LA
CONFIANZA EN JESUS, EN LA PALABRA Y EN LA OBRA DE DIOS Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”, (Marcos.
4, 35-41) es la pregunta que les hace Jesús a sus discípulos por su falta de
confianza en él. Si hubieran tenido fe, hubiesen creído que aun durmiendo
podía conservarlos sanos y salvos. ¿Qué nos pasa, o porque esa falta de
confianza en Jesús o de donde nos vienen esos temores? 1. CREYO
EN EL SEÑOR Y FORTALECIDO EN SU FE, DIO GLORIA A DIOS Sabemos por medio de las lecturas Bíblicas como mucho
de sus personajes confiaron plenamente en Dios y se abandonaron a El, sabiendo que era un seguro apoyo para sus vidas. El
mayor ejemplo lo tenemos en Abrahám, a quien consideramos el padre de los
creyentes, pues el creyó en el Señor, y el Señor le consideró como un hombre
justo; “Y creyó él en el Señor, el cual se lo reputó por justicia. (Génesis
15,6) Es así como la confianza en Dios que puso Abrahám lo lleva a confiar en
lo que se creía imposible, como por ejemplo un hijo en su ancianidad;
“Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces tu
mujer Sara tendrá un hijo. “ (Génesis 18,10). La situación de vejez y de su
cuerpo privado de vitalidad, como el seno de Sara; “Por lo cual también de
uno solo y ya gastado nacieron hijos, numerosos como las estrellas del cielo,
incontables como las arenas de las orillas del mar.” (Hebreos 11,12), se
transforma en vida en virtud de su confianza en la promesa, en su proyección
por encima de toda esperanza humana, en su ausencia de vacilación, en su confianza
firme de que Dios es capaz de realizar todo lo que ha prometido, de forma que
Abrahám se convierte en el amigo de Dios; “No vaciló en su fe al considerar
su cuerpo ya sin vigor - tenía unos cien años - y el seno de Sara, igualmente
estéril. Por el contrario, ante la promesa divina, no cedió a la duda con
incredulidad; más bien, fortalecido en su fe, dio gloria a Dios, con el pleno
convencimiento de que poderoso es Dios para cumplir lo prometido.” (Romanos
4,18-22). 2. LO
QUE JESÚS PROPONE SUPERA LOS LÍMITES DE LA INTELIGENCIA HUMANA. La confianza en Dios supera los límites y las
impugnaciones de la razón humana, desistiendo a contar con uno mismo. Es así,
como consciente de nuestra propia incapacidad, de la insuficiencia de
cualquier garantía humana, incluso milagrosa -siempre abierta a seductoras
explicaciones racionales-, duda de sí misma y se nos abre a la intervención
divina. La humildad es una expresión de confianza y puede
percibirse en la actitud contraria de gloriarse en sí mismo, y encontrada a
la que expresa la seguridad de los hombres autosuficientes, satisfechos de
las obras y de la sutileza de sus intuiciones, que piensan en su propia
grandeza. La humildad nos permite confiar en Dios rechazando la sabiduría de
este mundo que “mediante su propia sabiduría no conoció a Dios, el que en su
divina sabiduría, quiso salvar a los creyentes” (1 Corintios 1,21). Esta
actitud permite recibir el don que el Padre hace de sí mismo al hombre en
Jesucristo. Lo que Jesús propone supera los límites de la inteligencia
humana. 3.
CONFIAR Y CREER ES UN ACTO LIBRE, ES UN QUERER CREER Y UN QUERER CONFIAR La adhesión al amor absoluto sólo es posible a la
confianza; confiar y creer es un acto libre, es un querer creer y un querer
confiar, como se deduce de los milagros. Es algo que provoca la confianza en
Jesús, como en aquel ciego de Jericó que se pone a gritar, a pesar de los
reproches de la gente, suplicando piedad al Hijo de David; “Y cuando salía de
Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto
al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «
¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! » Muchos le increpaban para que
se callara. Pero él gritaba mucho más: « ¡Hijo de David, ten compasión de mí!
“ (Marcos 10,46-48); o como aquella reflexión secreta de la mujer tímida y
desconfiada, segura, sin embargo, de que podrá curarse al mero contacto con
el manto de Jesús; “Pues decía: « Si logro tocar aunque sólo sea sus
vestidos, me salvaré. “ (Marcos 5,28); o como aquella petición de perdón, con
sus gestos, de la pecadora poco preocupada del juicio de los presentes;
“Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba
comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume” (Lucas
7,37) o cómo aquella certeza en el poder de Jesús sobre el mal que tenía el
oficial romano; “por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu
encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado.” (Lucas 7, 7), lo
mismo que aquel recurso infalible a la fuerza de Dios que es la oración:
"Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo
habéis recibido y lo obtendréis.” (Marcos 11,24) 4. JESÚS
EXIGE QUE NOS FIEMOS DE SU PERSONA En efecto, confiar en Jesús, es un impulso hacia su
persona que se convierte en adoración: “El entonces dijo: « Creo, Señor. » Y
se postró ante él.” (Juan 9,38) Jesús exige que nos fiemos de su persona a
través de la aceptación de su testimonio; “Mientras estuvo en Jerusalén, por
la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba.”
(Juan 2,23) Tener confianza en el Señor, es estar prendidos por
aquello que tiene que ver con nosotros de una manera incondicional. Sin
embargo, parece que los hombres, como cualquier otro ser vivo, nos
encontramos desconcertados porque nos preocupan muchas cosas, sobre todo por
aquellas cosas que condicionan nuestra vida, tales como el trabajo, la salud,
el alimento y la casa. Claro, a diferencia de los otros seres vivos, a
nosotros tenemos necesidades sociales y políticas. Muchas de ellas son
urgentes, algunas muy urgentes, y cada una de ellas puede estar relacionada
con las cosas cotidianas de importancia esencial tanto para la vida de cada
hombre particular como para la de una comunidad. Cuando esto sucede, se
requiere la entrega total de aquel que responde afirmativamente a esta
pretensión, y eso promete una realización total, aun cuando todas las otras
exigencias debieran quedar sometidas a ella o abandonadas por amor a ella. Tenemos que poner mucho de nosotros y hacerlo en forma
habitual cada día, ya que Jesús nos pide esfuerzo, y si damos todo de sí,
podemos confiar en la ayuda de Jesús. Frente al peligro, Él nos extenderá
cariñosamente las manos para salvarnos, pero nos hará ver la poca fe, nos
echará en cara que si estuvimos en peligro y tuvimos miedo fue por no confiar
en Él o porque no hemos distanciados de Él. El Señor
nos ayude Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Textos
Bíblicos tomados de la Sagrada Biblia de Jerusalén (SBJ) Algunos
datos desde el Diccionario Teológico RAVASI Publicado
en mi página WEB www.caminando.con-jesus.org en
esta sección: REFLEXIONES
INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS Junio 2015 |
|
---