“Restáuranos, Señor del universo” Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds R. Restáuranos,
Señor del universo. Escucha, Pastor
de Israel, tú que tienes el trono sobre los querubines, reafirma tu poder y
ven a salvarnos. R. Vuélvete, Señor
de los ejércitos, observa desde el cielo y mira; ven a visitar tu vid, la
cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso. R. Que tu mano
sostenga al que está a tu derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos
apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R. La liturgia del hoy 1º Domingo de
Adviento, nos vuelve a traer este salmo (80) 79, que nos trajo con otros versículos
el domingo 27 del Tiempo Ordinario del ciclo A. Haciéndose eco de este clamor
el salmo es una vehemente súplica a Dios, Pastor de Israel, para que venga a
salvarnos. Restáuranos, Señor del universo. Oración
por el pueblo Perseguido. El poema contiene cinco estrofas: a)
súplica para el restablecimiento de las tribus del norte (1-4); b) Israel,
vilipendiado por los enemigos de Dios (5-8); c) la viña del Señor, trasplantada
de Egipto a Canaán (9-12); d) la viña devastada (13-16); e) súplica de
protección sobre Israel (17-20). La liturgia de hoy sólo ha considerado las
estrofas desde los versículos 9 al 20 Las tribus del norte - Efraím,
Benjamín y Manases - fueron llevadas en cautividad por los asirios al ser
conquistada Samaría en el año 721. Esta
desaparición de las tribus septentrionales dejó gran impresión en los ánimos
del reino de Judá, que por otra parte estaba amenazado del mismo peligro,
pues el ejército de Sargón amenazaba con devastar
también el reino de Ezequías. El salmista piensa en la triste suerte de sus
hermanos llevados en cautividad y en la desaparición de las tribus que
descendían también del glorioso patriarca Jacob. Dios habita en el cielo, pero desde allí
contempla y dirige las cosas de la tierra. Supuesta esta su providencia, el
salmista pide ansiosamente que se preocupe de Israel — su “viña” —, que ha
sido devastada y desolada. Como Dios de los ejércitos, con un simple acto de
benevolencia puede salvar la actual situación de postración del pueblo
elegido. Aunque Israel ha pecado, sin embargo, las maravillas obradas en el
éxodo y después en la conquista de Canaán dan ánimos al poeta para suplicar
la intervención del Señor Omnipotente y resolver la nueva crítica situación. Súplica
por el restablecimiento de las tribus. septentrionales (1 -4 ) El poeta apela a las dos condiciones del
Señor para que salga en favor de Israel: su calidad de Pastor solícito, “Escucha,
Pastor de Israel, tú que tienes el trono sobre los querubines”, que se preocupa de José — reino del norte —
como de su propio rebaño, y su categoría de Dios, que majestuosamente tiene
su trono entre los querubines. Como tal, debe mostrarse esplendoroso,
haciendo uso de su poder en beneficio de Efraím,
Benjamín y Manases, las tres tribus que están a punto de desaparecer por
efecto de la invasión asiría: “reafirma tu poder y ven a salvarnos”. Benjamín
era hermano de madre de José, cuyos hijos eran Efraím
y Manases; quizá por ello aparezca asociado a estas dos tribus, aunque
Benjamín estuviera en la frontera con Judá y más vinculada históricamente a
ésta que a las del norte. De ella había salido el primer rey Saúl. Sin
embargo, parte de la tribu de Benjamín estuvo unida al reino cismático del
norte. Israel,
vilipendiado por las naciones vecinas (5, 8). ¡Oh Señor, Dios de los ejércitos! ¿Hasta cuándo estarás
enojado contra la oración de tu pueblo?........... Dios de los ejércitos, restáuranos;
haz resplandecer tu rostro y seremos salvos. El salmista pide ansioso al Señor que
salve estas tribus, y con ellas a todo Israel: “Restáuranos, Señor del
universo”. Debe manifestarse benevolente, como se suplica luego en el
versículo 8: “haz resplandecer tu rostro y seremos salvos”, otorgando su
protección decisiva en estos trágicos momentos nacionales. Apelando al poder absoluto del Dios de los
ejércitos — Señor de las constelaciones celestes, del cosmos, y valedor de
los intereses de Israel en las batallas —, el salmista pide angustiadamente
que cese su enojo contra su pueblo y acceda a su oración confiada. La
situación de la nación es tan triste, que en los versículos 6 y 7 reza: “Les das a comer pan de lágrimas, les
haces beber lágrimas en abundancia; nos has hecho objeto de contienda para
nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros”, por lo que siente
humillado y abandonado de su Dios. La
viña abandonada y devastada (13-16). “¿Por qué has derribado sus cercos para que
puedan saquearla todos los que pasan?”(v 13) Dios abandonó a
su viña y la dejó indefensa, cayendo sus cercos y quedando abierta a todos
los caminantes y expuesta a los jabalíes y bestias del campo: “Los jabalíes del bosque la devastan y se
la comen los animales del campo”. (v. 14)
El salmista vuelve a pulsar
los aspectos de carácter psicológicos: ¿para qué haber empleado tanto trabajo
y solicitud en plantarla y cercarla, si al fin la deja abandonada? Dios
habita en los cielos, pero desde allí contempla la historia de los hombres y
de los pueblos. “Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira”
Israel ha sido formado por el Señor y se ha engrandecido gracias a su
protección; por tanto, tiene derecho ahora a que ponga sus ojos en la viña
que tan amorosamente plantó su diestra. “ven a visitar tu vid, la cepa que plantó
tu mano” Súplica
final (19-20) Como es ley en estos salmos, el poeta pide
justicia contra los devastadores de la viña de Israel, suplicando protección
sobre la nación: el varón de tu diestra. Parece que juega con el nombre de
Benjamín (“hijo de la derecha”), y quizá aluda a Saúl, primer rey de Israel.
“el
retoño que Tú hiciste vigoroso” Estar “a la diestra” significa
participar del poder de Dios: “Siéntate
a mi diestra en tanto que pongo a tus enemigos por banquillo de tus pies.”
(Salmo 109,1) La expresión hijo del hombre que para ti corroboraste puede
aplicarse a Israel como colectividad, al que en Ex 4:22-23 se le llama “mi
hijo, mi primogénito”. No parece que se aluda directamente al Mesías como
persona, sino a Israel con sus destinos históricos, que está lanzado hacia
los tiempos mesiánicos. El salmista termina haciendo promesas de
fidelidad. ”Nunca nos apartaremos de ti” y reconociendo que es el Señor
quien les da la vida; “devuélvenos la vida e invocaremos tu
Nombre”. Por tanto, sólo por
El podrá Israel recuperar su vida plena nacional. El estribillo final que
cierra cada estrofa, sintetiza las ansias de salvación del poeta, que se hace
eco de las angustias de su pueblo. “Restáuranos, Señor de los ejércitos, que
brille tu rostro y seremos salvados! “. Oremos al Señor: Señor, Señor, tú que comprendes con tu mano inmaculada el mundo entero,
ten paciencia con nosotros y compadécete de nuestras iniquidades, recuerda tu
compasión y piedad, acuérdate que la “La viña del
Señor es tu pueblo, Restáuranos, Señor del universo. Como complemento del salmo de hoy, lo pueden
hacer desde este link: “LA VIÑA DEL
SEÑOR ES SU PUEBLO” Reflexión desde el Salmo 79, 9. 12-16. 19-20 Pedro
Sergio Fuentes: Algunos
comentarios están tomados del estudio de la Biblia Comentada de Nácar-Colunga
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