Reflexión desde las Lecturas del Domingo XXVII,
Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. ¿QUÉ
MÁS PUDE HACER POR TI? El acento de la parábola – sobre todo a la
luz de la canción de la viña que leemos en la primera lectura – está puesto
en el amor de Dios por su viña: la cavó, le quitó las piedras, la planta de
cepa exquisita, la rodeo de una cerca... Todas ellas son expresiones que
indican el cuidado delicado y amoroso que Dios ha tenido para con su pueblo y
para con cada uno de nosotros. Para darnos cuenta de ello hace falta pararnos
a contemplar la historia de la salvación entera y la historia de la vida de
cada uno: cómo Dios se ha volcado incluso con mimo de manera sobreabundante.
De ahí el grito dolido del corazón de Dios: ¿Qué más se podía hacer por mi
viña que yo no lo haya hecho? Ante tanto cuidado y tanto amor se
entiende mejor la gravedad de esa falta de respuesta. Dios ha «arrendado» la
viña, la ha puesto en nuestras manos haciendo alianza con nosotros. Y he aquí
lo absurdo del pecado: esa viña tan cuidada por parte de Dios no da el fruto
que le correspondía. Pero lo peor, lo que es realmente
monstruoso, es que los viñadores se toman la viña por suya, despreciando al
dueño. Esto es lo que ocurre en todo pecado: en vez de vivir como hijo,
recibiendo todo de Dios, en dependencia de Él, el que peca se siente dueño,
disponiendo de los dones de Dios a su antojo, hasta el punto de ponerse a sí
mismo en lugar de Dios. He aquí la atrocidad de todo pecado. Por eso también
a nosotros se dirige la amenaza de Jesús de quitarnos la viña y entregarla a otros que den fruto. 2. PRIMERA LECTURA Is 5, 1-7 La viña representa el pueblo que Dios
eligió y formó. El autor recuerda lo que él hizo por ella: cayó, limpió,
edificó, excavó... Con todo el fruto, no fue lo esperado. El Dueño está un
tanto desalentado y piensa seriamente en dejarlo en el abandono. A un que
sabemos que Dios nunca lo dejará de cuidar. Lectura del libro de Isaías. Voy a cantar en nombre de mi amigo el
canto de mi amado a su viña. Mi amigo tenía una viña en una loma fértil. La
cayó, la limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre
en medio de ella y también excavó un lagar. Él esperaba que diera uvas, pero
dio frutos agrios. Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, sean
ustedes los jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más se podía hacer por mi viña
que yo no lo haya hecho? Si esperaba que diera uvas, ¿por qué dio frutos
agrios? Y ahora les haré conocerlo que haré con mi viña; Quitaré su valla, y
será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré en una
ruina, y no será podada ni escardada. Crecerán los abrojos y los cardos, y
mandaré a las nubes que no derramen lluvia sobre ella. Porque la viña del
Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su
plantación predilecta. ¡Él esperó de ellos equidad, y hay efusión de sangre;
esperó justicia, y hay gritos de angustia! Palabra de Dios. 2.1 “MI AMIGO TENÍA UNA VIÑA” El profeta, para captar la
imaginación popular, se presenta ante el pueblo como un poeta que va a cantar
en forma rimada y parabólica las relaciones amorosas entre Dios e Israel; y
quizá la ocasión del cántico fuese la celebración de las fiestas de la vendimia
en otoño, cuando cundía el bullicio popular en la fiesta de los Tabernáculos,
que cerraba la época de recolección de frutos, con la acción de gracias a
Dios por ello por las lluvias otoñales para iniciar la tierra sembrada. Al
mismo tiempo, estas fiestas, durante las cuales vivían en el campo, en
tiendas rústicas a base de ramaje, simbolizaban la estancia de los israelitas
en el desierto en tiendas de campaña. Quizá, pues, el profeta, con motivo de
esta afluencia de público y de los regocijos populares, expuso esta alegoría
de la viña, cuyo contenido serviría, más que ningún discurso, para expresar
sus ideas sobre las relaciones entre el Señor e Israel. Este trozo es, desde el punto de vista literario, una de las mejores
piezas del libro de Isaías. La imagen de la viña es un tópico en la
literatura del Antiguo Testamento. El mismo profeta la explica, y quizá en
este fragmento se inspiró nuestro Señor para la parábola de los viñadores, si
bien dándole otro alcance doctrinal. El profeta comienza reclamando la atención del auditorio,
prometiéndole una canción rimada; “Voy a cantar en nombre de mi amigo el
canto de mi amado a su viña”, así, con
toda delicadeza se presenta como haciéndose eco de la situación decepcionante
de su amigo: “Mi amigo tenía una viña”, con lo que estimulaba más la imaginación del auditorio. Él no es más
que un poeta que se encarga de hacer conocer la tragedia de su amigo
despreciado; y presenta de tal forma el asunto, que los oyentes mismos
pronuncien espontáneamente el veredicto sobre la suerte de la viña. Su amigo
ha plantado una viña en un terreno fértil; “Mi amigo tenía
una viña en una loma fértil”, y de la
mejor calidad, y la plantó de cepas escogidas, sin que faltara la labor
previa de limpiarla de piedras y construir en ella una torre de vigilancia
contra las incursiones de las fieras y ladrones, como aún se ve en Palestina.
“La cayó, la
limpió de piedras y la plantó con cepas escogidas; edificó una torre en medio
de ella y también excavó un lagar”. Puso todas las providencias para que diera frutos sazonados, y el
resultado fue todo lo contrario. “El esperaba que diera uvas, pero dio frutos
agrios”. Por ello, el profeta, en nombre del amigo,
se dirige a sus oyentes (vecinos de Jerusalén y varones de Judá, congregados
allí quizá a propósito de la fiesta) y los invita a que den el veredicto
sobre la conducta a seguir sobre esta viña desagradecida y estéril, que no
merece se invierta trabajo y dinero en ella, pues nada de ello se ha ahorrado
por parte del dueño. “Y ahora, habitantes de Jerusalén y hombres
de Judá, sean ustedes los jueces entre mi viña y yo”. 2.2 LA VIÑA DEL SEÑOR El dueño de la viña, el Señor, dejándose ya de lamentaciones, va a
obrar como Juez justo. Puesto que no le ha dado el fruto esperado, la va a
derribar totalmente, porque no merece la pena que nadie se preocupe de ella,
ni se la preserve de las incursiones de los animales. Y como Dios (ahora
adelanta el profeta la explicación de la parábola, como hará en el: “Y ahora les haré conocerlo que haré con mi viña. Quitaré su
valla, y será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada. La convertiré
en una ruina,
y no será podada ni escardada”, incluso le negará las nubes propicias. “y mandaré a las
nubes que no derramen lluvia sobre ella”. La viña es Israel y Judá (particularmente esta última: los varones de
Judá son su amado plantío), y el dueño, el Señor, que la protegió desde que
comenzó a ser como nación en el desierto. “Porque la viña
del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su
plantación predilecta”. Nada le faltó para que cumpliera fielmente
su misión de pueblo privilegiado entre todos, dando ejemplo de su alta moral
religiosa; pero, en vez de dar frutos de justicia y equidad, lo que ha hecho
es producir malestar social con opresiones injustas, sin excluir los
homicidios, y, en consecuencia, en vez de reinar la justicia, hubo gritería
general por el dolor de los oprimidos, sometidos a la crueldad de las clases
directoras de la sociedad. “¡Él esperó de ellos equidad, y hay efusión
de sangre; esperó justicia, y hay gritos de angustia!”, 3. SALMO
Sal 79, 9. 12-16. 19-20 R. La viña del Señor es su pueblo. Tú sacaste de Egipto una vid, expulsaste a
los paganos y la plantaste; extendió sus sarmientos hasta el mar y sus retoños
hasta el Río. R. ¿Por qué has derribado sus cercos para que
puedan saquearla todos los que pasan? Los jabalíes del bosque la devastan y
se la comen los animales del campo. R. Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa
desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el
retoño que Tú hiciste vigoroso. R. Nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos
la vida e invocaremos tu Nombre. Restáuranos, Señor de los ejércitos, que
brille tu rostro y seremos salvados! R. 3.1 ORACIÓN POR EL PUEBLO PERSEGUIDO. El poema contiene cinco estrofas: a) súplica para el restablecimiento
de las tribus del norte (1-4); b) Israel, vilipendiado por los enemigos de
Dios (5-8); c) la viña del Señor, trasplantada de Egipto a Canaán (9-12); d)
la viña devastada (13-16); e) súplica de protección sobre Israel (17-20). La
liturgia de hoy sólo ha considerado las estrofas desde los versículos 9 al 20 Las tribus del norte - Efraím, Benjamín y Manases - fueron llevadas en
cautividad por los asirios al ser conquistada Samaría en el año 721. Esta
desaparición de las tribus septentrionales dejó gran impresión en los ánimos
del reino de Judá, que por otra parte estaba amenazado del mismo peligro,
pues el ejército de Sargón amenazaba con devastar también el reino de
Ezequías. El salmista piensa en la triste suerte de sus hermanos llevados en
cautividad y en la desaparición de las tribus que descendían también del
glorioso patriarca Jacob. Dios habita en el cielo, pero desde allí contempla y dirige las cosas
de la tierra. Supuesta esta su providencia, el salmista pide ansiosamente que
se preocupe de Israel — su “viña” —, que ha sido devastada y desolada. Como
Dios de los ejércitos, con un simple acto de benevolencia puede salvar la
actual situación de postración del pueblo elegido. Aunque Israel ha pecado,
sin embargo, las maravillas obradas en el éxodo y después en la conquista de
Canaán dan ánimos al poeta para suplicar la intervención del Señor
Omnipotente y resolver la nueva crítica situación. 3.2 ISRAEL ES LA VIÑA TRASPLANTADA DE EGIPTO A CANAÁN (9-12). Con toda delicadeza, y recurriendo a aspectos de carácter
psicológicos, el salmista recuerda la extrema solicitud que el Señor ha
mostrado, a través de la historia, a favor de Israel, sacándolo de Egipto y
trasplantándolo a la tierra de Canaán después de haber arrojado a sus
habitantes. La semejanza a la viña es corriente en la literatura bíblica, y
se comprende bien en un país como Palestina, en la que abundan las viñas.
Egipto no es país del vino, pero el salmista, que vive en Canaán, presenta a
Israel como una viña naciendo en Egipto para después ser injertado en Canaán.
Con toda solicitud el Señor la cuidó, rodeándola de una cerca. El resultado
fue que se desarrolló con pujanza, extendiéndose por los montes, y, con
exageración oriental, compara sus sarmientos a los cedros más robustos del
Líbano. En Armenia — lugar primitivo del cultivo de la viña —, las ramas de
la vid son enroscadas a los árboles, y aun en Palestina a las higueras. La
nación israelita — simbolizada en la viña — se extendió hasta el mar y hasta
el río Eufrates, los límites ideales de los escritos proféticos. 3.3 LA VIÑA ABANDONADA Y DEVASTADA (13-16). “¿Por qué has derribado sus
cercos para que puedan saquearla todos los que pasan?” Dios abandonó a su viña y la dejó
indefensa, cayendo sus cercos y quedando abierta a todos los caminantes y
expuesta a los jabalíes y bestias del campo: “Los jabalíes del bosque la
devastan y se la comen los animales del campo”. El salmista vuelve a pulsar los aspectos de
carácter psicológicos: ¿para qué haber empleado tanto trabajo y solicitud en
plantarla y cercarla, si al fin la deja abandonada? Dios habita en los
cielos, pero desde allí contempla la historia de los hombres y de los
pueblos. “Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira”
Israel ha sido formado por el Señor y se ha engrandecido gracias a su
protección; por tanto, tiene derecho ahora a que ponga sus ojos en la viña
que tan amorosamente plantó su diestra. “ven a visitar tu vid, la cepa que plantó
tu mano” 3.4 SÚPLICA FINAL (19-20) Como es ley en estos salmos, el poeta pide justicia contra los
devastadores de la viña de Israel, suplicando protección sobre la nación: el
varón de tu diestra. Parece que juega con el nombre de Benjamín (“hijo de la
derecha”), y quizá aluda a Saúl, primer rey de Israel. “el retoño que Tú hiciste
vigoroso” Estar “a la diestra” significa participar del poder de
Dios: “Siéntate a mi diestra en tanto
que pongo a tus enemigos por banquillo de tus pies.” (Salmo 109,1) La
expresión hijo del hombre que para ti corroboraste puede aplicarse a Israel
como colectividad, al que en Ex 4:22-23 se le llama “mi hijo, mi
primogénito”. No parece que se aluda directamente al Mesías como persona,
sino a Israel con sus destinos históricos, que está lanzado hacia los tiempos
mesiánicos. El salmista termina haciendo promesas de fidelidad ¡Nunca
nos apartaremos de ti” y reconociendo que es el Señor quien les da la
vida; “devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre”. Por tanto, sólo por El podrá Israel recuperar
su vida plena nacional. El estribillo final que cierra cada estrofa,
sintetiza las ansias de salvación del poeta, que se hace eco de las angustias
de su pueblo. “Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos
salvados! “. Oremos al Señor:
Señor, Señor, tú que comprendes con tu mano
inmaculada el mundo entero, ten paciencia con nosotros y compadécete de
nuestras iniquidades, recuerda tu compasión y piedad, acuérdate que la “La viña del Señor es tu pueblo. 4. SEGUNDA
LECTURA Flp 4, 6-9 Pablo insiste en que es necesario que cada
uno trabaje por el bien común, siguiendo su ejemplo. E invita a los
filipenses a convertirse en una comunidad sólida, capaz de administrarse
según la verdad y de construirse maduramente, por medio del amor. Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos. Hermanos: No se angustien por nada, y en
cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de
acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de
Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los
corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús. En fin, mis
hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo
lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor
de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Pongan en práctica lo
que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la
paz estará con ustedes. Palabra de Dios. 4.1 NO SE ANGUSTIEN POR NADA, VIVIR EN LA “PAZ DE DIOS”. El creyente tiene un clarísimo método evangélico para superar mucha de
nuestras miserias, tales como hacer de Dios el referente primero de las
oraciones, súplicas, intercesiones y acciones de gracias. Todo un precioso
abanico de posibilidades, de distintas formas de orar, expresado con un vocabulario
de rica inspiración bíblica. Es así como ahora el Apóstol algunas otras
recomendaciones generales respecto de la “alegría” cristiana, ante todo, no
caer en la angustia: “Hermanos: No se angustien por nada, y en
cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de
acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios”. No sucumbir ante los apuros que
la vida impone por tantos y tantos motivos, y que producen, dentro y fuera,
tantas y tantas preocupaciones cotidianas, hasta el punto de arrebatar la paz
y la tranquilidad. Pablo nos aconseja y nos invita a la benevolencia, a la generosidad,
a la confianza en la Providencia y vivir en la “paz de Dios”. Finalmente, como alimento de esa alegría y de esa vida de paz que
nunca deben faltar en el cristiano, el Apóstol propone un hermoso programa, donde
quiera haya algo verdadero, algo noble, algo bueno tenedlo en cuenta y
hacedlo nuestro, informándolo de la savia cristiana: “En fin, mis
hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo
lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor
de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. Principio éste de extraordinarias
consecuencias. Todo lo humano: riquezas, ciencia, arte, literatura., separado
de Cristo, no vale nada; pero, si lo informamos de la savia de Cristo, puede
tener gran valor. Quien se fía de Dios y confía en él encomendándole continuamente
peticiones, dialogando y entablando coloquios filiales, recibirá el regalo de
la paz: “Pongan en práctica lo que han aprendido y
recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes”. La paz que supera cualquier razonamiento;
“la paz de Dios,
que supera todo lo que podemos pensar”, esto es,
cualquier pensamiento, proyecto o iniciativa de paz humana. Porque la fuente
de la verdadera paz es Dios mismo: el Padre que ha enviado al mundo a su hijo
Jesucristo, “nuestra paz”. 5. EVANGELIO
Mt 21, 33-46 Quien administra mal los bienes materiales, tarde o temprano
será removido. Esta parábola deja bien claro que esto sucede también en el
Reino de Dios. Un día a Dios se le acaba la paciencia, luego de mandar varios
controles, incluso el de su propio Hijo. Se encontrará a otros que trabajaran
en su lugar. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los
ancianos del pueblo: «Escuchen esta parábola: Un hombre poseía una tierra y
allí plantó una viña, la cercó, cayó un lagar y construyó una torre de
vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir
los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon,
a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar
a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la
misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a
mi hijo”. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Éste es el heredero:
vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. Y apoderándose de él, lo
arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les
parece que hará con aquellos viñadores?» Le respondieron: «Acabará con esos
miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su
debido tiempo». Jesús agregó: «No han leído nunca en las
Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la
piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?” Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado
a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron
que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a
la multitud, que lo consideraba un profeta. Palabra del Señor. 5.1 MI AMADO (DIOS)
TENÍA UNA VIÑA Jesús, nuevamente no habla a través de una
parábola, esta es toda una alegoría, con un carácter muy didáctico y
moralizante. Parábola común al Antiguo y al Nuevo Testamento, en la cual
Isaías y luego Jesús usaron para referirse del amor de Dios a su pueblo
(Israel) y de la ingratitud de éste. Voy a cantar, en nombre de mi amado, una
canción a su viña. Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. Removió la
tierra, quitó las piedras y plantó en ella vides selectas; edificó en medio una torre y excavó un lagar. (Is 5-1). En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos
sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Un hombre poseía una tierra y
allí plantó una viña, la cercó, cayó un lagar y construyó una torre de
vigilancia. Después la
arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero” 5.2 EL ESPERABA QUE
SU VIÑA DIERA BUENOS FRUTOS, (BUENAS UVAS) Como todo dueño de una Viña, supone que
tendrá una buena vendimia, con excelentes frutos, así lo relata Isaías: “Él
esperaba que diera uvas, pero dio frutos agrios”. Y se lamenta el Señor: “¿Por qué cuando
yo esperaba que diera uvas buenas, las dio agrias?”, por cuanto Dios reprende
a su pueblo: “Y ahora les haré conocerlo que haré con mi viña; Quitaré su valla, y
será destruida, derribaré su cerco y será pisoteada”. ¿Porque? , Isaías lo relata: “Porque
la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de
Judá son su plantación predilecta”. El Señor esperaba de ellos, (Israel) que
obraran rectamente y ellos, en cambio, cometieron iniquidades; él esperaba
justicia y sólo se oyen reclamaciones. Es decir Dios al calificar la viña
infructuosa, Israel se está atribuyendo a sí mismo su falta de gratitud y
buen provecho, pues recordemos que El los liberó de la esclavitud, los ganó
de una tierra improductiva y los trasplantó a una tierra fértil, los protegió
de los enemigos, sin embargo ellos no supieron agradecer y responder a quien
les regalo siempre amor. 5.3 “UN HOMBRE POSEÍA UNA TIERRA Y ALLÍ PLANTÓ UNA
VIÑA” El relato del Evangelio, reanuda la
alegoría de Isaías, y también nos enseña los grandes beneficios que el amado
hace por su pueblo de Israel. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los
ancianos del pueblo: "Escuchen esta parábola”, luego más adelante dice el evangelio; “Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír
estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos”. “Un hombre poseía una tierra y allí plantó
una viña”. La descripción de la viña es costumbrista, era algo común
en Galilea, que ciertos dueños arrendasen sus tierras y ellos se marchasen a
vivir a tierras lejanas En esta parábola, el dueño de la viña es
Dios, la viña es Israel, así es como una de las expresiones más
características para simbolizar a Israel desde Isaías, era la viña. En el
templo herodiano de Jerusalén, una gran vid de oro macizo y de proporciones
colosales, colocada encima de la entrada del santuario, significaba a Israel.
Los elementos descriptivos de la viña no tienen valor independiente: es sólo
el cuadro y el esmero con que Dios la puso. 5.4 LOS SIERVOS QUE ENVÍAN A SU VIÑA PARA RECOGER LOS
FRUTOS DE ESTA VIÑA SON LOS PROFETAS. Los viñadores a quienes se arrienda es
Israel, destacándose a los dirigentes espirituales, que son los principales
“cultivadores” espirituales de la misma. El propietario volvió a enviar a
otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la
misma manera. Los siervos que envían a su viña para recoger los frutos de
aquella etapa y acelerar la fructificación de esta viña son los profetas.
Basta recordar a Elías injuriado por Jezabel; Isaías, según la tradición
judía, fue aserrado; Jeremías, lapidado en Egipto; Miqueas, aprisionado por Acab; Zacarías, apedreado por orden del rey Joás; el
Bautista, decapitado por orden de Antipas; Jesucristo y los apóstoles,
perseguidos y martirizados. El dueño que, después de arrendar la viña,
marchó a otro país por mucho tiempo, como se trata de Dios, es una ficción
literaria para dar lugar al desarrollo histórico de la alegoría. Los
viñadores maltratadores y homicidas es la conducta de Israel con los profetas
y enviados de Dios para ver el estado de Israel en que aparecen y
fructificarlo en santidad: que diese fruto. 5.5 FINALMENTE, LES
ENVIÓ A SU PROPIO HIJO, PENSANDO: "RESPETARÁN A MI HIJO". El fruto que van a buscar y alentar es el
progresivo fructificación religioso y moral de Israel para irse así
preparando a recibir al Mesías. La actitud del dueño que envía,
sucesivamente, nuevos mensajeros para ver el rendimiento de su viña es la
paciencia de Dios, atenta al desenvolvimiento del plan de su providencia. La
conducta deliberativa del dueño en enviar a su “hijo” está expresada
antropomórficamente, es decir por la tendencia a atribuir rasgos y cualidades
humanas a las divinidades. Es una forma de reconocer que es el “heredero” de
la viña, es decir, de las promesas mesiánicas. Su hijo se lo envía “por
último”. Se indica veladamente, máxime a la hora de la redacción, que, si es
Hijo, es de la misma naturaleza divina de su Padre. Dice el Evangelio: “Finalmente, les envió
a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo".
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Éste es el heredero:
vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose
de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.” Los viñadores, las autoridades judías y la
parte del pueblo seducido acuerdan matarlo. Es el propósito de su muerte. “Y
apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.” Se refiere
aquí a Jerusalén. Cristo “padeció” su muerte fuera de la puerta de la ciudad.
El Calvario, en los días de Cristo, estaba fuera de los muros de Jerusalén,
ya que este muro fue edificado por Agripa I. 5.6 “POR ESO LES DIGO QUE EL REINO DE DIOS LES SERÁ
QUITADO A USTEDES, PARA SER ENTREGADO A UN PUEBLO QUE LE HARÁ PRODUCIR SUS
FRUTOS". El castigo que se anuncia a los viñadores,
al Israel de esta época histórica, es doble: “Por eso les digo que el Reino de Dios les será
quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus
frutos”.. Este anuncio
profético de Cristo tuvo un cumplimiento histórico trágico: castigo a
Palestina por Vespasiano, que culminó con la destrucción de Jerusalén el año
70 por Tito. El Israel étnico terminó como transmisor de la revelación y de
las promesas mesiánicas y pasó al “Israel de Dios” (Gal 6:16), la Iglesia. Dios el propietario, la viña el pueblo
elegido de Israel, los siervos los profetas, el hijo el mismo Jesús, muerto
fuera de las murallas de Jerusalén, los viñadores los homicidas, los judíos
los infieles y a quienes se les confiara la viña, el nuevo pueblo que le hará
producir sus frutos. Los frutos que exige el Señor en esta nueva viña, son
las buenas obras, la justicia, el amor al prójimo, la caridad y el camino
hacia la santidad de la vida. 5.7 EL
SEÑOR HOY CUIDA A SU PUEBLO CRISTIANO
CON GRAN CARIÑO Y SOLICITUD. ¿Qué más se podía hacer por mi viña que yo
no lo haya hecho?, dice dolidamente el dueño de la viña. (Is 5-1). Es el
grito dolido del corazón de Dios, dueño de la viña, que ha cuidado a su
Pueblo Israel, sin embargo como consecuencia de la ingratitud de estos, fuero
sustituido por otros pueblos, así como la sinagoga por la Iglesia. Es así,
como hoy el Señor cuida a su pueblo
cristiano con gran cariño y solicitud. Pero tenemos algunas interrogantes, ¿este
pueblo cristiano de los nuevos tiempos, guarda más fidelidad que el antiguo de Israel, al que se refiere el profeta
Isaías y el Evangelio de San Mateo? Y por lo que ya conocemos y vemos a
diario, son tan vigentes hoy las alegorías de Isaías como la de nuestro señor
Jesucristo, porque el Señor espera que
nuestra Iglesia, que el pueblo cristiano no dé frutos agrios, sino que buenos frutos, responsabilidad que nos cabe a
todos por igual. 5.8 “EL QUE
PERMANECE EN MÍ, Y YO EN ÉL, DA MUCHO FRUTO” (Jn 15, 1-8 Dice el Señor Jesús: Yo soy la verdadera vid
y mi Padre es el viñador (Jn 15, 1) Aquí San Juan presenta a Jesús como la
verdadera vid y el tema central es la necesidad de estar unidos a Jesús
“Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes” y añade el Señor “Pero el
que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después
se recoge, se arroja al fuego y arde. Y también Jesús nos dice: “El que
permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto”. Jesús nos da la clave para dar
buenos frutos, y es permanecer unidos a Él, esta unión es con el recurso de la oración. La formulación que hace
es universal: se nos dará cualquier cosa que pidamos, si le pedimos algo
conforme a su voluntad, Él nos oye. Pues
es oración que se hace permaneciendo unidos a Jesús, y, movidos por su savia,
nada se pediría que no convenga, “Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo
haré”, (Jn 14:13). Como dice San
Pablo: No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus
peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. (Flp 4, 6) 5.9 LOS FRUTOS QUE ESPERA DIOS DE NOSOTROS El fruto que Dios espera de nosotros, es
la santidad de una vida fiel a los mandamientos, especialmente en el amor.
Nosotros, principalmente por el bautismo, estamos injertados a Jesús, somos
sus sarmientos, de El Tomamos la savia, que es la vida divina, la gracia
santificante. Pero tal como crece el sarmiento, ese crecimiento lo debemos
hacer en Jesús, por medio de la santidad. Crecer en Jesús, es permanecer en
El, es tener vida íntima con El,
cobrando conciencia de que Él Vive en
nosotros y nosotros en El. Permanecer y estar unidos a Jesús, es pensar y
amar como El, hacer una vida agradable a Dios. El discípulo de Jesús, cuando
es verdadero, Glorifica al Padre. “La gloria de mi Padre está en que deis
mucho fruto, y seáis mis discípulos”. (Jn 15,8) “Úneme a ti, Dios mío, Viña santa y
sagrada, y mi débil sarmiento dará su fruto bueno, y yo podré ofrecerte un
racimo dorado, ¡OH Señor, desde hoy!. Es de amor el
racimo, sus granos son las almas, para formarlo un día tengo, que huye veloz.
¡OH, dame, Jesús mío, el fuego de un apóstol
nada más que por hoy! (Mi canto de hoy, Santa Teresita de Lisieux) Y cantamos con alegría como el Salmista:
“Señor, Dios, vuelve tus ojos, mira tú viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que
tú mismo cultivaste. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y
alabaremos tu poder. Restablécenos, Señor, Dios de los ejércitos, míranos con
bondad y estaremos a salvo.” (Salmo 79), El
Señor nos bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Domingo
XXVII Ciclo A Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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