Reflexión desde las Lecturas del Domingo XXVI,
Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. EL
PELIGRO DE CREERSE BUENO Como tantas veces, también hoy Jesús
arremete contra los fariseos, contra ese fariseo que hay dentro de cada uno
de nosotros, para quienes se proclama el evangelio: “los publicanos y las
prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se
han arrepentido ni han creído en él”, es decir, los publicanos y las
prostitutas nos llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. Los fariseos no se convirtieron ante la
predicación de Jesús porque se creían buenos, porque “cumplían” con la Ley;
por eso no necesitaban de Jesucristo. También es ese nuestro peligro:
creernos buenos, sentirnos satisfechos de nosotros mismos, cuando la realidad
es que estamos muy lejos de ser lo que Dios quiere que seamos. Hemos de huir
como de la peste de pensar que ya hemos hecho bastante. El amor de Dios y de
los hermanos no conoce límites y el que ha entrado por los caminos del Reino
reconoce que tiene un horizonte inmenso por recorrer, tan amplio como la
inmensidad de Dios. Lo que Jesús alaba en los publicanos y
prostitutas no es su pecado, sino que han sabido reconocer su pecado y
cambiar para entregarse del todo a Dios. En cambio, el fariseo al creerse
bueno, se queda encerrado en su mezquindad sin recibir a Cristo. Todos
tenemos el peligro de quedarnos en las buenas palabras – como el segundo hijo
de la parábola –, sin entregarnos en realidad al amor del Padre y a su
voluntad y rechazando en el
fondo a Cristo. 2. PRIMERA
LECTURA Ez 18, 24-28 El profeta
está viviendo en el exilio. E invita a perseverar en el bien o, en cambio, a
dar la vuelta cuando se está equivocado. La obediencia a Dios, camino de una
auténtica libertad, responde a estas indicaciones que nos ayudan a salir de
nuestras esclavitudes. Lectura de la profecía de Ezequiel. Esto dice el Señor: Si el justo se aparta
de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones que comete
el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será
recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá.
Ustedes dirán: «El proceder del Señor no es correcto».
Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es el proceder de ustedes, y no el mío, el
que no es correcto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete el mal y
muere, muere por el mal que ha cometido. Y cuando el malvado se aparta del
mal que ha cometido, para practicar el derecho y la justicia, él mismo
preserva su vida. Él ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las
ofensas que había cometido: por eso, seguramente vivirá, y no morirá. Palabra de Dios. 2.1 LA DISPOSICIÓN DE DIOS A PERDONAR AL PECADOR. En este fragmento, desde el versículo 21
al 32, se expresa de un modo bellísimo la disposición de Dios a perdonar al
pecador. Sólo exige, por parte de éste, arrepentimiento y cambio de vida. En
cualquier momento, pues, puede el impío entrar por el buen camino, porque
Dios no tiene interés especial en perderle. Dios hace caso omiso de los
pecados pasados supuesta la voluntad de cambiar de vida (“Y si el malvado se
retrae de su maldad, y guarda todos mis mandamientos, y hace lo que es recto
y justo, vivirá y no morirá” Ez 18, 21) todos los pecados que obró no le
serán recordados. Dios no sólo es justo, sino que es también misericordioso.
No puede, pues, complacerse en la muerte del impío (¿Quiero yo acaso la
muerte del impío, dice el Señor, Yahvé, y no más bien que se convierta de su
mal camino y viva?” Ez 18, 23). Aquí la muerte tiene el sentido inmediato
literal de muerte física, que era considerada como el máximo castigo. No
obstante, vida en la literatura sapiencial tiene el sentido de relaciones
amistosas con Yahvé. El profeta no alude aquí a una muerte espiritual de
ultratumba. San Pablo dirá más tarde que Dios quiere que todos se salven; (Cf.
1 Tim 2:4) en cuanto a su vida de ultratumba; pero ésta es una nueva
perspectiva neotestamentaria que no tenemos derecho a suponer en este estadio
de la revelación de la época de Ezequiel. Aquí el profeta quiere resaltar
ante los exilados el grado de responsabilidad de cada individuo ante Dios. Lo
que interesa es la voluntad de arrepentimiento del hombre en sus relaciones
actuales con Dios. 2.2 ES TIEMPO DE EMPRENDER EL BUEN CAMINO Y CONCILIARSE LA
MISERICORDIA DIVINA. Ezequiel, en su deseo de invitar a la
penitencia y a la esperanza en el Señor, recarga las tintas, y así dice que
las justicias que hizo (el justo) no le serán recordadas; “Si
el justo se aparta de su justicia y comete el mal, imitando todas las abominaciones
que comete el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya
hecho será recordada”. La frase no debe urgirse demasiado en el
sentido de que las obras pasadas no tienen valor ante Dios, sino en el
sentido relativo de que lo que interesa sobre todo son las buenas obras
actuales. Por muy buenas que hayan sido las pasadas, si las presentes son
malas, de nada sirven para justificarse ahora ante Dios. Hay que colocarse en
la perspectiva del profeta, el cual quiere hacer ver que lo que interesa
ahora es la conducta presente, no la pasada. Es tiempo de emprender el buen
camino y conciliarse la misericordia divina. Esta es su idea principal. La
otra del valor de las acciones pasadas está subordinada conceptualmente a
ésta: el pasado, quiere decir, pesa poco en comparación con el presente. Esta
doctrina era extraña a los oyentes del profeta, habituados a la idea de
solidaridad con el prójimo y con el pasado, y por eso Ezequiel,
retóricamente, reproduce la supuesta reacción del público: “El
proceder del Señor no es correcto”. Pero, en realidad, lo que es
recto es la nueva doctrina de que cada uno sufra por sus pecados y de que
ante todo interesa la actitud presente del pecador. En este supuesto, les
invita a entrar por el camino de la sincera conversión como único medio de
librarse de la ruina (Yo, pues, os juzgaré a cada uno según sus caminos, ¡oh
casa de Israel! dice el Señor. Volveos y convertíos de vuestros pecados, y
así no serán la causa de vuestra ruina. Ez 18,30). Es preciso un corazón y un
espíritu nuevo (Arrojad de sobre vosotros todas las iniquidades que cometéis,
y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo EZ 18,31), una nueva
disposición interna de acercamiento sincero a Dios. Es el pacto nuevo escrito
en los corazones, de que habla Jeremías, (Jer 31, 29) como gran promesa
mesiánica. En el nuevo orden de cosas, la responsabilidad personal será la
base de las relaciones de los individuos con Dios. 3. SALMO CONFIANZA
DEL JUSTO EN EL SEÑOR. Este salmo tiene una estructura especial,
ya que se presenta como una colección de invocaciones, de consideraciones
morales y de súplicas en forma sentenciosa, unidas entre sí. El salmo
completo tiene 22 versículos y se puede dividir en tres partes la composición
heterogénea: a) súplica de protección y guía (1-7); b) reflexiones sobre Dios
y sus relaciones con los que le temen (8-14); c) nueva súplica de liberación
de una situación angustiada (15-21). Para este caso, la liturgia solo ha
considerado los versículos del 4 al 9 Sal 24, 4-9 R. Acuérdate, Señor, de tu compasión. Muéstrame, Señor, tus caminos, enséñame
tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque Tú eres
mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día. R. Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu
amor, porque son eternos. No recuerdes los pecados ni las rebeldías mi
juventud: por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad. R. El Señor es bondadoso y recto: por eso
muestra el camino a los extraviados; Él guía a los humildes para que obren
rectamente y enseña su camino a los pobres. R. 3.1 SÚPLICA DE
PROTECCIÓN Y DE PERDÓN El Salmo comienza rezando en el versículo
1:
“A ti elevo mi alma, Señor, mi Dios. En ti confío, no sea confundido, no se
gocen de mí mis enemigos…”.(Sal 24, 1) El
salmista se dirige a Dios pidiéndole protección para no ser burlado de sus
enemigos. La causa del justo es la causa del Señor; por eso, si los impíos
prevalecen sobre aquél, en el fondo es una victoria contra el Señor, ya que,
en la mentalidad de los pecadores, Dios es impotente para hacer salir airoso
a su protegido. En la tradición israelita está demostrado que el que confía y
espera en el Señor no queda defraudado en sus esperanzas, y, por tanto, no es
avergonzado o confundido ante sus enemigos. Al contrario, serán confundidos y
puestos en evidencia los que abandonan al Señor, faltando a Infidelidad a El
debida: “No; quien espera en ti, no es confundido; serán confundidos los que
en balde faltan a la fidelidad”. (Sal 24, 3). Obsesionado con la idea de ser fiel a su
Dios, le pide encarecidamente que le enseñe sus caminos: “Muéstrame, Señor, tus caminos”,
sus mandamientos, para no desviarse de ellos: “enséñame tus senderos”
y asegurar así la protección divina., “Guíame
por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi
salvador, y yo espero en ti todo el día”. Moisés había pedido al Señor que le mostrara su camino para
acomodarse a sus exigencias: “hazme
saber tu camino, para que yo te conozca y halle gracia a tus ojos, y mira que
esta gente es tu pueblo”. (Éxodo
33, 13). El salmista, sin duda que por caminos y sendas del Señor
entiende no sólo los preceptos escritos de la Ley, sino los secretos de su
providencia respecto de su vida personal para responder mejor a sus
insinuaciones: “Muéstrame, ¡oh Señor! tus caminos, guíame por la recta
senda a causa de mis enemigos”. (Salmo 26,11). La forma de la vida práctica del salmista
lo constituyen las exigencias de la verdad del Señor, vinculadas a las
promesas de protección al que se conforma a sus leyes. No se trata sólo de la
verdad especulativa sobre la realidad divina, sino de sus relaciones a las
almas justas tal como se habían manifestado en la historia de Israel, el
pueblo elegido. El Señor siempre se ha manifestado como Salvador de las almas
justas angustiadas. La verdad, pues, del Señor va vinculada a su fidelidad a
las promesas: “Porque tengo ante mis
ojos tu benevolencia y ando en tu verdad” (Salmo 25,3). Por eso el
salmista pide a su Dios que se acuerde de sus misericordias, que desde
tiempos antiguos se han manifestado sobre los justos en Israel. El Señor es
inmutable a través de los siglos: “Que
yo, el Señor, no cambio, y vosotros, hijos de Jacob, no termináis nunca”.
(Malaquías 3, 6), y, por tanto, las misericordias antiguas o eternas
pueden ponerse ahora a favor del salmista atribulado. El amor del Señor de
los tiempos antiguos no se ha agotado: “Así
dice el Señor: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo;
aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada”. (Jeremías 2,2),
y es ahora cuando debe manifestarlo para que los enemigos del justo lo
reconozcan. Llevado de este espíritu de confianza y de la fe en la
misericordia tradicional del Señor, el salmista se atreve a pedir perdón por
los pecados de su adolescencia, sus fragilidades y transgresiones, cometidas
en los años de irreflexión y de fogosidad juvenil; como tales, son más
excusables. Lejos de aplicarle la medida de su justicia punitiva respecto de
sus lejanas transgresiones, pide que le aplique la medida de su bondad y
benevolencia: “Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías mi juventud: por tu bondad, Señor,
acuérdate de mí según tu fidelidad” En la Sagrada Escritura
constantemente se realza la misericordia divina, que prevalece sobre la
justicia, pues el Señor castiga hasta la cuarta generación y premia hasta la
milésima: “porque yo el Señor, tu
Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos
hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, y tengo
misericordia por millares con los que me aman y guardan mis
mandamientos”. (Éxodo 20, 5-6). 3.2 EL SEÑOR ES
BUENO Y BIENHECHOR PARA CON LOS QUE LE TEMEN. Sigue la exposición de las buenas
cualidades del Señor; “El Señor es bondadoso y recto” en
sus relaciones con los que son fieles a sus preceptos. Su bondad llega hasta
orientar a los extraviados hacia el buen camino de su Ley: “por
eso muestra el camino a los extraviados”. Sus preferencias están por
los humildes y los pobres, guiándolos por el camino de la justicia o de la
rectitud moral. “Él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a
los pobres” La palabra pobres, en la literatura
sapiencial y rabínica posterior, equivale a “piadosos” o fieles a la Ley de
Dios, que se caracterizan por su espíritu de humildad y pequeñez ante Dios.
Las maneras de obrar del Señor, para con ellos, están dirigidas por las
exigencias de su benevolencia y verdad o fidelidad a sus promesas. Pero estas
relaciones amorosas están condicionadas a la fidelidad a su alianza y sus
mandamientos. Su alianza fue sancionada primero con la circuncisión, impuesta
a Abraham y su descendencia: “Yo
establezco mi alianza entre nosotros dos, y te multiplicaré
sobremanera”. (Génesis 17,2) y
después renovada solemnemente y concretada en el Sinaí: “Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza,
vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es
toda la tierra” (Éxodo 19, 5). Signo externo de ella era el arca con las
tablas de la Ley. Por eso junta aquí la alianza y los mandamientos del Señor,
que son la base de sus relaciones con los fieles. 4. SEGUNDA
LECTURA Flp 2, 1-11 San Pablo propone, el ejemplo de Cristo
Jesús, a los dirigentes filipenses. Y les invita a no caer en la tentación de
dejarse dominar por propios intereses, y así lograr la anhelada comunidad
servicial, fraterna y misionera. Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos. Hermanos: Si la exhortación en nombre de
Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la
comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan
perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un
mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por interés ni por
vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a
ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino
también el de los demás. Vivan con los mismos sentimientos que hay en Cristo
Jesús. El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y
presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la
muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está
sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el
cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de
Dios Padre: «Jesucristo es el Señor». Palabra de Dios. 4.1 “VIVAN CON LOS
MISMOS SENTIMIENTOS QUE HAY EN CRISTO JESÚS”. En el presente párrafo, podemos distinguir
dos partes: una, que es la que constituye propiamente la “exhortación en nombre de
Cristo”, exhortación, en que directamente pide a los filipenses la
unidad de caridad en todo, apelando al afecto que tienen hacia él; “les
ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos”;
otra, que está en función de la primera, en que les propone el ejemplo de
Cristo; “Vivan con los mismos sentimientos que hay en Cristo Jesús”.
Este ejemplo mira directamente, no a recomendar la unidad, sino la humildad y
abnegación, que es la base de esa unidad, la cual suele fallar precisamente
porque nos dejamos llevar de nuestro amor propio, con olvido del bien de los
demás. El ejemplo no está tomado de este o aquel gesto particular de Cristo
hacia los indigentes de Judea o de Galilea, sino de la aceptación misma de la
condición humana con todas sus debilidades, cosa de mucho más profundo
significado. Aunque gramaticalmente se trata sólo de proponer un ejemplo, a
raíz de una exhortación moral, la doctrina sobre Cristo que aquí expone el
Apóstol es de un valor dogmático extraordinario, y constituye según los
eruditos, “la fórmula más precisa y acabada de la cristología paulina.” Es un
verdadero “himno cristológico”. 4.2 CADA UNO DE
NOSOTROS, DE ALGUNA MANERA, TIENE QUE RENDIR CUENTAS DE TODO Y TODOS DE CADA
UNO MISMO. La exhortación de Pablo reflexiona en
profundidad esta frase: “Vivan
con los mismos sentimientos que hay en Cristo Jesús”. Jesús ha
planteado el tema de la responsabilidad personal. Pensemos en la parábola de
los talentos: cada uno dará cuenta de lo que ha recibido. Pero también ha
expuesto el tema de la responsabilidad colectiva o mejor aún, comunitaria de
cara al bien y al mal, en concreto con los más débiles, con los pequeños. Y no
sólo en polémica con los judíos, desafiándolos por sus pecados; él mismo, que
no ha cometido pecado, ha tomado sobre sí todos los nuestros. Y se ha
convertido en pecado por nuestra salvación. Cada uno de nosotros, de alguna manera,
tiene que rendir cuentas de todo y todos de cada uno mismo. Él, por nosotros,
se ha hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Ha vivido la
justicia y la rectitud haciendo de la voluntad del Padre su alimento. Se ha
hecho justificación por todos y cada uno de nosotros. Si lo seguimos, podemos
estar seguros, nosotros que somos pecadores, de pasar de la muerte a la vida.
Podemos experimentar este paso ya, desde la vida terrena, y tener la esperanza
cierta de la eternidad. 4.3 LA AMPLITUD DEL
“SEÑORÍO” DE CRISTO Con la expresión “en el cielo, en la tierra y en
los abismos”, San Pablo quiere hacer resaltar la amplitud del
“señorío” de Cristo, al que presenta como distinto de la universalidad de los
seres creados y superior a todos ellos, separación y trascendencia que sólo a
Dios competen. Parece que San Pablo está pensando con amplitud cósmica,
incluyendo todas las criaturas, racionales y no racionales. Todas esas
potestades cósmicas, que hasta ahora esclavizaban a la humanidad, deben
doblar la rodilla “al nombre de Jesús”, es decir,
ante la persona de Jesús, cuyo “señorío” universal y divino ha sido
proclamado por el padre. Se ha producido en el cosmos un cambio de dominio. La última expresión “para gloria de Dios Padre”
es interpretada por algunos autores como alusivo, no
a la glorificación del Padre, sino a la del Hijo, que entra a compartir la
gloria divina de Dios Padre. Sin embargo, parece sensato juzgar que debe
retenerse la interpretación tradicional, más conforme con el tenor de las
palabras y que en modo alguno contradice al contexto. Cierto que se viene
hablando de la glorificación de Cristo; pero es corriente en San Pablo, y
también en los demás autores sagrados, referir todo, como a fin último, a la
gloria del Padre, fuente y origen primero de todo (cf. Rom 11:36; 1 Cor
15:28; Ef 1:14; Jn 17:1). 5. EVANGELIO
Mt 21, 28-32 Con un ejemplo familiar, Jesús cuestiona a
las autoridades religiosas sobre su modo de entender la obediencia a Dios. El
sí dado con la boca no alcanza, siempre debe completarse en la vida. Los así
llamados “desobedientes” (los publicanos y prostitutas) al final son más
obedientes que los que prometieron sólo con la boca. ¿Dónde y cómo andamos? Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo. Jesús dijo a los sumos sacerdotes ya los
ancianos del pueblo: « ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y,
dirigiéndose al primero, le dijo: “Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi
viña”. El respondió: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: “Voy, Señor”,
pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?» «El primero»,
le respondieron. Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las
prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a
ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los
publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver
este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él». Palabra del Señor. 5.1 HIJO, QUIERO QUE
HOY VAYAS A TRABAJAR A MI VIÑA. El Señor nos pide con el corazón, que
trabajemos en su viña, que trabajemos por el bien nuestro y por el bien de
los demás, y está esperando
nuestra respuesta, esa es su voluntad. Pero sucede, que muchas veces no nos
sentimos llamados y preferimos hacer lo que a nosotros no parezca mejor y no
lo que Dios quiere. En otra, le decimos “Si” al Señor, pero solo lo hacemos
para congraciarnos, como cuando le decimos a alguien, no te preocupes, que lo
haré sabiendo que solo son palabras. Pero el Señor nos pide hechos y no
palabras. Bien cae en este fragmento del Evangelio el refrán “Del dicho al
hecho, hay mucho trecho”. De esto se desprende que el Señor habló en
esta parábola a aquéllos que ofrecen poco o nada, pero que lo manifiestan con
sus acciones, y en contra de aquéllos que ofrecen mucho y que nada hacen de
lo que ofrecen. 5.2 ¿QUÉ LES PARECE? En esta sencilla parábola, en la cual
Jesús nos pregunta primero “¿Qué les parece?”, esto es, que
opinamos del comportamiento de los dos hijos, hagamos cuenta que el padre es
nuestro Buen Padre Dios, que nos pide compromiso y nos pide que trabajemos
para El. Dios quiere salvarnos y nos da una oportunidad. Pero nos está señalando que lo que verdaderamente
importa para salvarse, no son las palabras, no son las promesas de buena crianza, no son las palabras
bonitas, sino que las obras reales que podamos conseguir. Sabemos que el
mundo está lleno de buenos
propósitos y magníficos discursos, pero muy escaso de llevar a la práctica los hermosos sentimientos que se propone.
5.3 ¿CUÁL DE LOS DOS
CUMPLIÓ LA VOLUNTAD DE SU PADRE? La segunda pregunta que nos hace Jesús es “¿Cuál
de los dos cumplió la voluntad de su padre?” Cumplen la voluntad del
Padre, aquellos que se les propuso trabajar para su salvación y lo hicieron de
verdad, no los que hicieron falsas promesas. Esto es como cuando caemos en
falta, conscientes de hemos hecho mal, habiendo oído el llamado a la buena
vida por el Señor, y luego en nuestro interior brota el dolor de la
desobediencia, nos arrepentimos, hacemos penitencia y enmendamos el rumbo.
Esto es hacer la voluntad que nos señala Jesús en este Evangelio. Y no hacer
la voluntad es mentirle a Dios, diciendo “Si Señor” sabiendo que no haremos
lo que Él quiere. En
otras palabras, más vale no ofrecer a Dios obrar bien y hacerlo, que
ofrecérselo y mentir. 5.4 LES ASEGURO QUE
LOS PUBLICANOS Y LAS PROSTITUTAS LLEGAN ANTES QUE USTEDES AL REINO DE DIOS El Señor les recuerda en sus conciencias a
los sumos sacerdotes y a los ancianos, que el pueblo judío respondió a
Moisés: "Haremos todo lo que nos mande el Señor" (Ex 24,3), pero
luego le mintieron a Dios, representado en esta parábola por el segundo hijo.
Sin embargo no pueden dejar de admitir esto, cuando reconocen que el primero
hijo hizo la voluntad de Dios, que en esta parábola representa a los
gentiles. Entonces en forma dura, Jesús les dijo a
los judíos: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que
ustedes al Reino de Dios” En efecto, Jesús nos presenta como los
publicanos, que eran pecadores, al igual que las hijas del placer carnal,
primero habían rechazado la invitación de caminar al Reino de Dios, pero
luego, a oír el llamado de salvación, cambiaron el rumbo y enmendaron su mala
vida, este cambio los hace digno de entrar al reino. Sin embargo, ellos, el pueblo de Dios, que
se decían hombres fieles, rechazan la palabra de Jesús, entonces el señor les
afirma: En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no
creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. 5.5 NO
PORQUE UNA PERSONA HAYA SIDO PECADORA, NO SE PUEDE SALVAR Pero los fariseos, no solamente no
creyeron en Juan, ni siquiera le hicieron caso. Pero Jesús sabe, Juan vino
por el camino de la justicia, y lo hizo de una manera evidente, y mantuvo un
trato respetable, con una actitud que conmovía los corazones de los
pecadores, y que su palabra transformó corazones indómitos, por eso les dice:
“Pero
ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en
él”. Aprendemos de esta enseñanza, que no
porque una persona haya sido pecadora, no se puede salvar, nos enseña Jesús,
que el arrepentimiento, nos hace más aptos para entrar al Reino, nos aclara
Jesús, como muchas veces sucede que resultan ser mejores aquellos hijos que
vuelven arrepentido que los arrogantes que piensan que sirven a Dios porque
se golpean el pecho, pero su soberbia no les permite reconocer sus faltas. 5.6 ESTAR DISPUESTOS
A ACEPTAR LA VOLUNTAD DEL PADRE, Así es como el ejemplo del primer hijo,
nos debe hacer meditar en cómo debemos tratar
de purificar nuestro corazón, como reconocer nuestros pecados y corregirlos y
como poner orden en nuestra vida. También nos invita a cuidar nuestros
pensamientos, además de regularlos. Del mismo modo a preguntarnos lo que
espera Dios de nosotros. Jesús ha advertido a sus discípulos; “No todo el que
me dice: ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre, que está en los cielos” (Mt 7,2 1-23). También nos
ha dicho el Señor: “Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la
Practican” (Lc 11, 28) Pero la mayor invitación, es estar
dispuestos a aceptar la voluntad del Padre, y al mismo tiempo pedirle
fuerzas, para no flaquear en el deseo de cumplir nuestro compromiso con El.
Así de esta forma darle valor a nuestro corazón, para que no huya de su deber
cristiano, por tanto no dejemos de rezar como en el salmo (142, 10) “Enséñame
a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tu espíritu, que es bueno, me
guíe por tierra llana” Cristo
Jesús viva en sus corazones Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Domingo
XXVI Ciclo A Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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