Reflexión desde las Lecturas del Domingo
III de Adviento Ciclo C Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant 1. ¡ALÉGRATE Y REGOCÍJATE DE TODO CORAZÓN¡ La liturgia de este domingo quiere
infundirnos una alegría desbordante: “¡Grita de alegría, hija de Sión!......
¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!” ¿La razón? La Iglesia presiente la
inminencia de Cristo –“¡El Señor, tu Dios, está en medio de
ti”– y no puede contener su gozo; la esperanza, el deseo de Cristo,
se transforma en júbilo porque ya viene, está a la puerta. He ahí la gran
certeza de la esperanza cristiana. Y con la presencia de Cristo, la salvación
que trae: “El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos”.
No sólo es la alegría por la presencia del Amado, sino también el entusiasmo
por la victoria: “¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un guerrero
victorioso!”. Los males que nos rodean tienen, por fin, remedio,
porque llega Cristo, Salvador del mundo. Se nos regala un nuevo Adviento para que
aprendamos a vivir esta realidad: “¡Grita de alegría”,….. “ porque es grande
en medio de ti el Santo de Israel!” Y eso que la salvación que
experimentamos ya es sólo el comienzo, pues es Jesús viene a bautizarnos con
Espíritu Santo y fuego. Este es su don, el don mesiánico por excelencia.
Jesús anhela sumergirnos en su Espíritu. El Adviento nos abre no sólo a Navidad,
sino también a Pentecostés. 2.
PRIMERA LECTURA El profeta Sofonías prevé los efectos de
la Alianza entre Cristo y su pueblo, la Iglesia, que en la próxima Navidad
celebraremos la inauguración de esta Alianza con los efectos de gracia
previstos por el profeta; liberación de los males que nos esclavizan;
liberación del temor. Alegre esperanza porque está casi entre nosotros. Lectura de la profecía de Sofonías 3,
14-18 ¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama,
Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor
ha retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus
enemigos. El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás
ningún mal. Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no
desfallezcan tus manos! ¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es un
guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su
amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta. Palabra de Dios. 2.1 EL PROFETA SOFONÍAS Sofonías (en hebreo Sefanyah: “Yahvé ha
guardado”) El nombre aparece en diversos textos del A.T. Nuestro profeta es
presentado como descendiente de un tal Ezequías, que algunos críticos
identifican con el famoso rey reformador del tiempo de Isaías. De hecho se
dan varios progenitores hasta llegar al de Ezequías. Pero el bisabuelo de
Sofonías (Amarías) que es presentado como hijo de Ezequías, nos es
desconocido como hijo del famoso rey. Algunos autores explican la minuciosa y
amplia genealogía del profeta porque aparece como hijo de Cusí (el etíope); y
entonces el hagiógrafo tiene interés en aclarar su verdadera ascendencia
judaica. Como sus predicciones se centran en torno a Jerusalén, se supone que
la capital era el lugar de su residencia, y quizá de su nacimiento. El título
del libro sitúa la actividad profética de Sofonías en tiempos de Josías
(640-609), sin concretar más. Pero como en sus vaticinios se habla de los
abusos de prácticas idolátricas de tipo asirio, se sigue que su predicación
tuvo lugar antes de la reforma religiosa del piadoso rey Josías, en el año
622-21, en que fue hallado el libro de la Ley en los fundamentos del templo.
Así, parece que ejerció su ministerio antes de Jeremías, quien comenzó hacia
el 627 a.C. Como Nahum, anuncia la ruina de Nínive, aunque sin el relieve y
dramatismo con que la describe este profeta. 2.2 HIJA DE SIÓN (HIJA DE JERUSALÉN) El profeta Sofonías, interpreta con estas
palabras el deseo de renacer de la ciudad de Jerusalén tras el período del
rey Manasés, idólatra y violento. Se trata de un renacer a la vez espiritual
y civil. La destinataria de las palabras es la “hija de Sión” o “hija de Jerusalén”,
que de ambos modos se designa a la misma ciudad de Jerusalén, pero que tal
vez aluden también a algo nuevo que va a hacer el Señor. En el texto profético se cruzan diversos
temas, todos se repiten al menos dos veces, y es que la repetición subraya la
urgencia de la exhortación a fiarse de esta palabra de esperanza. La
invitación a la alegría da el tono fundamental. El profeta recurre a todos
los vocablos posibles para manifestarlo: “¡Grita de alegría!... ¡Alégrate y
regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!”, es ese gozo interior
que se manifiesta exteriormente con la participación de toda la comunidad.
Pero el aspecto más interesante de este sentimiento es que no sólo se trata
de un gozo humano, sino también del de Dios; “El exulta de alegría a causa
de ti”. El fragmento se abre con el gozo del pueblo y se cierra con
el gozo de Dios. El motivo del gozo es la venida de Dios,
que, cancelada toda condena, habita ahora en medio de la ciudad como
salvador: “¡El Señor, tu Dios, está en medio de ti!”. La salvación a su vez se realiza como una
renovación en el amor; “te renueva con su amor y lanza por ti
gritos de alegría, como en los días de fiesta”. Para Sofonías la salvación está en el
reafirmar el amor originario de Dios, en volver a encontrar el amor perdido.
Es un amor que expulsa al temor, porque ya no hay motivo para temer cuando
Dios manifiesta su amor. Precisamente en este texto se inspirará la escena de
la anunciación en Lucas: “Alégrate... El Señor está contigo... No
temas...” . 3.
SALMO SaI (Is)12
, 2-6 Porque “el Señor está en medio de
nosotros”, el salmo nos invita a la confianza y a la alegría. Participamos de
esta oración aclamando: R. ¡Aclamemos al Señor con alegría! Éste es el Dios de mi salvación: yo tengo
confianza y no temo, porque el Señor es mi fuerza y mi protección; Él fue mi
salvación. R. Ustedes sacarán agua con alegría de las
fuentes de la salvación. Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, anuncien
entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su Nombre. R. Canten al Señor porque ha hecho algo
grandioso: ¡que sea conocido en toda la tierra! ¡Aclama y grita de alegría,
habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel! R. 3.1 CÁNTICO DE
LIBERACIÓN Este himno “forma el epílogo lírico de la
primera gran sección del libro de Isaías”, que es desde el capítulo 1 al 12.
Como en otro tiempo el pueblo israelita, bajo el caudillaje de Moisés, entonó
un himno de acción de gracias después del paso del mar Rojo, así los nuevos
repatriados proferirán en un clamoroso cántico de acción de gracias y de
alegría. El género literario del fragmento es similar al de los himnos de
algunos salmos y del cántico de Moisés. Como es extraño en Isaías que se
cierre una profecía por un himno de este tipo, muchos críticos creen que este
capítulo es una adición posterior; no obstante, debe notarse que la expresión
el Santo de Israel es muy isaiana: “¡Aclama
y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el
Santo de Israel!” En los primeros versos que se citan en
este poema, el autor sagrado pone en boca de la comunidad de Sión un cántico
de acción de gracias por la salvación conseguida del Señor; “Éste
es el Dios de mi salvación: yo tengo confianza y no temo, porque el Señor es
mi fuerza y mi protección; Él fue mi salvación” Ustedes sacarán agua con
alegría de las fuentes de la salvación”. Como en muchos salmos, aparece la comunidad
israelita personificada, reconociendo la justicia de la intervención divina
al enviarle el castigo, pero al mismo tiempo perdonándola, y en realidad el
Señor es la fuerza, porque es el Dios de su salvación; “porque el Señor es mi fuerza y
mi protección; Él fue mi salvación”. En los versos siguientes, hay una
invitación mutua a alabar al Señor y hacer conocer a las naciones sus grandes
obras. “Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación”. Algunos han visto aquí una alusión al rito
de sacar agua de la fuente de Siloé el día de los Tabernáculos para
derramarla sobre el altar, como acción simbólica de que Dios enviará sobre la
próxima siembra la lluvia necesaria. En todo caso, aquí la idea de la frase
es como se saca agua de una fuente inagotable, así los fieles israelitas son
invitados a participar de las gracias, efecto de la bendición divina, que se
concibe como fuente inagotable de bien, y a entonar un himno de acción de
gracias por las hazañas del Señor en
favor del pueblo escogido: “Canten al Señor porque ha hecho algo
grandioso: ¡que sea conocido en toda la tierra!”. Y termina invitando
a Jerusalén, la moradora de Sión, “habitante de Sión” a dar signos
de exultación en honor del Santo de Israel, título que Isaías suele dar al
Señor para destacar su carácter de
puro, incontaminado y trascendente sobre todas las cosas de este mundo, pero
al mismo tiempo vinculado de un modo especialísimo al pueblo elegido, Israel: “¡Aclama
y grita de alegría, habitante de Sión, porque es grande en medio de ti el
Santo de Israel!” 4.
SEGUNDA LECTURA San Pablo coincide con el mensaje de
Sofonías, e invita a estar alegres: regocíjense en el Señor, reciban su paz
con un corazón orante. La diferencia de este segundo mensaje: San Pablo está
hablando de una alianza de gracia que ya no está más en el futuro, sino que
está presente, desde el nacimiento de Jesús. Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 4, 4-7 Hermanos: Alégrense siempre en el Señor.
Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos
los hombres. El Señor está cerca. No se angustien por nada y, en cualquier
circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de
gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que
supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los
pensamientos de ustedes en Cristo Jesús. Palabra de Dios. 4.1 ALÉGRENSE SIEMPRE EN EL SEÑOR De nuevo el Apóstol, con un afecto
paternal desbordante, da diversas recomendaciones generales respecto de la
“alegría” cristiana. La invitación que hoy nos hace San Pablo a la alegría, “Alégrense
siempre en el Señor”, como
también la recomendación que
nos hace a no temer; “No se angustien por nada y, en cualquier
circunstancia”, encuentran, para Pablo, su fundamento en el hecho de
que: “El Señor está cerca”. "El Señor" indica aquí no
sólo a Dios, sino a Jesús, porque en él Dios se acerca a la humanidad. La carta a los Filipenses muestra cómo la
esperanza del cristiano es diferente de la esperanza del que quiere ser
optimista a toda costa. Ésta no se basa en un sentimiento de voluntad
personal, en una disposición interior al optimismo, sino en la persona de
Jesús, que es garantía de la espera para el futuro. Tres palabras resumen los
aspectos personales y comunitarios de la esperanza: “Alegría, confianza
y paz”. La alegría, viene del hecho de vivir en comunión con Jesús y los
demás. El que afirma esto no es cualquier persona, sino un apóstol que sufre, prisionero, que invita
reiteradamente a los
filipenses al gozo, a “Alegrarse siempre en el Señor”. Para Pablo, la alegría nunca debe faltar en el cristiano. La confianza: “No se angustien por nada”, es decir estar seguro de Dios y abandonarse en Dios no es indigno del hombre,
no es un refugiarse en un mundo irreal, sino que forma parte de la verdadera
sabiduría, porque “el Señor protege el
camino de los justos” (l Sm 2,9). Además Pablo, nos da la receta de como
abandonarnos en el Señor; “en cualquier circunstancia, recurran a la
oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus
peticiones a Dios”. La
paz, es el resultado de cuanto precede. De las
escasas palabras de Pablo se deduce que la paz no es ausencia de
preocupaciones, sino fruto del poder de Dios, que guarda el corazón y
pensamientos de los creyentes en Cristo Jesús; “Entonces la paz de Dios, que
supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los
pensamientos de ustedes en Cristo Jesús”. La verdadera paz no es superficial,
sino que se afianza en el hombre ahí donde decide por sí mismo, en la mente y
el corazón, y, de este modo, también sus acciones y relaciones serán acciones
y relaciones de paz. 5.
EVANGELIO En este Evangelio, típico de Adviento, nos
encontramos con las palabras de Juan Bautista, colocado por el Señor como su
heraldo inmediato para preparar sus caminos. El mensaje es sobre la
conversión: Nuestro cambio de mente y de corazón para volvernos aptos y poder
recibir la gracia de Jesús en Navidad. La conversión implica acto y
decisiones concretas como vemos en las respuestas prácticas con que responde
a las preguntas de la gente. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 3, 2-3. 10-18 Dios dirigió su palabra a Juan Bautista,
el hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este comenzó a recorrer toda
la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón
de los pecados. La gente le preguntaba: “¿Qué debemos hacer entonces?” Él les
respondía: -El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga
qué comer, haga otro tanto-. Algunos publicanos vinieron también a hacerse
bautizar y le preguntaron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?” Él les respondió:
-No exijan más de lo estipulado-’. A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y
nosotros, ¿qué debemos hacer?” Juan les respondió: -No extorsionen a nadie,
no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo-. Como el pueblo estaba
a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó
la palabra y les dijo a todos: -Yo los bautizo con agua, pero viene uno que
es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de
sus sandalias; El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en
su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero.
Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible-. Y por medio de muchas
otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia. Palabra del Señor. 5.1 JUAN
BAUTISTA, EL HIJO DE ZACARÍAS, QUE ESTABA EN EL DESIERTO. La aparición de Juan predicando es un
momento de gran importancia, Lucas lo pone viviendo en los desiertos: “El niño crecía y su espíritu se
fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a
Israel.” (Lucas 1,80). Allí se preparó en la austeridad y penitencia para
su misión sobrenatural. Una moción especial le hizo comprender que el momento
de su actuación había llegado. Juan actúa en el “desierto de Judea.” Este
desierto, es una zona abrupta, pedregosa y estéril. Como a este lugar
difícilmente podrían ir a buscarle las multitudes de que habla el evangelio,
Lucas da la explicación. “Vino — dice — por toda la región del Jordán,
predicando el bautismo de penitencia”. En ella abundan los poblados. Juan era
un predicador “volante.” (Biblia
Nácar-Colunga) En la elección del “desierto” para esta
preparación influyó una razón de tipo ambiental. Los documentos de Qumrán nos
aclaran que esta comunidad se había retirado al desierto precisamente para
esperar allí la hora mesiánica. Dice la Regla de la comunidad: “De acuerdo
con estas determinaciones, se alejarán de los hombres impíos para ir al
desierto y preparar allí el camino de El (Dios), como está escrito: “En el desierto, preparad el camino del
Señor, allanad en la estepa el sendero a nuestro Dios”. 5.2 ESTE COMENZÓ A RECORRER TODA LA REGIÓN DEL RÍO
JORDÁN Juan, sin embargo, ejercía su actividad
por toda la región del Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el
perdón de los pecados. Esto provocó un gran movimiento de masas, pues “venían a él de Jerusalén, y de toda la
Judea, y de toda la región del Jordán” (Mt 3:5; Mc 1:5). Y el cuarto
evangelista añade que llegó hasta Betania, en Transjordania (Jn 1:28) y Ainon
(Jn 3:23). Eran razones de apostolado y de
conveniencia para ejercer el bautismo en determinados lugares. Posiblemente
las crecidas del Jordán le llevaban a determinados vados, que se prestaban
mejor para ejercer estos bautismos de inmersión, como en el caso de Ainón: “Juan también estaba bautizando en Ainón,
cerca de Salim, porque había allí mucha agua, y la gente acudía y se
bautizaba.” (Juan 3:23). 5.3 LA GENTE LE PREGUNTABA: ¿QUÉ DEBEMOS HACER
ENTONCES? La gente, grupos especialmente
impresionados, dispuestos a una renovación verdadera, preguntan “¿Qué
debemos hacer entonces?” para prepararse al reino y el respondía; “El
que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga
otro tanto”. La respuesta es la religiosidad verdadera: las obras que
acusen un deseo de Dios verdadero. Era la predicación de los profetas:
“repartir vestido y alimento: las obras de misericordia. La frase evoca bien
un pasaje de Isaías; ¿No será partir al
hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas
a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?” (Isaías 58:7). También vienen a su bautismo; “Algunos
publicanos vinieron también a hacerse bautizar”. Estos eran
especialmente odiados, sobre todo si eran judíos, como coautores de la
opresión romana del pueblo teocrático. Tenían que cobrar los impuestos
exigidos por la autoridad intrusa. Pero frecuentemente pagaban una cantidad
alzada de antemano y luego ellos se resarcían en abundancia. Por eso les
condena el abuso de estas extorsiones, engañando incluso a los más simples,
con unas tarifas no siempre bien precisadas: “Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Daré, Señor, la mitad de mis
bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el
cuádruplo” (Lucas 19,8-9). Hubo también; “A su vez, unos soldados y le
preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?” Los dependientes del
procurador eran judíos. Estos estaban exentos allí del servicio militar.
Podrían ser tropas de Antipas. Pero, por la censura que les hace, se pensaría
en soldados, incluso reclutados entre los judíos, como un cierto cuerpo
policial, para prestar ayuda a estos “publícanos.” De ahí el
pedirles; “No extorsionen a nadie, no
hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”, esto es, que
no hagan “extorsión” a nadie, en complicidad con “publícanos.” Como
éstos podían denunciar las infracciones, y en complicidad con estos soldados,
que no calumnien, ya que siempre tendrían un especial crédito oficial. Pero,
además, “conténtense con su sueldo”. No eran infrecuentes las
exigencias de las gentes de armas mercenarias exigiendo alzas de soldadas.
Que se contenten con lo justo y que no apelen al abuso de su fuerza. La
elaboración de estas “exhortaciones” es perceptible. Dentro del “cambio de
mente,” 5.4 LA FIGURA DEL BAUTISTA CAUSÓ UNA GRAN CONMOCIÓN
EN ISRAEL. Hasta Joséfo (Historiador Judío) se hace
eco de ella, diciendo que Antipas “temió la grande autoridad de aquel
hombre.” Hubo un momento en que las gentes pensaron, ante aquella figura
ascética y profética que anunciaba la llegada inminente del Reino, si él
mismo no sería el Mesías. Es Lucas, de los sinópticos, el único que da la
razón de esta confesión de humildad del Bautista ante lo que era Cristo. El
mismo Sanedrín de Jerusalén le envió una representación para que dijese si
era él el Mesías: Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos
enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: -¿Quién eres tú?- (Juan 1,19). 5.5 “EL LOS BAUTIZARÁ EN EL ESPÍRITU SANTO Y EN EL
FUEGO” “Yo los bautizo con agua, pero viene uno
que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa
de sus sandalias”; el Bautista declara que él sólo es un “esclavo,”
pues él no es digno de ejercer con El, el
oficio de los esclavos: “desatar la correa de sus sandalias””
Además, su bautismo es en “agua” pero el del Mesías es “en
el fuego.” Ante esta expectación del pueblo, Juan
confiesa quién es él y quién es Cristo y lo hace con triple confesión: La primera es que; “Yo los bautizo con agua” Era
superficial, excitante a la penitencia, pero sin eficacia sacramental
santificadora El de Cristo es en “Espíritu
Santo y fuego”. La lectura es, sin duda, primitiva. “Fuego,” la gran
purificación ritual y profunda en la Ley. “En Espíritu Santo” es,
seguramente, una adición explicativa. “El los bautizará en el Espíritu Santo y
en el fuego”. Él os bautizará en Espíritu Santo, que es un fuego
devorador, santificador, capaz de consumir todas las impurezas y de
santificar las almas purificadas. Era el bautismo de los días mesiánicos
según la profecía de Joel (2:28-30). Cristo, que bautizará así, es el Mesías.
Pero, además, Yahvé (Dios) es en el A.T. quien derrama el Espíritu Santo (Is
44:3); por eso Cristo, al ejercer las funciones reservadas a Dios, es nueva
sugerencia de su divinidad. En la segunda confesión, Juan se proclama
servidor y “esclavo” de Cristo. El llevar las “sandalias” o “desatar sus
correas” es función de esclavos, como se lee en los escritos rabínicos. La
razón es que tras él, viene “uno más fuerte”. Aquí, en función se expresa al Juez escatológico — Mateo
también lo describe así — y al gran Liberador. Se está en el comienzo
“escatológico.” En la tercera Juan señala que Cristo es el
Señor, con esa alegoría tomada de la vida real palestina y usada por los
profetas, el Juez que criba y juzga las conductas de los hombres, bien de
Israel, bien de todo el mundo. “Tiene en su mano la horquilla para
limpiar su era y recoger el trigo en su granero” Como Mateo, Lucas pone la alegoría de la
“era,” con lo que declara la grandeza de Cristo en la obra de su Reino, como
juez de los hombres, que da destinos eternos. Esta función de juez de los
hombres en el Antiguo Testamento estaba reservada a Dios. Lucas presenta, a
la hora de la composición de su evangelio, a Cristo como Dios. De la pregunta “¿Qué debemos hacer entonces?”,
pasamos a la pregunta “¿Quién nos puede salvar?”. El
Bautista remite -más allá de sí mismo- “viene uno que es más poderoso que yo” aquel
que viene, es el único que podrá cambiar la vida vieja, quemando la paja y
regalando el Espíritu. “El los bautizará en el Espíritu Santo y
en el fuego”. El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant TERCER DOMINGO DE ADVIENTO CICLO C Publicado en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y
Biblia de Jerusalén Algunos conceptos están tomados de los comentarios
a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P. Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr.
Carlos Etchevarne, Bach. Teol. Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd. |
…..
………