“Él me envió a llevar la buena noticia” Meditación
desde Is 61, 1-2a. 10-11 Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant ocds Domingo III de Adviento Después de un breve recuerdo de su
vocación, que lo justifica ante su auditorio, el profeta presenta la alianza
entre el Señor y su pueblo en un estilo que prefigura el de las
Bienaventuranzas. El hombre que decide vivir en la presencia del Señor debe
aceptar inevitablemente un camino radical. Participando, así, de la vida del
Señor, el pueblo canta su alegría en un himno que anuncia el Magnificat.
Frente a los agoreros del castigo y a los predicadores de la resignación, el
heraldo proclama la justicia. El Espíritu del Señor está en él, creando la
alegría expansiva que debe transfigurar la faz de la tierra. Reflexionemos como Isaías anuncia las
características del futuro Mesías y los frutos de su misión. Él me envió a llevar la buena noticia. Lectura del libro de Isaías. Is 61, 1-2a. 10-11 El espíritu del
Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la
buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la
liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año
de gracia del Señor. Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija
en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me
envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema
y como una esposa que se adorna con sus joyas. Porque así como la tierra da
sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar
la justicia y la alabanza ante todas las naciones. Palabra de Dios. En los primeros
versículos de esta profecía, en los que el profeta habla en primera persona
-hasta el punto de hacer pensar que se trata del recuerdo de su vocación
personal- se los aplicará Jesús a sí mismo en la sinagoga de Nazaret (Lc
4,18-19). Invadido” por el Espíritu Santo El profeta se
presenta como “invadido” por el Espíritu Santo. El efecto de la presencia del
Espíritu se manifiesta con dos verbos: “me ha ungido” y “me ha enviado” (v.
1). En primer lugar, la consagración, efecto que le concierne personalmente:
es decir, el profeta pertenece a Dios y a su servicio (el verbo es el mismo
que luego se utilizará para indicar al “Mesías”, el consagrado de Dios).
Puesto que pertenece a Dios, pertenece también a los demás; el profeta es un
enviado al pueblo con una misión que se define muy detalladamente. Enviado… Para
dar la buena noticia a los pobres La frase: “me ha
enviado” introduce siete finalidades (la lectura de hoy menciona sólo
algunas), de las cuales la primera es un breve resumen: “Para dar la buena
noticia a los pobres”, a los que tienen en corazón destrozado, a los
esclavos, a los prisioneros... El profeta debe anunciar que Dios no se ha
olvidado de ellos, sino que se cuida de ellos. Se trata sobre todo de
anunciarles: “El año de gracia del Señor”, es decir, anunciar el gozo que
experimenta Dios al preocuparse de ellos ahora. Dejar que el Señor le enseñe a cumplir su
voluntad. En la segunda
parte de la lectura, el “yo” del profeta se ensancha para abrazar a toda la
comunidad. Ésta se alegra por la misión que le ha sido confiada, la que
llevará a la comunidad de Israel a sentirse amada por Dios como esposa y a
dejarse revestir de justicia, dejar que el Señor le enseñe a cumplir su
voluntad. Me envolvió con el manto de la justicia “Porque así como
la tierra da sus brotes”... así el Señor hará brotar la justicia y los himnos
ante todos los pueblos”. La palabra de Dios escuchada como es y como se nos
da, saca del individualismo y de las expectativas reducidas. La acción de
Dios se asemeja a una tierra fértil que hace germinar con vigor plantas de
todo tipo. Así Dios suscita la santidad – justicia – y, en consecuencia,
provoca la alabanza gozosa y exultante – los himnos –. Y eso no para unos
pocos, sino para “todos los pueblos”. Éstos son los horizontes en que nos
introduce la esperanza del Adviento. Pues la acción de Dios es fecunda e
inagotable, genera vida. La Buena Noticia “Me ha enviado
para dar la buena noticia a los que sufren”. Si prestamos atención a los
textos, ellos nos dirán quiénes somos o cómo estamos y a la vez qué estamos
llamados a ser. Nos encontramos desgarrados, cautivos, prisioneros... Nos
encontramos llenos de sufrimientos porque todavía no conocemos ni vivimos lo
suficiente la buena noticia, el Evangelio... Pero es a los que así se
encuentran a los que se les proclama la amnistía y la liberación de la
esclavitud; se les anuncia la buena nueva y se les invita a dejarse vendar
los corazones desgarrados... ¿Lo creo de veras? ¿Lo espero? “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el
Señor me ha ungido”. Para todo esto
viene Cristo, el Mesías, el Ungido. Nosotros también hemos sido ungidos.
Somos cristianos. Hemos recibido el mismo Espíritu de Cristo. Y también somos
enviados a dar la buena noticia a los que sufren, a vendar los corazones
desgarrados... además de acoger la acción de Cristo en nosotros, a favor
nuestro –o mejor, en la medida en que la acojamos, prolongamos a Cristo y su
acción en el mundo y a favor del mundo, dejándole que tome nuestra mente,
nuestro corazón, nuestros labios, nuestras manos..., y los use a su gusto. El Señor les bendiga Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds. Fuentes: www.caminando-con-jesus.org Lectio Divina para cada día del año, de Giorgio
Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) Publicada
en este link: REFLEXIONES INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS Durante mi retiro en La Florida, Adviento 2011 |
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