Reflexión desde las Lecturas del III Domingo
Tiempo Ordinario, Ciclo C Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
ocds 1. LOS OJOS FIJOS EN ÉL
El texto de hoy nos presenta a Jesús en la Sinagoga proclamando la
palabra divina. “Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en El”. Esta
actitud de los presentes ilumina de manera elocuente cuál ha de ser también
nuestra actitud. Puesto que Cristo “está presente en su palabra” y “cuando se
lee en la Iglesia la Sagrada Escritura es Él mismo quien habla” (Sacrosanctum
Concilium 7), no tiene sentido una postura impersonal. Sólo cabe estar a la
escucha de Cristo mismo, con toda la atención de la mente y del corazón,
pendientes de cada una de sus palabras, “con los ojos fijos en él”. “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. La palabra que Cristo nos comunica de manera
personal en ese diálogo “de tú a tú” es además una palabra eficaz; o sea, que
no sólo nos comunica un mensaje, sino que por su propio dinamismo “realiza aquello que significa o expresa”
(Is 55,11). Si escuchamos con fe lo que Cristo nos dice, experimentaremos
gozosamente que esa palabra se hace realidad en nuestra vida. Hoy y aquí, en
la proclamación eficaz de la liturgia, se cumple esta Escritura. “Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres”. Esta
palabra de Cristo es siempre evangelio, buena noticia. Pero sólo puede ser
reconocida y experimentada como tal por un corazón pobre. El que se siente
satisfecho con las cosas de este mundo no capta la insondable riqueza de la
palabra de Cristo ni experimenta su dulzura y su consuelo (Sal 19,11). Las
riquezas entorpecen el fruto de la palabra (Mt 13,22). Sólo el que se acerca
a ella con hambre y sed experimenta la dicha de ser saciado (Mt 5,6). 2. PRIMERA LECTURA
Esta lectura es un típico relato del Antiguo Testamento, pertinente
para una mejor comprensión del Evangelio de hoy. Se nos cuenta acerca de los
sacerdotes que leen la Biblia en la asamblea de los fieles, luego la
explican, llamando al pueblo a cambiar de vida. Lectura del libro de Nehemías Neh 8, 2-6. 8-10 El sacerdote Esdras trajo la Ley ante la Asamblea, compuesta por los
hombres, las mujeres y por todos los que podían entender lo que se leía. Era
el primer día del séptimo mes. Luego, desde el alba hasta promediar el día,
leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua, en presencia de
los hombres, de las mujeres y de todos los que podían entender. Y todo el
pueblo seguía con atención la lectura del libro de la Ley. Esdras, el escriba,
estaba de pie sobre una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión.
Abrió el libro a la vista de todo el pueblo —porque estaba más alto que
todos— y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie. Esdras bendijo al
Señor, el Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió:
“Amén! Amén!”. Luego se
inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro en tierra. Los
levitas leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el
sentido, de manera que se comprendió la lectura. Entonces Nehemías, el
gobernador, Esdras, el sacerdote escriba, y los levitas que instruían al
pueblo, dijeron a todo el pueblo: “Este es un día consagrado al Señor, su
Dios: no estén tristes ni lloren”. Porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras
de la Ley. Después añadió: “Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen
vino y manden una porción al que no tiene nada preparado, porque éste es un
día consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de
ustedes”. Palabra de Dios. 2.1 NEHEMÍAS
Es posible que los que tengan algunas versiones bíblicas que vienen
de la Vulgata, no encuentren el Libro Nehemías, ya que en la Vulgata se les
llama 1 y 2 de Esdras. Los Santos Padres dividieron el libro en dos, atendiendo
a su argumento. Al primero llamaron: “Palabras de Nehemías, hijo de Helcías” (Nehemias
1.1) El autor del libro ha utilizado ampliamente las memorias que
escribió Nehemías, y que se reconocen por el empleo de la primera Persona. Es
la única vez que el título “Palabras
de”, aparece en libros históricos; es frecuente, sin embargo, en los
escritos proféticos (Jer 1:1; Am 1:1) y sapienciales (Prov 30:1). La
traducción más fiel parece ser: “Memorias de Nehemías,” y no: “Historia de
las gestas o actos de Nehemías”. La palabra Nehemías significa “Yahvé
consuela” y únicamente aparece en nuestro libro. Se añade “Hijo de Helcías”
para distinguirlo de otros personajes que llevaron el mismo nombre. En capítulo que leemos en la liturgia de
hoy, es parte de la reforma religiosa llevada a término por Esdras y
Nehemías. 2.2 LEÍAN EL LIBRO DE LA LEY DE DIOS, CON CLARIDAD
“El sacerdote Esdras trajo la
Ley ante la Asamblea, compuesta por los hombres, las mujeres y por todos los
que podían entender lo que se leía. Era el primer día del séptimo mes”. Escena grandiosa que se describe en sus rasgos
esenciales y que redondean los versos siguientes. “Luego, desde el alba hasta
promediar el día, leyó el libro en la plaza que está ante la puerta del Agua,
en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que podían
entender”. Delante de la puerta se extendía una plaza, en la cual se
concentraron hombres, mujeres y jóvenes para escuchar la lectura de la Ley de
Moisés. Junto a la puerta se levantó una tarima, desde el cual dominaba
Esdras a la multitud. “Esdras, el escriba, estaba de pie sobre
una tarima de madera que habían hecho para esa ocasión”. A su derecha
e izquierda se sentaron trece hombres, (ver versículo 4) probablemente sacerdotes, que garantizaban
con su presencia la verdad de cuanto leía Esdras. La lectura duraba unas seis
horas, “desde el alba hasta promediar el día”. El texto sugiere que
se leían secciones particulares, puntos aislados, predominantemente
legislativos; no se excluye, sin embargo, la lectura continua de los pasajes
históricos. Edras, “abrió el libro a la vista de todo el pueblo —porque estaba
más alto que todos— y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie”, en señal de respeto. Durante la misma alzó el
pueblo las manos en señal de aprobación o solidaridad, de oración o de
juramento, “y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: “Amén! Amén”, postrándose en tierra para adorar al
Señor: “Luego se inclinaron y se postraron delante del Señor con el rostro
en tierra”. “Los levitas leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e
interpretando el sentido, de manera que se comprendió la lectura”. En efecto, el autor va describiendo el marco en
que se desenvolvía la gran ceremonia. Además de Esdras, de sus acompañantes y
del pueblo presente, habla el texto de la misión de los levitas, que
consistía en aclarar lo que se leía o iba a leerse. Estaban ellos colocados
sobre un lugar alto; “de pie sobre una tarima de madera que
habían hecho para esa ocasión”. ¿Cómo procedían? Podemos imaginar que
Esdras leía un punto, y los levitas, por turno, lo aclaraban con algunas
explicaciones. Puede darse también que el pueblo estuviera dividido en
secciones, de cada una de las cuales cuidaba un levita. El versículo lo da
así a entender y además especifica más la labor de los levitas. “Los
levitas leían el libro de la Ley de Dios, con claridad, e interpretando el
sentido, de manera que se comprendió la lectura”. Esto no deteriora
que Esdras leyera el texto de la Ley, que luego los levitas repetían de
nuevo, o bien a todo el pueblo, o cada levita a los de su sección. Unos
autores le dan el sentido de traducir. Esdras leía en hebreo y los levitas
traducían al arameo; o leían en arameo y los levitas lo traducían al hebreo.
Entonces puede ser que la palabra debe de significar que los levitas exponían
y explicaban en lengua aramaica el texto que Esdras y ellos habían leído en
la lengua santa, que muchos habían olvidado durante los años de la
cautividad. 2.3 “NO
ESTÉN TRISTES, PORQUE LA ALEGRÍA EN EL SEÑOR ES LA FORTALEZA DE USTEDES”.
Ellos invitaron a que estuvieran alegres; “dijeron a todo el pueblo:
“Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni lloren”. ¿Por
qué lloró el pueblo? “Porque todo el pueblo lloraba al oír las
palabras de la Ley”. Porque el pueblo pudo comparar su conducta con
lo que se prescribía en la Ley, esto es,
tuvo conciencia de su pecado y temía el castigo. Bueno era que
reconocieran su pecado, pero mejor todavía que se arrepintieran de sus contaminaciones
e hicieran el propósito de enmendarse. Además, el primer día del mes séptimo
en la fiesta de las trompetas: “Era el primer día del séptimo mes” y debían, regocijarse en este día consagrado
al Señor: “Este es un día consagrado al Señor, su Dios: no estén tristes ni
lloren”. Invita Esdras al pueblo a que coma manjares escogidos y beba
buenas bebidas; “Ya pueden retirarse; coman bien, beban un buen vino”, y además le dice que de esta alegría
debían participar los judío más pobres, por eso añadió; “y manden una porción al que
no tiene nada preparado, porque éste es un día consagrado a nuestro Señor.” Y
finalmente le dan al pueblo la receta de porque deben estar felices: “No
estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes”. 3. SALMO Sal 18, 8-10. 15
El salmo 18 celebra ese don de Dios que es la Ley. La Iglesia retoma
este salmo de un sabio del A.T. para expresar su acción de gracias por
Cristo, la Palabra viva de Dios, que nos deja su mandamiento del amor para
que nuestra alegría sea perfecta. R. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida. La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del
Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R. Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los
mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R. La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios
del Señor son la verdad, enteramente justos. R. Ojalá sean de tu agrado las palabras de mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor! R. 3.1 “LOS PRECEPTOS DEL SEÑOR ALEGRAN EL CORAZÓN”
El
Salmo 18 nos manifiesta un contenido precioso para meditar sobre la lectura
anterior: “Los preceptos del Señor alegran el corazón…La ley del Señor
es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, La
palabra del Señor es pura, permanece para siempre”.... Pero podemos
presumir de ello. Por eso pedimos al Señor que nos resguarde de la arrogancia
y que no nos domine; así quedaremos libres e inocentes del gran pecado. “La ley del Señor es perfecta” La
Ley ha de tomarse aquí en sentido amplio, no sólo en su parte sistemática,
sino aun exhortativa, con sus promesas y amenazas. La felicidad del hombre; “reconforta
el alma” y está en conformarse con la voluntad de Dios y ésta se
manifiesta en las escrituras, que es perfecta; “el testimonio del Señor
es verdadero, da sabiduría al simple”, de forma que el que camine
según sus preceptos no se desvía del camino recto y da satisfacción plena al
hombre: restaura el alma, confortando al hombre y dándole vigor, como el agua
al sediento. Se la llama testimonio del Señor, en cuanto que refleja la
voluntad divina y es fiel, porque nunca deja decepcionado al que se amolda a
ella. Con sus prescripciones hace sabio al simple. Todo hombre puede
dirigirse por el camino de la virtud o del vicio: el que escoge la primera
senda es el sabio, mientras que el que sigue los senderos que se apartan del
Señor es el simple o necio. El principio de la sabiduría está en el temor de
Dios, y éste se refleja en el cumplimiento de la Ley, expresión de la
voluntad divina. “Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos”
La Ley se concreta en los preceptos, y, éstos son rectos, porque se amoldan
al querer divino; con ellos se alegra el corazón, pues se siente la
satisfacción moral de vivir en consonancia con el Dios omnipotente y
dispensador de toda gracia. Esta alegría del corazón se refleja en la
luminosidad radiante del rostro: esclarecen los ojos. “Porque el mandato es una lámpara y la lección una luz”, (Proverbios
6,23), y da luz y vida. Esa luminosidad procede de sus preceptos, los que
son limpios y transparentes, y, como tales, no empañan la tranquilidad de
conciencia. El temor de Dios — reconocimiento de la Ley divina — es puro,
libre de toda contaminación; permanece para siempre, pues responde a las
exigencias del Dios inmutable. Los juicios o decisiones de Yahvé son justos y
verdaderos porque responden a los postulados de justicia que implica la
divinidad, y, como tales, no engañan. La
Ley se concreta en los preceptos, y, éstos son rectos, porque se amoldan al
querer divino; con ellos se alegra el corazón, pues se siente la satisfacción
moral de vivir en consonancia con el Dios omnipotente y dispensador de toda
gracia. Esta alegría del corazón se refleja en la luminosidad radiante del
rostro: esclarecen los ojos. “La Ley es luz”, y da luz y vida. Esa
luminosidad procede de que sus preceptos son limpios; “La palabra del
Señor es pura” y transparentes, y, como tales, no empañan la
tranquilidad de conciencia. El temor de Dios — reconocimiento de la Ley
divina — es puro, libre de toda contaminación; “permanece para siempre”,
pues responde a las exigencias del Dios inmutable. “Los juicios del
Señor son la verdad, enteramente justos” porque responden a los
postulados de justicia que implica la divinidad, y, como tales, no engañan. 4. SEGUNDA LECTURA
San Pablo enseña que la asamblea de los fieles es como el cuerpo de
Cristo con sus diversos miembros unidos por el Espíritu. Cada miembro es
necesario a los demás. Los miembros más débiles están rodeados de especial
cuidado. Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos
de Corinto. I Cor 12, 12-30 Hermanos: Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo,
es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo
cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en
un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo —judíos y griegos, esclavos y
hombres libres— y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. El cuerpo no se
compone de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: “Como no soy
mano, no formo parte del cuerpo”, ¿acaso por eso no seguiría siendo parte de
él? Y si el oído dijera: “Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo”,
¿acaso dejaría de ser parte de él? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde
estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato? Pero Dios ha
dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan establecido.
Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? De hecho,
hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la
mano: “No te necesito”, ni la cabeza, a los pies: “No tengo necesidad de
ustedes”. Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles
también son necesarios, y los que consideramos menos decorosos son los que
tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados
con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera.
Pero Dios dispuso el cuerpo, dando mayor honor a los miembros que más lo
necesitan, a fin de que no haya divisiones en el cuerpo, sino que todos los
miembros sean mutuamente solidarios. ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren
con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría.
Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese
Cuerpo. En la Iglesia, hay algunos que han sido establecidos por Dios, en
primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar, como profetas; en tercer
lugar, como doctores. Después vienen los que han recibido el don de hacer
milagros, el don de sanar, el don de socorrer a los necesitados, el don de
gobernar y el don de lenguas. ¿Acaso
todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros?
¿Todos tienen el don de sanar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de
interpretarlas? Palabra de Dios. 4.1 LOS FUNCION DE LOS CARISMAS DE LA IGLESIA
La imagen del cuerpo humano, que aquí emplea el Apóstol para mejor
declarar la función de los carismas en la Iglesia, era clásica en la
literatura greco-romana y se encuentra con múltiples aplicaciones. Por lo
demás, nada más obvio y natural que comparar a un cuerpo un grupo de hombres
reunidos con un fin determinado. Por lo que respecta a este texto de la Liturgia de este domingo,
podemos distinguir más de una fase o etapas en el desarrollo del pensamiento
del Apóstol Pablo. Primeramente, se expone la comparación y se señala cuál es
el principio de unidad en ese cuerpo, que es la Iglesia; “Así como el cuerpo tiene
muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser
muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque
todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo
—judíos y griegos, esclavos y hombres libres— y todos hemos bebido de un
mismo Espíritu”. (v.12-13). No parece caber duda, conforme ha sido y
sigue siendo opinión común de los intérpretes, que el término “Cristo” que
está en el versículo 12 tiene aquí, no sentido personal, sino colectivo, y
equivale prácticamente al “solo cuerpo”
del versículo 13, es decir, al Cristo místico. El principio de unidad en el
cuerpo de la Iglesia es el Espíritu, que nos incorpora a Cristo ya desde el
bautismo. Es probable que San Pablo, al añadir “y todos hemos bebido de un
mismo Espíritu”” después de haber dicho que “hemos sido bautizados en un
solo Espíritu” esté pensando en algo distinto del bautismo y como su
complemento. San Pablo va describiendo con frases llenas de vida las propiedades
del organismo humano, con gran variedad de miembros, unos más nobles, otros
menos, pero todos necesarios y en mutua concordia en orden al bien del
conjunto: “El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos”. La consecuencia, es transparente: también en el cuerpo de
Cristo, que es la Iglesia, debe haber variedad de miembros y de funciones,
todos en completa armonía, tendiendo al bien del conjunto, sin ensoberbecerse
los que han de desempeñar funciones más excelentes ni sentir envidia los que
deben desempeñarlas más humildes: “Más aún, los miembros del cuerpo que
consideramos más débiles también son necesarios, y los que consideramos menos
decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos
dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser
tratados de esa manera”. Aunque sabemos que esto no siempre es así,
pues como seres humanos no falta el hermano que no logra comprender esto y se
cree más importante que los demás miembros, no obstante, nosotros debemos
seguir la sabiduría de Pablo y comprender que a cada uno, el Señor lo ha
puesto en un sitio significativo. Al enumerar la variedad de funciones, San Pablo vuelve a darnos una lista
de carismas, ahora con nombres no siempre abstractos, como anteriormente
cuando dice que: “A uno le es dada por el Espíritu la
palabra de sabiduría; a otro la palabra de ciencia, según el mismo Espíritu;
a otro fe en el mismo Espíritu; a otro don de curaciones en el mismo
Espíritu; a otro operaciones de milagros; a otro profecía, a otro discreción
de espíritus, a otro géneros de lenguas, a otro interpretación de lenguas”
(versículos 8 al 10), sino a veces concretos y, a lo que
parece, en orden jerárquico descendente: “En la Iglesia, hay algunos que han sido
establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en segundo lugar,
como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen los que han
recibido el don de hacer milagros, el don de sanar, el don de socorrer a los
necesitados, el don de gobernar y el don
de lenguas” (v.28), La
mayoría de ellos son de mismos sentido que el de los versículos 8 al 10. Se
añade únicamente el de “apóstoles,” pues en cuanto a “doctores” parece que
deben identificarse con los favorecidos con el carisma de “ciencia,” y serían
los encargados en cada iglesia de la enseñanza regular ordinaria. El término
“apóstoles” no parece que deba aplicarse aquí solamente a los Doce, sino que
tiene un significado más amplio, designando aquellos predicadores del
Evangelio favorecidos con el carisma de “apostolado,” que, con carácter
itinerante, recorrían diversos países para fundar nuevas comunidades y que
además es una tarea donde muchos podemos ejercer ahora. 5. EVANGELIO
Jesús interviene en la sinagoga de Nazaret. De acuerdo con la
tradición, Jesús solía enseñar en estas asambleas, leyendo y explicando algún
texto bíblico apto para transmitir su Buena Nueva. En esta circunstancia
Jesús lee una profecía que se refería directamente a él. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Lc 1,1-4; 4,
14-21 Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que
se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquéllos
que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.
Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo
también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato
ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has
recibido. Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu y su fama se
extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas de ellos y todos lo
alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de
costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron
el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba
escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la
unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la
liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los
oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el Libro, lo
devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en
El. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la
Escritura que acaban de oír”. Palabra del
Señor 5.1 EL PROLOGO
En esta parte
del relato de hoy, “El Prólogo” de Lucas, él se nos presenta como un
historiador escrupuloso. Sin embargo al decir que muchos intentaron escribir
la vida de Jesús, debiéramos entenderla como algunos, pues no se comprende
fácilmente que un gran número hubiese intentado, ya entonces, escribir la
vida del Señor. Ciertamente luego hay otros escritos apócrifos, pero son muy
posteriores. Si no fuese así, esto estaría contra lo que dice luego: “tal como nos fueron transmitidos por aquéllos que
han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra” Fueron los apóstoles y los primeros discípulos (Hechos 1:21). Como
servidores o ministros de “la palabra”,
término técnico de la Iglesia primitiva para expresar el Evangelio
“(cf: 8:13:15; Hechos 4:4; 6:4; 8:4; 11:19), quienes narraron enseñanzas y
obras de Jesús. Y cuando relata “por aquéllos que
han sido desde el comienzo testigos oculares”, se refiere
manifiestamente a los testigos de la vida pública de Cristo (hechos 1:21-22)
y de los orígenes mismos de la infancia del Señor. Lo que nos ha sido “transmitido” por estos “servidores”, tanto por el contexto
como por la lingüística, se refiere preferentemente a la transmisión oral. 5.2 LOS ACONTECIMIENTOS QUE SE CUMPLIERON ENTRE NOSOTROS
Lucas también
se refiere a lo que ha sucedido “entre
nosotros” conforme a la tradición de esos testigos. Aunque los hechos
sucedieron en el pueblo judío, pero afectan a todos. A leer: “Por eso, después de informarme cuidadosamente de
todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir”, parece que desea acentuar su lealtad de historiador escrupuloso, garantizando la muy cuidadosa
investigación de las fuentes escritas, y de esas otras orales. Y dice además
que relata esto “ordenadamente”.
Es posible que en ese tiempo hubiese narraciones sueltas, sea escrita o en la
predicación, ciertos esquemas muy concretos, como se ve en los Hechos de los
Apóstoles. Lucas quiere poner “ordenadamente”
toda la vida de Jesús. Incluyendo el período de su infancia. Aunque es
historiador, no siempre utiliza el orden cronológico; mezcla el histórico y
el lógico. Pero da una vida de Jesús más o menos “ordenada,” en función de su
intento y conforme el concepto ambiental de la historia. 5.3 YO TAMBIÉN HE DECIDIDO ESCRIBIR PARA TI, EXCELENTÍSIMO TEÓFILO
Lucas dedica el
libro a un tal Teófilo, que debía de ser persona de relieve, dado el título
que le prefija, óptimo, noble, clarísimo, y que es el título que se da a los
procuradores de Judea en los Hechos. Debe de ser una persona histórica. La
razón es que era costumbre dedicar los libros a personas ilustres, buscando
su valimiento. En los libros griegos se destaca mucho estas dedicaciones.
Lucas le escribe a Teófilo: “a fin de que conozcas bien la solidez de las
enseñanzas que has recibido”, quizá busca aquí darle una mayor ilustración de
la verdad cristiana, cuya fe ya posee. En textos de los Padres de la Iglesia
se nombra a un tal Teófilo, como persona noble de Antioquía, patria de Lucas,
que transformó su gran palacio en Iglesia, y luego fue obispo de allí. 5.4 EL ESPÍRITU DEL SEÑOR ESTÁ SOBRE MÍ
Luego la
lectura nos relata que después de ser bautizado, Jesús volvió a Galilea con
el poder del Espíritu, y su fama corrió por toda aquella región, enseñaba en
las sinagogas de los judíos y todos lo alababan y luego regreso a Nazaret,
lugar donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre.
La sinagoga, edificio destinado al culto judío, tenía una persona que
presidía y dirigía el culto, vigilaba el orden y designaba al lector, el
invitó a leer y explicar la lectura de los profetas a Jesús, esta sagradas
escrituras estaban escritas en hebreo, por tanto no eran leídas por la gente
del pueblo que hablaba en arameo, entonces la costumbre era que un traductor
hacia simultáneamente la traducción de lo leído al arameo. Así fue como,
se puso de pie para hacer la lectura y le pasaron el libro del profeta
Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena noticia; para anunciar
la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos; para dar libertad a
los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor” 5.5 DEJAR QUE EL ESPÍRITU SANTO, OBRE, DESCIENDA Y ACTÚE EN NOSOTROS,
Si
reflexionamos sobre este párrafo, vamos a decir que nosotros siempre debemos
hacer las cosas motivados por el Espíritu Santo, y nos dirigimos al Espíritu
con ruegos de un modo que se exprese con claridad. Dicen que Santa
Teresita del Niños Jesús, sobre la acción del Espíritu Santo, expreso en una
ocasión, “¡Que cosa tan maravillosa haría Dios en las almas, si las almas
se dejaran hacer!” Es eso lo que
debemos hacer, dejar que el Espíritu Santo, obre, descienda y actúe en
nosotros, olvidados de nosotros mismos y entregados plenamente al Espíritu del
Señor, porque Dios también nos ungirá para llevar a los pobres la buena
noticia a los hombres de hoy, y a ellos debemos transmitir la liberación de
los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor. No temamos sentirnos
ungido por el Señor, pero obrando en todo tal como somos. 5.6 HOY SE HA CUMPLIDO ANTE USTEDES ESTÁ PROFECÍA
El evangelio de
Lucas continúa diciendo que Jesús después enrolló el libro, lo devolvió al
encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban
fijos en él. Y comenzó a decirles:
“Hoy se ha cumplido ante ustedes está profecía”. Los asistentes
a la sinagoga, escucharon luego el comentario de Jesús sobre el texto leído,
aplicándoselo a sí mismo, escucharon la palabra de Dios, las enseñanzas de
Jesús, y quedaron cautivos y entusiasmados. Todos le daban su aprobación y se
admiraban de las palabras que había pronunciado. Sabemos de la
eficacia de la Palabra de Dios, cuando llega al corazón sencillo y dócil.
Además esa es la condición y la obligación respecto a esa palabra, la oímos y
le abrimos el corazón. No solo la recibimos, luego la meditamos y la
profundizamos. 5.7 LA GENTE SENCILLA, ESTABA LLENA DE ADMIRACIÓN POR LAS PALABRAS DE
GRACIA QUE SALÍAN DE LA BOCA DE JESÚS.
No es de
extrañarse que aquella gente quedara cautivada con las palabras de Jesús,
sobre todo ante un mensaje que hasta ese momento no había sido oído
especialmente por los pobres y los humildes. Así era como predicaba Jesús,
así era como evangelizaba, así es como debemos aprender de Él, con palabras sinceras,
esperanzadora, bondadosas, amables, consideradas, respetuosas, amorosas y
salidas del corazón. El Evangelio es
un mensaje, es la Buena Noticia, pero también es vida, por tanto no solo
prediquémoslo con palabras, también con el testimonio de la propia vida. En
otras palabras, debemos creer con gran convicción lo que anunciemos, vivir
plenamente lo que creemos y vivir lo que predicamos, porque no es menos
cierto, que se escucha más a gusto a los que dan testimonio. Jesús,
resucitado, continúa hoy caminando en medio de la humanidad, especialmente
entre los pobres con la buena noticia, anunciando la liberación a los
cautivos y en la curación de los ciegos, como luz del mundo, dando libertad a
los oprimidos y a proclamando el año de gracia del Señor El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant III DOMINGO CICLO
C Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar
Colunga y Biblia de Jerusalén Algunos conceptos están tomados de los
comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P. Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica:
Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol. Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd. |
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