Reflexión desde las Lecturas del Domingo XXXIII,
Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant DOMINGO
XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO 1. AJUSTAR
CUENTAS CON DIOS Si ya la parábola de las diez vírgenes
subrayaba la necesidad de estar preparados para el encuentro con el Señor,
con las lámpara a punto, la parábola de los talentos acentúa el hecho de que
a su vuelta el Señor “ajustará cuentas” con cada uno de sus siervos. Lo que menos importa en la parábola es que
uno haya recibido más o menos talentos: Dios da a cada uno según quiere y al
fin y al cabo todo lo que tenemos es recibido de Él (1 Cor 4,7). De lo que se
trata es que hagamos
fructificar los talentos recibidos, pues de eso hemos de dar cuentas a Dios.
Lo que en todo caso es rechazable es el limitarse a guardar el talento. El
que esconde su talento en tierra es condenado porque no ha producido el fruto
que tenía que producir. El que se limita a no hacer mal, en realidad está
haciendo mal, pues no realiza el bien que tenía que realizar. Es posible que en otras épocas se haya
insistido desproporcionadamente o desenfocadamente
en el juicio de Dios; en la nuestra me parece que lo tenemos demasiado
olvidado. El Dios Juez no se contrapone al Dios Amor: son dos aspectos del
misterio de Dios que debemos aceptar como es, sin reducirlo a nuestros
esquemas seleccionando los textos evangélicos a nuestro capricho. Dios no es
un Dios bonachón que pasa de todo; Dios toma en serio al hombre y por eso le
pide cuentas de su vida. Somos responsables ante Dios de todo lo que hagamos
y digamos y de todo lo que dejemos de hacer y de decir. No se trata de tener
miedo a Dios, pero sí de “trabajar con temor y temblor por nuestra salvación”
(Fil 2,12). El pensar en el juicio de Dios da seriedad a nuestra vida. 2. PRIMER
LECTURA La mujer que describe el libro de los
Proverbios, es un prototipo de servicio cotidiano, en la familia y en la
sociedad. En la época en que es
redactado este elogio a la mujer, los israelitas la consideran aún como una
menor de edad. El muro de su casa es considerado como la defensa que la
protege de influencias nefastas. A pesar de esto, la esposa judía no es de
ningún modo la secuestrada que conocen otras culturas. Al menos en las
familias acomodadas la mujer asume responsabilidades que permiten el
desarrollo de una auténtica personalidad. Las cualidades de una mujer
perfecta son: trabajadora, se interesa por los pobres, habla con sabiduría y
bondad, se entrega por entero al esposo y a los hijos, que sólo pueden
alabarla; el amor de Dios y del prójimo tienen morada en ella; teme a Dios.
El sabio está convencido de la felicidad del hombre que posee este tesoro que
lo acompaña en el camino de su vida. Lectura del libro de los Proverbios 31,10-13.
19-20. 30-31 Una buena ama de casa, ¿quién la
encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. El corazón de su marido
confía en ella y no le faltará compensación. Ella le hace el bien, y nunca el
mal, todos los días de su vida. Se procura la lana y el lino, y trabaja de
buena gana con sus manos. Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el
huso. Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente. Engañoso es
el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada.
Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben públicamente. Palabra de Dios. 2.1 UNA BUENA AMA DE CASA, ¿QUIÉN LA ENCONTRARÁ? El libro de los Proverbios finaliza con
una composición, cantando la valía de la mujer, esposa y buena
administradora, y la alegría con la que sabe llenar su casa. ¿Quién es esta mujer
fuerte, tan alabada? Hay diversas interpretaciones. Para algunos, estamos
frente a una valiente esposa y fiel madre, que tiene irresistiblemente
fascinados al esposo y a los hijos; para otros, es la personificación del
pueblo de Israel, que rinde homenaje a Dios, su esposo, con su trabajo
cotidiano y su renovada fidelidad; sin embargo, para otros, el texto nos
presenta el retrato de la sabiduría con los rasgos y detalles de esta mujer-
símbolo. ¿A quién se refiere el texto bíblico? “su
marido confía en ella y no le faltará compensación” El autor evidencia las
cualidades esenciales de la grandeza femenina: “trabaja de buena gana con sus
manos”, el trabajo como fuente de
bienestar; la buena administración; la caridad con los desvalidos y los
indigentes “Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente”; la
prudencia al hablar sabia y amorosamente con todos. Por eso, la mujer
perfecta, ama del hogar, difunde la felicidad, la irradia. El marido está
gozoso con ella, encuentra sosiego y descanso y se beneficia de su apoyo y
vigor. Los hijos la elogian y le felicitan por su sabiduría e iniciativa, por
lo “que merece ser alabada”. La esposa y madre, ciertamente, enriquece la
personalidad del hombre, desarrollándola y haciéndola madurar. El poema acaba con una alusión al temor de
Dios, superior a la gracia natural y a la belleza, porque es la virtud
espiritual que ilumina toda la vida de la mujer, madre y esposa. 2.2 EL MENSAJE DEL
LIBRO DE LOS PROVERBIOS ES ACTUAL. Pensemos, por un momento, todo lo que se
escribe, se dice y se habla sobre la promoción de la mujer. Y no tenemos por
menos que apreciar la ponderada opción de la Escritura en favor de la mujer y
de sus derechos. La constitución pastoral La Iglesia en el mundo
contemporáneo, del Vaticano II, no duda en tomar partido, afirmando que la
mujer es la verdadera compañera del hombre, con total igualdad de derechos,
incluido, cómo no, el de la participación en la vida socio-cultural. La
lectura de la Palabra de Dios nos hace pensar. La mujer cada vez pasa menos
tiempo en el hogar. En parte, porque trabaja fuera de casa, pero también hay
mujeres que abandonan deliberadamente y por desamor las tareas domésticas.
Una negligencia que amenaza con debilitar los lazos de unión entre los
miembros del hogar y, al mismo tiempo, con hacer vacilar el edificio
socio-religioso sobre el que se establece la familia. Sólo la verdadera sabiduría merece
elogios, una vez superados posibles envanecimientos y vanaglorias. En el
mundo moderno, es lícito que las mujeres realicen, al servicio del bien
común, un mayor número de actividades que en el pasado. Y es verdad que su
cooperación, ya, se revela muy fructuosa en el mundo intelectual, no menos
que en otros campos, como en la gestión empresarial o en el gobierno de un
país. Estas reflexiones quieren ser un reclamo que ayude a descubrir la
vocación profunda de la mujer, una llamada para hacer fructificar sus
talentos. 2.3 SAN PEDRO Y SAN
PABLO San
Pedro, comenta: De igual manera vosotros, maridos, en la vida común sed comprensivos
con la mujer que es un ser más frágil, tributándoles honor como coherederas
que son también de la gracia de Vida, para que vuestras oraciones no
encuentren obstáculo. (1 Pedro (SBJ) 3, 7) San
Pablo escribe: Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se
entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el
baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí
mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e
inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios
cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo......................En todo
caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la
mujer, que respete al marido. (Efesios (SBJ) 5, 25-28.33) 3. SALMO
En consonancia con esta conducta, el salmo
resalta nuevamente los sencillos goces de la vida familiar, para significar
la felicidad de quienes siguen al Señor. Participamos de esta oración,
aclamando. El Salmo 127 que nos trae la liturgia de
hoy, es un canto a la felicidad doméstica de quien teme al Señor: ¡Feliz el
que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu
trabajo…. Tu esposa como una vid fecunda... Tus hijos como
renuevos de olivo... Que te bendiga el Señor desde Sión…. que veas a los
hijos de tus hijos. Paz a Israel. Sal 112 7, 1-5 ¡Feliz quien ama al Señor! Feliz el que teme al Señor y sigue sus
caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás
feliz y todo te irá bien. R. Tu esposa será como una vid fecunda en el
seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. R. ¡Así será bendecido el hombre que teme al
Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que
contemples la paz de Jerusalén! R. 3.1 FELICIDAD DEL JUSTO. Este
breve poema tiene un fondo sapiencial, como el anterior, (parece continuación
y conclusión del salmo anterior) si bien resalta en él un carácter
marcadamente placentero. Se declara bienaventurado al que sigue las normas de
la justicia divina, disfrutando de su trabajo y viéndose rodeado de numerosa
sucesión y aún
lejana descendencia. En el salmo anterior, Salmo 126, se citaba
que los esfuerzos humanos sin Dios son estériles, y reza que no se fatiguen
para ganar el pan, porque Dios se los da a sus amigos mientras duermen, y
numerosos hijos como herencia o salario; “cuando él colma a su amado
mientras duerme la herencia del Señor son los hijos,
recompensa el fruto de las entrañas” (Salmos 126, 2,3). En
este salmo es todo lo contrario, pues ahora felicita al hombre que tiene en
cuenta a Dios. También se proclama y se contempla la satisfacción del que,
por haber actuado bien y fielmente, honra al Señor y sigue sus caminos; “Feliz
el que teme al Señor y sigue sus caminos”, por tanto ha
conseguido hermosas bendiciones divinas tales como trabajo fructífero y
sustento asegurado, prosperidad; “Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien”, y tendrá además una esposa
fecunda e hijos numerosos como brotes de un olivo: “Tu esposa será
como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa”. En otra palabras, la felicidad total. 3.2 LA PROSPERIDAD DEL QUE TEME A DIOS. El “temor
de Dios” es el principio de la sabiduría; “El temor de
Dios es el principio de la ciencia; los necios desprecian la sabiduría y la
instrucción”. (Proverbios 1,7), porque amoldando la conducta a las
exigencias de la ley divina se consigue la bendición del Señor Todopoderoso.
El salmista insiste en esta idea, tan recalcada en los escritos sapienciales.
El ideal de la doctrina de la mayor parte de los libros sapienciales del
A.T., proclama que debe disfrutarse de los bienes que Dios otorga de modo
moderado, teniendo en cuenta que cualquier exceso es duramente castigado por
la justicia divina. La
senda de la ley del Señor lleva a la felicidad: “Ahora pues, hijos,
escuchadme, dichosos los que guardan mis caminos”. (Proverbios 8,32),
pues el justo tiene asegurada larga vida bajo la protección del Señor
Todopoderoso; el trabajo de sus manos no será usufructuado por sus enemigos,
sino que, al contrario, el premio a su laboriosidad será el disfrute honesto
del mismo; y así, su vida se desarrollará plácida y tranquila, rodeado de
numerosa descendencia. Sus hijos serán como brotes de olivo que se enrollarán
al tronco familiar, formando una escolta de honor en torno a la mesa del
hogar: “tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu
mesa”. El olivo es símbolo de vitalidad y de vigor. Pero
esta felicidad familiar debe tener una proyección social y aun nacional; por
eso, el salmista piensa en la prosperidad de la ciudad santa, donde mora el
Señor. Todo israelita debe pensar siempre en la suerte de su nación, que está
vinculada a su Dios por una alianza: la prosperidad familiar debe ser un
reflejo de la prosperidad general de la colectividad nacional y de la propia
capital de la teocracia: “Alabad al Señor, porque es bueno el Señor,
salmodiad a su nombre, que es amable. Pues el Señor se ha elegido
a Jacob, a Israel, como su propiedad” (Salmos 134, 3). Por
eso, la descendencia del israelita está vinculada a la suerte de la nación:
la paz sobre Israel. Este pensamiento final colectivo sirve para que el salmo
pueda ser cantado por los peregrinos que se acercan jubilosos a la ciudad
santa. Somos
responsables ante Dios de todo lo que hagamos y digamos y de todo lo que
dejemos de hacer y de decir. No se trata de tener miedo a Dios, pero sí
de “trabajar con temor y temblor por nuestra salvación” (Fil 2,12). El
Temor de Dios, es amor a Dios, por eso hoy cantamos muy alegres: “¡Feliz
quien ama al Señor! Que el Señor nos bendiga todos los días de
nuestra vida” 4. SEGUNDA
LECTURA 1Tes 5, 1-6 Cuando Pablo escribe esta página, que
tiene por fin responder a la pregunta sobre cuándo vendrá el Señor, los
evangelios aún no se escribían. Sin embargo, hallamos en ellos este modo de
hablar. Tenemos, pues, la prueba de un magisterio oral, común en la Iglesia.
La venida del Señor es comparable a la llegada de un ladrón, que no se sabe
cuándo viene (cf. Mt 24,43; Lc 12,39). Y llega en el momento más inesperado;
cuando estén diciendo ‘paz y seguridad” ya no habrá salida. Por tanto, la
actitud más correcta de los hijos del día es la de la vigilancia en la
sobriedad (cf. Mc 13,35-37; Ped 1,13; 4, 7; 5, 8 y Evangelio del 32° domingo,
A). Desde los primeros cristianos hasta los Testigos de Jehová han sido
muchos los que han anunciado y aguardado la inmediata venida del Señor. Pero
no ha sucedido así Nadie sabe ni el cuándo ni el cómo llegará ese día. San
Agustín responde diciendo: ‘Se oculta aquel día para que se observen todos”. San Pablo nos invita a vivir como “hijos
de la luz” mientras esperamos el gran “Día del Señor”. Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo a los cristianos de Tesalónica. Hermanos: En cuanto al tiempo y al
momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el
Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando la gente afirme
que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente,
como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese día los
sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día.
Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos,
entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios. Palabra de Dios. 4.1 PERMANEZCAMOS
DESPIERTOS Y SEAMOS SOBRIOS Este párrafo es esencialmente práctico. Es
posible que los tesalonicenses, a través de Timoteo, hubiesen preguntado
expresamente a Pablo sobre el tiempo de la parusía. Tal parece insinuar la
fórmula “En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba”.
Pablo no le responde que lo ignora, no obstante, insiste en la vigilancia y sobriedad
con que debemos vivir: “permanezcamos despiertos y seamos sobrios”.
Es exactamente la misma doctrina que, referente a este punto de la parusía,
había inculcado ya Jesucristo: “Más de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni
los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre.” (Mateo 24:36). Pablo
responde que de eso no es necesario escribir, pues: “Ustedes saben perfectamente
que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche”, “como
los dolores del parto sobre una mujer embarazad”. Evidentemente ese “Día
del Señor” está refiriéndose a la parusía y juicio final. Lo de “saben perfectamente” indica que
los tesalonicenses ya habían sido instruidos suficientemente en este punto
durante su evangelización. En cuanto a las imágenes “ladrón en plena noche” y
“dolores del parto,” usadas ya por Jesús: “Entendedlo bien: si el
dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría
en vela y no permitiría que le horadasen su casa” (Mateo 24:43) y “La mujer,
cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando
ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha
nacido un hombre en el mundo.” (Juan 16: 21), son muy frecuentes en el estilo
apocalíptico, del que se consideran adorno obligado, y ciertamente muy aptas
para expresar la incertidumbre y sorpresa de la venida del Señor y la
necesidad de estar siempre preparados. Es posible que la segunda imagen,
además de la idea de sorpresa, insinúe también la idea de dolor, con alusión
a los grandes males que precederán esa venida: “Todo esto será el comienzo de
los dolores de alumbramiento.” (Mateo24:8). Claro que la “sorpresa” será más bien para
los impíos, quienes no piensan más que en los goces materiales, lo que no a
ellos: “Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese día
los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del
día.” Pablo les pide que se comporten de manera que ese día “no
los sorprenda” haciendo luego una serie de consideraciones: “Nosotros
no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces,
como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios”, La sobriedad es esa virtud que se abstiene
de todo lo que nubla la mente y aflige la conciencia y el corazón. Quien
quiera mantener una actitud vigilante, decidir justamente en la vida, necesita
equilibrio, mesura y libertad. Estar sin freno en la vida produce
somnolencia, recorta la voluntad y genera superficialidades. El valor de la
vida, dirá el apóstol, es la muerte y el encuentro con Jesucristo, el Señor.
La resurrección de Cristo es la que da sentido a la
muerte. El cristiano que se mantiene “despierto” y “sobrio” es “hijo del día”,
y desafía la noche caminando con alegría al encuentro del Señor que viene. 5. EVANGELIO
Mt 25, 14-30 Nuestro servicio al Reino de Dios reclama
que hagamos rendir los “talentos” que el Señor nos dio. Mateo insiste aquí
sobre el compromiso responsable de los cristianos, quienes son cooperadores
de Dios en el cumplimiento de sus planes. Como un empresario que compromete
su capital, Dios arriesga su Palabra, sus sacramentos, con fiándolos a
nuestros cuidados, para que gestionemos una buena administración. Hoy leemos
el Evangelio de la audacia, del riesgo, del ‘perderla vida, para
conservarla”. El Maestro exige a sus discípulos audacia, valor, espíritu de
aventura, y muchas veces la educación religiosa, fue una formación a la
seguridad, a la prudencia, a la conservación. ¡Un don no se entierra!. Al rehusar el riesgo, el siervo que recibió un talento,
se entierra a sí mismo y 0pta por la muerte. Cuando un cristiano ha aceptado
dar su vida por el Reino, ha dado un paso importante y urgente. Así se
explica que “el que pone la mano en el arado y mira hacia atrás”, no halla
sino frustración y sentido de inutilidad. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo. Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus
servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos,
y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En
seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y
ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos,
pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus
servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le
presentó otros cinco. “Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí
están los otros cinco que he ganado”. “Está bien, servidor bueno y fiel, le
dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho
más: entra a participar del gozo de tu señor”. Llegó luego el que había
recibido dos talentos y le dijo: “Señor, me has confiado dos talentos: aquí
están los otros dos que he ganado”. “Está bien, servidor bueno y fiel; ya que
respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a
participar del gozo de tu señor”. Llegó luego el que había recibido un solo
talento. “Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no
has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a
enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!”. Pero el señor le respondió:
“Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y
recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el
banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el
talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y
tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aún
lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí
habrá llanto y rechinar de dientes”. Palabra del Señor. 5.1 LA PARABOLA DE
LOS TALENTOS. Nuestro servicio al Reino de Dios reclama
que hagamos rendir los “talentos” que el Señor nos dio.
Este Evangelio, nos relata la parábola de los talentos, que habla
precisamente del siervo fiel que no derrocha la vida en pasatiempos o en la
ociosidad, sino que hace rendir los dones recibidos de Dios. Dios da a cada
hombre unos talentos: el don de la vida, la capacidad de entender y querer y
de obrar, la gracia, la caridad, la fe y muchas virtudes que debemos saber
aprovechar. Es falsa humildad no reconocer los dones de Dios, es apocamiento
y pereza dejarlos inactivos. 5.2 "EL REINO
DE LOS CIELOS SE PARECE” Y les dice Jesús a sus discípulos esta
parábola que es alegorizante, es decir figurativa o simbólica: "
El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus
servidores y les confió sus bienes”. Según nuestras costumbres, si
vamos a emprender un viaje, no disponemos de nuestros bienes por este hecho,
sin embargo en la parábola de hoy, el hombre que es el amo de la propiedad,
les confía a sus servidores su hacienda y lo distribuye a tres categorías de
siervos. Nuevamente Jesús nos está haciéndonos ver
cómo debemos ser en
nuestra vida terrena para llegar a vivir en el Reino. Nosotros somos en este
relato los servidores y los bienes que nos son confiados, es decir los
talentos, son todas esas condiciones con la que Dios nos ha dotado a cada
uno, tales como la inteligencia, la capacidad de generar amor, de hacer
felices a los demás y los bienes naturales. 5.3 EL TALENTO El talento, más que una moneda, era el
peso de un determinado número de dinero. En aquel tiempo, el talento era una
unidad contable que equivalía a unos 35 a 42 kilos de plata, (algunos
sostienen 50, pero no es lo importante), esta medida se empleaba para medir
grandes cantidades de dinero, y representaba más o menos unos seis mil denarios, eso era mucho dinero, ya que un
denario aparece como el jornal de un trabajador del campo, con esto podemos
deducir que el siervo que recibió menos bienes (un talento) obtuvo del Señor
una gran cantidad de dinero, entonces pensemos que hemos recibido bienes
incontables. Después de mucho tiempo volvió aquel señor. Con ello se da
margen suficiente a la producción de los bienes confiados. Pero el primero y
único acto que se destaca, por su valor de enseñanza, es el que pide cuentas
de los “talentos” entregados a aquellos servidores. 5.4 ENTRAR A TOMAR
PARTE EN EL GOZO DEL SEÑOR Los dos primeros, gozosos, le traen el
doble de lo entregado: el primero recibió cinco talentos, y logró otros
cinco; el segundo, con dos, logró otros dos. El Señor los felicita por haber
sido “servidor bueno y fiel.” Han sido fieles en “lo
poco.” Pero como ya he comentado, cinco y dos talentos eran una
fortuna cuantiosa, hagamos la cuenta para dimensionar cuanto era: Los cinco “talentos”
eran equivalentes a 30.000 denarios, y los dos “talentos” equivalían a
12.000, es decir el jornal de 30.000 y 12.000 días. El felicitar por haber sido fiel en lo “poco,”
siendo una cantidad excesiva, en todo caso, probablemente se destaca por su
valor simbólico: la abundancia y excelencia de los dones de Dios. El premio
será una mayor abundancia de dones: si aquí se le encargó de administrar una
cantidad limitada, lo “poco,” el premio será “constituirlo sobre lo mucho.” Así, de administrador limitado
pasa a ser mayordomo. El premio es “entrar en el gozo de su señor,” cuyo
significado alegórico, como luego se verá, es el premio definitivo mesiánico.
Lo mismo pasa y se dice con el mismo cliché proporcional, con el segundo
siervo. 5.5 DIOS EXIGE QUE
LOS SERES HUMANOS RINDAN, RELIGIOSAMENTE, LOS VALORES QUE DIOS LES CONFIÓ Pero al llegar el servidor al que, por sus
condiciones, se le había dado un solo “talento,” el señor le dirá, torpe
y osadamente, como disculpa de su temor y de su inactividad, que “lo
escondió en tierra,” para asegurarlo así incluso del robo de
ladrones, por temor al Señor, y las razones que da, son: “sé que eres un hombre
exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento”. De hecho, como
explicación, se añade lo siguiente: “al que tiene diez, porque a quien tiene,
se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene”. La enseñanza doctrinal
fundamental es clara: Dios exige que los seres humanos rindan,
religiosamente, los valores que Dios les confió, preparándose así al glorioso
regreso del Señor. En efecto, lo que debemos aprender de este relato, es que
todos tenemos la necesidad de hacer fructificar los dones recibidos, de una
manera esforzada, exigente y constante durante toda nuestra vida. Tenemos la
necesidad de producir buenas obras, y estas buenas obras deben ser realizadas
proporcionalmente a los dones recibidos, ya que los talentos de la parábola
designan la capacidad que recibimos para hacer buenas obras. 5.6 TODOS TENEMOS
QUE CORRESPONDER A LAS GRACIAS QUE HEMOS RECIBIDO El tiempo que dura el viaje del señor o el
amo, representa nuestra vida, y el regreso inesperado, el fin de la vida
terrenal, la muerte, el arreglo de las cuentas, la rendición de cuentas, es
el juicio. El Señor, nos está enseñando con
este relato, es que todos tenemos que corresponder a las gracias que hemos
recibido, hayan sido estas mayores o menores. Aquel que recibió mucho, deberá
rendir cuenta por lo mucho que recibió, y se le exigirá muchos frutos, así se
manifiesta diciendo al que hizo fructificar: “Está bien, servidor bueno y
fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré
de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”. Pero aquel que
recibió poco, también está obligado a responder por aquello que recibió, y al
no hacerlo le dijo: "Servidor malo y perezoso, si sabías
que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que
haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera
recuperado con intereses”. Observamos como el servidor que recibió un
talento lo enterró y no lo usó, y fue reprendido duramente por ello. Nos
enseña el Señor, que no es suficiente evitar el no utilizar nuestro talento
para el mal, el servidor no malgastó su talento en cosas inservibles ni en
maldades, pero no fue capaz de realizar cosas positivas con él. 5.7 ¿QUÉ TALENTOS
POSEO? ¿CUÁLES SON MIS DONES Y QUE DE BUENO PUEDO OBRAR MEDIANTE ELLOS? Dios sabe por qué nos entrega cantidades distintas de talentos y no son comparables
nuestros talentos con lo que otros han recibido. Se nos ha otorgado una vida
de talento y somos invitados por Dios a utilizar lo que nos otorgado para su
gloria. Nos hacemos algunas preguntas y estas pueden ser, ¿Qué talento poseo?
¿Cuáles son mis dones y que de bueno puedo obrar mediante ellos? ¿Qué soy capaz
de realizar por la gracia de Dios? ¿Qué bien, si omito realizarlo, nunca será
realidad?, Cada uno hemos de contestar a estas cuestiones por sí mismo.
Tenemos que pensar en nuestra vida toda en servicio y entrega a Dios, para su
honor y gloria, trabajar en nuestra vocación en servicio a los que nos
rodean, en favor de la paz y la justicia, de la comprensión entre los seres
humanos, del bien común, es parte integral del servir a Dios y darle gloria.
La justicia, la honestidad y solidaridad, con la que vivimos cotidianamente
es sustancial a la realización del reino de Dios. 5.8 HACER EL MEJOR Y
MAYOR USO POSIBLE DE LOS TALENTOS QUE DIOS NOS HA BRINDADO. Debiera ser nuestro anhelo hacer el mejor
y mayor uso posible de los talentos que Dios nos ha brindado. Hemos de estar
siempre dispuestos y abiertos a hacer algo más o algo mejor de lo que ya
estamos realizando a fin de que Reino de Dios se haga realidad en la tierra
así como ya lo es en los cielos. Como vemos entonces, esperar el Reino no es
quedarse parados a ver qué sucede, sino trabajar para que se haga realidad
ahora mismo. La persona que escondió su talento, es como el que guarda la fe
entre sus recuerdos, el que nunca se arriesga a tomar iniciativas
fructíferas, el que no tiene el valor de emprender algo nuevo. Los que
arriesgaron sus talentos son los que desean colaborar con Dios, que necesita
la cooperación de los hombres, no porque Él no pueda obrar solo, sino porque nos hace partícipes de la salvación
del mundo. Arriesgando construimos en la tierra, y esta obra se convierte en
el inicio de lo que seremos en el cielo. Confiar en Dios y en nosotros mismos
es confiar en los talentos que Dios nos ha dado para ponerlos al servicio de
los demás. El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Domingo
XXXIII Ciclo A Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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