EL SANTISIMO NOMBRE DE JESUS

Fiesta del 3 de Enero

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

"Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).

1.  “JESÚS” ES PERFECTO E INIGUALABLE SINÓNIMO DE AMOR Y POR TANTO SU NOMBRE ES  AMOR VERDADERO.

Hoy nuestra amada Iglesia, celebra la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, es un buen día para reflexionar que sentido tiene para nosotros este nombre y que nos produce pronunciarlo.

Muchos santos y santas han agregado a su nombre religioso el nombre de Jesús, y nosotros podemos atesorar este nombre en nuestro corazón para grabarlo y desde nuestra interioridad sentir la dulzura que se siente enunciarlo. En efecto, podemos encontrar muchas manifestaciones de sensibilidad en nosotros al invocar el nombre de Jesús porque conocemos como es el afecto de Jesús por nosotros, podemos descubrir a la persona de Jesús con una inclinación natural a hacer el bien, podemos hallar dulzura, suavidad, amabilidad de carácter. Al leer los evangelios, nos damos cuenta como Jesús no solo tiene la facultad de ser el perfecto amigo bueno, además en todo lo parece, él manifiesta claramente su sentimiento de pena y lastima por la desgracia o el sufrimiento ajeno, para todo se inclina con afecto, su carácter es templado, apacible, en otras palabras es el puro amor, que nos maravilla por su aptitud del conocimiento perfecto de la comprensión, con un dominio absoluto para el entendimiento y la capacidad para respetar y ser tolerante con los demás, El posee el mayor grado posible de la cualidad

Jesús, es Amor puro por los niños;"Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos" (Mt 19, 14), ese amor natural por el bien de los demás;”Entonces Jesús, levantándose, le dijo: "Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te condenó?" "Ninguno, Señor", respondió ella. Y Jesús le dijo: "Yo no te condeno tampoco. (Respetándole la vida al salvarle de la lapidación) y luego le agrega: Vete, desde ahora no peques más” (Jn 8, 10-11), así podríamos llenar muchas páginas de ejemplo sobre como amo Jesús a los hombres.

A quien miró Jesús, los hizo con amor, así nos mira a nosotros hoy, con afecto, y cuando nos habla lo hace al corazón, su suave voz es además una insistencia permanente en nuestra conciencia, voz que nos invita a seguirlo, aceptarlo y a la cual debemos guardar fidelidad, y a amarlo como el lo hizo y lo sigue haciendo.

Así es el amor de Jesús, ese que no condena, ese que nos da misericordia, ese que transforma nuestras vidas, ese que nos da paz absoluta, por tanto podemos definir que “Jesús” es perfecto e inigualable sinónimo de amor y por tanto su nombre es  amor verdadero.

2.  LA VIRGEN MARIA, MADRE DE JESUS, MADRE DEL AMOR

Jesús es Dios y María es madre de Jesús, por tanto madre de Dios y “Dios es amor” (1 Jn 4, 16), por lo que María es madre del amor.

Y el ángel le dijo: « No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo,  (Lucas (SBJ) 1, 30)

Luego el Ángel del Señor, le dijo en sueños a José, esposo de la Virgen María: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados…. ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús. (Mateo (SBJ) 1, 20-25)

3.  “PONDRAS POR NOMBRE JESÚS.”

Somos testigos que la expectación del parto infunde un cierto temor a las mujeres, en este caso, el anuncio de un parto dulce apaga esa aprehensión de temor cuando se dice: "pondrás por nombre Jesús". La palabra Jesús quiere decir Salvador. La venida del Salvador es el alejamiento de todo temor. "Tú lo llamarás", dice el ángel, porque no lo hará el padre, porque carece de padre en cuanto a la generación humana, así como carece de madre respecto de la generación divina.

Este nombre fue impuesto de nuevo al Verbo Divino, y convenía a la natividad de su carne, según aquello del Profeta: “Y te Será dado un nombre nuevo, que la boca de Dios Otorgará.” (Isaías 62,2)

“El será grande”. Seguro, porque no se asemejara a nadie, San Juan Bautista fue grande como hombre, pero en este caso será grande como Dios. Consideremos entonces la grandeza de nuestro Salvador, como el más grande. “Y se llamará Hijo del Altísimo.” No somos nosotros los indicados a poner un nombre, es El Padre, quien conoce a su hijo quien lo hace, el sabrá muy bien quien será Jesús, como cuando nos dice "Este es mi hijo muy amado". (Mt 17,5) Existe desde la eternidad, aunque ahora para nuestra inteligencia se manifiesta su nombre. Y por esto dice "será llamado", no "será hecho" ni "será engendrado", porque ya antes de los siglos era consustancial esto es de la misma naturaleza o esencia al Padre. Concebirás, pues, a Este, serás su Madre. Tu vientre virginal contendrá a Aquel que vendrá a enseñarnos el mayor acto de amor y generosidad, el darlo todo por nosotros.

Y así fue como ocho días después de su nacimiento el hijo de María recibió el nombre de Jesús, como lo había ordenado el ángel Gabriel antes de que María concibiera. El Evangelio menciona la razón de ser de dicho nombre: “Porque va a salvar a su pueblo del pecado”. Jesús iba a obrar la Redención con los más atroces sufrimientos, “humillándose –dice San Pablo– no sólo hasta la muerte sino hasta la muerte de cruz. Por ello Dios lo exaltó "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).

4.  IHS, JESÚS, SALVADOR DE LOS HOMBRES

Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas

Es así como e Santísimo Nombre de Jesús, invocado por los fieles desde los comienzos de la Iglesia, comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas en el siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús: "Yahweh es salvación" con el monograma del Santo Nombre: IHS (abreviación del nombre de Jesús en Griego, y añadiendo el nombre de Jesús al Ave María.  Como fiesta litúrgica fue introducida en el siglo XVI. En 1530 el Papa Clemente VII concedió por vez primera a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.

"IHS": monograma del nombre de Jesucristo.

Las tres primeras letras de la palabra "Jesús" en griego son: IHC. Estas se transliteraron al latín como IHS.

Sentido latino: "I": Iesus (Jesús), "H": Hominum (de los hombres), "S": Salvator" (Salvador) =  Jesús, Salvador de los hombres.  Aunque esta no representa el significado original griego, felizmente se refiere y honra al mismo Jesucristo.

5.  SAN BERNADINO DE SIENA

Uno de los promotores más destacados de esta devoción del Santo Nombre de Jesús.

Nacido en Massa Marittima, territorio de Siena, (hoy en región Toscana, Italia), el año 1380.

Queda huérfano y es criado por una tía. Ya desde chico le gustaban las cosas de Dios. Componía altares e imitaba a los predicadores. De adolescente era se cuidaba de hablar y actuar con pureza.

Cuando tenía 20 años hubo una gran peste en Italia que arrasó a Siena. El y otros jóvenes amigos suyos fueron al hospital y sirvieron por 3 meses hasta que acabó la epidemia.

A los 22 años lo dejó todo para entrar en la comunidad franciscana. Tanto movía los corazones con su prédica que se cerraban las tiendas y hasta las clases en la universidad para escucharle. Se convirtieron innumerables pecadores que venían a el arrepentidos.

Entró en la Orden de los Frailes Menores, se ordenó sacerdote y desplegó por toda Italia una gran actividad como predicador, con notables frutos.

Propagó la devoción al santísimo nombre de Jesús. Tuvo un papel importante en la promoción intelectual y espiritual de su Orden; escribió, además, algunos tratados de teología.

Propaga la devoción a la Eucaristía. Acostumbraba a llevar consigo una tablilla, mostrando la Eucaristía con rayos saliendo de ella y en el medio, el monograma IHS que el ayudó a popularizar como símbolo de la Eucaristía. Fue gran reformador de la Orden Franciscana.

6.  EL NOMBRE DE JESÚS, LUZ DE LOS PREDICADORES

Extracto de de los sermones de san Bernardino de Siena, Sermón 49

El nombre de Jesús es la luz de los predicadores, pues es su resplandor el que hace anunciar y oír su palabra. ¿Por qué crees que se extendió tan rápidamente y con tanta fuerza la fe por el mundo entero, sino por la predicación del nombre de Jesús? ¿No ha sido por esta luz y por el gusto de este nombre como nos llamó Dios a su luz maravillosa? Iluminados todos y viendo ya la luz en esta luz, puede decirnos el Apóstol: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz.

Es preciso predicar este nombre para que resplandezca y no quede oculto. Pero no debe ser predicado con el corazón impuro o la boca manchada, sino que hay que guardarlo y exponerlo en un vaso elegido.

Cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su salvación, es decir, Jesús, el Salvador que él ha enviado.

7.  EL FUNDAMENTO DE LA FE ES EL NOMBRE DE JESUS MEDIANTE EL CUAL SOMOS CONSTITUIDOS HIJOS DE DIOS

San Bernardino de Siena

Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia.

No pienses en un nombre de poder, menos en uno de venganza, sino de salvación. Su nombre es misericordia, es perdón. Que el nombre de Jesús resuene en mis oídos, porque su voz es dulce y su rostro bello.

No dudes, el nombre de Jesús es fundamento de la fe, mediante le cual somos constituidos hijos de Dios. La fe de la religión católica consiste en el conocimiento de Cristo Jesús y de su persona, que el luz del alma, franquicia de la vida, piedra de salvación eterna. Quien no llegó a conocerle o le abandonó camina por la vida en tinieblas, y va a ciegas con inminente riesgo de caer en el precipicio, y cuanto más se apoye en la humana inteligencia, tanto más se servirá de un lazarillo también ciego, al pretender escalar los recónditos secretos celestiales con sólo la sabiduría del propio entendimiento, y no será difícil que le acontezca, por descuidar los materiales sólidos, construir la casa en vano, y, por olvidar la puerta de entrada, pretenda luego entra a ella por el tejado.

No hay otro fundamento fuera de Jesús, luz y puerta, guía de los descarriados, lumbrera de la fe para todos los hombres, único medio para encontrar de nuevo al Dios indulgente, y, una vez encontrado, fiarse de él; y poseído, disfrutarle. Esta base sostiene la Iglesia, fundamentada en el nombre de Jesús.

El nombre de Jesús es el brillo de los predicadores, porque de Él les viene la claridad luminosa, la validez de su mensaje y la aceptación de su palabra por los demás. ¿De dónde piensas que procede tanto esplendor y que tan rápidamente se haya propagado la fe por todo el mundo, sino por haber predicado a Jesús? ¿Acaso no por la luz y dulzura de este nombre, por el que Dios nos llamó y condujo a su gloria? Con razón el Apóstol, a los elegidos y predestinados por este nombre luminoso, les dice: en otro tiempo fuisteis tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijo de la luz.

¡Oh nombre glorioso, nombre regalado, nombre amoroso y santo! Por ti las culpas se borran, los enemigos huyen vencidos, los enfermos sanan, los atribulados y tentados se robustecen, y se sienten gozosos todos. Tú eres la honra de los creyentes, tú el maestro de los predicadores, tú la fuerza de los que trabajan, tú el valor de los débiles. Con el fuego de tu ardor y de tu celo se enardecen los ánimos, crecen los deseos, se obtienen los favores, las almas contemplativas se extasían; por ti, en definitiva, todos los bienaventurados del cielo son glorificados.

Haz, dulcísimo Jesús, que también nosotros reinemos con ello por la fuerza de tu santísimo nombre. (San Bernardino de Siena)

8.  ORACIÓN

Te pedimos Señor, que quienes veneremos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen.

El Nombre de Jesús, viva en sus corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

Fuentes:

Enciclopedia Católica

www.corazones.org

www.caminando-con-jesus.org

caminandoconjesus@vtr.net

Oficio de lectura, 20 de mayo, San Bernardino de Siena, Presbítero

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