Reflexión desde las Lecturas del XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    “SI USTEDES TUVIERAN FE DEL TAMAÑO DE UN GRANO DE MOSTAZA”

El Nuevo Testamento nos recuerda de múltiples maneras que la fe es el único camino para nuestra relación con Dios: “sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb 11,6). Por eso mismo es la raíz y fundamento de toda la vida del cristiano.

Las palabras “Si ustedes tuvieran” que Jesús dirige a los apóstoles y a nosotros sugieren que nuestra fe es prácticamente nula, ya que bastaría “un grano de mostaza” para ver maravillas. Es grande el poder de la fe, pues cuenta con el poder infinito de Dios. El verdadero creyente no se apoya en sus limitadas capacidades humanas, sino en la ilimitada potencia de Dios, para el cual “nada hay imposible” (Lc 1,37). La fe es la única condición que Jesús pone a cada paso para obrar milagros y es también la condición que espera encontrar hoy en nosotros para seguir realizando sus maravillas y llevar adelante la historia de la salvación en nuestro mundo.

El texto evangélico quiere fijar nuestra atención en este poder de Dios. El ejemplo de la “morera” es una forma de ilustrar que Dios es capaz de realizar lo humanamente imposible. Por eso, lo decisivo no son las dificultades y los males que vemos alrededor. Lo decisivo es la fe que espera todo de Dios, que no pone límites al poder de Dios. “Si crees verás la gloria de Dios” (Jn 11,40), es decir, a Dios mismo actuando y transformando la muerte en vida. A nosotros, pobres siervos, nos corresponde avivar el fuego de esta gracia de la fe que nos ha sido dada; esto es lo que “tenemos que hacer”.

2.    PRIMERA LECTURA Hab 1, 2-3; 2, 2-4

Comentario: Al igual que el profeta, al ver los hechos de violencia y el mal a nuestro alrededor, clamamos al Señor por la justicia largamente esperada. Por su parte el Señor nos exhorta a no desesperar ni desanimarnos, aún cuando esa justicia tarde, pues para los justos la perseverancia traerá como recompensa la vida que viene de Dios.

Lectura de la profecía de Habacuc.

¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que Tú escuches, clamaré hacia ti: « ¡Violencia», sin que Tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia. El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará. El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.

Palabra de Dios.

PERSONALIDAD DEL PROFETA Y ÉPOCA DE SU MINISTERIO.

Habacuc (en hebreo Jabaquq: “Abrazo”?) pertenecía al grupo de profetas, que se dedicaban a fomentar la vida religiosa en el pueblo. La opinión tradicional es la que supone que el profeta ejerció su ministerio en los días de Jeremías, cuando Babilonia se formaba como imperio y no era todavía amenaza para Judá.

La predicción de Habacuc tiene un sentido correctivo y amenazador. Antes de anunciar el castigo, el profeta reacciona contra las injusticias reinantes en la sociedad. Llevado de su sentido de justicia, protesta ante el Señor porque permite tanta iniquidad, contraria a sus atributos divinos. Se discute sobre el sentido de estas protestas del profeta, pues unos autores creen que Habacuc no hace sino hacerse eco de la situación injusta de la sociedad judía de su tiempo, con sus extorsiones y opresiones, como lo habían hecho otros profetas.

Otros exegetas, en cambio, creen que Habacuc protesta por la opresión de Judá por los extranjeros: han pasado los asirios, después los egipcios,  y, por fin, ve como inminente la invasión caldea dirigida por el implacable Nabucodonosor. Los eruditos, se inclinan por la primera interpretación, y creen que el profeta anuncia la invasión babilónica como castigo por el injusto estado social en que se debatía la sociedad contemporánea, como vemos por el mismo Jeremías, su contemporáneo.

2.1  EL PROFETA VELA POR LOS INTERESES ESPIRITUALES DE SU PUEBLO

El profeta se presenta como el centinela, que vela por los intereses espirituales de su pueblo: ¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que Tú escuches, clamaré hacia ti: « ¡Violencia», sin que Tú salves?  y, como tal, espera poder transmitir a éste la respuesta del Señor a sus angustias. El Señor responde que le va a comunicar una revelación que debe poner por escrito en caracteres bien legibles: “Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido”.  La comunicación divina debe ser cuidadosamente conservada para instrucción del pueblo, pues así servirá de testimonio para cuando los hechos tengan lugar. El Señor quiere insistir en que el cumplimiento de lo que aquí se anuncia se realizará ciertamente, pues es para tiempo fijo; “Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará”.  La palabra divina está comprometida en su ejecución.

El profeta debe tener en cuenta, mientras se realiza la profecía, que el que no tiene alma recta, sucumbe, mientras que la fidelidad del justo es la mejor prenda de su triunfo definitivo, porque tiene la protección divina; “El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad”. La frase es un enunciado general que el profeta debe tener siempre en cuenta en todas las vicisitudes de la historia. Dios no puede permitir que el impío triunfe indefinidamente, dejando al justo sin darle lo merecido.

3.    SALMO Sal 94, 1-2.6-9

Exhortación a la Alabanza y Obediencia del Señor Dios

Este salmo se divide en dos partes, versos 1 y 2, es un himno de alabanza al Señor Dios Creador del mundo y protector de Israel y  profecía divina sobre la incredulidad e indocilidad de los israelitas, versos 6 y 9. El salmista invita a no imitar a la generación perversa del desierto. En la primera parte se destaca el carácter litúrgico procesional del himno, que ha sido compuesto para alguna festividad religiosa solemne. En el transcurso de la procesión, un levita invita a no ser rebeldes como los antepasados, que excitaron la ira de Yahvé en el desierto. El salmista parece responder a este estado de descontento y depresión nacional.

R. ¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor!

¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva! ¡Lleguemos hasta Él dándole gracias, aclamemos con música al Señor! R.

¡Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque Él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que Él apacienta, las ovejas conducidas por su mano. R.

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor: «No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto, cuando sus padres me tentaron y provocaron, aunque habían visto mis obras». R.

3.2  HIMNO DE ALABANZA AL CREADOR

Como es de ley en los himnos, el poeta invita a sus compatriotas a asociarse a sus alabanzas en honor del que constituye la salvación del pueblo: En Dios sólo el descanso de mi alma, de él viene mi salvación;  (Salmo 62, 2). La historia de Israel es la historia de las manifestaciones protectoras del Señor. El salmista aprovecha la ocasión de una asamblea solemne para invitar al pueblo a tomar parte en esta manifestación gozosa de reconocimiento al Señor. En primer lugar, es digno de toda alabanza por ser el Creador: “¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor…. Entren, inclinémonos para adorarlo! ¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! Porque Él es nuestro Dios”, que a su vez está por encima de todos los dioses o seres angélicos, que constituyen su corte de honor: Porque el Señor, el Altísimo, es Rey grande sobre la tierra toda”.  (Salmo  47, 3). Todo le pertenece desde las profundidades de la tierra a las cimas de los montes, el mar y la tierra seca: Del  Señor  es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan; que él lo fundó sobre los mares, él lo asentó sobre los ríos”.  (Salmo 24, 1-2). Todo es obra de sus manos. El ser humano no puede explorar las profundidades de la tierra ni las del mar, sólo el supremo Hacedor puede llegar hasta sus escondites.

Pero este Dios universal, Señor de la naturaleza, es también Dios de Israel, en cuanto que está vinculado a él por una alianza histórica: “el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano”, es su pueblo, que apacienta como Pastor: “¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos! - oráculo del Señor. Pues así dice el Señor, el Dios de Israel, tocante a los pastores que apacientan a mi pueblo:(Jeremías 23, 1-2). Es la similitud más apropiada para reflejar las relaciones históricas del Señor con el pueblo hebreo.

3.3  INVITACIÓN A LA DOCILIDAD ESPIRITUAL

El poeta, dramatizando el canto procesional, invita a oír la voz de Dios y a mostrarse más dóciles que la generación del desierto. “Ojala hoy escuchen la voz del Señor: “No endurezcan su corazón como en Meribá, como en el día de Masá, en el desierto”. Una voz profética quiere prevenirlos contra la exigencia de tentar a Dios pidiendo manifestaciones asombrosas, como hicieron los antepasados en las estepas sinaíticas. Estos, a pesar de haber sido testigos de los prodigios al salir de Egipto,  exigieron un milagro en Meribá y en Masa. Ambos nombres son simbólicos; el primero significa “querella,” porque en Refidim se “querelló” Israel al Señor porque no les daba agua. Y allí hizo un milagro, proporcionándoles agua de la roca: “y acamparon en Refidim, donde el pueblo no encontró agua para beber. El pueblo entonces se querelló contra Moisés, diciendo: Danos agua para beber.” (Éxodo 17, 1-2). El mismo milagro volvió a repetirse en la zona de Cades. Masa significa “tentación,” porque los israelitas “tentaron” al Señor reclamando un milagro: me probaron a pesar de haber visto mis obras de salvación de la esclavitud faraónica. Esta actitud de desconfianza y rebeldía persistió durante los cuarenta años de estancia en el desierto. El resultado fue que Dios se disgustó de esta generación y decidió que no entrara en la tierra de Canaán: el reposo.

Por su corazón extraviado no supieron captar el valor de los caminos y preceptos de su Dios. Fueron por ello excluidos de la tierra de promisión, el reposo conferido por Dios a los hijos de Israel. El salmista recuerda esta trágica historia para que sus contemporáneos se guardaran de tentar a Dios como la generación del desierto, para no ser reprobados como estos desdichados antepasados. La invitación es puesta en boca de Dios para impresionar más en la concurrencia.

3.4  INVITACIÓN A OÍR A DIOS

“Ojala hoy escuchen la voz del Señor”. "Este es mi Hijo, el elegido, escúchenlo", nos pide el Señor Dios, “Desde una nube se oyó entonces una voz que decía: "Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". (Lc 9, 28-36). Esta es nuestra gran instrucción de Dios, "escucharlo", eso nos debe caracterizar para ser un servidor de verdad, oír siempre a Jesús, esta actitud receptiva es para la palabra y la total aceptación de Cristo, es una invitación a descubrir lo divino de sus enseñanzas y toda su obra,  Ojala hoy escuchen la voz del Señor

4.    SEGUNDA LECTURA 2Tim 1, 6-8. 13-14

En esta carta se exhorta a Timoteo a reavivar el don de Dios que habita en él, pues este reavivar y reanimarse en el Espíritu será la clave para perseverar ante las adversidades, y mantenerse firme en la fe y en el servicio a Dios y a los hermanos, para lo que fue llamado.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.

Querido hijo: Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero.

Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

Palabra de Dios.

4.1  LA TENTACIÓN DE DESALIENTO CUANDO SE ENCUENTRA CON LA INCOMPRENSIÓN Y LAS PERSECUCIONES

Uno de los mayores peligros para el apóstol cristiano es la tentación de desaliento cuando se encuentra con la incomprensión y las persecuciones. Pablo trata de advertir a Timoteo contra ese peligro.

Le recuerda primeramente “la gracia de Dios” que hay en él “por la imposición de sus manos” y que debe esforzarse por “reavivar”: “Te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos”. Esto, en sustancia, es repetición de lo que ya le había dicho en la primera carta (cf. 1 Tim 4:14), con la diferencia de que allí le hablaba de “imposición de manos” del colegio de presbíteros, mientras que aquí le habla de “imposición de mis manos.” Evidentemente, Pablo se está refiriendo al rito de la ordenación de Timoteo. El verbo “reavives”” evocando la imagen de un fuego que decae y hay que reanimar, es sumamente expresiva; pues el Espíritu Santo, autor de los carismas, es semejante a un fuego.  Lo que se añade luego: “Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad” parece ser una alusión a los principales efectos de la “gracia” de la ordenación: “fortaleza, de amor y de sobriedad”,  tres virtudes que necesita de modo especial el ministro del Evangelio. Adornado de esas virtudes, a buen seguro que Timoteo no se avergonzará del Evangelio. “No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero”. Otro motivo que debe animar a Timoteo a ser esforzado en el ejercicio de su ministerio es el pensamiento de la elección divina.

Todo esto, da pie a Pablo para hacer una síntesis apretada de la obra de la salud o mensaje evangélico, apuntando conceptos conocidos ya por otras cartas: vocación a la fe (cf. Ef 4:1), no en virtud de nuestras obras (cf. Rom 3:20; Tit 3:5), sino según propósito divino (cf. Rom 8:28;), manifestado ahora (cf. Rom 16:26), con abolición del dominio de la muerte (cf. Rom 6:23; 1 Cor 15:54).

4.2  CONSERVA LO QUE SE TE HA CONFIADO, CON LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO QUE HABITA EN NOSOTROS.

Finalmente, San Pablo apunta otro motivo a Timoteo; su propio ejemplo y después de aludir a su elección para apóstol y heraldo del Evangelio Pablo hace memoria de las penalidades que tal misión ha llevado consigo, sin que por eso haya desfallecido, pues sabe a quién se ha confiado: “Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios”. Pablo está seguro de que guardará su vida  para el gran día de la retribución final en la parusía. Las buenas obras y méritos que Pablo ha ido acumulando durante su vida y cuya recompensa espera, se las trasmite al decirle: “Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Estas palabras, encargando a Timoteo que guarde como precioso “depósito” el mensaje evangélico que oyó de Pablo, están indicando que Pablo lo ha previsto como sucesor suyo de alguna manera. “Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros”.

No obstante, todas estas cosas sólo tendrán lugar pagando el precio del sufrimiento, porque no es posible vivir auténticamente y transmitir la fe en Cristo Jesús, muerto y resucitado, si no se está dispuesto a morir como él, a sufrir por él, a dar testimonio de él hasta la sangre. Como también hoy se nos recuerda con mucha frecuencia, no hay mayor vida de fe digna de crédito que la que está dispuesta a pagar incluso con la entrega total de sí mismo, porque el justo, si vive de la fe, también debe ser capaz de morir por esta fe.

5.    EVANGELIO Lc 17, 3-10

Así como el profeta exhortaba a los justos a perseverar fieles a Dios en medio de la corrupción, de igual forma Jesús anima a sus discípulos a mantenerse fieles en el servicio cotidiano a los hermanos, con una fe inquebrantable demostrada en los pequeños gestos de fraternidad.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", perdónalo». Los Apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando éste regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"».

Palabra del Señor.

5.1       SI TU HERMANO TE OFENDE, TRATA DE CORREGIRLO; Y SI SE ARREPIENTE, PERDÓNALO.

Jesús, enseña el tratamiento que debemos dar al pecado y al pecador. Él nos ha explicado que no es posible evitar las ocasiones de pecado y lo hace porque reconoce la debilidad de los hombres, y que de cara al mal somos a veces timoratos frente a los que nos invitan a salirnos del Reino y nos dejamos llevar. Es cierto que aquel que puede dejarse provocar por el mal es alguien falto de ánimo o de valor para soportar las desgracias o para intentar cosas grandes, en otras palabras es pusilánime. Sin embargo, el que tiene grandeza de alma, vea lo que viere y ocúrrale lo que le ocurra, no se aparta de la fe.

El escándalo, es decir crear ocasiones de pecado, supone una ofensa a nuestros hermanos, y esa ofensa debe ser perdonada. Siempre que podamos y sin caer en falta o pecar, debemos evitar el escándalo de nuestro prójimo. Así es como Jesús dice; Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo.

5.2       REPRENDER Y PERDONAR

Jesús nos pide tener en cuenta dos cosas, reprender y perdonar. La primera se refiere a corregir o regañar desaprobando la conducta del pecador. La segunda establece que debe tenerse en cuenta que no manda perdonar igualmente a todo el que peca, sino al que se arrepiente.

Cristo nos invita a no hacer difícil el perdón, pero al mismo tiempo nos es total la indulgencia, hay que tener arrepentimiento. Al decirnos trata de corregirlo, nos pide además que la corrección no deba ser tan rígida como para desanimar al que ha caído en falta, pero si ser claro en qué se debe motivar a dejar de pecar. Evangelio de San Mateo dice; "Corrígele estando a solas tú y él", (Mt 18,15), esto porque se aprovecha más la corrección amiga que la acusación violenta. En otras palabras no seamos tan drásticos con el hermano que es amonestado, porque es bueno efectivamente, que el que es corregido nos crea más bien amigo que enemigo. Esta prudencia, mejora la recepción de los consejos.

“Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo.” Es decir, el perdón que se exige al cristiano, no es una sola vez, sino siempre; lo que se expresa con el número siete — “siete veces” — número de universalidad, porque para Jesús el perdón no tiene límites y no considera las secuencias que pueda tener, entonces acepta que el pecador venga a Él y en especial al que muestra el arrepentimiento.

5.3       AUMÉNTANOS LA FE.

Los apóstoles dijeron entonces al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería”.

Esta parte del relato no tiene relación con lo anterior. Son sentencias reunidas compuestamente. Aparecen también en Mt y Mc en otro contexto. Una vez a propósito de no haber podido los apóstoles expulsar un demonio (Mt), y otra a propósito de la “maldición de la higuera” (Mt-Mc). El de Mt es el más lógico. La respuesta es a los apóstoles, que le ruegan, en un contexto absoluto, que les aumente la fe. Esta fe no es la “teológica,” sino la “confianza” en el poder y bondad de Dios para realizar algo.

Los apóstoles pedían “Auméntanos la fe”  para sí, porque por ella creían en lo que no veían y Jesús hace mención de la mostaza, porque su semilla, aún cuando es pequeña, es la más fecunda de todas. Da a conocer, por tanto, que un poco de su fe puede mucho. Jesús, compara la fe perfecta en el grano de mostaza porque en su aspecto es humilde, pero ardiente en lo interior.

La fe vence todos los obstáculos, supera todas las dificultades y contratiempos, pero es importante destacar, que la fe no es otra cosa que la adhesión a la Persona de Jesús, aceptarlo plenamente a Él, y el modo de vida que él nos enseña.

5.4       NOSOTROS SOMOS COLABORADORES DE DIOS

Jesús nos pone luego una comparación, “Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado”. Sólo Lucas trae esta parábola y se refiere, manifiestamente, a los apóstoles, y se relaciona con el pasaje anterior, por razón de esta humildad que ha de tenerse, incluso si los discípulos de Jesús por su fe, hacen milagros.

La imagen está tomada de la vida real de la palestina de aquel tiempo. Un dueño tiene un siervo, un esclavo a su servicio. Lo tiene trabajando primero en el campo; al terminar estas faenas, el siervo, que en aquella concepción de servidumbre o esclavitud no se le considera con derechos, sino con los deberes de servir y obedecer a su amo, deberá continuar prestando servicios: servirle a la mesa, y no pensar que el dueño se va a poner a servirle a él.

De esta vida de un mundo social duro saca Jesús la lección para sus apóstoles en el servicio de su misión. Que no piensen en ventajas ni provechos; que no se enorgullezcan, incluso si hacen milagros: sólo hicieron lo que tenían que hacer (Lc 10:20). La frase “somos siervos inútiles” no ha de apurársela demasiado. Es un modo ordinario de reconocer que, en este orden espiritual de apostolado, de suyo no se es nada: todo es don de Dios, como nos dice san Pablo en 1 Cor 3:4-6, que uno puede ser el que plante, otro el que riegue, pero el que da el crecimiento es Dios, así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, quien da el crecimiento. El que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno Recibirá su recompensa conforme a su propia labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois huerto de Dios, edificio de Dios.

5.5       NO VINO PARA SER SERVIDO, SINO PARA SERVIR

En una ocasión dijo Jesús: “El Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” Mt 20-20-28. Jesús nos da en esta frase una gran lección de humildad y también nos dice; “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo”. Esto para que sus discípulos no descansen en la idea que ya se ha hecho suficiente, es decir que se tiente en decir ya hice mi parte y que los demás ahora hagan la suya. Una frase del Papa Pio XII dice; tengo más temor del cansancio de los buenos, que a la misma actividad de los malos.

Muchas veces nos encontramos con personas de gran espíritu de servicio, son estas abnegadas y muy generosas, que nunca piensan en sí mismas, sin embargo, manifiesta con gran pena “si no fuera por mí, nada se haría, soy la única que hace algo, pero eso es manifestación de soberbia, como también el soberbio es autosuficiente, porque él cree que se basta a sí mismo, que no necesita a nadie, ni de Dios ni de los demás. Además goza de gran autocomplacencia al sentirse muy satisfecho de sí mismo, entonces se gloria de sí mismo, el solo se auto alaba y se complace de todo.

5.6       NO SOMOS MÁS QUE SIERVOS, SÓLO HEMOS HECHO LO QUE TENÍAMOS QUÉ HACER.

No somos libres de hacer lo que se nos dé la gana, vivimos en un cierto orden y tenemos obligaciones que no podemos dejar de cumplir. Nuestro deber es hacer el bien y esperamos que todo el mundo haga lo mismo, como del mismo modo nuestra obligación es evitar hacer el mal, y deseamos que todos hagan lo mismo. Entonces si hacemos el bien y si los demás también lo hacen, no estamos haciendo otra cosa, que lo que nos corresponde, y estamos actuando fielmente y dentro de nuestra obligación moral.

Y así es como el Señor nos ve: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber".  El buen siervo lo sabe, cuando el médico recibe herido mortalmente a un herido y le salva la vida, hizo lo que tenía que hacer, del mismo modo en la actividad que a cada uno nos corresponde forjar, con el compromiso que sea de forma esmerada, apreciando con amor lo que Dios nos ha puesto como tarea para hacer, de modo de sentir gozosamente la felicidad y la satisfacción del deber cumplido.

5.7       LOS TRABAJOS DE ESTA VIDA NO SON MERECEDORES PARA ALCANZAR LA GLORIA

Con esta imagen de la vida diaria, Jesús nos llama a considerar en nosotros una actitud de profunda humildad, de sumisión, de fidelidad, de desprendimiento de uno mismo, de no tener pretensiones; sólo así podrá hacer espacio el discípulo a la omnipotencia del Señor. Es por tanto preciso que el discípulo se acepte como pequeño, indigente, siempre insuficiente ante la gran tarea que Dios le confía.

Jesús nos invita a que no nos creamos que somos los únicos e importantes o indispensables en el Reino. En efecto, no cuentan sólo las obras que nosotros podamos hacer, y esto lo hace para que no nos transformemos en personas presuntuosas, orgullosas y vanidosas. Los trabajos de esta vida no son merecedores para alcanzar la gloria (Rm 8,18) Así la perfección de la fe en los hombres consiste en reconocerse siervos inútiles e imperfectos después de cumplir todos lo que debíamos hacer.

El camino a seguir es el amor humilde, el servicio silencioso a los hermanos, hacer cuanto sea necesario por los demás sin sentirnos por ello bienhechores de la humanidad.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Publicado en este link: PALABRA DE DIOS

 XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C


Fuentes Bibliográficas:

www.caminando-con-jesus.org

Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén

Julio Alonso Ampuero, Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico


www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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