Homilía Misa
Exequias mi Papa Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds Hoy mi Padre Sergio Tomas, quien en vida amo
intensamente a Dios y me formó en una vida Cristiana y Católica, ha sido
llamado a sus 87 años a vivir eternamente en la casa de Su Padre, mi Padre y
padre de Todos. El, en sus últimos minutos de su vida terrenal, como hombre
de fe y seguidor de las enseñazas de Cristo, tenía la convicción de que la
muerte no solamente no es el fin, sino que por el contrario es el principio
de la verdadera vida, la vida eterna que nos prometió Jesucristo nuestro
Señor. ¡Qué maravilla llegar a comprender que la
muerte es el inicio de la verdadera vida y que todo esto no ha sido sino un
ensayo, un camino, una invitación! Y a pesar de todo, la comunidad celebra la
muerte con esperanza, mi papa, lucido hasta el último instante, contra toda
evidencia, murió confiado, con una oración en su corazón: "En tus manos
encomiendo mi espíritu" (Lc.23:26) "En el corazón de la muerte, nos
queda el gozo de la esperanza en la resurrección, el hombre ha sido creado
por Dios para un destino feliz. La muerte corporal será vencida." Vivimos normalmente un determinado número
de años, habiendo sufrido, como todo el mundo, algunas enfermedades
pasajeras. Pero un buen día, descubrimos con pena que tenemos alguna
enfermedad grave, y ese cuerpo tan fiel, tan duradero, tan útil, se nos
empieza a desmoronar irremediablemente. Y después de muchos o pocos cuidados,
en un plazo más o menos corto, morimos, es decir al final, de una manera u
otra, todos moriremos. Nadie, absolutamente nadie, escapará de la muerte. Es
la realidad más irrefutable del mundo. Desde que somos concebidos en el
vientre de nuestra madre, somos por definición, mortales. ¿SABEMOS ALGO DEL MAS
ALLA? Desde que el hombre es hombre, ha tenido
la intuición de que la vida, de alguna manera, no termina con la muerte. Es
así, como el hombre siempre ha intentado de mil maneras, entrar en contacto
con los difuntos. Diversas clases de espiritismo, apariciones, fantasmas,
ánimas en pena, han sido un vano y supersticioso intento de trasponer los
dinteles de la muerte y saber algo del más allá. ¡Cuántas teorías ha
inventado el hombre! ¡Cuántos experimentos ha hecho! se difunden libros,
novelas y revistas desde las más inocentes hasta las más terroríficas, en la
televisión se muestran reportajes que pasan por la ciencia-ficción que
aparentando solidez científica, no obstante, todo esto, hace que podamos
descubrir cuanta falsedad se expone sobre este tema. La realidad es que nuestros esfuerzos por
investigar lo que sucede después de la muerte son por demás frustrantes.
Podemos decir que todo queda en especulaciones, algunas totalmente
equivocadas o fraudulentas, que no explican nada ni consuelan a nadie. No
sabemos prácticamente nada, por mucho que trate de buscarse un explicación,
basado solo en hipótesis absurdas. UNA LUZ EN LAS TINIEBLAS. Sin embargo nuestro Padre Creador, quien
de verdad nos ama intensamente y se preocupa de verdad por nosotros ahora y
por la eternidad, profundo conocedor de nuestra naturaleza humana, no podía
habernos dejado en completas tinieblas acerca de un asunto tan inquietante e
importante como es la muerte y lo que sucede en el más allá. En su inmenso amor
por la humanidad, nos envió a Su Hijo único, Nuestro Señor Jesucristo, como
Luz del Mundo. En Jesucristo Nuestro Señor todas las
tinieblas quedan disipadas. Su infinita sabiduría nos ilumina hasta donde Él
quiso que viéramos, por eso nos anunció: "Yo soy SOMOS INMORTALES. Toda En su vida pública, el Señor Jesús se
refirió de muchas maneras al momento de la muerte y su tremenda importancia.
Cuando murió su amigo Lázaro, ante la profesión de fe de Marta, el Señor
dijo: "Yo soy Hay que tener en cuenta que cuando
Jesucristo habla de la vida, en ocasiones se refiere explícitamente a la vida
del cuerpo, que promete será restituida con la resurrección de la carne:
"No se asombren de esto: llega la hora en que todos los que están en los
sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien, resucitarán para la vida;
pero los que obraron el mal, resucitarán para la condenación" (Jn.5:29).
En otras ocasiones, en cambio, se está
refiriendo a MUERTE Y RESURRECCION. Así, el cristiano sabe que la muerte no
solamente no es el fin, y mi papa, lo tenia muy presente, y fue su gran
enseñanza, que a pesar de muchas opiniones, por el contrario, la muerte es el
principio de la verdadera vida, como el grano que muere para dar sus frutos.
Para mi papa, la vida eterna, con convicción plena, le llenaba de gozo el
corazón. En cierta manera, desde que por los
Sacramentos gozamos de Llevamos en nuestro cuerpo la sentencia de
muerte debida al pecado, pero nuestra alma ya está en la eternidad y al
final, hasta este cuerpo de pecado resucitará para la eternidad. San Pablo
(Rom.8:11) lo expresa magníficamente: Digan lo que digan, los cristianos
iluminados por la fe, vemos la muerte con ojos muy distintos de los del
mundo. Si sabemos lo que nos espera una vez transpuesto el umbral de la
muerte, puede ésta llegar a hacerse deseable. El mismo San Pablo, enamorado
del Señor, se queja "del cuerpo de pecado" pidiendo ser liberado ya
de él. "Para mí la vida es Cristo y la muerte ganancia" (Fip.1:21) "Cuando se manifieste el que es nuestra
vida, Cristo, ustedes también estarán en gloria y vendrán a la luz con
El" (Col.3,4). EL CIELO Por desgracia somos tan carnales, tan
terrenales, que nos aferramos a esta vida, eso es normal, porque después de
todo, es lo único que conocemos, lo único que hemos experimentado. Y por tanto, a partir del uso de la razón,
aprendemos a discernir entre las cosas buenas de la vida y las malas, entre
lo bello y lo feo, entre lo placentero y lo desagradable. Y trabajamos
arduamente para obtener de la vida lo mejor para nosotros. Todos los afanes
del hombre están motivados para acomodarnos en la tierra lo mejor que
podamos. No podemos negar que la vida puede ofrecernos
cosas preciosas. Gozar de la belleza del mundo prodigioso, abrir los sentidos
al cosmos entero, la inteligencia a los secretos que la materia encierra,
aprender a amar y ser amados, crear obras de arte, terminar bien un trabajo,
ver el fruto de nuestros afanes, tener lo que llamamos
"satisfactores" por que precisamente satisfacen nuestros gustos,
conocer otras culturas, leer un buen libro, etc... No es fácil relativizar todo ello o
restarle importancia. Nuestros parientes y amigos, nuestras posesiones,
nuestros proyectos, nuestras aspiraciones e ilusiones, son todo lo que
tenemos y por lo que hemos trabajado toda la vida. Nos hemos gastado en ello,
invirtiendo todas nuestras fuerzas. Y por ello, ni pensamos en la otra vida.
Ni en el Cielo ni el Infierno. Ni el Cielo nos atrae, ni el Infierno nos
asusta. Vivimos sumergidos en el tiempo, como si fuéramos inmortales. Por esa
razón, cuando hablamos del Cielo o de Infierno, a muchos les llega hasta
parecer ridículo. ¡Y sin embargo es, una cosa u otra, nuestro destino
ineludible!, por los que en este instante les invito a reflexionar sobre
esto. Y ante lo efímero de los goces o
sufrimientos de esta vida, San Pablo, incasable trabajador por Cristo,
nos recomienda en la carta a los Colosenses: 3:1-4, "Busquen las
cosas de arriba, donde se encuentra Cristo; piensen en las cosas de arriba,
no en las de la tierra" El CAMINO Y Mi papa, me enseño cosas tan importante,
como el cumplir el deseo de Dios para todos los hombres, el lo hizo en vida,
pasar por el mundo haciendo el bien, algo que nada cuesta y eso lo hacia el
porque le encantaba comentar sobre las cosas de arriba y todo lo hacia para
agradar a Dios, creo que esa es la razón por la que he visto en esto días de
dolor, tanto cariño por mi papa, y la presencia de tantos amigos aquí hoy, me
confirma, la admiración que había por el y por su fe. Por otra parte, es posible decir que
pensar "en las cosas de arriba" como nos aconseja el Apóstol San
Pablo, va en pérdida del progreso de la humanidad y del desarrollo de todas
las posibilidades del ser humano, pero el cristianismo no cae en esa
posición. Los hechos lo demuestran ampliamente al comprobar cómo en
nuestro mundo cristiano, se han dado los más grandes pasos en el bienestar
del ser humano y como muchos de los que trabajan por este bienestar, miran al
Cielo y dan gracias a Dios. Es así, como el peligro no esta en
evadirse, sino por el contrario en aferrarse en lo temporal, perdiendo
de vista lo eterno, que es lo más importante. Por tanto, el auténtico seguidor
de Jesucristo, al mismo tiempo que trabaja por hacer este mundo más
habitable, no pierde de vista sin embargo, que esto no es sino el camino a la
felicidad eterna y sin límites que Dios nos promete. Vi por todos estos años, como mi papa
pensaba y vivía con los pies bien asentados en la tierra, pero con el anhelo
de obtener al fin de sus días terrenales, la corona de gloria eterna. ENVEJECER ES MARAVILLOSO El instinto de conservación y la falta de
fe, nos hacen tener horror al envejecimiento irremediable. La edad no
solamente nos hace poner en su justa medida las cosas temporales, sino que
nos acercan más y más a Dios, nuestro último fin. Los ancianos llevan ventaja
a los mas jóvenes, y con sus actitudes de vida lo van demostrando, dedican
mucho mas tiempo a Dios, y se les va siendo cada vez mas necesario, mantener
un dialogo amistoso con Su Padre, y es lo mismo que hacemos nosotros, cuando
observamos que a nuestros padres ya les queda poco, queremos dialogar
profundamente con ellos. El gran San Pablo nos escribe: "Por
eso no nos desanimamos. Al contrario, mientras nuestro exterior se va
destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando día a día. La prueba
ligera y que pronto pasa, nos prepara para la eternidad una riqueza de gloria
tan grande que no se puede comparar. Nosotros, pues, no nos fijamos en lo que
se ve, sino en lo invisible, ya que las cosas visibles duran un momento y las
invisibles son para siempre." (II Cor.4:16-18) Y no es que nos resignemos mansamente a lo
inevitable. Es por el contrario la conciencia jubilosa de que estamos siendo
llamados por Dios y se nos dilata el corazón por este llamado que se nos
acerca. Esto es, las canas y arrugas son los signos de este gozoso llamado. Y
las enfermedades y achaques nos dicen lo mismo: la meta está ya cerca. Pronto
verás a Dios. El gran San Ignacio de Antioquía,
anciano y camino al martirio, avanza gozoso al encuentro con Dios y escribe a
los romanos: "Mi amor está crucificado y ya no queda en mí el fuego de
los deseos terrenos; únicamente siento en mi interior la voz de una agua viva
que me habla y me dice:' Ven al Padre. No encuentro ya deleite en el alimento
material ni en los placeres de este mundo". ¡Qué maravilla llegar a comprender que la
muerte es el inicio de la verdadera vida y que todo esto no ha sido sino un
ensayo, un camino, una invitación! LA LITURGIA DE LOS DIFUNTOS "La muerte, es por tanto, un momento
santo: el del amor perfecto, el de la entrega total, en el cual, con Cristo y
en Cristo, podemos plenamente realizar la inocencia bautismal y volver a
encontrar, más allá de los siglos, la vida del Paraíso" (Romano Guardini) La mejor y más completa respuesta al
problema de la muerte la encontramos en los escritos de San Pablo. Recordemos
la, magnífica frase: "Al fin de los tiempos, la muerte quedará destruida
para siempre, absorbida en la victoria" (I Cor.15:26). Con el realismo que caracteriza a la
Iglesia, toda la liturgia de Difuntos que celebramos hoy, ofrece a Dios
sufragios por mi papa, sabiendo que todos, en mayor o menor grado, hemos
ofendido a Dios, pero con la plena confianza en la infinita misericordia
divina, que garantiza al final el goce de la bienaventuranza. Por ello el
libro del Apocalipsis nos enseña: "Bienaventurados los que mueren en el
Señor" (Ap.21:4). Repetimos una y otra vez al orar por mi
papa: "Dale Señor el descanso eterno y brille para él "La Muerte es la compañera del amor,
la que abre la puerta y nos permite llegar a Aquel que amamos". San
Agustín "La Vida se nos ha dado para buscar a
Dios, la muerte para encontrarlo, la eternidad para poseerlo". San
Alberto Hurtado De la Oración Colecta de la Misa de
Difuntos: "Dios, Padre Todopoderoso, apoyados en nuestra fe, que
proclama la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que concedas a
nuestro hermano Sergio Tomas, mi papa, que así como ha participado ya de la
muerte de Cristo, llegue también a participar de la alegría de su gloriosa
resurrección". De la Oración sobre las Ofrendas: "Te
ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación por nuestro hermano
Sergio Tomas, mi papa, para que pueda encontrar como juez misericordioso a tu
hijo Jesucristo, a quien por medio de la fe reconoció siempre como su
Salvador". Al Señor de la Vida Eterna, todo honor y
gloria, Amen. Pedro 19 de Marzo, día de San José |