguir la salud en el
gran día del retorno glorioso de Jesucristo (v.7-9). Se ve que desde el
principio orienta San Pablo su exposición a hacer ver a los corintios que no
es en la suficiencia o industria humana, sino en la gracia o favor divino,
donde debemos poner nuestra ilusión y confianza. El Apóstol Habla primero “Llegue
a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor
Jesucristo”. Evidentemente, bajo la expresión “gracia de Dios”
incluye San Pablo todo el conjunto de dones sobrenaturales que los corintios
han recibido al convertirse, dones “por la gracia que él les ha concedido en
Cristo Jesús”, es decir, por
su incorporación a Jesucristo (cf. Rom 6:2-11), que es, además, quien se los
ha merecido (cf. Rom 3:24-25). Luego más adelante concreta esos dones particularmente en dos: “palabra” y
“conocimiento”: En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de
riquezas, las de la palabra y las del conocimiento, en la medida en que el
testimonio de Cristo se arraigó en ustedes”. No es fácil determinar
qué quiera incluir el Apóstol bajo esos dos términos. Hay autores que
interpretan el término “palabra,” como equivalente de “doctrina evangélica”;
y en cuanto al término “conocimiento,” no haría sino recalcar la misma idea,
aludiendo a que los corintios (no necesariamente cada individuo, sino la
iglesia de Corinto en general) habían sido enriquecidos con un conocimiento
hondo de esa doctrina, dado que; “la medida en que el testimonio de Cristo
se arraigó en ustedes”, es decir, la predicación evangélica o “testimonio de
Cristo” había sido “firmemente consolidado” entre ellos. Sin embargo, otros
autores opinan que con fundamento, juzgan más probable que San Pablo esté
refiriéndose a los carismas de carácter literario y de carácter intelectual
con que los corintios habían sido favorecidos (cf. 14:26), y que sustituían
con ventaja a las glorias literarias y filosóficas, que tanto entusiasmaban a
algunos. Esos carismas, añadirá el Apóstol en una especie de paréntesis
explicativo, han sido otorgados a los corintios en la medida en que el “testimonio
de Cristo” había arraigado entre ellos, es decir, en proporción a su
fe o entrega al Evangelio. También escribiendo a los gálatas Pablo les dice
que han sido favorecidos por Dios con dones extraordinarios (Gal 3:2-5). El que San Pablo conmemore de modo
particular los carismas de “palabra” y de “inteligencia” no quiere decir que
su perspectiva no sea mucho más general, como lo indican las expresiones: “ustedes
han sido colmados en él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las
del conocimiento, en la medida en que el testimonio de Cristo se arraigó en
ustedes”, supuesta esta riqueza de dones con que los corintios han
sido favorecidos, el Apóstol hace una alusión al juicio final o victoria
definitiva de los buenos, momento que los corintios deben esperar confiados,
pues Dios es “fiel,” y si es El quien los ha llamado a la fe y favorecido con
tantos dones, ciertamente no dejará de completar su obra, llevándolos hasta
la glorificación final: Por eso, mientras esperan la Revelación de
nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia. El los
mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la
Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y él los llamó a
vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor” Este recordar la parusía en sus
exhortaciones es frecuente en San Pablo, y lo mismo su insistencia en pedir
que seamos hallados “irreprochables” y en advertir que “Dios es fiel”. En
cuanto a la expresión “los llamó a vivir en comunión con su Hijo
Jesucristo, nuestro Señor”, ninguna definición mejor de lo que es el
cristiano: el llamado a participar de la filiación del Hijo, en íntima
“comunión” de vida con Él”. 5. EVANGELIO
El Señor nos exhorta a vivir en una
responsable vigilancia esperando su venida gloriosa. Este relato es paralelo
al de Mateo 24, 37- 44. Aquí Marcos presenta una versión personal de las
parábolas de la vigilancia; insiste sobre el rol del portero y hace una
discreta alusión a la falta de vigilancia de Pedro en el ‘Huerto de los
Olivos” (vv. 35- 36). Por tanto, el cristiano que vive a la espera de su
Señor o en la presencia de su Señor, debe asumir sus propias
responsabilidades. Para Marcos la vigilancia es una cualidad exigida sobre
todo a los responsables. Esta vigilancia a la que está invitado el cristiano
se explicita en la oración, en la sobriedad, en la fe, en la caridad
infatigable y en la resistencia al mal. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos. Mc 13, 33-37 Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan
cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento. Será
como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores,
asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela. Estén prevenidos, entonces, porque no
saben cuándo llegará el dueño de casa: si al atardecer, a medianoche, al
canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los
encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén
prevenidos!”. Palabra del Señor. 5.1
ESTÉN PREVENIDOS El relato evangélico comienza y concluye
con la misma invitación: “Estén prevenidos”. Y luego siguen
dos enseñanzas, la primera indica el "porqué" de esta invitación:
“porque no saben cuándo llegará el momento”. Una lectura superficial podría
parecernos como una imposición al temor porque Jesús no revela el día y la
hora, para que los cristianos vivan en continuo cuidado. No obstante, no se
indica la hora porque todas las horas son buenas para abrirse al evangelio de
suerte que comprometa la existencia. Jesús desea vitalizar a una comunidad
para que no esté obsesionada con el deseo de conocer el final, sino que se
preocupe por vivir y discernir tiempos y momentos en la escucha y la
obediencia. Y esto en la espera de la última cita que nos introducirá
definitivamente en el Reino; ciertamente es una espera continua e intensa,
pero no ansiosa ni temerosa, sino que fluye confianza. La segunda enseñanza está en el
"estilo" de la vigilancia. Marcos, al narrar la parábola del hombre
que se marcha de viaje lejos, indica que deja su “casa” al cuidado de sus
servidores. Es posible ver en la casa una imagen de la comunidad cristiana.
Cualquier creyente es, en su fidelidad cotidiana al Señor, responsable de su
construcción. La vigilancia se caracteriza como "vigilancia de la
casa", de la que, mientras espera a su Señor, el cristiano debe cuidar
desempeñando la tarea que Dios ha confiado a cada uno. 5.2
TENGAN CUIDADO En el Evangelio de Marcos, el Señor nos
exhorta a vivir en una responsable vigilancia esperando su venida gloriosa, y
les dice a sus discípulos: “Tengan cuidado” Es toda una
exhortación a la “vigilancia,” dada la incertidumbre de esta hora. Y para que nos quede más claro él porque
de esta invitación, nos pone la parábola del hombre que se va de viaje y
recomienda al portero que permanezca en vela. Siempre el Señor nos pone
ejemplos para que sea fácil para nosotros comprender lo que dice, y es así
como recoge el caso de un dueño que parte de viaje y deja encargados a cada
uno de sus siervos de una parte de su obra. Deben estar trabajosos y alerta,
en espera de la venida del señor y de esta hora de su “visita.” En efecto, Jesús hablaba ayer sus
discípulos y hoy a nosotros acerca de su venida, advirtiéndonos que tengamos
cuidado de no dejarnos aturdir por los excesos, y las preocupaciones de la
vida, para que ese día no caiga de improviso sobre nosotros como una trampa,
porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Por tanto tenemos
que estar prevenidos y para ello, rogar incansablemente, para quedar a salvo
de todo lo que ha de ocurrir. Así podremos comparecer seguros ante el Hijo
del hombre. 5.3
CUIDEMOS ESTE TIEMPO DE ESPERA Y nos reitera Jesús: “Estén prevenidos, entonces,
porque no saben cuándo llegará el dueño de casa: si al atardecer, a
medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de
improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a ustedes, lo digo a
todos: ¡Estén prevenidos!”, es decir nos pide que nos alejemos de los
males, que seamos serios, decorosos, comedidos al hablar y al actuar en todo
y que por nuestro bien estemos vigilantes. También nos dice que somos nosotros los
responsables de nuestra conducta, es decir a nosotros nos compete cuidarnos.
Si miramos a nuestro alrededor, sabemos que hay muchos excesos e imprudencias
que hacen vacilar la fe y nos inducen o nos provocan, por eso no nos dejemos
aturdir, es decir no nos confundamos y no nos desconectemos de la realidad
como cristianos, esto es pasar de la luz a la oscuridad. No dejarse aturdir,
es no dejarse confundir y no desconectarse de nuestra forma de ser de
cristianos cuidando de caer en excesos. Porque él ha de venir, pero no nos ha
dicho cuándo, pero el día
que venga, vendrá sin previo aviso. A muchos no sorprenderá, y no va a ser
bueno si estamos llevando una vida descuidada y perezosa. Pero a los que
estén practicando una vida laboriosa y trabajando para el bien, esto es, si
no estamos haciendo una vida ociosa, habrá reconocimiento. Cuidemos este
tiempo de espera, no nos dejemos caer en tentaciones, en la comodidad, en el
placer mundano. Es decir que las cosas temporales no nos hagan descuidar las
espirituales. 5.4
ESPERANDO SU VENIDA OREMOS INCESANTEMENTE Cuando Jesús nos dice “Tengan cuidado”, y luego
nos pide “Estén prevenidos”, recordemos que a esto mismo nos añade en
el evangelio de Lucas, (Lc 21, 34-36) “oren incesantemente”, es decir,
primero nos advierte en contra de los males y luego nos dice cómo ponerle remedio, y esto es con la
oración. Oigamos a Jesús cuando nos dice: “Estén prevenidos” y para ello
oremos incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así
podremos comparecer seguros ante el Hijo del hombre” Muchas cosas nos son necesarias para vivir
y no podemos prescindir de ella como los alimentos, tampoco podemos
prescindir de las cosas espirituales, estas son aún más necesarias. Si no nos
alimentamos nuestro cuerpo desfallece, si no rezamos, desfallece el alma. Si
bien es cierto, que trabajar para vivir, es una obligación, no es menos
cierto que como cristianos orar también lo es. Pero trabajar sin fe es
desalentador y trabajar con una oración en los labios aumenta la eficacia. Y
orar, no es decir muchas cosas con muchas fórmulas, es ponerse en la
presencia del Señor y hablarle con palabras sencillas, que salgan del
corazón, pero siempre teniendo en conciencia de saber con quién hablamos, como dice la santa madre Teresa
de Jesús, en un trato de amistad con quien sabemos nos ama, a un Dios que le
hablamos como Padre, como hermano y como nuestro más leal amigo. Pero no olvidemos que orar
también es hacer silencio para oír que nos dice el Señor. 5.5 LO
IMPORTANTE NO SOLO QUE DEBAMOS ORAR, LO HERMOSO Y GRANDE ES QUE PODAMOS ORAR.
Los evangelios están llenos de mandatos,
exhortaciones y parábolas de Jesús pidiendo a sus Apóstoles que oren, que
vigilen para no caer en la tentación, como en Getsemaní. “Velen y oren, para
que no caigan en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es
débil. (Mc 14,38). Y a las multitudes
les enseñaba diciendo que oraran sin desfallecer y con insistencia. Y para
garantizar la eficacia de la oración y persuadir a la confianza en el Padre,
refiere la parábola del hombre que consigue de su amigo unos panes a media
noche, cuando él y sus hijos están acostados, y asegura que cuánto más el
Padre les dará lo que le pidan en su nombre. ¿Quién de ustedes, cuando su
hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una
serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos,
¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
(Mt 7,7-12). ¿Quién no se sentirá estimulado a orar, y
a orar unidos como hermanos, habiéndonos prometido el Señor: "En verdad
les digo que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo sobre la tierra,
cualquier cosa que pidan les será concedida por mi Padre, que está en los
cielos"? (Mt 18,19) Lo importante no solo que debamos orar, lo hermoso y
grande es que podamos orar. La misión y el carisma de santa Teresa de Jesús
en la Iglesia es ser pregonera de la oración, como camino de unión con Dios. El
Señor nos Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Domingo
I de Adviento Ciclo B Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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