“La Ley, nos ordenó
apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?” Reflexión desde el evangelio de Jn 8, 1-11 Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds 1.
FARISEOS DE AYER Y DE HOY Los Fariseos de ayer, no muy distintos a
los de hoy, buscan procesar a Jesús, ciertamente hay algunas pocas diferencias
entre aquellos y los de hoy, en tiempos de Jesús, eran religiosos muy celosos
y ponían normas sobre normas, “atan cargas pesadas y las echan a las espaldas
de la gente” (Mt, 23,4), los de hoy, con poca diferencia, miran con malos
ojos cualidades y éxitos de sus hermanos, envidiosos y buscan desanimar al que va
bien, manifiesta su deseo de fracaso a otro que no es él y en lo que más
parecido son, es que hacen obras para ser vistos por los hombres; quieren el
primer puesto en todo, los primeros asientos en los templos, que se les
salude deferentemente, etc., y siempre buscan condenar o que otros condenen a
sus hermanos. Es cierto que existen ocasiones en la cual nos parecen grandes
o enormes las faltas de otros en comparación a las nuestras. En ese minuto
debemos recordar cuando el Señor nos dice, que en lugar de mirar la paja en
el ojo ajeno, veamos la viga que hay en el nuestro. Los fariseos de hoy, que no pueden llamarse
de otra manera que hipócritas, porque les encanta mostrase como santos,
puros, llenos del estado de gracia, se deleitan levantando dedos acusadores a
los que han caído en falta, como si eso los hiciera mejores. Lo increíble, es
ver como llevan en sus bolsillos o bolsos, las piedras que pretenden tirar a
otros por sentirse libres de
pecado. Y es así, como el episodio de la mujer acusada
de adulterio, muestra la clara intención que traen escribas y fariseos, no
solo de establecer una sentencia condenatoria a esta pobre pecadora, sino que
además es de enjuiciar a Jesús. Y los próximos sucesos que meditaremos en
los siguientes evangelios de esta cuaresma, nos anuncian que estamos llegando
a la Pascua, nos hablarán de las críticas a Jesús, a su obra, a su enseñanza
y a su caminar en medio de los hombres, ataques que llevarán a la condenar al
sufrimiento y la muerte de Jesús. 2.
LA LEY, NOS ORDENÓ APEDREAR A ESTA CLASE DE
MUJERES. Y TÚ, ¿QUÉ DICES?” El Evangelio nos narra que “Jesús
fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo
acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los
fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio”,
el Señor se encuentra en el patio del templo, por tanto él está en un lugar característico
y sagrado, él se encuentra en el sitio donde hacen sus actividades la
religión hebrea, ahí mismo donde Dios ha manifestado su presencia desde hace
muchos años, por consiguiente, se comprende que el Señor se encuentra en un lugar
santo, y esto hace más conmovedora y a su vez más dramática la polémica entre
Jesús y los que vienen a acusar a la mujer que ha sido sorprendida en falta. “poniéndola en medio de todos, dijeron a
Jesús: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres” .Todos, muy
conocedores de las leyes, están en parte convencidos de que Jesús caerá en la
trampa, y nos cabe entonces una pregunta, ¿de qué lado se pondrá Jesús? ¿Hará
él cumplir la ley de Moisés?, ¿Estará del lado del Dios de Israel?, o ¿se
mostrará de parte de los enemigos de Dios de Israel?.
La mujer adúltera que los escribas y fariseos traen a Jesús mientras está
enseñando a la gente, es un subterfugio, y lo hacen delante de otros para incitarlos
a ser parte y no es para confirmar una condena que, en el caso de un
adulterio “in fraganti” era castigada con la pena de muerte según la ley de
Moisés, es decir la lapidación, y no era necesario llevarla a Jesús para
cumplir la sentencia, por tanto está claro que lo que buscan es conseguir a
condenar a Jesús. Y los fariseos, pretender poner a prueba a
Jesús, por esos le piden su parecer acerca de la interpretación de la ley
mosaica. “Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de
mujeres. Y tú, ¿qué dices?” En realidad, lo que
pretenden es poner una trampa a Jesús. Con todo, Jesús toma la misma actitud
de siempre, decide no entrar en éste asunto. ¿Por qué?, no lo hace tanto por pasarse
de listo como por ir a la raíz del asunto que le ha sido presentado. Jesús,
conoce bien a los fariseos, sabe que buscan hacerle “pisar el palito”. Asimismo, Jesús revela su verdadera
identidad, además él no es ni escribas
ni fariseos. Por otra parte, Jesús es el verdadero intérprete de la ley de
Dios, es decir, Jesús es el verdadero templo de Dios, la verdadera y nueva
presencia de Dios en medio de los hombres; es Él quien anula y renueva las
situaciones humanas. Y lo hace con gestos y palabras. 3.
“AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA PECADO, QUE ARROJE
LA PRIMERA PIEDRA” “Pero Jesús, inclinándose, comenzó a
escribir en el suelo con el dedo”. Este es un gesto extrañísimo, hay
muchos supuestos sobre esta actitud, no sabemos tampoco que escribió, pero
coincidente con esto, se lee en Jeremías; “todos los que te abandonan serán
avergonzados, y los que se apartan de ti, en la tierra serán escritos, por
haber abandonado el manantial de aguas vivas”, (Jer 17,13). Algunos eruditos, hablan de que desde
Ambrosio a Agustín y Jerónimo, se ha supuesto que Jesús habría escrito los
pecados de los acusadores de la mujer y de todos los hombres. En efecto, delante
de Dios todos los hombres son culpables y podemos suponer que estos
denunciantes de la mujer adúltera, con el gesto silencioso de Jesús, leído a
la luz del texto de Jeremías, están circunscritos en esa condición y así,
animados a tomar conciencia del propio pecado, como de entregarse al juicio
de Dios antes que al de los hombres. Jesús se enderezó y les dijo: “Aquél
de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”, esta
palabras, que sorprenden a los acusadores, apartan cualquier duda sobre el sentido
del suceso, El Señor nos vuelve a sorprender nuevamente, y hace lo mismo
cuando se enfrenta a cualquier hipócrita, “¿Cómo
es que miras la paja que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga
que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque
la pajita del ojo", teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero
la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la paja del ojo de tu
hermano” (Mt 7, 3.5) es decir, Jesús, no solo condena todo tipo de hipocresía,
sino que reprime a cuanto pecador pretende arrogarse el derecho de juzgar a
otro pecador. Ciertamente, y no hay dudas, esta clase de juicio solo le incumbe
a Dios. “Al oír estas palabras, todos se retiraron,
uno tras otro, comenzando por los más ancianos”. A buen entendedor,
pocas palabras dice el refrán, es decir, todos entienden el significado y se retiran.
Comenzando por los más ancianos, o porque acumulan más faltas que los jóvenes,
o porque su madurez, le hace entender bien el mensaje. 4.
“YO TAMPOCO TE CONDENO
LE DIJO JESÚS”. Pero el episodio no acaba aquí, Jesús se ha
quedado a solas con la mujer adúltera, “e incorporándose, le preguntó: Mujer,
¿dónde están tus acusadores?”, no obstante hay algo más, Jesús no le
pregunta nada sobre quien es ella, no averigua nada de su pasado, no hace indagaciones,
no le interesa al Señor saber si antes había caído en faltas y nos vuelve a
sorprender con su sentencia de perdón, “¿Nadie te ha condenado? Ella le
respondió: Nadie, Señor. Yo tampoco te condeno le dijo Jesús”. Jesús, simboliza la misericordia de Dios.
Cualquier pecado que haya cometido la mujer, ya no cuenta más. Jesús nos está mostrando lo que
verdaderamente somos, hijos de Dios y amados por Dios, somos mucho más que
nuestro pecado y Dios no mira de una manera muy distinta a los hombres, porque,
“La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las
apariencias, pero el Señor mira el corazón” (1Sam 16,7). El corazón del
hombre, no obstante pueda estancarse en las miserias y pecados de la vida,
está hecho para el misterio de Dios, para la belleza, para el amor y para la
verdad. La mirada de Dios es una mirada del Dios de la vida, no de muerte. La
mirada de Dios, es una mirada hacia el futuro, no hacia el pasado. “Yo tampoco te condeno le dijo Jesús”. La
mirada de Dios, es una mirada de misericordia, no de condena. “Vete, no peques más en adelante”, le dice finalmente
Jesús y le da la oportunidad a la mujer de comenzar un camino nuevo. Comenta
San Agustín: “El Señor ha condenado el pecado, no a la mujer”. La mujer
estuvo a punto de morir lapidada, pero la misericordia de Dios es abrazo al
pecador para que se convierta y viva, la misericordia de Dios, no es un
abrazo al pecado, que lleva a la muerte. Esta es la particularidad y la alegría de
la buena noticia del Evangelio, esto es lo que no comprendieron los fariseos
en aquel tiempo y lo que no comprenden los fariseos actuales, que se las dan de moralista para condenar y
humillar al que cae en falta. Jesús no está a favor del pecado, los condena de
todas formas, pero ama intensamente al pecador y le anima al arrepentimiento,
por tanto la conversión de nuestros pecados es posible, nadie está condenado
a muerte por pecar, “solo no debemos pecar en adelante”,
y la única condición que tenemos, es ser capaces de redescubrir y abrirnos al
amor incansable y fiel de Dios por cada uno de nosotros. El
Señor les Bendiga Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds Publicado en mi
página WEB www.caminando.con-jesus.org
en esta sección: REFLEXIONES
INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS |
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