Reflexión desde las Lecturas del Domingo XIII,
Ciclo A SAN
PEDRO Y SAN PABLO Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
COLUMNAS
DE LA IGLESIA Celebramos, hoy, la
solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, las máximas columnas de En esta festividad honramos
al Santo Padre, el Papa, sucesor de Pedro, quien tiene la difícil misión de
velar por todo el pueblo de Dios. Como ambos apóstoles —Pedro y Pablo—
sufrieron el martirio en Roma, los ornamentos del sacerdote son de color
rojo. 2.
PRIMERA
LECTURA Hech 12, 1-11 Luego del martirio de Santiago, Pedro, encarcelado y
custodiado con medidas de máxima seguridad, es liberado por el ángel del
Señor para devolverlo a la comunidad que ha orado fervientemente por él. Los
signos de su liberación, que se da durante Lectura de los Hechos de los apóstoles. El rey Herodes hizo arrestar a algunos
miembros de Palabra de Dios. 2.1 EL REY HERODES “El rey Herodes hizo arrestar a algunos
miembros de 2.2 HIZO ARRESTAR A PEDRO Estamos
en una época de persecución contra la Iglesia y este Herodes se iba a
enfrentarse con la naciente Iglesia. Muy hábil para ganarse el favor de los
poderosos, procuraba ganarse también las simpatías y afecto de sus súbditos.
Josefo cuenta a este respecto detalles muy interesantes. Parece que su
persecución contra los cristianos, más que de animosidad personal contra
ellos, procedía de este su deseo de congratularse más y más con los judíos: “esto agradaba a los
judíos”. Al
contrario que en la anterior persecución, cuando la muerte de Esteban (cf. Hechos
8:1), parece que ahora se busca sobre todo a los apóstoles: “Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan,
y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro”, sin duda que éstos, después
de lo de Cornelio y de la predicación en Antioquía, admitiendo a los
gentiles, se habían ido enajenando el apoyo popular, de que gozaban en un
principio (cf. Hechos 2:47; 4:33; 5:13), de ahí ese viendo que “esto agradaba a los
judíos”. Quería
ahora el pueblo que se fuera directamente a los jefes, pues la nueva religión
se seguía difundiendo de manera alarmante y peligraban los privilegios de
Israel. 2.3 “LA IGLESIA
NO CESABA DE ORAR A DIOS POR ÉL” Por
lo que respecta al encarcelamiento de Pedro, nos dice San Lucas que: “Eran los días de “los panes ácimos”, es decir, durante las fiestas pascuales, porque
en esos días estaba prohibido comer pan fermentado. La guardia que Herodes
manda poner en la cárcel es severísima, “poniéndolo
bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno” Sin duda, Herodes tomaba todas estas precauciones para evitar que se
repitiera la inexplicable evasión llevada a cabo anteriormente por el mismo
Pedro (cfr. Hechos 5:19) y de la que seguramente estaba informado. Pero
mientras así era encarcelado Pedro y se tomaban todas esas precauciones, “la Iglesia
no cesaba de orar a Dios por él”. Toda
esta escena de la liberación de Pedro es de un subidísimo realismo y está
llena de colorido. Probablemente San Lucas recibió su información
directamente del mismo Pedro; y, por lo que se refiere a los animados
incidentes en casa de María, la madre de Juan Marcos, muy bien pudo ser el
mismo Marcos, sin duda testigo ocular, quien le contara todos esos
pintorescos detalles. Y sigue Lucas; “De
pronto, apareció el ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El
ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: “¡Levántate rápido!”. Es así como Lucas nos quiere
relatar sobre la suerte que hubiera tenido Pedro si el Señor no hubiera
intervenido con un milagro y Pedro se escapa de la muerte en esta oportunidad
gracias a la feliz intervención del “ángel
del Señor”. Por tanto, la maravilla de la
liberación de Pedro es obra de Dios que muestra su benevolencia con los primeros
cristianos de una forma extraordinaria. Una vez liberado y a salvo, Pedro
reconoce: “Ahora sé que
realmente el Señor envió a su ángel y me libró de las manos de Herodes y de
todo cuanto esperaba el pueblo judío”. Para Lucas, esta es
la Pascua de Pedro, esto es, la liberación definitiva del mundo judío, por lo
que luego la liberación del cabeza de los apóstoles se convierte en un signo
concreto de la salvación que deben llevar también a los gentiles. 3.
SALMO
Sal 33, 2-9 Frente a la acción obrada por Dios, el salmo nos
invita a bendecir y alabar al Señor. R. El Señor me libró de todos mis temores. Bendeciré al Señor en todo tiempo, su
alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo
oigan los humildes y se alegren. R. Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su
nombre todos juntos. Busqué al Señor: él me respondió y me libró de todos mis
temores. R. Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y
sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: él lo
escuchó y lo salvó de sus angustias. R. El ángel del Señor acampa en torno de sus
fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que
en él se refugian! R. 3.1 BENDECIRÉ AL SEÑOR EN TODO TIEMPO El salmista inicia un himno de
alabanza al Señor para que los que le escuchan se relacionen con El. “Bendeciré
al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios”. Los
humildes serán los primeros que se asociarán a su alabanza, porque serán los
primeros en reconocer la mano protectora del Señor en sus vidas de
sufrimiento. “Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los
humildes y se alegren”. Humildes aquí no significa tanto los que
practican la virtud de la humildad cuanto los “piadosos” o seguidores
incondicionales del Señor por sus preceptos, y, como tales, muestran espíritu
de obediencia y docilidad; son los que aman al Señor y lo siguen fervorosos
y que por lo general eran de las clases sociales modestas. Estos serían los
que mejor entenderían los favores otorgados al salmista. Por ello les invita
a magnificar a al Señor, reconociendo su grandeza y celebrando su soberanía
sobre todo. Tiene una experiencia personal de su protección, que le libró de
sus temores: “Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos
mis temores”. Dios es la fuente de la luz y
de la vida; de El procede la vida espiritual y la física, y, por tanto, la
felicidad; por ello, el salmista invita a que los humildes, que saben valorar
las íntimas alegrías de la amistad divina, se dirijan hacia Él, pues serán
iluminados, en cuanto que sus rostros volverán radiantes de alegría y de
optimismo ante la vida, porque saben que tienen a Dios a su lado; “Miren
hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán”.
Nunca serán confundidos o avergonzados de haber confiado en el Señor, pues en
la hora difícil les tenderá la mano. El salmista habla por propia
experiencia, “Este pobre hombre invocó al Señor”, pues
el Señor le salvó de todas sus angustias: Él lo escuchó y lo salvó
de sus angustias”. 3.2 FELICES LOS QUE EN ÉL SE REFUGIAN En realidad, el pobre
afligido, temeroso de Dios, no se halla solo y desamparado, pues en torno
suyo acampa el ángel del Señor para protegerle y salvarle. “El Ángel
del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra”. Consciente
de esta seguridad que proporciona la amistad divina, porque pone a
disposición de los suyos sus ejércitos angélicos, el salmista invita a gustar
de la bondad divina, que se manifiesta a los que le
temen; “¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en
él se refugian!”. Por ello proclama bienaventurado al que
se acoge a su protección: “Miren hacia él”. Los
que se precian de ser santos o consagrados a Dios en su vida de entrega a la
Ley, deben temer a Dios, ya que El retribuye con largueza, sin que nada les
falte, a los que le temen. La denominación de santo se aplica en el A.T. a
Israel como nación, y a los ciudadanos de la comunidad teocrática en los
vaticinios de Daniel. Aquí el salmista piensa que los israelitas, por
pertenecer a una nación santa — como pueblo y heredad de Dios — deben ser
santos, en el sentido de incontaminados con los impuros, que viven moralmente
apartados de Dios. En realidad, la fidelidad a los mandatos divinos es
compensada por la largueza divina; al contrario, los ricos, que forman su
fortuna sin preocuparse de la Ley divina, al final pasarán hambre. El
salmista piensa siempre en la manifestación retributiva de la justicia divina
en esta vida, pues no tiene luces sobre la vida del justo en el más allá. 4.
SEGUNDA
LECTURA 2Tim 4, 6-8. 17-18 Con un lenguaje propio de la época y de las
competiciones olímpicas famosas en el mundo helénico, el apóstol se despide
de Timoteo y la comunidad, motivándolos a seguir en la competencia donde el
Señor “justo juez” dará a cada uno la corona de triunfo en su reino celeste. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. Querido hijo: Ya estoy a punto de ser
derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado
hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está
preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me
dará en ese día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado
con amor su manifestación. El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para
que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos
los paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo
mal y me preservará hasta que entre en su reino celestial. ¡A él sea la
gloria por los siglos de los siglos! Amén. Palabra de Dios. 4.1 HE PELEADO HASTA EL FIN EL BUEN
COMBATE, CONCLUÍ MI CARRERA, CONSERVÉ LA FE Este
final de la carta es de lo más dramático y solemne que salió de la pluma del
Apóstol. “Querido hijo: Ya
estoy a punto de ser derramado como una libación”, y Pablo, que prevé próximo su fin, “y el
momento de mi partida se aproxima”, entonces insiste con redoblada energía sobre su predilecto discípulo Timoteo
para que cumpla con valentía y decisión su deber de ministro de Cristo. Es
como su testamento. Pablo,
expresa un balance de su vida; “he peleado
hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe”, su vida está
a punto de derramarse como un sorbo, (libación) e invita a Timoteo a que se entregue de lleno a su
ministerio, pues se acercan tiempos difíciles. Evidentemente, Pablo prevé ya
casi como seguro un resultado adverso en su proceso. El lenguaje es muy
distinto del empleado cuando la primera cautividad romana, no obstante aludir
también entonces a posible “libación” (cf. Flp 2:17). La imagen de “libación”
es muy significativa. Pablo no quiere decir solamente que ha llegado al
término de su vida, sino que deja entender, además, que su muerte es en cierto
modo una ofrenda “sacrificial,” unida a la de Cristo (cf. Col 1:24; Rom
12:1). 4.2 “EL SEÑOR ESTUVO A MI LADO, DÁNDOME
FUERZAS” Este
relato es un testamento del apóstol que sabe que ya llega a su hora final, y
mientras le entrega algunas recomendaciones a Timoteo, no da a conocer su
estado de ánimo. Pablo está solo y abandonado por sus hermanos, sin embargo,
tiene la conciencia muy tranquila, “he peleado
hasta el fin el buen combate”, y sabe que el Señor esta con él. “El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas”. Pablo,
tal como los guerreros antiguos, va a morir como un verdadero luchador, él
está consciente de que se ha entregado por completo tanto al Señor como a sus
hermanos, por tanto es consciente que ahora solo le espera la victoria: “ya está preparada para mí la corona de
justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese día”. La
conclusión del relato, destaca los sentimientos personales de Pablo, el apóstol
de los gentiles, su amor por la causa del Evangelio, su imitación a Cristo, y
su conciencia de haber llevado adelante la obra de salvación, a la que había
sido llamado por el Señor “para que el mensaje fuera proclamado por mi
intermedio y llegara a oídos de todos los paganos”. 5.
EVANGELIO
Mt 16, 13-19 El reconocimiento de Jesús hacia Pedro como hombre de
fe, ubica a este humilde pescador de Galilea en un lugar importante de la
primera comunidad. No está por encima de sus hermanos, sino al servicio de
ellos, como fundamento de la comunidad, en las bases de la comunidad. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Al llegar a la región de Cesárea de Filipo,
Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre?
¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y
ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón
Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo:
“Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no
prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Todo
lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en
la tierra, quedará desatado en el cielo”. Palabra del Señor. 5.1 “¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?” Al llegar a la región
de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Qué dice la gente sobre el
Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es? Es en este lugar de
Cesárea de Filipo, es el momento cuando Jesús, dirigiéndose a los discípulos,
les hace abiertamente esta pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Jesús no lo ignoraba por su conocimiento sobrenatural, pero también lo que
pensaba la gente de Él lo sabía, como los apóstoles, por el rumor popular.
¿Por qué les pregunta primeramente a ellos lo que piensan de El las gentes? 5.2 JESÚS, PARA UNOS, ERA JUAN BAUTISTA, El contacto de los
apóstoles con las muchedumbres a causa de la predicación y milagros de Jesús
les había hecho recibir toda clase de impresiones en torno a esto. Las que
recogieron eran éstas: Jesús, para unos, era Juan Bautista, sin duda
resucitado, como sostenía el mismo Antipas. Pues esta opinión había cobrado
cuerpo entre el pueblo, ya que Lc mismo dice que Antipas estaba preocupado
con la presencia de Jesús, puesto que algunos decían que era Juan, que había
resucitado de entre los muertos (Lc 9:7). 5.3 OTROS, QUE ELÍAS; OTROS, QUE JEREMÍAS Para otros, Jesús era
Elías. Lc recoge en otro lugar esta creencia popular. Jesús era, para
diversos grupos, Elías, que había aparecido (Lc 9:8). Según la estimación
popular, Elías no había muerto, y debía venir para manifestar y ungir al
Mesías 12. Otros piensan que
fuese Jeremías (Mt). El profeta Jeremías era considerado como uno de los
grandes protectores del pueblo judío, sobre todo por influjo del libro II de
los Macabeos (2:1-12). Pero no pasaba por un precursor del Mesías. Mateo ya
hizo referencia a él (2:17). Acaso se lo cita por el simple prestigio que
tenía en el judaísmo, y del que se podrían esperar cosas extraordinarias. Por último, sin saber
a ciencia cierta quién sea, para muchos era algún profeta de los antiguos,
que ha resucitado (Lc). Era el poder milagroso de Jesús el que los hacía creer
en la resurrección de un muerto (Mt 14:2; Mc 6:14). 5.4 ¿QUIÉN DICEN QUE SOY? No deja de extrañar
el que los apóstoles no citen, tomado de la opinión de las gentes, el que El
fuese o pudiese ser el Mesías. Así fue como ellos le
respondieron: “Unos dicen que es
Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas. Y
ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?” Por eso, después de
oír lo que las gentes pensaban de Él, se dirige a los apóstoles para preguntarles
abiertamente qué es lo que, a estas alturas de su vida y de su contacto de
dos años con El, han captado a través de su doctrina, de su conducta, de sus
milagros. Era un momento sumamente trascendental. Si no fuera que Jesús tenía
un conocimiento de todo por su ciencia sobrenatural, se diría que esperaba
impaciente la respuesta de sus apóstoles. 5.5 TÚ ERES EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS VIVO Los tres sinópticos
no dicen la respuesta que hayan podido tener éstos. Sólo recogen la respuesta
que le dirigió Pedro. Todos los detalles se acumulan en la narración de Mateo
para indicar no sólo la precisión que interesa destacar, sino con ella acusar
la solemnidad del momento y la trascendencia del acto. Mientras Marcos y Lucas presentan sin más a
Pedro, Mateo lo precisa ya de antemano como Simón Pedro. En efecto, Pedro
tenía por nombre Simón (Mateo 4:18 y par.). En Juan se lee que Jesús, al ver
por vez primera a Simón, le anunció que será llamado Pedro (Jn 1:42). Ya
desde un principio, Jesús puso en Simón la elección para Pedro, para ser
piedra El conservar aquí los dos nombres es sumamente oportuno. La confesión de Simón
Pedro es expresada así: “Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo.” Aquí se confiesa por
Pedro la mesianidad y la divinidad de Jesús. Al decir que es el Mesías,
indica su relación supereminente de autoridad con Dios — el Padre — que lo
envía. 5.6 FELIZ DE TI, SIMÓN, HIJO DE JUAN Pedro, desde su
primer encuentro con Jesús, deja al descubierto, por una parte, la amistad no
disimulada del Maestro, y por otra, la entrega sin reservas a su servicio o
compañía, es así como Pedro sabe quién es Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo
ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.” La respuesta de Jesús
tiene dos partes bien marcadas: la primera es una felicitación a Pedro por la
revelación tenida. La felicitación de Jesús a Simón es porque esta confesión
no se la reveló ni la carne ni la sangre, con la que se expresa el ser
humano. Tal era la grandeza de este misterio, que su revelación se la hizo su
Padre celestial. Se trata, pues, de un misterio desconocido a Pedro, y un
misterio que no podía, sin revelación, ser alcanzado por la carne y sangre —
el hombre — Entonces, este conocimiento no es por su capacidad humana, es un
don de Dios. En efecto, Pedro alcanzó este conocimiento por la fe. 5.7 TÚ ERES PEDRO, Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI
IGLESIA Jesús, volviéndose a
Simón, le dice: “Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.” Y Jesús lo eligió
como la roca para construir sobre ella su Iglesia y le confirió los poderes
para llevar a la salvación a todos los hombres. Pedro es la roca, en el
sentido de que la fe y los creyentes no pueden tener otra fe que la de los
apóstoles y profetas, que son los que enseñan esa verdad, que está construida
sobre la piedra angular de Jesús, y así es, como luego dice; y el poder de la
Muerte no prevalecerá contra ella. Es decir, no podrá vencer a la Iglesia,
pues ésta está firme y estable, porque está construida sobre la roca firme,
que es Jesús. 5.8 YO TE DARÉ LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS Dice Jesús: “Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo
que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la
tierra, quedará desatado en el cielo.” La promesa es que
ese atar y desatar sobre la tierra tendrá su automática ratificación en el
cielo. Todo lo relacionado con esta misión — cuanto permita o prohíba en el
reino, todo eso será también ratificado en el cielo. Y eso garantizado por
Jesús. Así, Pedro como
Mayordomo de la Casa de Dios, ha recibido el poder para admitir o excluir,
según el Evangelio y de administrar la comunidad, en Pedro recaerán las
responsabilidades de la doctrina y de la moral, el podrá decidir lo que es
bueno y licito para su Iglesia y sus miembros, sentencia que será ratificada
Por Dios en lo alto de los cielos. Así, como Pedro en
épocas de la Iglesia naciente, hoy el Papa, su sucesor, es el encargado de
animar la fe en nuestra comunidad creyente, él es en nombre de Jesucristo
Pastor y guía de la Iglesia. 5.9 ACOGER AL SUCESOR DE PEDRO Como Pedro en los
orígenes y ahora le ha correspondido al Papa Francisco fundamento visible de
la unidad y de la caridad de la Iglesia. A través del
Evangelio, podemos comprender como Jesucristo, nos invita a acoger al sucesor
de Pedro, y a mirarlo con los ojos de la fe. Este es un día
especial, para rezar por el Papa y es una buena ocasión para apoyar su
inmensa obra a favor de la comunidad cristiana y de toda la humanidad. Dios
le Bendiga El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Domingo
Semana XIII del Ciclo A Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén
Referencias del Salmo: |
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