Reflexión desde las Lecturas del 1°
Domingo de Cuaresma Ciclo B Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. CONTEMPLAR A JESÚS TENTADO En el tiempo de Cuaresma se
toman de Marcos los textos clásicos de los dos primeros domingos tentaciones
y transfiguración. Los tres restantes son del Evangelio de san Juan: Jesús
como nuevo templo (2,13-25), el amor de Dios al darnos a su Hijo (3,14-21) y
Jesús como grano de trigo que muriendo es glorificado y da mucho fruto
(12,20-33). El primer domingo de Cuaresma
(Mc 1,12-15) nos lleva a contemplar a Jesús tentado. En el lugar típico de la
prueba –el desierto–, donde Israel había acabado renegando de Dios, Jesús
acepta el combate contra Satanás, empujado por el Espíritu. El relato de
Marcos –singularmente breve– presenta a Jesús como nuevo Adán que vence a
aquel que venció al primero –es lo que evocan las imágenes de los animales
salvajes y los ángeles a su servicio: cfr. Gen 2 y 3; Is 11,6-9). Por fin
entra en la historia humana la victoria sobre el mal y el pecado, sobre
Satanás en persona: el “fuerte” va a ser vencido por el “más fuerte” (Mc
3,22-30). Al añadir al relato de la tentación propiamente dicho el inicio de
la predicación de Jesús, el evangelio de este domingo nos invita a entrar en
la Cuaresma con decisión y firmeza: puesto que se ha cumplido el tiempo y ha
llegado el Reino de Dios, es urgente y necesario convertirse y creer, es
decir, acoger plenamente la soberanía de Dios en nuestra vida. Este será
nuestro particular combate cuaresmal. 2. PRIMERA LECTURA Las aguas del diluvio
representan la purificación que nos trae el bautismo, para una alianza de
amor con Dios. “Yo hago un pacto con ustedes y con sus descendientes”. La
historia de la humanidad está llena de pactos entre Dios que ofrece una y mil
veces su amistad, y el hombre, que una y mil veces rompe dichos pactos. Hoy,
el autor del Génesis, nos ofrece el primero de todos esos pactos, el
establecido con Noé y su familia después del diluvio. Por el símbolo del
pacto de Noé la fe proclama al Creador presente en el ritmo vital de la naturaleza. Lectura del libro del Génesis.
Gn 9, 8-15 Dios dijo a Noé y a sus hijos:
“Yo establezco mi Alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los
seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las
fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una
palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra. Yo estableceré
mi Alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por
las aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra”. Dios
añadió: “Éste será el signo de la Alianza que establezco con ustedes, y con
todos los seres vivientes que los acompañan, para todos los tiempos futuros:
Yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi Alianza con la tierra.
Cuando cubra de nubes la tierra y aparezca mi arco entre ellas, me acordaré
de mi Alianza con ustedes y con todos los seres vivientes, y no volverán a
precipitarse las aguas del Diluvio para destruir a los mortales”. Palabra de Dios. 2.1 YO ESTABLEZCO MI ALIANZA
CON USTEDES, CON SUS DESCENDIENTES, Y CON TODOS LOS SERES VIVIENTES QUE ESTÁN
CON USTEDES El autor sagrado considera el
diluvio como un castigo purificador de la humanidad, y ahora se abre una
nueva etapa en la humanidad, de la que Noé había de ser el nuevo padre. Los
hombres, por el pecado, antes del diluvio habían alterado las relaciones con
Dios, y ahora es preciso normalizarlas, una vez que la justicia divina se ha
realizado. Y así como Dios había bendecido a la primera pareja humana,
prometiéndole la fecundidad, así ahora bendice de nuevo a la familia de Noé
para que llene de nuevo la tierra despoblada. Y a continuación les anuncia
que todos los animales están en sus manos y a su servicio, para que pueda
hacer uso de ellos para su comida y trabajo; por eso la presencia del hombre
es ocasión de temor y espanto para aquéllos: Que os teman y de vosotros se
espanten todas las fieras de la tierra (v.2). Es el anuncio de la
superioridad del hombre, que con su astucia e inteligencia domina a los
animales. Después de mandarles
multiplicarse, Dios les hace una solemne promesa de permanencia,
anunciándoles que no volverá a enviar otro diluvio devastador. Va a hacer
alianza con el hombre y con los animales. La concepción histórica se inspira
en el concepto de alianza. Después del diluvio, Dios hizo alianza con Noé,
por la que se obliga a sí mismo a no mandar otro diluvio sobre la tierra. No
se especifica la parte del hombre en esta alianza. Pero aquí está concebida
muy general, y no impone expresamente ningún deber positivo, ya que la
alianza afecta también a los animales, en cuanto que están unidos a la suerte
del hombre. En todo pacto hay una señal (en la alianza con Abraham será la
circuncisión, aquí es el “arco en las nubes” o arco iris, símbolo de la reconciliación de
Dios con la humanidad. Entre los babilonios, la aparición del arco iris
después de la tormenta era considerada como signo de benevolencia para con la
humanidad; era una señal propicia, indicadora de que había pasado el peligro
de la tormenta y que los dioses se habían reconciliado con la humanidad. Es
un caso similar al bíblico. Ha pasado el diluvio — manifestación airada de la
justicia divina — y ahora Dios se reconcilia con la humanidad haciendo una
promesa de permanencia. Así, el autor sagrado, acomodándose en la mentalidad
ambiental, pone en boca de Dios el anuncio del arco iris, símbolo de paz.
Nosotros sabemos que este bello fenómeno atmosférico es debido a la
refracción de la luz; pero esto es una explicación científica moderna. Para
los antiguos, la aparición de un espectáculo tan bello y placentero después
de la tormenta era como a sonrisa de la divinidad, un milagro de su benevolencia.
Pero es más, el arco iris será una señal para el mismo Dios para recordarle
la alianza (v.10) y la promesa de no destruir la humanidad por el agua, de
forma que, cuando lo vea, aunque se sienta enojado, no volverá a enviar el
terrible castigo a la humanidad. Es una concepción antropomórfica e ingenua
muy en consonancia con los destinatarios de estos relatos. El autor sagrado
utiliza un fenómeno natural que ha existido en el cosmos desde que existe la
refracción de la luz, y le da un sentido religioso para sus lectores. 3. SALMO, Sal 24, 4-5. 6. 7-9 Consciente de cuán débil es el
hombre, el salmo es una súplica confiada al Señor para que nos enseñe sus
caminos. Participamos de esta oración, aclamando: Tus senderos, Señor, son
amor y fidelidad. R. Tus senderos, Señor, son
amor y fidelidad. O bien: Guía nuestros pasos,
Señor, por el camino de la paz. Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos. Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque
tú eres mi Dios y mi salvador. R. Acuérdate, Señor, de tu compasión
y de tu amor, porque son eternos. Por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según
tu fidelidad. R. El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados; él guía a los humildes para que
obren rectamente y enseña su camino a los pobres. R. 3.1 CONFIANZA DEL JUSTO EN EL
SEÑOR. Nuevamente la Liturgia no pide
rezar parte de este Salmo, en síntesis, solo nos cambia la antífona, en la
Liturgia el domingo de la 3º semana
ciclo B, rezamos la antífona; “Muéstrame, Señor, tus caminos”, hoy
primer domingo de Cuaresma, lo hacemos con la antífona: “Tus senderos, Señor, son amor y fidelidad” Este salmo tiene una estructura
especial, ya que se presenta como una colección de invocaciones, de
consideraciones morales y de súplicas en forma sentenciosa, unidas entre sí.
El salmo completo tiene 22 versículos y se puede dividir en tres partes la
composición heterogénea: a) súplica de protección y guía (1-7); b)
reflexiones sobre Dios y sus relaciones con los que le temen (8-14); c) nueva
súplica de liberación de una situación angustiada (15-21). Para este caso, la
liturgia solo ha considerado los versículos del 4 al 9 3.2 SÚPLICA DE PROTECCIÓN Y DE
PERDÓN El Salmo comienza rezando en el
versículo 1: “A ti elevo mi alma, Señor, mi Dios. En ti confío, no sea
confundido, no se gocen de mí mis enemigos…”.(Sal
24, 1) El salmista se dirige a Dios pidiéndole protección para no ser
burlado de sus enemigos. La causa del justo es la causa del Señor; por eso,
si los impíos prevalecen sobre aquél, en el fondo es una victoria contra el
Señor, ya que, en la mentalidad de los pecadores, Dios es impotente para
hacer salir airoso a su protegido. En la tradición israelita está demostrado
que el que confía y espera en el Señor no queda defraudado en sus esperanzas,
y, por tanto, no es avergonzado o confundido ante sus enemigos. Al contrario,
serán confundidos y puestos en evidencia los que abandonan al Señor, faltando
a Infidelidad a El debida: “No; quien espera en ti, no es confundido;
serán confundidos los que en balde faltan a la fidelidad”. (Sal 24, 3).
Obsesionado con la idea de ser
fiel a su Dios, le pide encarecidamente que le enseñe sus caminos: “Muéstrame, Señor, tus caminos”,
sus mandamientos, para no desviarse de ellos: “enséñame tus senderos” y
asegurar así la protección divina., “Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi salvador, y yo espero en ti todo el día”. Moisés
había pedido al Señor que le mostrara su camino para acomodarse a sus
exigencias: “hazme saber tu camino,
para que yo te conozca y halle gracia a tus ojos, y mira que esta gente es tu
pueblo”. (Éxodo 33, 13). El
salmista, sin duda que por caminos y sendas del Señor entiende no sólo los
preceptos escritos de la Ley, sino los secretos de su providencia respecto de
su vida personal para responder mejor a sus insinuaciones: “Muéstrame, ¡oh Señor! tus caminos, guíame por la recta
senda a causa de mis enemigos”. (Salmo 26,11). La forma de la vida práctica del
salmista lo constituyen las exigencias de la verdad del Señor, vinculadas a
las promesas de protección al que se conforma a sus leyes. No se trata sólo
de la verdad especulativa sobre la realidad divina, sino de sus relaciones a
las almas justas tal como se habían manifestado en la historia de Israel, el
pueblo elegido. El Señor siempre se ha manifestado como Salvador de las almas
justas angustiadas. La verdad, pues, del Señor va vinculada a su fidelidad a
las promesas: “Porque tengo ante mis
ojos tu benevolencia y ando en tu verdad” (Salmo 25,3). Por eso el
salmista pide a su Dios que se acuerde de sus misericordias, que desde
tiempos antiguos se han manifestado sobre los justos en Israel. El Señor es
inmutable a través de los siglos: “Que
yo, el Señor, no cambio, y vosotros, hijos de Jacob, no termináis nunca”.
(Malaquías 3, 6), y, por tanto, las misericordias antiguas o eternas
pueden ponerse ahora a favor del salmista atribulado. El amor del Señor de
los tiempos antiguos no se ha agotado: “Así
dice el Señor: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo;
aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada”. (Jeremías 2,2),
y es ahora cuando debe manifestarlo para que los enemigos del justo lo
reconozcan. Llevado de este espíritu de confianza y de la fe en la
misericordia tradicional del Señor, el salmista se atreve a pedir perdón por
los pecados de su adolescencia, sus fragilidades y transgresiones, cometidas
en los años de irreflexión y de fogosidad juvenil; como tales, son más
excusables. Lejos de aplicarle la medida de su justicia punitiva respecto de
sus lejanas transgresiones, pide que le aplique la medida de su bondad y
benevolencia: “Acuérdate,
Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. No recuerdes los
pecados ni las rebeldías mi juventud: por tu bondad, Señor, acuérdate de mí
según tu fidelidad” En la Sagrada Escritura constantemente se
realza la misericordia divina, que prevalece sobre la justicia, pues el Señor
castiga hasta la cuarta generación y premia hasta la milésima: “porque yo el Señor, tu Dios, soy un Dios
celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera
y cuarta generación de los que me odian, y tengo misericordia por millares
con los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20, 5-6). 3.3 EL SEÑOR ES BUENO Y
BIENHECHOR PARA CON LOS QUE LE TEMEN. Sigue la exposición de las
buenas cualidades del Señor; “El Señor es
bondadoso y recto” en sus relaciones con los que son fieles a
sus preceptos. Su bondad llega hasta orientar a los extraviados hacia el buen
camino de su Ley: “por eso muestra
el camino a los extraviados”. Sus preferencias están por los
humildes y los pobres, guiándolos por el camino de la justicia o de la
rectitud moral. “Él guía a los
humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres” La palabra pobres, en la
literatura sapiencial y rabínica posterior, equivale a “piadosos” o fieles a
la Ley de Dios, que se caracterizan por su espíritu de humildad y pequeñez
ante Dios. Las maneras de obrar del Señor, para con ellos, están dirigidas
por las exigencias de su benevolencia y verdad o fidelidad a sus promesas.
Pero estas relaciones amorosas están condicionadas a la fidelidad a su
alianza y sus mandamientos. Su alianza fue sancionada primero con la
circuncisión, impuesta a Abraham y su descendencia: “Yo establezco mi alianza entre nosotros dos, y te multiplicaré
sobremanera”. (Génesis 17,2) y
después renovada solemnemente y concretada en el Sinaí: “Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza,
vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es
toda la tierra” (Éxodo 19, 5). Signo externo de ella era el arca con las
tablas de la Ley. Por eso junta aquí la alianza y los mandamientos del Señor,
que son la base de sus relaciones con los fieles. 4. SEGUNDA LECTURA San Pedro recuerda que Cristo
murió una vez por nuestros pecados, y se refiere al bautismo como un
compromiso contraído con Dios. “Aquello fue símbolo del bautismo que ahora
los salva”. Pedro toma como punto de referencia la salvación de Noé y su
familia en el diluvio y dice que fue un símbolo del bautismo que nos salva al
incorporarnos a la resurrección de Jesús. Para el cristiano el bautismo
confirma y significa el compromiso de su persona con el Padre. El cristiano
es, pues, un rebelde ante la muerte y, por tanto, ante todo lo que pueda
mutilar al hombre. El hecho de que el cristiano posea, por el bautismo, el Espíritu
Santo; le garantiza la resurrección de su propio cuerpo. Efectivamente, es el
Espíritu el que un día nos resucitará, como resucitó al mismo Cristo. Lectura de la primera carta del
Apóstol san Pedro. 1Ped 3, 18-22 Queridos hermanos: Cristo
padeció una vez por los pecados –el justo por los injustos– para que,
entregado a la muerte en su carne y vivificado en el Espíritu, los llevara a
ustedes a Dios. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban
prisioneros, a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba
pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos
–ocho en total– se salvaron a través del agua. Todo esto es figura del
bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual no consiste en la
supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso con Dios de una
conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que está a la derecha de
Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los Ángeles, las
Dominaciones y las Potestades. Palabra de Dios. 4.1 EL EJEMPLO DE CRISTO En este texto, dese los
ν.18-22 aduce el autor sagrado el ejemplo de Cristo, el cual, siendo
inocente, ha padecido y ha muerto para expiar por nuestros pecados40. La
pasión y muerte de Cristo han de servir de estímulo a los cristianos cuando
sean perseguidos injustamente. Jesucristo murió una vez por los pecados
(v.18) de los hombres, para dar a Dios, ofendido, la satis-facción
conveniente. El sacrificio de Jesucristo es único, porque es perfecto y de
valor in-finito, a diferencia de los sacrificios antiguos, que por su
imperfección debían ser repetidos. El Nuevo Testamento insiste en esta
unicidad de la muerte y de la resurrección de Cristo. La razón de esta
insistencia se ha de buscar en la idea de que el sacrificio de Cristo era
absolutamente suficiente, en oposición a la insuficiencia de los sacrificios
del Antiguo Testamento, que necesitaban repetirse continuamente. San Pedro llama a Jesús –el
justo por los injustos– Es una apelación que los cristianos adoptaron
— probablemente bajo la influencia de Isaías 53:11 — ya desde los primeros
años de la Iglesia. El efecto de la muerte redentora
del Señor fue el llevarnos a Dios, es decir, acercarnos a Dios, del cual nos
habíamos alejado por el pecado. Cristo murió en su carne mortal sobre el
madero de la cruz, pero resucitó glorioso cuando su alma glorificada se unió
a su cuerpo, al cual comunicó la gloria de que ella estaba inundada. En esa
misma alma humana, ya gloriosa, unida a la divinidad, pero se-parada del
cuerpo muerto, que todavía seguía en el sepulcro, Cristo descendió a los
infiernos a predicar la buena nueva de su resurrección. El texto griego, en lugar de
infierno, tiene “cárcel.” Esta cárcel era llamada seol
por los hebreos, es decir, un lugar tenebroso adonde iban las almas de todos,
buenos y malos, después de la muerte. Sería a esta segunda parte a la que
descendió Cristo inmediatamente después de su muerte y antes de su
resurrección para anunciar a los justos la liberación. 4.2 LOS QUE SE RESISTIERON A
CREER CUANDO DIOS ESPERABA PACIENTEMENTE Los espíritus que estaban en la
prisión son las almas de los justos, muertos antes de la venida de Cristo al
mundo. Hay bastantes autores, sobre todo de tendencia racionalista, que ven
en esos espíritus a los ángeles caídos, que el Libro de Henoc
identifica con los hijos de Dios de que nos habla el libro del Génesis. Sin
embargo, parece mucho más probable que aquí se trata de las almas separadas
de los difuntos y no de los ángeles caídos, pues en el v.20 se dice que esos
espíritus son los incrédulos cuando se fabricaba el arca en tiempo de Noé; “los que se resistieron a creer cuando
Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca.” Ahora
bien, a los ángeles caídos no se predicó, pues su caída es anterior a la
fabricación del arca. Entre los habitantes del seno de
Abraham, a los cuales también Cristo predicó la buena nueva, el apóstol
distingue especialmente a los contemporáneos de Noé (v.20), no para excluir a
los demás, sino para mejor hacer resaltar la eficacia de la muerte redentora
de Jesús, que alcanzó incluso a aquellos que en otro tiempo fueron
considerados como grandes pecadores y provocaron la mayor catástrofe, o sea
el mayor castigo de Dios sobre el mundo. Se trata de los contemporáneos de
Noé, que primeramente, es decir, cuando Noé fabricaba el arca, habían sido
incrédulos a sus exhortaciones al arrepentimiento y a la penitencia — cuando
la paciencia de Dios esperaba su conversión (v.20) — Pero después, cuando se
desencadenó el diluvio que confirmaba las palabras de Noé, al ver que no
tenían ninguna posibilidad de librarse, se arrepintieron, y antes de morir
pidieron a Dios perdón, y lo obtuvieron, aceptando la muerte como expiación
por sus pecados. 4.3 ESTO ES FIGURA DEL BAUTISMO
La imagen del arca transportada
por las aguas, en la cual se salvó Noé y su familia, sugiere a San Pedro un
paralelismo con el bautismo cristiano, que salva al neófito pasando por el
agua. El agua que fue motivo de ruina para muchos, fue al mismo tiempo el
medio que Dios empleó para salvar a Noé y a los suyos. En el agua del diluvio
ve el apóstol un tipo del agua del bautismo, que salva a los que la reciben.
El pensamiento del autor sagrado se precisa más cuando dice; “Todo
esto es figura del bautismo, por el que ahora ustedes son salvados, el cual
no consiste en la supresión de una mancha corporal, sino que es el compromiso
con Dios de una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que está
a la derecha de Dios, después de subir al cielo y de habérsele sometido los
Ángeles, las Dominaciones y las Potestades.” 5. EVANGELIO Jesús que fue tentado como
nosotros, nos invita a convertirnos para participar del Reino. Marcos narra
de manera muy resumida, la tentación de Jesús en el desierto, pero la inserta
entre el bautismo (vv. 9-11) y el inicio de su predicación (vv.14-15), lo que
no está desprovisto de significación. La permanencia del Maestro en el
desierto, significa, pues, que el nuevo Éxodo ha sido realmente emprendido.
La tentación lo ataca en seguida para ayudarle a ver que su orientación
mesiánica se ajusta a los designios del Padre. Después de esta prueba él está
en condiciones de anunciar el reinado de Dios. La Iglesia, como el Maestro,
debe retirarse de vez en cuando al desierto, para recordar su inadaptabilidad
a cualquier sistema temporal, por muy benéfico que se presente a los ojos de
los cristianos. Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Marcos. Mc 1, 12-15 El Espíritu llevó a Jesús al
desierto, donde fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Vivía entre
las fieras, y los ángeles lo servían. Después que Juan Bautista fue
arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de
Dios, diciendo: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca.
Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. Palabra del Señor. 5.1 DIOS ES EL VERDADERO AMIGO
DEL HOMBRE. Dios es el verdadero amigo del
hombre, Él no se olvida ni nos abandona, al contrario, el hombre si le ha
fallado en innumerables ocasiones, rompiendo la amistad con Dios, como lo
hizo en su momento Adán. Sin embargo: “Desde su mismo
nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios" (G et S, 19),
esto es desde la creación. Todo esto lo comprobamos a través de los
conmovedores diálogos que hay entre Dios y los hombres en Libro del Génesis,
y otros del Antiguo Testamento, y así disfrutar de los emocionantes coloquios
con un Dios que por sobre todo es Padre y que a pesar de hay relatos
trágicos, también los hay los que reflejan una profunda amistad con los
hombres que le son fieles. "A mi parecer no es otra
cosa oración sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas
con quien sabemos nos ama". (Santa Teresa de Jesús, Vida 8), esta es una
de las definiciones que nos trae el
catecismo sobre la oración, (2709). En
un leguaje nuevo podríamos decir también que es un diálogo de amistad, o una
conversación íntima y personal con quien sabemos que nos ama intensamente. 5.2 DIOS DE BONDAD Y
MISERICORDIA AL HACER GRACIA A NOÉ PARA SALVAR A LA RAZA HUMANA. Dijo, pues, Dios a Noé: “He
decidido acabar con toda carne, porque la tierra está llena de violencias por
culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra.”
(Génesis 6, 13) La palabra carne tiene aquí el
sentido de fragilidad y aun de sensualidad: el hombre, bajo el pecado, se ha
ido separando de Dios, entregándose a las exigencias carnales de su cuerpo y
olvidándose de sus valores espirituales. Por eso Dios va a enviar el diluvio
devastador. (Comentario de la Biblia Nácar-Colunga). Debemos fijarnos el modo tan
cercano e íntimo del diálogo de Dios con Noé, “He decido”, es una forma muy
humana de expresarse, y además le confidencia su planes y que se encuentra
arrepentido de haber creado al hombre. Otro punto a destacar es la justicia
severísima de Dios para castigar la maldad humana. Sin embargo, a pesar de
todo, nuevamente se nos muestra un Dios de bondad y misericordia al hacer
gracia a Noé para salvar a la raza humana. La humanidad había entrado por
el camino de la maldad y todo sería exterminado, pero como los animales
habían sido creados para el hombre, serán parcialmente salvados, todo esto
por el amor que Dios tiene a los hombres. 5.3 YO ESTABLEZCO MI ALIANZA
CON USTEDES, CON SUS DESCENDIENTES En un nueva Lectura del Génesis,
(Gn 9, 8-15) Dios dijo a Noé y a sus
hijos: “Yo establezco mi Alianza con ustedes, con sus descendientes, y con
todos los seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y
las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una
palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra.” Adán, fue arrojado del paraíso,
sin embargo Dios le prometió un Salvador, Noé, salvado de las aguas que
arrasaron a muchos mortales, recibe de Dios la promesa: “Yo estableceré mi
Alianza con ustedes: los mortales ya no volverán a ser exterminados por las
aguas del Diluvio, ni habrá otro Diluvio para devastar la tierra”. En este diálogo, Dios nos ofrece
un gran pacto y como señal nos ofrece:
“Yo pongo mi arco en las nubes, como un signo de mi Alianza con la tierra.”,
este es un arco de paz que une el cielo con la tierra: Gloria a Dios en las
alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace. (Lucas 2) 5.4 LAS AGUAS DEL BAUTISMO
DESTRUYENDO EL PECADO Todo lo anterior, pasa a ser un símbolo de una alianza
superior, que será pactada en la sangre de Nuestro Señor Jesucristo. San
Pedro (1 Pt 3, 18-22), nos dice que: “Cristo padeció una vez por los pecados
–el justo por los injustos– para que, entregado a la muerte en su carne y
vivificado en el Espíritu, los llevara a ustedes a Dios” y luego recordando a los primeros cristianos
“el arca en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados”,
explica: A ésta ahora corresponde el bautismo que los salva. Las aguas del
bautismo destruyendo el pecado —lo mismo que las aguas del diluvio arrasaron
a los hombres pecadores—, salvan al creyente “por medio de la “Resurrección
de Jesucristo”. Más que Noé, es ciertamente el cristiano un salvado por medio
del agua; y no sobre la madera del arca sino sobre el madero de la Cruz del
Señor, en virtud de su muerte y resurrección. La Cuaresma intenta
especialmente despertar en el cristiano el recuerdo del bautismo, que le
purificó del pecado y le comprometió a vivir con una buena conciencian,
siendo fiel a la promesa de renunciar a Satanás y servir a Dios solo.
(Comentario de Intimidad Divina, Padre Gabriel de SMM ocd.) 5.5 VIVÍA ENTRE LAS FIERAS, Y
LOS ÁNGELES LO SERVÍAN. El relato Evangélico de la
“tentación” según San Marcos, está reducido al mínimum comparado con la
amplitud de los relatos de San Mateo y San Lucas, hasta se podría decir que
es una insinuación a lo mismo. Sin embargo dos son los puntos que interesan
ante esta brevedad de este relato su especial descripción. ¿Qué significa este morar entre
las fieras y que los ángeles le servían? Para algunos sería un simple rasgo
descriptivo de este relato, con el fin de describir de este modo el lugar
agreste donde Cristo moraba y se acentuaba su soledad. Por cierto, se sabe que en esta
región del desierto del Jordán, aún se encuentran bestias salvajes tales como
víboras, cabras salvajes, gacelas, águilas, y a la noche se oyen los aullidos
de chacales y hienas. En tiempo de Elíseo había en los bosques entre Jericó y
Betel osos (4 Re 2:24). El mosaico de Madaba (s. VI
d.C.) pone en esta región leones. Y se observa que la fauna selvática actual
está muy empobrecida con relación a la de la época bíblica. Otros lo presentan en una
relación más lógica con las viejas experiencias de los cuarenta años del
desierto. La finalidad de estas tentaciones según San Mateo y la de San
Lucas, es manifiestamente mesiánica. Y era creencia en Israel que el desierto
sería lugar de acción mesiánica, y que de alguna manera se repetirían en los
días mesiánicos las experiencias las tentaciones del Éxodo. Por eso se
relaciona este morar entre bestias salvajes con las serpientes de fuego del
desierto (Dt 8:15; 32:10) y con la alimentación prodigiosa del maná (Dt 8:3;
29:5), llamado en la Sabiduría “pan de los ángeles” (Sal 78:24.25; Sab 16:20-21). 5.6 LA VICTORIA DE CRISTO SOBRE
SATÁN Además se ha hecho ver que, en
la tradición judía, la huida del diablo y el dominio sobre las bestias
salvajes son cosas unidas, como se revela en el “Testamento de los doce
Patriarcas”. Así, este rasgo del Evangelio de San Marcos vendría a indicar la
victoria de Cristo sobre Satán. Y con estos rasgos se aludiría a las
tentaciones mesiánicas de Cristo, relatadas con amplitud por San Marcos y San
Lucas: la victoria sobre Satanás y el “servicio” que los ángeles le hicieron
al terminar las tentaciones (Mt). Se piensa también que, siendo
Cristo el Mesías vaticinado por Isaías, en el que se anuncia una creación
nueva que implica la pacificación del reino animal, pudiera también estar
este rasgo de este relato evangélico, evocando esta victoria mesiánica de
Cristo y la ventaja de su restauración. Tanto más, que en “la Escritura se
unen y se evocan el anuncio de la nueva creación y la del nuevo éxodo. Es
lícito, pues, creer que, al mismo tiempo que en la estadía de los hebreos en
el desierto, el segundo evangelista piensa en la restauración de la paz
paradisíaca, cuando muestra a Jesús Mesías viviendo en compañía de fieras; no
hay lugar a temerlas, porque es una aserción bíblica constante, ilustrada
especialmente por el salmo 91, y que se aplica más aún al Mesías, que el ser
humano domina fácilmente al mundo inferior cuando se mantiene en amistad
perfecta con Dios y triunfa del mal moral. Situado como está en un contexto
escatológico, la fórmula evangélica “con las fieras” evoca especialmente el
pacto con las bestias salvajes que en Oseas (2:18) acompaña la restauración
de la Alianza.” 5.7 “EL ESPÍRITU LLEVÓ A JESÚS
AL DESIERTO, DONDE FUE TENTADO POR SATANÁS DURANTE CUARENTA DÍAS”. Como ya había comentado, en este
relato San Marco no nos relata las diversas tentaciones que se relatan los
otros Evangelios, tan sólo nos narra que: “El Espíritu llevó a Jesús al
desierto, donde fue tentado por Satanás durante cuarenta días”. Esto sucede inmediatamente
después del bautismo en el Jordán: lo mismo que allí Jesús quiso mezclarse
entre los pecadores como si fuese uno más, necesitado de purificación,
también ahora en el desierto quiere hacerse semejante a ellos hasta el límite
máximo que permite su santidad, la tentación. Aceptando la lucha con Satanás,
de la cual ha de salir absolutamente victorioso, Jesús enseña que ha venido a
liberar al mundo del dominio del Maligno y al mismo tiempo merece para todo
hombre la fuerza con la que pueda vencer sus insidiosas tentaciones. El
cristiano, aunque bautizado, no está inmune de ellas; al contrario, a veces
cuanto más se empeña en servir a Dios con fervor, más procura Satanás
trancarle el camino, como hubiera querido trancársele a Jesús, para impedirle
que cumpliera su misión redentora. Entonces, es necesario acudir a
las mismas armas que usó Cristo: penitencia, oración, conformidad perfecta
con la voluntad del Padre: “Está escrito: no sólo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4). Quien es fiel a la
palabra de Dios, quien se alimenta constantemente de ella, no podrá ser
vencido por el Maligno. (Comentario de Intimidad Divina, Padre Gabriel de SMM
ocd.) 5.8 “EL TIEMPO SE HA CUMPLIDO:
EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA. CONVIÉRTANSE Y CREAN EN LA BUENA NOTICIA”. La “plenitud de los tiempos”
(Gal 4:4) para el establecimiento del pleno reinado de Dios, anunciado en las
profecías, ya llegaba. Era la misión de Cristo al ir a “sembrarlo” por toda
Galilea. La expresión “el tiempo es
cumplido,” lo mismo que “el reino de Dios,” eran frases teologales. En el
ambiente judío evocaban, al punto, el mesianismo y las maravillas a él
anexas. Sin embargo parece que es discutido el sentido exacto de la palabra,
pues lo mismo puede significar que el reino de Dios “se aproxima” o que ya
“llegó.” En los evangelios, Cristo unas veces habla del reino como ya llegado
(lo identifica con su persona y sus actos) y otras lo deja ver como en un
próximo futuro. Ante esta expectativa e
inminencia, se nos piden dos cosas: “arrepentirse”, en el sentido de cambiar
de modo de pensar, dejando la mala conducta moral y lo que pudiesen ser
prejuicios de interpretación “tradicional” sobre el Mesías y “creed en el
Evangelio,” en la buena nueva que Cristo va a enseñar. Será la fe que salva
(Mc 16:16). La Paz de Cristo Jesús viva en sus corazones Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Domingo 1° de Cuaresma Publicado en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y
Biblia de Jerusalén Algunos conceptos están tomados de los comentarios
a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P. Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr.
Carlos Etchevarne, Bach. Teol. |
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