Reflexión desde las Lecturas del Domingo XXIX,
Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. A
DIOS LO QUE ES DE DIOS Este episodio del evangelio nos pone de
relieve en primer lugar la admirable sabiduría de Jesús. Como en otras
ocasiones, intentan meterle en un callejón sin salida: o dice que hay que
pagar y entonces se gana la antipatía de los judíos que no podían soportar la
opresión de los romanos; o dice que no hay que pagar y entonces se gana las
iras de los romanos que le verán como un revolucionario. Pero Jesús sale de este
dilema remontándose a un nivel superior. No sólo escapa de la trampa, sino que
además les hace ver a sus interlocutores su mala voluntad. “Den
al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”, la moneda lleva la imagen del emperador y
por eso le pertenece a él; pues bien, el hombre es imagen de Dios y por eso
le pertenece a Dios, que es su Creador, su Dueño y Señor. Es como decir:
vosotros pertenecéis a Dios; obedecedle, someteos a Él y a su voluntad. Este evangelio no lleva a posturas revolucionarias.
Jesús afirma claramente: “Den al César lo que es del César, y a
Dios, lo que es de Dios”, pues toda autoridad humana viene de Dios.
Pero a la vez relativiza los poderes humanos: “Den a Dios lo que es de Dios”. Si la
autoridad humana obedece a Dios es instrumento de Dios, pero si desobedece a
Dios y pretende ponerse en el lugar de Dios, entonces hay que obedecer a Dios
antes que a los hombres. 2. PRIMERA
LECTURA Is 45, 1.4-6 Isaías tiene claro que Dios lo ha llamado.
Igualmente que eligió a Ciro para sacar a su pueblo de la opresión
extranjera. La conciencia del llamado divino es la principal arma de
creyente. Jesús le dirá mucho más tarde a sus discípulos, no son ustedes los
que me eligieron, soy yo quien los ha elegido. Lectura del libro de Isaías. Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a
quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar
a los reyes, para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no
puedan cerrarse. Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te
llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras. Yo
soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí. Yo te hice
empuñar las armas, sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el
Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no
hay otro. Palabra de Dios. 2.1 YO SOY EL SEÑOR,
Y NO HAY OTRO “Así habla el Señor a su ungido, a Ciro”, Ya en el Libro de Isaías 41:2-4 aparece Ciro
como elegido del Señor avanzando en
brillantes conquistas. Aquí de nuevo es presentado como “su ungido”, instrumento elegido por Dios para el
cumplimiento de sus designios providenciales. Aquí, en el libro de Isaías,
Ciro aparece como ungido del Señor, título que se aplicaba a los reyes de
Israel, que eran ungidos como representantes de Dios el día de su coronación;
si bien se aplicó también a los patriarcas y al pueblo israelita. Ese será,
con el tiempo, el título característico del Rey de los tiempos mesiánicos, el
Mesías, título que aparece por primera vez con este sentido en Salmo 2, 2.
Ciro, pues, aquí es llamado ungido del Señor en cuanto es instrumento de los
designios salvíficos de Dios sobre su pueblo, es decir, el instrumento de la
liberación de Israel del yugo babilónico. No cabe duda que aquí el título
dice relación a la misión que ha de cumplir como servidor de los intereses
del pueblo elegido. “Tomé de la mano derecha, para someter
ante él a las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas
de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse”. Con ello caerían
en su poder los tesoros escondidos (v.3) de las naciones. Y la finalidad de
esta protección de Dios es para que Ciro reconozca al Señor, Dios de Israel,
como principal autor de sus conquistas, pues Él le ha llamado por su nombre
(cf. 46:11). En el decreto de Ciro sobre la reedificación del templo de
Jerusalén dirá: El Señor, Dios del cielo, me ha dado todos los reinos de la
tierra (Esdras 1:2), lo que es verosímil en labios de Ciro, que también en
sus inscripciones se presenta como llamado por Marduk
para tomar Babilonia. En su política, muy diplomática, buscaba ante todo
ganar la simpatía de cada pueblo sometido, halagando sus creencias religiosas
y presentándose como el enviado del propio Dios de cada pueblo. Pero debe
quedar claro que, si el Señor ha suscitado y le ha dado la victoria, es por
amor de Israel, es decir, con vistas a su liberación del cautiverio
babilónico; por ello le ha dado un nombre glorioso; “Por amor a Jacob, mi servidor,
y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne,
sin que tú me conocieras” como el de ungido, pastor (44:28; 45:1),
aunque no le conocía; “Yo te hice empuñar las armas, sin que tú
me conocieras”, es decir, Ciro no sabía que sus conquistas eran
debidas al Señor, Dios para él desconocido. Si Dios le protege, es para que
todos reconozcan “desde el Oriente y el
Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro”
que no hay más Dios que el Señor, Dios de la paz, y Señor de la desdicha, en cuanto domina y
es arbitro de los destinos de la historia. Los otros ídolos no son dioses y
no pueden prestar auxilio a nadie. 3. SALMO
Sal 95, 1.3-5. 7-10 R. Aclamen la gloria y el poder del Señor. Canten al Señor un canto nuevo, cante al
Señor toda la tierra; anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas
entre los pueblos. R. Porque el Señor es grande y muy digno de
alabanza, más temible que todos los dioses. Los dioses de los pueblos no son
más que apariencia, pero el Señor hizo el cielo. R. Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor; aclamen la gloria del nombre del
Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. R. Adoren al Señor al manifestarse su
santidad: ¡Que toda la tierra tiemble ante El! Digan entre las naciones: “el
Señor reina! El Señor juzgará a los pueblos con
rectitud”. R. 3.1 INVITACIÓN A LOS ISRAELITAS A ALABAR AL SEÑOR Comienza el poema: Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra. Las nuevas gracias que el Señor otorga
constantemente a su pueblo, y, en general, a las criaturas, requieren que se
le entone un cántico nuevo: expresiones frescas de alabanza y de acción de
gracias. El salmista se dirige primeramente a los israelitas, según se deduce
de la mención del santuario en el versículo 6; “honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su
templo”, pero asocia inmediatamente a toda la tierra a las alabanzas que
va a proferir. El Señor tiene una dimensión universal,
pues aunque esté vinculado especialmente a Israel, sigue siendo el Soberano
de todo el orbe creado. Los fieles deben recordar cada día la salvación
obrada por el Señor en favor de su pueblo y de todos los que a Él se acogen. “Aclamen la gloria y el poder del Señor”. Las
perspectivas nacionalista y universalista se entrelazan en la mente del
poeta, que considera el santuario de Jerusalén como morada del Señor en la
tierra, punto de atracción de las miradas de todos los pueblos. La historia
de Israel es la historia de la manifestación salvadora del Señor: primero al
sacarlo de la esclavitud faraónica, y después liberándolo de la cautividad
babilónica. Todos los pueblos deben conocer las
maravillas en favor de su pueblo, pues redundan en su gloria. “anuncien
su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos”. Como
ser trascendente destaca sobre todos los supuestos dioses de los otros
pueblos, los cuales son, en realidad, vanos ídolos sin vida. “Los
dioses de los pueblos no son más que apariencia, pero el Señor hizo el
cielo”. Con sus gestas ha demostrado que sólo Él es el Dios viviente,
capaz de proteger a su pueblo, mientras que las divinidades de los otros
pueblos son impotentes para salvarlos. “Porque el Señor es grande y muy digno de
alabanza, más temible que todos los dioses”. El Señor tiene un título
único de poder: hizo los cielos, lo más excelso de la creación. El mundo es
su obra, y, por tanto, sólo Él puede intervenir en la historia de la
humanidad. Como Rey soberano del universo, lleva de escolta de honor a su
majestad y magnificencia, juntamente con su fortaleza y esplendor. Estos
atributos se manifiestan en su santuario, los cielos — morada permanente del
Señor como ser trascendente — y el templo de Jerusalén, lugar santificado con
su presencia como “Santo de Israel,” es decir, vinculado a los destinos
históricos del pueblo elegido, el cual, por otra parte, es instrumento suyo
para dar a conocer su salvación a los otros pueblos. Por eso se invita a
narrar sus proezas entre las gentes. “sus maravillas entre los pueblos” 3.2 INVITACIÓN A LAS NACIONES A ASOCIARSE A LAS ALABANZAS AL
SEÑOR Supuesta su divinidad y su carácter de
Creador, todos los pueblos están obligados a darle gloria y reconocer su
poderío. Aclamen al Señor, familias de los pueblos, aclamen la gloria y el
poder del Señor; Por ello deben acudir con sus ofrendas a los atrios
del templo de Jerusalén, donde tiene su morada terrestre. Entren
en sus atrios trayendo una ofrenda. La invitación supone la
perspectiva universalista que encontramos ya en Is 2:2-4: todos los pueblos
confluyen hacia Sión para ser adoctrinados en la ley del Señor. Aquí,
conforme a las perspectivas de la segunda parte del libro de Isaías, se les
invita a traer sus ofrendas de reconocimiento. Todos deben acercarse con
ornamentos santos o vestidos de ceremonia para participar en su culto, como
lo hacen los sacerdotes “Adoren al Señor al manifestarse su
santidad”. Todos deben acatar la realeza del Señor, “el
Señor reina” que reina sobre todos los pueblos y gobierna con sentido
de equidad y de justicia. “El Señor juzgará a los pueblos con
rectitud” Como el orbe, cimentado por Dios, no se conmueve, así todo
encuentra su sitio cuando es el Señor el que dirige las riendas de la vida
social. 4. SEGUNDA
LECTURA 1Tes 1,1-5 Pablo tiene claro que fue llamado por Dios. Y que, igualmente, la
comunidad de Tesalónica fue elegida, y que su respuesta al llamado se
manifestó con obras. Lectura de la primera carta del Apóstol san
Pablo a los cristianos de Tesalónica. Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la
Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios Padre y al Señor Jesucristo.
Llegue a ustedes la gracia y la paz. Siempre damos gracias a Dios por todos
ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, y sin cesar tenemos
presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe
con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con
una firme constancia. Sabemos, hermanos amados por Dios, que ustedes han sido
elegidos. Porque la Buena Noticia que les hemos anunciado llegó hasta
ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder, de la acción
del Espíritu Santo y de toda clase de dones. Palabra de Dios. 4.1 “GRACIA Y PAZ”, San Pablo asocia en el saludo a Silvano y a
Timoteo, sus dos principales colaboradores en la fundación de las iglesias de
Macedonia (cf. Hechos 15:40; 16:3;
17:14). En los Hechos se habla de Silas, no de Silvano; pero, evidentemente,
se trata del mismo personaje. Parece ser que “Silvano” era el nombre latino,
de cierta semejanza con el hebreo “Silas,” elegido por éste para sus
relaciones con el mundo greco-romano. Lo que Pablo y sus dos fieles
colaboradores piden para los tesalonicenses es “gracia y paz”, fórmula
usual en las cartas paulinas. En cuanto a la expresión “en Dios Padre y en el Señor
Jesucristo” , es de notar que en el texto Dios Padre y Jesucristo van
en la misma línea, bajo una misma preposición, expresándose así de algún
modo, en lo que puede hacerlo una fórmula literaria, la unidad de la
naturaleza divina en la diversidad de personas. 4.2 “SIEMPRE DAMOS
GRACIAS A DIOS” En todo caso, es la acostumbrada entrada
en materia de las cartas paulinas, haciendo el elogio de los destinatarios en
forma de acción de gracias a Dios. “Siempre damos gracias a Dios por todos
ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones”. Lo que aquí alaba el Apóstol en los
tesalonicenses, y que le mueve a dar gracias a Dios, es su fidelidad al
Evangelio, que concreta en la práctica de las tres virtudes teologales: obras
de la fe, trabajos de la caridad, firmeza de la esperanza: “Cómo
ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza
en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia”, Prácticamente “su
fe con obras” y trabajos de la
caridad; “su amor con fatigas”, son expresiones equivalentes, con alusión a
las obras penosas y duras que los tesalonicenses venían realizando, en medio
de las persecuciones, movidos por su fe y su caridad. En cuanto a “Su
esperanza en nuestro Señor Jesucristo” más que referirla en general a
la confianza de que Dios nos dará en su día los bienes del cielo, parece que
San Pablo está pensando concretamente en la parusía o segunda venida de
Cristo (cf. v.10), que es la preocupación que domina estas dos cartas a los
tesalonicenses, alabando en ellos el que tantos trabajos sufridos no hayan
enfriado su firme esperanza de la parusía. Es frecuente en San Pablo enumerar
juntas, como hace aquí, las tres virtudes teologales, infundidas en el alma,
junto con la gracia, desde el primer momento de la justificación, y que son
como el compendio de la vida cristiana (cf. 1 Cor 13:13; Col 1:4-5). No
tienen otra función que la de unirnos a Dios. A la cabeza está la fe, que es
la que nos introduce en la vida cristiana; la esperanza nos coloca en un
clima de gozo, que es propio de los hijos de Dios, y, finalmente, la caridad
nos lleva a la intimidad con Dios viviendo su propia vida y su propio amor. 4.3 “LA BUENA
NOTICIA QUE LES HEMOS ANUNCIADO LLEGÓ HASTA USTEDES, NO SOLAMENTE CON
PALABRAS, SINO ACOMPAÑADA DE PODER” Otro motivo que mueve a San Pablo a dar
gracias a Dios, cuando piensa en los tesalonicenses, es el saber que han sido
objeto de la elección divina “Sabemos, hermanos amados por Dios, que
ustedes han sido elegidos”. No se trata aquí de la predestinación a
la gloria o salvación final, en el sentido en que suelen hablar los teólogos,
sino de la vocación eficaz a la fe o entrada en el cristianismo, como se
describe luego en los versículos siguientes. Cierto que esta vocación a la fe
tiene como resultado lógico la gloria eterna; pero este resultado, por culpa
nuestra, puede fallar. Luego San Pablo explica cómo tuvo lugar
esa “elección” o entrada de los tesalonicenses en el cristianismo. Habla
primeramente de que, “la Buena Noticia que les hemos anunciado
llegó hasta ustedes, no solamente con palabras, sino acompañada de poder”, es
decir cuando él les predicó el Evangelio, no fue sólo cuestión de
palabras, como cuando se trata de una obra humana, sino que hubo manifiesta
intervención de Dios, lo que era claro indicio de que los había “elegido,”
pues así quería intervenir. En efecto, la expresión de la acción del Espíritu Santo
y de toda clase de dones”
claramente alude a una intervención especial divina. 5. EVANGELIO
Mt 22 15-21 Los fariseos acompañados por los
herodianos, quienes estaban a favor de los romanos, hacen una pregunta
política a Jesús. Con sus respuestas un tanto irónicas, Jesús deja claro que
no se puede mezclar la fe con los intereses de este mundo: una cosa es el
gobierno de los romanos y otra el gobierno de Dios sobre este mundo. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo. Los fariseos se reunieron para sorprender
a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con
unos herodianos, para decirle: “Maestro, sabemos que eres sincero y que
enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la
condición de las personas, porque Tú no te fijas en la categoría de nadie.
Dm05 qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?” Pero
Jesús, conociendo su malicia, les dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tienden una
trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto”. Ellos le presentaron
un denario. Y Él les preguntó: “De quién es esta figura y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César”. Jesús les dijo: “Den al
César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”. Palabra del Señor 5.1 LOS ASUNTOS DE
LA FE Y POLÍTICA DEBEN IR JUNTOS O SEPARADOS? Esta es una pregunta que lleva muchos
siglos. En efecto, por años en la historia del cristianismo, han existido
diversas respuestas, todas ellas tratando de buscar alguna justificación, por
tanto estos dos puntos abarcan un amplio abanico de posibilidades. Es así como la importancia de este tema,
invita a Mateo a relatar el episodio del tributo al César y lo pone dentro de
las discusiones de Jesús con los representantes de los diferentes grupos
religiosos y políticos del judaísmo del tiempo en el cual era Jesús peregrino
por la tierra. No obstante la emboscada, Jesús no rehúye
la trampa urdida por los fariseos y los herodianos, que además es un extraña
asociación, ofreciendo una improbable respuesta que satisfaga a unos, sin
inquietar a los otros. Sabe perfectamente que los integristas judíos niegan a
los romanos el derecho de cobrar impuestos y que los herodianos,
colaboracionistas del régimen imperial, no pueden oponerse al pago del
tributo. 5.2 UNA INSIDIA
FARISAICA BIEN PREMEDITADA Esta fue una insidia farisaica bien
premeditada. San Mateo y San Marcos tienen una narración muy semejante,
también la trae el Evangelio de san Lucas. La mención de los “herodianos”
lleva preferentemente a situar la escena en la época galilea. La pregunta no
sólo era capciosa, sino especialmente comprometida en aquella época de
exaltación mesiánico-política de independencia de Roma y de los “zelotes.”
Admitir pagar tributo al Cesar era enemistarle con el pueblo. Negarlo era
enemistarlo con las autoridades romanas y sanedritas, que lo utilizarían como
halago a Roma. La respuesta ““Den al César lo que es del
César, y a Dios, lo que es de Dios”, es una respuesta habilísima. La
tradición cristiana primitiva exigirá la obediencia a los poderes
constituidos (Rom 13:7; 1 Pe 2:13-14). El Estado tiene sus exigencias
legítimas, pero no al margen de Dios. Precisamente se ha de estar “sujetos a
toda ordenación humana por respeto a Dios” (1 Pe 2:13; Ap 17:Ι7-18). La
respuesta de Cristo tiene un enunciado “sapiencial.” También la dominación
romana, como castigo, contaba en el plan de Dios. 5.3 LAS
INTRIGAS CONTRA CRISTO CONTINUABAN. Según san Mateo, los fariseos le enviaron
alguno de los suyos, discípulos que eran estudiantes ya aprovechados de la
Ley, pero que aún no habían recibido el título oficial de rabí. Estos
jóvenes, que podrían aparentar más naturalidad, sin embargo eran los espías
que le enviaron para sus oscuros propósitos. Con ellos le enviaron también una representación
de herodianos. Estos eran los partidarios de la dinastía de Herodes, por
oposición a los partidarios de Antígono, lo mismo
que gentes palaciegas de esta dinastía, y que estaban en buenas relaciones
con la autoridad romana. La pregunta podía encerrar un problema
moral para algún judío de conciencia recta. Como seguía teniendo interés para
las comunidades judeo-cristianas antes de la catástrofe de los años 70, y, en
sentido más general, para el tema de la obediencia a la potestad civil (cf. Rom
13:6-7; 1 Pe 2:13). El Señor de Israel era Dios. 5.4 LA
PREGUNTA CAPCIOSA QUE SE HACÍA A CRISTO ERA DE GRAVEDAD EXTREMA. Pagar un tributo a otro que no fuera el
representante de Dios ¿No era esto renunciar a la teocracia sobre Israel?
Hasta hubo un levantamiento por este motivo. A la muerte de Arquelao, bajo el
procurador Coponius (6 d.C.), Judas el Galileo
(Hech 5:37) armó una revuelta echando en cara a los judíos que pagasen el
tributo a los romanos y que sufriesen otros señores mortales distintos de Dios.
La pregunta está muy bien ambientada en aquella época de zelotes. Se entendía
por el impuesto del censo todos los impuestos que habían de pagarse, en
contraposición a los impuestos aduaneros. Podría referirse a la capitación,
que era el tributo personal que debían pagar al César todas las personas,
incluidos los siervos; los hombres desde los catorce años, y las mujeres
desde los doce, hasta la edad de sesenta y cinco años para todos. Pero sería
muy probable que, por la palabra impuesto, se refiriese aquí a todos los
impuestos que los judíos tenían que pagar, directa o indirectamente, a Roma,
en contraposición al medio siclo que, por motivo religioso, se pagaba al
templo. La pregunta capciosa que se hacía a Cristo
era de gravedad extrema. Si decía que había que pagarlo, iba contra el
sentido teocrático nacional, pues sometía la teocracia al Cesar y a Roma;
aprobaba a los publícanos, estos eran muy odiados por recaudar estas
contribuciones; y hasta querían ponerlo en contradicción consigo mismo, al
admitir injerencias extranjeras en el reinado mesiánico: él que se proclamaba
Mesías. 5.5 PERO
LA RESPUESTA DE CRISTO FUE INESPERADA. En el Evangelio según san Mateo se
refleja, probablemente, mejor las palabras de Cristo: “Muéstrenme la moneda con que
pagan el impuesto”, en san Marcos: “Tráigame un denario para verlo.”
Talvez esta moneda podía tener la imagen de Augusto o de Tiberio. Ya que las
monedas del emperador anterior tenían curso válido en el del siguiente. Lo
interesante es que pertenecía al Cesar. Los judíos usaban las monedas romanas en
su nación, por lo que reconocían de hecho el dominio sobre ellos del Cesar.
La moneda extranjera se tenía por señal de sujeción a un poder extranjero.
Por eso, si ellos reconocían este dominio de hecho, también de hecho, por ser
súbditos de un poder y gobierno, estaban obligados a las relaciones que este
gobierno les imponía. No sería eso para la nación teocrática lo ideal, pero
sí era una situación de hecho, un gobierno de hecho, y de hecho había que
cumplir con él las obligaciones exigidas por el bien común. La Iglesia
primitiva insistirá sobre estas obligaciones (Roma 13:7; 1 Pe 2:13-14) al
poder constituido. 5.6 “AL
CESAR LO QUE ES DEL CESAR,” Y no sólo de hecho. Los dirigentes de la
nación preferían esta situación y veían en ello una buena protección contra
la tiranía de Herodes. Ellos mismos rechazarán la realeza mesiánica de
Cristo, diciéndole a Pilato: “No tenemos más rey que al Cesar” (Jn 19:15).
Era el claro reconocimiento de la soberanía que el Cesar tenía en ellos, y de
que ellos se consideraban de hecho sus súbditos. Pero si, por tanto, había que dar “al
Cesar lo que es del Cesar,” había otra obligación también en los
súbditos. Hay también que “dar a Dios lo que es de Dios.” En realidad, este
precepto abarca el otro, de sumisión al poder constituido, y en éste cobra su
fuerza aquél. Que den, pues, “a Dios lo que es de Dios,” no
sólo en el orden moral personal, sino en el colectivo de la nación, en cuanto
las exigencias teocráticas sean compatibles, en aspectos no esenciales, con
las determinaciones del poder que los tiene sometidos. Las obligaciones para
con el Cesar son temporales; las obligaciones para con Dios son
trascendentales. Fue una de estas enseñanzas definitivas de Jesucristo con
una gran repercusión social-estatal. 5.7 JESÚS
SITÚA EL PLANTEAMIENTO A UN NIVEL MÁS PROFUNDO Dios y el hombre, el problema de la
relación humana con Dios. El Señor ha pedido que le muestren la moneda del
tributo, a saber un denario, acuñado con la efigie del emperador, y le digan
de quién es la imagen y la inscripción grabada. Una gran habilidad invierte la situación
que le han planteado y hace hundirse las expectativas de sus oyentes.
Descompuesta la mala intención de los que vinieron con la pregunta, traslada
la respuesta del plano ideológico al práctico, poniendo en el primerísimo
puesto la decisión religiosa de la relación con Dios: sin tal opción, la
solución de la interrelación de fe y poder resulta
ambigua. La célebre respuesta de Jesús: “Den al
César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”, recuerda la necesidad de distinguir los dos
planos y denuncia cualquier tipo de mezcolanza teocrática, ya sea por
divinización (culto al emperador) o por injerencia del dominio religioso en
el ámbito político. La reacción de quienes buscaban algún motivo de acusación
en sus palabras (Al oír esto, se quedaron asombrados, lo dejaron y se fueron)
refleja confusión y perplejidad; han fallado en el intento de encontrar un
pretexto para encarcelar a Jesús. Sin embargo, si quieren escuchar, han
encontrado un mensaje: anteponer a cualquier táctica política la búsqueda de
la voluntad de Dios y someterse sinceramente a ella. “Dar a Dios lo que es de
Dios.” El
Señor les Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Domingo
XXIX Ciclo A Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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