“R. ¡Que los pueblos te den gracias, Señor! Reflexión
desde el Salmo 66, 2-3, 5-6.8 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds R. ¡Que los pueblos te den gracias, Señor! El Señor tenga piedad y
nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se
reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. R. Que canten de alegría las
naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones
de la tierra. R. ¡Que los pueblos te den
gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias! Que Dios nos bendiga, y
lo teman todos los confines de la tierra. R. Conozcan a
Dios todos los Pueblos. Habló el Señor a Moisés y le dijo: Habla a Aarón
y a sus hijos y diles: “Así habéis de bendecir a los israelitas. Les diréis:
“El Señor te bendiga y te guarde; ilumine el Señor su rostro sobre ti y te
sea propicio; El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Números
6:22-27) Este salmo, parece un comentario poético a esta
bendición sacerdotal, versículos del Libro de los Números 6:22-27, El
Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros”, por
lo que parece que fue compuesto como acción de gracias, talvez con motivo de
la cosecha. También puede ser que fue compuesto para ser cantado en el templo
con motivo de las tres grandes fiestas anuales, a saber, Pascua, Pentecostés
y Tabernáculos, fiestas en las cuales se daba gracias por las primicias de
las cosechas y por la terminación de la recolección de los frutos El salmista sabe elevarse de las bendiciones
temporales otorgadas a Israel a la bendición universal sobre todas las
gentes, como fue predicho a Abraham: todos los pueblos deben alegrarse y
felicitarse por el gobierno justo de Dios sobre todo el universo. Que
canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y
guías a las naciones de la tierra. Estas alabanzas que ahora dirige a
El Señor el pueblo escogido, deben repetirse por gentes de todas las
naciones; la perspectiva es universal y mesiánica. Israel,
misionero de la salvación entre los pueblos. La generosidad divina se manifiesta en el
resplandor del rostro del Señor sobre los suyos; “haga brillar su rostro sobre
nosotros”. Se decía que Dios apartaba su rostro a quien despojaba de su protección y cuando privilegiaba su
ayuda y protección se decía que su rostro brillaba sobre él que era
protegido. El salmista aquí considera al pueblo elegido como un camino importante:
“Para
que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. La
protección dispensada a Israel será como una lámpara que atraerá la atención
de todas las gentes hacia Dios. La glorificación del pueblo elegido será una
prueba de que Dios protege a los que les son fieles, y en ese sentido es un
reclamo para dar a conocer sus caminos. El
reconocimiento del gobierno equitativo de Dios. Todas las gentes deben
sentirse felices: “Que canten de alegría las naciones”
y exultantes, porque es el propio Dios quien lleva las riendas del gobierno
en el mundo, “porque gobiernas a los pueblos” y, en consecuencia, sus
decisiones tienen que llevar el sello de la equidad y de la justicia: “con
justicia y guías a las naciones de la tierra”. Ello debe dar
seguridad a sus fieles que se conforman a las exigencias de su Ley. Esto que
se manifiesta en la historia de Israel, debe ser reconocido por todas las
naciones, vinculadas al pueblo elegido en virtud de la bendición de Dios a
Abraham sobre todas las gentes. Por eso se invita a todos los pueblos a
unirse en alabanza del Dios omnipotente y justo, que gobierna el mundo
conforme a sus designios salvadores. “¡Que
los pueblos te den gracias, Señor!, Señor, que todos los pueblos te den gracias”. La benevolencia divina se ha manifestado
concretamente en la abundancia de los frutos de la tierra. El salmista,
agradecido por los beneficios recibidos, vuelve a implorar la bendición
divina para su pueblo: “Que Dios nos bendiga”, Todos los
habitantes de la tierra, desde sus más remotos confines, deben reconocer
reverencialmente este poder superior de Dios, que gobierna el mundo con
equidad: “y lo teman todos los confines de la tierra”. . Por el amor que Dios nos tiene, cantamos también hoy: ¡Que los pueblos te den gracias, Señor! Pedro
Sergio Fuentes: Algunos
comentarios están tomados del estudio de la Biblia Comentada de Nácar-Colunga |
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