EL PROBLEMA NO ESTÁ EN NO ENTENDER, SINO EN NO CREER

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Reflexión del Evangelio de San Juan, 6-60-69, desde el Tratado del Evangelio de San Agustín


Dice el Señor: “Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen.” No nos confundamos con las palabras, “ustedes algunos que no creen”, no es lo mismo que decir “ustedes algunos no entienden”, porque el problema no está en no entender, sino en no creer y si no creen no entienden. Y “Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían.”

Es importante entender, y ayudar a pensar, deducir, razonar. Dice San Agustín qué; “La fe nos une y la inteligencia nos vivifica”, y el llamado es constituyámonos en la unidad por la fe, para que tenga existencia lo que pueda ser vivificado por la inteligencia. Y así san Agustín, comenta que: “quien no se une, pone resistencia; y quien se opone, no cree.” Y de allí luego la pregunta: ¿Podrá ser vivificado quien resiste?

El que se resiste a entender y creer, el que se resiste a ser penetrado por la luz, cierra la puerta a su mente, y cierra la puerta a su corazón.  Y sigue San Agustín  diciendo que el que “es enemigo del rayo de la luz, que le debía penetrar; no aparta los ojos, pero cierra su mente.” En efecto, así hay, pues, algunos que no creen, pero invita a sus oyentes qué; “crean y que abran, que abran su inteligencia y serán iluminados.”

El relato evangélico comenta qué: “Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían.”, esto es Jesús sabía  desde el principio quiénes serían los creyentes, del mismo modo sabía y quién le había de entregar. Y estaban los doce, y de entre este grupo de amigos de Jesús, también está Judas. Entonces, si nos fijamos en una parte del relato, donde este nos dice; al escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?” y luego añade: “Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: ¿Esto los escandaliza?”. En efecto, algunos se escandalizaron, entonces podemos deducir, que este Judas que anduvo junto a los íntimos amigos del Señor, se quedó para para promover problemas, no para comprender lo que enseñaba Jesús. Porque se quedó con ese fin, por eso el Señor luego habla de él; “Y uno de vosotros es un diablo”, (vv. 70) No le nombró claramente, pero tampoco guardó silencio acerca de él, con el fin de infundir temor a todos, aunque uno solo fuera el que se había de perder. Sin embargo el evangelista aclara luego: “Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce.” (vv. 70)

Y luego Jesús, después de decir y distinguir los que creían de los que no creían, dio a conocer por qué no creían: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Luego el creer se nos da también, porque el creer es alguna cosa. Otra vez San Agustín, “Si, pues, es una gran cosa, gózate porque creíste, pero no te enorgullezcas. Pues ¿qué tienes que no lo hayas recibido?”

Sigue el relato de San Juan: “Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.”  Triste momento para el Señor, porque después de esta enseñanza, muchos de sus discípulos retrocedieron y ya no le seguían. Y lo más triste, como deduce San Agustín; “echaron pie atrás, pero para ir tras Satanás, no tras Cristo.”  Y cuidado a los que pensemos, que esto no le puede pasar, porque si puede pasarle a muchos, incluso a los amigos del Señor. En una ocasión el mismo Jesús le dijo a Pedro; “¡Quítate de mí vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!” (Mateo 16, 23) Jesús  llamó a Pedro Satanás, porque quería ir delante de Él y darle el consejo de que no muriese el que había venido a la muerte para que no muriésemos todos nosotros eternamente. Pero como aclara San Agustín, no le rechazó para que fuera tras Satanás, y, con todo, le llamó Satanás, es decir, le hizo ir tras El, tras el Señor, para que dejase ya de ser Satanás.

Y ya no le siguieron más y perdieron la vida que ofreció el Señor, como muchos de los que hoy se niegan a entender y se resisten a creer. Es así como estos que le abandonaron, dejaron de ser sus discípulos. Y no fueron pocos, sino muchos; “muchos de sus discípulos se alejaron de él.” San Agustín dice que esto sucedió seguramente para nuestro consuelo y añade; “Acontece a veces decir un hombre la verdad, y sus palabras no son comprendidas, y los que las oyen se escandalizan y se van. Le duele al hombre haber dicho la verdad y reacciona así en su interior: No debí hablar así, no debí decir esto. Mira que al Señor le sucedió también esto. Habló y perdió a muchos y se quedó con pocos.”

No obstante todo esto que sucedió después de escuchar sus enseñanzas, El Señor no se turba ni se espanta, pues sabía desde el principio quiénes creerían y quiénes no creerían. Ahora si nos sucede esto a nosotros, que queremos seguir al Señor, ¿nos turbaremos?, si es así, consolémonos con el Señor y tengamos mucha prudencia cuando hablemos de Él.

Y el Señor, mira a sus amigos más íntimos, y les pregunta a los que se habían quedado; “¿También ustedes quieren irse?”. Y me parece que nadie que se sabe mirado por Jesús, y que además siente la ternura de sus miradas, puede abandonarlo. Teresa de Jesús, nos dejó dicho “míralo, que él te mira” y su amigo Pedro tuvo una mala experiencia  mientras caminaba sobre las aguas, porque en cuanto le quito la mirada, le entró miedo comenzó a hundirse,  (Mateo 14, 30). Marcos apunta que en otra ocasión qué; “Jesús, fijando (en un joven rico) en él su mirada, le amó” (Marcos 10, 21) Y nadie se fue, ni siquiera el que luego lo traicionaría, aunque el Señor ya sabía por qué no se iba, y nosotros lo supimos después.

Y a la pregunta del Señor; “Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.” Simón Pedro contesta por sus amigos. El Señor se había dirigido a todos; “¿También ustedes quieren irse?”. Es por eso que entendemos que Pedro responde en nombre de todos, mostrando una gran unidad entre estos amigos, como también diríamos ahora, mostrando liderazgo. En una respuesta dramática, “¿a quién iremos?”, como diciendo, no nos alejes de ti, porque si te dejamos, “¿a quién iremos?, Si nos vamos de tu compañía, ¿a quién iremos? Y el mismo Pedro le dice porque no quieren irse; “Tú tienes palabras de Vida eterna”

Y comenta San Agustín; “Mirad cómo comprendió esto Pedro con la ayuda de Dios y confortación del Espíritu Santo.” Y de dónde le vino esta inteligencia sino de su fe? Es así como Pedro le dice al Señor; “Tú tienes palabras de Vida eterna” y el mismo apóstol en representación de sus amigos vuelve a dar la respuesta por todos; “Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. No sabemos y creímos, sino que creímos y sabemos, es decir en palabra del Obispo de Hipona “creímos y entendimos. Creímos, pues,  para llegar a comprender; porque, si quisiéramos entender primero y creer después, no nos hubiera sido posible entender sin creer.” ¿Qué es lo que hemos creído y qué es lo que hemos entendido?; “Que eres el Santo de Dios” es decir, que tú eres la misma vida eterna.

El Señor no bendiga y nos ilumine

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Bibliografía

Obras Completas de san Agustín, tomo XIII, tratado XXVII

Biblia de Jerusalén

Agosto 2015

Editado en este Link: REFLEXIONES INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS

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