“ENTONCES
ABRAHAM SE LE ACERCÓ Y LE DIJO: “¿ASÍ QUE VAS A EXTERMINAR AL JUSTO JUNTO CON
EL CULPABLE?”….. “POR FAVOR….QUIZÁ SEAN SOLAMENTE DIEZ”…..“EN ATENCIÓN A ESOS
DIEZ, RESPONDIÓ, NO LA DESTRUIRÉ”…..”¡ME ESCUCHASTE, SEÑOR, CUANDO TE INVOQUÉ!”……. “PERO
CRISTO LOS HIZO REVIVIR CON ÉL, PERDONANDO TODAS NUESTRAS FALTAS”… “SEÑOR,
ENSÉÑANOS A ORAR” …. “¡CUÁNTO MÁS EL PADRE DEL CIELO DARÁ EL ESPÍRITU SANTO A
AQUÉLLOS QUE SE LO PIDAN!” Reflexión desde las Lecturas del XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
EL
TRATO DE INTIMIDAD CON NUESTRO PADRE.
El evangelio de hoy nos recuerda
algo esencial en la vida del cristiano: el trato de intimidad con nuestro
Padre. Puesto que somos hijos de Dios, la tendencia y el impulso es a tratar
familiarmente con el Padre. La oración, por tanto, no es un lujo, sino una
necesidad; no es algo para privilegiados, sino ofrecido por gracia a todos;
no es una carga, sino un gozo. Los discípulos se ven atraídos precisamente
por esa familiaridad que Jesús tiene con el Padre. Viendo a Jesús en oración,
le dicen: “Enséñanos a orar”. Esta intimidad desemboca en confianza.
Jesús quiere despertar sobre todo esta confianza: “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas
a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos
que se lo pidan!” Si el amigo egoísta cede ante la
petición del inoportuno, ¡cuánto más él, que es el gran Amigo que ha dado
hasta su vida por nosotros! Pero esta confianza sólo crece sobre la base del
conocimiento de Dios. Lo mismo que un niño confía en sus padres en la medida
en que conoce y experimenta su amor, así también el cristiano delante de
Dios. La certeza de “Pidan y se les dará”
está apoyada en él “¡cuánto más el Padre del cielo dará” Por tanto, en el fondo, el
evangelio nos está invitando a mirar a Dios, a tratarle de cerca para
conocerle, a dejarnos sorprender por su grandeza, por su infinita
generosidad, por su poder irresistible, por su sabiduría que nunca se
equivoca. Sólo así crecerá nuestra confianza y podremos pedir con verdadera
audacia, con la certeza de ser escuchados y de recibir lo que pedimos. Sólo
así nuestras oraciones no serán palabras lanzadas al aire en un monólogo
solitario. 2. PRIMERA
LECTURA Gén 18, 20-21.23-32 El trato familiar de Abraham con Dios le
permite interceder por los habitantes de Sodoma, pues está convencido que la
justicia divina no afectará a inocentes por culpables. Este relato pone también
de manifiesto el efecto beneficioso de la
intervención de un hombre amado por Dios. Lectura
del libro del Génesis. El
Señor dijo: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan
grave, qué debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que
ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré”. Entonces Abraham se le acercó y
le dijo: “¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez
haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y Tú vas a arrasar ese lugar, en vez de
perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer
semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los
dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no
va a hacer justicia?” El Señor respondió: “Si encuentro cincuenta justos en
la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”.
Entonces Abraham dijo: “Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el
atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos
lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?” “No la
destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco”, respondió el Señor. Pero
Abraham volvió a insistir: “Quizá no sean más de cuarenta”. Y el Señor
respondió: “No lo haré por amor a esos cuarenta”. “Por favor, dijo entonces
Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean
solamente treinta”. Y el Señor respondió: “No lo haré si encuentro allí a
esos treinta”. Abraham insistió: “Una vez más, me tomo el atrevimiento de
dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte”. “No la destruiré en
atención a esos veinte”, declaró el Señor. “Por favor, dijo entonces Abraham,
que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez”.
“En atención a esos diez, respondió, no la destruiré”. Palabra
de Dios. 2.1 ¿ASÍ QUE
VAS A EXTERMINAR AL JUSTO JUNTO CON EL CULPABLE?
El Señor dijo: “El clamor contra Sodoma y
Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, qué debo bajar a ver si sus
acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así,
lo sabré”. Entonces Abraham se le acercó y le dijo: “¿Así que vas a
exterminar al justo junto con el culpable? La tradición ha
situado la escena de la conversación de Dios con Abraham en la actual
Bene Naím, dominando el desierto, el mar Muerto y las ciudades de Sodoma y
Gomorra Desde allí, el patriarca asistiría al terremoto que sumergió la ciudad
maldita. El diálogo que sigue es encantador por la forma y, sobre todo,
maravilloso por el contenido teológico. Abraham es el amigo fiel del Señor,
y, por tanto, el Señor no puede menos de corresponder a esta amistad. Y entre
amigos no hay secretos. Por otra parte, Abraham va a ser padre de un gran
pueblo, en el que serían bendecidas todas las naciones; El Señor dijo: “¿Voy a encubrir yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo
él de ser, como será, un pueblo grande y fuerte y habiendo de bendecirle
todos los pueblos de la tierra?” (v.17-18).
Por tanto, le corresponde de algún modo conocer los planes destructivos de
Dios sobre las ciudades pecadoras, Sodoma y Gomorra. El autor sagrado finge un monólogo en el
Señor: “El Señor dijo:
“El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave, qué
debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado
hasta mí. Si no es así, lo sabré”. Esto es, el Señor como introducción al
diálogo que va a mantener con el patriarca. La justicia que va a ejercer
sobre Sodoma servirá para que la descendencia de Abraham se enderece por
buenos caminos: “Pues bien sé que
mandará a sus hijos y a su casa después de él que guarden los caminos del
Señor y hagan justicia y juicio, para que cumpla el Señor a Abraham cuanto le
ha dicho.” (v.19) de forma que el Señor pueda colmarla de bendiciones.
Aquí, pues, se suponen unas condiciones morales impuestas a Abraham en el
pacto que no han sido explicitadas en el relato bíblico. No se alude a
disposiciones positivas, sino simplemente a relaciones morales de los
descendientes de Abraham con Dios, su protector y bienhechor. 2.2 EL SEÑOR
CONVERSANDO AMIGABLEMENTE CON EL PATRIARCA, SU AMIGO
Los pecados de Sodoma claman al cielo por
la justicia divina; prosiguió el Señor: “El
clamor de Sodoma y Gomorra ha crecido mucho, y su pecado se ha agravado en
extremo; voy a bajar a ver si sus obras han llegado a ser como el clamor que
ha ve-nido hasta mí, y si no, lo sabré.” (v.20-21). Para informarse del
estado de las cosas, el Señor desciende del cielo, de forma que tenga una
opinión exacta sobre la situación. Es una concepción antropomórfica, muy en
armonía con el estilo antiguo. Los dos acompañantes –de la aparición en
Mambré- dejaron solos al Señor y al patriarca “Y partiéndose de allí dos de los varones, se encaminaron a Sodoma.
Abraham siguió estando con el Señor.” (v.22) y continuaron viaje hacia Sodoma. Ahora,
en la mayor intimidad, Abraham, compadecido de la suerte de las ciudades
pecadoras, donde está su sobrino Lot, se acerca al Señor para pedir
clemencia, teniendo en cuenta que allí moran justos también; “Entonces Abraham se le acercó y le dijo:
“¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la
ciudad cincuenta justos. ¿Y Tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo
por amor a los cincuenta justos que hay en él?”. El patriarca, llevado de un sentimiento
elemental de justicia, no comprende cómo Dios va a hacer perecer a justos y
pecadores. No tiene luces sobre la remuneración en ultratumba, y cree que los
justos deben ser premiados en esta vida, y los pecadores castigados. El
diálogo es una de las más bellas páginas del Antiguo Testamento, pues destaca
el poder intercesor del justo por los pecadores. Primero el patriarca
pregunta si bastarían cincuenta justos para que perdonase Dios a toda la
ciudad. El patriarca baja la cifra hasta diez; “Por favor, dijo entonces
Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean
solamente diez”, y Dios le dice que, si hay diez justos en Sodoma,
perdonará a toda la ciudad; por última vez. Quizá sean solamente
diez”. Pero la depravación de
Sodoma es tan general, que no se encuentran estos diez justos. San Pedro
alaba a Lot; “pues este justo, que
vivía en medio de ellos, torturaba día tras día su alma justa por las obras
inicuas que veía y oía” (2 Pedro 2:8) El texto nos presenta aquí al Señor
conversando amigablemente con el patriarca, su amigo. Semejante modo de
hablar nos trae a la memoria otros pasajes anteriores, en que el Señor se nos
ofrece tan humano y hasta paseándose por el jardín del Edén a la hora de la
brisa; “Oyeron luego el ruido de los
pasos del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa”, (Génesis 3,8). El Espíritu Santo, en su
obra inspiradora, se ha humanizado en la expresión para hacerse entender de
los hombres; “Muchas veces y de muchos
modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas”; (Hebreos1:1). La gran enseñanza del
relato bíblico es el poder de intercesión de los justos en el Antiguo Testamento.
La forma de expresar esta doctrina es encantadora y muy en armonía con la
mentalidad tierna de los destinatarios inmediatos de estos relatos bíblicos.
Es el modo peculiar de narrar — descriptivo, folklórico y antropomórfico — a
la vez gran teólogo y poeta. Nosotros hemos de buscar ante todo en el relato,
no la forma de expresión, sino su contenido religioso. 3.
SALMO Sal 137, 1-3.6-7a.7c-8
R.
¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué! Te
doy gracias, Señor, de todo corazón, porque has oído las palabras de mi boca,
te cantaré en presencia de los ángeles. Me postraré ante tu santo Templo. R.
¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué! Daré
gracias a tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado
tu renombre. Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de
mi alma. R.
¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué! El
Señor está en las alturas, pero se fija en el humilde y reconoce al orgulloso
desde lejos. Si camino entre peligros, me conservas la vida. R.
¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué! Tu
derecha me salva. El Señor lo hará todo por mí. Tu amor es eterno, Señor, ¡no
abandones la obra de tus manos! R.
¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué! 3.1 SALMO DE
ACCIÓN DE GRACIAS.
Este salmo de acción de gracias, es
atribuido por la tradición judía al rey David, aunque probablemente fue
compuesto en una época posterior, comienza con un canto personal del orante.
Alza su voz en el marco de la asamblea del templo o, por lo menos, teniendo
como referencia el santuario de Sión, sede de la presencia del Señor y de su
encuentro con el pueblo de los fieles. El salmista parece hacerse eco de los
sentimientos de gratitud del pueblo al ser liberado de la opresión
babilónica. “Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te
cantaré en presencia de los ángeles”. Así, alaba al Señor por el cumplimiento de
sus antiguas promesas, lo que servirá para que todos los reyes de la tierra
reconozcan su señorío y poder. “Cantarán en los caminos del Señor:
“¡Grande es ciertamente la gloria del Señor!” (Sal 137,5). El poeta quiere declarar las alabanzas de
su Dios ante los supuestos dioses de las otras naciones. Esto no quiere decir
que reconozca las divinidades de los pueblos gentílicos, sino que se dispone
a cantar las alabanzas del Señor en medio de un ambiente idolátrico,
declarando su superioridad sobre todo lo que es objeto de adoración por parte
de los gentiles. La liberación del pueblo israelita es una prueba del poder
de su nombre. “Cuando camino en medio de la angustia, me vivificas, extiendes tu
mano contra la ira de mis enemigos, y tu diestra me salva”: (Sal 137,7)
Por ella reconocerán su soberanía todos los reyes de la tierra; al ver el
cumplimiento de las antiguas promesas, le reconocerán como “Dios único y
salvador.” Por tu templo en Jerusalén, te ofrecerán dones los reyes (Sal 68,30)
o como se canta en; “Porque aman tus siervos sus piedras y se
compadecen de sus ruinas. Entonces temerán las gentes el nombre del Señor, y
todos los reyes de la tierra tu gloria”, (Sal 102 (101), 15-16). En efecto, el salmista afirma que: “Me postraré ante tu santo Templo y daré gracias a tu Nombre”, en él canta ante Dios, que está en los
cielos con su corte de ángeles: “te cantaré en presencia de los ángeles”, pero que también está a la escucha en el espacio
terreno del templo. El orante tiene la certeza de que el
“nombre” del Señor, es decir, su realidad personal viva y operante, y sus
virtudes de fidelidad y misericordia, signos de la alianza con su pueblo, son
el fundamento de toda confianza y de toda esperanza; “Daré gracias a
tu Nombre por tu amor y tu fidelidad, porque tu promesa ha superado tu
renombre”. . Es así como la mirada se dirige por un
instante al pasado, al día del sufrimiento: la voz divina había respondido
entonces al clamor del fiel angustiado. Dios había infundido valor al alma
turbada: “Me respondiste
cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma.”. Es como si se produjera la penetración de un
viento impetuoso que barre las dudas y los temores, infunde una energía vital
nueva y aumenta la fortaleza y la confianza. En efecto, por superior y encumbrado que
esté el Señor en los cielos de los cielos, no se desentiende de los humildes,
“El Señor está en las alturas, pero se fija en el
humilde”, a los que
dispensa su protección, mientras que al altivo le conoce (le tiene ante sus
ojos escrutadores), “y reconoce al
orgulloso desde lejos”, pero de
lejos, pues no le dispensa su protección. La distancia no impide que esté al
tanto de sus inicuas acciones; pero su mirada, lejos de ser protectora, es
justiciera y disciplinaria. El salmista tiene experiencia personal de la
protección divina, que le salva de la angustia y, al mismo tiempo, castiga
inexorablemente a sus enemigos. Seguro del auxilio divino, pide al Señor
que continúe favoreciéndole, cumpliendo así sus promesas. Israel es la obra
de sus manos, “Tu amor es
eterno, Señor, ¡no abandones la obra de tus manos!” y, en
consecuencia, no debe dejarla incompleta, sino protegerla hasta que alcance
la plenitud prevista en sus augustos designios. Porque “Tu amor es
eterno, Señor”, Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré
en presencia de los ángeles, porque siempre nos escuchas y te fijas en el
humilde y reconoce al orgulloso desde lejos. Así como me respondiste cada vez
que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma, así me postraré ante tu
santo Templo y daré gracias a tu Nombre, porque: “¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué!” 4. SEGUNDA
LECTURA Col 2, 12-14 Pablo les recuerda a los cristianos de
Colosas que su incorporación a la Iglesia ha sido mucho más que un rito
externo, ya que por el bautismo han sido asociados a esa renovación del mundo
realizada por Jesús a través de su muerte y resurrección. Lectura
de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas. Hermanos:
En el bautismo, ustedes fueron sepultados con Cristo, y con Él resucitaron,
por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes
estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne,
pero Cristo los hizo revivir con Él, perdonando todas nuestras faltas. Él
canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus
cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz. Palabra
de Dios. 4.1 EN EL
BAUTISMO, USTEDES FUERON SEPULTADOS CON CRISTO
En íntima conexión con lo que acaba de escribir sobre su misión para
predicar el “misterio” de Cristo, Pablo habla ahora de su inquietud por la fe
de los colosenses, bien instruidos por Epafras, pero que se hallan en peligro
de ser seducidos por las doctrinas “falaces y vanas” de falsos maestros. Les
da cuenta primeramente del vivo interés que tiene por ellos y de cómo lucha y
se esfuerza, a fin de que sean confortados sus corazones y, estrechamente
unidos por la caridad, alcancen plena inteligencia del misterio de Cristo,
fuera del cual no hay más que ignorancia y oscuridad intelectual. Luego, en el texto de hoy, sigue insistiendo en la misma idea de cómo
se efectuó nuestra incorporación a Cristo; “En el bautismo,
ustedes fueron sepultados con Cristo, y con Él resucitaron, por la fe en el
poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos”, pero lo hace en forma más dramática. Dice que la condonación de
nuestros delitos y resurrección a nueva vida; “Ustedes estaban
muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión”, la hizo Dios borrando el acta que nos era
contraria y clavándola en la cruz; “Él canceló el acta de condenación que nos
era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en
la cruz”. 4.2 SAN PABLO,
HABLANDO EN FORMA DRAMÁTICA, CONTEMPLA A DIOS CLAVANDO EN LA CRUZ VICTORIOSA
Lo anterior, evidentemente, es una alusión a la pasión y muerte de
Cristo, causa de nuestra salud, (todos
pecaron y están privados de la gloria de Dios - y son justificados por el don
de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien
exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante
la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados
cometidos anteriormente. Romanos 3:24-25). Pero ¿de qué “acta” se trata?
Hay autores que suponen aquí la misma metáfora que cuando se habla del “libro
de la vida” (También te ruego a ti,
Sícigo, verdadero –compañero-, que las ayudes, ya que lucharon por el
Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás colaboradores míos, cuyos
nombres están en el libro de la vida. Filipenses 4,3), y se aludiría a
esa especie de acta o registro en que se supondrían anotadas nuestras deudas
con Dios y que habría sido clavado, y anulado, en la cruz de Jesús, al igual
que lo eran las culpas de un ajusticiado, anotadas en el letrero de su cruz (Pilato redactó también una inscripción y
la puso sobre la cruz…..Lo que he escrito, lo he escrito. Juan 19:19-22).
Sin embargo, lo más probable, conforme interpreta la mayoría de los autores,
es que se aluda a la Ley mosaica, documento escrito contrario a nosotros,
pues al prohibir el pecado sin dar fuerzas para evitarlo lo hacía abundar
más, manteniéndonos en esclavitud y llevándonos a la muerte. Esta sentencia
de muerte que pesaba sobre nosotros, quedó anulada con la muerte de Cristo, a
quien Dios hizo “pecado” y “maldito” y “sujeto a la Ley,” para de ese modo
destruir en su persona el documento que nos condenaba (A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que
viniésemos a ser justicia de Dios en él. 2 Corintios 5, 21). San Pablo, hablando en forma dramática, contempla a Dios clavando en
la cruz victoriosa, el documento, como indicando que queda abolido, junto con
todas sus exigencias. Y continuando en la misma forma dramática, aunque
cambiando de imagen, contempla asimismo a las potencias angélicas o poderes
supraterrenos, de que tanto hablaban los judaizantes de Colosas, como
formando parte, en concepto de capitanes enemigos derrotados, del cortejo
triunfal de Dios con la cruz como trofeo principal “y despojando a los principados y a las potestades, los sacó
valientemente a la vergüenza, triunfando de ellos en la cruz” (v.15). 5.
EVANGELIO Lc 11, 1-13
En el camino hacia Jerusalén Jesús enseña
a sus discípulos no sólo una fórmula para repetir, sino un proyecto que debe
abrazar toda la vida cristiana, que la transforme desde dentro y la proyecte
a la realidad que los rodea; todo ello con la certeza que el Padre nunca dará
nada que no sea útil y saludable para quienes se empeñen en vivir tal
proyecto. Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Un
día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus
discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus
discípulos”. Él les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado
sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que
nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”. Jesús agregó: “Supongamos
que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle:
-Amigo,
préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada
que ofrecerle-, y
desde adentro él le responde: -No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis
hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos-. Yo les aseguro que aunque él no se levante para
dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y
le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen
y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que
busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún
padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide
un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas
buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a
aquéllos que se lo pidan!” Palabra
del Señor. 5.1 JESÚS REZA Y ENSEÑA EL PADRENUESTRO PORQUE PRIMERO LO VIVE Y LO
PRACTICA. En el evangelio de Lucas, el Padrenuestro
también se encuentra enmarcado en una catequesis sobre la oración. Las
enseñanzas se agrupan en tres temas: el Padrenuestro (Lc. 11, 1-4), la
confianza y seguridad de que Dios escucha siempre (Lc. 11, 5-8) y la eficacia
de la oración al Padre (Lc. 11, 9-13). En Lucas, los discípulos reconocen en la
práctica de Jesús una nueva forma de orar, que les impresiona y quieren
imitar. Un día, al finalizar su oración, uno de ellos le pide que les enseñe
a orar. La comparación con Juan el Bautista y sus discípulos es importante.
Era común que cada maestro transmitiese a su grupo de seguidores una oración
que los uniera, una especie de credo que los identificase. Los discípulos le
reclaman al Señor que él también les enseñe una oración que los reúna, que
los congregue como comunidad que intenta vivir como él. El Padrenuestro es
una síntesis del mensaje de Jesús, un resumen de sus motivaciones más
profundas. Es importante descubrir que Jesús, cuando quiere transmitir lo
medular de su predicación y su vida, no utiliza un discurso doctrinal, sino
una breve oración que reúne lo más importante del sentido de su vida. Jesús
reza y enseña el Padrenuestro porque primero lo vive y lo practica. 5.2 PADRE
No hay en el lenguaje humano ninguna
palabra en que se condense toda la buena nueva que Jesús trajo a la tierra,
como en la palabra que el hombre dirige a su Dios llamándole: Padre. Dios,
nuestro Padre, nosotros sus hijos. La palabra Padre la repite Jesús
muchísimas veces, tanto en sus sermones a los judíos y apóstoles como en sus
oraciones. Especialmente se ve esto en los Evangelios de San Mateo y San
Juan. San Mateo trae esta palabra 44 veces, Juan cerca de 115 veces. De esto
se deduce cuán profundamente impresionó esta palabra a los apóstoles y cuánto
se grabó en su memoria. Al poner esta palabra al principio de su
oración, Jesús quería producir en nosotros los mismos sentimientos que El
abrigaba. Por eso se puede comprender cuánto le agrada el que este
pensamiento fundamental de su trato con Dios halle un eco fiel en nuestras
oraciones. Cuando un niño no conoció a su padre como
la imagen perfecta del amor providencial, y no creció al calor de este amor,
siempre sentirá la falta de uno de los aspectos más felices de su vida. Lo
mismo acaece en el hombre que no aprendió sentirse hijo de Dios. A él no le
queda más remedio que pedir con toda reverencia como los discípulos: "Señor,
enséñanos a orar". El decir “Padre”, nos debe
hacernos muy felices en la convicción de tener por Padre a Dios, el Eterno e
Inmenso, el Creador y Señor de todas las cosas creadas. ¡Qué ánimo y aliento,
qué confianza en todas las situaciones de nuestra vida nos da esta seguridad! ¡Oh Padre mío, yo creo en tu eterno amor
para conmigo! Cuán fielmente cumpliste siempre tus obligaciones de Padre
conmigo! Yo a mi vez quiero ser fiel hijo tuyo y buen hermano de tus hijos,
mis hermanos en la tierra, ante todo de tu Hijo que me recuperó los derechos
perdidos de ser hijo tuyo. (Anónimo) 5.3 SANTIFICADO
SEA TU NOMBRE
Que gozo poder hablarle íntimamente a
nuestro Padre y decirle: ¡Que tú, oh Padre,
encuentres en el mundo aquella gloria externa que se te debe en la vida
pública y privada de los hombres, en la ciencia y las bellas artes, en la
técnica y en la vida política, ante todo en la práctica de las virtudes de
tus hijos! ¡Ojalá todo sea dirigido para promover tu honra y gloria! Esta es
mi primera aspiración en todas mis oraciones, como es el principal interés de
los hijos buenos que el padre de familia sea honrado y amado de todos. Oh querido Padre que estás en los cielos,
necesito pedirte muchas cosas: soy pobre y necesito mi pan cotidiano; soy más
pobre porque necesito el perdón de mi culpa: soy aún más pobre, porque
necesito ser librado siempre de nuevos peligros; soy pobrísimo, porque
necesito ser preservado de la perdición eterna. Pero todas esas cosas no han
de ser lo primero que te pido. El primer y principal objeto de todos mis
anhelos es que tu nombre sea santificado. ¡Ojalá toda mi vida sea dedicada a
conseguir este fin primordial de todos los hombres de la tierra! (Anónimo) 5.4 QUE
VENGA TU REINO
Nosotros somos de propiedad y posesión, de
Dios. Es así como le rogamos que fortalezca en nuestros corazones la
convicción de ser suyos a fin de no servir a nadie fuera de Él, como pedirle que no permitas que el
espíritu del mundo reine en perjuicio de las almas inmortales. Roguemos al
Señor para que refrene la incredulidad, la soberbia y la sensualidad. Pidamos
que El extienda su reino por medio de la propagación de la fe entre todos los
pueblos de la tierra, por la libertad y exaltación de la Iglesia, por la
multiplicación de su influjo en todas las manifestaciones de la vida a su
alcance, para ennoblecer la sociedad y poder llevarla a su verdadera
felicidad. Roguemos al Señor para que tome posesión de los corazones de todos
los hombres a fin de que puedan llegar a ser herederos de tu reino eterno. 5.5 DANOS
CADA DÍA NUESTRO PAN COTIDIANO
Bajo el concepto de "pan de cada día"
que pedimos para todo el género humano, entendemos en primer término todos
los bienes materiales y espirituales que el hombre necesita para la vida
terrenal y existencia digna a su naturaleza. Llama nuestra atención que,
cuando las peticiones anteriores, abrazan el cielo, la tierra y la eternidad,
ésta se concreta al día que pasa y al pan que necesitamos. Esta petición debe ser condicional, esto
es, unida a la anterior a la que pedimos que se haga la voluntad de Dios en
todas las cosas. Así pedimos aquí que nos dé el pan de cada día, si así es su
santa voluntad. Incondicional debe ser esta petición sólo
cuando la referimos al pan de la divina gracia que diariamente necesitamos, o
al pan de la Hostia divina. El recuerdo del Santísimo Sacramento es el
pensamiento más hermoso y tierno que la palabra "pan" puede
sugerirnos. Oremos para que siempre aumente el número
de los fieles que reciben diariamente este pan celestial y que con ellos se
multiplique el número de aquellos en que Jesús vive y reina y que viven en
Jesús; esto significaría el más perfecto cumplimiento de esa petición, la
solución de la atormentadora cuestión por el pan cotidiano que tanto interesa
a los hombres. Muy convenientemente se une a esta
petición la Comunión espiritual, a la vez que el ruego por aquellos pobres, a
quienes falta el pan del día. No en balde Jesús acentúa tanto en esta y en
las siguientes peticiones el concepto de familia que prima en ellas, que se llega
a pensar que, no se nos concedería ningún pedido personal, que no alcance a
la vez a todos nuestros hermanos. 5.6 PERDONA
NUESTROS PECADOS, PORQUE TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A AQUÉLLOS QUE NOS
OFENDEN;
Esta petición intenta mantener vivo en
nosotros el espíritu de penitencia. El perdón de los pecados es la necesidad
más urgente del caído género humano. No hay cosa que oprima tanto como una
culpa no expiada. Ahora bien, el precio del perdón de toda la culpa del
hombre lo pagó Jesús por medio de sus infinitos méritos, adquiridos por su
vida, pasión y muerte. Pero la aplicación de estos méritos al alma exige su
cooperación a la gracia. En esta cooperación no prestan, desgraciadamente,
millares de almas. Para todas ellas pedimos nuevas y más abundantes gracias
de perdón y conversión. En esto estriba el significado de esta petición. Al
formularla no pensamos solamente en nuestra culpa personal, sino también en
la de nuestra familia, de nuestros hermanos y allegados, de nuestro pueblo,
patria y de todo el linaje humano. Este apostolado de la oración, esta
petición por la conversión de los pecadores, disidentes, infieles y paganos,
es una obra excelente de misericordia que cada cual puede hacer. En todo ello hay que tener presente que
Dios nuestro Señor es Padre bondadosísimo, inclinado por naturaleza a usar de
misericordia donde quiera que note alguna buena voluntad en el hombre. No
creamos algo de Dios que tendríamos reparo o vergüenza de creer de nuestro
propio padre. Para nosotros pedimos la gracia de recibir siempre dignamente
el Sacramento de la Penitencia y de no engañarnos acerca de la seriedad de
nuestra contrición y sinceridad de nuestros propósitos, prometiendo a la vez
cumplir con la condición expresada en las palabras que agregamos: "como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". El perdón que Dios
nos concede está en relación exacta con la conducta que nosotros observamos
con nuestros prójimos (Mat. 7, 2). Un silencioso y sincero: "Perdona
nuestras ofensas" por la salud de nuestro prójimo es la mejor
contestación al rencor y la antipatía natural que se levanta en nuestro
interior, y constituirá nuestro perdón y justificación ante el tribunal
divino. 5.7 Y NO NOS
DEJES CAER EN LA TENTACIÓN”.
En esta petición imploramos, nos preserve
Dios de nuestros pecados, confesión que avergüenza nuestro orgullo. No
podemos confiar en nosotros mismos. La historia de nuestra vida es en su
mayor parte la historia de nuestras derrotas en las tentaciones. Sólo el que
se teme a sí mismo y confía
en el auxilio de Dios, está seguro de no pecar. Al pedir que Dios no nos deje
caer en las tentaciones, nos obligamos, a la vez, a evitar todas las
ocasiones de pecado y emplear los medios necesarios para no pecar. Adviértase aquí el plural "nos".
Lo que cada cual pide para sí, lo implora igualmente para todos sus prójimos.
¡Con qué insistencia surgirá muchas veces de los corazones buenos y celosos
de la salvación de las almas esta petición a favor de las que se hallan
confiadas a su cuidado, especialmente para conservar la inocencia de la vida!
¡Cuán necesaria es tal oración, ante todo en la época actual en que toda la
atmósfera se halla envenenada del olor viciado de la tentación! 5.8 REZAR
EL PADRENUESTRO HOY
Rezar hoy el Padrenuestro, es dar una
mirada a Nuestro Padre, es una explosión de amor. Que gran cosa nos enseñó Jesús, hablar con Dios como con su propio
Padre, dirigirse a Dios familiarmente, como dice San Juan Casiano, “es una
ternura de piedad en verdad entrañable” Padre nuestro: este nombre suscita en
nosotros todo a la vez, el amor, el gusto en la oración,.. Y también la
esperanza de obtener lo que vamos a pedir, dice San Agustín: “¿Qué puede El,
en efecto, negar a la oración de sus hijos, cuando ya previamente les ha
permitido ser sus hijos?” Dos sabios consejos: Es necesario
acordarnos, cuando llamemos a Dios 'Padre nuestro', de que debemos
comportarnos como hijos de Dios (San Cipriano, Dom. orat. 11) y Es necesario
contemplar continuamente la belleza del Padre e impregnar de ella nuestra
alma (San Gregorio de Nisa, or. dom. 2). 5.9 NO SE DEBE SER NEGLIGENTE Y DESCUIDADO CON LA
ORACIONES En los versículos anteriores, (Lc 11,
1-4), a petición de los apóstoles, Jesús nos enseñó como orar, ahora nos quiere dejar en claro
que no hay que ser pusilánime, esto es falto de ánimo o de valor para
soportar las penas, y no se debe ser negligente y descuidado con la oraciones
y que si no somos oídos a la primera o la segunda, no dejemos de orar. En
otras palabras, es bueno tener paciencia en las oraciones. 5.10 “SI UNO DE VOSOTROS TIENE UN AMIGO” Dice Jesús, “Si uno de vosotros tiene un
amigo”. ¿Cómo podríamos definir lo que es un amigo?, Parece que lo
más cercanos a lo que entendemos, es con el que tiene una relación de amistad
o de afecto y confianza, pero además yo agregaría, una relación personal
desinteresada, que nace y se fortalece con el trato y está basada en un
sentimiento recíproco de cariño y simpatía y también de amor mutuo. ¿Quién es
este amigo? ¿Quién es más amigo nuestro que aquel que ha entregado su vida
por nosotros? Este amigo es Jesús. Luego dice y, acudiendo a él a medianoche,
Aquí se nos da a conocer otro precepto, es decir a una hora impensada, y que
oremos en todo momento (no sólo durante el día sino también de noche). Como
pidió David cuando decía (Sal 118,62): "Me levantaba a media noche a
tributarte gracias". 5.11 ¿CUÁNTO
DEBEMOS ORAR?, ¿A QUE HORA DEBEMOS ORAR?
¿Cuánto debemos orar?, ¿A qué hora debemos orar?, ¿Por quién debemos orar?, cuanto más caemos y cuanto más pecamos, cuanto más necesitamos, nosotros y nuestros amigos,
por esos dice "Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a
mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle" ¿Qué son estos tres panes?, es el alimento
divino, porque puede suceder que ha llegado un amigo fatigado de un mal
camino, trasnochado y de mala vida, y nos pida ayuda en la fe a fin de
cambiar el rumbo, y no sepamos que darle, entonces acudimos a la ayuda, a los
Evangelios u otro fragmentos de las Sagradas Escrituras y a la oración. 5.12 ALGUNAS VECES SE TARDA EN RECIBIR, Y DEBEMOS
INSISTIR CUANDO NECESITAMOS Pero aquí en el ejemplo que nos pone el
Maestro dice: "Y aquél, desde dentro, le responde: "No me molestes; la
puerta ya está cerrada” ¿frente a esta puerta cerrada, como
debiéramos actuar? No por esto vamos a abandonar nuestro interés, porque
algunas veces se tarda en recibir, y debemos insistir cuando necesitamos, y
todo lo que se adquiere con mucho trabajo, se conserva con cariño. Cuanto más veamos cerradas las puertas, más debemos
orar. (Pablo Col 4,3) “A la vez, orad
también por nosotros, a fin de que el Señor nos abra una puerta para la
palabra, para comunicar el misterio de Jesús” Y sigue el relato: “Y mis hijos y yo estamos
acostados; no puedo levantarme a dártelos". En efecto muchos de los que reparten la sabiduría
de los evangelios, como el buen pan necesitado, el mejor de los alimentos, y
que anduvieron predicando por todo el mundo, están ya en reposo misterioso
con el Señor. El lecho es el descanso del Salvador. 5.13 “YO OS
DIGO: PEDID Y SE OS DARÁ”
Luego Jesús, nos añade una exhortación y
nos estimula en extremo a buscar, a pedir y a llamar, hasta que recibamos lo
que pedimos. Entonces nos dice: “Yo os digo: Pedid y se os dará”. Esto tiene
fuerza de cumplimiento, porque todo lo que viene de Dios se hace. Luego
haciéndonos ver la pequeñez inexcusable de nuestra fe, nos añade; “buscad y
hallaréis”. Las cosas que se buscan exigen mucho cuidado, principalmente lo
que está en Dios, porque son muchas las cosas que dificultan nuestros
sentidos. Así como buscamos cosas perdidas así debemos buscar a Dios con
ganas de encontrarlo. 14. "LLAMAD
Y SE OS ABRIRÁ". Mostremos también interés en que vamos a
la puerta para que se nos abra y aunque no se abra inmediatamente, no perdamos
la esperanza que se nos abrirá. Jesús así nos ha dicho, y su palabra es
verdad que se cumple, por esto añade: "Llamad y se os abrirá".
Porque si continuamos pidiendo, recibiremos sin duda. Por esto está cerrada
la puerta, para obligarnos a que llamemos; por ello no contesta
afirmativamente en seguida, para que pidamos encarecidamente. El Señor no nos
invitaría tanto a que pidiésemos si no quisiera darnos, porque más quiere dar
el Señor, que nosotros recibir. 5.15 ¿POR QUÉ
MUCHOS QUE ORAN NO SON OÍDOS?
Algunos se preguntarán ¿por qué muchos que
oran no son oídos? A ellos debemos contestarles que todo aquel que llega a
pedir con recta intención, (en otra palabras simples, seamos derecho en
pedir), no omitiendo nada de lo que pueda contribuir a obtener lo que pide,
recibirá sin duda lo que ha pedido en su ruego. Pero si alguno separa su
intención del ruego justo, esto es, no pide como corresponde o debe y
entonces puede decirse que no pide. Así nos enseña también Santiago; "Pedís,
y no recibís, porque pedís mal" (Stgo 4,3). En todo caso si pedimos, y creemos que no
hemos recibido, todo lo que hemos ofrecido al Señor nunca estará demás. 5.16 EL SABE
QUE ES BUENO PARA NOSOTROS
Dios sabe lo que necesitamos, y nos
concede lo que Él sabe que es
bueno para nosotros. Algunas veces pedimos cosas que son inalcanzables, o
cosas extrañas movido por ilusiones que se nos ocurren, por ejemplo que nos
ayude a ganar la lotería, cuando pedimos a Dios algo semejante, nunca lo
alcanzaremos. En otras palabras, cuando nuestro hijo nos
pide pan se lo concedemos con gusto, porque pide un alimento conveniente;
pero cuando por falta de inteligencia nos pide una piedra para comer, no
solamente no se la damos, sino que se lo prohibimos, porque es perjudicial
hasta el deseo de ella. Este es el sentido del evangelio, porque si entre
nosotros un hijo nos pide pan ¿le daríamos acaso una piedra? En el mismo
sentido debemos entender lo de la serpiente y del pez, cuando dice: ¿Qué
padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez
le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión?” 5.17 TENGAMOS
CONFIANZA EN LA EFICACIA DE LA ORACIÓN
Dios no solamente nos concederá lo que le
pidamos, va más allá, y se nos da así mismo, nos da su propio Don, que es el
Don de su divino Espíritu. Tengamos confianza en la eficacia de la
oración, nuestro Padre no es indiferente a nuestras súplicas, los tres panes,
son como las tres cosas que más requerimos, oración para pedir por nuestras
necesidades, perseverancia para obtener la gracia de lo pedido y convicción
en la bondad y el amor de Dios. Dice san Mateo; 7,11. ¡Con cuánta mayor
razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que
se las pidan! Cristo
Jesús viva en sus corazones Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant ocds Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS XVII
DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd. Julio Alonso Ampuero, Meditaciones
Bíblicas sobre el Año Litúrgico |
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