Reflexión desde las Lecturas del 6°
Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. JESÚS,
COMPASIVO, RECUPERA A LOS MARGINADOS Es hermoso que estemos reunidos aquí, como
una gran familia donde nos sentimos todos iguales ante Dios. Pero no hay duda
que en la sociedad —y nuestro propio corazón- hay gente marginada, segregada,
excluida. Quien más, quien menos, todos rechazamos a alguien, por algún
motivo. En este 6° domingo Durante el Año, Jesús rompe el tabú que segregaba
a los leprosos y nos enseña a practicar la compasión. Es así como este domingo nos encara con
otro acto sumamente revelador de Jesús. Al leproso, que estaba totalmente
marginado de la sociedad humana y de la comunidad religiosa (1ª lectura: Lev
13,1-2.44-46). Entonces, Jesús no sólo no le rechaza, sino que se acerca a él
y le toca: de ese modo el que era impuro queda purificado, sanado y
reintegrado a la normalidad al ser tocado por el Santo de Dios. Aunque Jesús
le impone silencio, el gozo de la salvación es demasiado grande como para
seguir callado. Con este generoso gesto, con el que toca y
cura al enfermo, Jesús nos quiere enseñar asimismo que el leproso no es un
maldito o alguien castigado por Dios, sino una criatura amada por su Señor. Y
es que la verdadera lepra o impureza no es la física, sino la del corazón.
Jesús no hace acepción de personas. Llama a todos indistintamente a su amor
misericordioso, porque todos los hombres son hijos de Dios y dignos de salvación
y de amor. 2. PRIMERA
LECTURA La sociedad hebrea tenía terribles
disposiciones para los enfermos de lepra. Elaboradas después del exilio, las
leyes de “pureza” echaban de la comunidad a los leprosos. De esta manera, la
ley sacerdotal, defiende a la comunidad contra la lepra y similares
enfermedades contagiosas. Las considera “impureza” ritual. Por eso es el
sacerdote quien dictamina sobre expulsión o verificación de sanación respecto
a la enfermedad. El segregado es invitado a hacerse notar para que nadie se
contagie. Se comprende mejor en qué contexto, Jesús realizó ciertas
curaciones y qué liberación representaban frente a estas leyes amenazantes. Lectura del libro del Levítico. Lev 13,
1-2. 45-46 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: Cuando
aparezca en la piel de una persona una hinchazón, una erupción o una mancha
lustrosa, que hacen previsible un caso de lepra, la persona será llevada al
sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. La persona afectada de
lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos sueltos; se cubrirá hasta la
boca e irá gritando: --¡Impuro, impuro!--. Será impuro mientras dure su
afección. Por ser impuro, vivirá apartado y su morada estará fuera del
campamento. Palabra de Dios. 2.1
CASTIGADO POR DIOS EN VIRTUD DE PECADOS OCULTOS La lepra es una enfermedad temible y
contagiosa, que parece tuvo su origen en Egipto, de donde pasó a Palestina y
Siria, y que luego los soldados de Pompeyo, primero, y más tarde los judíos
dispersos por Vespasiano después de la guerra del 70 d. C., la difundieron
por Europa. Se la tenía por incurable. Como el diagnóstico de las
enfermedades era para los antiguos muy difícil, con frecuencia confundían con
la lepra otras enfermedades de la piel, como la sarna, la tina. La medicina
distingue dos clases de lepra: la tuberculosa, que ataca la piel y el sistema
muscular, y la anestésica, que hiere el sistema nervioso. Siendo una y otra
contagiosa, el leproso era secuestrado de la familia y de la sociedad como un
peligro común. Pero no solamente esto, pues para dar más eficacia a esta
disposición, el leproso era considerado como una persona religiosamente impura.
De nuevo nos encontramos con ideas populares de los antiguos en las que se
mezcla lo religioso y lo natural. El leproso se consideraba como un castigado
por Dios en virtud de pecados ocultos. De ahí que es el sacerdote el que
tiene que diagnosticar sobre cada caso para declararlo legalmente impuro y
separarlo de la sociedad. Por eso, en los Evangelios, a las curaciones
milagrosas de Cristo se las denomina purificaciones. El capítulo 13 del
Levítico es una lección de patología según los conocimientos de la época. Y
en este sentido tienen gran valor histórico en la historia de la medicina. El
legislador aquí se preocupa sobre todo de describir los primeros síntomas de
la lepra, para tomar las medidas de discriminación necesarias para evitar el
contagio y la supuesta impureza legal. “Cuando aparezca en la piel de una
persona una hinchazón, una erupción o una mancha lustrosa, que hacen
previsible un caso de lepra, la persona será llevada al sacerdote Aarón o a
uno de sus hijos, los sacerdotes”. Por eso no habla de otros síntomas
de la lepra que se dan cuando la enfermedad está ya avanzada, como la
insensibilidad y la descomposición de las extremidades. 2.2
“¡IMPURO, IMPURO!” El leproso debe ser considerado como
desechado de la sociedad, lamentándose sobre sí mismo como por un difunto,
con las vestiduras rasgadas, la cabeza desnuda y la barba cubierta con su
manto, gritando a los transeúntes para que no se acerquen: “¡Impuro,
impuro!” La segregación se debía a razones higiénicas, para evitar el
contagio, y a razones religiosas, pues se consideraba como un castigado de
Dios. No podía participar en actos de culto2. En la época posterior se les
permitía entrar en las sinagogas a condición de que entraran antes que la
gente y se sentaran aparte. Debían vivir fuera de los lugares comúnmente
habitados, viviendo de la caridad pública. 3. SALMO
Sal
31, 1-2. 5. 11 Haciéndose eco de la dramática relación
lepra-pecado, el salmo canta la dicha de quien ha sido liberado de la culpa.
Participamos de esta oración, aclamando: Me alegras con tu salvación, Señor.’ R. ¡Me alegras con tu salvación, Señor! ¡Feliz el que ha sido absuelto de su
pecado y liberado de su falta! ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le tiene
en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez! R. Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí
mi culpa, pensando: «Confesaré mis faltas al Señor». ¡Y Tú perdonaste mi
culpa y mi pecado! R ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los
justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón! R. 3.1
LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS. Este salmo, se refiere a la felicidad del
pecador que ha conseguido la amistad con Dios por la confesión y
reconocimiento de sus pecados. El salmista se había sentido castigado por
Dios como consecuencia de una falta grave, entonces el declara que, al
decidirse a confesar a Dios todas sus faltas, logró sentirse liberado bajo la
protección de su Dios. Ciertamente es así, el pecado nos esclaviza, la
confesión, nos libera. Nos recuerda este poema que se hace
oración, que no debemos dejarnos llevar de la insensatez y bobería en el
camino de nuestra vida, porque de lo contrario siempre estaremos expuestos a
sentir que la justicia divina viene a castigarnos inapelablemente como
pecadores. Al contrario, la misericordia de Dios, será la corona del que se
dirige por sus caminos de sabiduría. Es así también, como el salmo, pues, es
además de una acción de gracias por el perdón otorgado, es toda una lección
de sabiduría. 3.2
DICHOSO AL PECADOR QUE HA CONSEGUIDO RECUPERAR LA AMISTAD DE DIOS ¡Feliz el que ha sido absuelto de su
pecado y liberado de su falta! El Salterio se abre deseando satisfacción
al hombre recto que camina por el camino del Señor, sin tomar parte en las
asambleas de los pecadores; ¡Dichoso el
hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores
se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, más se complace en la
ley del Señor, su ley susurra día y noche! (Salmos (SBJ) 1,1); Y este salmo llama
dichoso al pecador que ha conseguido recuperar la amistad divina por el
perdón de sus pecados. Puesto que “no hay
hombre que no peque” (1 Reyes (SBJ) 8,46), este segundo movimiento de
penitencia en el corazón humano es totalmente necesario para rehabilitarse en
los senderos de la vida. El salmista llama dichosos a los que han
logrado que sus pecados fueran borrados por Dios. El Pecado, es
incumplimiento a lo que Dios nos ha mandado, por lo que cometer falta es
rebelarse y enemistarse con Dios; el pecado significa extravío, iniquidad, y
es lo que lleva a los hombres a una depravación moral. La absolución de las faltas
está expresada también con términos que hablan de la alegría de ser perdonado
de las faltas cometidas; ¡Feliz el hombre a quien el Señor no le
tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay doblez! San Pablo citará estos versos para
probar que la remisión de los pecados, la justificación, es un don gratuito
de Dios, fruto de su misericordia y no de la Ley mosaica; “Bienaventurados aquellos cuyas maldades
fueron perdonadas, y cubiertos sus pecados. Dichoso el hombre a quien el
Señor no imputa culpa alguna. (Romanos (SBJ) 4, 7-8). 3.3
CONFESIÓN Y PERDÓN. El sufrimiento y la enfermedad han servido
para abrir los ojos al salmista y concentrarse, reconociendo así sus
debilidades y pecados. Según la mentalidad del A.T., las enfermedades eran
consecuencia de pecados perpetrados más o menos conscientemente. Tocado por
la mano del Señor, que pesaba sobre él, la creencia era que Dios le enviaba
una grave enfermedad, acarreado muchas desventuras, como es el caso de Job,
(Job 33, 16 ss). Así también lo expresa este salmo en el verso 3; “Mientras
callé, consumíanse mis huesos, gimiendo durante todo el día”, donde
el salmista al principio se sentía reacio a reconocer sus faltas pasadas, y
así, mientras callaba, la enfermedad seguía avanzando, y sus huesos se
consumían mientras él gemía día y noche; pero, al no sentir arrepentimiento
por sus pecados, estos gemidos no le servían de nada. Entonces el salmista
piensa profundamente sobre su situación, y decide confesar y reconocer sus
pecados, que pudieran ser causa de su enfermedad. “Pero yo reconocí mi pecado, no
te escondí mi culpa, pensando: «Confesaré mis faltas al Señor”. Reconocido
y confesado su pecado con sinceridad, al punto siente que se le ha perdonado,
¡Y
Tú perdonaste mi culpa y mi pecado!, lo que representa el principio
de su rehabilitación física y espiritual. Dios acoge siempre al corazón
contrito y arrepentido. 3,4
EL SEÑOR ES REFUGIO DEL JUSTO ANGUSTIADO. La lección del salmista tendrá repercusión
en los piadosos, pues de él aprenderán a confesar a tiempo sus pecados,
reconociendo sus infidelidades y culpabilidad; de este modo se verán libres y
no se sentirán angustiados. El salmo se cierra con una invitación para que
todos los rectos de corazón se alegren con la liberación del justo de su
situación angustiada. Este verso final, tiene un aire de interpelación
litúrgica en la asamblea de los fieles en el templo, para que éstos se
percaten de los caminos secretos de la Providencia, que por la confesión de
los pecados otorga el perdón y devuelve a los pecadores la amistad divina. ¡Alégrense
en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los rectos de corazón!
4. SEGUNDA
LECTURA San Pablo nos invita a orientar todas
nuestras acciones, aún las más comunes, a la gloria de Dios. Lectura de la primera carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto. 1Cor 10, 31—11, 1 Hermanos: Sea que ustedes coman, sea que
beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios. No
sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni tampoco
para la Iglesia de Dios. Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos
en todas las cosas, no buscando mi interés personal, sino el del mayor
número, para que puedan salvarse. Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el
ejemplo de Cristo. Palabra de Dios. 4.1
QUE SE MANTENGAN ALEJADOS DE TODO CUANTO HUELA A IDOLATRÍA, Pablo concluye el pasaje dedicado al
problema de si el cristiano puede comer o no, las carnes inmoladas a los
ídolos. Se inicia con un principio general que recuerda la libertad
fundamental del cristiano (v. 31). Luego se invita a no ser para nadie una
piedra de escándalo y procurar buscar el bien de la mayoría (vv. 32-33),
siguiendo tanto el ejemplo de Pablo, como el de Cristo (11,1). En síntesis:
la unión de cada uno con Cristo llama a la comunión de los unos para con los
otros, cualquiera que sea su diversidad cultural. Es así como San Pablo vuelve al tema
directo de los idolotitos, (comer o no, las carnes inmoladas a los ídolos)
una vez terminada esa especie de digresión en que ha propuesto a los
corintios que imiten su ejemplo (1 Cor 9:1-27) y que no olviden la lección de
lo sucedido a los israelitas (10:1-13). Es ahora cuando desciende a la
solución práctica, distinguiendo claramente dos casos: participación en
banquetes sagrados 1 Cor 14-22) y uso profano de esos idolotitos fuera de los
banquetes sagrados (1 Cor 23-33). Se entiende mejor esta lectura si se hace
desde el versículo 14, donde comienza con un aviso de carácter general,
rogando a los corintios que se mantengan alejados de todo cuanto huela a
idolatría, aviso que es consecuencia inmediata de lo que acaba de decirles
sobre lo sucedido a los israelitas. Luego, con exquisita delicadeza, les pide
que ellos mismos sean jueces de lo que les va a decir (versículo 15).
Preparado así el terreno, propone ya el primer razonamiento, que es el
siguiente: los fieles que participan de la eucaristía entran en comunión con
el cuerpo y la sangre de Cristo, y los que participan de los idolotitos en
los banquetes sacrificiales entran en comunión con los demonios. Lo uno
excluye lo otro; de ahí que el que quiera estar unido a Cristo debe
abstenerse de los banquetes sacrificiales; de lo contrario, provocaremos la
ira del Señor, mucho más fuerte que nosotros, de la que no podremos escapar (versículos
16-22). 4.2 HÁGANLO TODO PARA LA GLORIA DE DIOS. Pablo presentaría quejándose de esa
limitación de su libertad de conciencia, que consideran injusta, pues si la
cosa es en sí lícita y ellos la realizan con la acostumbrada acción de
gracias a Dios al comer, no puede hacerse mala, porque así la juzguen
falsamente otros. A esto respondería el Apóstol diciendo: “háganlo
todo para la gloria de Dios”, procurando evitar el escándalo y buscando
siempre la utilidad de los demás. Sin embargo, no hay motivos para suponer
ese cambio brusco de la persona que habla. Más probable parece que se trata
de interrogaciones que propone el mismo Pablo, tratando de hacer resaltar la
contradicción que existe entre estas dos cosas: deseos de realizar una acción
santa, con nacimiento incluso de gracias a Dios, y dar voluntariamente
ocasión de escándalo, es decir, querer honrar a Dios y al mismo tiempo
provocar una ofensa a Dios. No se trata, pues, diría el Apóstol, de que
abdiquemos de la propia conciencia, siempre que sea recta, sino de no dar
ocasión a que los débiles en la fe critiquen y se escandalicen de nuestra
libertad de conciencia, precisamente a causa de eso mismo que intentamos
hacer santamente. Si usa la forma interrogativa es para dar más viveza a su
afirmación. 5. EVANGELIO
Jesús supera las prescripciones sociales y
religiosas de su tiempo y obra
compasivamente con el leproso. En la primera lectura ya dijimos que el leproso
era un expulsado de la comunidad judía: al curarlo, Jesús le devuelve su
dignidad y cuestiona la ley que lo había separado hasta entonces. Marcos
subraya que sentimiento de Jesús manifiesta el amor poderoso y sanador del
Señor Dios. Su carisma de taumaturgo aparece en la voluntad de curar a los
enfermos con que se encuentra. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos. Mc 1, 40-45 Se le acercó un leproso a Jesús para
pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: -Si quieres, puedes
purificarme- Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: - Lo
quiero, queda purificado -. En seguida la lepra desapareció y quedó
purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: - No le digas nada
a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la
ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio - Sin embargo,
apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido,
de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad,
sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas
partes. Palabra del Señor. 5.1 JESÚS,
CONMOVIDO, SE ACERCA, EXTIENDE SU MANO Jesús se enternece y se conmueve y cura al
leproso, luego le prohíbe severamente su divulgación, pero el curado no
cumplió la orden de Cristo de no divulgar la noticia. La gratitud y la
satisfacción de su cura, que era a su vez rehabilitación moral suya, le hizo
volcarse en alabanzas. Esto hizo que la noticia se divulgase por Galilea,
haciendo que Jesús no pudiese entrar “públicamente” en las ciudades, porque
éstas se conmocionaban, proclamándole Mesías antes de tiempo, con los
peligros de sobreexcitación mesiánica mal entendida y las posibles
repercusiones políticas de Roma en Palestina. No cumplió el “Secreto
mesiánico.” Por eso, Él se quedaba en “lugares
desiertos” para hacer “oración”. Pero las gentes venían a Él para que los
curase. Nos encontramos ante un milagro de Jesús,
realizado ante mucha gente, que seguramente quedó muy impactada, esto, por
las circunstancias que rodeo esta acción de Jesús. En una situación difícil
se encontraban los enfermos de lepra en aquellos tiempos, nadie se les
acercaba y a ellos no se les permitía acercarse a alguien, sin embargo por el
deseo de sanarse él se atreve a acercarse a Jesús, el enfermo intuye que en
El encontrará la curación a su mal. A nadie se le permitía acercarse a un
leproso, y menos tocarlo, sin embargo Jesús se acerca, extiende su mano y lo
toca, diciendo: "Lo quiero, queda purificado" y así 5.2 ¿CUALES SON NUESTROS PASOS PARA ACERCARNOS A DIOS? Reconozcamos nuestras necesidades,
nuestras miserias, nuestras debilidades, que somos muchas veces impotentes,
que somos egoístas, que convivimos en y con el pecado y que es necesario para
nosotros la purificación, y porque no decirlo, la santificación. Es así de
necesario, para que el Espíritu de Dios inicie su obra en nosotros,
reconozcamos lo que somos y lo que necesitamos. Es así, como se sano el leproso, primero
reconoce su necesidad, frente a Jesús, “fue a postrarse ante el” dice el
evangelio, tal vez se arrodilló, tal vez puso la cara en el suelo. Lo que
importa qué frente a Jesús adopta una posición de humildad, donde hay fe y
confianza absoluta. Jesús, se conmueve como siempre frente a la fe y al
dolor, y todo lo que toca queda limpio. Así es, como debemos buscar a Jesús, con
humildad, con confianza, con fe y con oración, y sin abandonar la
perseverancia, nos dejamos tocar por El y nosotros lo tocamos diariamente,
especialmente en la comunión, de esta forma conseguiremos los frutos de la
curación. 5.3 JESÚS SANA LAS
ENFERMEDADES A TODA HORA Y DURANTE TODOS LOS DÍAS SIN DESCANSO En el Nuevo Testamento nos maravillamos de
la admirable actividad de Jesús, quien tiene la más amorosa relación que se
conoce con los enfermos: Jesús recorre a través de Judea, Samaria, Galilea,
por todas las ciudades, aldeas y pueblos, haciendo curaciones y milagros.
Jesús sana las enfermedades a toda hora y durante todos los días sin
descanso. Jesús recorría todas las ciudades y pueblos; enseñaba en sus
sinagogas, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba todas las dolencias y
enfermedades”. Mateo 9, 35:”, “Al ponerse el sol, todos los que tenían
enfermos de diversos males se los llevaban a Jesús y él los sanaba
imponiéndoles las manos a cada uno.” Lucas 4, 40. Jesús cura a los enfermos, es un claro
signos de su persona en quien se ha puesto una confianza absoluta y de quien
se espera la solución de todos los males, es nuestra esperanza, Él nos trajo
la buena nueva. Jesús nos enseñó y nos dio ejemplo de acogida a los enfermos,
nosotros imitándole a Él, como verdaderos cristianos, nos corresponde ser
amorosos con nuestros hermanos que sufren la enfermedad. Nuestro papel de
cristianos, es orar, y alentar a nuestros hermanos cuando están enfermos,
darles ánimo y no dejar que se depriman y rogando al Señor, ellos se curarán.
- ¿Por qué dices “si puedes”? Todo es
posible para el que cree -. (Marcos 9, 23) 5.4 JESÚS ES
RESPETUOSO CON LA AUTORIDAD RELIGIOSA. Hay también en el milagro un mandato que
impone Jesús a este leproso, que se presente a un sacerdote, para que su
curación quede reconocida legalmente. Jesús es respetuoso con la autoridad
religiosa. Aquellos sacerdotes del Pueblo de Dios, prescindiendo de su vida y
conducta personal, era la autoridad puesta por Yahvé. La Ley señalaba a los
sacerdotes como los que debían dictaminar sobre la real curación de un
leproso y darle en consecuencia la autorización necesaria para que pudiera
vivir en común sociedad con el resto de los ciudadanos. Es así como Jesús
respeta esa Ley, por eso envía al leproso al sacerdote. Hoy también es la voluntad del Señor, no
prescindir del sacerdote en el trabajo de salvación. A Jesús le debemos el
perdón y la gracia, pero Él ha querido que este perdón y esa gracia, venga a
través del ministerio sacerdotal. El sacerdote hoy es el representante de
Cristo. Los sacerdotes tienen como todos nosotros limitaciones personales,
miserias humanas, defectos. ¿Alguien no los tiene? El sacerdote, es otro
Cristo, el actúa en nombre de Jesús, y en sus manos tiene el tesoro de la
gracia, es mediador entre Dios y nosotros, él nos trae la gracia y la
misericordia de Dios. En consecuencia, debemos adoptar una actitud de fe, con
respeto, cuidado, amor hacia él. 5.5 SEAMOS
MISERICORDIOSOS CON LOS ENFERMOS Nuestro amor al prójimo (próximo) debe
comenzar por los más próximos a nosotros, estos son nuestros familiares,
cuando a ellos les llega la enfermedad, están confiando en nuestra ayuda, es
así como la atención espiritual de los enfermos corresponde, en primer lugar,
a la familia y por supuesto a los hermanos cristianos y del mismo modo a los
Pastores de la Iglesia. Estuve enfermo
y fueron a visitarme (San Mateo 25,36) En efecto, nosotros hermanos de Cristo y
comunidad cristiana, tenemos que estar dispuestos a ofrecer toda nuestra
ayuda a los enfermos y ser misericordiosos con ellos, porque la caridad se
debe dar a todos, pero con mayor urgencia, cuando nos sentimos muy necesitado
de ella, y eso sucede precisamente en la enfermedad. 5.6 LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS La Unción de los enfermos es el sacramento
que tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta
las dificultades inherentes al estado de enfermedad y vejez. Esta unción santa de los enfermos fue
instituida por Cristo nuestro Señor como un sacramento del Nuevo Testamento,
verdadero y propiamente dicho, insinuado por Marcos (Marcos 6,13), y
recomendado a los fieles y promulgado por Santiago, Apóstol del Señor
(Santiago 5,14). “Entonces salieron los discípulos a
decirle a la gente que se volviera a Dios. También expulsaron muchos
demonios, y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite” (Marcos
6,12-13). “Si alguno está enfermo, que llame a los
presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y en el nombre del Señor lo
unjan con aceite. Y cuando oren con fe, el enfermo sanará, y el Señor lo
levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados” (Santiago 5,14-15).
Si alguien en casa, padece de una
enfermedad de relativa importancia, que impide al enfermo salir de casa, se
hace llamar a los presbíteros. Los presbíteros acuden, oran sobre el enfermo
y lo ungen en el nombre del Señor. Esa oración y esa unción tienen como
efectos un alivio del enfermo y un perdón de sus pecados. Nos hallamos
claramente con todas las características de un sacramento: signo sensible
(Materia: unción; forma: oración) y efectos espirituales (perdón de los
pecados) sin que se desdeñen en ese caso los corporales (alivio). 5.7 LA ACTIVIDAD
DIARIA MAS IMPORTANTE ES ORAR El Evangelio concluye que Jesús se retira
finalmente a lugares desérticos. Sabemos que él siempre se retira a orar.
Jesús no deja nunca de orar, los Evangelios nos muestran muchas situaciones
donde Él se retira a orar, y busca la soledad para hacerlo. La actividad diaria más importante es
orar, es la mejor forma de utilizar el tiempo, y no se puede considerar como
algo secundario. Cuando planifiquemos la actividad del día,
incluyamos unos minutos para la oración, y dejemos esos instantes para
dedicarnos con constancia a comunicarnos con nuestro Padre y que nada nos
aparte de esta intención. Desde un cierto punto de vista, el
sufrimiento de la enfermedad ha sido para todos un momento triste pero a la
vez importante en nuestra relación con Dios. En efecto, como consecuencia de
este evento, nos hemos acordado de lo importante que es la oración, tanto
como para pedir la curación como para pedir fortaleza, acogiendo la
enfermedad con fe, esperanza y aceptación a la voluntad del Padre. En consecuencia, en la oración por la que
imploramos la recuperación de nuestra salud y la de nuestra familia y amigos,
es una gran experiencia para todos nosotros. Está la podemos hacer en casa,
en los recintos de recuperación de la salud, como en nuestra Iglesia.
También, con la asesoría de nuestros sacerdotes, podemos hacer peticiones o
celebraciones con el apoyo de la liturgia que nuestra fe tiene normalizada. Finalmente, es de esperar que nos quede
claro, que el recurso a la oración, nos ánima a conservar y recuperar la
salud, nos motiva a preocuparnos y a cuidar con amor a los enfermos,
llevarles alivio, el que reconfortará su cuerpo y le dará paz a su espíritu. El
Señor les Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant VI Domingo del Tiempo
Ordinario Ciclo B Publicado en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y
Biblia de Jerusalén Algunos conceptos están tomados de los comentarios
a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P. Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr.
Carlos Etchevarne, Bach. Teol. |
…..
………