“Cantaré
eternamente el amor del Señor” Reflexión desde el Salmo Sal 88, 2-5. 27. 29 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds R. Cantaré eternamente el amor del Señor. Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque Tú has dicho: “Mi
amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo”. R. Yo sellé una alianza con mi elegido, hice
este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para
siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”. R. Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi
roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable
para él. R. Quejas por la Humillación del Rey. Este salmo es muy extenso, no obstante la Liturgia de hoy considerar
rezar sólo algunos versos. Sin embargo hay que exponer que al rezar todo el
salmo, se pueden distinguir cinco secciones de contenido bastante
heterogéneo: a)
exposición
sumaria de la promesa de protección a la dinastía davídica (1-5) b)
himno
de alabanza a la omnipotencia y fidelidad divinas (6-19) c)
comentario
poético a la promesa divina sobre la dinastía de David (20-38) d)
quejas
por la actual humillación de la dinastía davídica (39-46) e)
plegaria
por el restablecimiento pleno de Israel como nación (47-52). El poeta se plantea el problema de la compatibilidad de las antiguas
promesas divinas sobre la perpetuidad de la dinastía davídica y la realidad
cruel de su actual postergación humillante como consecuencia de una guerra
devastadora, que muy bien puede ser la invasión de los babilonios que terminó
con la destrucción de la ciudad en el La sección de los versos del 2-19 quizá sea un himno anterior y
vuelva los tiempos gloriosos de la dinastía, utilizado por el poeta para
contraponerlo a la triste situación actual. El estilo brillante de la primera
parte (2-19) contrasta con el oscuro y flojo del resto del salmo. Con todo,
se adapta a la marcha general del pensamiento: “majestad y esplendor en el
himno; elegancia y claridad en el oráculo; en la elegía, a la vez vehemencia
y audacia familiar, melancolía y languidez...” Preludio: la promesa divina a
David (1-5). Antes de abordar el tema de la promesa divina hecha a David y su
descendencia, el poeta declara solemnemente que las relaciones del Señor con
su pueblo y sus fieles se desarrollan siempre conforme a las exigencias de su
piedad y fidelidad: “soy un Dios
celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera
y cuarta generación de los que me odian, y tengo misericordia por millares
con los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo (SBJ) 20, 5-6) Este
modo de proceder del Señor da ánimos al salmista para abordar el problema de
las relaciones históricas de su Dios con Israel, su pueblo. La piedad y la
fidelidad son dos atributos del Señor que permanecen por siempre, y, por
tanto, son indefectibles y aplicables a todas las situaciones. El Señor es el
mismo de los tiempos antiguos, cuando protegía a su pueblo; por consiguiente,
no puede abandonarlo cuando éste se halle en situaciones críticas. “Cantaré
eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las
generaciones. Porque Tú has dicho: “Mi amor se mantendrá eternamente, mi
fidelidad está afianzada en el cielo”. La fidelidad de Dios a sus
promesas tiene sus cimientos en los cielos, que son inconmovibles; por eso,
sus promesas llevan el sello de la estabilidad inalterable. Y entre ellas
sobresale la declarada a David. El Señor ha empeñado su
palabra Los versos 4-5, redactados en estilo vaticinio profetice, son un
paréntesis en este himno, que se continúa en el verso 6. La formulación
divina está calcada en el relato de 2 Sam 7:5.8.26, aunque no es cita
directa, ya que en el libro de Samuel no se menciona la alianza y el
juramento. El poeta, pues, dramatiza el relato histórico sobre la promesa
hecha a David, a través de Natán, sobre la perpetuidad de su dinastía: “Y cuando tus días se hayan cumplido y
te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá
de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza”. (2 Samuel (SBJ) 7,12). Yo sellé una alianza con mi elegido, hice
este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para
siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones”. El Señor ha empeñado, pues, su palabra de
garantizar la permanencia de la dinastía davídica, y esto llena de esperanza
al salmista, porque sabe que las palabras de su Dios son inconmovibles. Los
destinos, pues, del pueblo israelita están en buenas manos, y asegura la
permanencia de la dinastía davídica. Las relaciones paternales del
Señor En lenguaje poético expresa el salmista “Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios,
mi roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será
estable para él”, es lo que se dice en 2 Sam: “Yo
seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal, le castigaré con vara
de hombres y con golpes de hombres”
(2 Samuel (SBJ) 7,14) y sigue luego: “pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl a quien quité
de delante de mí. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu
trono estará firme, eternamente” (2 Samuel (SBJ) 7,15) El salmo expresa
estos mismos pensamientos con insinuaciones bellísimas, que destacan las
relaciones paternales del Señor con la dinastía davídica. David se convierte
así en el primogénito del Señor; “Y yo
haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de la tierra” (Salmos
(SBJ) 88, 29) y, en consecuencia, se halla exaltado sobre todos los reyes de
la tierra. La alianza hecha a su persona se continuará en su posteridad, que
mantendrá la realeza por siempre, mientras duren los cielos. La eterna fidelidad de Nuestro Padre, nos deben animar y alegrar el
corazón, como del mismo modo iluminar de esperanza toda nuestros ruegos. Ante la maravilla anunciada por el Señor, el
salmo canta y proclama el amor y la fidelidad de Dios. Participamos de esta
oración, aclamando: ”Cantaré eternamente el
amor del Señor” Pedro
Sergio IV
Domingo de Adviento Fuentes: Algunos
comentarios están tomados del estudio de la Biblia Comentada de Nácar-Colunga Texto Bíblicos
de la Sagrada Biblia de Jerusalén (SBJ) |
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