“Tomen, esto es mi
Cuerpo”. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron
de ella. Y les dijo: “Ésta es mi Sangre” Mc 14, 12-16.
22-26 Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant 1.
“PRIMER DÍA DE LOS ÁCIMOS,” Los tres Evangelios
sinópticos sitúan la preparación de la última cena “en el primer día de los
Ácimos”. Primitivamente, solamente se comía el pan ácimo la semana pascual,
que comenzaba el 15 de Nisán a la puesta del sol (Ex 12:15, etc.).
Posteriormente, los rabinos, para asegurar mejor el cumplimiento de este
precepto de la Ley, extendieron la obligación de comer el pan ácimo desde el
mediodía del 14. De ahí el que, en el uso vulgar, la “Fiesta de los Ácimos”
viniese a tener el valor de ocho días. Vocabulario que es el que reflejan los
evangelios. Nisán es el séptimo
mes del año según el cómputo de los meses desde la creación del mundo (a
partir del mes de Tishrei), y el primer mes según
el cómputo desde el Éxodo de Egipto (a partir del mes de Nisán). El origen del
nombre Nisán, al igual que los nombres de los demás meses del calendario
hebreo, es babilonio, y fue posteriormente adoptado por los judíos que
retornaron del exilio en Babilonia. 2.
“SALDRÁ AL ENCUENTRO UN HOMBRE CON UN CÁNTARO
DE AGUA.” Cristo los envió a
Jerusalén, y les dice que al llegar les “saldrá al encuentro un hombre con un
cántaro de agua.” Les manda seguirle, y, donde entre, pide que le digan al
dueño que él desea celebrar en su casa la Pascua con sus discípulos, que son
los apóstoles. Jesús les anuncia
la respuesta: les mostrará una “gran sala” en la parte alta de la casa, a la
que ordinariamente se subía por una escalera exterior, independiente de
comunicación con el resto del edificio; esta sala estará “alfombrada,” o
cubierta de esteras, y preparada con todo el ajuar necesario para recibir
allí huéspedes de Pascua. Sólo faltaban los manjares rituales, que Jesús les
manda “preparar.” Era característico
que jamás ningún forastero había dejado de encontrar hospitalidad, un
aposento entre los jerosolimitanos (de Jerusalén), para celebrar la Pascua;
hospitalidad que era gratuita. Pero la costumbre había establecido que les
dejasen como compensación la piel del cordero pascual inmolado. Esta persona
en cuya casa se va a celebrar la Pascua debía de ser algún discípulo o
simpatizante de Jesús, y es posible que ya le hubiese ofrecido su casa para
esto en otra ocasión. 3.
MIENTRAS COMÍAN” TIENE LUGAR LA INSTITUCIÓN
EUCARÍSTICA. La narración de la
institución eucarística de Marcos forma un conjunto muy marcado con Mateo,
diferenciándose accidentalmente, aunque manifiestamente, del conjunto Lucas y
San Pablo. “Mientras comían”
tiene lugar la institución eucarística. Sin embargo para Lucas, “después de
haber comido.” La razón es que Lucas precisa el momento; fue después de haber
terminado la cena estricta, habiendo ya comido el cordero pascual, pero
continuando con los ritos de la cena. Marcos-Mateo sólo dicen
que se celebró durante ella y sin más precisiones. En cambio, al
relatar la consagración del cáliz, Marcos tiene una redacción distinta. Según
él, Cristo tomó el cáliz, dio gracias, se lo dio, y bebieron todos de él. Y
después de esto consagra su sangre. Marcos seguramente lo relata así por
lograr una “eliminación” del tema en orden a una mayor claridad. Se comprende
que Marcos desea hacer ver que todos bebieron de aquel único cáliz
consagrado, no obstante para sus lectores no podía haber la menor confusión,
ya que conocían y vivían el rito histórico preciso en la “fractio
pañis.” (fracción del pan) 4.
LES ASEGURO QUE NO BEBERÉ MÁS DEL FRUTO DE LA
VID HASTA EL DÍA EN QUE BEBA EL VINO NUEVO EN EL REINO DE DIOS. Otro punto de
interés, es que en el Evangelios según san Marcos, como en Mateo, se omite la
instrucción de repetir la celebración eucarística, que aparece en Lucas y
Pablo. Marcos no recogió este elemento, o lo omitió por innecesario, ya que
estaba incluido en el hecho de la celebración. Pues una “rúbrica” (un signo)
no se la recita, se la ejecuta. Siendo la “nueva Alianza” había, como la
otra, de repetirse, “conmemorarse” (Ex 12:14; Dt
16:3; Ex 13:3.9). Sin embargo, igualmente se define que con esas palabras
Cristo ordenó a los apóstoles y preceptuó el sacrificio eucarístico. Luego Jesús, pone a
continuación la frase “escatológica” de reunirse con ellos en la etapa
celeste del reino: “Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta
el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. Esta frase esta
representada, en el medio ambiente, bajo el símbolo de un banquete. La
conciencia de Cristo es clara en toda esta tragedia. 5.
TOMEN, ESTO ES MI CUERPO Mientras comían,
Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”. Después tomó una copa, dio
gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Ésta es mi
Sangre”. Jesús ofrece a los discípulos su cuerpo y su sangre. Esta es una frase
que requiere una profunda meditación, debemos estar claro si estamos
convencidos de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. La presencia
de Cristo en la Eucaristía es muy activa. El hecho que Jesús
ofrezca su cuerpo y su sangre debe siempre hacernos conmemorar el don de su
vida, su muerte en cruz. En la cruz él ha derramado su sangre; con su muerte
ha fundado una nueva alianza, la comunión definitiva de Dios con los hombres.
Jesús permanecerá para siempre con ellos y será “el crucificado”, que ha
donado su vida por ellos” 6.
SANGRE DE LA ALIANZA, QUE SE DERRAMA POR
MUCHOS El provecho de esta
sangre es por “muchos.” Es semitismo por “todos,” como se ve en diversos
contextos neotestamentarios y en la literatura rabínica. Hay además una
alusión literaria al “Siervo de Yahvé,” que sufre por “muchos”, por las
multitudes (Is 53:12). “Que se entrega por
vosotros”. “Por vosotros y por todos los hombres”, esto es por nosotros y por
cada uno de todos los hombres, por los que fueron, son y serán. Cristo vive
apasionadamente en la Eucaristía su amor infinito por nosotros, su entrega
sin límites por cada uno. El amor manifestado en la cruz perdura eternamente;
no ha disminuido en nada, por el contrario, es ahora más intenso. Y se hace
especialmente presente y eficaz en cada celebración de la Eucaristía. 7.
JESÚS
EN LA EUCARISTÍA ANHELA BORRAR NUESTRO PECADO Y todo esto lo ha
hecho Cristo “para perdón de los pecados”. En efecto, Cristo sabe muy bien
por quién y a quién se entrega, por gente como nosotros, por hombres que
somos pecadores. Porque para esto él ha venido precisamente, para quitar el
pecado del mundo. Cristo en la Eucaristía anhela borrar nuestro pecado y
hacernos santos. Para eso se ha entregado. Y para eso se queda en la
eucaristía, para ser alimento de pecadores. Y nosotros
necesitamos acudir con ansia y comer su cuerpo y beber nuestra redención.
Pero cuando decimos “el Cuerpo”, debemos meditar que nos referimos a una
persona total, no una sólo a una parte. Es así, como Cristo está presente con
su cuerpo glorioso, con su alma humana, con su personalidad divina. Y habrá que
preguntarse: ¿En verdad estamos conscientes de que en cada sagrario hay un
hombre viviente, infinitamente más real que todos nosotros? ¿Qué me es más
real, la presencia de las demás personas humanas o la presencia de Cristo en
la Eucaristía? ¿Soy consciente de tener en el
Sagrario a Dios con nosotros, a mi disposición, esperándome eternamente? 8.
JESÚS, QUIERE CELEBRAR CADA DÍA LA PASCUA CON
NOSOTROS El eje del relato
está en las palabras de Jesús sobre el pan y el vino. Reflejan, junto con los
relatos de san Mateo y san Marcos, y también de san Pablo, cómo se celebraba
la eucaristía en las primeras comunidades cristianas. Hoy se hace
presente en el mundo a través de los discípulos que siguen al Maestro y
celebran comiendo juntos la cena pascual y entregándose al servicio los unos
de los otros, para que el mundo crea. Es así, como en nuestras comunidades
eucarísticas continuamos el memorial de Jesús, celebramos la nueva alianza y
encendemos nuestros corazones con el fuego de su ardiente caridad. Jesús, quiere
celebrar cada día la pascua con nosotros y se nos hace presente en la
celebración eucarística, El quiere estar con nosotros, y le pedimos al mismo
tiempo que se quede con nosotros. La eucaristía, nos fortalece, no anima, nos
entrega paz en nuestro corazón, acudimos a ella llenos de esperanza y la convertimos
en nuestra principal celebración. La Paz de Cristo Jesús viva en sus corazones Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Fiesta del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, ver este link: CORPUS CHRISTI
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