“. ¡Alaba al Señor alma mía! Reflexión desde el Salmo
145, 6-10 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
ocds El Salmo 145 nos invita a la
alabanza divina, ¡Alaba al Señor alma mía!, pues el “Señor mantiene su
fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, libera a los
cautivos, abre los ojos al ciego, endereza a los que ya se doblan, ama a los
justos, guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda... El
Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad”. Tengamos total
confianza en Él. Sal
145, 6-10 R. ¡Alaba al Señor alma mía! El Señor mantiene su fidelidad para siempre, hace justicia
a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos.
R. El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que
están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a los extranjeros. R. Sustenta al huérfano ya la viuda y entorpece el camino de
los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de
las generaciones. R. LA PROVIDENCIA DE DIOS. En
esta bella composición poética se contrapone la suerte del que confía en el
hombre y la del que confía en Dios. Sólo Dios merece la confianza
del hombre. Con
frases redundantes, el salmista inicia su poema exhortándose a sí mismo a
alabar al Señor, “¡Aleluya! Alaba, alma mía, al Señor. Alabe yo a
al Señor en mi vida, cante salmos a mi Dios mientras exista”. La
idea central del salmo es la confianza en Dios, de quien únicamente puede
venir el auxilio seguro al ser humano. En consecuencia, es inútil confiar en
poderes humanos, por muy altos que sean, pues los mismos príncipes dejan de
existir y después de la muerte no pueden prestar ayuda a nadie. Sólo el Dios
de Jacob puede inspirar verdadera confianza, pues es el mismo que ha formado
los cielos y la tierra, y, por otra parte, es fiel a sus promesas do
protección a sus devotos. Especialmente muestra su solicitud y favor con los
necesitados: los oprimidos, los hambrientos, los ciegos, los peregrinos, los
huérfanos y las viudas. “El Señor abre los ojos de los ciegos y
endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos y protege a
los extranjeros. Sustenta al huérfano ya la viuda y entorpece el camino de
los malvados.” Ese Dios providente y justo tiene su morada
en Sión y desde ella mantiene su dominio por la eternidad. El salmista no
menciona las promesas de engrandecimiento hechas a la ciudad santa, pero,
conforme a los vaticinios proféticos, exalta la situación privilegiada de
Jerusalén, centro de la teocracia hebrea. “El Señor reina
eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones”. El Señor les Bendiga Pedro Sergio Domingo XXXII Ciclo B Reflexiones de los Salmos
Dominicales en este link: Fuentes: Algunos comentarios están tomados de la Biblia Nácar Colunga, adaptación pedagógica: del Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teología, otros comentarios están tomados de Maximiliano García Cordero, en la Biblia comentada de la BAC |
………………………….-------------------…………………………..
------------
-----