Reflexión desde las Lecturas del Domingo XVI Ciclo B

EL SEÑOR SE PREOCUPA POR SU REBAÑO

REPROCHA LOS MALOS PASTORES Y SE CONMUEVE POR SUS OVEJAS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    MALOS PASTORES Y ADEMAS FALSOS PROFETAS

La Primera Lectura de la Liturgia de este domingo decimosexto, denuncia los malos pastores y los falsos profetas, a quienes les correspondía el deber de guiar al pueblo y ayudarle a vivir en fidelidad a la alianza. Los versos 1 y 2 son contra los pastores de Israel y luego en los versos 3 al 6 se habla sobre las promesa de restauración mesiánica. Estos malos pastores, se han desinteresado de las personas a ellos confiadas, las han hecho alejarse, desorientándolas, y, en consecuencia, les han causado la muerte. El Profeta Jeremías declara que estas malas acciones, no quedarán sin castigo, de ahí que el profeta anuncie un cambio radical de situación donde el mismo Señor asumirá la guía del pueblo. Lo reunirá y le dará seguridad y tranquilidad, que son las condiciones para su desarrollo y pondrá a su cabeza a quien lo cuide y lo protegerá de las asechanzas.

2.    PRIMERA LECTURA, Jeremías 23, 1-6

Lectura del Libro de Jeremías

¡Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi pastizal! –oráculo del Señor–. Por eso, así habla el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: Ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio, voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán. Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán, y no se echará de menos a ninguna –oráculo del Señor–. Llegarán los días –oráculo del Señor– en que suscitaré para David un germen justo; Él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país. En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: “El Señor es nuestra justicia”

2.1  JEREMIAS, VIDA DEL PROFETA.

Jeremías (en heb. Yirmeyahu: “Yahvé exalta”?) aparece en la introducción histórica a sus profecías como “hijo de Releías, del linaje de los sacerdotes que habitaban en un lugar llamado Anatot,” la actual Anata, a unos cuatro kilómetros al nordeste de Jerusalén, camino del desierto, que era también la patria del sumo sacerdote Abiatar, a cuya familia sacerdotal podía pertenecer el profeta. Cuando era aún muy joven, en el reinado de Josías (627 a.C.), fue llamado al ministerio profético, que ejerció durante los reinados de este rey y de sus sucesores Joacaz (609), Joaquim (609-598), Joaquín o Jeconías (598) y Sedecías (598-586). Su vida fue muy agitada, ya que tuvo que sufrir en los vaivenes de la política después de la muerte del piadoso rey Josías (609). Durante el reinado de éste, colaboró extraordinariamente en la reforma religiosa emprendida en 622-621, cuando fue hallado el libro de la Ley en los cimientos del templo. Su vida, en este sentido, es paralela a la de Isaías, que un siglo antes había prestado auxilio moral en la reforma religiosa emprendida por el también piadoso rey Ezequías (727-698).

Bajo el rey Joaquim tuvo que sufrir mucho, en primer lugar de sus propios conciudadanos de Anatot; y en Jerusalén, por recriminar la impía conducta del pueblo, fue encarcelado; y por anunciar la ruina de la ciudad, los sacerdotes quisieron atentar contra su vida, siendo librado de la muerte por algunos príncipes que recordaron la profecía de Miqueas sobre la destrucción de Jerusalén. En el año 604 (año cuarto del reinado de Joaquim) dictó sus predicciones a su escribiente Baruc, y los leyó al año siguiente públicamente en el templo. Por orden del rey Joaquim — indignado porque Jeremías le echaba en cara su impiedad y tiranía — fueron quemados; pero Jeremías los volvió a dictar a Baruc. Más tarde fue encarcelado, como traidor, por orden del rey Sedecías (597-587). Fue libertado después de la toma de Jerusalén por los babilonios (586), quedando por algún tiempo dedicado a la consolación de los vencidos y a la reconstrucción religiosa y nacional del país en colaboración con el gobernador Godolías, nombrado por Nabucodonosor. Pero la facción ultranacionalista asesinó al gobernador, huyendo a Egipto, llevándose por la fuerza al profeta, el cual continuó allí su obra de exhortación a la penitencia. Según la tradición judaica, Jeremías fue lapidado en Egipto por sus compatriotas, a los que recriminaba su pésima conducta. Según una tradición menos fundada, Jeremías fue llevado por Nabucodonosor a Babilonia después de haber conquistado Egipto en el 566 a.C.

2.2  AY DE LOS PASTORES QUE HACEN PERECER Y DESTROZAN EL REBAÑO DE MI PASTIZAL!

El profeta se enfrenta con la clase dirigente de Israel, que ha sido la principal responsable de la ruina de su pueblo. Son los falsos pastores: ¡Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi pastizal!, que han fomentado la apostasía y la idolatría en el pueblo sencillo, atrayendo sobre él los justos castigos divinos, concretados en la invasión extranjera y en la deportación en masa hacia tierras extrañas. Son estos versos como un resumen de lo anterior predicho sobre el rey. El Señor llama a su pueblo cariñosamente el rebaño de mi pastizal. Israel ha sido conducido por el desierto como una tímida oveja en medio de peligros sin cuento, y toda su historia como nación es una continua sucesión de providencias divinas para salvarlo en las vicisitudes más críticas. Pero los actuales pastores, encargados de llevar a buenos pastos a su rebaños, la han descarriado: “Por eso, así habla el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: Ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas”.. La comparación aparece reiteradamente en Jeremías y otros profetas posteriores. El Señor no puede tolerar esta situación anormal, y se ve precisado a intervenir justicieramente visitando a su pueblo.

Después de anunciar la deportación sin retorno de Jeconías y su carencia de descendientes reales, el profeta se proyecta, para consolar a sus compatriotas, hacia una era futura en la que serán olvidados los pecados de Judá y de sus pastores, pues el mismo Señor personalmente se encargará de pastorear a su rebaño, que hará volver de todas las tierras en que lo había dispersado; “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán”. Es el anuncio de retorno del exilio. La catástrofe, pues, nacional es relativa, y un día volverán los israelitas a recogerse bajo la protección de su Dios, que directamente los gobernará como el pastor a su rebaño. En realidad, el Señor será riguroso con las clases dirigentes, causantes de la ruina, pero benigno con las ovejas descarriadas. Dios, después de traerlos a nuevos pastos, les dará pastores que los apacienten: “Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán, y no se echará de menos a ninguna”. Para entender bien esto hay que tener en cuenta el doble plano sobre el que se mueve la profecía: primero se refiere a la restauración que sigue al exilio, y entonces los pastores serán Zorobabel, Josué, Esdras y Nehemías, etc., que colaboraron directamente en la repatriación y en la restauración de la vida nacional; pero después hay otra perspectiva más amplia, y es la del mesianismo. Las dos se confunden en superposición de planos en la mente del profeta, en cuanto que la primera es la inmediata preparación de la segunda. Esos dirigentes postexílicos son los tipos de otros pastores de la era mesiánica, que podremos identificar con el mismo Mesías y sus colaboradores, como los apóstoles y sus sucesores.

2.3  “EL SEÑOR ES NUESTRA JUSTICIA”

La expresión no habrán de temer más ni angustiarse alude claramente a la era venturosa de paz mesiánica, como la fórmula siguiente: he aquí que vienen días: “En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: «El Señor es nuestra justicia”. Los tiempos mesiánicos estarán presididos por la figura desbordante del Mesías, vástago justo. La atención del profeta se centra en un misterioso retoño de la casa de David, que impondrá un reinado de derecho y de justicia. Todo esto parece depender de la profecía isaiana sobre el “vástago de Jesé”, sobre el que descansará el “espíritu del Señor”; es el “Príncipe de la paz” de los tiempos mesiánicos, dotado de las cualidades ideales de un hombre de gobierno: inteligencia, ciencia, sabiduría, fortaleza y temor de Dios. Por eso aquí se dice que ese vástago justo reinará como rey prudentemente. Llegarán los días –oráculo del Señor– en que suscitaré para David un germen justo; La palabra germen, aplicada al Mesías, aparece en el profeta Zacarías7 medio siglo después. Aquí, en Jeremías, el germen es apellidado justo, porque inaugurará un reinado de equidad y de justicia. Es una idealización de lo que en 2 Sam 8:15 se aplica al gran antepasado David, modelo de soberanos teocráticos para la mentalidad hebrea. Ese germen tendrá categoría real: Él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país”..

La mente del profeta se proyecta hacia un horizonte más glorioso y espectacular, en que se impondrá un reinado de derecho y justicia en la tierra. Será el día de la “salvación” del pueblo elegido en su totalidad. De nuevo formarán un solo reino bajo la figura deslumbrante del Rey ideal, el Mesías. Este sueño de la unificación de las doce tribus, separadas después de la muerte de Salomón, tan acariciado por los verdaderos hombres de Dios, será realizado plenamente en los tiempos mesiánicos. Será tal la equidad que implantará el nuevo Rey mesiánico, que podrá llamarse: “El Señor es nuestra justicia”.  Este nombre es puramente simbólico y no indica la divinidad del Mesías, sino sólo que el Mesías vinculará su reinado de justicia al Señor un modo tan estrecho, que podrá ser llamado: “El Señor es nuestra justicia”, como el misterioso Niño nacido de una doncella en Is 7:14 podrá llamarse Immanuel (“Dios con nosotros Dios”), en cuanto que El Señor estará con él y con su pueblo.

3.    SALMO 22

En consonancia con este anuncio, el salmo expresa confianza en el Señor, pastor que cuida de nosotros

SALMO 22, 1-6

El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.

Él me hace descansar en verdes praderas. Me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas. R

Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.

Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo. R

3.1  EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME PUEDE FALTAR.

En este bello poema idílico, el salmista juega con dos semejanzas alegóricas, por una parte el buen pastor y por otra el padre de familias, que hace gala de desprendida y generosa hospitalidad. Bajo estas similitudes, el salmista expresa la confianza ciega del hombre justo en la providencia atenta de su Dios. Nada le puede turbar. El tono es acentuadamente personal; por tanto, no se presta a una interpretación colectiva, como en otros salmos, donde se reza una solicitud del Señor por la comunidad israelita.

Se atribuye este bello poema al propio David. Realmente, ninguno mejor que David sabía lo que era la vida del pastor y su solicitud por las ovejas, pues era su actividad en los tiempos de su niñez. Sin embargo, como en el versículo 6 se alude a la casa del Señor: “y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo”, esto es el templo de Jerusalén, parece que la composición es posterior a Salomón, constructor del santuario.

Desde el punto de vista doctrinal, el salmo es una lección de confianza tranquila en Dios, solícito Pastor y Padre de familias, que protege al huésped de todo peligro y le provee abundantemente de todo.

3.2   EL SEÑOR Y EL BUEN PASTOR

De una forma muy hermosa, el salmista compara su Dios al pastor solícito, que se preocupa de sus ovejas. “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar”. Como tal, busca los mejores pastos para su rebaño y las frescas aguas: “Él me hace descansar en verdes praderas”. En tierras semi-desérticas como las de Palestina, los pequeños oasis y praderías son codiciosamente buscados por los pastores. En los salmos es frecuente la afirmación de que el Señor es el Pastor de Israel, su pueblo. Ya Jacob hablaba del “Dios que le pastoreaba”

El Señor es para él salmista el pastor que le hace ir hacia los lugares frescos y serenos: “Me conduce a las aguas tranquilas”,  llevándole por las rectas sendas para que allí se recree su alma, como descansan las ovejas en el oasis después de haber caminado bajo los ardores del sol del desierto. “repara mis fuerzas”. También en la vida el justo tiene que atravesar zonas áridas, en las que priva el vicio y el desprecio sistemático a la virtud heroica de aquél. “me guía por el recto sendero”

Sólo con la ayuda del Señor y “por amor de su Nombre”, encuentra la satisfacción íntima, las frescas aguas de la vida litúrgica en el templo y los verdes pastos de sus promesas consoladoras.

El nombre del Señor es garantía de triunfo y de protección en la vida contra todas las adversidades. El Señor se manifiesta en sus obras, y su nombre glorioso es reflejo de sus logros. Es tal la confianza que tiene en El, que, aunque tenga que andar por parajes peligrosos, valles profundos en los que moran las fieras, se siente seguro bajo la protección de tal Pastor. El salmista juega con la semejanza del pastor que tiene que atravesar zonas peligrosas antes de llegar a los oasis seguros.

3.3   EL PASTOR, UN BONDADO PADRE

Una nueva similitud para expresar la providencia solícita del Señor para con el salmista. Antes era el buen Pastor que le defendía contra los peligros y le llevaba a fecundos pastizales, ahora es el bondadoso padre de familia, algo que recuerda cuando el jefe familiar recibe amorosamente al justo en su tienda, prodigándole todas las atenciones que son de ley en la tradicional hospitalidad oriental. Frente a los enemigos del salmista: “frente a mis enemigos”, para dar una sensación más de favor, el Señor dispone una mesa bien abastecida a su huésped honrado, “Tu preparas ante mí una mesa”, y, conforme al rito de las grandes casas señoriales, le derrama el óleo sobre su cabeza; “unges con óleo mi cabeza”; en los banquetes orientales no puede faltar la unción perfumada. El anfitrión, además, ofrece personalmente la copa rebosante de bebida al huésped: “mi copa rebosa”. Todo es generosidad y señorío en la casa del Señor, que honra delicadamente al salmista. Su copa o su cáliz, es decir, la amistad íntima del salmista con su Dios, rebosa sin medida ante la envidia y despecho de sus enemigos, que son testigos de las larguezas del Señor del justo.

Al lado de su Dios, el hombre se siente seguro, porque experimenta diariamente su bondad y benevolencia: “Tu bondad y tu gracia me acompañan”. Como es ley en los salmos, el justo encuentra su máxima felicidad en vivir en la casa del Señor: “a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo”.

4.    SEGUNDA LECTURA Ef 2, 13-18

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.

Hermanos: Ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz: Él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones.

Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para aquéllos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.

Palabra de Dios.

4.1  JUDÍOS Y PAGANOS, REUNIDOS COMO UN SOLO REBAÑO, PARA LA GLORIA DE DIOS.

En la Segunda Lectura, Efesios 2,13-18, el apóstol Pablo, tras haber hablado del propósito salvador establecido por el Padre en Cristo (cf. Ef 1,3-14), invita a los destinatarios de la carta -cristianos procedentes del paganismo- a que tomen conciencia de que también ellos están llamados a participar en él, y eso por puro don de Dios (Ef. 2,4-5.8). El fragmento litúrgico de hoy presenta precisamente la consecuencia del acontecimiento salvífico para los creyentes: la muerte de Jesús les ha permitido acercarse a Dios, de quien estaban alejados, dado que por ser paganos no le conocían. Judíos y paganos, reunidos como un solo rebaño, no ya divididos, sino formando parte del mismo pueblo de Dios que es la Iglesia, han accedido al Padre y están animados por el único y mismo Espíritu.

La carta a los Efesios que San Pablo dirige a la Iglesia recientemente fundada en Efeso, es gran himno de bendición, donde celebra el misterio que Dios Padre ha manifestado en Jesucristo: el proyecto de salvación del que todos los hombres están llamados a beneficiarse. Jesucristo es el modelo y el artífice del plan eterno de Dios. Es así, como San Pablo se dirige a Dios Padre para darle gracias por la “fe” y “caridad” de los efesios y pedirle que les ilumine más y más cada día a fin de que entiendan la grandeza de la “esperanza” cristiana (Ef 1,15-23); esperanza que no puede fallar, pues se apoya en el poder de Dios, tan claramente manifestado en lo realizado con Jesucristo.

En síntesis, podemos decir que este fragmento que leemos en esta liturgia, es una carta donde San Pablo desarrolla lo que pudiéramos llamar “tesis de la unificación”: todos, judíos y gentiles, suprimida la antigua barrera entre ambos pueblos, formamos un solo “cuerpo,” que es la Iglesia, en la que todos, en calidad de hijos y con absoluta igualdad de derechos, podemos confiadamente dirigirnos a Dios Padre.

4.2   TODOS UNIDOS GRACIAS A CRISTO

San Pablo enseña que Jesús, con su sangre, hizo de todos los pueblos uno solo para la gloria de Dios.

San Pablo pasa a describir la nueva situación actual, llena de luz y armonía. El autor de este cambio ha sido Jesucristo, con su muerte redentora. El Apóstol lo dice de infinidad de maneras a lo largo de la carta: “en Cristo Jesús ….., por la sangre de Cristo..”, anulando en su carne la Ley., “por medio de la cruz” ., “siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús., en quien también vosotros sois edificados para morada de Dios en el Espíritu”. (Verso 18)”

La consideración general de esta carta, está en el versículo 13: “Ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz”. Podemos reflexionar que las expresiones de este hermoso pasaje paulino,  son de las más bellas de todas sus cartas. San Pablo usa las expresiones antes estaban lejos”, “han sido acercados”, es el “estar lejos” y “estar cerca,” inspiradas probablemente en Isaías 57:19. con las que son designados los gentiles (“lejos” del Señor y de la salud) y los judíos. El “acercamiento” entre los dos pueblos, y de uno y otro con Dios: “con Dios en un solo Cuerpo”, lo realiza Jesucristo mediante el derramamiento de su por la sangre de Cristo..”, “por medio de la cruz” . Fue Jesucristo, explica San Pablo quien “derribó el muro de separación” entre ambos pueblos, “derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley”,  haciendo “en sí mismo de los dos (pueblos); “un solo Hombre nuevo” 

Así agrupados, suprimida toda división, lo mismo judíos que gentiles, tenemos gracias a Cristo acceso al Padre; “Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu”.

4.3   EL VERDADERO PASTOR, SE PREOCUPA POR TODO SU REBAÑO

El Evangelio de hoy, Mc 6,30-34, nos presenta el encuentro de los apóstoles con Jesús al regreso de su misión Los apóstoles son invitado por Jesús a un jornada de descanso, y esta pausa de las tareas apostólicas consiste en estar con Él disfrutando de su intimidad. Sin embargo, la caridad del Buen Pastor es la norma decisiva del actuar de Jesús; ante la presencia de una multitud que están “como ovejas sin pastor” Jesús se compadece e interrumpe el descanso antes incluso de comenzarlo, un buen pastor cuida a su rebaño y preocupa por sus ovejas en todo momento. Pero el Señor, sabe que lamentablemente tiene malos pastores, que dispersan a las ovejas porque buscan sin interés, como nos explica la Primera Lectura, del libro de Jeremías 23,1-6, y así entonces, los discípulos de Jesús deben compartir la misma compasión y la misma solicitud del Maestro por la multitudes que están como ovejas sin pastor.

5.    EVANGELIO Mc 6, 30-34

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”.

Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Palabra del Señor.

5.1  AL REGRESAR DE SU MISIÓN

San Marcos, no relata la vuelta de los dos apóstoles, de esta primera salida en misión de a dos. A su retorno le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Los apóstoles, van mostrándole al Señor, su lealtad y su respeto a él como Maestro, fueron enviados a un ministerio y emplearon un tiempo prudente en su cometido, vuelven a quien les envía y le dan cuenta de todo lo que han hecho y enseñado.

5.2 VENGAN USTEDES SOLOS A UN LUGAR DESIERTO, PARA DESCANSAR UN POCO

Cristo les quiere proporcionar unos días de descanso. Por eso les lleva a un “lugar desierto” para descansar un poco. Jesús observa la gran alegría que muestran sus discípulos por la misión, el interés por aprender más y el deseo de enseñar, por eso los lleva a “Retiro”. El Señor se retira a un lugar desierto, es decir a un lugar sencillo, tranquilo, lejos de lo mundano. El Señor invita al descanso a los que trabajan de palabra y obra por él. Jesús sabe de esta necesidad humana.

5.3   PORQUE ERA TANTA LA GENTE QUE IBA Y VENÍA

El evangelio explica el descanso a sus discípulos, con estas palabras: Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.

Las gentes no les dejaban solos, ni aún después de su trabajo misional, especialmente intenso: las gentes venían a Cristo. San Marcos, nos describe esta premura de las grandes cantidades de gentes como las “turbas”, pues eran muchos los que iban y venían, y ni espacio les dejaban para comer”. Acaso estas multitudes que vienen en esos momentos puedan ser un indicio del fruto de la “misión” apostólica de la cual regresaban los apóstoles.

A fin de lograr este descanso, se fueron a un retiro. Se embarcaron para ir en dirección a un lugar desierto.

5.4  ENTONCES SE FUERON SOLOS EN LA BARCA A UN LUGAR DESIERTO

Los discípulos no se retiraron solos, iban acompañados por Jesús. Subieron a una barca y pasaron a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. El hecho de llegar antes que Jesús, yendo a pie, manifiesta que no fueron al otro lado del lago, sino que a un lugar cercano y talvez por la misma ribera, y al que por tanto podían llegar antes los que iban a pie.

Que sigan de esta forma a Jesús, muestra la fe de las gentes. Los que seguían al Señor, eran personas sencillas, por tanto lo hicieron a pie, posiblemente con poco alimento y muy fatigados, dando a conocer cuánta solicitud ponen en cuidar de su salvación. Los fariseos no alimentaban al pueblo, sino que le devoraban como lobos rapaces; por esto se reúnen en torno a Jesús, verdadero Pastor que les da el alimento espiritual, esto es, la palabra de Dios.

5.5  PORQUE ERAN COMO OVEJAS SIN PASTOR

Al desembarcar vio Jesús una gran muchedumbre y se compadeció de ellos, “porque eran como ovejas sin pastor.” Esta expresión aparece en el ambiente bíblico (Núm 27:17; 1 Re 22:27; 2 Par 18:16; Ex 34:5). Pero este pasaje, puesto en el evangelio, tiene, sin duda, una evocación de valor mesiánico. En el Antiguo Testamento, el pueblo había sido comparado a un rebaño, y el Mesías al pastor. Dios dice en Ezequiel: “Suscitaré para ellos un pastor único, que las apacentará. Mi siervo David (el Mesías), él las apacentará, él será su pastor” (Ez 34:23). Y Cristo, en la última Cena, se identificó con el pastor, y los apóstoles — pueblo — con el rebaño, conforme a la profecía de Zacarías (Zac 13:7). Y se proclamó el Buen Pastor (Jn 10:11ss).

5.6  JESÚS SE COMPADECE DE LOS HOMBRES

Jesús se nos muestra en todos los Evangelios, como la expresión plena del amor por los hombres. Su carácter está lleno de sentimientos por todos y cada uno de los hijos de Dios. El siente una profunda pena y lástima por la desgracia o por el sufrimiento ajeno. El nunca deja de conmoverse, siempre nos enseña esa natural inclinación a compadecerse y mostrarse comprensivo ante las miserias y sufrimientos, siempre motivado por un auténtico sentimiento de afecto, cariño y solidaridad, como lo hace ahora hacia aquella gente que estaba cansada y hambrienta, por querer estar en su compañía, es así como sintió una gran compasión y les estuvo regalando sus bellas enseñanzas por largo rato.

5.7  EL SEÑOR, ESPERA DE NOSOTROS, UN CORAZÓN COMPASIVO

Dios, tiene una gran ilusión con todos nosotros, esta es que tengamos la manera de ser con todos sus hijos como la que tuvo Jesús con sus hermanos, que siempre se preocupó de ellos incluso hasta de la necesidad del descanso. El corazón de un apóstol, no puede permanecer indiferente ante las necesidades de sus hermanos, sean estas espirituales o de otra índole. Sepamos como Jesús, mirar alrededor nuestro y veremos que hay mucho que necesitan oír una palabra de esperanza y que les hablemos del amor del Padre.

El Señor, espera de nosotros, un corazón compasivo, no dejemos de acudir en auxilio del que necesita, no dejemos de ayudar a los más necesitados por largo rato.

El Señor nos Bendiga

     Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Reflexión a las Lecturas del Domingo XVI Ciclo B

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Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga

Algunos conceptos están tomados de los comentarios a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P.

Comentarios a las Epístolas Paulinas, por Lorenzo Turrado.

Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.

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