La misericordia de Dios y la de los hombres

II Domingo de Pascua

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


 “Estoy en gran angustia. Pero ¡caiga yo en manos del Señor, que es grande su misericordia, y no caiga en manos de los hombres! (Crónicas 21,13)

El papa Juan Pablo II instituyó, en el año 2000, el domingo después de Pascua, el “Domingo de la Misericordia”, en respuesta al pedido del Señor a sor Faustina. La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos... “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario, 723).

Entonces es bueno meditar este domingo, sobre la misericordia que viene de Dios y la misericordia que viene de los hombres, a fin de reflexionar de qué modo estamos cumpliendo con este deseo que tiene el Señor de que nosotros practiquemos la misericordia a nuestros hermanos. “Así habla el Señor de los ejércitos: Hagan justicia de verdad, practiquen mutuamente la fidelidad y la misericordia”. (Zac. 7, 9)

El Señor Jesús, nos ha dicho que son; “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5,17), pero para ello es necesario; “aprender qué significa aquello de: Misericordia” (Mt 9,13). Y Jesús considera que una de las cosas más importante, junto con aplicar la justicia y la fe, es la misericordia, y así se los hace ver a los fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe!” (Mt 27,23)

Y la misericordia es buscada y deseada por todos los hombres, no obstante, así como hay muchos hombres, que incluso hablan de Dios, no son dignos de ella, también hay muchos que no la practican, aunque saben de sobra que el Señor le  ha mandado a ejercerla. Y entonces nos cabe una pregunta, ¿con qué cara te atreves a pedir, si tú no quieres darla?, ¿Acaso no comprendes que si deseas alcanzar misericordia en el cielo debe él ejercerla aquí en la tierra?

Ciertamente, si todos buscamos y deseamos la misericordia, tenemos que actuar en consecuencia, para así de este modo se nos regale la misericordia que hay en el cielo, la cual será para todos el que la ha practicado en la vida terrena. “Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo”. (Salmo 36,8)

Ciertamente, y lo observamos todos los días, existe una misericordia humana, como sabemos que existe otra que nos viene del Señor. Pero no olvidemos que el mismo Jesús nos ha dicho que todo los que hagamos con sus pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Señor, que consiente dar en el cielo, también quiere recibir en la tierra.

Porque será, que nos encanta que Dios nos dé mucho, pero sin embargo cuando Dios nos pide, se nos olvida dar?. “Y a ti, Señor, la misericordia. Porque tú retribuyes a cada uno según sus acciones” (Sal. 62, 13)

Tenemos conciencia que cuando un necesitado pide pan, es Cristo quien nos pide a través de un hermano necesitado?

Cuando necesitamos de la misericordia del Señor, nos acordamos de que nosotros no la hemos dado cuando nos la han pedido?, Dice el Señor; “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará” (Lc 3,37), por tanto, ¿es justo pedir si nos negamos a dar?

Oremos con los salmos

“¡Yo te cantaré, fuerza mía, porque tú eres mi baluarte, Dios de misericordia! (Sal. 59, 18), y a ti, Señor, la misericordia. Porque tú retribuyes a cada uno según sus acciones. (Sal. 62, 13),  ¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! (Sal. 85, 8), “Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en misericordia con aquellos que te invocan” (Sal. 86, 5), Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. (Sal. 66, 20), “¡Qué bueno es el Señor! Su misericordia permanece para siempre, y su fidelidad por todas las generaciones”. (Sal. 100, 5), El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; (Sal. 103, 8)

Llegue a ustedes la misericordia, la paz y el amor en abundancia. (Jds. 1, 2)

Unidos en la oración

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

 

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