“HAS
DESPRECIADO LA PALABRA DEL SEÑOR, HACIENDO LO QUE ES MALO A SUS OJOS”... “¡HE
PECADO CONTRA EL SEÑOR!”…. . “PERDONA, SEÑOR, MI CULPA Y MI PECADO”…..“YO
ESTOY CRUCIFICADO CON CRISTO, Y YA NO VIVO YO, SINO QUE CRISTO VIVE EN MÍ”…..“LA
VIDA QUE SIGO VIVIENDO EN LA CARNE, LA VIVO EN LA FE EN EL HIJO DE DIOS, QUE
ME AMÓ Y SE ENTREGÓ POR MÍ”…. “TUS PECADOS TE SON PERDONADOS”….“TU FE TE HA
SALVADO, VETE EN PAZ”. Reflexión desde las Lecturas del XI Domingo del Tiempo
Ordinario, Ciclo C Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. LA GRATITUD DEL PERDONADO (Lc 7,36-8,3) “Tus pecados están perdonados”. Se destaca en
este relato la gratitud y la alegría por el perdón. Todos los gestos de esta
mujer muestran que a Jesús le debe todo: “sus muchos pecados están perdonados”.
El gozo la inunda. Y la gratitud también. Sus lágrimas no son de
arrepentimiento, sino de alegría, de gozo agradecido. Su amor a Jesús es
respuesta de quien se sabe amada generosamente, gratuitamente; es respuesta a
aquel que la amó primero (cf. 1Jn 4,19). “Tu
fe te ha salvado”. Como buen discípulo de Pablo, Lucas sabe bien que
sólo Jesús salva, y que esta salvación se acoge por la fe. Esta mujer se sabe
sin méritos propios. No se ha salvado ella: ha sido salvada. Ella ha creído
en Jesús, se ha fiado de él; y Jesús ha volcado sobre ella todo su poder
salvífico convirtiéndola en una mujer nueva. “Has
juzgado rectamente”. Todo esto es lo que muestra claramente la
parábola que Jesús propone a Simón el fariseo. La parábola es de una lógica
aplastante. Sin embargo, Simón no es capaz de sacar sus consecuencias en el
plano religioso. El fariseo que todos llevamos dentro se rebela ante el hecho
de recibir la salvación como don gratuito. Quisiéramos poder exhibir derechos
ante Dios, quisiéramos no depender de Él totalmente. La gratitud y el gozo
son los mejores signos de que hemos sido salvados. 2.
PRIMERA LECTURA
2 Sam 12, 7-10. 13 Al apoderase de la mujer de Urías y hacer morir
al “hitita” en el frente de batalla, David, comete una falta gravísima, y
Natán es el encargado de denunciar este doble pecado del rey (adulterio y
homicidio). Habiendo tomado conciencia de su pecado, David se arrepiente
sinceramente de su pecado, y el Señor Dios le perdona gratuitamente. Asistimos
verdaderamente al encuentro de dos seres libres: el Creador y su creatura. Lectura
del segundo libro de Samuel. El
profeta Natán dijo a David: “Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo te ungí
rey de Israel y te libré de las manos de Saúl; te entregué la casa de tu
señor y puse a sus mujeres en tus brazos; te di la casa de Israel y de Judá,
y por si esto fuera poco, añadiría otro tanto y aún más. ¿Por qué entonces
has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos? ¡Tú
has matado al filo de la espada a Urías, el hitita! Has tomado por esposa a
su mujer, y a él lo has hecho morir bajo la espada de los amonitas. Por eso,
la espada nunca más se apartará de tu casa, ya que me has despreciado y has
tomado por esposa a la mujer de Urías, el hitita”. David dijo a Natán: “¡He
pecado contra el Señor!” Natán le respondió: “El Señor, por su parte, ha
borrado tu pecado: no morirás”. Palabra
de Dios. 2.1 HA DESPRECIADO LA PALABRA DEL SEÑOR,
HACIENDO LO QUE ES MALO A SUS OJOS Natán es un profeta que vivió durante el
reinado de David, y cuando este le reveló a Natán su deseo de edificar un
templo para la adoración de Dios, el profeta contestó: “Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque el Señor está
contigo”. (2Sam 7,2), Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a
Natán diciendo: “Ve y di a mi siervo
David”. (2Sam 7,4), que en vez de ser David quien le construyera un
templo, El constituirá una casa para su Nombre y yo consolidará el trono de
su realeza para siempre. “Tu casa y tu
reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.”
2Sam 7,16). De modo que por medio
de Natán, Dios le anunció a David un pacto para un reino hasta tiempo
indefinido que no se apartaría de su línea. David mando llamar a Betsabé, hija de Eliam,
mujer de Urías el hitita, que estaba en el frente de batalla y se acostó con
ella, la mujer quedó embarazada y envió a decir a David: “Estoy encinta”. (2Sam 11, 3-4), luego David envío a Urías frente
a lo más reñido de una la batalla y ordenando a su ejército que se retiren detrás
de Urías para que sea herido y muera. Más tarde, Dios envió a Natán para que
señalara a David la gravedad del pecado que había cometido contra Urías el
hitita y la pena divina que se le imponía por ello. Natán lo hizo con tacto,
pero de manera decidida “Así habla el Señor, el Dios de Israel”,
y le declara a David que se había condenado a sí mismo por su proceder con
Urías. Pasa luego Natán a enumerar los grandes
beneficios que Dios ha hecho a David. “Yo te ungí rey de Israel y te libré de
las manos de Saúl; te entregué la casa de tu señor”. Y, a pesar de
todo, David le ha vuelto las espaldas, matando a Urías, cometiendo dos
pecados; “¿Por qué entonces has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo
que es malo a sus ojos?” Conforme a la legislación mosaica estos
pecados eran castigados con la pena de muerte (Lev 20:10; 24:17). Todo pecado
merece su sanción, siendo cada pecador castigado en aquello en que ha
delinquido. Por haber matado a Urías, no se apartará la espada de su casa durante
toda su vida; “Tú has matado al filo de la espada a Urías, el hitita! Has tomado por esposa a su mujer, y a él lo has hecho
morir bajo la espada de los amonitas. Por eso, la espada nunca más se
apartará de tu casa” y luego espada morirán sus tres hijos, Amnón,
Absalón y Adonías. 2.2 “HE PECADO CONTRA EL SEÑOR”. David reconoció inmediatamente su pecado,
sin buscar excusas ni atenuantes: “¡He pecado contra el Señor!”. Aquella
confesión llana, sincera y espontánea le merecerá el perdón de su pecado por
parte del Señor y la mitigación de la culpa. Así se lo comunicó Natán, “El
Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás”. Dios se
muestra más misericordioso, librándole de la muerte. En cuanto a la pena, y
en reparación del escándalo, el hijo adulterino, por haber ultrajado al Señor
con ese hecho, el hijo morirá sin remedio. (2Sam 7,18) Las palabras de Natán “Así habla el Señor, el Dios de
Israel”, llegan al corazón del hombre David, el que no se defiende, y
sabe que no tiene ninguna justificación, por eso, David confiesa: “He
pecado contra el Señor”. Esta confesión restaura toda la estatura espiritual
de David y le libera de aquella maraña de mentira e infidelidad en la que
cada vez se iba enredando más por querer liberarse solo. El arrepentimiento
de David es grande: todo su corazón está contrito, se han quebrado todas sus
resistencias y vive una experiencia muy concreta de humillación interior.
Sobre este rostro de la humildad humana -no adquirida, sino padecida y acogida-
baja el perdón del Señor, que libera a David de la muerte: “El
Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás”. 3.
SALMO Sal 31,
1-2. 5. 7. 11 R.
Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado. ¡Feliz
el que ha sido absuelto de su pecado y liberado de su falta! ¡Feliz el hombre
a quien el Señor no le tiene en cuenta las culpas, y en cuyo espíritu no hay
doblez! R. Pero
yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: «Confesaré mis
faltas al Señor». ¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R. Tú
eres mi refugio, Tú me libras de los peligros y me colmas con la alegría de la
salvación. ¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten jubilosos los
rectos de corazón! R. 3.1 LA AMISTAD CON DIOS POR LA CONFESIÓN Y
RECONOCIMIENTO DE SUS PECADOS Este salmo, gira en torno a la felicidad del pecador que
ha logrado la amistad con Dios por la confesión y reconocimiento de sus
pecados. Castigado por Dios a causa de una falta grave, el salmista declara
que, al decidirse a confesarlo ante El, se sintió liberado bajo la protección
de su Dios. El hombre no debe dejarse llevar de la insensatez y estupidez,
como las bestias, en el camino de la vida, porque la justicia divina castiga
inexorablemente al incrédulo y pecador que no siente la necesidad de
arrepentirse. Al contrario, la misericordia será la corona del que se dirige
por sus caminos de sabiduría. El salmo, pues, es además de una acción de
gracias por el perdón otorgado, una lección de sabiduría. La liturgia del Domingo 11 del Tiempo Ordinario,
nos invita a reflexionar con esta composición, el pecado de adulterio del Rey
David cometido con Betsabé y del asesinato de Urías. El Profeta Rey tardó en
reconocer su pecado; pero, gracias a la intervención del profeta Natán, midió
el alcance de su abuso. En la liturgia de la Iglesia, este salmo es el
segundo de los llamados “penitenciales.” El salmo comienza deseando júbilo al
hombre recto que camina por el camino del Señor. Este salmo llama dichoso al
pecador que ha logrado recuperar la amistad divina por el perdón de sus
pecados. “¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado”.
Puesto que no hay hombre que
no haya pecado, “Feliz el hombre a quien el
Señor no le tiene en cuenta las culpas”. Para el hombre de fe, para la paz de su corazón
humano, es totalmente necesario rehabilitarse
de las faltas que ha cometido en los senderos de la vida. El salmista llama “¡Feliz”, es
decir dichosos a los que han logrado que sus pecados fueran borrados por
Dios. Todos estamos expuestos a trasgredir, a rebelarnos y a causar una ruptura con Dios. Frente a estos extravíos resalta
la virtud perdonadera de Dios. San Pablo citará estos versos para probar que
la remisión de los pecados, la justificación, es un don gratuito de Dios,
fruto de su misericordia y no de la Ley mosaica. (Cf. Rom 4:7-8) “yo
reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa”. Reconocido y confesado nuestros
pecados con sinceridad, podemos sentir en nuestro corazón que se nos ha
perdonado, y entonces, podemos sentirnos “¡Feliz”, rehabilitados física y espiritualmente,
porque Dios acoge siempre al corazón contrito y arrepentido. “Confesaré
mis faltas al Señor”. ¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado!” La lección del salmista tendrá repercusión
en los piadosos, pues de él aprenderán a confesar a tiempo su pecado,
reconociendo sus infidelidades y culpabilidad. Los piadosos sabrán así
invocar al Señor en el tiempo propicio de su manifestación benevolente y
perdonadora. El salmista se apropia estas consideraciones y proclama al Señor
como refugio suyo en los momentos de angustia; “Tú eres mi refugio, Tú me
libras de los peligros y me colmas con la alegría de la salvación”. El
salmo se cierra con una invitación para que todos los rectos de corazón se
alegren con la liberación del justo de su situación angustiada. “Alégrense
en el Señor, regocíjense los justos! ¡Canten
jubilosos los rectos de corazón!”, por tanto, cantemos jubilosos, y
busquemos unidos al corazón del Señor, para que podamos advertir los caminos
secretos de la Providencia, que por la confesión de los pecados otorga el
perdón y devuelve a los pecadores la amistad divina. 4.
SEGUNDA LECTURA
Gál 2, 16. 19-21 El tema de la justificación por la fe en
Cristo recorre la carta a los cristianos de Roma. Pero en su carta a los
cristianos de Galacia, Pablo destaca el alcance justificante de la muerte de
Cristo sobre la cruz. Al principio se trata sólo de establecer una coherencia
entre el testimonio de las Escrituras y la muerte del Mesías. Pero Pablo irá
mucho más lejos al ver la cruz como la fuente de nuestra justificación. Para
Pablo “estar crucificado con Cristo” es haber rechazado todo legalismo que
adormece para empeñarse, con toda libertad, en la aventura crucificante del
amor. Lectura de la carta del Apóstol san
Pablo a los cristianos de Galacia. Hermanos:
Como sabemos que el hombre no es justificado por las obras de Palabra de Dios. 4.1 EL HOMBRE NO ES JUSTIFICADO POR LAS OBRAS
DE LA LEY, SINO POR LA FE EN JESUCRISTO, Hay pocos fragmentos como éste de la carta
a los Gálatas, en que en tan pocas líneas encontramos una síntesis tan
completa de lo que constituye, pudiéramos decir, el evangelio de Pablo. Otro
pasaje parecido es el de Rom 3:21-26. Aquí
San Pablo, expresa frases densas de sentido y escasas de palabras, en
que el Apóstol acumula toda una serie de razonamientos, tratando de hacer ver
la inconsecuencia lógica en que se encuentran todos aquellos que, después de
haber creído en Cristo, buscan todavía la justicia en la observancia de la
Ley. Tres son las ideas fundamentales, íntimamente enlazadas, que dominan
todo el pasaje: justificación por la fe, Cristo causa de esa justificación,
nuestra unión mística con Él. Dicho de otra
manera, Cristo es presentado como solución única y completa del problema de
la “justificación,” que, en fin de cuentas, no es sino el problema de la
“salud,” meta ansiada de judíos y gentiles. Pablo habría juzgado oportuno exponer ahí
en Antioquía la teoría de la justificación por la fe, idea maestra de su
evangelio, y cuyo resumen nos habría conservado en este trozo de la carta a
los Gálatas. San Pablo comienza exponiendo la tesis fundamental:
“Como
sabemos que el hombre no es justificado por las obras de Distingamos únicamente que si Pablo niega
el valor justificante de las obras de la Ley, ello no quiere decir que en el
Antiguo Testamento no fuese obligatoria la observancia de la Ley; pero, aun
entonces, la justificación de los patriarcas y demás personas justas no era
fruto de las solas obras legales, sino que se daba en virtud de los méritos
previstos de Cristo, mediante la fe en las promesas divinas de redención (cf.
Rom 2:6; 3:20; 4:1-25). En este fragmento, añade San Pablo un
nuevo argumento que, de no tener en cuenta otros escritos del Apóstol, podría
parecer poco menos que un misterio, particularmente en algunas frases: “Pero
en virtud de 4.2 YO ESTOY CRUCIFICADO CON CRISTO La afirmación fundamental de san Pablo, es
que el cristiano “ha muerto a la Ley” , es decir, ha quedado desligado de sus
dominios, rompiendo con ella toda relación, como la rompen los muertos
respecto de las funciones vitales, que es de donde se toma la metáfora. Y
¿cuándo ha muerto el cristiano a la Ley? La respuesta la da San Pablo en ese
mismo: “Yo estoy crucificado con Cristo”; es decir, el cristiano
muere a la Ley al ser incorporado místicamente a la muerte de Cristo mediante
el bautismo, formando un todo con Cristo muerto. Y un segundo paso: como la Ley, provocando
pecados que no podía reparar, fue en cierto sentido la causa de la muerte de
Cristo (cf. 3:13-14), resulta que, en fin de cuentas, es también la causa de
nuestra muerte mística con Cristo, lo que equivale a decir que “por
la Ley hemos muerto a la Ley”. Esa muerte, sin embargo, no es final
de carrera, como si hubiéramos de quedar ahí, sino que es punto de partida
hacia la resurrección con Cristo, dejando muerto el hombre viejo y comenzando
a “vivir
para Dios” (v.1g) o, dicho de otro modo, a “no vivir ya nosotros,
sino Cristo en nosotros” “ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”.
De esta nueva “vida” a la que nace el cristiano por su inserción a Cristo en
el bautismo, habla con mucha frecuencia San Pablo en sus cartas. La expresión “ya no vivo yo, sino que Cristo
vive en mí”, es considerada por los eruditos, como un “arranque
sublime de lirismo místico,” con la que el Apóstol suprime de un trazo su
persona y su vida, para dar lugar a la persona y vida de Cristo. Claro es que
eso no quiere decir que en el cristiano desaparezca su personalidad física;
también el cristiano, como luego, aclara el Apóstol, habrá de seguir “la
vida que sigo viviendo en la carne”, es decir, con esa vida física que es común a
todos los mortales, pero será una vida espiritualizada por la fe, nuevo
principio sobrenatural y vital resultante de nuestra incorporación a Cristo. El apartado “que me amó y se entregó por mí”,
es como una exclamación agradecida del Apóstol al dador de esa nueva “vida,”
exclamación que han continuado repitiendo los cristianos de todos los tiempos
y que comentaba así San Agustín: “Si
Cristo se entregó por mí, ello significa que yo era pecador y que la Ley no
me había podido justificar” Con razón, pues, San Pablo, como
resumiendo toda su argumentación anterior y yendo al fondo del problema, dice
que la actitud de los judaizantes equivale a anular “la gracia de Dios” ,
es decir, la obra amorosa de redención contrapuesta a la Ley, llevada a cabo
por Cristo y planeada por el Padre. En efecto, “si la justicia viene de 5.
EVANGELIO Lc 7,
36 - 8, 3 El Maestro, en el marco de una comida, tiene
un admirable encuentro con una pecadora pública. Todo fue dispuesto para no
encontrar al Maestro, y menos aún una mujer de mala fama. En casa del
fariseo, ha sido mal acogido, ya que el anfitrión tiene su opinión formada
sobre él y no siente necesidad de ahondar en su conocimiento. Además la
actitud del Maestro hacia la mujer resulta escandalosa, porque es contraria a
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Un
fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la
mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que
Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Y colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos
con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los
ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: - Si este
hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es:
¡una pecadora!- Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. - Di,
Maestro-, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía
quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó
a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón contestó: -Pienso que
aquél a quien perdonó más-. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose
hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no
derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y
los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró,
no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre
mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido
perdonados. Por eso demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona
poco, demuestra poco amor”. Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son
perdonados”. Los invitados pensaron: -¿Quién es este hombre, que llega hasta
perdonar los pecados?- Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete
en paz”. Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando
Palabra
del Señor. 5.1 UN FARISEO INVITÓ A JESÚS A COMER CON ÉL “Un fariseo invitó a Jesús a comer con él”, esto es un miembro del
pueblo judío, que se caracterizada por su rigor y austeridad en el
cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos
de los preceptos religiosos, también conocido hoy por nosotros como un
hipócrita, especialmente en lo religioso o en lo moral, ellos eran enemigos
del Señor, sin embargo este fariseo ha invitado a Jesús a su casa a cenar. Todo el que invite a Jesús a su
casa para estar junto a él, tiene la esperanza de que el Señor acceda, aún
más, Él quiere ser invitado por todos nosotros. Jesús entró en la casa y se
sentó a la mesa. Seguramente por ser una invitado tan especial, este fariseo
de nombre conocido, Simón, había invitado a mucho otros amigos, y Jesús se
debe haber sentado a la mesa donde habrían otros comensales, y sumemos a esto
la mujeres de la cocina y los sirvientes y otros que al enterarse de la
presencia de Cristo fueron hasta allí. 5.2 SUPO QUE ESTARÍA JESÚS, Y CUAL FUE EL
INTERÉS DE IR HASTA ALLÍ “Entonces una mujer, de la cual se dice
que es una pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba
comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume”. Como se enteró de esta cena,
porque supo que estaría Jesús, y cuál fue el interés de ir hasta allí y como
entró a la casa del fariseo, no solo demuestra lo importante de la comida, es
el invitado el que da el realce, dignidad y resplandor. Quizás, los vecinos
se agruparon a la puerta para ver pasar y esperar ver entrar al invitado y en
ese minuto ella pudo entrar a la casa, porque le hacía ilusión acercarse a
Jesús. Estamos frente a un hecho que
hoy tendría una resonancia y divulgación tendenciosa, alguien podría decir,
sobre la libertad de que entrara una pecadora o una prostituta a una comida,
y más aún, se presenta “con un
frasco de perfume”. 5.3 SE PUSO A LLORAR A SUS PIES, LUEGO
COMENZÓ A BAÑARLOS CON SUS LÁGRIMAS “Y colocándose detrás de Jesús, se puso a
llorar a sus pies, luego comenzó a bañarlos con sus lágrimas”; los secaba con sus cabellos,
los cubría de besos y los ungía con perfume. Esta actitud de esta mujer debe
haber causado asombro no solo del fariseo anfitrión, también de los
invitados, que seguramente al verla se estaban escandalizando, y muy
asombrado por el comportamiento tan respetuoso y amoroso de Jesús con la
pecadora. Seguramente la pecadora sentía
la mirada quemante de los fariseos, pero esta se contrastaba con la sedante,
amorosa y pacificadora mirada de Jesús. 4.4 SI ESTE HOMBRE FUERA PROFETA, SABRÍA QUIÉN
ES Al ver esto, el fariseo que lo
había invitado pensó: "Si
este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella
es: ¡una pecadora!". Este hecho revela que el
fariseo tenía bien identificada a la mujer, sabía que
tipo de persona era. Pero lo más importante que se demuestra, es que todo
hombre o mujer puede acercarse con confianza a Jesús, todo pecador es
recibido por Cristo. Al ver que Jesús se deja tocar
por la mujer, ni el fariseo ni los comensales se atreven a criticarlo de viva
voz; el fariseo lo piensa por dentro, no reconociendo a Jesús como profeta,
sino solamente como maestro 5.5 ¿CUÁL DE LOS DOS LO AMARÁ MÁS? Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di,
Maestro", respondió él. "Un
prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro
cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de
los dos lo amará más?". Simón contestó: "Pienso que aquél a quien
perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien". Jesús le llama Simón, por su
nombre, pero a la pecadora pasa a ser “cierta mujer”, sin nombre, pero
reconocida en el pueblo como pecadora. Pero dejemos en claro que no
necesariamente ha de ser prostituta, pues bastaba con ser esposa de un
recaudador de impuestos para ser designada como tal, también esta mujer pudo
entrar en al comedor, porque era costumbre que los no invitados pudieran
hacerlo para mirar, lo que llama la atención que entrase en casa de un
fariseo, eso significaría que este no fuese de los más estrictos e
intransigentes que rechazaban todo trato con la gente pecadora. 5.6 ENTRÉ EN TU CASA Y TÚ NO DERRAMASTE AGUA
SOBRE MIS PIES Y volviéndose hacia la mujer,
dijo a Simón: "¿Ves a
esta mujer?". Entré en tu casa y tú no derramaste agua
sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus
cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de
besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Si Simón no le dio agua para
los pies, ella se los riega con lágrimas y se los seca con sus cabellos. Si
Simón no le mostró su amistad besándolo, ella le besa los pies sin parar; si
Simón no le ha echado ungüento en la cabeza, ella le unge los pies con
perfume, símbolo del amor. La “pecadora” sabe con quién está; tal vez Simón
no se ha dado cuenta; para éste, Jesús es sólo un maestro, de dudoso
comportamiento, pero no un profeta, capaz de dar vida. 5.7 "TU FE TE HA SALVADO, VETE EN
PAZ". El Señor, se bebe haber
enternecido, ¿cómo no conmoverse frente a un llanto de amor?, entonces Jesús
le dice: “Por eso te digo
que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados. Por eso
demuestra mucho amor. Pero aquél a quien se le perdona poco demuestra poco
amor". Después
dijo a la mujer: "Tus
pecados te son perdonados". Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta
perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz". Nos damos cuenta como Jesús
esta con todos los rechazados de esta sociedad, y aprendemos también todo lo
que se puede lograr con el amor, el amor salva, libera, el amor a Jesús
eleva, y el amor de Jesús, purifica de todas las manchas, un amor que perdona
todas las culpas y lo pecados y borra todas las faltas, es el amor de Dios. 5.8 NO DEBEMOS AVERGONZARNOS DE LLORAR
NUESTROS PECADOS Este Evangelio nos enseña que
no debemos avergonzarnos de llorar nuestros pecados y nuestras faltas, nos
hace ver que no debemos tener inconveniente en arrepentirnos, y que podemos
acercarnos como pecadores con toda confianza a Jesús. La pecadora debe haber clavado
su mirada en Jesús, implorando su misericordia, reconociendo sus pecados,
confiada totalmente en Jesús, y a esa mirada, Jesús responde con la suya, que
está llena de compasión y comprensión, respondiendo "Tus pecados te son perdonados" Decía nuestro santo Padre Juan
Pablo II, “No tengan miedo de mirarlo a EL”, Dios Jesús, nos está esperando
que le miremos para darnos su paz y amor. "Acallado el
entendimiento, mire que le mira" (Santa Teresa de Jesús, V 13, 22) 5.9 LA FE QUE SALVA ES APERTURA A LA SALVACIÓN
En el corazón de la mujer,
probablemente una prostituta, Jesús capta, en cambio, la apertura y la
acogida al don del amor, que se manifiesta plenamente en el perdón. La mujer
se deja amar, es decir, perdonar, y su amar más es efecto y causa al mismo
tiempo del perdón. El amor y el perdón se alimentan recíprocamente: la mujer
ama en cuanto es perdonada, y, en cuanto ama, se abre a acoger el perdón. El cristianismo es este amor
por Jesús, la fe que salva es apertura a la salvación traída por Jesús. La
conversión más profunda es, por consiguiente, el simple hecho de reconocerse
necesitado del perdón. La mujer aparece como un espejo no sólo para Simón,
sino también para todos nosotros cada vez que sentimos dificultades para
inclinarnos a los pies de Jesús: sólo quien se hace pequeño y se echa por
tierra puede tocar los pies del mensajero que lleva el alegre anuncio de la
salvación y de la paz. 5.10 PROCLAMAR “Jesús recorría las ciudades y los
pueblos, predicando y anunciando acompañado de los doce grandes amigos, sus
discípulos, y algunas mujeres, a saber, María Magdalena, Juana, esposa de
Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus
bienes”, todos a disposición del
Señor, compartiendo su andar, caminando por lugares duros, áridos,
compartiendo los sueños, las comidas, las alegrías y la penas, pero lo más
importante, llenos de amor solidario y de servicio. Esta fue la misión de Jesús,
proclamar Hoy es nuestra tarea, Jesús ha
delegado en nosotros predicar Este es el grupo que acompaña a
Jesús, mujeres que fueron perdonadas y ya no pueden vivir sin Jesús, hombres
que fueron liberados del pecado y ahora se entregan a Jesús, se convierten en
sus apóstoles, y recorren pueblo y aldeas. Eso es lo que tenemos que
hacer, servir al Señor, servirlo con todo, acompañarlo, a todo lugar,
servirlo con todo nuestro talento, entregándole nuestro tiempo, sin
importarnos cuanto es el esfuerzo y el cansancio. Que
Cristo Jesús viva en sus corazones Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS XI
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M. Magdalena
ocd. Julio Alonso Ampuero, Meditaciones
Bíblicas sobre el Año Litúrgico |
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