“CONFORTARON
A SUS DISCÍPULOS Y LOS EXHORTARON A PERSEVERAR EN LA FE”….. “ASÍ MANIFESTARÁN
A LOS HOMBRES TU FUERZA Y EL GLORIOSO ESPLENDOR DE TU REINO”…. “UN CIELO
NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA.. DIOS ENTRE LOS HOMBRES”…. “DIJO: “YO HAGO NUEVAS TODAS
LAS COSAS”….. “LES DOY UN MANDAMIENTO NUEVO: ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS”…..
“ASÍ COMO YO LOS HE AMADO”…. “EN ESTO TODOS RECONOCERÁN QUE USTEDES SON MIS
DISCÍPULOS: EN EL AMOR QUE SE TENGAN LOS UNOS A LOS OTROS”. Reflexión desde las Lecturas del Domingo V de
Pascua, Ciclo C Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
AMOR QUE GLORIFICA “Ahora el Hijo del hombre ha sido
glorificado”. El tiempo pascual está
todo él centrado en Cristo Resucitado. Por su muerte y resurrección, Cristo
ha sido glorificado. No se trata sólo de volver a la vida. El crucificado, el
“varón de dolores”, ha sido inundado de la vida de Dios, experimenta una
felicidad sin fin, ha sido enaltecido como Señor. A la luz de “Dios ha sido glorificado en Él”. A lo largo del evangelio, Jesús ha repetido que
no busca su gloria (Jn 8,50). Es admirable este absoluto desinterés de Jesús
que sólo desea que el Padre sea glorificado en él. También esta es la postura
del auténtico cristiano. Completamente olvidado de sí mismo, sólo pretende la
gloria de Dios. “Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier cosa, hacedlo todo
para gloria de Dios” (1 Cor 10,31). Sólo pretende que a través de sus palabras
y obras Dios sea glorificado en él, que Dios manifieste su amor, su poder, su
sabiduría, su gloria, que Dios sea conocido y amado. “En esto todos reconocerán que ustedes son mis
discípulos”. Dios es glorificado en
nosotros cuando nos dejamos inundar por su amor y este amor revierte hacia
los demás. Esta es no “una” señal, sino “la” señal, el signo inconfundible de
los discípulos de Cristo y participado de él. Sólo mirando a Cristo y
bebiendo de Él somos capaces de amar de verdad. (Julio Alonso
Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico) 2. PRIMERA LECTURA Hech 14, 21-27 El recorrido de Pablo por las ciudades
paganas es una muestra de su celo apostólico. En cada ciudad era necesario
organizar la comunidad, por eso uno de los objetivos era también establecer
autoridades. Lectura
de los Hechos de los Apóstoles. Pablo
y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron
a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es
necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En
cada comunidad, establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los
encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron
a Panfilia. Luego anunciaron Palabra
de Dios. 2.1 CONFORTARON A
SUS DISCÍPULOS Y LOS EXHORTARON A PERSEVERAR EN LA FE Terminada la evangelización de Derbe,
Pablo y Bernabé determinan regresar a Antioquía de Siria, iglesia que había
sido escenario de sus primeros trabajos apostólicos, y de la que habían
partido para este su primer gran viaje misional. El regreso va a hacerse siguiendo el mismo
camino que habían traído, pero en sentido inverso: “Atravesaron Pisidia y llegaron
a Panfilia. Luego anunciaron La razón de que eligieran el mismo camino de regreso es manifiesta querían
volver a pasar por las comunidades recientemente fundadas para fortalecerlas
en la fe; “Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe,
recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en
el Reino de Dios”. Y completar su organización. En este sentido
tenemos el dato importantísimo de que, al pasar por estas comunidades; “En
cada comunidad, establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los
encomendaron al Señor en el que habían creído”. Quizás a alguno
extrañe que se atrevan a volver por las mismas ciudades, siendo así que de
muchas de ellas hubieron de salir huyendo; pero téngase en cuenta que el
verdadero apóstol no rehúye el peligro
cuando lo pide el bien de las almas, y que más que predicar públicamente es
probable que se limitasen a la organización de las comunidades, por lo que
podían pasar casi inadvertidos en la ciudad. Llegados a Antioquía, reúnen a
la iglesia y cuentan que; “A su llegada, convocaron a los miembros
de Todo esto se trata de un momento de
importancia fundamental para la vida de la comunidad y, por consiguiente,
tiene que ir acompañado de la oración, del ayuno, de la entrega confiada en
manos del Señor. Pablo y Bernabé vuelven a la Iglesia de Antioquía de Siria,
que era la que había preparado su viaje. La misión apostólica, así como la
responsabilidad eclesial, son, en efecto, tareas que el Señor mismo confía a
algunos, pero de las que debe hacerse cargo toda la comunidad, sosteniéndolos
con la oración y el ofrecimiento del sacrificio. De ahí que los apóstoles,
apenas llegados a su destino, reúnan a todos los hermanos para contarles lo
que “Dios” había obrado sirviéndose de ellos y cómo había abierto
él mismo a los paganos “la puerta de la fe”. Suya es la
misión, suya es la gracia, suyo el fruto. A él dan toda la gloria los
apóstoles. 3. SALMO Sal 144, 8-13 R.
Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey. O
bien: Aleluya. El
Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas. R. Que
todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien
la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R. Así
manifestarán a los hombres tu fuerza y el glorioso esplendor de tu reino: tu
reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para siempre. R. 3.1 TE ALABARÉ, DIOS MÍO, A TI, EL ÚNICO REY Este salmo es un bello himno a los
atributos divinos, manifestados en las obras maravillosas del Señor en favor
de los hombres. Este salmo, que comienza “Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey”, se le da el título de Alabanza al Dios que es Rey
y la Majestad y bondad de Dios. El salmista alaba al Señor, que está dotado de hermosura y es admirable por su
grandeza, misericordia, omnipotencia, verdad, providencia y justicia. Es un
canto a los atributos divinos manifestados en las obras maravillosas del
Señor en favor de los hombres. Es alabanza a Dios por su grandeza y por
su misericordia: “El Señor es bondadoso y compasivo, lento
para enojarse y de gran misericordia”.
El Señor, en todas sus obras, aparece lleno de su bondad y cariño.
Todo nos habla de su amor. “Dios es amor”, (1 Jn 4, 5). Dios es fiel a sus
promesas: “Pero por el amor que les tiene, y para cumplir el juramento que
hizo a tus padres” (Deut 7, 6-11). Es amor eterno de Dios: Así Dios nos
manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida
por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que Él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima
propiciatoria por nuestros pecados. (1 Jn 4, 7 ss). Las grandezas del Señor. Una gozosa
alabanza al Señor que es ensalzado como soberano amoroso y tierno, preocupado
por todas sus criaturas. Y así es como el salmista expresa su deseo de decir
sus alabanzas a su Dios, que es Rey de todo lo creado. “Te
alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey”. Nadie es digno de
alabanza más que él. “alabaré tu
Nombre sin cesar” En sus ansias de perpetuar estas
alabanzas, apela a las generaciones para que ellas se encarguen, a través de
los siglos, de anunciar las grandezas del Señor: “bendeciré
tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré”. Sus
atributos como Rey se resumen en el esplendor, la majestad y la gloria Además, en sus relaciones con los hombres
se ha mostrado siempre indulgente y misericordioso: “El
Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia”. El Señor no solo es lento al enojo, además es
condescendiente y compasivo con el pecador. “el
Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas.
Es necesario reflexionar estas hermosas palabras, que nos muestran a un Dios “lento
para enojarse y de gran misericordia”, porque nos muestran a un Dios
siempre dispuesto a perdonar y ayudar. También es necesario poner atención en
el cariño de Dios que “es bueno con
todos y tiene compasión de todas sus criaturas” Se trata de
palabras que conviene meditar, palabras de consuelo, con las que el Señor nos
da una certeza para nuestra vida. Que todas tus obras te den
gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. Todas las obras de Dios pregonan su
bondad, de ahí el deseo de alabar en todo momento a Dios. El Señor les entrega
justicia y fidelidad para con los suyos, particularmente con los necesitados. “El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en
todas sus acciones”. Particularmente, con los hombres piadosos
se muestra generoso y complaciente, respondiendo a sus invocaciones en los
momentos de necesidad. El Señor
sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados. En
cambio, a los impíos les envía el castigo merecido por vivir al margen de la
ley divina. El salmo siempre muestra la misma idea: el
deseo de alabar en todo momento a Dios, Señor de toda la humanidad. Nadie,
pues, está exento de la obligación de proclamar las alabanzas del Dios
providente. Por eso lo alabamos y “Bendeciré
tu Nombre eternamente”. 4. SEGUNDA LECTURA Apoc 21, 1-5 En nuestro andar por la historia, tan
contradictoria y conflictiva, nos anima la esperanza de un mundo nuevo. Este
mundo que tratamos de construir, día a día, con tanto dolor y alegría, será
plenamente establecido al final de los tiempos, cuando por fin se lleven a cabo
las bodas eternas, la unión definitiva entre Dios y su creación. Lectura
del libro del Apocalipsis. Yo,
Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la
primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi Palabra
de Dios 4.1 CIELO NUEVO Y
UNA TIERRA NUEVA. San Juan ha hablado en el capítulo
anterior del estanque de fuego en donde serán atormentados eternamente los
malos; pues bien, ahora, por una especie de contraposición, comienza a hablar
con entusiasmo de la bienaventuranza de los elegidos en la creación
restaurada. Una vez ejecutado el juicio final, se abre una nueva vida para
los predestinados. Toda la naturaleza visible será renovada y transformada.
Del mismo modo que, por el pecado del hombre, la naturaleza fue sometida a la
maldición y a la corrupción, así también ahora, con la glorificación del
hombre, será librada de la corrupción y pasará a un estado mejor. Juan, el vidente de Patmos contempla un “cielo
nuevo y una tierra nueva”. Esta idea es un tema apocalíptico que
tiene también grandes resonancias en las esperanzas mesiánicas. El profeta
Isaías anuncia para los tiempos mesiánicos la creación de “cielos nuevos y una tierra nueva”. El
Libro de Henoc afirma claramente: “Y
después de esto, en la semana décima., tendrá lugar el gran juicio eterno. Y
el primer cielo desaparecerá y pasará, y un cielo nuevo aparecerá, y todas
las potestades del cielo brillarán eternamente siete veces más. Y después de
esto vendrán semanas numerosas, que transcurrirán innumerables, eternas, en
la bondad y en la justicia, y desde entonces el pe-cado no volverá a ser
nombrado nunca más” (Libro de Henoc 91:16-17). Esta misma concepción se
encuentra en el Nuevo Testamento. En este sentido nos dice la segunda carta
de Pedro: “Nosotros esperamos otros
cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia, según
la promesa del Señor.” (2 Pe 3:13). El Apocalipsis, lo mismo que la carta
de Pedro, entienden esta transformación de los últimos tiempos. Sin embargo, el Apocalipsis no enseña una
destrucción o renovación real y material del mundo físico, sino que permanece
en el campo del simbolismo. Lo que quiere decir San Juan es que, con el
juicio divino — purificador más poderoso que el mismo fuego —, los cielos y
la tierra quedarán tan puros que verdaderamente parecerán otros. Quedarán
totalmente libres de los impíos y de los malvados, perseguidores de la
Iglesia. Por consiguiente, los cielos y la tierra serán nuevos, porque
quedarán purificados. Esta completa renovación del mundo exige
que la nueva capital, la Jerusalén nueva, sea totalmente celeste. Por eso el
autor sagrado dice que vio la ciudad santa descender del cielo del lado de
Dios; “Vi 4.2 DIOS ENTRE LOS
HOMBRES Al mismo tiempo que ve esto San Juan, oye
una voz fuerte que salía del mismo trono; “Y oí una voz potente que decía
desde el trono: “Ésta es la carpa de Dios entre los hombres: Él habitará con
ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será con ellos su propio Dios”.
Es una alusión a la carpa, tienda o tabernáculo fabricado por Moisés
en el desierto, dentro del cual habitaba Dios. La idea cumbre de la religión
mosaica era la presencia del Señor en medio de su pueblo. Esta presencia de
Dios se hace mucho más íntima en el Nuevo Testamento por la gracia de
Jesucristo y por los sacramentos. El autor sagrado nos dice que Dios
plantará su tienda entre ellos, haciendo un juego En el Antiguo Testamento se
repite con frecuencia que el Señor será el único Dios de Israel e Israel será
el pueblo predilecto del Señor. Si Israel cumple los preceptos del Señor,
Yahvé le defenderá de los enemigos y lo llenará de felicidades. Pero si el
pueblo pecaba y se apartaba del Señor, entonces Dios se retiraba de en medio
de su pueblo. En la nueva Jerusalén, Dios habitará indefectiblemente en medio
de los elegidos, que no provendrán únicamente de Israel, sino de todas las
naciones de la tierra. “El habitará con ellos, ellos serán su
pueblo, y el mismo Dios será con ellos su propio Dios”. En adelante
ya no habrá distinción entre judío y gentil, sino que todos podrán entrar a
formar parte del pueblo de Dios mediante la fe. La presencia continua e
indefectible de Dios en medio de los elegidos traerá como consecuencia la
exclusión absoluta de toda suerte de penalidades. Lo expresa el autor sagrado
con expresiones muy gráficas: Él secará todas sus lágrimas, y no habrá
más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó”. 4.3 DIOS ES EL QUE
DIRIGE LA HISTORIA Este texto se inspira en el profeta
Isaías, el cual dice: “Y destruirá a la
muerte para siempre, y enjugará el Señor las lágrimas de todos los rostros, y
alejará el oprobio de su pueblo, lejos de toda la tierra” (Is 25:82). Un
nuevo orden de cosas será inaugurado. En él cesará toda miseria, y los
elegidos serán colmados de felicidad en la nueva Jerusalén, porque la primera
condición de la bienaventuranza es la exclusión de todo mal. Con esto
comienza el reino de la alegría y de la felicidad. Después el mismo Dios toma la palabra para
dirigirse al vidente; “Y el que estaba sentado en el trono
dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Es la primera vez que en el
Apocalipsis se dice expresamente que Dios toma la palabra. Esta intervención
suprema de Dios se explica bien si tenemos en cuenta la gravedad de las
últimas revelaciones con que termina el libro. Dios declara que todo será
renovado: “Yo hago nuevas todas las cosas”. De este modo anuncia la
grande restauración de todas las cosas en Cristo. La renovación será tal y
tan definitiva, que hará olvidar todo lo pasado. Dios es el que dirige la
historia, y, por consiguiente, sabrá ordenar todas las cosas a su fin
primario, que es a su misma glorificación y a la exaltación de su Iglesia.
Todo comienza y termina en Dios, porque Él es el Creador de todas las cosas, y
todos los seres convergen ininterrumpidamente hacia El cómo a su centro y a su fin. 5. EVANGELIO Jn 13, 31-35 La novedad del mandamiento entregado en
esta despedida no está en el amor fraterno. Esto ya estaba exigido en Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Durante
la Última Cena, después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del
hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido
glorificado en Él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento
nuevo: ámense los unos a los otros. Así como Yo los he amado, ámense también
ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis
discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”. Palabra
del señor 5.1 GRAN DISCURSO DE DESPEDIDA DE JESÚS Con estas palabras, sólo interrumpidas
por la situación en que Juan pone la predicción de Pedro, comienza el gran
discurso de despedida de Jesús. Como Juan no relata la institución de 5.2 LA SALIDA DE JUDAS SIGNIFICA LA
“GLORIFICACIÓN” DE JESÚS Y DEL PADRE. Glorificación del Hijo, porque
va a dar comienzo en seguida su prisión y muerte, lo que es paso para su
resurrección triunfal. Así decía a los de peregrinos de Emaús: “¿No era necesario que el Mesías padeciese
tales cosas y así entrase en su gloria?” (Lc 24:26). Frente a
“glorificaciones” parciales que tuvo en vida con sus milagros, “Y manifestó
su gloria, y creyeron en él sus discípulos (Jn 2:11 o “y hemos contemplado su
gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de
verdad” (Jn 1:14), con esta obra entra en su glorificación definitiva: “y
toda lengua confiese que Jesús es Señor para gloria de Dios Padre.” (Flp
2:8-11). El ponerse la glorificación como un hecho pasado y luego al estilo
de usarse un presente por un futuro inminente, se considera tan inminente
esta glorificación — “en seguida” — que se da ya por hecha: “escatología
realizada.” Si no es debido a la redacción de Juan, que lo ve a la hora de
los sucesos ya pasados. 5.3 ES EL GRAN MILAGRO DE SU RESURRECCIÓN Esta “glorificación” del Hijo aquí va a ser “en seguida,” por lo que
es el gran milagro de su resurrección. Va a ser obra que el Padre hace “en
El.” ¿Cómo? La gloria de su resurrección descorrerá el velo de lo que Él es,
oculto en la humanidad; con lo que aparecerá “glorificado” ante
todos. Sería, pues, la glorificación del Hijo por su exaltación a la diestra
del Padre, la que se acusaría en los milagros. Es lo que El pide en la
“oración sacerdotal”: “Yo les he dado
la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en
ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú
me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los
que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que
contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la
creación del mundo.” (Jn 17:5.24). 5.4 EL ENSEÑÓ A LOS HOMBRES EL “MENSAJE” DEL
PADRE Pero, si el Padre glorifica al
Hijo, el Padre, a su vez, es glorificado en el Hijo. Pues El enseñó a los
hombres el “mensaje” del Padre: “Yo te
he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste
realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a
tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que
tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han
guardado tu Palabra” (Jn 17:4-6), y le dio la suprema gloria con el
homenaje de su muerte; que era también el mérito para que todos los hombres
conociesen y amasen al Padre. 5.5 “HIJOS MÍOS”. Y con ello les anuncia, algún
tanto veladamente, tan del gusto oriental, su muerte. Les vuelca el cariño
con la forma con que se dirige a ellos: “Hijos míos”. Él
va a la muerte. Por eso estará un “poco” aún con ellos. Pero ellos no pueden
“ir” ahora. Las apariciones de Jesús resucitado a los apóstoles fueron
transitorias y excepcionales. Si la forma literaria en que Él se refiere a lo
mismo que dijo a los judíos es literariamente igual, conceptualmente es
distinta, ya que aquéllos lo buscaban para matarle, por lo que morirán en sus
pecados: “Yo me voy y vosotros me
buscaréis, y moriréis en vuestro pecado” (Jn 8:21), mientras que a los
apóstoles va a “prepararles” un lugar en la casa de su Padre: “En la casa de mi Padre hay muchas
mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar” (Jn
14:2). 5.6 EL “MANDAMIENTO NUEVO” Jesús no puede explicar ahora a
los suyos el significado de su muerte. La afronta solo y la ofrece. En sus
palabras se siente vibrar la solicitud por los discípulos, que, dentro de
poco, también se quedarán solos, a merced de la duda y del escándalo. Por
ahora no pueden seguirle. Por eso necesitan más que nunca ser custodiados en
su nombre. Es ahora cuando les deja en testamento el “mandamiento nuevo” del amor
recíproco. Al vivirlo, estarán para siempre en comunión con él y nada podrá
arrancarlos de su mano. Más aún, podrán vivirlo porque él lo ha vivido
primero. “Ningún discípulo es superior
a su maestro”, aunque todo discípulo está llamado a configurarse con el
Maestro y a glorificarlo con su vida. El “mandamiento nuevo” no es un yugo
pesado, sino comunión personal con Dios, que quiere permanecer presente entre
los suyos como amor, como caridad. 5.7 ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS. ASÍ COMO YO LOS
HE AMADO Y Jesús les deja, no un
consejo, sino un “mandamiento” y “nuevo”: el
amor al prójimo. Acaso surge aquí, evocado por las ambiciones de los
apóstoles por los primeros puestos en el reino, lo que hizo que, con la
“parábola en acción” del lavatorio de los pies, les enseñase la caridad. Y
este mandato de Jesús es “nuevo,” porque no es el amor al simple
y exclusivo prójimo judío, cómo era el amor en Israel; “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (cf. Lev 19:18), sino que
es amor universal y basado en Dios: amor a los hombres “como Yo (Jesús) los he amado.” Y será al mismo tiempo una
señal para que todos conozcan “que
ustedes son mis discípulos” ¡Los discípulos del Hijo de Dios! Pues, siendo tan arraigado el
egoísmo humano, la caridad al prójimo hace ver que viene del cielo: que es
don de Jesús. Y así la caridad cobra, en este intento de Jesús, un valor
apologético. Tal sucedía entre los primeros cristianos jerosolimitanos, que
“tenían un solo corazón y una sola alma” (Hech 4:32). Tertuliano refiere que
los paganos, maravillados ante esta caridad, decían: “¡Ved cómo se aman entre
sí y cómo están dispuestos a morir unos por otros!” Y minucia Félix dice en
su Octavius, reflejando este ambiente que la caridad causaba en los gentiles:
“Se aman aun antes de conocerse” "A la tarde te examinarán en el amor;
aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición". San
Juan De La Cruz El Señor
nos Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant V DOMINGO DE PASCUA C Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd. Julio Alonso Ampuero, Meditaciones
Bíblicas sobre el Año Litúrgico |
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