“Muéstranos,
Señor, tu misericordia, y danos tu
salvación” Reflexión desde el Salmo 84, 9-14 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds R. Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu
salvación. Voy a proclamar
lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos. Su
salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra
tierra. R. El Amor y la
Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará
de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R. El mismo Señor
nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá
delante de Él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R. Oración
por la Salvación del Pueblo, versos 1 al 14 Este salmo se divide en tres partes, que
responden a tres momentos psicológicos del salmista, pasado, presente y futuro.
El pasado está en los versos 2 al 4, con reconocimiento de la liberación
pasada (Cautiverio en Babilonia), “¡oh Señor! Has hecho volver a los
cautivos de Jacob”. El
presente, se refleja en los versos 5 al 8, con la súplica de plena
restauración: “Muéstranos, Señor, tu
misericordia, y danos tu salvación”.. Y finalmente, los versos 9
al 14, que proclama un futuro esperanzador lleno de felicidad, para la plena
rehabilitación de los tiempos mesiánicos: “Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos”. Sin embargo, la restauración que siguió al
exilio fue sólo el preludio de otra futura que colmará las ansias de paz y de
felicidad de los afligidos israelitas. Sucedió que la repatriación de los
exilados de Babilonia no fue tan gloriosa como habían anunciado los profetas.
No obstante, a pesar de que las adversidades de la cautividad eran ya sólo un
recuerdo, la reconstrucción de la vida nacional y religiosa en la tierra del
Señor fue ardua y lenta, debido a la escasez de medios y a la hostilidad de
las poblaciones vecinas. Y es así, como el salmista parece reflejar esta
situación de desánimo de los repatriados, y, del mismo modo como los profetas
Ageo y Zacarías, trata de infundir ánimos, pidiendo a Dios que complete la
obra de liberación, olvidando el pasado pecaminoso de Israel y ofreciendo un
futuro más esperanzador. “Vuélvete a nosotros, Dios de nuestra
salvación, y haz cesar tu resentimiento contra nosotros” (84,5). El
glorioso futuro mesiánico, verso del 9 al 14 En estilo profético, el salmista anuncia
que Dios va a dar una palabra de esperanza en contestación a su ansiada
súplica. “Voy a proclamar lo que dice el Señor”. Después de tantos
sinsabores, Dios les va a hablar de paz: “el Señor promete la paz para su pueblo y
sus amigos”. Pero sólo participarán de esta promesa los que se
vuelvan a El de corazón. La hora de la ira y del resentimiento ha pasado para
traer la salvación a los que le temen. Su salvación está muy cerca de sus
fieles”, La gloria del Señor —
su manifestación esplendente en el templo — se va a manifestar en la tierra:
“y
la Gloria habitará en nuestra tierra”. Hasta ahora el Señor mantenía una actitud
de reserva y mutismo respecto de su pueblo; pero ahora va a colmarlo de
favores. Como consecuencia de su intervención divina se van a encontrar (la
formulación está en perfecto profético) la piedad y la fidelidad: la
fidelidad de los hombres va a corresponder a la piedad del Señor; y como
consecuencia de su justicia salvadora se implantará la paz y la
reconciliación definitiva. “El Amor y la Verdad se encontrarán”, Llega
la hora en que la fidelidad brotará en la sociedad como un fruto espontáneo
de la tierra, correspondiendo a la justicia “la Justicia y la Paz se
abrazarán”, y a la salvación de Dios, que está en los cielos
“la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo”.
El Papa Juan Pablo II en su catequesis, hermosamente escribe de este verso; “la justicia y la paz se besan al
encontrarse. La verdad brota como en una primavera renovada, y la justicia,
que para la Biblia es también salvación y santidad, mira desde el cielo para
iniciar su camino en medio de la humanidad”. Pero no sólo en el orden moral se dará una
transformación total, sino que también en el material la tierra se mostrará
fértil, dando sus frutos en correspondencia a la benevolencia del Señor, que
otorga el bien y la bendición. Todas las virtudes, antes expulsadas de la
tierra a causa del pecado, ahora vuelven a la historia y, al encontrarse,
trazan el mapa de un mundo de paz. La misericordia, la verdad, la justicia y
la paz se transforman por todas partes. También Isaías canta: “Destilad, cielos, como rocío de lo alto;
derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y
germine juntamente la justicia. Yo, el Señor, lo he creado” (Is 45,8). El salmista se sitúa en las perspectivas
de los vaticinios proféticos mesiánicos. Con una vigorosa personificación
presenta al Señor habitando en medio de su pueblo, llevando como acompañantes
a la justicia y a la paz, son su guardia de honor: “La Justicia irá delante de Él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos”. Con esta perspectiva
esperanzadora cierra el salmista su composición, llena de emotivos
sentimientos y de resonancias mesiánicas. “El mismo Señor nos dará sus bienes y
nuestra tierra producirá sus frutos”. El Papa Juan Pablo, comenta en su
Catequesis de este salmo, que ya en el siglo II con san Ireneo de Lyón, las
palabras del salmista se leían como anuncio de la “generación de Cristo en el
seno de la Virgen” (Adversus haereses
III, 5,1). En efecto, la venida de Cristo es la fuente de la misericordia, el
brotar de la verdad, el florecimiento de la justicia, el esplendor de la paz. Por eso, la tradición cristiana lee el
Salmo, sobre todo en su parte final, en clave navideña. San Agustín lo
interpreta así en uno de sus discursos para la Navidad: “La Verdad brotará de la tierra”: Cristo, el cual dijo: "Yo soy la
verdad" (Jn 14,6), nació de una Virgen. “la Justicia mirará desde el cielo”: quien cree en el que nació no
se justifica por sí mismo, sino que es justificado por Dios. "La verdad
ha brotado de la tierra": porque "el Verbo se hizo carne" (Jn
1,14). "Y la justicia ha mirado desde el cielo": porque "toda
dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto" (St
1,17). "La verdad ha brotado de la tierra", es decir, ha tomado un
cuerpo de María. "Y la justicia ha mirado desde el cielo": porque
"nadie puede recibir nada si no se le ha dado del cielo" (Jn 3,27), (San Agustín) R.
Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación. Pedro Sergio Fuentes: Algunos
comentarios están tomados del estudio de la Biblia Comentada de Nácar-Colunga Catequesis
del Salmo 84, Juan Pablo II, Audiencia general del Miércoles 25 de septiembre
de 2002 |
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