Reflexión desde las Lecturas del Domingo VII del
Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. USTEDES
SON EL TEMPLO DE DIOS Ustedes
son el templo de Dios. He aquí una
realidad fundamental de nuestro ser de cristianos que por sí sola es capaz de transformar una vida.
Somos lugar santo donde Dios habita. Somos templo de la gloria de Dios. Somos
buscados, deseados, amados por las Personas Divinas, que hacen de nosotros su
morada (Jn 14,23). Todo hombre en gracia es templo de Dios. Saber esto y
vivirlo es una inagotable fuente de alegría, pues tenemos el cielo en la
tierra. Somos algo sagrado: ¡Cuánta gratitud, cuánto sentido de recogimiento
y adoración, cuánto respeto de nosotros mismos y de los demás debe brotar de
esta realidad! Ustedes son ese templo. Antes que cada
individuo, el templo es la Iglesia, la comunidad cristiana en su conjunto. La
Iglesia, la comunidad eclesial, es sagrada, es santuario que contiene la
realidad más preciosa: Dios mismo. Desde aquí se entiende lo que sigue: “Si alguno destruye el templo de Dios, Dios
lo destruirá a él”. No estamos para
destruir, sino para construir. También nosotros hemos de escuchar como San
Francisco la llamada de Cristo: «Reedifica mi Iglesia». Eso es lo
que significa la llamada insistente del Papa a colaborar todos en la nueva
evangelización. Debemos preguntarnos: ¿Construyo o destruyo? ¿Embellezco la
Iglesia con mi vida o la afeo? ¿Contribuyo a su crecimiento en número y en
santidad o la profano? No cabe término medio, pues « el templo de Dios es santo»,
y las manos profanas, carentes de santidad, en vez de construir destruyen. Ustedes
son de Cristo y Cristo es de Dios. Dios ha puesto
todo en nuestras manos, la creación entera nos pertenece, somos dueños y
señores de ella. Pero para dominarla de verdad es preciso que nosotros
vivamos perteneciendo a Cristo. Cuando nos olvidamos de que Cristo es el
Señor, de que todo le pertenece y de que nosotros mismos somos de Cristo,
entonces en realidad esclavizamos y frustramos la creación (Rom 8,20) a la
vez que nosotros nos hacemos esclavos de las cosas. 2. PRIMERA
LECTURA Lev 19, 1-2. 17-18 Pese a la larga lista de preceptos que el
pueblo de Israel debe observar, a la base de todos está “sean santos porque Yo, el
Señor, su Dios, soy santo” En torno a este mandamiento, cada aspecto
de la vida humana, sea religioso, social, moral o ético, se orienta a
santificar el nombre de Dios. Lectura del libro del Levítico. El Señor dijo a Moisés Habla en estos
términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque Yo, el
Señor su Dios, soy santo. No odiarás a tu hermano en tu corazón; deberás
reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él. No
serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor. Palabra de Dios 2.1 AMARÁS
A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO. YO SOY EL SEÑOR. Comienza el texto, anunciando el principio
de la santidad del Señor, que impone a Israel estas normas de vida santa.
Aquí no sólo se trata de una santidad ritual o legal, sino moral, ya que la mayor
parte de las ordenaciones son del ámbito religioso y moral. Después de
enunciar el principio de la santidad del Señor, repite enfáticamente la frase
consagrada, que hemos encontrado en el capítulo anterior: “Yo,
el Señor su Dios,” título que invita a la obediencia y acatamiento
sin reservas. El texto siguiente, (v.4), enumera los preceptos morales, con
el fundamental de honrar a los padres y observar el sábado. Contra toda acepción de personas, se
ordena que no se ha de favorecer ni al pobre ni complacer al rico (v.16) y se
prohíben los deseos adversos internos contra el prójimo; “No odiarás a tu hermano en tu
corazón”, al que hay que
reprender externamente antes de guardar rencor en el corazón, con el peligro
de desahogarlo violentamente contra él; “deberás reprenderlo convenientemente”. Los odios encubiertos pueden dar lugar a
explosiones violentas que sean un verdadero pecado, que recae sobre el que los
ejecuta. Quizá aquí también se recomienda la corrección fraterna como
obligación para no cargar con posibles pecados ajenos: “para no cargar con un pecado a
causa de él.” En todo caso, aquí hay una invitación a la
reconciliación y al espíritu de comprensión, ahogando todo sentimiento de
odio violento. Es el gran mandato: “Amarás al prójimo como a ti mismo”.
Aquí prójimo se refiere al israelita o compatriota, aunque los extranjeros
que habitan entre éstos son tratados con cierta consideración. Sin llegar a
la moral evangélica, encontramos aquí un gran principio que, según San Pablo,
es la síntesis de todos los mandamientos; “En
efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos
los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo.” (Romanos 13,9). En el
comentario rabínico se dice a propósito de este texto: “El prójimo no es el
samaritano, ni el extranjero, ni el prosélito”. Es la interpretación que
daban los judíos en tiempo de Cristo: “Habéis
oído: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.” (Mateo 8:43) En el mensaje
evangélico, el amor al prójimo es una consecuencia y proyección del amor al
Dios-Padre celestial, que hace salir el sol para buenos y malos. Pero en el
Antiguo Testamento no encontramos un ideal tan alto, y así son frecuentes las
expresiones de odio en personajes que, por otra parte, son fieles. 3.
SALMO
Sal 102, 1-4. 8. 10. 12-13 R. El Señor es bondadoso y compasivo. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi
ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides
sus beneficios. R. Él perdona todas tus culpas y sana todas
tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura.
R. El Señor es bondadoso y compasivo, lento
para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni
nos paga conforme a nuestras culpas. R. Cuanto dista el oriente del occidente, así
aparta de nosotros nuestros pecados. Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles. R. 3.1 SALMO DE ALABANZA DE LA MISERICORDIA DIVINA. El
Señor es bondadoso y compasivo. En este bellísimo salmo se canta la
benevolencia del Señor, que se muestra indulgente y comprensivo con el
pecador. “Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias” Las
exigencias de su misericordia se sobreponen a las de su justicia, y el
corazón arrepentido encuentra siempre el perdón de parte del Dios que conoce
la fragilidad de la naturaleza humana. No es un Juez acusador, sino un Padre
benévolo con sus hijos. No acusa de manera inapelable ni guarda
rencor eternamente. Fundamentalmente es un himno de acción de
gracias y de alabanza; por su elevación de ideas y por su elegancia
literaria, este salmo es considerado como una de las obras maestras del
Salterio. El espíritu del salmista se refleja en toda su transparencia, muy
cerca ya de las perspectivas cristianas: el
Dios paternal y providente se sobrepone al Dios justiciero del Sinaí. 3.2 DIOS, MISERICORDIOSO Y CLEMENTE. El Señor es bondadoso y compasivo. Consciente de
los múltiples favores que debe al Señor, el salmista invita a toda su
personalidad — espiritual y corporal — a reconocerlos y a bendecir su
benevolencia, que se muestra en el perdón de las faltas y en la curación de sus dolencias físicas: “La
malicia matará al impío, y los que aborrecen al justo expiarán”. (Sal 33,22). En los momentos de perder la vida es
también quien: “rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura”.
El quien la rescata de las fauces
amenazadoras de la fosa o sepulcro; El poeta juega
con la metáfora de la fiera que ataca y está a punto de engullir la presa. “Ya me cercan sus pasos, clavan sus ojos
para echar (me) por tierra” (Sal 16,11). El salmista tiene experiencia de haber sido milagrosamente
liberado de la muerte inminente, y por eso lo declara abiertamente en
reconocimiento de protección salvadora. Pero su benevolencia no se limita a
salvarlo del peligro, sino que después le colma de bienes conforme a sus deseos; bajo este aspecto puede decir que
su juventud se renueva constantemente
como la del águila, que cambia de
plumaje cada año; “El sacia de
bienes tus deseos, renueva tu juventud como la del águila” (Sal 102,5).
Quizá haya una alusión a la leyenda antigua del águila, que, volando hacia el
sol, cae después en el mar para salir renovada de sus aguas, o a la fábula
del ave fénix, que renace de sus cenizas. El Señor, en su proceder con los hombres y
los pueblos, se amolda a las exigencias de su justicia y equidad, y por eso despliega su protección sobre los oprimidos. Su misericordia se
manifestó especialmente en la azarosa historia de Israel cuando se formaba
como colectividad teocrática. Llevado de su amor al pueblo elegido, mostró
los caminos de su Ley a Moisés, y exhibió su poder en no pocas
proezas deslumbradoras para
protegerlo y auxiliarlo en momentos críticos. En todas sus actuaciones se
mostró tardo a la ira, perdonando
las transgresiones del pueblo rebelde y de dura cerviz y mostrándose siempre benevolente; “El Señor es misericordioso y
benigno, tardo a la ira y muy benevolente”. (Sal 102,8). No es un fiscal que está siempre acusando
y procurando litigios con los seres humanos, y menos con los fieles de su
pueblo; y si se irrita contra él, depone pronto su cólera, sin guardar rencor alguno permanente. En realidad,
Dios castiga siempre menos de lo que los seres humanos merecen por sus pecados: Y hará salir como la luz tu justicia, y
tu derecho como el mediodía. 3.3 LA COMPASIÓN PATERNAL DE DIOS La protección divina sobre los fieles a la
Ley se manifiesta de modo inconmensurable, parecida a la distancia de los
cielos a la tierra: “Y hará salir como
la luz tu justicia, y tu derecho como el mediodía” (Sal 36,6). Pero esta
actitud divina se muestra también en la facilidad de “perdonar todas las culpas” de sus protegidos: “...
porque te echaste a la espalda todos mis pecados.” (Isaías 38). Es la conducta del padre
para con sus hijos. En realidad, nadie mejor que Dios conoce la fragilidad
humana: “No recuerdes para nuestro mal
las iniquidades de antaño; apresúrate y sálgannos al encuentro tus
misericordias, que estamos abatidos sobremanera. Socórrenos, ¡OH Dios,
Salvador nuestro! por la gloria de tu nombre, líbranos y perdona nuestros
pecados por tu nombre” (Sal 78, 8-9). Pues sabe que el hombre ha sido
formado del polvo. Justamente por ello, su vida es efímera como la de la hierba
y la flor, que se agostan con los primeros
vientos solanos. En contraste con el carácter transitorio y fugaz de la vida
humana está la piedad divina, que se extiende a los que le temen durante
generaciones, y su justicia protege a los suyos de padres a hijos: “Pero la piedad del Señor es eterna para
los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos” (Sal 102, 17).
Pero esto está condicionado a la observancia de su alianza, concretada en los mandamientos.
“Como
un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles.” Doy gracias al Señor de todo corazón, (Sal
110,1), Demos gracias al
Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia, (Sal 117,1), cantemos con
alegría: R. El Señor es bondadoso y
compasivo. 4. SEGUNDA
LECTURA 1Cor 3, 16-23 El nuevo santuario de Dios no es un
recinto, dice Pablo a los corintios. Este santuario es sagrado, pues en él
habita Dios. Nadie ha dicho algo tan sublime sobre la dignidad de la persona
humana, y sin embargo nadie ha sido tan radical en condenar a aquellos que
destruyan, abusen, discriminen, menosprecien ose olviden de este santuario de
Dios. Lectura de la primera carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto. Hermanos: ¿No saben que ustedes son templo
de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el
templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y
ustedes son ese templo. ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene
por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios. En efecto, dice
la Escritura: «El sorprende a los sabios en su propia astucia», y además: «El
Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos». En
consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a
ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida,
la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de
Cristo y Cristo es de Dios. Palabra de Dios. 4.1 “¿NO SABEN QUE USTEDES SON TEMPLO DE DIOS
Y QUE EL ESPÍRITU DE DIOS HABITA EN USTEDES? Pocos pasajes encontraremos en la Sagrada
Escritura en que, como en el presente, se hable tan amplia y claramente sobre
la naturaleza del ministerio apostólico. Dos son las verdades que
principalmente se hacen resaltar; es, a saber, que el agente principal de
toda obra apostólica es Dios, y que a nosotros, ministros y cooperadores de
Dios, se nos pedirá cuenta de la misión que nos fue encomendada. “¿No saben que ustedes son templo de Dios
y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de
Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes
son ese templo.” Estos dos
versículos siguen aún en la línea de la imagen del “edificio,” que aquí se
concreta en la de “templo,” dado que es un edificio de Dios, en que El mismo
quiere morar. Se trata de una grave advertencia, como diciéndoles: No
destruyáis la unidad de esa “edificación,” que es la iglesia de Corinto, pues
es “templo” de Dios, algo que es “santo,” y Dios castigará severamente a los
culpables. Evidentemente, en este contexto, el término “templo” de Dios,
aunque por extensión pueda aplicarse a cada uno de los fieles, directamente
se aplica a la comunidad de Corinto, es decir, tiene sentido colectivo, no
individual. Hace aquí San Pablo la aplicación de los
principios anteriormente expuestos. Dos son las afirmaciones fundamentales.
Primeramente; “¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en
este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio”, que no
quieran dárselas de entendidos los corintios, juzgando según los criterios de
la “sabiduría” humana y tomando partido por este o aquel predicador, pues esa
“sabiduría” es tontería ante Dios; “porque la sabiduría de este mundo es
locura delante de Dios”, y lo que interesa es que se hagan sabios
según la “sabiduría” divina, aceptando con humildad y sencillez la doctrina
de la salud por Cristo. Las citas que hace Pablo, “En
efecto, dice la Escritura: -El sorprende a los sabios en su propia astucia-,
y además: -El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son
vanos-”, están inspirada
de Job y el salmo 94; “Prende a los
sabios en su astucia, el consejo de los sagaces se hace ciego”. (Job 5,13) “El
Señor, conoce los pensamientos del hombre, que no son más que un soplo.” (Salmos
94, 11), el Apóstol trata de apoyar su tesis, haciendo ver que los
cálculos y planes de los “sabios” humanos no valen de nada ni pueden impedir
los planes divinos. 4.2 “USTEDES SON DE CRISTO Y CRISTO ES DE
DIOS”. La segunda idea; “En consecuencia, que nadie se
gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo o
Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro”, para
hacer ver a los corintios lo absurdo de su proceder con eso de los partidos,
es la de que en buena lógica no son los fieles para los apóstoles sino los
apóstoles para los fieles, pues su misión es la de ser “ministros” o
servidores, que trabajan en el campo de Dios. Υ no sólo los apóstoles,
las criaturas todas están ordenadas por Dios al bien de los fieles (cf. Rom
8:28). Así es de grande la dignidad del cristiano. Luego san Pablo lleva ya
la argumentación hasta el final, no llevéis las cosas demasiado lejos, sino piense
que; “ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios”. De esta nuestra
pertenencia a Cristo, que fue quien nos redimió con su sangre (cf. 7:23; Rom
3:24; Ef 1:7), habla con frecuencia San Pablo (cf. 1:12-13; 6:19; Rom 6:11; 2
Cor 10:7; Gal 3:29). En cuanto a la pertenencia de Cristo a Dios, ha de
entenderse, no de Cristo en cuanto Dios, igual al Padre, sino de Cristo en
cuanto hombre, con misión de Mediador para llevar a los hombres al Padre; “pero
ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha
ordenado. Levantaos. Vámonos de aquí”.
(Juan 14:31). 5. EVANGELIO
Mt 5, 38-48 Una verdadera novedad en el mensaje de
Jesús es el no rotundo a la ley del Talión: Ojo por ojo, diente por diente”
Ante este principio que corrompe las relaciones entre las personas y con
Dios, Jesús propone un cambio radical a partir de la fuerza creadora del
amor, como única respuesta que pondrá fin a toda violencia. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo. Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han
oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente». Pero Yo les digo que no
hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada
en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un
juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo
acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas
la espalda al que quiere pedirte algo prestado. Ustedes han oído que se dijo:
«Amarás a tu prójimo» y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus
enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está
en el cielo, porque El hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la
lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman,
¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan
solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los
paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en
el cielo. Palabra del Señor. 5.1 OJO POR OJO Y
DIENTE POR DIENTE “Ustedes han oído que se dijo…”. Pero yo les
digo… Jesús, nos reafirma su autoridad divina, por sobre la ley, por sobre
los profetas, por encima de los legisladores, es una afirmación clara de su
divinidad. Ojo por ojo y diente por diente. La
llamada ley del talión toma su nombre de su incorporación a la ley romana Las
frases con que aparece citada eran las primeras con las que aparece formulada
en la Ley (Ex 21:24.25v; Dt 19:18.21v). Era la ley vigente en el Oriente
bíblico. Esta legislación, tan chocante con la mentalidad que hoy tenemos,
nacía precisamente de un espíritu de justicia y moderación. Si la injusticia
privada fácilmente degenera en reyerta y ésta en abuso, ley del talión tendía
a prevenir y evitar éstas trifulcas. Era la justicia tasada materialmente:
Ojo por ojo, pero no más que el equivalente material de la ofensa hecha.
Aunque también se admitía en la antigüedad la sustitución de esta tasación
material por una equivalencia en especie o dinero (Ex 21:26-35). Sin embargo,
no es seguro si en la época de Jesús regía la sustitución pecuniaria o equivalente
de la ley del talión, En la literatura rabínica hay indicios de estar vigente
estrictamente esta ley, al menos en casos concretos. El historiador Judío
Flavio Josefo dice que era practicada si el agredido no aceptaba la
compensación económica. Y este principio es el que Jesús toma en su primitiva
formulación para preceptuar a sus discípulos un amplio espíritu de justicia,
y aún más, desbordada por la caridad. 5.2 JESÚS NO EXPONE
LA ABOLICIÓN DE LA JUSTICIA PÚBLICA Pero es bueno aclarar que esta justicia
que va a exponer Jesús, no es la abolición de la justicia pública, la que es
necesaria para la existencia misma de la sociedad. Recordemos que el mismo
Jesús dijo: Dad al César. Ni tampoco trata de que sus discípulos renuncien a
sus derechos ante la justicia pública, pues se haría la vida humana imposible
en multitud de casos. El mismo hará ver esto con su ejemplo en san Juan
18:22.23. Al oír esto, uno de los guardias que estaba allí le dio a Jesús una
bofetada en la cara, diciendo: ¿Así contestas al sumo sacerdote? Jesús le
dijo: Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado
correctamente, ¿por qué me golpeas? 5.3 EL ESPÍRITU
GENEROSO DE CARIDAD QUE HAN DE TENER LOS DISCÍPULOS Lo que Jesús enseña, en una forma
oriental, concreta, extremista y paradójica, es cuál ha de ser el espíritu
generoso de caridad que han de tener sus discípulos en la práctica misma de
sus derechos de justicia. Por eso, al ojo por ojo, dirá como temática
paradójica de este espíritu de caridad, dice Jesús: Pero yo les digo que no
hagan frente al que les hace mal, es decir, no resistáis al mal, por el
contexto, al hombre malo, al que le hace mal. Y Jesús ilustra aún este
principio con cuatro casos, que harán ver con grafismo su pensamiento. Al
final de ellos se sintetizará su intento. 5.4 SI ALGUIEN TE DA
UNA BOFETADA EN LA MEJILLA DERECHA, PRESÉNTALE TAMBIÉN LA OTRA Jesús nos dice en el primer caso; “Si
alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.”
La paradoja es clara. El citar concretamente una mejilla es debido a
que el detalle agrada al pueblo y fija la atención. El que sea la derecha no
tiene ningún valor especial, aunque algunos lo pensaron basándose en
sutilezas. Lucas, 6; 9 en el lugar paralelo, dice: Al que te hiera en una
mejilla, ofrécele la otra. Es una expresión tomada del lenguaje popular. En
la literatura rabínica se lee: Cuando alguno te abofetee en la mejilla
izquierda, preséntale aún la derecha. Es matiz característico de san Mateo. 5.5 AL QUE QUIERE
HACERTE UN JUICIO PARA QUITARTE LA TÚNICA, DÉJALE TAMBIÉN EL MANTO Jesús nos dice en segundo caso; “Al
que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto”;
La túnica y el manto eran las dos piezas usuales del vestido palestino de la
época. La escena parecería evocar un caso de reclamación ante un tribunal.
Ante este pleito, Jesús diría, paradójicamente, que le diese también el
manto, sobre el que no había cuestión. La Ley exigía que el que tomase en
prenda el manto del prójimo se lo devolviese antes de la puesta del sol, pues
tan necesario le era (Ex 22:25.26). 5.6 SI TE EXIGE QUE
LO ACOMPAÑES UN KILÓMETRO, CAMINA DOS CON ÉL Jesús nos dice en tercer caso: “si
te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.” Esta
sentencia es propia del evangelio de san Mateo. Esta exigencia, equivale a la
palabra requisar, que es de origen persa. Los oficiales y servidores del rey,
para poder cumplir mejor su oficio de mensajeros, estaban autorizados a
requisar a personas o medios de transporte que encontrasen a mano. Los
romanos tomaron de los persas la misma palabra y la institución.
Naturalmente, este derecho se prestaba en la práctica a toda clase de abusos.
En labios de Jesús tiene la palabra mayor amplitud, pues se refiere al
espíritu que ha de informar la conducta de sus discípulos. El mismo término
cualquiera que te requise acusa el propósito genérico de la lección de Jesús
en la vida cotidiana, si te exige que lo acompañes un kilómetro, Jesús
propone responderle con dos. 5.7 DA AL QUE TE
PIDE, Y NO LE VUELVAS LA ESPALDA AL QUE QUIERE PEDIRTE ALGO PRESTADO. En el cuarto caso, Jesús dice; “Da
al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo
prestado.” Este cuarto ejemplo con el que Jesús expone su doctrina
parecería tratarse, en la primera parte, del ejercicio de la limosna, y en la
segunda, de dar facilidades materiales en la vida del prójimo. Pero
ateniéndose al tono general de este contexto, en el que se acusan exigencia o
insolencia por abuso — la bofetada, el despojo del manto, la requisa —,
probablemente este último punto ha de ser situado en el plano de lo exigente.
Puede ser el caso de una petición de préstamo en condiciones de exigencia o
insolencia. A esto lleva la sentencia paralela de Lucas: Da a todo el que te
pida y no reclames a quien toma lo tuyo (Lc 6:30). Según el Antiguo
Testamento, el préstamo al pobre debía ser hecho sin beneficios. Expresión
aún con más amplificación. 5.8 EL CRISTIANO
DEBE TENER UNA ACENTUADA CARIDAD La doctrina de Jesús, que se desprende de
estos casos concretos en que la expone, es que el cristiano debe tener su
caridad al prójimo tan acentuada, que en los casos mismos de ofensa o abuso,
como en la bofetada, o en los que tiene la justicia a su favor, la túnica,
requisa, préstamo, debe tener su disposición de ánimo en tal estado que, por
su parte, esté dispuesto al perdón y a la generosidad con su adversario. Por
lo que no quiere decir, en verdad, que ponga la otra mejilla para recibir
otra bofetada, lo que era provocar al enemigo a una nueva injuria, y
análogamente hay que decir lo mismo de los otros casos, pues sería provocador
de nuevas injurias el que así hiciese. Es, por el contrario, con esa forma un
tanto paradójica de hablar, un modo de exponer la actitud de caridad y perdón
que se ha de tener con el adversario; no sólo perdonar a la primera injuria,
sino estar preparado a perdonar nuevas ofensas, ofreciéndole así, con la otra
mejilla, toda la generosidad de su perdón. Cuando a Jesús, en el sanedrín, un
soldado le dio una bofetada, Jesús no le ofreció la otra mejilla, sino que le
dijo: Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado
correctamente, ¿por qué me golpeas? Acaso esté también en la perspectiva de
san Mateo la persecución por Jesús 5.9 JESÚS PREFIERE
LA MISERICORDIA Las leyes, favorecían más a la Justicia
que la misericordia, Jesús prefiere la misericordia, El ennoblece los
sentimientos profundos, los corazones sinceros y compasivos, ante la práctica
del rigor de la ley, la ley del Talión responde al espíritu de la justicia,
pero no al del Evangelio, que es el espíritu de caridad. Dice el Señor; “Da
al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo
prestado.” Es decir seamos benevolentes, piadosos, clementes,
compasivos, tengamos caridad por nuestros hermanos, no le neguemos lo que
necesiten, tengamos disposición de ayudar y no de volver las espaldas. Jesús,
nos vuelve a pedir, que amemos al prójimos, como a nosotros mismos. 5.10 AMARÁS
A TU PRÓJIMO Y ODIARÁS A TU ENEMIGO Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han
oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.” Nuevamente
Jesús cita lo que oyeron en las lecturas y explicaciones sinagogales. La
primera parte de esta sentencia se encuentra formulada así en la Ley, -No te
Vengarás ni Guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Más bien, Amarás a tu
Prójimo como a ti mismo - (Lev 19:18). En la Ley se preceptúa el amor al prójimo;
pero éste prójimo es sólo el judío. En algunos pasajes se recomienda y manda
amar también al peregrino pero el contexto hace ver que no es el transeúnte,
sino el advenedizo establecido habitualmente entre el pueblo judío e
incorporado a él. - Cuando un extranjero resida con vosotros en vuestra
tierra, no lo oprimiréis- (Lev 19:34), 5.11 JESÚS DA SU ENSEÑANZA PROPIA, “AMEN A SUS
ENEMIGOS, RUEGUEN POR SUS PERSEGUIDORES” Así es como del precepto positivo de amor
al prójimo, pero solo entre los judíos, sumado al silencio del amor universal
al prójimo, y que la ley respaldaba el exterminio de ciertas gentes que no
eran judías, se vino a concluir dentro del pueblo la ilógica, pero práctica
para ellos, la no obligación de amar a los no eran judíos. Este era el ambiente que existía en tiempo
de Jesús, con una interpretación muchas veces exagerada de la Ley, sin
embargo Jesús da su enseñanza propia; “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos,
rueguen por sus perseguidores”, es decir el amor al prójimo llega
hasta amar a nuestros enemigos, que, en contraposición al judío de aquel
tiempo, son todos los no judíos, todos los hombres. Y al mismo tiempo se
extiende a perdonar las ofensas personales con verdadera amplitud, pues
manda; rueguen por sus perseguidores, en otras palabras a orar por los mismos
que los persiguen. 5.12 ASÍ
SERÁN HIJOS DEL PADRE QUE ESTÁ EN EL CIELO Nunca el judaísmo llegó a esta moral. EL
motivo que Jesús cita para exigir este amor al enemigo es doble: así serán
hijos del Padre que está en el cielo. La bondad es esencial a Dios y se
desborda, benéfica y protectora sobre todos los hombres, buenos y malos; “porque él hace salir el sol sobre malos y
buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.”. No priva a éstos ni del beneficio del sol ni
de la lluvia, destacado este último por su valor incalculable en la seca
tierra oriental. Por eso, cuando los seres humanos, en
lugar de odiar a sus enemigos, los aman por caridad, imitan y participan de
esta bondad indistinta y universal de Dios. Y esta imitación y participación
establece en ellos una nueva y especial relación con El. Lo que se expresa en
semita por el concepto de filiación: hijos de Dios, como se es, hijo de la
luz. Así son los hombres, hijos de vuestro Padre, que está en los cielos. 5.13 SI USTEDES AMAN SOLAMENTE A QUIENES LOS AMAN,
¿QUÉ RECOMPENSA MERECEN? Dice Jesús: “Si ustedes aman solamente a
quienes los aman, ¿qué recompensa merecen?” El amor natural es
practicado espontáneamente por todos. Pero aquí se destacará la necesidad de
una conducta nueva de amor, que llega a los publícanos y gentiles, a quienes
los judíos abominaban. ¿No hacen lo mismo los publicanos? y si saludan
solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo
los paganos? El amor aquí a los hermanos se debe de referir a los miembros de
la comunidad eclesial a la que pertenecen. El motivo es este amor a Dios, a
quien hay que imitar en la anchura del mismo. 5.14 POR
LO TANTO, SEAN PERFECTOS COMO ES PERFECTO EL PADRE QUE ESTÁ EN EL CIELO Jesús, luego añade la siguiente sentencia;
“Por
lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”.
La perfección que se pide aquí es la benevolencia y el amor a los enemigos,
pero por sobre todo, la misericordia. Esta es la gran lección que hoy nos enseña
Jesús, eso debe ser parte del cristiano, en su obrar, ha de imitar, en el
modo de conducirse, al Padre celestial, norma cristiana de toda perfección.
Ser grandes de corazón, supone el amor por los que consideramos enemigos,
manifestación clara de que somos hijos de Dios y por esa forma de ser,
reconocerán en nosotros la filiación divina. Dios es todo bondad y ama a
todos los hombres, al imitar en eso al Padre, participamos todos de su bondad
infinita. El
Señor les Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant VII Domingo Ciclo “A” Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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