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¿QUIÉN ES PARA MÍ JESÚS?

 Autor: Pedro Donoso Brant


 

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"  Evangelio de este domingo 13 de septiembre, Mc 8, 27-35

Parece que hoy más que nunca, se cae en la tentación de opinar sobre un Jesús poco auténtico, se editan libros, se hacen comentarios, se crean canciones, nacen sectas, grupos de extraños pensadores, profetas que hablan de un nuevo Cristo, etc. Parece que hablar de Jesús no es difícil, todo esto como producto del sentimiento y de la imaginación, que todo lo permite. Algunos audaces, hasta lo compara con un guerrillero, humanista y permisivo. También se escuchan acotaciones donde no es el Jesús del Evangelio, ni revela genuinamente al Padre.

MEDITACION

En ese minuto, convenía que los discípulos en algún momento hablasen de Jesús mejor de los que decía algunos. Pero les pregunta primeramente cómo pensaban los hombres para examinar luego su fe, pues de otro modo, podía apoyar su confesión en la opinión de la gente.

He ahí una reflexión que debemos hacer hoy. O nos apoyamos en lo que dicen los demás, o decimos desde nuestro interior quien es para nosotros Jesús.

Entonces la pregunta del Evangelio nos viene dirigida directamente. Nosotros, que somos hoy sus discípulos y que hacemos nuestra vida con Jesús, estamos invitados a pronunciarse sobre él. Puede resultar sencillo repetir una fórmula aprendida en el catecismo o asumir una posición aceptable por la mayoría sin una excesiva implicación personal: Jesús es el Señor, Jesús es un gran hombre, Jesús es el protector de los débiles y muchas cosas más que aprendemos de memoria.

Pero…¿Quién es para mí Jesús?

Toda respuesta suena vacía si no afecta a mi vida, si no expresa mi compromiso con él. Sí, Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, el que nos ha revelado el amor del Padre por todos y en particular por los indefensos. Reconocerle y aceptarle como tal, invocarle como Señor, adquiere su significado pleno si, en consecuencia, le sigo en su camino. El amor que Jesús nos da y nos hace conocer es el amor de quien da la vida por los otros y paga cualquier precio con tal de permanecer fiel a ese amor. Jesús es verdaderamente nuestro Señor, si nosotros, dejando de lado nuestros proyectos mezquinos, asumimos el suyo, sin dejarnos condicionar por la mentalidad corriente, absolutamente centrada en el beneficio y en el culto a nosotros mismos.

Nuestras obras expresan la verdad de nuestra decisión, de nuestra respuesta a la pregunta sobre la identidad de Jesús.

ORACION

Perdóname, Señor Jesús: también hoy he tenido miedo del rechazo y de la burla. No he conseguido seguirte en tu camino y me he rebajado a pactos con los criterios que, en este mundo, permiten estar de la parte de los vencedores. Tú elegiste el amor y fuiste escarnecido, no te creyeron y, por último, te mataron. Nunca dejaste de amar ni de demostrar amor: lo que decías lo ponías en práctica. Fuiste un derrotado para las crónicas mundanas, pero en el silencio de una aurora de primavera, resucitaste de la muerte. El amor, nos dijiste, es la única salvación, y creer en ti derrota todo abuso, todo egoísmo tiránico.

Perdóname, Señor Jesús, cuando expreso mi fe sólo de palabra, cuando me refugio en el escondite del «así hacen todos», en vez de saborear los espacios abiertos de tus caminos, a lo largo de los cuales se experimenta la alegría de dar la vida por los hermanos.

Bendiciones         

     Pedro Donoso Brant

13-09-2015

 

Bibliografía

www.caminando-con-jesus.org

Domingo XXIV

LECTIO DIVINA DIARIA (Zevini y Giordano)