Reflexión desde las Lecturas del 5°
Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. “TODOS TE ANDAN BUSCANDO” “Todos te andan buscando”. Estas palabras
de los discípulos centran la atención en la persona de Jesús. “¿Quién es
éste?” (Mc 4,41). Jesús es la “luz que ilumina a todo hombre que viene a este
mundo” (Jn 1,9). “En Él quiso Dios que residiera toda la plenitud” (Col
1,19). Todo hombre ha sido creado para Cristo y todo hombre –aun sin saberlo–
busca a Cristo; incluso el que le rechaza, en el fondo necesita a Cristo. Su
búsqueda de alegría, de bien, de justicia, es búsqueda de Cristo, el único
que puede colmar todos los anhelos del corazón humano. Y el cristiano debe
estar cierto de ello para presentar sin temor Cristo a los hombres con obras
y palabras. Es enormemente bello en los evangelios el
misterio de la oración de Jesús. El Hijo de Dios hecho hombre vive una
continua y profunda intimidad con el Padre. A través de su conciencia humana
Jesús se sabe intensamente amado por el Padre. Y su oración es una de las
expresiones más hermosas de su conciencia filial. Se sabe recibiéndolo todo
del Padre y a Él lo devuelve todo en una entrega perfecta de amor agradecido. San Marcos nos presenta a Jesús realizando
curaciones. De esta manera se expresa mejor que con palabras su poder de
salvar del pecado (Mc 2,9-11). Con este evangelio la Iglesia quiere afianzar
nuestra fe en este Jesús que es capaz de sanar a un mundo – el nuestro – y a
unos hombres – nuestros hermanos y nosotros mismos – profundamente enfermos.
Cristo puede hacerlo; la única condición para hacer el milagro es nuestra fe:
“¿Crees que puedo hacerlo?” (Mt 9,28) 2. PRIMERA
LECTURA Jb 7, 1-4. 6-7 Con términos angustiados, Job describe la
condición sufriente del hombre. A través de este monólogo que realiza Job, el
sabio no ve más que la sombra de la condición humana universal. Tomar
conciencia de la propia condición es saludable punto de partida. La vida es
corta y frágil, larga noche sin verdadero amanecer. El realismo es aquí
total: el sufrimiento recuerda al hombre que él ha sido hecho para la muerte,
que todos los horizontes están cerrados, que todo es decepción, desesperanza,
sin sentido. Pero, frente a este absurdo, la reacción de Job, manifiesta su
dignidad de hombre: él se rebela y no acepta. Y la grandeza de Dios está en
alcanzar al hombre en esta rebeldía. Lectura del libro de Job. Job habló diciendo: ¿No es una servidumbre
la vida del hombre sobre la tierra? ¿No son sus jornadas las de un asalariado?
Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su
jornal, así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas
noches de dolor. Al acostarme, pienso: « ¿Cuándo me levantaré?». Pero la
noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora. Mis días
corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su
fin. Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la
felicidad. Palabra de Dios. 2.1 LA VIDA ESTÁ COMBINADA CON DOLORES Y FATIGAS La vida está combinada con dolores y fatigas, como la del que esta enrolado
en la milicia. A eso se refiere Job lo que aquí está traducido como
servidumbre. “¿No es una servidumbre la vida del hombre sobre la
tierra?”
Por eso, la
existencia del hombre se parece a la del soldado, que está sujeto a una
terrible y despiadada disciplina y no tiene reposo. El hombre se halla
sometido como a un régimen de trabajos forzados, y sus días son duros como
los de un jornalero: “¿No son sus jornadas las de un asalariado?”. El soldado aguanta, lo mismo que el jornalero, esperando una
retribución, y por ello sus ilusiones están siempre puestas en el día en que
se le paga el salario. Job se siente también esperanzado y ansioso de que todo termine, como
el siervo, que, expuesto a los crueles rayos del sol, ansia ponerse a la
sombra, o como el jornalero, que espera su salario: “Como un esclavo
que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su jornal”. Durante meses ha sido preso de la
decepción y del desencanto, pues los encuentra vacíos y sin sentido para su
vida; ha esperado mucho tiempo que su condición mejorara, pero en vano; y
esto llena de amargura su alma. Particularmente en las noches largas de
insomnio y meditación se ha visto preso del dolor y de la melancolía. El
Eclesiastés dirá: “Pues todos sus días son dolor, y su oficio, penar; y ni
aun de noche su corazón descansa.
(Eclesiastés 2:23) 2.2 MI VIDA ES UN SOPLO Y QUE MIS OJOS NO VERÁN MÁS LA FELICIDAD Como enfermo, inaguantable a sí mismo, ansia que la noche pase pronto
para levantarse, y, una vez que viene la aurora, se le hace interminable el
día: Al acostarme, pienso: “¿Cuándo me levantaré?”. “Pero la noche se hace muy larga y soy presa de la
inquietud hasta la aurora.”. Mientras tanto, su espíritu se agita y
divaga “hasta la aurora”. Las pinceladas descriptivas son maestras y reflejan bien la
psicología del que sufre sin esperanza de sanar. A estas inquietudes de índole psíquica se unen sus terribles dolores
físicos: una enfermedad ulcerosa consume su cuerpo, siendo pasto de los
gusanos. La vida del hombre es como el tejido que se va formando en manos de
la tejedora, pero sus días corren más aprisa que la misma lanzadera (v.6).
Ezequías, en su lecho de muerte, declara gimiendo: “Mi morada es arrancada,
se me arrebata como tienda de pastor. Enrollo como tejedor mi vida, del hilo
del tejido me cortaste. De la noche a la mañana acabas conmigo; (Isaías 38:12). El pensamiento de Job parece ser que los días del hombre, que
constituyen el hilo del futuro tejido; “Mis días corrieron más veloces que una
lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin”, van más aprisa que la
lanzadera, y así, los días no llegan a tiempo para hacer el tejido normal. Su
vida, pues, ha quedado tronchada y sin rematar. Después el paciente se dirige
a Dios, recordándole que la vida depende de un soplo, y, por tanto, su felicidad
es totalmente pasajera: “Recuerda que mi vida es un soplo y que mis
ojos no verán más la felicidad.” Job piensa
que la felicidad no volverá a presentarse a sus ojos, ya que la vida en
ultratumba no merece el nombre de verdadera vida, pues no hay retribución ni
satisfacciones dignas del hombre. En el libro de Job no encontramos todavía
la esperanza de una vida dichosa en el más allá, como la hallamos en el libro
de la Sabiduría. En su perspectiva, Job piensa sólo en la felicidad relativa
que se puede conseguir en esta vida, y para él todo ha terminado. Esto es, la
muerte es el fin de su existencia: nadie volverá a verle. La vida del hombre
es pasajera como una nube que se va para no volver. Hasta aquí, Job piensa
que al marcharse el hombre de esta vida, su recuerdo en su propia casa se
desvanece, de forma que ni el mismo lugar en que se desarrolló su existencia
le reconocerá. 3. SALMO
Sal 146, 1-6 Frente a esta realidad el salmo canta
alabanzas a Dios que venda nuestras heridas. Participamos de esta oración,
aclamando: R: Alaben al Señor, que sana a los afligidos. ¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué
agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y
congrega a los dispersos de Israel. R. Sana a los que están afligidos y les venda
las heridas. Él cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su
nombre. R. Nuestro Señor es grande y poderoso, su
inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los
malvados hasta el polvo. R. 3.1 NUESTRO SEÑOR ES GRANDE Y PODEROSO La bondad de Dios se ha manifestado en primer lugar en la restauración
de las murallas de la ciudad santa y en la repatriación de sus habitantes: “El Señor
reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel.” Con ello se ha mostrado como solícito médico, curando las heridas de
su pueblo, castigado duramente en el exilio: “Sana a los que
están afligidos y les venda las heridas.” Pero este Dios de Israel es también el Soberano del universo, que,
como tal, tiene contadas las estrellas, que para el ser humano resultan
innumerables: “Él cuenta el número de las estrellas y llama a cada
una por su nombre.”
Con ello muestra su omnipotencia y
omnisciencia, pues las conoce por separado, poniéndoles su propio nombre,
para organizarías en compacto ejército, según expresión del profeta: “Alzad a
lo alto los ojos y ved: ¿quién ha hecho esto? El que hace salir por orden al
ejército celeste, y a cada estrella por su nombre llama.” (Isaías 40:26) En ello muestra su grandeza
y sabiduría soberana. Pero, a pesar de su grandeza, vela solícito sobre los
afligidos, confundiendo a los soberbios y protervos impíos. “Nuestro Señor es
grande y poderoso, su inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los
oprimidos y humilla a los malvados hasta el polvo.” 4. SEGUNDA
LECTURA 1Cor 9, 16-19. 22-23 San Pablo experimenta como una urgente necesidad
la misión de predicar, tarea que ejerce como un servicio a los demás. Lectura de la primera carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto. Hermanos: Si anuncio el Evangelio, no lo
hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de
mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa
propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere
decir que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es, entonces, mi recompensa?
Predicar gratuitamente el Evangelio, renunciando al derecho que esa Buena
Noticia me confiere. En efecto, siendo libre, me hice esclavo
de todos, para ganar al mayor número posible. Y me hice débil con los
débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo
menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena
Noticia, a fin de poder participar de sus bienes. Palabra de Dios. 4.1 “¡AY DE MÍ SI NO PREDICARA EL EVANGELIO!”. Para Pablo, el anuncio del evangelio no
puede ser nunca profesión
retribuida: “Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia,
merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que
se me ha confiado una misión”, sino una aventura que se asume
a consecuencia de la irrupción de Dios en la conciencia del evangelizador. A
los problemas suscitados por los corintios responde de modo flexible y matizado,
mostrándose favorable a los unos y a los otros. Pablo ha recibido la urgente
misión de anunciar el Evangelio. Y en nombre de este apremio se ha hecho
servidor de todos: de los débiles como de los fuertes, de los paganos como de
los judíos. No se trata de la bondad fácil ni de una sutil diplomacia para
congraciarse con todos o atraer los votos de todo el mundo. Pablo tiene la
honda convicción de que el evangelio no absolutiza ninguna cultura, filosofía
o ética, sino que valoriza el empeño libre de cada uno en servicio del amor. Sabemos que san Pablo se ganaba el sustento con el trabajo de sus
manos y que sólo en muy raras ocasiones aceptó la ayuda material de sus
fieles. El Apóstol, prefiere morir antes que nadie le prive de esta gloria de
predicar gratuitamente, sin hacer valer sus derechos por la evangelización: “Si anuncio el
Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad
imperiosa.” Son admirables, por su energía y sentido
de entrega al Señor, las frases con que se expresa San Pablo. Su gloria personal
no la pone en el hecho de predicar, pues dice que con ello no hace sino
cumplir un deber, sino en renunciar a algo a lo que podría no renunciar,
desempeñando con absoluto desinterés su oficio de predicador del Evangelio; “¡Ay de mí si no
predicara el Evangelio!”. En la lista de renuncias, ampliando más
el campo, enumera la de hacerse siervo de todos, adaptándose a todos, a fin
de allanar el camino al Evangelio y conseguir el mayor número posible de
adeptos: “En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos,
para ganar al mayor número posible. Y me hice débil con los débiles, para
ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a
algunos, a cualquier precio.” Es así como
espera también él, juntamente con aquellos por quienes trabaja, participar de
los bienes futuros prometidos en el Evangelio: Y todo esto, por amor a la Buena Noticia,
a fin de poder participar de sus bienes. 5. EVANGELIO
Jesús cura enfermos y endemoniados
anunciando la salvación y la llegada del Reino. En Cafarnaúm, donde el
Maestro acaba de iniciar su ministerio, el éxito parece conquistado, pero él
no es ingenuo: su mismo éxito puede esconder numerosas ambigüedades. Y así lo
vemos en la oración, tomar la decisión de abandonar la ciudad para ir a
recorrer los pueblos vecinos. El joven maestro no esperará a que los hombres
vengan a él; él mismo irá a su encuentro, asociando a los discípulos a su
iniciativa. Por eso, el verdadero milagro que acontece
en la asamblea eucarística es la liberación del mal y del pecado. La fe y la
confianza en el Señor es lo que salva. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos. Mc 1, 29-39 Jesús fue con Santiago y Juan a casa de
Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron
de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces
ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de
ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad
entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que
sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a éstos no los
dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que
amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo
orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron,
le dijeron: --Todos te andan buscando--. Él les respondió: --Vayamos a otra
parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he
salido --. Y fue por toda la Galilea, predicando en las sinagogas de ellos y
expulsando demonios. Palabra del Señor. 5.1 ÉL
SE ACERCÓ, LA TOMÓ DE LA MANO Y LA HIZO LEVANTAR El
evangelio de San Marcos, nos muestra la misión de Jesús en Galilea, los que
están encuadrados en tres escenarios opuestos: primero de esta en la
sinagoga, (Mc 21), luego está el interior de una casa, el hogar de la suegra
de Pedro y finalmente está el desierto, el lugar de la soledad, de la
ausencia, pero de diálogo con el Padre. En la
primera parte de este fragmento, se tiene un breve relato en la casa de
Pedro, allí encontró que la suegra de este tenía mucha fiebre, entonces le
pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a
la fiebre y ésta desapareció, ella en seguida, se levantó y se puso a
servirlos. Un aspecto sobresaliente en el relato de la curación de la suegra
de Pedro, es esta frase: “Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo
levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos”. La
suegra de Pedro nos hace una bella enseñanza, que es la actitud de los
seguidores de Cristo, al ponerse inmediatamente al servicio del Señor
Jesús. Para
Marcos, la enfermedad y la muerte manifiestan el imperio del demonio, y toda
curación es una victoria mesiánica contra las fuerzas del mal, un anticipo de
la fuerza de la resurrección, “la hizo levantar”. Por último,
el evangelista muestra a la mujer, que, liberada de la fiebre, se levanta
para servir a Jesús y a los discípulos. El mensaje que de ahí resulta es
claro: si Jesús libera, cura, resucita, es para hacer al hombre capaz de
servir, y de hacerlo de una manera duradera. 5.2 “LE
LLEVARON A TODOS LOS ENFERMOS Y ENDEMONIADOS” Luego,
llegado el atardecer, “puesto ya el sol”, en la puerta de la
casa de Pedro, llegaron muchos enfermos y endemoniados. Como esta
actividad se realiza en sábado, se enfatiza que fue al atardecer y puesto ya
el sol, para indicar que el reposo sabático había concluido, por tanto era
lícito trasladar los enfermos. La
grandeza de Jesús es hermosísima, impactante, la ciudad entera se reunió
delante de la puerta. La multitud reunida, esta conmovida. Los
enfermos son traídos en dos grupos: “le llevaron a todos los enfermos y
endemoniados” Y la curación se da destacando específicamente que
fueron “muchos” de estos dos grupos La insistencia, especialmente destacada,
sobre los “endemoniados,” a los “que (demonios) no les permitía
hablar, porque le conocían” como Mesías, queriendo hacernos ver el poder de
Cristo sobre los “espíritus impuros,” como prueba de su poder y
realidad mesiánica y evitar conmociones improcedentes en el
pueblo. La
obligación de guardar silencio; “pero a éstos no los dejaba hablar”,
tiene un doble motivo: evitar los fáciles entusiasmos y los malentendidos que
se originan cuando los testigos no están guiados por una fe verdadera, y
ayudar a comprender que el misterio del poder del Hijo de Dios se esconde en
la debilidad de la cruz, máximo secreto mesiánico, pero también cima de la
revelación. 5.3 “JESÚS
SANÓ A MUCHOS ENFERMOS, QUE SUFRÍAN DE DIVERSOS MALES, Y EXPULSÓ A MUCHOS
DEMONIOS” Jesús
se ha dedicado a curar a los enfermos y a las personas que están dominadas
por un espíritu maligno, y lo hace en forma individual, es así, como al
atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se
los llevaron, y Él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
El no hacer curaciones masivas, sino que personalmente, es una actitud de
mucho respeto hacia la personalidad de cada enfermo. Y los que estaban
dominados por un espíritu maligno, poseídos por los demonios, también
quedaban curados. Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos
sabían que era el Mesías y Jesús no quiere que a Él se le dé un carácter distinto
al que vino, porque Él ha venido para servir y no para dominar; por eso quien
se encuentra con él, como la suegra de Simón, se libera para el
servicio. Es
así, como por muchos relatos evangélicos, sabemos que las gentes
ansiaban estar con Jesús, buscaban su ayuda, y grandes multitudes de le
acercaban, le llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos, y otros muchos enfermos,
y los ponían a los pies de Jesús y El los sanaba y curaba. De modo que la
gente estaba asombrada viendo a los mudos hablar, a los mancos hechos
completos, los cojos andar, y a los ciegos ver. Y reconocieron y adoraban y
glorificaban y dieron gracias al Dios de Israel. (Mt 15:30-31) Porque
Jesús es el refugio de todas las necesidades y de las enfermedades su
medicina, Jesús es la calma para los angustiados, los que lo siguen, saben
que en El encontraran alivio, no solo a las cosas de salud, además a las del
alma, por eso cuando gozamos de buena salud, también acudimos a Él, y para
cualquier caso, acudamos a Él, como lo hacían los enfermos que rodeaban a
Jesús, con sencillez y con gran confianza. Nos enseña también este
relato, que Jesús ha venido a salvar a todos los hombres, así cura a los
enfermos de todas las dolencias, sin exceptuar a los mismos poseídos por el
demonio. Qué bueno es saber, que para cualquier dolencia que nos
aqueje, para las angustias que nos oprimen, o para los males del espíritu,
tenemos a quien acudir, “Vengan a mí todos los que están afligidos y
agobiados y yo los aliviaré” (Mt 11,28). 5.4 FUE A ORAR A UN LUGAR DESIERTO CERCANO A CAFARNAÚM A la
mañana siguiente al sábado, fue a orar a un lugar desierto cercano a
Cafarnaúm. No sabemos los contenidos de esta oración. En todo caso, está
claro que la oración es un punto muy importante para Jesús, él lo hacía con
frecuencia, a veces pasaba noches enteras en la oración. Los discípulos,
viéndole una vez orando, calmado y feliz, tranquilo y manso, sintieron el
impulso de orar. Pero se preguntaron ¿cómo hacerlo?, entonces se acercaron a
él y le rogaron: "Maestro, enséñanos a orar". Los
discípulos es ese instante lo hacen por un extraordinario deseo y las ansias
más profundas del corazón. No
hay nada mejor y nada más importante que poder mantener a través de la
oración un diálogo con Dios, nuestro Creador, nuestro Padre. Y lo más
relevante, es que podemos hablar con Dios y tenemos derecho de hablar con
Dios. Pero además, tenemos necesidad. En efecto somos necesitados,
indigentes, pobres criaturas, sujetas grandes penurias y carencias, y
sometidas a todas las pasiones humanas, y víctimas de tantas calamidades,
enfermedades, pobrezas y muerte. Somos además criaturas atadas con Dios como
por el cordón umbilical, que no podemos, aunque queramos, cortar. Precisamente
gracias a la oración, Jesús consigue adherirse a la difícil voluntad de Dios,
liberándose de la tentación por la búsqueda entusiasta de las muchedumbres y
de los propios discípulos. Por eso puede responder Jesús a Simón: “Vayamos a
otra parte”. 5.5 “VAYAMOS
A OTRA PARTE, A PREDICAR Jesús
les dijo a sus apóstoles; “Vayamos a otra parte, a predicar también en
las poblaciones vecinas, porque para eso he salido” Nos
muestra Jesús, que él no usa el modelo rabínico, que quería que el maestro
estuviera ligado a una sede fija como la sinagoga para convertirse en un
predicador, Jesús sale y va a hacia donde esta le gente, parecido al modelo
de los antiguos profetas. Ante
tanto trabajo de Evangelización, ¿Cuántos hay dispuesto a asumir de alguna
forma esta tarea? El Señor nos dice: “La mies es mucha, pero los obreros
pocos” (Lc 10). Al igual que a un campo donde hay mucho que cosechar, así
está el mundo, pero los obreros no son tantos como los que se necesitan,
entonces hay que organizar el trabajo apostólico del modo más eficaz y hay
que rezar para que haya muchos trabajadores, porque es cierto que la tarea
excede a la capacidad de los que dedican a esto, como así mismo no todos los
que se dedican tienen el mismo talento para el trabajo que se requiere, pero
debemos estar dispuesto a llevarlo a cabo con la fuerza que Dios nos da con
su Gracia. Nuestro Padre Dios oye a los que oran y da ayuda a sus hijos que,
que con sencillez y confiados, le suplican. Pero
para llevar adelante esta tarea, y para que no quepa la más mínima duda de
que necesitamos la fuerza que Dios nos da, insiste Jesucristo en su
advertencia, haciéndonos ver que no lo tendremos fácil. La imagen es muy
gráfica: ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. (Lc 10). Esta
es una experiencia, no ausente de sacrificios y muy necesitada de la oración. 5.6 TODOS
TE ANDAN BUSCANDO Las
curaciones del día anterior hacen que los apóstoles y toda la gente le
buscaban. Cuando lo encontraron, los apóstoles le dijeron a Jesús, “todos
te andan buscando”, querían retenerlo para que no se alejara de
ellos. El
que los apóstoles le digan a Jesús, “Todos te andan buscando”,
nos expresa la necesidad de Jesús que tenían las gentes, y es la misma que
tenemos hoy de nuestro Señor, necesidad de su mirada, su cercanía y su
Palabra, y especialmente en este tiempo de oír su Voz. La mirada de Jesús nos
conmueve, nos convierte, nos cambia, no hace arrepentirnos, su suave susurro
que nos llega al ponernos en su presencia, nos encanta y nos da paz.
¿Entonces como no buscarlo? Busquemos también a Jesús, en cada instante
de nuestra vida, para servirlo y conocerlo más, al encontrarlo, tendremos
paz, alegría en el corazón y su gracia por siempre. El
Señor nos
Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant V Domingo del Tiempo
Ordinario Ciclo B Publicado en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y
Biblia de Jerusalén Algunos conceptos están tomados de los comentarios
a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P. Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr.
Carlos Etchevarne, Bach. Teol. |
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