¡Feliz
el pueblo que el Señor se eligió como herencia! Reflexión desde el
Salmo: SALMO 32, 4-6. 9. 18-20. 22 Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
ocds Frente a las
maravilla obradas por Dios, el salmo alaba su omnipotencia creadora. R. ¡Feliz el pueblo que el Señor se eligió
como herencia! La palabra del Señor es recta y él obra
siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena
de su amor. R. La palabra del Señor hizo el cielo, y el aliento
de su boca, los ejércitos celestiales; porque él lo dijo, y el mundo existió,
él dio una orden, y todo subsiste. R. Los ojos del Señor están fijos sobre sus
fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la
muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R. Nuestra alma
espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor
descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R. Dios, Creador del Universo y Protector de los Fieles. Este salmo es un poema y un himno a la omnipotencia y justicia del Señor. Se canta el señorío de Dios sobre el universo como Creador y su fidelidad hacia su pueblo elegido, Israel, y a los que le son fieles. En este sentido, la composición es como una justificación de la exhortación a alegrarse en el Señor. El estilo majestuoso y solemne
de los primeros versos, “Aclamen, justos, al Señor”, es una gran invitación a
alabar al Señor, por eso sigue; “Alaben al Señor con la citara, ensálcelo con
el arpa de diez cuerdas, cántenles un cántico nuevo, etc. y luego viene el
verso de la Liturgia de hoy, “La palabra del Señor es recta y él obra
siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena
de su amor “, todo esto porque El es digno de especial
alabanza y confianza: por sus atributos morales, por su misericordia y su
protección ante la muerte. “Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que
esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte” La Liturgia de este domingo de Santísima Trinidad, solo ha tomado algunos versos de este Salmo, y para la celebración del domingo 5º de Pascua del Ciclo “A”, considera solo los versos 32, 1-2. 4-5. 18-19. Por lo que les invito a rezarlo en alguna oportunidad con toda sus estructura, a fin de apreciar su simetría, junto a la bella y notable distribución de las ideas, así de esta forma, darse cuenta del estilo majestuoso y solemne que nos hace el poeta para alabar al Señor, en los versos 1 al 3, la profesión de confianza en Dios de los versos 20 al 22, tanto por sus atributos morales, versos 4 al 5, como por su omnipotencia creadora de los versos 6 al 9, por su providencia de los versos 10 al 11, por la elección de Israel, versos 12 al 15, del que es Protector, versos 16 al 19. “Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor”. El salmista se refiere a términos como la “palabra”, con el deseo de celebrar la palabra creadora de Dios, la “lealtad” porque admira la nobleza de Dios, la “justicia”, porque reconoce a un Dios ecuánime y el “Amor”, porque el siente y conoce el cariño y la amistad de su Dios con el y todo su pueblo. Es así entonces que canta con alegría: “Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor”. Todo ellos porque tiene la confianza que el Señor es fiel a su palabra, y todas sus acciones llevan el sello de la verdad y de la fidelidad a sus promesas de protección a los justos y cumplidores de su Ley. Toda su providencia está gobernada por las exigencias de la justicia y del derecho, que es la aplicación de aquélla en cada acto, es así como toda la tierra rebosa de la bondad y piedad del Señor. “La palabra del
Señor hizo el cielo, y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
porque él lo dijo, y el mundo existió, él dio una orden, y todo subsiste”. El salmista se remonta al primer momento de la creación para declarar la omnipotencia divina. “La palabra del Señor hizo el cielo”. Los cielos inmensos son el efecto de su palabra creadora, y todo su ejército; “y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales”, o maravillosas constelaciones ordenadas de los astros, son obra del aliento de su boca.. La expresión es potente. La omnipotencia divina no tiene límites, y por ello las obras más asombrosas de la creación son realizadas por Dios con la facilidad con que se expresan por la palabra. Los pueblos paganos consideraban los astros como divinidades poderosas; aquí el salmista declara que son obra del único Dios y que dependen en su existencia del aliento de su boca. No se puede formular el monoteísmo estricto en palabras más vigorosas. El salmo aquí depende del relato del Génesis, donde enfáticamente se dice: “Dijo, y fue hecho.” Por eso aquí canta; “él dio una orden, y todo subsiste”. En los orígenes de la antigüedad, las divinidades tienen que luchar con las fuerzas cósmicas — de las que ellas mismas proceden — para plasmar las maravillas del orbe. El Dios de la Biblia es un ser excepcional que existe antes, fuera y sobre todas las cosas, y, como tal, no está sujeto a nada y obra conforme a su absoluta voluntad, que a su vez está sujeta a su inteligencia ordenadora, que crea todas las cosas con una finalidad concreta: “y vio que la luz era buena.” (Gen 1:4) Esta concepción trascendente de Dios es la base de todas las creencias del pueblo hebreo. Por ellas, la religión de Israel se halla a una distancia casi infinita de las concepciones religiosas de los otros pueblos de la antigüedad. “Los
ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su
misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo
de indigencia”. El salmista nos habla de cómo el Señor mira a sus amigos, a los fieles, “Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles”, frecuentemente agobiados y al borde del peligro de muerte, los estimula a tener esperanza en el Señor de que El nos los abandonará y tampoco permitirá que se hundan en el abismo de la desgracia, refiriéndose a los que “esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia”. Por tanto, el salmo pasa a ser una llamada de fe y esperanza en el Señor que se compadece de la debilidad de los hombres. La omnipotencia divina está al servicio del justo, objeto de sus complacencias; por eso, en las horas de la adversidad y de la miseria, los libra de la muerte violenta y los mantiene y los sustenta en la necesidad. “sustentarlos en el tiempo de indigencia”. “Nuestra alma
espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor
descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti”. De los versos finales, se obtienen la conclusión de la doctrina expuesta, si el Señor es único que da la salvación y la victoria, el alma del justo debe confiarse a El como único auxilio y escudo protector. “Él es nuestra ayuda y nuestro escudo”. Esta certeza de estar bajo la protección del Señor, “Nuestra alma espera en el Señor” “crea en el alma una íntima satisfacción y alegría, pues su nombre, lleno de misterio, es también prenda de salvación. Por tanto este salmo se termina con el deseo de ser esencia benévola de la piedad divina. Tal como era el deseo del
salmista, es también nuestro anhelo el ser objeto compasivo y amoroso de la
piedad divina, por que siempre estamos necesitados de la protección de Dios
todopoderoso, por eso nos unimos con entusiasmo al canto de la antífona, “¡Feliz el pueblo
que el Señor se eligió como herencia! El Señor les Bendiga Pedro Sergio Reflexiones de los Salmos
Dominicales en este link: Algunos comentarios están tomados de la Biblia Nácar
Colunga, adaptación pedagógica: del Dr. Carlos Etchevarne,
Bach. Teología Domingo de Santísima Trinidad, junio 2012 |
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