Reflexión desde las Lecturas del Domingo II de
Cuaresma Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. SAL DE TU TIERRA La llamada a la conversión que la Iglesia nos ha dirigido en el primer domingo, ahora se precisa más. La conversión sólo es posible mirando a Cristo, dejándonos cautivar por su infinito atractivo: “¡Señor, ¡qué bien estamos aquí!”. Contemplando a Cristo también nosotros vamos siendo transfigurados; recibiendo su luz vamos siendo transformados en una imagen cada vez más perfecta del Señor (2 Cor 3,18). “Él nos salvó y os eligió con su santo llamado” (segunda lectura). La conversión no es poner algún parche o remiendo a los defectos más gruesos. Cristo quiere hacernos santos. Y la conversión está en función de esta vida santa a la que nos llama. Él no se conforma con menos. La conversión es continua, hasta que quede perfectamente restaurada en nosotros la imagen de Dios, hasta que Cristo sea plenamente formado en nosotros (Gal 4,19). Dejar de lado la conversión es olvidar que hemos sido llamados a una vida santa y es despreciar a Cristo que nos llama a ella. “Sal de tu tierra” (primera lectura). También a nosotros se nos dirige esta llamada, como a Abraham. Conversión significa salir de nosotros mismos, romper con nuestra instalación y nuestras seguridades, dejar nuestros egoísmos y comodidades... Llamada a la santidad significa ponernos en camino hacia la tierra que el Señor nos mostrará, con entera disponibilidad a su voluntad, a los planes que nos irá manifestando, para que nos lleve a donde Él quiera, cuando y como Él quiera. “Sal de tu tierra” significa también “Comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios” (segunda lectura), es decir, colabora con todas tus energías para que muchos otros reciban la buena noticia de que pueden convertirse y ser santos. He ahí el profundo sentido apostólico, evangelizador y misionero de la Cuaresma. El Señor nos ofrece, como a Abraham: “Yo haré de ti Una gran nación”. El Señor desea que demos fruto abundante (Jn 15,16). Pero una vida mediocre es una vida estéril. De nuestra conversión y santidad depende que nuestra vida sea fecunda. 2. PRIMERA LECTURA Gn 12,1-4 Como a Abram, Dios nos invita a dejar seguridades y comodidades que nos estancan, y a realizar su plan para cada uno de nosotros, que consiste en la verdadera felicidad temporal y eterna. Lectura del libro del Génesis. El Señor dijo a Abrám: “Deja tu
tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que Yo te mostraré. Yo haré
de ti Una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una
bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga, y
por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”. Abrám partió, como el
Señor se lo había ordenado. Palabra de Dios. 2.1 “ABRAHAM, PADRE INSIGNE
DE UNA MULTITUD DE NACIONES” Con esta vocación de Abraham empieza la historia israelita. El autor sagrado da a entender, con el relato de la confusión de las lenguas, que la humanidad en su mayoría seguía alejándose de Dios a pesar de la catástrofe del diluvio, y por eso Dios se reserva una porción fiel, que sea como la mantenedora del fuego sagrado religioso y el vínculo de transmisión de sus revelaciones en orden a la salvación de la misma humanidad descarriada. Así da orden a Abram de abandonar su parentela y encaminarse a una región nueva, “Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que Yo te mostraré”, aislándose del ambiente politeísta de su familia y de los lazos de sangre, que podían crearle dificultades en su nueva vida con misión profética. La muerte de su padre (Génesis 11,32) le facilita la ejecución de la orden divina. Abram, pues, continuará en su vida nómada, llevando sus ganados en busca de nuevos pastos hacia la región de los cananeos. Al llamarle el Señor, le hace solemnes promesas, en las que se halla expresado su futuro predestinado. Así le anuncia que convertirá a su tribu en un gran pueblo, bendiciéndole y colmándole de bienes, haciéndole famoso, siendo el propio Abram fuente de bendiciones para sus hijos; “Yo haré de ti Una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición.” Como le envía a una tierra desconocida, donde el patriarca pudiera temer encontrarse con ambiente hostil, el Señor establece con él una alianza defensiva y ofensiva, con lo que podrá ir tranquilo a la nueva tierra en que va a morar: “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré al que te maldiga.”. Como si dijera: “Seré amigo de tus amigos y enemigo de tus enemigos.” Con la fe en estas palabras, el patriarca recorrerá tranquilo los caminos de Canaán. Y, como si esto fuera poco, añade el Señor: “Y por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”, o acaso mejor, todos los pueblos te bendecirán, teniéndose por dichosos de ser contados entre tus hijos. Todas las familias de la tierra se sentirán bendecidas al sentirse vinculadas al tronco glorioso de Abraham. Esta bendición será repetida varias veces, lo que indica la importancia teológica que tiene en la mente del autor sagrado. Y es la opinión muchos eruditos, que así, en el desarrollo del plan divino y en la historia de la gracia, Abraham es el nombre más grande entre Adán y Cristo: verdadero padre del pueblo judío, representa el principio de la religión de Israel y de lo que llamamos A.T., impregnando todo del recuerdo del patriarca. El autor del Eclesiástico hace este juicio del gran patriarca: “Abraham, padre insigne de una multitud de naciones, no se halló quien le igualara en gloria.” (Eclesiástico 44, 19) 3.
SALMO
32, DIOS, CREADOR DEL UNIVERSO Y PROTECTOR DE LOS FIELES. Este
salmo es un poema y un himno a la omnipotencia y justicia del Señor. Se canta
el señorío de Dios sobre el universo como Creador y su fidelidad hacia su
pueblo elegido, Israel, y a los que le son fieles. En este sentido, la
composición es como una justificación de la exhortación a alegrarse en el
Señor. El
estilo majestuoso y solemne de los primeros versos, “Aclamen, justos, al
Señor”, es una gran invitación a alabar al Señor, por eso sigue; “Alaben al
Señor con la citara, ensálcelo con el arpa de diez cuerdas, cántenles un
cántico nuevo, etc. y luego viene el verso de la Liturgia de hoy, “La
palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia
y el derecho, y la tierra está llena de su amor “, todo esto
porque Él es digno de especial alabanza y confianza: por sus atributos
morales, por su misericordia y su protección ante la muerte. “Los
ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su
misericordia, para librar sus vidas de la muerte” La
Liturgia de este domingo, solo ha tomado algunos versos de este Salmo, por lo
que les invito a rezarlo en alguna oportunidad con toda sus estructura, a fin
de apreciar su simetría, junto a la bella y notable distribución de las
ideas, así de esta forma, darse cuenta del estilo majestuoso y solemne que
nos hace el poeta para alabar al Señor, en los versos 1 al 3, la profesión de
confianza en Dios de los versos 20 al 22, tanto por sus atributos morales,
versos 4 al 5, como por su omnipotencia creadora de los versos 6 al 9, por su
providencia de los versos 10 al 11, por la elección de Israel, versos 12 al
15, del que es Protector, versos 16 al 19. Sal 32, 4-5. 18-20. 22 R. Señor, que descienda tu amor
sobre nosotros. La palabra del Señores recta y
Él obra siempre con lealtad; El ama la justicia y el derecho, y la tierra
está llena de su amor. R. Los ojos del Señor están fijos
sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus
vidas de la muerte y sustentarlos en’ el tiempo de indigencia. R. Nuestra alma espera en el’
Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda
sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R. 3.1
SEÑOR, QUE DESCIENDA TU AMOR SOBRE NOSOTROS. “Porque
la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la
justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor”. El
salmista se refiere a términos como la “palabra”, con el deseo de celebrar la
palabra creadora de Dios, la “lealtad” porque admira la nobleza de Dios, la
“justicia”, porque reconoce a un Dios ecuánime y el “Amor”, porque él siente
y conoce el cariño y la amistad de su Dios con él y todo su pueblo. Es así
entonces que canta con alegría: “Porque la palabra del Señor es
recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la
tierra está llena de su amor”. Todo ellos porque tiene la confianza
que el Señor es fiel a su palabra, y todas sus acciones llevan el sello de la
verdad y de la fidelidad a sus promesas de protección a los justos y
cumplidores de su Ley. Toda su providencia está gobernada por las exigencias
de la justicia y del derecho, que es la aplicación de aquélla en cada acto,
es así como toda la tierra rebosa de la bondad y piedad del Señor. “Los
ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su
misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo
de indigencia”. El salmista nos habla de cómo el
Señor mira a sus amigos, a los fieles, “Los ojos del Señor están
fijos sobre sus fieles”, frecuentemente agobiados y al borde del
peligro de muerte, los estimula a tener esperanza en el Señor de que Él nos
los abandonará y tampoco permitirá que se hundan en el abismo de la
desgracia, refiriéndose a los que “esperan en su misericordia, para librar
sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia”. Por tanto,
el salmo pasa a ser una llamada de fe y esperanza en el Señor que se
compadece de la debilidad de los hombres. La
omnipotencia divina está al servicio del justo, objeto de sus complacencias;
por eso, en las horas de la adversidad y de la miseria, los libra de la
muerte violenta y los mantiene y los sustenta en la necesidad. “sustentarlos
en el tiempo de indigencia”. “Nuestra
alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu
amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en
ti”. De los versos finales, se obtienen la conclusión de la
doctrina expuesta, si el Señor es único que da la salvación y la victoria, el
alma del justo debe confiarse a Él como único auxilio y escudo protector. “Él
es nuestra ayuda y nuestro escudo”. Esta
certeza de estar bajo la protección del Señor, “Nuestra alma
espera en el Señor” “crea en el alma una íntima satisfacción y
alegría, pues su nombre, lleno de misterio, es también prenda de salvación.
Por tanto este salmo se termina con el deseo de ser esencia benévola de la
piedad divina. Tal
como era el deseo del salmista, es también nuestro anhelo el ser objeto compasivo
y amoroso de la piedad divina, porque siempre estamos necesitados de la
protección de Dios todopoderoso, por eso nos unimos con entusiasmo al canto
de la antífona, “Señor, que descienda tu amor sobre nosotros”. 4. SEGUDA LECTURA 2Tim 1, 8-10 Cristo nos llama a, una vida santa, que es unión con él, compartiendo su cruz con nuestra cruz de cada día, para compartir su victoria sobre la muerte por la resurrección a la vida inmortal. Lectura de la segunda carta del
Apóstol san Pablo a Timoteo. Querido hijo: Comparte conmigo
los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la
fortaleza de Dios. Él nos salvó y os eligió con su santo llamado, no por
nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que
nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, y que ahora se ha
revelado en la Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. Porque El
destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena
Noticia. Palabra de Dios. 4.1 LOS SUFRIMIENTOS QUE ES NECESARIO PADECER POR EL EVANGELIO Uno de los mayores peligros para el apóstol cristiano es la tentación de desaliento cuando se encuentra con la incomprensión y las persecuciones. Pablo trata de prevenir a Timoteo contra ese peligro envía a su querido discípulo Timoteo, obispo de Éfeso, una desgarradora llamada con tono de último mensaje. Pablo está en la cárcel, como un delincuente vulgar, pero no debe ser motivo de vergüenza o desaliento para el hijo espiritual. Uno de los motivos que debe animar a Timoteo a ser esforzado en el ejercicio de su ministerio es el pensamiento de la elección divina; “Comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios”. Esto da pie a Pablo para hacer una síntesis apretada de la obra de la salud o mensaje evangélico, apuntando conceptos conocidos ya por otras cartas como la vocación a la fe; “Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados” (Efesios 4, 1), no en virtud de nuestras obras; “ya que nadie será justificado ante él por las obras de la ley, pues la ley no da sino el conocimiento del pecado”. (Romanos 3,20), sino según propósito divino; “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio”. (Romanos 8,28), Es así como el apóstol le recuerda a Timoteo; “Él nos salvó y os eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia” Es inevitable que los discípulos de Cristo deban sufrir a causa de su fe, “es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios”, pero no están solos en la persecución: la gracia de Dios sostiene en el momento de dar testimonio; “esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad”, y hace que incluso la debilidad humana concurra a la salvación. Como dice más adelante en la misma carta; “Por esto todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna. Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él, también viviremos con él; si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él” 2 Timoteo 2,10-12a). Finalmente, en el fragmento de la carta aparece el núcleo de la Buena Noticia, la encarnación, la muerte y la resurrección del Salvador. “ahora se ha revelado en la Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. Porque El destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia”. Él nos ha abierto un acceso a la luz, venciendo la muerte; siguiendo sus huellas y las huellas de todos los santos que han seguido fielmente a Jesús, también Timoteo (y, como él, cualquier cristiano) podrá afrontar con fe y amor los sufrimientos por el Evangelio, por eso el apóstol con un vocabulario que recuerda la luminosidad, le alienta diciendo; “la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia”. 5. EVANGELIO Mt 17, 1-9 Seguir a Jesús nos proporciona momentos de transfiguración gozosa; pero estos no duran mucho, como quisiéramos, porque la definitiva transfiguración se nos dará sólo con la resurrección. Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo. Jesús tomó a Pedro, a Santiago
y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se
transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus
vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron
Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien
estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías”. Todavía estaba habiendo, cuando una nube
luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz qué decía desde la nube: “Este
es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”.
Al oír esto, los discípulos -cayeron con el rostro en tierra, llenos de
temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no
tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús
solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de
esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. Palabra del Señor. 5.1 JESÚS TOMÓ A PEDRO, A
SANTIAGO Y A JUAN En aquel tiempo, “Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado”. A diferencia de otros fragmentos de los evangelios, en este no se precisa el nombre del lugar, Mateo dice que es un monte elevado, pero la tradición lo ha localizado en el Tabor, de aproximadamente 600 metros de altura sobre la llanura. Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. En otra ocasiones, él ha subido al monte a orar solo, (Mt 14, 23) en esta ocasión ha invitado a tres de sus apóstoles y, los ha escogido como testigos para una gran acontecimiento. Ellos son los mismos apóstoles que luego serán testigo de su agonía en Getsemaní. Se podría pensar que ocupaban un lugar privilegiado de entre sus apóstoles. Ellos se sentían muy bien el estar allí. 5.2 JESÚS HABÍA SUBIDO
ORAR La primera enseñanza importante es, que Jesús había subido orar, él siempre lo está haciendo, es un modelo que debemos hacerlo parte de nuestra vida diaria, orar al Padre. En esta ocasión invita tres de sus amigos íntimos, entregándonos una gran oportunidad para aprender de este ejemplo, cuando Jesús invita a seguirlo, es porque nos está dando la oportunidad de ser testigo de las maravillas del Señor, como para darnos a conocer cada instante de su vida. Prestemos atención a las invitaciones que nos hace Jesús, tengamos disposición de atender sus palabras, y guardar silencio para oírlo. 5.3 SU ROSTRO
RESPLANDECIA En aquella elevada soledad Jesús les muestra su aspecto divino "cambiando de aspecto". De acuerdo al relato de Lucas, mientras Jesús oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Ahí se transfiguró en presencia de sus apóstoles, y como dice Mateo, insiste particularmente en la luz y el fulgor que emanan de él, “su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús” según Lucas, también aparecen resplandecientes. 5.4 LA TRANSFIGURACIÓN,
ES UNA EXPERIENCIA PROFUNDA La transfiguración, es una experiencia profunda de fe tenida por Pedro, Juan y Santiago, los amigos más íntimos de Jesús. Así es, que como para llegar a conocer los momentos más transcendentes de Jesús, necesitamos ser sus amigos íntimos, con una comunicación profunda, como la que ellos tuvieron para percibir a Jesús en su verdadera identidad. Debe haber sido un instante de éxtasis, vieron la realidad gloriosa de Jesús, aunque no se les mostró en toda su magnitud, porque para llegar a entenderlo, tuvieron que conocer a través de la vida, pasión y muerte y de sus propios sufrimientos y muerte, que hay que pasar por esta última, la muerte, para llegar a la vida. 5.5 JESÚS NOS TRANSFIGURA
NUESTRA VIDA Jesús nos transfigura nuestra vida, Él nos ayuda a descubrir la presencia de Dios en nosotros y nos llama a ser sus testigos ante un mundo de contradicciones. Entonces “Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Muchas veces soñamos con grandes templos y majestuosos, no preocupamos por construir bellas Iglesias o templos muy bien ambientados para Dios, sin embargo siempre debemos recordar que el lugar favorito de El no deja de ser aquí entre nosotros, en el corazón de todos los hombres, en nuestra familia, junto a los niños, a los trabajadores, a los religiosos, sacerdotes, laicos, y con gran privilegio donde la calidez del amor está presente. 5.6 ESTE ES MI HIJO MUY
AMADO Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”. La manifestación de esta nube luminosa, es una revelación de la divinidad, lo que los teólogos llaman teofanía, es el símbolo de la presencia de Dios, y en ese momento sucede allí. Dice el Evangelio que al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor, esto es porque en el Antiguo Testamento se decía que no se podía ver a Dios y vivir (Ex 33:19; Lev 14:13; etc.). Esto es lo que se acusa aquí. 5.7 ESCUCHAR A SU HIJO
AMADO Pero debemos comprender, que esta es nuestra gran instrucción que nos solicita Dios, escuchar a su Hijo amado, y eso nos debe caracterizar para ser un servidor de verdad, oír siempre a Jesús, esta actitud receptiva es para la palabra y la total aceptación de Cristo, es una invitación a descubrir lo divino de sus enseñanzas y toda su obra. En esta proclamación que hace el Padre de su Hijo, lo muestra como Dios, revelando la filiación divina de Jesús. Por esos, la transfiguración consiste esencialmente en la toma de conciencia, por parte de los tres apóstoles, de que Jesús es verdaderamente el Mesías y además también revela que la persona de Jesús, es el Hijo muy amado del Padre y trascendente que posee su misma gloria divina. 5.8 LEVÁNTENSE Y NO
TEMAN. Ante esta manifestación extraordinaria de gloria, un gran temor se apodera de los discípulos. Jesús los reanima con su gesto y su palabra como el Hijo del hombre de la visión de Daniel. Luego, Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.” Se vuelve más desconcertante e incomprensible a los discípulos lo que Jesús les dice mientras bajaban del monte, el Hijo del hombre -la figura gloriosa esperada como conclusión de la historia- deberá afrontar la muerte y resucitar. Entonces les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. 5.9 ESTAMOS LLAMADOS
TAMBIÉN A TRANSFIGURARNOS Dios se le muestra al elegido y amado, de tiempo en tiempo, algún reflejo del rostro divino, como una luz oculta entre las manos que de vez en cuando y en otras se esconde, como cada uno lo quiera hacer, para que, por estos reflejos momentáneos y fugitivos, se inflame el alma en deseos de la plena posesión de la luz eterna y de la herencia en la total visión de Dios, invitando a transfigurarnos en El. Es así como también estamos llamados a transfigurarnos cada vez más por la acción del Señor, la sociedad, el mundo, y nosotros en él, se transformara cada vez que aceptamos la voz del Padre en su Hijo, cuando escuchamos su Palabra y la llevamos a la vida. Aceptar las palabras de Jesús, es una invitación a transfigurarnos, es decir a transformarnos en hombres buenos, y salir al mundo a hacer el bien. "Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen hasta tu monte santo, hasta tu morada" (Sal 42,3). El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant II Domingo de Cuaresma Ciclo “A” Fuentes Bibliográficas: Comentarios desde Biblia Nácar Colunga y
Biblia de Jerusalén |
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